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Del paracaídas hasta el parapente. Historia de una evolución

 

Piloto de parapente. Paracaidista. Aeromodelista

Master en Ciencias de la Educación Avanzada. Licenciado en Cultura Física

Profesor de Educación Física de la Escuela Latinoamericana de Medicina, La Habana

MSc. Roberto Urribarres Alfonso

robe@elacm.sld.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          A primera vista un parapente guarda cierta semejanza con los paracaídas deportivos. Para su vuelo aplica las técnicas de los planeadores y en especial de las alas delta. Es que el parapente es el fruto de la evolución de los planeadores y paracaídas deportivos. Para los pilotos es importante tener un conocimiento detallado de como fue que se promovieron estas evoluciones. Entonces mana una interrogante: ¿Como fue que la evolución de los paracaídas y planeadores propició el surgimiento de los parapentes? Buscando darle respuesta a esta interrogante, se realizó una revisión bibliográfica para la cual se formularon los siguientes objetivos: 1) Explicar como la evolución de los paracaídas deportivos propició el surgimiento del parapente como nave aérea de nuevo tipo. Y 2) Explicar como la diversificación en la evolución de los planeadores deportivos, propició el surgimiento de los parapentes. Los métodos utilizados en el desarrollo de este trabajo están determinados según los objetivos trazados y son propios de las investigaciones históricas. En tal sentido se empleó el método Histórico-lógico, el analítico sintético y el cronológico. Como instrumentos se utilizaron de forma dominante el análisis de más de 30 fuentes documentales y se realizaron entrevistas a personalidades reconocidas en la investigación histórica de la esfera aeronáutica y los deportes aéreos. Como resultado del trabajo se presentan dos artículos por separado. En uno se resume la evolución del paracaídas hasta el parapente y en el otro se expone la evolución de los planeadores hasta llegar al parapente.

          Palabras clave: Evolución. Historia. Paracaídas. Parapente.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 19, Nº 195, Agosto de 2014. http://www.efdeportes.com

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Introducción

    El parapente es un planeador ultraligero flexible concebido para la práctica del vuelo libre. Esta aeronave surge como producto de la evolución de los paracaídas y planeadores. Comprender esta evolución implica escrudiñar en la historia de los paracaídas y los planeadores. El estudio de fuentes documentales e históricas demuestra que desde antaño los hombres estuvieron tentados a crear medios que les permitieran volar o descender de forma segura desde alturas.

    En tal sentido algunos estudios históricos reseñan a la antigua China como el lugar donde se encuentran las primeras referencias de la construcción de artefactos en forma de paraguas con los que se realizaron descensos desde torres.

    Otros documentos refieren que en el año 852, Abbás Ibn Firnás (عباس بن فرناس) en Córdoba, España saltó desde una altura utilizando algún medio construido por él y que en su caída sufrió serias lesiones.

    Mas allá de las anteriores elucubraciones históricas, si están mejor evidenciados otros documentos que refieren a personalidades que investigaron acerca de artefactos para de poder descender de forma segura. Documentos que dejó el fraile ingles Oliver de Malmesmury en el siglo XI y más acá en el tiempo, los de Leonardo da Vinci en el XVI, son ejemplo de ello.

Dibujo de Leonardo da Vinci

    Leonardo investigó e hizo diseños de paracaídas, maquinas de volar, hélices y hasta aeromodelismo. Su diseño de paracaídas bosquejado en el Codex Atlanticus fechado en el 1485 consistía en una campana rígida en forma de pirámide con 4 cuerdas que en su unión colgaba un hombre sujetándose con sus manos. En sus cálculos había llegado a la conclusión de que si este artefacto midiera 12 codos de lado por 12 de fondo podría ser utilizado de forma segura si un hombre intentara descender con él luego de lanzarse desde una altura.

    Años más tarde, Fausto Veranzio (1551 - 1620) tomó muy en serio los estudios de Leonardo da Vinci y a partir de estos diseñó el “Homo Volans”. La evidencia de este diseño aparece en su libro “Machinae Nova”. El “Homo Volans”, mantuvo en su base el marco rígido ideado por Da Vinci, pero sustituyó la rígida campana por una abultada pieza de tela de forma rectangular.

Salto en paracaídas de Fausto Veranzio año 1617

    El análisis de la bibliografía actual refleja una concesión a creer que Veranzio en el 1617 probó este artefacto mediante un salto efectuado desde “Campanile di San Marco” en Venecia. La afirmación parte de la interpretación hecha de un libro escrito por John Wilkins quien fuera el fundador y secretario de la Royal Society de Londres. El libro se titula Magia Matemática y fue publicado en Londres en 1648, 30 años después de la fecha en la que se refiere el salto de Veranzio. Sin embargo otros autores que han podido examinar este libro, manifiestan que en él solo se habla del arte de volar y no de paracaídas. Además, también afirman que en él no se encuentran referencias acerca del salto de Veranzio.

    A la luz del conocimiento actual, si se hace un análisis técnico del salto de Veranzio no quedan solidos argumentos que expliquen siquiera la posibilidad práctica de como pudo haberse hecho. No queda explicado como Veranzio logró saltar y situar su paracaídas de forma horizontal quedando el colgado abajo y lograr el efecto del descenso seguro. En este análisis hay que tomar en consideración la estructura rígida y pesada de su cúpula y que según se refiere, el salto se hizo desde una torre que en esa época no tenían suficiente altura.

    Para los siglos XVII y XVIII, el francés Louis-Sebastián Lenormand (1757-1837) estudió más a fondo la física de los paracaídas. Lenormand experimentó algunos modelos de paracaídas que fueron probados con animales.

Representación artística del salto de Sebastián Lenormand

    Aporte importante de Sebastián Lenormand fue haber creado la palabra paracaídas para nombrar con ella a los artefactos construidos para el descenso seguro. La palabra paracaídas la conformó al hibridar la palabra “para” que significa defensa, con la palabra francesa caída. Unidas quiere decir que protege de la caída o “para frenar la caída”.

    Diseñó un paracaídas de 4,2 metros de diámetro. Aunque existen algunas referencias acerca de que Lenormand saltó con este paracaídas desde una torre, no existen evidencias documentales sólidas que lo confirmen.

    En contraposición a esto, sí existen evidencias documentales que demuestran que el 22 de octubre de 1797 en Parc Monceau, París, y frente a una gran multitud, André Jacques Garnerin (1769-1823) realizó un salto con un paracaídas desde un globo que flotaba a más de 900 metros de altura. Al no existir evidencias sólidas que atestigüen los anteriores saltos, queda este registrado como el primero realizado. Con el paracaídas concebido por Garnerin, despuntaba la clásica configuración parabólica, carente de elementos rígidos en su estructura. Esta configuración básica ha sido seguida por muchos fabricantes hasta la actualidad. Para su construcción se utilizó tejido de seda. El salto de Jacques Garnerin, estimuló que estos se fueran sucediendo cada vez más en todo el mundo.

Representación artística del salto de André Jacques Garnerin

    Otra controversia histórica se centra en el planteamiento acerca de quien fue el primero en utilizar el salto en paracaídas para salvar la vida. Algunos documentos reflejan que en 1793, Jean-Pierre Blanchard vio como su globo se rompía en el aire y para escapar de una muerte segura abrió un paracaídas que estaba sujetado a la cesta de su globo. En su descenso utilizó conjuntamente el globo semi desinflado y el paracaídas. Esta concepción es clásica hoy en el vuelo libre moderno. No obstante, el primer salto en paracaídas como tal, realizado con el objetivo para salvar la vida, se utilizó en 1808 cuando el aeronauta polaco Judaki Kuparento tuvo que saltar al vacío para abandonar su globo aerostático luego de que este se había incendiado en vuelo.

    En esa época los paracaídas se transportaban semi abiertos, colgado de las barquillas de los globos. Luego aparecieron los bolsos donde se metía el paracaídas. El aeronauta al dejarse caer extraía con su peso el paracaídas del bolso. Hacia 1885 Thomas Balwing inventó la hasta hoy configuración clásica del arnés que pasa sobre los hombros, alrededor del cuerpo y entre las piernas.

    Con la aparición de la aviación se hizo necesario que surgiera la idea de poder plegar el paracaídas y meterlo en algún lugar de la cabina del avión que permitiera su extracción y apertura segura a la vez que no se abriera arbitrariamente.

    Con ese fin, Gleb Kotelnikov, graduado de la academia militar de Kiev (Ucrania) Crea en 1911 el paracaídas RK-1 (Las siglas RK significaban mochila por Kotelnikova). En su diseño se logró meter el paracaídas en una mochila cerrada. Su paracaídas estaba concebido para ser usado por los pilotos de aviones y globos.

Diseño de Gleb Kotelnikov (1872-1944)

    Esta concepción de paracaídas fue utilizada ampliamente durante la primera guerra mundial. La aviación alemana dio un paso adelante cuando adoptó el paracaídas Heinecke que junto con su sistema de arnés que adosaban el paracaídas al piloto fue copiado por franceses, británicos, estadounidenses e italianos.

    Ya entre las guerras se comenzó el uso del paracaídas para el desembarco de tropas. Surgieron así los paracaídas de desembarco y las tropas paracaidistas. Para los paracaidistas de desembarco surgió el paracaídas de emergencia.

    Aparecieron además los distintos tipos de apertura de paracaídas como los forzados, estabilizados, libres etc.

    Al principio el funcionamiento de los paracaídas no era muy efectivo, lo que ocasionó la muerte de muchos pilotos. En los Estados Unidos un estudio liderado por el comandante Hoffman acerca del uso de los paracaídas durante la primera Guerra Mundial, concluyó que los paracaídas debían cumplir con 3 requerimientos básicos que hasta hoy se mantienen vigentes. Estos requerimientos fueron:

    Hasta la década de 1940, la seda estaba siendo considerada como el tejido más apropiado para la construcción de paracaídas. Corriendo la Segunda Guerra Mundial, Japón dominó la producción de seda en el mundo, por lo que los aliados tuvieron que recurrir a variantes. Los científicos logran los tejidos sintéticos a base de fibras de Nylon con los que se comenzó la producción de paracaídas, quedando definitivamente implantado.

    En esos años los paracaídas luego de su apertura flotaban a merced del viento. Poco o casi nada podía hacer el paracaidista para modificar el lugar de caída luego de que abriera su paracaídas. La necesidad de poder lograr que el paracaídas fuera dirigible constituyó un fuerte acicate para la investigación y posterior evolución de los paracaídas hasta los planeadores. Dirigir el paracaídas posibilitaba que el paracaidista tuviera más opciones al escoger el área de aterrizaje, evadir obstáculos peligrosos y poder adoptaran una posición segura al legar a tierra.

    Para lograr dirigir el paracaídas se halaban cuerdas de un lado u otro, lo cual es una maniobra muy engorrosa a la vez que poco efectiva. Se crearon entonces los timones que hacían girar el paracaídas en el eje vertical. Un giro de 360 grados se lograba hacer en 7 segundos.

    Los timones comenzaron a accionar mediante el control de la masa de aire que se escapaba. Para la década del 50 los paracaídas no solo giraban en el eje horizontal, si no que también lograban alguna pequeña velocidad horizontal. Las posibilidades de caer en determinado lugar ya dependían en gran medida de la acción del paracaidista en el aire.

    Esto coadyuvó al fortalecimiento del paracaidismo deportivo. Aparecen las primeras competencias oficiales nacionales e internacionales. El primer campeonato mundial de paracaidismo se realizó en 1951 en Yugoslavia

    La precisión en el aterrizaje se convirtió en el plato fuerte de las concentraciones competitivas. Anteriormente en el paracaidismo lo que mas se acercaba al ámbito deportivo o competitivo eran las exhibiciones y los record que se establecían.

    Algunas experiencias fueron notables. En noviembre de 1949 el argentino Vicente Bonvissuto realizó 100 saltos consecutivos en un día con un solo paracaídas y un avión. Para 1960 el norteamericano Joseph Kittinger implantó record de altura al descender desde los 31,333 metros. En ese mismo salto logró record en descenso con 4 minutos y 36 segundos. El record de altura no fue roto hasta 52 años después cuando Félix Baumgartner realizó un salto desde una altitud de 39,044 metros alcanzando la velocidad de 833,9 mph.

    Para la década de los 50, con el auge del paracaidismo deportivo comenzaron a difundirse paracaídas deportivos llenos de orificios. Los orificios de forma elíptica por todo el velamen estaban concebidos para aumentar la velocidad horizontal. Ya en esos años los paracaídas lograban desplazarse en el plano horizontal a 5 m/s por 5 m/s de velocidad vertical, lo que teóricamente daba un planeo de 1 para un descenso de 450.

    Fueron muchas las investigaciones y ensayos que se hicieron para poder lograr mayor velocidad horizontal en los paracaídas. A inicios de la década del 60 parecía evidente que en las campanas parabólicas estas exigencias habían llegado al límite.

    Una nueva concepción en la forma de los paracaídas se hizo pública en 1966 por el equipo Golden Knights de la Fuerza aérea de los Estados Unidos. Se trataba del “Parawing” que para entonces contaba con una satisfactoria tasa de planeo. Estaba basado en el “Flexikite” patentado desde 1948 por el matrimonio Francis y Gertrude Rogallo pero que no había sido considerada hasta entonces.

Francis Rogallo (1912-2009)

    Hoy no se puede hablar del vuelo libre sin dejar de mencionar a este matrimonio. Sus alas fueron las predecesoras del ala delta y hoy en día muchos pilotos de parapente prefieren el Rogallo como paracaídas de emergencia. Paralelamente en la antigua URSS se probaron con éxito paracaídas con el mismo diseño que el “Flexikite” de Rogallo.

    Otra ruptura en la concepción histórica que se tenía acerca de la forma de los paracaídas fue propuesta por Domina Jalbert (1904-1991) quien ya se especializaba en estructuras inflables.

Diseño de Domina Jalbert

    Domina propuso un ala inflable que aprovechaba las ventajas aerodinámicas para el planeo, que ofrecía un perfil alar adecuado. Su ala estaba elaborada de tela, con un extradós y un intradós cerrados en sus partes posteriores y laterales pero abiertos en el frente para garantizar la entrada de aire que aprisionado rigidizaba el ala. Constaba de costillas también de tela que condicionaban el perfil alar y definían cada celda.

    Basado en este concepto, en 1964 se confeccionó el “Parafoil”, que lograba unos asombrosos planeos cercanos a los 3,7 a la vez que una gran direccionabilidad.

    En ocasión de efectuarse en Francia el campeonato del mundo de paracaidismo de 1969, el equipo norteamericano sorprendió al competir con estos paracaídas que le daban una clara ventaja sobre los otros competidores de resto del mundo y que estaban equipados en su mayoría con paracaídas de campana cónica.

    Las claras ventajas de las alas inflables dirigibles abrieron una nueva era en este deporte. Al dejar obsoletos los paracaídas de campana cónica, cambiaron completamente la noción del paracaidismo deportivo y fue un elemento determinante en la transición del paracaídas al parapente.

    Paralelamente David Barish (1921-1997) propuso otro concepto también novedoso. Se trataba también de un ala flexible pero sin bóvedas ni intradós. Con su paracaídas se experimentaba el concepto de paracaídas planeador. Con este paracaídas se experimentaron por primera vez algunos despegues desde laderas de montañas.

    La década del 70 marcó un vertiginoso desarrollo de los paracaídas en forma de ala inflable.

    Los paracaidistas aprovechaban las posibilidades de planeo que ofrecían estas alas, para poder realizar prácticas y entrenamientos deportivos despegando desde elevaciones que tenían ángulos de inclinación mayores a la tasa de caída de los paracaídas. De este modo cumplimentaban parte del entrenamiento de precisión, pero reduciendo gastos al prescindir en gran medida del alquiler de aviones.

    Precursores de estas acciones fueron paracaidistas franceses quienes desde las laderas inclinadas de Mieussy realizaron miles de descensos. Paralelamente los alpinistas descubren en estos tipos de paracaídas la posibilidad de descender de forma rápida y placentera desde algunas de las elevaciones que eran escaladas.

    Se utilizó mucho una técnica de despegue a pié propuesta desde 1965 por el esquiador David Barish quien había modificado un ala con la que realizaba estos despegues.

    Todavía en ese entonces no se concebía al paracaídas para realizar vuelos y planeos. No obstante, la grata experiencia de realizar vuelos cada vez más largos con los paracaídas fue ganando en adeptos. Buscando mayores planeos, los paracaidistas realizaron modificaciones a paracaídas. Las modificaciones se centraban fundamentalmente en aumentar la superficie del ala, aligerar el peso, además de diseñarle un perfil mucho más aerodinámico.

    Ya a esas alas modificadas, y que solo interesaban para el planeo le decían paracaídas para pendientes. Los franceses hibridan dos palabras en una sola, con la que se designaba así a las alas utilizadas solamente para descender desde pendientes. Surge así la palabra parapente y el parapente como aeronave.

    A partir de 1986 algunas firmas que producían paracaídas, windsurf y vestuario de montaña comienzan la producción en serie de parapentes.

    Los compradores de parapentes por su parte buscaban primero permanecer el mayor tiempo posible en el aire. Luego comenzaron los retos de velocidad y distancia recorrida. Se acogieron las técnicas de vuelos dinámicos y térmicos utilizadas en las alas deltas.

    El éxito comercial fue tal, que comenzaron a proliferarse y expandirse nuevas firmas productoras. Surgieron muchas marcas y firmas que muchas veces sin la competencia necesaria fabricaban y comercializaban estas alas. Algunas de las alas fabricadas eran muy peligrosas por lo que comenzaron a incrementarse los accidentes.

    En contraposición surgieron diferentes entidades que homologaban los parapentes bajo estrictos criterios técnicos. Pronto el diseño de los parapentes evolucionó rápidamente, aumentando los rendimientos, eficacias de las alas pero sobre todo la seguridad.

    Por primera vez, el público común descubría que podía acceder a una posibilidad relativamente segura y económica de pilotear una aeronave y poder volar.

    La FAI pronto lo reconoció como un nuevo tipo de nave aérea. Se organizaron las primeras competencias oficiales a todos los niveles. Se afianzaba así ya definitivamente una nueva modalidad de nave y deporte aéreo.

Conclusiones

Bibliografía

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