Reflexiones para el logro de una evaluación objetiva de la eficiencia física |
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Profesor Asistente Profesor Instructor Las Tunas (Cuba) |
MSc. Walberto Quiala Barroso* MSc. Delmis Coralia Leyva Carralero* Dra. Yirka Cristina Chang Girón** |
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Resumen La prueba de eficiencia física, constituye un medidor para evaluar el estado de la condición física en la población cubana. Esta, se incluye dentro del proceso de la Educación Física en Cuba como uno de los elementos que se tienen en cuenta para otorgar la evaluación final del alumno en esta asignatura. De igual modo, es utilizada para el diagnóstico del desarrollo de las capacidades condicionales y la flexibilidad. Asimismo, permite la detección de posibles talentos deportivos, a través del empleo de la escala del percentil 90. No obstante, a pesar de sus aportes, también posee algunas insuficiencias que limitan el alcance de su información, dentro del proceso de la Educación Física. En este artículo, se hacen varias reflexiones relacionadas con estas. Además, se valora el comportamiento de su empleo, tanto en Cuba como en otras partes del mundo. Desde esa óptica, se exponen algunas de las posibles soluciones a estas limitaciones. Las conclusiones, recogen las cuestiones más apremiantes de solución, para un empleo efectivo de estas pruebas. Palabras clave: Eficiencia física. Condición física. Pruebas. Capacidades. Habilidades.
Recepción: 03/05/2014 - Aceptación: 10/10/2014
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 202, Marzo de 2015. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Las pruebas para medir la eficiencia física en Cuba, tienen su origen en las primeras décadas del pasado siglo. Sin embargo, estas no adquieren un carácter masivo hasta después del triunfo de la Revolución, que hizo del deporte un derecho del pueblo. De esta manera, surge el plan Listos Para Vencer (LPV), rectorado por el Instituto Nacional de Deporte Educación Física y Recreación (INDER).
Desde esa óptica, se incluyen como elemento fundamental del plan LPV la aplicación de las pruebas de eficiencia física. Estas, con el transcurso de los años mermaron su carácter masivo y sistemático, para toda la población comprendida entre las edades de 6 a 60 años. No obstante, se mantienen con carácter obligatorio en el sistema educacional cubano, desde el primer grado de la Educación Primaria hasta el segundo año de la Universidad.
Sin embargo, es justo acotar que el espíritu investigativo e inconforme de los profesores e investigadores en el área de la Educación Física ha hecho posible la evolución y perfeccionamiento de estas pruebas. Las investigaciones realizadas permitieron la obtención de normas que se ajustan más a las condiciones de la población cubana. En ese sentido, destacan las realizadas por Hermenegildo José Pila Hernández.
Desde esa perspectiva, Pila Hernández (1989) elaboró una batería de pruebas y el modo de evaluarlas. Estas se aplican en Cuba a partir de 1990. Precisamente, este fue el tema de su tesis doctoral la cual defendió exitosamente. Como uno de los principales resultados se debe señalar que por primera vez se empleó la técnica estadística de los percentiles para la obtención de las normas. Estas, necesitan ser actualizadas periódicamente, por lo menos cada cinco años.
No obstante, aun con los avances obtenidos, con la aplicación de la batería de prueba y su metodología elaborada por Pila Hernández (1989) persisten insuficiencias que limitan su objetividad y utilidad. Dentro de estas destacan el empleo de una norma nacional para evaluarlo, el bajo nivel de información y confiabilidad de los resultados de las mediciones, así como la omisión de la influencia de otras capacidades y habilidades en el rendimiento. Además, se obvia la influencia de esa carga aplicada en el organismo del alumno. Por último, su sistema de evaluación es inapropiado para una valoración individualizada y justa del proceso.
Desde esa óptica a continuación se analizan algunos ejemplos que ilustran los planteamientos anteriores. Estos forman parte de la experiencia del autor de este artículo como profesor de Educación Física de una zona rural del municipio Las Tunas en la provincia del mismo nombre. En consonancia con lo anterior se propone como objetivo de este artículo: reflexionar sobre las limitaciones de la prueba de eficiencia física que en la actualidad se aplica en Cuba, como una vía para su perfeccionamiento.
Desarrollo
Las investigaciones en busca del perfeccionamiento de estas pruebas en Cuba se continúan desarrollando. El análisis de varias realizadas hasta la fecha muestra que se han efectuado algunos cambios en cuanto al número y los test que la componen. Empero, por lo general en esencia, se mantiene la puesta en práctica por Pila Hernández (1989). En tal sentido, se continúa el uso de los percentiles para la obtención de las normas. A pesar de esto, hubo un período de dos años a partir del 2006 que se utilizó otro sistema basado en el empleo de la media aritmética. Este cambio, aún con sus limitaciones constituyó un paso revolucionario en este aspecto. En esa línea, se destaca la introducción de forma masiva de la computación para la evaluación.
Por otra parte, la utilización de la media aritmética para evaluar la prueba, tuvo varias limitaciones, principalmente al establecer los índices a partir de los cuales se otorgaría la calificación al alumno. Empero, constituyó un acercamiento a la realidad de cada comunidad. Es precisamente, este uno de los puntos débiles de la evaluación de la eficiencia física en la actualidad. Esta, no es privativa de Cuba, sino que en la mayoría de los países que las emplean se realizan de modo similar.
Al respecto, surgen las siguientes interrogantes: ¿Todas las comunidades de un país cuentan con las mismas condiciones? ¿Todos los profesores tienen los mismos instrumentos de medición? ¿En todas las personas del mismo sexo, su edad cronológica coincide con la biológica? Las respuestas a estas preguntas conducen a reflexionar sobre la siguiente interrogante. ¿Por qué se evalúa la eficiencia física de esa diversidad de personas y comunidades por una norma nacional?
Por supuesto, no se está negando el valor que tiene la prueba actual, sino por el contrario, se busca perfeccionarla. En otras palabras, se pretende hacerla más objetiva y acercarla a la realidad actual de las distintas comunidades. Eso por una parte, por otra, se trata de individualizar el proceso de evaluación, en el cual cada persona tenga una valoración real de su estado físico. Por tanto, deben ser un estímulo para la autosuperación desde el punto de vista de la práctica de actividades física sistemáticas y no un freno.
Un ejemplo del efecto negativo de este modo de evaluar, está en los alumnos de las escuelas rurales que con potencialidades, no alcanzan las normas, por las limitaciones del terreno o la precisión de los instrumentos utilizados. En este caso se hace referencia a los que tienen las posibilidades reales de lograrlas. Pero igual suerte, corren los demás que no pueden alcanzar una buena calificación, a pesar de su esfuerzo. Este hecho significa dos cosas, una, en realidad los alumnos tienen un bajo nivel de eficiencia física y la otra, las normas simplemente no son aplicables a ese universo.
Al analizar lo planteado en el libro Metrología Deportiva, en el capítulo destinado a las pruebas y las normas se plantea lo siguiente: “una norma solo es aplicable al universo sobre el cual se obtuvo” (Zatsiorski, 1989). Además, se señala en otro momento de este capítulo que una prueba debe cumplir con varios requisitos, entre estos se están: la estandarización, la confiabilidad, la existencia de un sistema de evaluación y el nivel de información.
Por tanto, al analizar las condiciones de la mayoría de las escuelas rurales cubanas, a la luz de estas exigencias metrológicas, se puede concluir que las normas nacionales establecidas no son aplicables a esos contextos. En primer lugar porque no coinciden con las planteadas en la estandarización de la prueba. Segundo, la confiabilidad de los datos obtenidos es muy baja o nula, téngase en cuenta la diversidad de errores introducidos en una medición al variarse los instrumentos, los lugares de aplicación y el personal evaluado y evaluador.
Por otra parte, existe un limitado nivel de información de la prueba. Es decir, la precisión con la cual ella mide la cualidad objeto de estudio. Este es un elemento importante a tener presente, pues, los test solo tienen en cuenta en rendimiento que tuvo el alumno. Sin embargo, se omiten otros detalles que inciden en este. Por consiguiente, ese diagnóstico no es funcional a la hora de utilizarlo para distribuir y planificar las clases.
Así por ejemplo, se puede citar la carrera de 30 metros para evaluar la rapidez. Al medirse solo el tiempo empleado para cubrir la distancia, se omite la calidad con la cual se ejecutó la carrera. De esa manera, puede suceder que el alumno haya corrido en ese tramo uno o más metros adicionales. Esto, depende de si corrió en línea recta o hizo curvas en el trayecto. Asimismo, ocurre cuando no se corre con apoyo en el metatarso. Pero, al registrarse solo los segundos utilizados, se dejan de lado las causas que incidieron en ese rendimiento. Por tanto, el nivel de información que brinda la prueba al profesor es muy bajo.
Así mismo, la información que aporta la prueba es limitada, pues solo evalúa parte del comportamiento externo del evaluado al aplicársele dicha carga. Empero, no se sabe nada su influencia interna, es decir, cómo influyó la misma en ese organismo. Esto, conduce a lo analizado anteriormente relacionado con la aplicación de una norma nacional. Puede suceder que el alumno haya estado al límite de sus posibilidades, no obstante, no cumplió con la norma. ¿Quiere eso decir que su eficiencia física es mala? ¿Qué su genética es insuficiente? ¿Él jamás podrá tener excelente en la eficiencia física? Hay que reflexionar al respecto, por su carácter individual.
De igual modo, ocurre con el alumno que en aras de cumplir con esa norma sobrepasa los límites fisiológicos garantes de su salud. Ese esfuerzo excesivo, le permite alcanzar la meta exigida, pero a causa del mismo, él queda lesionado o con reacciones adversa tales como: vómitos, desmayos y/o contracturas musculares. El análisis de esta situación conduce a la siguiente interrogante. ¿Tiene este alumno una buena eficiencia física, porque cumplió con la norma establecida? Si se analiza, exclusivamente el rendimiento alcanzado, la respuesta es afirmativa, pero al evaluarlo integralmente no se puede decir lo mismo.
En busca de respuestas a situaciones similares en otras partes del mundo, se realizó una revisión de la bibliografía disponible sobre el tema. En ella se puede constatar que de forma general existen las mismas insatisfacciones. Como consecuencia, estas pruebas poseen un gran número de defensores y detractores. Por consiguiente, con el fin de irlas perfeccionando en algunos países estas miden, además de indicadores externos otros de tipo interno.
En ese orden de ideas, es preciso puntualizar que las baterías de pruebas más utilizadas han sido de origen estadounidense. Dentro de estas destacan por su nivel de aplicación: la Physical Best, la AAHPERD (1976), la Nacional Children and Youth Fitness Study, (NCYFS) (1985 y 1987) y la Fitnessgram (1999). Estas, al igual que las aplicadas en Cuba solo evalúan rendimiento.
Por otra parte, según Jiménez (2003) existen tres pruebas que por su diseño y los estudios de soporte merecen ser mencionadas. Estas se relacionan a continuación: la Eurofit para Adultos (1995), la CPAFLA (Canadian Physical Activity, Fitness and Lifestyle Appraisal, 1996) y la Health-Related Fitness Test Battery for Adults UKK (1996). Estos test además del rendimiento evalúan el Índice de Masa Corporal (IMC). Asimismo, en el primero se analiza la distribución del tejido adiposo, el % de grasa y el Máximo Consumo de Oxígeno (MVO2). De igual modo, la primera y la última incluyen la evaluación del equilibro.
Desde esa perspectiva, existen infinidad de test y baterías que pueden ayudar al docente a conocer, de forma cada vez más precisa, las características, los niveles de eficiencia física de sus alumnos y su grado de evolución. Sin embargo, autores como Blázquez (1994), López Pastor (2000) y Zagalaz (2001) no encuentran una razón que justifique su aplicación. Su posición se fundamenta en que estos tests no manifiestan el conocimiento o aprendizajes obtenidos durante un periodo de tiempo escolar (año, ciclo, o etapa). Es decir, ese diagnóstico generalmente no revela la información que necesita el profesor para actuar sobre el proyecto de las clases. Además, provocan confusión sobre la capacidad medida con las potencialidades o capacidades reales del sujeto evaluado, entre otra.
De esta manera, se constata que los argumentos antes citados se corresponden con algunas de las reflexiones realizadas acerca del comportamiento de estas pruebas en Cuba. Dicho de otro modo, “se presta más atención al resultado que al proceso de aprendizaje”. Además, “la utilización de tests fomenta más la comparación entre sujetos que la toma de partida individualizada de un individuo para comprobar su posterior mejora”. (Martínez-López, 2009)
Con respecto al tema de la evaluación individualizada de la eficiencia física, hasta hace unos años esto era realmente imposible, por lo complejo del proceso. En tal sentido, cabe destacar que hasta el año 2006 en Cuba, este se bebía ejecutar de forma manual. A partir de ahí se introduce de forma masiva el uso de la computación para realizar el mismo. Anteriormente, existieron propuestas de diferentes software por parte de algunos profesores de varias provincias del país, entre ellos Quiala Barroso (2002). Sin embargo, todos, incluidos los actuales son insuficientes para evaluar a partir del principio de la individualización.
La razón por la que esto ocurre no radica en el software, sino, en el modo que hasta ahora se concibe la eficiencia física. Ahí precisamente, radica la cuestión del análisis de este proceso. Para allanar esta problemática es preciso responder algunos cuestionamientos. ¿Por qué las personas de la misma edad cronológica y sexo tienen que cumplir la misma norma nacional para obtener el primer nivel de eficiencia física? Ante las respuestas que se pueden derivar de esta interrogante, aparecen otras. ¿Quién garantiza que esas personas tienen la misma edad biológica o iguales condiciones para su desarrollo? ¿Pueden garantizarse que sean evaluados por el mismo personal en igualdad de condiciones?
Por otra parte, la prueba evalúa solo capacidades condicionales y flexibilidad, no así las coordinativas y las habilidades motrices. Sin embargo, la vida exige la aplicación constante y combinada de todas para resolver los problemas cotidianos. Por tanto, es preciso reflexionar ante esta interrogante. ¿Qué es más importante para el alumno, saber por ejemplo, cuán rápido o fuerte es o, si esa fuerza o rapidez son suficientes para cumplir con las exigencias del quehacer diario en su comunidad? ¿Cuáles debe desarrollar más dadas las condiciones de su entorno?
Desde esa óptica, la eficiencia física, sería un medidor de las capacidades y habilidades motrices desde el punto de vista cuantitativo y cualitativo. El alumno no se compararía con los demás, sino con él mismo, pues todos no necesitan las mismas cuantías física para cumplir con iguales exigencias de la sociedad. Por otra parte, no todas las comunidades del país exigen del mismo nivel de desarrollo de estas cualidades motoras. ¿Quiere esto decir que no puede existir una norma nacional reguladora de esa evaluación? La respuesta, es negativa, solo que debe variarse el modo de concebirla.
Además, debe tenerse en cuenta el principio biológico que concibe el funcionamiento del organismo humano como un todo (Grosser et al. 1988; García, Navarro y Ruiz, 1996). Por esta razón, y aún cuando para su estudio se delimitan los distintos tipos de capacidades y habilidades, en la práctica estas se utilizan en combinaciones (Gómez, (2007). De modo tal que al seleccionar una prueba para evaluar exclusivamente una determinada capacidad, se omite la incidencia de las demás y la habilidad utilizada en la misma. Por consiguiente, hay que ser muy cuidadoso al elegir el test o, el nivel de información es muy bajo.
Por ejemplo, al elegir las flexiones y extensiones de brazo desde la posición decúbito prono (planchas o lagartijas) para medir la resistencia de la fuerza con la única condición de no variar la técnica de ejecución pueden citarse al menos tres situaciones entre varias. Primera, el alumno no hace ninguna porque no sabe hacer planchas. Segunda, cumple la norma establecida haciéndolas de forma rápida. Tercero, ejecuta la técnica despacio y queda a una, de alcanzar la meta establecida. ¿En cuáles de los casos se midió la cualidad objeto de estudio? ¿Los demás no la tienen desarrollada?
Al analizarse los ejemplos anteriores se puede comprobar la influencia de la técnica de ejecución en el rendimiento. Por otra parte, aunque el alumno no haya hecho ninguna plancha, no quiere decir que no tenga desarrollada la resistencia de la fuerza. Porque en realidad a él no le hace falta saber cuánta tiene, sino utilizarla en la solución satisfactoria de las situaciones planteadas por la vida diaria. Además, el que cumplió la norma, pero las ejecutó de forma rápida, puso de manifiesto la resistencia de la rapidez, no de la fuerza. Por tanto, el cumplimiento de la norma de rendimiento en este caso, tampoco es garantía de que midió la capacidad deseada.
Conclusiones
Por lo analizado hasta aquí se deduce que las pruebas de eficiencia física deben conjugar varios aspectos. Entre ellos, la utilidad de la misma, para alumnos y profesores. En tal sentido, deben ser lo más objetiva posible. Es decir, que los indicadores medidos brinden la información necesaria para orientar el trabajo a desarrollar en las clases de Educación Física. Por consiguiente, para que este sea efectivo debe ser individualizado a partir de las condiciones propias de la comunidad y las potencialidades del alumno.
Además, los tests elegidos para formar parte de la batería de prueba deben estar libres de ambigüedades. De igual modo, las normas utilizadas necesitan de una concepción tal que se pueda tener una evaluación justa e individualizada del nivel de eficiencia física del alumno. Por último, es necesaria una superación constante del personal que aplica la prueba en dos direcciones fundamentales. La primera implica la utilización y dominio del trabajo con la computadora como herramienta de trabajo. La segunda se centra en la preparación desde el punto de vista metrológico. Esto garantizará la elaboración de una estricta estandarización de la prueba, lo que permitirá la obtención de datos confiables.
Bibliografía
Andux Ruiz, D. E. (2008) Programa de consolidado, evaluación y selección de talentos en las pruebas de eficiencia física de 6 a 20 años. Disponible en http://www.eiefd.co.cu/revistaeiefd/_pages/_volumenes/_vol2008/12.pdf. Consultado en abril 2014.
Canada Fitness (1986); Canadian Standardized Test of Fitness Operation Manual. 3ra edition Government of Canada, Fitness and Amateur Sport. Ontario.
García Manso, J.M., Navarro, M. y Ruiz, J.A. (1996). Bases teóricas del entrenamiento deportivo: principios y aplicaciones. Madrid: Gymnos
Gómez, J. (2007). Bases del acondicionamiento físico. Sevilla: Wanceulen.
Grosser, M., Zimmerman, E. y Starischka, S. (1989). Principios del entrenamiento deportivo. Barcelona: Martínez Roca.
INDER (2008) Indicaciones para la metodología de aplicación de las pruebas de eficiencia física.
______ (2006) Plegable de metodología de aplicación de las pruebas de eficiencia física.
Martínez-López, E.J.; Moral, J.E.; Lara, A.J.; Cachón, J. (2009). The physical aptitude tests as the core of the physical condition assessment. Comparative analysis of the students’ and teachers’ opinion in secondary education. The International Journal of Medicine and Science in Physical Education and Sport. 5(1):25-48.
Zatsiorski, V. (1989) Metrología deportiva. Moscú. Ed. Planeta.
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