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Principios de la enseñanza aplicados al entrenamiento

y a la enseñanza de la educación física y deportiva

 

*Doctor en Ciencias de la Educación. Licenciado en Pedagogía

Maestro Especialista en Educación Física

Profesor Grado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Universidad Pontificia de Salamanca

**Graduado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte

Licenciado en Comunicación Audiovisual

Maestro Especialista en Educación Física, inglés y PT

Dr. Salvador Pérez Muñoz*

sperezmu@upsa.es

Rafael Domínguez Muñoz**

rafidominguez7@gmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El siguiente artículo se centra en primer lugar en explicar lo que se entiende por el proceso de enseñanza-aprendizaje y el acto docente, para continuar con la explicación de los principios de la enseñanza y su aplicación al entrenamiento y a la enseñanza de la educación física y deportiva.

          Resumen: Principios de la enseñanza. Entrenamiento. Educación Física y Deportiva.

 

Recepción: 26/01/2015 - Aceptación: 21/02/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 202, Marzo de 2015. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Antes de entrar a desarrollar los principios, hay que hacer referencia al aspecto más importante en un proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre todo porque es el aspecto que depende de nosotros los educadores, los maestros, profesores y entrenadores principalmente, es decir, la enseñanza.

    A cada uno de los entrenadores, monitores, preparadores… se nos enseña una gran cantidad de conceptos, de aspectos técnicos, tácticos, metodológicos, de preparación física..., pero nadie nos enseña o nos dice ¿qué es enseñar? y mucho menos cómo se produce el aprendizaje, por lo que tenemos la misma posibilidad de acertar y conseguir que los jugadores aprendan, como que no.

    Se puede entender por enseñar, como lo que hace una persona para ayudar a otra a aprender. Es reunirse dos o más personas cuando la intención de, por lo menos una de ellas, como resultado del encuentro, es que hagan más, sepan más o sean más.

    Para la RAE (2015) es “la acción y efecto de enseñar, el sistema y método de dar instrucción, ejemplo, acción o suceso que sirve de experiencia, enseñando o advirtiendo cómo se debe obrar en casos análogos. Y por último, el conjunto de conocimientos, principios, ideas, etc., que se enseñan a alguien”.

    Para Zabalza (1990) es “la acción desarrollada con la intención de llevar a alguien al aprendizaje”. Es decir, es acción intencionada de provocar aprendizaje. Además, para que la enseñanza sea educativa tiene que cumplir tres condiciones: que los contenidos sean válidos, veraces en términos de actualidad y utilidad y por último, que sea adapten a los sujetos que aprende (Zabalza, 1990).

    Enseñar es un concepto que va estrechamente ligado al aprender, es decir, que enseñanza y aprendizaje son dos elementos que van unidos. Entendido este como, “proceso en virtud del cual se origina o se cambia la actividad de reacción ante una situación dada” (Del Pozo, 1980). Proceso que tiene que incluir la adquisición de informaciones y conocimientos y aumentarlo, modificar las actitudes, los comportamientos y las relaciones con los demás y por último enriquecerse tanto en experiencias como conocimientos (Zabalza, 1990).

    Ahora bien, el proceso de enseñanza-aprendizaje se produce dentro de un concepto mayor, que es el acto didáctico, acto que como define Marquès (2001) como la actuación del profesor (entrenador, monitor…) para facilitar los aprendizajes de los estudiantes (jugadores). Se trata de una actuación cuya naturaleza es esencialmente comunicativa.

    Según Ferrández (1995), el acto didáctico puede plantearse como:

    “La interacción intencional y sistemática del docente (entrenador) y del discente (jugador) en situaciones probabilísticas usando las estrategias más propias para integrar los contenidos culturales, poniendo en actividad todas las capacidades de la persona y pensando en la transformación socio-cultural del contexto endógeno y exógeno que le es patrimonial”.

    Considera que dentro del acto docente hay tres aspectos relevantes (Ferrández, 1997) que se tienen que tener en cuenta:

  1. El formador (entrenador, monitor, profesor, maestro…) como elemento clave de la mediación en la formación.

  2. Los participantes (jugadores y alumnos), mediadores de su propio aprendizaje.

  3. El método, las diferentes opciones organizativas que son previas a la utilización de los medios y recursos, disponibles.

    Por lo tanto, el entrenamiento y la enseñanza de la educación física y los deportes se puede conceptualizar dentro del acto didáctico, cuando tienen intención de enseñar y no cuanto la intención es adiestrar o adoctrinar. Para llevarlo a cabo este proceso de enseñanza-aprendizaje como nos dice Gagné (1975) (citado por Meneses, 2007) debe realizar 10 funciones claras y concretas:

  1. Estimular la atención y motivar.

  2. Dar a conocer a los alumnos los objetivos de aprendizaje

  3. Activar los conocimientos y habilidades previas de los estudiantes relevantes para los nuevos aprendizajes a realizar (organizadores previos).

  4. Presentar información sobre los contenidos a aprender u proponer actividades de aprendizaje.

  5. Orientar las actividades de aprendizaje de los estudiantes.

  6. Incentivar la interacción de los estudiantes con las actividades de aprendizaje, con los materiales, con los compañeros... y provocar sus respuestas.

  7. Tutorizar, proporcionar feed-back a sus respuestas

  8. Facilitar actividades para la transferencia y generalización de los aprendizajes

  9. Facilitar el recuerdo.

  10. Evaluar los aprendizajes realizados.

    Ahora bien, lo primero que se necesita es “querer enseñar” por parte del educador, entrenador, monitor… Porque los niños/as, y más concretamente con los deportes y en Educación Física, tenemos la suerte de que ellos quieren aprender, jugar, mejorar… y eso como educadores o entrenadores es la mayor suerte que tenemos, es decir, “que quieran y quieren hacer”, y no podemos perder la oportunidad para aprovecharlo.

    De esta forma el objetivo de este artículo es conocer, manejar y aplicar una serie principios que todo entrenador, maestro, profesor, educador…debe manejar para posibilitar que el aprendizaje y la enseñanza para que se produzcan en mayor medida. Estos sirven a todo tipo de profesional del entrenamiento y de la enseñanza en todas las edades.

2.     Principios de la enseñanza para enseñar a jugar

    Los principios que aparecen a continuación (ilustración 1) están basados en los principios que expone Claxton (1987) y que hemos adaptado para la enseñanza y entrenamiento deportivo.

Ilustración 1. Principios de la enseñanza para enseñar. Elaboración propia

2.1.     Se puede llevar a un caballo a la fuente del conocimiento, pero no se le puede obligar a beber

    Llevar a un caballo, jugador, niño... a la fuente del conocimiento, fuente que puede ser el entrenador con una elevada preparación y con grandes conocimientos..., pero no se le puede obligar a que beba, es decir, a que aprenda. Si el jugador no quiere da igual lo que uno haga para conseguir que aprenda. Se puede variar la metodología, los contenidos, objetivos..., todo esto da igual si no se quiere aprender da igual lo que se haga y todo lo que implica una imposición o una obligación es perjudicial para el aprendizaje, que al fin y al cabo es el fin último que perseguimos.

    La enseñanza como proceso no produce aprendizaje. El aprendizaje y al igual que el desarrollo tiene lugar espontáneamente y no se le puede forzar u obligar a que se produzca (llevar a la fuente y obligar a beber); lo único que se puede hacer es ayudar o facilitarlo. Porque trabajamos con personas y las personas no son maquinas. Lo que hace que el proceso de aprendizaje sea un proceso lento, siendo necesario mucho trabajo, empeño, constancia y tiempo.

    De ahí que todo trabajo que se planifique con el objetivo de la “enseñanza” con personas, sean de la edad que sean, es un proceso lento y siempre mirando a un largo plazo. El aprendizaje es un objetivo que se tiene que producir a lo largo del tiempo.

    Todo objetivo que se planifique a corto plazo en la enseñanza está abocado al fracaso, que puede que tú no lo veas, ese fracaso, pero al final se fracasa. Presentándose el fracaso de muchos modos; abandono de la actividad, desilusión, lloros, tristeza, cambiar de deporte... Por ejemplo, en un entrenamiento previo al partido, se hacen tiros a portería, canasta, botar un balón… con la única oposición del portero, un cono… y planteamos las acciones de tiro y en muchos casos se consigue el objetivo previsto para esta tarea, sin embargo llegamos al día siguiente a jugar, por ejemplo, y las acciones técnicas de tiro que en la tarde del día anterior eran eficaces, en el partido no lo son y da la sensación que han sido los jugadores los que no han conseguido aprender. Y esto por qué, porque el planteamiento fue a corto plazo, es decir, hoy entreno el tiro a portería, a canasta y ya mañana los jugadores /alumnos saben tirar y además saben tomar decisiones de tiro adecuadas al juego, pero en la mayoría de los casos esto no se produce lo que lleva a los técnicos, monitores, entrenadores, educadores a mostrar su frustración contra sus jugadores/alumnos.

    En la clase de educación física podemos poner multitud de ejemplos de este primer principio. Si comienzas trabajando con tus alumnos una actividad tan motivante para casi todos como es el Acrosport, por mucho que tú intentes motivarles, ayudarles o incentivarles a aquellos alumnos que por cualquiera de las causas no han asimilado los ejercicios de equilibrio, sobre bancos suecos por ejemplo, no vas a conseguir que se suban encima de sus compañeros para hacer equilibrio de un día para otro, ya que les dará miedo y posiblemente abandonen la práctica de esa actividad.

    Lo mismo nos pasa a nosotros los entrenadores, educadores, técnicos… cuando, por ejemplo, nos invitan a una charla, conferencia, ponencia… en la que está presente alguien muy famoso, pongamos de ejemplo Valdano, Guardiola, Mourinho, Jordan... aunque ellos sean pozos de sabiduría nos dará igual todo lo que digan o hagan si nosotros no compartimos sus ideas, pensaremos que están mal y que no valen para nada, por lo que por muchos conocimientos y sabiduría que posean nos dará igual y desconectaremos o simplemente no iremos. Todo ello porque cada uno de nosotros tenemos una forma de pensar o una filosofía propia del fútbol, baloncesto, educación física… y todo lo que no sea nuestra visión nos va a parecer cuando menos equivocada o por lo que no le vamos a prestar atención necesaria para que nos produzca aprendizaje.

    Por último, en este primer principio, no debemos pasar por alto, especialmente en la iniciación y en la educación física, a que puede que nuestros jugadores o alguno de ellos venga a entrenar, jugar… por obligación, en muchos casos de los padres/madres, más que por su propio interés e iniciativa y por ello nos vamos a encontrar con un jugador/a que simplemente ya inicia el proceso de enseñanza-aprendizaje mal, es decir, obligado y por lo tanto totalmente reacio a aprender nada, aunque la fuente sea la mejor.

2.2.     Las personas aprenden antes lo que necesitan con más urgencia y lo que quieren saber

    Parece lógico pensar que cada uno, en cualquier aspecto de la vida aprende lo que más le hace falta, del mismo modo que un estudiante aprende aquello que le puede “caer” seguro en un examen, y deja por estudiar otros aspectos que no le son necesarios. Pues lo mismo pasa con cada uno de los jugadores/alumnos, que cada uno se centra más en aprender y conocer sólo lo que le es más necesario y urgente para aumentar su aprendizaje.

    Por ello el aprendizaje es la búsqueda de una respuesta para una pregunta que nos interesa, al que recibe el proceso de enseñanza y no sólo a quien lo imparte. Con los niños, jugadores, alumnos… hay que intentar que cada uno, sobre todo en las edades de iniciación y educación física, adquiera y conozca todos los conceptos tácticos, técnicos, conceptuales… que dentro del ámbito de la enseñanza, ya sea deportiva o educativa, sea lo que más necesita. Por todo ello hay que tener en cuenta que las explicaciones globales no suelen ser de gran ayuda para el aprendizaje, ya que de todo lo que habla el entrenador, profesor… a cada jugador/alumno sólo centra su atención en el momento en que se habla de su posición o de sus “necesidades”.

    Tener en cuenta a cada uno y tratar de conectar con ellos de forma individual y en función de sus necesidades, va a ser una de las claves para conseguir afianzar el aprendizaje en mayor medida que centrando el proceso en el global de los alumnos, jugadores, deportistas…

    Esto lo podemos ver en nuestras clases de educación física por ejemplo en los botes, lanzamientos y recepciones. Si planteamos juegos en los que las tres habilidades se trabajen, normalmente los alumnos aprenderán antes a hacer buenos lanzamientos, ya que ellos consideran que es lo que les da los puntos o goles, antes que hacer un buen bote y una buena recepción. Estas dos las aprenderán posteriormente a la de un buen lanzamiento.

2.3.     Cuando las personas se sienten amenazadas dejan de Aprender

    En este principio cada uno de los entrenadores, educadores, técnicos, maestros, profesores… debe darse cuenta de la diferencia que existe entre un desafío y una amenaza. Cuando una persona experimenta un desafío se le puede alentar, estimular y fomentar su aprendizaje. Por ello cuando los jugadores se sienten amenazados desconectan y ya no tiene lugar el hecho propio del aprendizaje, ni el de enseñanza. Desconectarse equivale a decir defenderse y en posición de defensa nadie desarrolla nada, se limita a mantener lo que cada uno posee. Y como es lógico, en todo aspecto de la vida la defensa es una reacción normal ante una amenaza que va a provocar el efecto contrario al que se busca con el acto didáctico.

    Si el entrenador, educador, monitor… no se da cuenta de la transformación del desafío en amenaza, y sigue forzando al alumno que se siente amenazado, puede que éste se desconecte rápidamente del entrenamiento y del proceso de aprendizaje.

    Claro que esto va en contra de la teoría de la reproducción, reproducción de los roles antiguos o clásicos del aprendizaje, en donde el entrenador, educador, profesor… es el que más sabe y el que tiene la verdad suprema. A este le basta con repetir lo que hicieron con él para que él lo haga y sus jugadores/alumnos también, sin pararse a pensar que eso deja de ser desafío y se convierte en amenaza, que provoca un descenso en su rendimiento, debido a la sensación constante de amenaza.

    Si nosotros trasladamos este principio a nuestras clases, tenemos que tener en cuenta que la mayoría de los juegos son competitivos o eliminatorios y nosotros los debemos de convertir en motivantes, cooperativos y estimulantes para los alumnos, sin que esto suponga perder un poco de competición. Así por ejemplo un juego tan sencillo como el pañuelo, debería ser un juego eliminatorio, nosotros en nuestras clases lo vamos a adaptar quitando la eliminación y sumando puntos por equipo, cada vez que un jugador gane. De esta manera estarán todos motivados, no habrá frustraciones, enfados ni problemas por las eliminaciones y haremos que todos nuestros alumnos aprendan y trabajen por igual.

2.4.     El profesor (entrenador, técnico…), tiene que conocer las señales del alumno que indican amenaza

    Este principio va relacionado con el anterior, lo que requiere es romper contra las teorías de la reproducción o clásicas.

    Conocer las señales de amenaza del alumno/jugador nos sirven para poder variar el ritmo o la tarea que usamos para conseguir el aprendizaje. Sobre todo para darse cuenta de que ya ha tenido bastante y necesita un descanso, por ejemplo. El aspecto, sobre todo en cuanto su expresión facial, con el más típico de los síntomas que es el estar aburrido o cansado de hacer lo mismo y que por mucho que se insista, lo único que se va a conseguir es empeorar y no mejorar nada de nada, en definitiva desconectar.

    Lo mejor en estas situaciones es que cuando uno se da cuenta de los síntomas de amenaza, cansancio, fatiga... es dejar de hacer lo que se estaba haciendo y pasar a otra cosa o bien dar un descanso, que es más necesario y tan productivo o más, que un buen entrenamiento, clase...

    Evitando y conociendo las señales conseguiremos que el jugador/alumno no piense que tiene un problema para poder llevar a cabo el acto del aprendizaje. Problema, que los producen los entrenadores, educadores y que se los transferimos a los jugadores/alumnos, para de ese modo librarnos de la presión y sobre todo de rectificar y poder asumir nuestros propios errores y limitaciones en la organización y desarrollo del proceso de enseñanza.

    Un ejemplo de todo esto suele ser, todas aquellas jugadas de ataque que se pretenden aplicar durante las distintas sesiones de entrenamiento, pero que en la mayoría de los casos no suelen salir bien y aún así se sigue insistiendo hasta conseguir que salgan, con el cabreo correspondiente por parte del entrenador y con el cansancio propio de los jugadores que ese día, por lo que sea, no le sale sin tener una explicación clara, por lo que no hay que buscar más excusas. Lo mejor será parar la repetición sin sentido de esas jugadas y pasar a otra actividad más relajada y divertida para que se vuelva a conseguir captar la atención de los jugadores.

    Lo mismo ocurre en las clases de educación física cuando determinados ejercicios que creíamos convenientes para nuestros alumnos acaban frustrándolos, aburriéndolos o por el contrario siendo demasiado fáciles para ellos. En ese caso cambiaremos el ejercicio a otro más relajado o pondremos nuevas reglas para intentar que el alumno lo vea como un reto y vuelva a motivarse.

2.5.     No se puede aprender aquello para lo que no se está preparado

    Aunque esto puede parecer obvio, no lo es, ya que aprender un concepto, una técnica, una táctica… puede presuponer que se hayan adquirido anteriormente otros conceptos, que realmente no se hayan adquirido ni aprendido. Claro que esto es un problema para el entrenador en saber para que esta preparado un jugador o bien un grupo de jugadores. Por ejemplo uno dirige un equipo Pre-benjamín (niños 6-7 años) y nos empeñamos en decirle a los jugadores pasa el balón a la derecha o a la izquierda, sube y baja... cuando en la mayoría de las cosas no saben diferenciar claramente la derecha de la izquierda o no pueden entender que en una superficie plana se pueda subir o bajar, cuando en las demás facetas de la vida subir y bajar implicar un plano inclinado, unos escaleras... es decir, diferentes alturas.

    En cuanto a estas cuestiones Le Boulch señalaba que una serie de etapas para el desarrollo, como cuerpo vivido de 0-3 años, cuerpo percibido de 3-7 años y cuerpo representado de 7-12 años, así en la 2º de 3-7 años destaca que se produce la afirmación de la lateralidad hacia los 7 años. Lateralidad entendida como un proceso evolutivo que termina con el predominio de un lado del cuerpo sobre el otro, es decir, el derecho sobre el izquierdo o viceversa (González y Sánchez, 1994). Pues si esto no es tenido en cuenta con niños de esa edad, de 6-8 años, en cuanto les damos esas indicaciones los niños no las podrán llevar a cabo si todavía no están preparados para realizarlas automáticamente.

    Y aunque puede que sepan lo que es la derecha e izquierda con respecto a ellos mismos, pero puede que no lo sepan con respecto a una superficie, el campo y a los demás.

    Un indicativo claro es el interés que ponga el alumno/jugador a la hora de realizar el acto de aprender, si lo ve como un desafío querrá aprender, sino lo percibe de ese modo lo que no querrá será ni siquiera intentarlo.

    Es unas de las tareas más complicadas que puede tener un profesor y un entrenador…, es decir, darse cuenta de las necesidades y del nivel de cada uno de ellos. Tenemos que pensar y darnos cuenta que el proceso de enseñanza-aprendizaje es como el desarrollo no es instantáneo y que se produce poco a poco, es decir, que es un proceso lento y siempre a largo plazo, y a largo plazo no es una temporada sino de 3-4 en adelante o incluso más de 6 u 8 años.

    O se han preguntado ¿porqué la enseñanza obligatoria dura, hoy en día, 10 años? Si acaso fuera un proceso corto e instantáneo, iríamos 1 año o unos meses, a la escuela, y después todos aprenderíamos todo con leer o con una milagrosa fórmula matemática, que además es mágica. Todos aprenderíamos lo que quisiéramos o lo que necesitásemos.

    Pero como no es así, sino que es todo lo contrario, pues hay que pensar siempre a largo plazo y sin esperar que todos los esfuerzos puedan dar o den frutos consiguiendo que el jugador o alumno, aprenda más, sepan más o sea más.

    El aprendizaje de nuestros alumnos desde el área de educación física se corresponde perfectamente con este principio. No le podemos pedir a un alumno de primero de primaria (6 años) que sepa botar una pelota perfectamente con la derecha y la izquierda, ya que algunos no tienen definida la lateralidad. Debemos saber adaptar las actividades para cada momento del aprendizaje de nuestros alumnos y pensar que con el paso de los años, este alumno que no distinguía la derecha y la izquierda en primero de primaria, y no sabía botar la pelota, es posible que en sexto de primaria sepa hacerlo perfectamente y de forma coordinada.

2.6.     El alumno (jugador) puede ceder su responsabilidad al profesor, (o entrenador), pero no se la puede regalar

    El entrenador, maestro, profesor…. tiene que partir de la idea de que el jugador/alumno le cede la responsabilidad para que él decida qué, cómo, cuándo y dónde aprender y enseñar. Claro que esta cesión no es total, sino que cada jugador te la da para aumentar su propio bagaje de aprendizaje, por lo que hay que tener claro que la enseñanza es una actividad cuyo objetivo es conseguir que el profesor sea innecesario.

    Por ello cuando los jugadores se dan cuenta de lo limitado del entrenador y que esté no les va a enseñar nada más de lo que ya les ha enseñado, pues decide dejar de aprender y esa responsabilidad cedida se pierde. De ahí la importancia de no aceptar la responsabilidad como un regalo, sino como una cesión que hay que ir actualizando y mejorando día a día.

    Un ejemplo puede ser invertir en un banco un dinero en el momento en el que el banco no nos dé rentabilidad pues decidimos sacarlo e irnos a otro. Esto pasa casi a diario con los entrenadores, educadores, profesores… y jugadores/alumnos.

    Dentro de esto, a la hora de decidir, hay que tener en cuenta al alumno/jugador y sus gustos, sobre todo a la hora de la disputar un encuentro, en donde el entrenador, en la mayoría de los casos se empeña que un jugador por el hecho de ser “malo”, pero ¿quién dice lo que es bueno o malo?, se le manda de portero, y se le crea la dicotomía, querer jugar al fútbol de delantero como a él le gusta o jugar a un juego que le gusta pero en contra de sus gustos. Este es el error más extendido y que produce más desajuste en el proceso de aprendizaje de cada joven o “viejo” jugador/alumno, da igual la edad.

2.7.     Sea lo que sea lo que se enseñe, se enseña “la propia personalidad”

    Los jugadores/alumnos se miran como en un espejo en donde se refleja el entrenador, educador, es decir, aprenden sobre él y de él. Esto es un arma excelente para educar y conseguir que los jóvenes jugadores aprendan. Por todo ello, siendo inteligentes, no sólo les podemos enseñar conceptos, sino también valores y actitudes que le educan poco a poco la personalidad de cada uno y de este modo enseñar a cooperar, ser compañero, deportividad, no protestar... por ejemplo.

    Cada entrenador, maestro, profesor…, como dice la frase típica, tiene su librillo, por ello es bueno que los niños tengan entrenadores, educadores distintos para darse cuenta poco a poco de las diferentes personas y enriquecerse de diversas visiones y enseñanzas. Einstein decía: “el único modo racional de educar es con el ejemplo” y añadía “si no se puede evitar, sea un ejemplo que sirva de advertencia”.

    En nuestros alumnos una de las cosas más importantes que intentamos inculcar en las clases de educación física es el respeto por los demás y la intención de tener una vida sana y saludable, donde el deporte sea algo fundamental en sus vidas. De este modo por mucho que trabajemos el concepto por ejemplo de una buena alimentación y una práctica deportiva habitual en todas nuestras clases, si los alumnos luego nos ven en el recreo comiendo bollería industrial, chocolate y otras cosas perjudiciales todos los días, no se van a creer lo que estamos explicando en clase y van a querer copiar a su profesor, que la mayoría de las veces es el ejemplo, junto a sus padres, en el que se miran. Por lo tanto haremos más realizando conductas apropiadas en el recreo y explicando menos en clase, que al revés.

2.8.     Hasta el Agua tarda en ser Digerida

    Este principio, se relaciona directamente con el que se produce en psicología como asimilación, es decir, que uno enseña algo, pero eso lleva un proceso que no es instantáneo como el cola-cao, sino que lleva un tiempo, distinto para cada persona.

    Los nuevos conocimientos se tienen que integrar en los conocimientos anteriores y en algunas cosas puede llegar a modificar los esquemas de conocimientos previos del jugador/educador. Por eso, cada jugador puede llegar a necesitar de un tipo de explicación, de una forma de dirigirse a él. El proceso de enseñanza – aprendizaje no puede ser tomada como algo que uno enseña y el otro aprende automáticamente, como si eso fuera un programa a utilizar por un ordenador. Esto nos lleva a señalar que el proceso es lento y que no nos debe llevar a la desesperación ni a la precipitación ya que el trabajo con niños, jóvenes y adultos es un trabajo a muy largo plazo, y aún así puede que no de los frutos deseados o previstos. Así que el entrenador se debe olvidar que existe el éxito instantáneo.

    En clase de educación física cada alumno tiene su propio ritmo de aprendizaje y nos encontramos con alumnos que saben realizar saltos perfectamente con una pierna y con las dos juntas sobre una valla pequeña, en segundo de primaria, y otros alumnos que ni tan siquiera se atreven a saltarla por miedo u otros problemas. Esto sin embargo no indica que en sexto de primaria todos sepan saltarlas, y en algunos casos los que no han podido saltarla en segundo de primaria puedan ser más hábiles en esta actividad que los que lo hacían bien en segundo curso.

2.9.     La enseñanza siempre forma parte de un contexto de aprendizaje:

    Claxton (1987) nos dice que “hay que recordar que la esencia del aprendizaje es la creación de asociaciones entre los diversas partes de la teoría sobre el mundo que se activan a la vez o consecutivamente, lo cual quiere decir que lo que se aprende queda ligado al contexto en que se ha aprendido”.

    Esto nos lleva a destacar que el aprendizaje de los conceptos tácticos sólo estará presente en el momento concreto de jugar al fútbol o de ver un partido. La tarea del entrenador o profesor sea la de hacer significativos esos conceptos que se aprenden con la práctica deportiva y la educación física. Claro que tendrá problemas dada la especificidad de cada concepto comprendido.

Bibliografía

  • CLAXTON, G. (1987). Vivir y Aprender. Ed. Alianza, Madrid.

  • DRAE (2014). El Diccionario de la lengua española. 23ª Edición, Madrid.

  • FERRÁNDEZ, A. (1995) El formador en el espacio formativo de las redes. Departamento de Pedagogía Aplicada. Universidad Autónoma de Barcelona. EDUTEC 95. Disponible en Internet desde: Disponible en: http://www.uib.es/depart/gte/ferrandez.html

  • FERRÁNDEZ, A. (1997). “Didàctica i components de l’acte didàctic.” Temes universitaris bàsics. Barcelona: EDIOUC Edicions de la Universitat Oberta de Catalunya.

  • GAGNÉ, R. (1975). Principios básicos del aprendizaje para la instrucción. México: Diana.

  • GONZÁLEZ, M. A. y SÁNCHEZ, G. (1994). Educación física en Primaria, temario y aspectos didácticos. Amaru. Salamanca.

  • MARQUÈS, P. (2001): “Didáctica. Los procesos de enseñanza y aprendizaje. La motivación”. Departamento de Pedagogía Aplicada, Facultad de Educación. UAB. Disponible desde Internet en: http://dewey.uab.es/pmarques/actidid.htm

  • MENESES, G. (2007). Ntic, interacción y aprendizaje en la universidad. Disponible en Internet desde: Disponible en: http://hdl.handle.net/10803/8929.

  • ZABALZA, M. A. (coord.) (1990). La formación práctica de los profesores. Tórculo, A Coruña.

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