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El decadente fútbol base español

   
Especial para EFDeportes.com
(España)
 
 
Massimiliano Riverso
info@efdeportes.com

 

 

 

 

 
    El entrenador tiene que formar, transmitir valores y, en edades tempranas, olvidarse de los resultados. Los más pequeños tienen que aprender a manejar los aspectos técnicos del juego. Una vez dominados, pasar a los cognitivos y de percepción del espacio y, según van avanzando escalones a modo de categorías y edades, ir evolucionando en el aprendizaje
 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 201, Febrero de 2015. http://www.efdeportes.com/

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    Resulta evidente que el fútbol, para bien o para mal, es el deporte mayoritario en España. Esto es algo que, además de lo que se ve en televisión, se extiende a los más pequeños. Pues bien, en este artículo vamos a analizar la el estado del fútbol de base en España.

    Lo cierto es que, si por algo se caracteriza España en rasgos generales es que la preparación de los técnicos no es la mejor o que, en su defecto, no se buscan técnicos preparados para según qué edades. Pasa algo parecido a lo que sucedió con el boom de la construcción con la salvedad de que el nivel general de entendimiento en los padres es realmente bajo, por lo que las quejas brillan por su ausencia ante evidentes casos de incompetencia. Se contrata mano de obra barata independientemente del nivel de los mismos. Lo que interesa es que el técnico en cuestión pase la hora con los chicos y que no haya quejas. Error tras error que, por desgracia, acaba pagando el principal interesado: el niño.


El entrenador tiene que formar, transmitir valores...

    Desde mi punto de vista, el primer error de concepto nace en los clubes. Estamos hablando, evidentemente, de las miles de licencias alejadas de la riqueza y las facilidades de Real Madrid, FC Barcelona o Atlético de Madrid entre otros, los cuales mueven miles de millones cada temporada y buena prueba de ello es el auge de las mejores apuestas deportivas en los últimos años: http://www.bet365.es/news/es/betting. Los errores suelen llegar en los organigramas de los clubes ¿Por qué debe cobrar más un jugador de Preferente o Tercera División que un entrenador de un equipo benjamín? Sin duda, el trabajo del entrenador es mucho más complicado y, sobre todo, mucho más importante que el del jugador. Y no es un tema únicamente económico pero, aunque no lo parezca, es algo realmente importante. Al final, con los míseros sueldos que se ofrecen en las canteras de los clubes españoles sólo pueden captar entrenadores de la zona, no siempre preparados o no en el número suficiente para realmente aportar lo que se exige en estas edades.

    Porque el entrenador tiene que formar, transmitir valores y, en edades tempranas, olvidarse de los resultados. Los más pequeños tienen que aprender a manejar los aspectos técnicos del juego. Una vez dominados, pasar a los cognitivos y de percepción del espacio y, según van avanzando escalones a modo de categorías y edades, ir evolucionando en el aprendizaje. El objetivo debe ser plantear entrenamientos divertidos que tengan complementos técnicos y, sobre todo, de toma de decisiones además de los evidentes aspectos coordinativos y de percepción que vienen implícitos a nivel de psicomotricidad. No se trata de dirigir desde el banquillo como un energúmeno como si manejara el mando de la Play Station al jugador de ocho años. El objetivo debe ser que el niño vaya tomando sus propias decisiones en base a lo que ha ido aprendiendo en los entrenamientos. Correcciones de superficie de contacto a utilizar o dotando de pistas al mismo de lo que debe hacer incluso recordando instrucciones que se han ido dando durante la semana para recordar conceptos deberían ser la normalidad vivida en los miles de banquillos que se ocupan durante todos los fines de semana en la geografía española.

    Por desgracia, esto se ve poco. La normalidad radica en padres fuera de sí en las gradas exigiendo rendimiento a sus hijos e incluso cargando contra compañeros o rivales independientemente de las edades, en entrenadores que pierden la voz en una soleada mañana de sábado exprimiendo la competitividad de chicos de ocho a doce años sin utilizar ninguna herramienta didáctica que realmente sirva de algo al jugador y de niños llorando después de los partidos por haber caído goleados fruto de que el entrenador rival no ha tenido la consideración necesaria teniendo en cuenta la diferencia de niveles entre los equipos.

    En definitiva, se observa todo lo contrario a lo que se debería observar. Aun así, encontramos casos en los que se aprecia esto a lo que hemos hecho alusión y en ellos nos tenemos que apoyar. Con este artículo no quiero decir que haya que dejar a un lado la competitividad, pero hay que hacerlo a su debido tiempo. Pequeñas dosis hasta que el niño (ya cerca de la adolescencia) haya madurado lo suficiente futbolísticamente como para poder aplicarla. En cualquier caso, los clubes y los responsables de cantera tienen la llave del cambio. Esperemos que la puedan utilizar.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 19 · N° 2015 | Buenos Aires, Febrero de 2015
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