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Historia y religiosidad en el fútbol. Un análisis psicosocial y cultural

 

*Licenciado en Historia y Ciencias Sociales. Licenciado en Estudios Socioculturales

Máster en Ciencias de la Educación. Máster en Desarrollo Cultural Comunitario

Máster en Deportes de Combate y Doctor en Ciencias Históricas

Profesor Titular del Centro de Estudios de Deporte y Cultura (CENDECUL)

de la Universidad de Las Tunas

**Doctor en Ciencias de la Cultura Física y Profesor Titular del Centro de Estudios

de Deportes. Universidad de Camagüey. Facultad de Cultura Física

José Guillermo Montero Quesada*

guillermonteroq@gmail.com

Osvaldo Javier Martín Agüero**

martinosvaldo70@gmail.com

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El artículo hace un análisis histórico acerca del lugar que ocupa el componente religioso en el fútbol desde una perspectiva psicosocial y cultural. Trata algunos de los antecedentes y aspectos teóricos que permiten comprender la religiosidad en algunos de los hechos de esta disciplina deportiva como uno de los componentes esenciales de la identidad deportiva.

          Palabras clave: Historia. Fútbol. Religiosidad. Identidad deportiva.

 

Recepción: 05/02/2015 - Aceptación: 01/03/2015

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 202, Marzo de 2015. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El fútbol se ha convertido en una pasión universal que alcanza límites insospechados, se convierte en uno de los ingredientes más sustanciosos del crisol de muchas naciones, articulándose con múltiples manifestaciones de la vida sociocultural, como las creencias religiosas.

José Guillermo Montero Quesada y Osvaldo Javier Martín Agüero

    En el análisis de la historia del fútbol, como en otros deportes es importante tener en cuenta los fundamentos socio religiosas que marcan su surgimiento. Se ha demostrado que el mismo surge como respuestas a diversas necesidades económicas, sociales, culturales y en otros órdenes de la vida, por lo tanto cumplen funciones específicas que responden a dichas necesidades.

    El estudio de la religiosidad popular en el mundo, relacionada con los escenarios y circunstancias vinculados al deporte no es común en los estudios históricos, socio religioso y antropológico. Esta forma particular de religiosidad ha alcanzado popularidad en todos los tiempos, mediante ella no solo se condensa determinados ritos y actitudes de una población determinada, sino que reflejan el devenir y la historia de las mentalidades de las comunidades que la sustentan.

    La religiosidad popular en el fútbol ha alcanzado en los últimos tiempos de la sociedad contemporánea una notable significación, aspecto que amplía la cosmovisión de este deporte, principalmente desde la perspectiva psicosocial y cultural. La interrelación religión-deportes, cualifica aún más la organización de la vida cotidiana.

Algunos aspectos teóricos para la comprensión del tema

    La actividad lúdicra, a decir de Huizinga, genera la más alta de la manifestaciones de la vida cultural, como son el rito, el mito y el culto, como también resulta un hecho conocido que los juegos y las principales formas artísticas parecen haberse originado en la religión; en este respecto Carl Diem (1996) afirmaba que todos los ejercicios físicos fueron cúlticos en sus orígenes, y que durante mucho tiempo, han seguido manteniendo un carácter religioso (Huizinga, 1998).

    En la práctica deportiva, surgen frecuentemente circunstancias que provocan temores en los deportistas, muchas veces vencidos cuando se acuden a elementos míticos que activan las energías internas a nivel mental que modifican la disposición de la fuerza motriz. De este modo, las manifestaciones deportivas y las sagradas comparten la cualidad, según Barbero, que sigue a Durkheim, de que generan una energía que son incapaces de absorber. De ahí, que “el deporte se ha transformado en el sustituto laico de la religión”. (Barbero González, 1994).

    La noción de religiosidad en el fútbol resulta útil para interpretar la trascendencia del imaginario social vinculado a este deporte en el marco de las relaciones socioculturales desde una doble dimensión constitutiva que se entrecruza; aspecto este, tratado desde un enfoque antropológico por Carretero Paisín (2005) cuando refiere que, por una parte, existe una condición antropológica trascendental de lo imaginario mediante la cual el ser humano busca trascender la facticidad de lo real, sobrepasar, mediante la fuerza de la imaginación, la realidad instituida. Para ello, introduce la fantasía, un larvado onirismo, el ensueño, en su realidad ordinaria. Por otra parte, una vez sedimentado bajo la forma de mito, de leyenda o de representación colectiva imaginaria, el imaginario social sirve como soporte o argamasa atemporal sobre el que descansa un sentimiento de comunidad compartido. Ambos registros, el de lo imaginario instituyente y el de lo imaginario instituido, constituyen la doble faceta inherente y conexionada de lo imaginario. La primera creadora de realidades, la segunda configuradora de lo comunitario.

    Este razonamiento desde la perspectiva antropológica, es clave para comprender el complejo de relaciones que entraña la identidad cultural de un deportista o equipo de deportistas. Un equipo de fútbol se inscribe, por utilizar la terminología de Morin, en una auténtica noosfera, en un registro imaginario, poblado de mitos, de símbolos de leyendas y de héroes que es el que realmente da cuenta del particular amor a un equipo. Incluso la idiosincrasia del estilo de juego, adquiriendo un aura mítica, fortalece esta noosfera futbolística característica de una comunidad (Bromberger, 1992).

    En esta noosfera desempeña un rol importante la influencia familiar, pues el funcionamiento de la familia puede condicionar la aceptación de determinadas creencias compartidas e imaginario social. En este sentido, el cambio mental opera desde la identidad familiar. Este proceso identitario tiene mucho que ver en estos mecanismos de continuidad, de lo transmitido de una generación a otra, de lo que definen los elementos de pertenencia a un grupo. Al respecto, los sistemas de creencias compartidas son los supuestos implícitos respecto de funciones, relaciones y valores que gobiernan (regulan) la interacción en las familias y otros grupos (Stein Glass, 1989).

    Otro de los presupuestos teóricos para comprender este fenómeno es el relacionado con las particularidades que distinguen el ritualismo en el deporte y sus nexos con los propiamente religiosos. Los ritos son “reglas de conductas que prescriben cómo el hombre debe comportarse en las cosas sagradas”. Los límites fronterizos entre los ritos sagrados y lo profano se han modificado sustancialmente. En la sociedad actual, el ritual religioso pierde su importancia mientras que los rituales de la vida cotidiana están muy presentes (Goffman, 1974); no obstante, lo sagrado se manifiesta en lo cotidiano.

    Los elementos religiosos se vinculan de variadas maneras en la actividad deportiva, de modo que el hecho religioso particulariza el hecho deportivo desde el punto de vista de producción de significados. En este proceso de refundición de lo deportivo con lo religioso, suele encubrirse el comportamiento mítico para abrirse paso en las diversas situaciones de este tipo de hecho y en circunstancias de otro carácter social.

    En determinadas formas, el fútbol, como en otros deportes, constituyen espacios religiosos, aunque no sagrado en todas las posibilidades del término ya que no lo expresan explícitamente; no obstante, proporciona universos de sentido y significación que abarcan diversas dimensiones sociales. (Montero Seoane, 2008). En este sentido, lo mítico religioso se funde con lo profano formando un hecho integrado que configuran las identidades.

Antecedentes que fundamentan los vínculos del futbol con la religión

    Para comprender los vínculos actuales del fútbol con la religiosidad es necesario remontarse a los orígenes históricos de este tipo de actividad física. La práctica de juegos similares al fútbol actual tiene diversos orígenes desde el punto de vista etnorregional que datan desde la época antigua. En varios pueblos de la antigüedad, la pelota se adaptó a cada cultura hasta llegar a convertirse en lo que hoy conocemos por fútbol.

    En Grecia (siglo VIII a.n.e.), Homero, llegó a hacer alusión a un juego de pelota similar al fútbol, al que llamaban 'esfaira' o 'esferomagia' debido a la esfera hecha de vejiga de buey que se utilizaba en el mismo. Desde ahí pasó al Imperio Romano, que utilizaban en su juego 'harpastum' un elemento esférico llamado 'pila' o 'pilotta' que evolucionó hasta el término 'pelota' utilizado actualmente. Las legiones romanas lo jugaban, el campo de juego era el límite entre dos pueblos, ganaba el bando que conseguía llevar con los pies el balón hasta la puerta de la iglesia del pueblo contrario.

    Fueron los romanos quienes llevaron hasta Britania el juego de pelota. Durante la Edad Media, período de la historia europea que comprende los siglos V al XV, su práctica violenta y brutal debió ser frenada para evitar verdaderas batallas campales. Los reyes británicos Eduardo III en 1314 y 1349, Ricardo II en 1389, Enrique IV en 1400 y Juan III en 1457, lo prohibieron esgrimiendo diferentes razones, entre ellas, porque obstaculizaban la instrucción de los soldados y porque devenían en males que Dios no permitía, de ahí que este tipo de práctica tuviera grandes altibajos.

    En las antiguas civilizaciones prehispánicas también se conocen juegos de pelota más similares a lo que se conoce hoy como fútbol. Así por ejemplo los aztecas practicaban el tlachtli, una mezcla entre tenis, fútbol y baloncesto en el que se prohibía el uso de las manos y los pies y se utilizaba una pelota de caucho. Este tipo de juego México y América Central pertenecía a una ceremonia, practicada 1500 años a. C, el capitán del equipo derrotado era sacrificado por designio de los dioses, a quienes se les ofrendaba la sangre para que la tierra fuera fértil y el cielo generoso.

    A pesar de la prohibición del futbol en el viejo mundo, era evidente que había adquirido aceptación en el pueblo y seguiría su marcha. En el siglo XVI, los juegos populares incluían un tipo de ritual tradicional representado por el fútbol, pues todo lo que la gente hacía estaba imbuido profundamente de la religión.

    A comienzos del Siglo XIX comenzó a practicarse el 'dribbling-game' en las escuelas públicas y de ahí pasó a las universidades británicas de Oxford y Cambridge donde se escribieron las primeras reglas (el primer reglamento de Cambridge apareció en 1848) y en 1863 se funda la Football Association, naciendo el denominado 'juego moderno' o 'fútbol asociado' y separando este juego del actual rugby; de este modo, se convierte en el deporte nacional de las islas británicas. Muchos de los clubes creados en partir de 1870 nacen en torno a las parroquias, en movimientos de la época que surgen en la iglesia. En el año 1884 inicia el primer campeonato de este deporte entre Gales e Irlanda.

    Estos datos evidencian que el fútbol moderno fue inventado en Inglaterra aunque muchas de sus innovaciones provienen de Escocia. Los partidos efectuados entre estas dos naciones a finales del siglo XIX fue uno de los antecedentes que marca la expansión de este deporte en Europa.

    El nombre 'fútbol' proviene de la palabra inglesa 'football', que significa 'pie' y 'pelota', por lo que también se le conoce como 'balompié' en diferentes regiones hispano parlantes, en especial Centroamérica y Estados Unidos. En la zona británica también se le conoce como 'soccer', que es una abreviación del término 'Association' que se refiere a la mencionada Football Association inglesa. El uso de un término u otro dependía del status de la clase social en la que se practicaba; así las clases altas jugaban al 'soccer' en las escuelas privadas mientras que las clases trabajadoras jugaban al 'football' en las escuelas públicas.

Las creencias religiosas y el desarrollo del fútbol durante el siglo XX

    Para inicios del siglo XX se habían convertido en el principal entretenimiento de la clase trabajadora. En mayo de 1904 se funda la Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA) y por primera vez se establecen reglas mundiales. En 1908 se incluye el fútbol como deporte oficial en el calendario de los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar en Londres.

    Hacia mediados de la década del 20, futbolistas de todos los países de Europa, compuestos por representantes de los diversos clubes de cada país, son convocados a jugar, finalmente se realizó un funeral formal para el equipo que perdiera entre el Eslavia y el Esparta, por algún tiempo perduró aquel ritual, en los cuales de vez en cuando aparecía un sacerdote para darle un carácter más oficial.

    En 1927 se introdujo en Europa un nuevo campeonato para equipos nacionales simultáneos con la Copa Mitropa, ideado por el austriaco Hugo Meisl. Esta nueva copa internacional es precursora del actual campeonato europeo. Tres años después Italia gana el campeonato desarrollado en Budapest, Hungría. Durante el viaje de regreso a Italia, Vittorio Pozzo, una de las figuras más prominentes del fútbol de la época, dejó caer la copa y conservó un fragmento de la misma, lo envolvió en un pedazo de tela y se lo guardó en el bolsillo. Años más tarde admitió que había considerado ese fragmento como un amuleto de buena suerte, pues sentía la necesidad de creer en algo.

    Los elementos totémicos individuales y otros símbolos religiosos, tienen una importancia trascendental del mismo modo que los símbolos de un equipo; ellos, expresan sentido de pertenencia que favorecen el sentimiento asociacionista y de compromiso con quienes los veneran.

    En el mundo del fútbol, existe y han existido confrontaciones violentas que han formado de la lamentable identidad tradicionalista de diferentes grupos de aficionados. En Escocia, los dos clubes más grandes se han dividido según unas líneas étnico-religiosas tradicionales: el Celtic de Glasgow tiene una historia nacionalista irlandés (fue fundado por inmigrantes procedentes de Irlanda) y un fuerte catolicismo, mientras que el Glasgow Rangers tiene una leal afición protestante, unionista y monárquica (Robertson y Giulianotti, 2006).

    La lamentable historia de vandalismo en el fútbol ocurrido en esta nación, desde los años sesenta y hasta mediados de los años 80, motivó a que las autoridades locales toman medidas de prevención y seguridad, aunque, en la actualidad siguen ocurriendo incidentes. Los Aberdeen, Celtic y los Glasgow, Rangers están involucrados en estos hechos violentos. Tienen una mordaz rivalidad conocida como la rivalidad de la vieja firma, asociada a las diferencias religiosas y psicológicas. En Escocia, los Rangers y los Celtics han sido los principales rivales de la liga escocesa desde los ochenta. Los fanáticos del Celtic son llamados los Tims, una combinación del nombre de bandas católicas llamadas los Tim Malloys y el área Calton de Glasgow. Los fans de los Rangers se denominan los Billy Boys. El nombre de los Billy proviene de su fundador.

Creencias religiosas populares en el accionar atlético de los futbolistas

    La religiosidad ha influido de cierto modo en el desarrollo de valores como la solidaridad, el apoyo espiritual y las promesas, que se manifiesta en las religiones de origen africano y el animismo (mitología, rezos, objetos sagrados, entre otros elementos). Se manifiesta en los escenarios hogareños, sociales, y en especial, en el deportivo. Estas expresiones de connotación religiosa están presentes en el fútbol, ellas funcionan como un mecanismo para afrontar las descompensaciones físicas y espirituales producidas en el marco de la dinámica deportiva.

    Algunos jugadores con creencias cristianas les resulta difícil jugar los sábados, para los adventistas ese día, según las escrituras sagradas, es de reposo para dedicarlo a Dios; para muchos, profesar este tipo de religión es un freno para la carrera futbolista. Algunos futbolistas con creencias religiosas que fueron entrevistados, confirman que tener fe en sus creencias les ha ayudado en sus actitudes deportivas, pues así se lo exige la doctrina que profesan.

    Es común cuando un futbolista se dispone a desarrollar un acto de penalti, la realización de algún gesto imploratorio, como la común persignación para asegurar la efectividad de la prueba, otra expresión de fe es cuando logra anotar gol y desarrolla un gesto de mirar hacia el cielo en señal de agradecimiento a Dios, asimismo, cuando la táctica no les funciona bien entonces se arrodillan y evocan al ser universal.

    Los deportistas se comportan en correspondencia con sus apreciaciones, deseos, aspiraciones, condicionados por la pasión y voluntad de querer y deber de hacer. A ello se le suman el conjunto de creencias que han asimilado del entorno sociocultural. Estos atributos culturales caracterizan sus conductas, orientan la vida y marcan la personalidad.

    En una ocasión Benedicto XVI señaló: “el deporte, practicado con pasión y ética, se convierte en una escuela de valores humanos y cristianos. Si se practica así, además de ejercitar un espíritu de competencia sana, se convierte en una escuela para aprender y profundizar valores humanos y cristianos. Mediante la actividad deportiva, la persona entiende mejor que su cuerpo no puede ser considerado un objeto, sino que a través de la corporeidad se expresa a sí misma y entra en relación con los demás”. “De esta manera, el equilibrio entre la dimensión física y la espiritual lleva a no idolatrar el cuerpo, sino a respetarlo, a que no sea un instrumento que hay que potenciar a toda costa, incluso utilizando medios ilícitos”.

    En la Curia Romana de la Ciudad del Vaticano existen dos departamentos que trabajan en los vínculos de la Iglesia católica con el mundo del deporte. Uno es el Departamento de Cultura y Deporte, perteneciente al Consejo Pontificio de la Cultura, cuyos objetivos son: promover el encuentro entre el mensaje del Evangelio y el mundo del deporte, para que éste se abra cada vez más a la fe cristiana, creadora de cultura; favorecer el uso del deporte como recurso educativo e instrumento de desarrollo cultural de los pueblos; establecer las relaciones con los organismos internacionales del deporte y con las asociaciones católicas deportivas, junto con los demás organismos de la Santa Sede que trabajan en este campo; facilitar el diálogo Iglesia-deporte en sus diversos niveles: Universidades, Centros y Organizaciones, deportivas, y promover encuentros significativos con estos ambientes.

    También existe la Sección Iglesia y Deporte, perteneciente al Consejo Pontificio para los Laicos. Su área de trabajo comprende: ser en la Iglesia punto de referencia para las organizaciones deportivas nacionales e internacionales; sensibilizar a las Iglesias locales de la importancia del trabajo pastoral en los ambientes deportivos, recordándoles al mismo tiempo la necesidad de fomentar la colaboración entre las asociaciones de deportistas católicos; favorecer una cultura del deporte como medio de crecimiento integral de la persona al servicio de la paz y de la hermandad entre los pueblos; promover el estudio de temáticas específicas relativas al deporte, sobre todo desde el punto de vista ético; organizar y apoyar iniciativas que susciten testimonios de vida cristiana entre los deportistas.

    Durante mucho tiempo, en la sociedad iraní, dominada por el fundamentalismo religioso, se consideraba que los hombres con pantalones cortos corriendo detrás de una pelota de fútbol era una práctica pecaminosa, que apartaba a la gente de su destino, se basaba en la idea de que era el opio de los pueblos. A partir de la revolución islámica de 1979 se libra en este país una batalla por el reconocimiento del fútbol. Es así que se tomó la medida de limitar a 27 años el tope de edad para los jugadores de la selección nacional para evitar así la adoración de todo aquello que no fuera el Islán. En 1998, en ocasión de la fase final de la Copa Mundial de Fútbol, por vez primera los líderes religiosos admitieron que se había perdido el control de las calles cuando hombres y mujeres celebraban un triunfo, este es uno de los hechos que confirma que después de Revolución, el futbol ha alcanzado un lugar preponderante en ese estado islámico al punto de convertirse en un potente símbolo unificador de la nación.

    En África, América y otras partes del mundo, se usan rituales tradicionales para ayudar a ganar los partidos importantes. Un caso particularmente notable es el de los futbolistas brasileños, que suelen ser muy religiosos y son conocidos como "atletas de Dios" por sus frecuentes referencias a la religión, incluso, algunos de ellos regalan Biblias a sus compañeros y rivales.

    El público ha llegado a descodificar las grandes actuaciones de futbolistas en milagros que testimonian la obra y gracia de Dios u otro ser extraterrenal, de este modo han sacralizado a los “superhéroes” deportivos, también le atribuyen significados desmedidos a objetos, como las camisetas con nombres de figuras representativas del fútbol. Estas manifestaciones forman parte del espíritu futbolero.

    Un ejemplo de esta situación ocurre en vísperas del mundial de fútbol del 2006, cuando la fiebre del Mundial de Fútbol contagió a un pequeño barrio de alfareros de Calcuta (nordeste indio), que dejaron momentáneamente la fabricación artesanal de ídolos hindúes para levantar esculturas de astros del fútbol como Lionel Messi, Diego Armando Maradona y el brasileño Robinho. Aunque sin el esplendor de antaño, Calcuta sigue siendo la capital futbolística de la India, un país donde el cricket y el hockey monopolizan la atención mediática y deportiva de la afición. Futboleros calcutíes como Prasanta no viven el fútbol sólo como pasión deportiva, sino con la veneración y devoción casi idéntica a la que profesan por sus deidades hindúes. Los elaborados rituales prestacionales en Calcula, India, constituyen impactantes ceremonias públicas; ella consistente en bendecir una portería utilizando inciensos, elementos florísticos y escultóricos, también son comunes los rituales de fuego como ayuda mística que elevan las plegarias.

    En este sentido, los medios de comunicación han socializado el impacto de la percepción del “ritual atlético” y una amplia gama de comportamientos religiosos o cuasi-religiosa de ciertos valores cívicos y tradiciones que se encuentran recurrentemente en el hecho deportivo. Dichos atributos le confieren “poder” a los futbolistas y refuerzan la identidad deportiva y el orden en la colectividad socialmente heterogénea.

Conclusiones

    La fe religiosa ha constituido, a través de la historia, un elemento significativo en los futbolistas, que representa parte del sentido de sus vidas y de la conciencia social e identidad deportiva de los grupos donde comparten experiencias.

    La actitud religiosa de los futbolistas constituye un elemento esencial en la cohesión de los equipos y comunidad de atletas de este deporte, es un indicador que favorece parte de los ajustes y reajustes de los comportamientos de los futbolistas a nivel individual, institucional y comunitario, es también un dispositivo emocional desde el cual se pueden promover catarsis individuales y colectivas.

    La religión y la religiosidad influyen en la generación de valores compartidos en los atletas y otras personas que integran el hecho futbolístico, como el respecto a las pertenencias culturales de los diversos grupos sociales que comparten espacios comunes y las diferencias personales e intracomunitarias.

Bibliografía

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 19 · N° 202 | Buenos Aires, Marzo de 2015
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