Historia del montañismo en España | |||
* Doctor Europeo en CC.De la Actividad Física y del Deporte Licenciado como número 1 de la promoción en CC. De la Actividad Física y del Deporte Licenciado en CC. Empresariales Licenciado en Derecho Diplomado en Fisioterapia Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria ** Doctora con mención internacional por la Universidad de Huelva Licenciada como número 1 de la promoción en CC. de la Actividad Física y del Deporte Master en Investigación en ciencias de la salud Profesora de la Universidad Francisco de Vitoria |
Antonio Monroy Antón* Bárbara Rodríguez Rodríguez** (España) |
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Resumen La historia del montañismo en España es la historia de muchos nombres, imposibles de recoger en su totalidad en un artículo. Sin embargo, a lo largo de este trabajo se intentará esbozar un resumen de esa historia, a través de aquellas personas que más destacaron en este ámbito, muchos de los cuales llegaron a perder la vida luchando por lo que querían: la montaña. Palabras clave: Alpinismo. Historia. España. Montaña. Himalaya. Deporte.
Recepción: 18/12/2014 - Aceptación: 20/01/2015
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 201, Febrero de 2015. http://www.efdeportes.com/ |
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Si bien la mayoría de los autores coinciden en señalar a Petrarca como el primer montañero de la Historia, el caso es que mucho antes, exactamente en 1276 (según otras versiones, en 1285), Pedro III de Aragón ascendió a la cumbre del Canigó, de 2.784 metros de altura. En aquella época, tan sólo los grandes señores y los hombres de la Iglesia se atrevían a escalar tales cimas.
En 1520, las tropas de Hernán Cortés, dirigidas por D. Diego de Ordaz, suben al volcán mejicano Popocatepetl, subida que repetirá dos años después D. Francisco Montano con el mismo objetivo, el de buscar azufre.
No hay más noticias de escaladores españoles hasta que, en 1754, Antonio Ponz asciende el Veleta, en Sierra Nevada. Ese mismo siglo, el capitán Heredia sube al Taollón, estableciendo un observatorio en su cumbre, en el año de 1792.
En 1834, Gregorio Aznar de Oropesa realiza la que podría considerarse la primera excursión montañera a la Sierra de Gredos, por la vertiente sur, dándola a conocer en un libro titulado “Geología y viaje a la sierra de Gredos por su polo austral”.
En 1855, los hermanos Harreta, Juan Manuel y Francisco Manuel, ascienden al Aneto, logro que alcanzaría también en 1861 el marqués de Castro Serna. En 1964, uno de los hermanos protagoniza la primera ascensión española al Mont Blanc.
En 1880, Ramón Arabia se convierte en el primer español en alcanzar la cima del Monte Perdido. Poco más tarde, en 1886, se funda la Sociedad de Amigos para el estudio del Guadarrama, en Madrid, la primera de este tipo en España.
En 1898, Manuel González de Amezúa efectúa la primera de sus al menos catorce expediciones registradas a la Sierra de Gredos, haciéndolo en este caso por la vertiente norte.
Entrado el siglo XX es cuando se produce la eclosión del montañismo español. Antonio Prast, Bernaldo de Quirós, el citado Manuel González de Amezúa y su hermano pequeño Antonio Victory, los hermanos Kindelán, José Fernández Zabala, Joaquín Aguilera, A. Oettli, J. Madinaveitia, Pablo Martínez, J. García Bellido, Hernández Pacheco, Julio Soler y Santaló, A. Arenas, Emilio Juncadella, José Sayó, Ramiro Busquets, Jaime Oliveras y muchos otros son algunos de los nombres que se pueden citar, siempre teniendo en cuenta la imposibilidad de nombrar a todos. Es justo a comienzos de este siglo, en 1902, cuando se produce la primera ascensión femenina de relevancia, la de Montserrat Mestre de Balaida, que pisa la cumbre del Aneto (3.404 m). Asimismo, proliferan los clubes y asociaciones relacionadas con la montaña, como el Club Alpino Español, fundado en 1904 por Manuel González de Amezúa, Cayetano Vivanco y Francisco del Río, el club de los doce amigos (1913) y la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara (1915).
Especial atención merece en este período la figura de Andrés Espinosa quien, en 1930, y tras permanecer tres noches a más de 5.000 metros de altitud y sufriendo las inclemencias meteorológicas, logra coronar el Kilimanjaro (5.895 m). En el montañismo femenino, resalta en estos años la española residente en Argentina María Canals, que alcanza la cima del Aconcagua (6.959m) el 11 de febrero de 1947, convirtiéndose en la tercera mujer del mundo en lograrlo. Esta ascensión le cuesta la vida en el descenso a consecuencia del agotamiento sufrido. Del mismo modo, y antes de hacer cumbre, había fallecido su compañero Juan Maas. Este registro de María Canals permanecerá imbatido hasta el 12 de julio de 1975, cuando Monsterrat Jou alcanza la cima del Noshaq Occidental, de 7.250 metros.
Aunque algunos escaladores españoles habían visitado el Himalaya en las décadas de los años treinta y cuarenta del siglo XX como invitados de expediciones extranjeras, la primera expedición oficial de montaña española a esta cordillera no se lleva a cabo hasta 1961, cuando gracias a Antonio Victory, entonces presidente de la Real Sociedad de Alpinismo Peñalara, se viaja a los Andes peruanos. José Manuel Anglada, Francesc Guillamón, Jordi Pons, Féliz Méndez, Mariano Arrazola, Antonio Pérez Ayuso, Salvador Rivas, Pedro Acuña, Juan José Díaz Ibáñez, José Antonio Bescós y José María Régil parten a Perú, ascendiendo treinta y ocho cimas de más de 5.000 metros de altura. Después afrontan la subida a la arista noroeste del Huascarán Sur, vía aún no abierta hasta ese momento. La muerte de Pedro Acuña, producida en el descenso al caer al fondo de una grieta de hielo y golpearse en el tórax, ensombreció el éxito.
A partir de este momento, las expediciones españolas se sucedieron. En 1969, el catalán Emilio Civis y el sherpa Passang escalaron el Inderkila, de 6.040 metros de altitud. En esa misma expedición, José María Anglada, Juan Cerdá, Jordi Pons y el propio Emilio Civis pisan la cima del Istor-U-Nal, de 7.398 metros, el primer “siete mil” escalado por alpinistas españoles. Unos años más tarde, en 1974, Pons, Civis y Anglada consiguen la cumbre del Annapurna, de 8.026 metros de atura, logrando el primer “ocho mil” del alpinismo español, tras veinte días de marcha y contando con la colaboración de más de 300 porteadores. También durante el año de 1974 una expedición vasca intenta llegar a la cumbre del Everest, rozando el éxito cuando dos de sus integrantes, Felipe Uriarte y Angel V. Rosen instalan el campamento VI a 8.350 metros. Sin embargo, el fuerte viento les impide el acceso a lo más alto.
En esta década de los setenta, varias expediciones españolas intentaron llegar a alguna de las catorce montañas de más de 8.000 metros de altura. Las más exitosas fueron la de Jerónimo López y Gerardo Blázquez, que en 1975 alcanzan la cima del Manaslu (8.125 metros), junto al sherpa Sonan; la dirigida en 1976 por José María Monfort, que consigue colocar en solitario a Jordi Camprubí en la cumbre del Makalu (8.470 m); la de los miembros del club Muntanyec, de Tarrasa, al Kangchenjunga (8.576 m) en 1978; o la que en 1979 sitúa a Iñaki Aldaya, Javier Garayo, Gerardo Plaza y Jordi Pons en lo más alto del Dhaulagiri, de 8.167 metros.
Uno de los mayores éxitos del alpinismo español se produce sin duda el 14 de mayo de 1980, cuando Martín Zabaleta, en compañía del sherpa Pasang Temba, sube al Everest. En esta misma expedición, varios intentos a cargo de Rosen, Garaoya y Gallardo, por un lado, y Javier Erro y el sherpa Pemba Isering, por otro, habían fracasado. Incluso en el intento final que culminaría con el éxito, Juan Ignacio Lorente y otros dos sherpas que acompañaban a Martín Zabaleta hubieron de abandonar debido al fuerte ritmo impuesto por éste y a las duras condiciones climatológicas.
En 1985 un equipo dirigido por Conrad Balch asciende al Everest por la ladera china. Fueron en esta ocasión Antonio Sors, Oscar Cadiach y Carlos Vallés quienes, en compañía de los sherpas Ang Karma, Tsambu Tamang y Narayan Sherestra, pisaron la cumbre más alta del mundo.
Ese mismo año comienza la carrera de Juan Oyarzábal por conseguir los catorce ocho miles del planeta, que culminaría muchos años después convirtiéndose en el más famoso de los alpinistas españoles y una de las pocas personas en el mundo que han conseguido tal hazaña. Oyarzábal cuenta en su haber con un total de 21 ascensiones a los ocho mil.
En 1986, Mari Abrego y Josema Casimiro suben al K-2 tras haberse visto obligados a abandonar un año antes. Ese mismo año, el alpinista aragonés Fernando Garrido bate el record hasta ese momento de permanencia en altura al estar 61 días en la cumbre del Aconcagua, a 6.959 metros de altitud.
Dos años más tarde son Nil Bohigas, Jerónimo López y Luis Giner quienes llegan a la cima del Everest junto a los sherpas Ang y Nima Rita.
La alpinista Edurne Pasaban pudo ascender a los 14 ochomiles
La primera conquista de un 8.000 a cargo de mujeres españolas se produce el 19 de septiembre de 1989, cuando Magda Nos y Mónica Verge ascienden al Cho Oyu, de 8.201 metros. Pocos años después, en 1996, Araceli Segarra alcanza la cima del mundo, el Everest. También merecen atención en este repaso a la historia del montañismo español, alpinistas como Miriam García Pascual, desaparecida en el Meru Norte (India) en 1990, o Edurne Pasabán, quien ascendió los 14 “ochomiles” del mundo.
Pero el montañismo español también ha estado plagado de sucesos polémicos. Unas veces por error, como el caso de la expedición catalana que aseguró haber llegado a la cumbre del Karakorum, demostrándose posteriormente que la que habían pisado era otra diecisiete metros más baja que la principal, de 8.047 metros. Otras, por motivos distintos, como la que sucedió en 1971, cuando César Augusto Pérez de Tudela afirmó haber ascendido al Tirich Mir, de 7.690 metros de altura, cuando en realidad lo había hecho al Gulast-zoom sur, de 6.400 metros, diferencia que cualquier alpinista de nivel ha de conocer. Durante esta expedición, además, se produjo la muerte de su esposa. Posteriormente, Pérez de Tudela asegura haber escalado junto a Walter Bonatti el Aconcagua, lo que fue desmentido por el italiano, quien defendió que Pérez de Tudela solamente se acercó a unos 400 metros de la cima. El español, a su vez, señaló que lo Bonatti le abandonó, llevándose su saco y su comida, y que lo realmente constituyó una hazaña por su parte fue el sobrevivir cinco días perdido, sin equipo y sin comida. Poco después, Pérez de Tudela sube de nuevo a esa cumbre, llevándose consigo en el descenso el libro en el que han de firmar todos los que logran llegar a la cima y ganándose una mala fama entre sus compañeros de profesión.
Bibliografía
El Mundo deportivo. “Pérez de Tudela, pálido y espectral”. 10 de noviembre de 1971.
Faura, E. Del Teide al Naranjo. Antología literaria de nuestro montañismo. Ediciones Desnivel, Madrid 2003.
Jiménez-Landi, A. La Institución Libre de Enseñanza y su ambiente. Editorial Complutense, Madrid, 1996.
Muñoz López, R. Historia del montañismo en España. Ramón Muñoz, 1981.
Pérez de Tudela, C. Crónica alpina de España, siglo XX. Ediciones Desnivel, Madrid, 2004.
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