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Tres tristes dictadores manipularon el fútbol

 

Sociólogo de la Universidad Central de Chile, se ha desempeñado

en el Instituto Nacional de Deportes e Instituto Nacional del Fútbol

(Chile)

Andrés Parra López

andresparra@outlook.cl

 

 

 

 

Resumen

          Durante el siglo XX tres dictadores fascistas, hicieron todo lo posible por ocupar al deporte, particularmente al fútbol como una herramienta propagandística para instalar sus megalómanas ideas de dominación y superioridad.

          Palabras clave: Fútbol. Política. Fascismo. Europa. Dictaduras.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 194 - Julio de 2014. http://www.efdeportes.com/

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    En el presente mundial Brasil 2014, una vieja discusión sobre el vínculo del fútbol con la política sale a luz. Dos hechos marcan esta temática recientemente: la adjudicación del Mundial para Qatar 2022, dando cuenta del poder y el dinero como influyentes de cualquier concurso, y en segundo lugar, que por primera vez la mandataria de un país no realice un discurso público en la inauguración del Campeonato Mundial, protegiendo así su dañada imagen política (baja en las encuestas incluida), tratando de controlar el agitado clima social que se vive a las afueras del estadio.

    Esto me recordó aquel documental del History Channel llamado “Fútbol y Fascismo”, que retrata la manipulación que tres grandes dictadores europeos realizaron con el fútbol. Cada cual seleccionaba con pinzas su herramienta propagandística; Mussolini el Mundial de Italia ’34, Hitler los JJ.OO. y el gran equipo austríaco, mientras que Franco usaría al Real Madrid.

    Como Mussolini, quien hizo todo lo posible por reeditar la idea del “gran romano” poderoso y viril, aunque irónicamente sería el S.S. Lazio el lugar de la ultraderecha fascista en que convergería política y fútbol. “El Duce” como ex director de un periódico, necesitaba de apoyo popular y sería el “calcio” el que se lo otorgaría. Su megalomanía estaría completa al organizar el Mundial de Fútbol de 1934, creando un trofeo especial para el ganador, 3 veces más grande que la copa Jules Rimet.

    Mussolini organizó la copa de inicio a fin, inclusive escogiendo a los árbitros, lo que se hizo evidente cuando el gran equipo austriaco amenazaba el paso a la final de la azzurra y un árbitro sueco se desentendió con diversas faltas, cortando el juego austriaco y acelerando el italiano. Gracias a estas intervenciones Italia finalmente ganaría por 1-0 con un gol fuera de juego (el Duce había cenado la noche anterior con el árbitro). En la final con Checoslovaquia se repite el árbitro (nunca más se repetiría un árbitro en dos llaves seguidas a la misma selección) y los locales terminaron ganando por 2-1 y levantando la copa.

    Un artista de la propaganda política como Hitler no dejaría pasar los JJ.OO. Berlín 1936 para mostrar su “superioridad” como Estado y raza aria. Todo iba bien para el nazi, con el equipo alemán ganando más medallas que nadie, hasta que al afroamericano Jesse Owens gana la carrera de 100 metros Planos. El Fuhrer esperaba desquitarse en fútbol, pero la débil Noruega dio cuenta de Alemania, y el líder germano enfurecido se retiró de la tribuna.

    Se acercaba el mundial del ‘38 y Alemania era claramente una selección de fútbol más débil que Austria y Polonia, sus vecinos más cercanos. Además, los austriacos contaban con Matthias Sindelar, una especie de Messi de nuestros tiempos; jugador liviano, rápido y habilidoso que jugaba de centrodelantero. Una figura que ayudaría a potenciar la propaganda nazi en el deporte. Así fue como tras anexar (invadir) Austria, se “incentivó” (obligó) a los jugadores austriacos a jugar por Alemania, pero Sindelar detestaba a los nazis, por la depredación de su tierra natal y por el destino de sus amigos judíos.

    Para el “traspaso” de seleccionados se realizó un amistoso entre Austria y Alemania, en una especie de despedida. Sin embargo, el equipo de Viena jugó un pésimo partido, desperdiciando clara ocasiones, casi como si les hubieran encomendado fallar. Hasta que en el segundo tiempo, Sindelar decide marcar el 1-0 y para celebrar el gol va hacia la tribuna nazi y realiza una irónica reverencia… meses después moriría en su habitación tras el escape de gas de una estufa.

    Gran Bretaña apoyaría al régimen jugando un amistoso con los bávaros (mientras invadían Checoslovaquia). Los ingleses efectúan el saludo nazi (ver foto) al comienzo del partido. Un mes más tarde, en la Copa del Mundo de Francia ’38, los campeones vigentes, Italia, decidieron hacerle un feo gesto a los franceses vistiendo camisetas negras para aquel encuentro. Finalmente los italianos serian bicampeones tras vencer a Hungría 4-2 en la final, mientras Mussolini se reía de la socialdemocracia francesa.

    Mientras tanto España sufría el aislamiento postguerra: pobreza, hambre y una cruel tiranía carcomían día a día al país. Necesitaba de una bandera, una imagen de éxito, algo con que contrastar la presión de Catalunya y el País Vasco. Fue ahí cuando Franco decide adoptar al Real Madrid F.C. como el ícono del poder, mientras que el F.C. Barcelona por contraparte sería el bastión de la resistencia.

    En la capital condal aun hay agujeros de balas de los fusilamientos a los costados de las iglesias. De éstos asesinatos no se salvó ni el presidente del Barça, Josep Sunyol, quien en un mortal error decide salir del auto en un terreno supuestamente amigo de la guerra civil y gritar “Viva la República”, siendo acribillado por soldados franquistas. Esto alimentó la tensión y odio hacia Franco, y por extensión, al Real Madrid, como el equipo de los fascistas, mientras que el Barcelona se generó una particular mística (Més que un club) a partir de la prohibición de utilizar el idioma y la bandera catalana. Sólo en el Camp Nou los catalanes podrían ser catalanes.

    Sin embargo, entre 1939 y 1954 el Real Madrid no ganó nada, mientras que el Barcelona obtuvo 5 títulos de Liga y varias copas del rey (al igual que el Athletic de Bilbao). Entonces Franco fijaría su vista en el entonces mejor jugador del mundo, Alfredo Di Stéfano. Mientras Real Madrid negoció con el Millonarios, el barça hizo lo mismo con River Plate, y si bien “la saeta rubia” jugó tres amistosos por los azulgranas, Franco no cedería y comenzó a acosar al presidente del equipo catalán y sus fábricas. Finalmente, vía decreto real, se establecía un acuerdo para que Di Stéfano jugara una temporada en un club y la siguiente en el otro, hasta que el presidente barcelonista dijo la famosa frase: “Basta…que se queden con el pollo”.

    Desde 1956 a 1960 el Real Madrid se corona campeón de la Copa de clubes de Europa, con Di Stéfano como figura y goleador. Gracias a esto se generó una imagen de una nueva España elegante y desarrollada, escondiendo gracias al fútbol (o su utilización) la miseria que vivía la población ibérica. Aunque en algún momento Franco tuvo que tragarse sus palabras y aceptar refugiados soviéticos en las filas del Real Madrid, como el mítico Ferenc Puskas, como señal para ganar el apoyo de EE.UU. en plena guerra fría.

    Pero la paciencia de Franco se terminaría cuando en la Copa de Europa de Francia ’60. España debía enfrentar a la URSS, y el dictador retira al equipo de la competencia argumentando que los soviéticos habían financiado la resistencia catalana. Pero sería la final de España ’64, en que los Ibéricos enfrentarían nuevamente a la URSS por la copa de Europa, sin poder retirarse esta vez. Debían hacerle frente al “comunismo” en la cancha y afortunadamente para los locales, un cabezazo de Marcelino decretaría la victoria y la sonrisa del dictador hispano.

    Tras 36 años de dictadura y 38 días después la muerte de Franco, se jugaría el primer Derby en el Nou Camp (28/12/1975), en un estadio lleno de banderas catalanas se celebró la victoria por 2-1, que no solo significó la victoria en cancha, sino también la victoria de un pueblo.

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