El tratamiento integral de la obesidad infantil | |||
*Profesor (Chile) **Profesora Titular (Cuba) |
Lic. Cristian Gabriel Briones Cabrera* Dr.C. Irma Muñoz Aguilar** Dr.C. Rafael Tamarit Medrano** |
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Resumen En el presente artículo se tratará de una de las enfermedades no transmisibles que más ha crecido en los últimos años y que es considerada una epidemia a nivel global, la obesidad causada por múltiples factores y de tal difícil tratamiento, es por ello que es tan importante tratarla desde la edad escolar. Palabras claves: Tratamiento integral. Obesidad infantil. Sobrepeso.
Recepción: 30/07/2014 - Aceptación: 01/10/2014.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 198, Noviembre de 2014. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
La obesidad existe a partir del desarrollo de la humanidad ya que no hay demostraciones en el hombre primitivo. A medida que el mundo cambia se desarrolla, evoluciona, hay nuevas formas de actuar, nuevos pensamientos y percepciones tales como la de la obesidad que antiguamente era bien vista, donde se consideraba a la persona con sobrepeso como a una persona que gozaba de buena salud, sin embargo en la actualidad se conoce que la obesidad tiene múltiples consecuencias negativas y que está relacionada con diversas enfermedades.
La obesidad no distingue entre raza, edad, sexo, situación geográfica, nivel social o educacional por lo que se ha convertido en un problema de salud pública que afecta a millones de personas además, su prevalencia está aumentando progresivamente tanto en países desarrollados como en los de transición. Por lo que se hace esencial saber de esta enfermedad y de esta necesidad nace el objetivo de este artículo que es: analizar el tratamiento integral de la obesidad infantil.
Desarrollo
Diversas ramas del saber han abordado y estudiado este tema, por lo cual hay diversas definiciones y a continuación se dará conocer algunas de estas y que a la opinión del investigador conllevan un valor significativo para este artículo:
Según Popov (1988) la obesidad: “es la forma más frecuente de alteración del metabolismo graso, que da lugar al acúmulo excesivo de grasa”. Se debe puntualizar que desde el punto de vista teórico la obesidad se define como un incremento del peso corporal, a expensas preferentemente del aumento del tejido adiposo y a pesar de que fue un aporte se debe dejar en claro que no todo aumento de peso se corresponde a un aumento de tejido adiposo.
Según Bray, Bouchard, James (1998) la obesidad es una enfermedad crónica que se caracteriza por un aumento de la masa grasa y en consecuencia por un aumento de peso. Existe, pues, un aumento de las reservas energéticas del organismo en forma de grasa. El término crónico se le aplica debido a que forma parte del grupo de enfermedades que no se pueden curar con el arsenal terapéutico del que se dispone en la actualidad.
Atendiendo a las generalidades de diversas definiciones el autor asume como definición de la obesidad como el acúmulo excesivo de tejido adiposo en el cuerpo que supone un riesgo para la salud, que tiene dos periodos, una prepuberal en la que el tamaño de los adipocitos en los niños es normal, pero está muy aumentado su número y se localizan principalmente a nivel subcutáneo, y una postpuberal que es la típica de los adultos, en la que aumentan de tamaño los depósitos de grasa dentro de los adipocitos y que en los jóvenes y adolescentes, al igual que en los sujetos adultos, se localiza en forma de depósitos grasos intra-abdominales y como norma se manifiesta como un aumento del peso corporal.
Hay diversos factores que influyen en la aparición de la obesidad, como el genético, emocional y social.
Factor genético-hereditario: que es el que predispone a una obesidad.
Factor emocional: estado de tensión, ansiedad y depresión. Este estado predispone al consumo de alimentos en forma desordenada.
Factor social: hoy en día la sociedad en su gran mayoría ha distorsionado sus valores, todo lleva a comer, cualquier tipo de celebración o evento significativo conlleva a comer. Se puede mencionar algunos ejemplos, cuando los padres desean premiar o estimular a sus hijos por algún logro, lo primero y más típico es premiarlos con alimentos ricos en calorías (helados pizzas, chocolates, etc.) en vez de una celebración más saludable
Factor familiar: hay algunas familias en donde casi en su totalidad de los integrantes sufren de algún grado de obesidad y se le considera entre los miembros de esta como herencia, nada más alejado de la realizad pues las investigaciones científicas con relación a la obesidad de hoy en día solo se puede demostrar una predisposición genética pero nada más que esto, si es que no padece de alguna otra enfermedad como endocrinopatías (hipotiroidismo, síndrome de Cushing, etc.). Es común escuchar en estas familias decir “todos han sido gordos, así que es por herencia” y se ha comprobado que hasta las mascotas son gordas.
Otros factores que pueden provocar obesidad son: el hipotiroidismo grave, el síndrome de ovarios poliquísticos, los fármacos, los factores genéticos y ambientales.
La principal causa del sobrepeso y la obesidad es un desequilibrio energético entre calorías consumidas y gastadas. En el mundo, se ha producido:
Un aumento en la ingesta de alimentos hipercalóricos que son ricos en grasas, sal y azúcares pero pobres en vitaminas, minerales y otros micronutrientes.
Un descenso en la actividad física como resultado de la naturaleza cada vez más sedentaria de muchas formas de trabajo, de los nuevos modos de desplazamiento y de una creciente urbanización.
Disminución de alimentos saludables en el mercado.
Falta de espacios para realizar actividad física.
A menudo los cambios en los hábitos de alimentación y actividad física son consecuencia de cambios ambientales y sociales asociados al desarrollo y de la falta de políticas de apoyo en sectores como la salud; agricultura; transporte; planeamiento urbano; medio ambiente; procesamiento, distribución y comercialización de alimentos, y educación.
En la bibliografía consultada se encontraron muchas clasificaciones etiológicas de la obesidad, que podrán ser significativas (en el terreno práctico aportan muy poco y simplemente orientan en el conocimiento de cómo se ha producido) y establece una mínima lista de las clasificaciones más frecuentemente utilizadas.
Según la etapa de la vida
Obesidad prepuberal: también llamada hiperplásica, es aquella que ocurre en la primera etapa de la vida, determina cambios en el tejido adiposo, al multiplicarse el número de células normales. Estas personas son muy difíciles de hacerlas adelgazar.
Obesidad postpuberal: se observa en el adulto, en que el número de adipocitos normales se hipertrofia, es decir, aumenta considerablemente el tamaño de las células, por su gran contenido en grasas.
Desde el punto de vista causal general, la obesidad puede ser considerada:
Obesidad exógena: el paciente recibe un aporte de alimentos muy ricos en calorías y nutrientes, el cual es superior al gasto energético, debido a problemas relacionados con la disponibilidad o el consumo de alimentos.
Obesidad endógena: está asociada con otros procesos patológicos, como diabetes mellitus, hiperfunción adrenal o hipotiroidismo, entre otros.
Obesidad mixta: se produce como resultado de la aparición de las causas primarias y secundarias en un mismo individuo.
Desde el punto de vista causal
Obesidad genética: está demostrado un importante grado de heredabilidad de la condición de obeso siguiendo las leyes de la herencia como fallo genético. Prácticamente todas las obesidades tendrán en mayor o menor grado un condicionamiento genético.
Obesidad dietética: se debe al abuso de alimentos tremendamente energéticos que actualmente abundan tanto y que además los presentan con sabores y apariencias tan atractivas que resultan, sobre todo a los niños, muy difícil renunciar a su consumo.
Obesidades debidas a desajustes de los sistemas de control del peso corporal: son indudablemente las más frecuentes. Por un lado entra el fallo en el ajuste de la saciedad, con lo que la ingesta se dispara, y por otro, el organismo lucha por mantener un peso, que erróneamente considera normal, aun cuando sea muy elevado. Es el gran problema que surge a la hora de mantener un peso que se ha perdido, que el organismo lo considera por debajo de lo que él analiza como normal, intentando recuperarlo rápidamente.
Obesidades por defectos termogénicos: no son muy frecuentes, consisten en la dificultad del organismo en “quemar” el exceso de alimento ingerido, produciéndose un acumulo calórico que puede llegar a producir obesidad.
Obesidad de tipo nervioso: la causa está en los desórdenes del sistema nervioso central como depresión, hipoactividad, alteraciones psicológicas, etc. Que interaccionan con el sistema nervioso regulador del peso corporal, alterando los mecanismos de saciedad o los termorreguladores.
Obesidad por enfermedades endocrinas: son muy poco frecuentes. Las más importantes son las debidas al déficit de producción de hormona tiroidea (hipotiroidismo). El exceso de producción de insulina (hiperinsulinismo) y el exceso de secreción de glucocorticoides (hipercorticismo). Las dos últimas resultan muy comunes en la mayoría de los pacientes obesos.
Obesidad por medicamentos: fundamentalmente son los corticoides, antidepresivos y los antituberculosos los fármacos que de forma habitual inducen al acúmulo de grasas. En este caso por tratamientos fundamentalmente a base de hormonas tiroideas que aceleran el metabolismo, produciendo una gran y rápida pérdida de peso, y posteriormente se puede producir un bloqueo tiroideo con lo que el rebote de obesidad es importantísima y muy difícil de tratar.
Obesidad cromosómica: son las asociadas a defectos cromosómicos como en el Síndrome de Down y en el Síndrome de Turner.
Según la distribución de la grasa en el cuerpo se clasifica a la obesidad en:
Obesidad androide: es la mayor concentración de grasa en la zona abdominal y menor en las otras partes del cuerpo. Es más frecuente en los hombres y es la de mayor riesgo para las enfermedades, hay mayor riesgo de enfermedad cardiovascular por estar la grasa más cerca de órganos importantes (corazón, hígado, riñones).
Obesidad genoide: menor concentración de grasa en la zona abdominal y mayor en la zona femoroglútea y en el bajo vientre. Es más frecuente en las mujeres y tiene menores riesgos para las enfermedades cardiovasculares y es indicador de más problemas osteoarticulares.
Atendiendo a su mayor o menor grado de sobrepeso para la talla la obesidad puede considerarse:
Ligera
Moderada
Severa
Masiva
También existen otros tipos de obesidad:
Obesidad neuroendocrina: durante muchos años, la obesidad se ha considerado una enfermedad endocrina, sin embargo, menos del 3% de los pacientes obesos presentan alteraciones endocrinas significativas.
Obesidad hipotalámica: puede producirse en caso de afección del hipotálamo ventromedial, por un traumatismo craneal, un tumor o una enfermedad inflamatoria. Este síndrome se acompaña de las manifestaciones clínicas de hipertensión intracraneal, de manifestaciones endocrinas y de síntomas neurológicos o fisiológicos. Ante un paciente obeso que presenta cefaleas y alteraciones de la visión se debe descartar una obesidad hipotalámica.
Obesidad hipofisiaria y suprarrenal: El déficit de hormonas del crecimiento se asocia a un incremento de la grasa corporal que se reduce, si se instaura tratamiento sustitutivo. El síndrome de Cushing es una de las enfermedades endocrinas asociadas con mayor frecuencia a la obesidad.
Según la gravedad de la obesidad, tomando como base el Índice de Masa Corporal (IMC), esta puede tomar diferentes categorías, las que no coinciden en todos los países. De forma general el IMC se clasifica en:
Clasificación |
% de IMC |
Sobrepeso |
25 – 30 |
Obesidad media |
30 – 35 |
Obesidad grave |
35 – 40 |
Obesidad mórbida |
40 - 50 y superiores |
No obstante existe una inquietud hace mucho tiempo respecto al rol del IMC para definir la obesidad, ya que hay factores de orden racial, etario y cultural que hacen que las personas sean diferentes y no respondan igual al IMC y en varios países estas cifras varían según sus respectivas organizaciones de control tal como expone el doctor Víctor Saavedra, presidente de la Sociedad Chilena de Obesidad que en Chile "Si la cantidad de grasa supera el 33% del peso total de la mujer, se habla de obesidad; si es mayor que el 25%, es sobrepeso. En los hombres, 20% de grasa corporal es sobrepeso y sobre 25% ya se habla de obesidad".
Existen varios períodos críticos relacionados con el aumento del riesgo de obesidad en la infancia y de obesidad y morbilidad asociada en la edad adulta.
1. Período fetal: la hipótesis de Barker del origen fetal de las enfermedades del adulto establece que una agresión en el útero produce una programación anormal del desarrollo de órganos y aparatos que se manifestará en etapas tardías de la vida. En el trabajo original, Barker encontró una relación entre el bajo peso en el nacimiento y morbimortalidad por enfermedad cardiovascular en la edad adulta. El sobrepeso y la obesidad materna se asocian también con obesidad del hijo en la edad adulta e incluso con sobrepeso ya en la edad infantil.
2. Primer año de vida: el peso del recién nacido y la alimentación en esta etapa tienen influencia en el exceso de peso durante la infancia y la adolescencia. Los niños alimentados con lactancia materna (LM) tienen menor riesgo de desarrollar obesidad que los lactados artificialmente y este efecto protector podría incrementarse con la duración de la LM. Además, el lactante alimentado al pecho es más capaz de autorregular su alimentación que el que recibe fórmula. La peor situación metabólica relacionada con el desarrollo de obesidad se presenta en los recién nacidos de bajo peso que ganan rápidamente peso durante el período de lactancia. Así mismo, se demuestra una mayor ganancia ponderal en los lactantes en los que se introduce la alimentación complementaria antes de los 4-6 meses de vida, que además se correlaciona con una menor duración de la LM.
Por otra parte, la ingesta proteica es considerablemente superior en los lactantes que consumen fórmula y en aquellos en los que hay una introducción precoz de la alimentación complementaria. Esto favorece una mayor ganancia ponderal.
3. Rebote adiposo: Normalmente, las cifras del IMC disminuyen a partir del primer año de vida hasta los 5 o 6 años de edad en que aumentan de nuevo. A este aumento del IMC se le denomina rebote adiposo. Numerosos estudios han relacionado el adelanto de éste con el desarrollo de obesidad.
4. Adolescencia: Supone otra de las etapas de riesgo; la probabilidad de un niño obeso de convertirse en adulto obeso aumenta del 20% a los 4 años a un 80 % en la adolescencia.
Consecuencias comunes del sobrepeso y la obesidad para la salud teniendo en cuenta que solo el IMC elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, como:
Las enfermedades cardiovasculares (principalmente cardiopatía y accidente cerebrovascular), que en 2008 fueron la causa principal de defunción).
La diabetes.
Los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante).
Algunos cánceres (del endometrio, la mama y el colon).
La obesidad está relacionada con significativos problemas de salud en la infancia, los niños obesos sufren de varias consecuencias por padecer dicha enfermedad, dificultades respiratorias, riesgos de fracturas, presentan marcadores tempranos de enfermedad cardiovasculares (hipercolesterolemia, dislipidemia e hipertensión), el mal funcionamiento del sistema endocrino (hiperinsulinismo, resistencia insulínica, alterada tolerancia a la glucosa, diabetes mellitus tipo 2, irregularidad menstrual y en la salud mental efectos psicológicos negativos importantes (depresión y baja autoestima) como el estrés psicológico por la estigmatización social impuesta a los niños obesos que puede ser más peligroso que las morbilidades médicas.
Los niños y adolescentes obesos también pueden sufrir otras complicaciones y asociaciones como las pulmonares (asma, síndrome de la apnea obstructiva durante el sueño, síndrome pickwickiano), deformidades ortopédicas (genuvarum, genu valgo, pies planos, deslizamiento de epífisis femoral) y complicaciones gastrointestinales/ hepáticas (esteatohepatitis no alcohólica). La probabilidad de que la obesidad infantil persista en la adultez se estima que se incrementa desde aproximadamente el 20% a los cuatro años de edad, al 80% en la adolescencia.
En cuanto a los factores de riesgo, en la obesidad infantil las interacciones entre factores genéticos, biológicos, psicológicos, socioculturales y ambientales son incuestionables ya que la misma enfermedad aparece por causas multifactoriales y es primordial analizar su tratamiento con un enfoque global.
Como parte de estos factores de riesgo mencionados, se destaca la actividad fundamentalmente sedentaria del tiempo libre, por una gran disponibilidad de entretenimientos como la televisión, los videos y los videojuegos. Además, con el creciente proceso de urbanización ha habido un decremento en la frecuencia y duración de las actividades físicas cotidianas de los niños, tales como caminar a la escuela y hacer los quehaceres del hogar, también se pueden mencionar la perdida de los horarios de alimentación familiar entre otros.
La obesidad como lo plantea Popov es una enfermedad crónica y es la forma más frecuente de alteración del metabolismo graso y consta con pilares fundamentales establecidos para su tratamiento integral como los formulados por Amaro (1991) el cual define a cuatro, la educación para la salud, el apoyo psicológico, la actividad física, y la dieta, no obstante la sociedad moderna busca soluciones más rápidas y se refugian en medicamentos e intervenciones quirúrgicas, por lo que la comunidad médica incluye la intervención médica quirúrgica y farmacológico al tratamiento como otros pilares a tomar en cuenta en tratamiento de la obesidad.
Es preciso destacar que las nuevas tecnologías han ayudado a resarcir este mal, pues ahora existen nuevas técnicas en la medición de la grasa corporal como la densitometría (que mide la cantidad de grasa) o la bioimpedanciometría (que mide la composición de músculos y grasa corporal) lo que facilita un preciso diagnóstico para un correcto tratamiento dietético, sin dejar de lado los otros pilares los cuales en conjunto logran atacar esta enfermedad multifactorial como lo es la obesidad
Pues, existe una inquietud hace mucho tiempo respecto al rol del IMC para definir la obesidad, “ya que hay factores de orden racial, etario y cultural que hacen que las personas sean diferentes y no respondan igual al IMC”, dice el doctor Juan Eduardo Contreras, cirujano digestivo de la Clínica Santa María de Chile, además en este momento, la base del tratamiento de la obesidad es en función de la grasa y no del peso de la persona o el niño que padezca de obesidad.
En la primera etapa de la vida en donde se determina los tejido adiposo, existiera un incremento excesivo y anormal de las éstas células (obesidad prepuberal), en la adultez (obesidad post puberal) mantener la distribución de grasas ideal, sería ardua y constante, en donde el adulto debería tener un dieta muy estricta ya que el organismo al tener éste número excesivo de tejido adiposo estará invariablemente pidiendo alientos ricos en grasas, por lo tanto sería una lucha constante y pesada para mantenerse saludable. Para la ciencia había sido imposible eliminar estas células adiposas sin cirugías invasivas pero hasta hace poco unos científicos de Estados Unidos desarrollaron un tratamiento donde unas máquinas que a través del frío congelas estas células hasta matarlas para que así el cuerpo las elimine de forma natural.
La mayoría de los textos leídos por los autores con respecto a la obesidad coinciden que la mejor etapa para tratarla es en etapas tempranas, donde los estilos de vida y costumbres no han sido asociadas profundamente por los individuos, al igual que en las recomendaciones de estudios realizados por entidades gubernamentales chilenas en donde instan a los futuros investigadores a trabajar con etapas pediátricas o infantiles.
Las estrategias de abordaje de la obesidad en el niño comienzan en la consulta del centro de salud, lugar donde la prevención ocupa un sitio fundamental y donde el seguimiento continuo del niño y su familia ofrecen el marco ideal para el tratamiento de esta enfermedad crónica. Posteriormente en los el primer años de escolaridad los niños cambian a su régimen de vida al cual no estaban acostumbrados y que seguirán hasta su adolescencia y adultez y es ahí donde él autor pretende intervenir con su tratamiento integral, por su accesibilidad y por su capacidad de manejarla de forma integral.
El tratamiento actual del sobrepeso en la infancia se basa en la modificación de los estilos de vida. El punto clave del tratamiento de la obesidad debería ser la alimentación saludable y la actividad física.
Los enfoques para el tratamiento de la obesidad se hallan muy influidos por las opiniones sobre su etiología. Así, se han publicado resultados con tratamientos basados en la dieta, la psicoterapia y el ejercicio físico, aunque se sigue recomendando que el tratamiento debe incluir todos estos aspectos, es decir, multidisciplinario y coordinado.
El tratamiento de la obesidad no es fácil y en la mayoría de los casos conduce al fracaso. La obesidad es una enfermedad marcadamente resistente al tratamiento, situación relacionada tal vez con otros factores genético-ambientales. Los resultados obtenidos a largo plazo son desalentadores y muestran que del 80 al 90% de los niños vuelven a su percentil de peso previo, siendo la tasa de recidiva comparable a la de los adultos. Además el tratamiento de la obesidad es complicado y son pocos los pacientes que acuden regularmente a las consultas de seguimiento.
El tratamiento de la obesidad ha sido orientado fundamentalmente a la búsqueda de estrategias dirigidas a la disminución de la ingesta alimentaria y al aumento del gasto energético. Para este efecto se han considerado cinco pilares como bases del tratamiento, que son dieta (dietoterapia), educación para la salud (terapia conductual), ejercicio, psicológico, fármacos (farmacoterapia), y por último la intervención médica (cirugía).
La dieta o nutrición depende fundamentalmente de los hábitos alimentarios, los conocimientos que se tengan sobre el valor nutritivo de los alimentos, los recursos económicos, la disponibilidad de alimentos en el mercado entre otros y una buena alimentación se puede lograr de muchas maneras combinando diversos alimentos en forma equilibrada. No hay una dieta única perfecta, hay muchas dietas buenas, que no son siempre las más caras aunque algunas personas consideren a ciertos alimentos con virtudes extraordinarias y por ello les conceden excesiva importancia y esto es un error. Todos los alimentos tienen propiedades positivas.
La obesidad y el sobrepeso se han de prevenir e intervenir desde distintos ámbitos, siendo la familia probablemente la primera implicada con la educación para la salud al igual que él que padece dicho enfermedad. Un tratamiento ideal de la obesidad es la prevención, y la escuela parece un lugar adecuado para informar acerca de la alimentación en general y educar sobre hábitos alimenticios saludables en particular, así como para promover y facilitar el desarrollo de ejercicio físico a distintos niveles de actividad.
El ejercicio no solo conserva sino inclusive aumenta la masa muscular, la combinación de ambos enfoques permite que ni la dieta sea tan estricta ni el ejercicio tan vigoroso, lo cual facilita la permanencia del obeso en algún programa de reducción de peso. La actividad física con pacientes obesos, exige ser planificada progresivamente por tiempo, tandas, repeticiones, cantidad y complejidad de los ejercicios con movimiento.
El ejercicio físico sistemático aumenta la síntesis de glucógeno en el músculo y en el hígado y disminuye los depósitos de grasa en los adipocitos. Los músculos no entrenados durante una carga breve cubren su consumo de energía en lo fundamental por la movilización de la glucosa, en cargas físicas más duraderas, los ácidos grasos libres, aumentan la mayor parte del suministro de energía. Para el éxito del trabajo con obesos, es necesario tener en cuenta que el programa sea ameno y que a su vez convine varias formas de trabajo para mantener el nivel de satisfacción y la permanencia de los pacientes en el área donde se realiza la actividad.
La terapia psicológica es una de las áreas básicas de control para el paciente. Ha de concebirse como un soporte integrado en el seguimiento multidisciplinario en el intervienen tanto criterios nutricionales como psicológicos, de manera que logremos mayor adhesión a algún tratamiento y el mantenimiento a largo plazo del peso perdido. Los problemas psicológicos de los pacientes obesos son vistos ahora más como consecuencia del prejuicio, la discriminación de los otros y del choque con su propia internalización de la delgadez como ideal de belleza, y no como una causa de obesidad. El prejuicio contra las personas que sufren de obesidad puede aparecer prematuramente y se observa en todas las áreas.
Las personas que se sobrealimentan en respuesta a ciertos estados emocionales han aprendido a relacionarlos con actos de comida. En algún momento, tal vez durante la infancia, aprendieron que una comida copiosa es la manera de celebrar un evento alegre, o aprendieron a sentirse mejor cuando las cosas no iban tan bien, o encuentran placer en la comida cuando se sentían nerviosos o aburridos. La aproximación psicológica ayudará al paciente a centrarse en los hábitos que lo han dirigido hacia la obesidad, en lugar de centrar su atención en ciertos alimentos, logrando enfatizarse en las facetas de la conducta que han sido aprendidas.
La farmacoterapia tiene un importante papel en la mantención de la pérdida de peso, aunque debe formar parte de un tratamiento integral. Actualmente están siendo estudiados medicamentos con pocos efectos colaterales y con diferentes mecanismos de acción, que pueden mejorar los resultados del tratamiento de la obesidad a largo plazo. Una selección apropiada de los medicamentos y un seguimiento riguroso son importantes para el éxito final de dicho tratamiento.
Conclusiones
La obesidad constituye una enfermedad grave y un problema para la salud, por lo que es primordial su prevención, tanto como su tratamiento.
Su tratamiento desde la infancia y la adolescencia evitará complicaciones con otras enfermedades en la adultez.
La obesidad infantil se puede desarrollar por múltiples factores, por lo cual la forma de aplicar un tratamiento es de varios ángulos y no se recomienda centrarse en un pilar en específico.
Bibliografía
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Moreno G. M. (1997). Diagnóstico de Obesidad y sus Métodos de Evaluación. Departamento de Nutrición, Diabetes y Metabolismo. Pontifica Universidad Católica de Chile. Volumen 26. N° 1.
Popov, S.N. (1998). La Cultura física Terapéutica. Editorial Raduga, Moscú.
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