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El valor del cuerpo para las culturas
deportivas de los pueblos indígenas

 

*Doctor Europeo en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Licenciado como número 1 de la promoción en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Licenciado en CC. Empresariales. Licenciado en Derecho

Diplomado en Fisioterapia. Profesor de la Universidad Francisco de Vitoria

**Doctora con mención internacional por la Universidad de Huelva

Licenciada como número 1 de la promoción en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Master en Investigación en ciencias de la salud

Profesora de la Universidad Francisco de Vitoria

Antonio Monroy Antón*

a.monroy.prof@ufv.es

Bárbara Rodríguez Rodríguez**

br.rodriguez.prof@ufv.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El juego y el deporte han estado presentes en las culturas de los diversos pueblos desde la antigüedad. En muchas de esas culturas indígenas, el cuerpo, evidentemente, era utilizado como instrumento para esa práctica deportiva y no todos los componentes de la tribu podían realizarla. Es posible que el deporte haya jugado, incluso, una función selectiva a la hora de elegir los hombres y mujeres más fuertes para, posteriormente, destinarles a otras labores. En este artículo se aborda un análisis del concepto y el valor del cuerpo en las culturas indígenas, sobre todo americanas, concluyendo que, a pesar de que tradicionalmente se ha relacionado más la práctica deportiva con elementos de carácter religioso o mágico, el cuerpo también es muy valorado.

          Palabras clave: Juego. Antropología. Cuerpo. Espíritu. Deporte.

 

Recepción: 23/11/2014 - Aceptación: 09/12/2014.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 199, Diciembre de 2014. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Al hablar de la cultura deportiva de los pueblos indígenas surgen inevitablemente una serie de áreas sobre las cuales se puede desarrollar una extensa y profunda investigación. Una de ellas es la dicotomía que se puede apreciar entre el valor del cuerpo y el valor del espíritu, pues los juegos y deportes indígenas suelen valorar mucho el cuerpo a la vez que han estado tradicionalmente influidos por un factor religioso, místico y espiritual que, junto al corporal, define su propia esencia.

    En este trabajo se intentará analizar el valor del cuerpo dentro de las culturas deportivas de los pueblos indígenas, basándose en los textos que, desde hace más de un siglo, han redactado insignes antropólogos, historiadores y grupos de investigación de esta materia.

    Desarrollar un trabajo así no resulta sencillo, pues analizar la dimensión del cuerpo en una cierta cultura plantea un primer problema, que es el de realizar una búsqueda bibliografía exhaustiva en textos muy dispersos y, en ocasiones, de difícil localización. En segundo lugar, se hace necesario, para analizar el valor del cuerpo en las culturas deportivas indígenas, realizar una serie de conceptualizaciones, olvidando la excesiva segmentación existente y abarcando de una forma más global la dimensión humana, para fijar algunas definiciones y poder realizar con posterioridad ese análisis más profundo que se mencionaba anteriormente.

2.     Aproximación conceptual al cuerpo en las diferentes culturas indígenas

    El cuerpo ha sido siempre un valor fuertemente apreciado por las culturas indígenas. Esto tiene su reflejo en los aspectos deportivos de dichas culturas, como no podía ser de otra forma. Así, los juegos indígenas tradicionales han sido definidos como “actividades corporales, con características lúdicas, y que en la práctica transmitían los mitos, los valores culturales y por tanto congregan en sí mismos el mundo material e inmaterial de cada etnia” (Toledo, 2007, 1).

    Es necesario, antes de analizar el valor del cuerpo para las culturas deportivas indígenas, proceder a una recopilación de fuentes que hagan referencia a él, para fijar el concepto del cual partir. De este modo, se puede decir que el cuerpo es “una construcción de orden simbólico o de significantes y desborda lo que es, el puro organismo” (Crisorio, 2006, 17). La cultura occidental, durante muchos años, planteó un modelo de lo corporal según el cual todo lo procedente de culturas no europeas no era válido o civilizado. Y entre estas culturas, lógicamente, se encontraban las de los pueblos indígenas.

    Según Huntington (2001, 63) la idea de civilización procede del pensamiento francés del siglo XVIII y es opuesta a la de “barbarie”. Las sociedades civilizadas se caracterizaban por ser urbanas, alfabetizadas y producto de un acuerdo, al contrario que las primitivas. Lo “bueno” era lo civilizado, mientras que lo primitivo era “malo”. Así, el cuerpo se infravaloraba y la mente se sobrevaloraba, de forma que las culturas indígenas no podían ofrecer nada nuevo ni aprovechable a las civilizaciones occidentales más desarrolladas. Esta situación marcó fuertemente, sobre todo, al pensamiento latinoamericano, llegando a influir en las políticas educativas de ciertos Estados. Se suprimieron muchos juegos y deportes indígenas optando por vías más “avanzadas” y “racionales”, olvidando las raíces verdaderas de estos pueblos.

    Sin embargo, el progreso intelectual y científico consiste en la sustitución de un paradigma que ha perdido vigencia por otro que permite explicar mejor los hechos recientemente descubiertos (Kuhn, 1975, 118). De este modo, se deben agregar los hechos invisibles hasta cierto momento que, desde un prisma etnocentrista, se intentaban esconder argumentando que sólo existía una realidad, la construida por la cultura dominante con cuerpos, fisonomías, identidades y estilos de belleza estereotipados según el concepto aceptado de como “civilización” (la entendida como buena).

    A pesar de la lógica establecida por Kuhn, la resistencia a reconocer el valor del cuerpo tal y como era tratado por las culturas indígenas ha sido la tónica general hasta hace muy pocos años, en que se ha invertido esa tendencia.

    Una teoría de lo corporal ligada al deporte llevada a cabo bajo un prisma intercultural implicaría la superación de un primer obstáculo epistemológico consistente en entender la educación física como “aquella práctica pedagógica que trata o tematiza las manifestaciones de nuestra cultura corporal y del movimiento con una intención pedagógica” (Bracht, 1996, 34). Esto es importante por cuanto que el uso que los niños hacen de su cuerpo, ya desde sus primeros años de escuela, está influido por sus circunstancias de vida, las propias normas de dicha escuela y de la comunidad donde se integra y su forma de actuar y de comunicarse con los demás y, por consiguiente, estará teñida de los valores, costumbres, conocimientos y figuraciones con que el indígena ha formado su corporeidad.

    Actualmente, el entorno social en muchos países hispanoamericanos ofrece muestras de una concepción negativa del cuerpo del indígena. Analizando los discursos habituales de la cultura escolar en estos países se puede obtener la conclusión de que palabras y frases como “salvaje”, “pareces un indio”, “de qué tribu te sacaron”, “corres como los indios”, etc., ponen en un escalón inferior el cuerpo de los indígenas e incluso sus deportes y tradiciones, que son ligados a la barbarie y la brutalidad, sin analizar y valorar lo que de positivo tienen (Novaro, 2005, 12).

3.     El valor del cuerpo en las culturas deportivas indígenas

    La función selectiva del deporte tiene mucho que ver con un enfoque basado en el cuerpo. Así, el hecho de que surgieran buenos corredores, saltadores, nadadores o luchadores en las culturas indígenas era la consecuencia natural de la necesidad de cazar, atacar o defenderse de los enemigos. Según Huizinga, “ha existido siempre un impulso de competición lúdica que ha impregnado toda la vida ya que su práctica ha sido necesaria en todo momento para poder superar el entorno difícil que ha rodeado al hombre a lo largo de su existencia” (Huizinga, 1972, 23).

    En cuanto al valor que se ha dado al cuerpo en las distintas culturas deportivas indígenas, Ramacciotti establece que en el ullamaliztli, juego de pelota maya, las manifestaciones deportivas “pertenecen al imaginario corporal de Cultura Física dominante”. El valor del cuerpo se empieza a tener en cuenta en el deporte indígena por cuanto que se relaciona con la medida y el récord, ya que a más desarrollo del cuerpo mejor rendimiento se obtendrá. Según el autor, “Aquí cabe el planteamiento de la cuestión inherente a la posibilidad o imposibilidad de preservar o conservar las últimas reminiscencias vivas del Ullamaliztli, y acaso también la reflexión sobre si estas reminiscencias son realmente “vivas”, o simplemente manifestaciones recreativo-motrices carentes del sentido original que tenía "el juego de pelota Tolteco Azteca”; y más aún, si la oportunidad para su conservación pasa por su “actualización”; para lo cual debería apropiarse de parte del imaginario corporal dominante, es decir adoptar la competencia basada en la medida y el récord” (Ramacciotti, 2004, 2).

Imagen 1. Ullamalitzli, donde las facultades físicas eran básicas

    Una postura similar mantiene Altuve cuando indica que “La penetración de la práctica deportiva central (D-R-R-C-M) en América Latina es una forma de penetración cultural de los países de origen de la actividad deportiva. Desplaza y tiende a eliminar juegos y otras prácticas corporales previamente establecidas que tenían significados y objetivos diferentes a la comparación de rendimientos corporales” (Altuve, 1997, 46).

    La mayor parte de los juegos y deportes indígenas son sencillos y, aparentemente, están ligados a la formación inicial de los niños. Estos pueblos descubren que el cuerpo se puede trabajar a través de ciertos juegos y deportes que desarrollan la agilidad y la destreza, habilidades básicas para pueblos de cazadores que, además, eventualmente combatían. Otros juegos, como la lucha, el pugilato y el loncoteo de los araucanos (tironeo de la cabellera) se caracterizan por su agresividad y por tener entre sus objetivos fundamentales el de mostrar la resistencia al dolor. Algunas de estas competiciones podían -y pueden- ser una forma original de resolver pleitos internos de pacíficamente, o bien servir simplemente como mera diversión, pero en todos ellos aparece un componente indispensable, el cuerpo, que tiende a desarrollarse (Machicote, 1994, 13).

    En la cultura azteca, actividades como la carrera, la natación, la caza, la pesca, la gimnasia, la halterofilia, la lucha, el remo, la navegación y el tiro eran deportes donde el desarrollo del cuerpo era fundamental para alcanzar un alto grado de precisión y excelencia (García Blanco, 1997, 81).

    El valor del cuerpo está presente en prácticamente todas las culturas deportivas indígenas americanas. Así, los iroqueses (pueblo indígena de la frontera entre Estados Unidos y Canadá) practicaban desde antiguo el croce, el deporte más antiguo de Norteamérica, que se asemeja al hockey, cuyo nombre indígena es bagataway, en el que las canchas medían cien metros de largo por cincuenta metros de ancho con la finalidad de desarrollar el cuerpo de los niños indígenas, a los que se les daba una formación física muy exigente y muchas veces extrema, de forma que a los trece años un niño iroqués era ya un buen cazador y jinete, además de un peligroso guerrero. De igual forma, al norte de México, los hopi se caracterizaron por ser muy buenos con los caballos y muy fuertes para aguantar largas caminatas hasta de cien kilómetros diarios (Jaramillo, 1977, 135).

Imagen 2. Bagataway, juego que desarrollaba el cuerpo

    Los mayas, al contrario que la mayoría de las civilizaciones antiguas, valoraban la obesidad femenina, que se convirtió en un rasgo estético muy apreciado, a pesar de que también les gustase la delgadez. Comparaban la estructura del cuerpo con la del universo, mentalidad ésta que tenía su reflejo en los deportes que practicaban, en los que no se buscaba tanto la excelencia del cuerpo como una dualidad cuerpo-mente (Sanelli, 2007, 1).

    Los mapuches, pueblo indígena de la zona centro-sur de Chile y sudoeste de Argentina realizan un juego muy antiguo conocido como palikantun, parecido al hockey actual (y conocido en España como chueca) para desarrollar las habilidades motoras de los niños, en definitiva, desarrollar su cuerpo (Césaro, 2007, 1).

Imagen 3. Juego de chueca, cuyos palos tenían un significado mágico para curar enfermedades

 

Imagen 4. Palikantun actual, mezcla en la antigüedad de elementos corporales y místicos

    Lukas y Eichel niegan la existencia del alma, y por ello pasan a hablar de Körper (cuerpo objetivo, donde se incluye lo espiritual y se le considera como una vasija para el alma), y desestiman el Leib (cuerpo subjetivo).

    Eichel mantiene la idea de que, hasta que no aparece el lanzamiento de jabalina, no se dan los ejercicios corporales. Por ello estudia el pueblo de los Boining, que usaba lanzas para cazar y seguía un entrenamiento específico sin preocupación alguna por las divinidades, para defender así su postura de que el deporte en las culturas indígenas sólo tenía un componente corporal (Eichel, 1953, 35).

    Para Neuendorff, que se basa en las observaciones de los expertos en los pueblos primitivos -sobre todo en estudios de Kart Weule- es con los lanzamientos donde las comunidades indígenas comprueban el valor y la utilidad de sus brazos y piernas, esto es, el valor del cuerpo. Posteriormente aparece la lucha, con formas diferentes en cada pueblo pero con el mismo trasfondo de importancia del cuerpo (Neuendorff, 1930, 27).

    Por último, hay que mencionar los textos de Van Dalen, Mitchell y Bennet, quienes a su vez parten de los estudios de Malinowski, que se encuentra confinado en unas islas con habitantes muy primitivos, las islas Trobriand. Estas islas, cuyo nombre oficial es el de Islas Kiriwina, son un archipiélago de atolones de coral situado al oriente de la costa de Nueva Guinea, con una población de aproximadamente 12.000 habitantes. La base de la educación de dichos habitantes es la educación física, que tiene como objetivo crear individuos bien formados y fuertes, que a su vez servirán para formar un grupo fuerte. A los débiles se les mata para que no debiliten al grupo. El cuerpo es lo único importante, y a mejorarlo debe tender el deporte. Según indican, “la supervivencia del grupo dependía también de que sus miembros poseyeran cualidades físicas tales como agilidad, fuerza, velocidad y coraje para afrontar batallas” (Van Dalen, Mitchell, Bennett, 1953, 88).

Imagen 5. Juego de habilidad en las islas Trobriand

    Así, se muestra cómo en las culturas deportivas indígenas el cuerpo es valorado tanto por las clases altas, que sueñan con el estereotipo de cuerpo que la sociedad impone como exitoso, como por las clases populares, que lo intentan mejorar pues lo conciben como instrumento de trabajo o herramienta de producción que le impone la jerarquía dominante.

4.     Conclusiones

    Después de un profundo análisis de la bibliografía existente sobre el valor del cuerpo en los pueblos indígenas, se puede concluir que la cultura deportiva de los pueblos indígenas está muy basada en aquel. Son muchos los ejemplos históricos de ello, y por desgracia, pocos los remanentes en la actualidad. Por ello, las instituciones educativas de los países implicados deberían tomar medidas para preservar esas culturas indígenas y todo lo relativo a sus juegos y deportes, basándose en el respeto a la tradición y a la diversidad. Para lograrlo, es necesario el respaldo de los gobiernos, que han de ser quienes implementen políticas educativas que se preocupen por valorizar la diferencia, de forma que estas culturas milenarias no se pierdan en el vacío. De no llevarse a cabo esto, se acabará por folclorizar lo indígena, entendiendo que sus alusiones al cultivo del cuerpo mediante formas no corrientes en la sociedad desarrollada no son dignas de respeto ni de consideración.

Bibliografía

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