efdeportes.com

Historia del boxeo en Victoria de Las Tunas 

durante la República neocolonial

 

Licenciado en Historia y Ciencias Sociales, Licenciado en Estudios Socioculturales. Máster en Ciencias

de la Educación, Máster en Desarrollo Cultural Comunitario. Máster en Deportes de Combate y Doctor

en Ciencias Históricas. Profesor Titular del Centro de Estudios de Deporte y Cultura (CENDECUL)

de la Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”

José Guillermo Montero Quesada

guillermonteroq@gmail.com

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El artículo hace una caracteriza de la evolución histórica del boxeo en el territorio de la actual provincia de Las Tunas, en el oriente cubano, durante la República neocolonial, donde se valora la influencia de los contextos y circunstancias nacionales e internacionales que condicionan el comportamiento de los hombres y de la sociedad relacionado con este deporte. Trata los hechos y figuras destacadas en este tipo de práctica y sus vínculos socioculturales.

          Palabras clave: Deporte. Historia del deporte. Boxeo. Las Tunas. República neocolonial.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 194 - Julio de 2014. http://www.efdeportes.com/

1 / 1

Introducción

    El boxeo tiene sus orígenes antropológicos en la comunidad primitiva; desde esa época, se emplean los puños como una de las formas de defensa y sobrevivencia de nuestros primeros ancestros; cientos de años después, se convierten en una de las prácticas deportivas de mayor trascendencia mundial.

    Esta forma de lucha ha tenido sus cambios etimológicos y también en su práctica. Los estudios arqueológicos, revelan que este tipo de confrontación humana existe desde hace más de 4.500 años. A este tipo de enfrentamiento se le denominó pugilato, del latín pujilatus, gozó de popularidad en la Grecia antigua, superado solo por las carreras de caballo o de carros. En el siglo XVIII, se emplea en Inglaterra el término boxeo, derivado del verbo inglés to box, que significa golpear; de este modo, la lucha se distinguió de las disputas callejeras.

Antecedentes internacionales y nacionales del boxeo

    Desde la antigüedad hasta la modernidad, las peleas eran a puños limpios, sin reglas y sin divisiones de peso corporal. El primer antecedente de usar protectores, fue en Grecia, al emplearse tiras de cuero para protegerse las manos de las posibles lesiones. Este deporte se hizo popular en el siglo VII, antes de nuestra era, de ahí que fuera incluido en los Juegos Olímpicos; pero, en el Imperio Romano, los combates protagonizados por gladiadores en el Coliseo, eran verdaderos hechos sanguinarios, dantescos, brutales y despiadados.

    Con la caída del Imperio Romano y el advenimiento de la Edad Media, desaparecen los espectáculos que conducían a la aniquilación sangrienta, motivado por razones económicas y religiosas.

    El boxeo vuelve a ser popular en Inglaterra a principios del siglo XVIII, pero los combates todavía carecían de organización, más bien parecían riñas callejeras sin sujeción a reglas. No es hasta el año 1872 cuando se reglamenta la utilización de guantes en los combates oficiales. Este hecho, influye en la extensión de este deporte en los Estados Unidos; con posterioridad, se propaga en el resto de Las Américas.

    En el año 1908, el boxeo aficionado se convierte en deporte olímpico, dos años después, se introduce en Cuba por el chileno John Budinich, quien hace carrera pugilística en los Estados Unidos de América y funda la primera academia de este deporte en La Habana, contratado por Vedado Tennis Club. Con anterioridad, las peleas profesionales se habían limitado a los soldados estadounidenses de las ocupaciones militares (1898-1902 y 1906-1909), algunas de ellas efectuadas en las propias embarcaciones. Durante este tiempo, las peleas de boxeo como deporte profesional, no habían encontrado una rápida acogida en Cuba, quizás por aquella concepción de la época colonial de que “si tocas mi cara, te mataré” (Gould Cozzens, 1928: 191-193). Le faltaba la pompa y la fanfarrea, sobre todo, un público con capacidad de pago.

    Algunos cronistas deportivos de la época, de la talla de Bernardo San Martín y Vicente Cubillas se convierten en promotores de este deporte. En 1910 se establece el primer cuadrilátero de boxeo, en el patio del edificio donde radicaba el periódico Cuba. A partir de este momento inicia la búsqueda y promoción de atletas talentos del boxeo en La Habana y en el interior del país.

    La popularidad y participación en los eventos boxísticos fue creciendo, sin embargo, en 1912 el Secretario de Gobernación, Francisco López Leyva, dicta un decreto mediante el cual suspende cualquier tipo de encuentro de boxeo. Esta medida estuvo motivada por el temor del gobierno de José Miguel Gómez a que ocurrieran alteraciones públicas en caso de peleas entre boxeadores blancos y negros, por la reciente represión al Movimiento de los Independientes de Color.

    Paradójicamente a esta medida, a finales de este mismo año se crea en la capital cubana la primera Academia de este deporte, y en agosto se organiza la primera pelea. En 1915, se edificó The Stadium, primera instalación habilitada para el boxeo. También se efectuaron carteles en el Hipódromo Oriental Park, donde se celebró un pleito entre el pesado Jack Johnson y Jess Willard. A partir de ahí, en la capital del país, surgieron las áreas Colón y Galathea, y hasta los dueños de teatros se involucraron en los carteles boxísticos.

    En ese año se desarrolla en el Oriental Park un acontecimiento que hizo florecer el sensacionalismo y atracción hacia este deporte, el encuentro entre Jess Willard “la gran esperanza blanca” y el afroamericano Jack Johnson. En el evento participan más de 500 comentaristas de todo el mundo (James, 1976: 115-116), se dice que la publicidad hizo posible una audiencia de 30 mil aficionados, de ellos unos 25 mil eran cubanos. (Alonzo, 1961: 34) Este hecho influyó en su propagación en otras localidades del país.

    A partir del año 1916 inician las giras boxísticas de los peleadores de La Habana por el resto de las provincias, aunque tienen que atravesar los desacuerdos de algunas autoridades de gobierno por este tipo de prácticas. La prensa nacional y local se suma a la campaña de críticas motivadas por las condiciones inhumanas en que se desarrollaba esta práctica y las pretensiones mercantilistas de sus organizadores. En 1918, el alcalde de La Habana ilegaliza temporalmente la práctica del boxeo en su jurisdicción, motivado por la muerte de un boxeador a consecuencia de un golpe propinado por su rival, planteando que: “el boxeo es salvaje, bárbaro”, un año después, se autoriza temporalmente los pleitos al percatarse de las ventajas económicas de este tipo evento deportivo; no obstante, el alcalde sucesor Marcelino Díaz de Villegas, asume la política de prohibición de dichas prácticas, para quien las peleas constituían “espectáculo brutal y vicioso”.

    En Santiago de Cuba se practica por vez primera en 1919, por marines norteamericanos, en las naves ancladas en la bahía de la ciudad; de este modo, aunque de forma lenta, el boxeo comienza a expandirse por el oriente cubano.

    En 1920 se forma la primera asociación de boxeo profesional en La Habana y el 13 de diciembre de 1921, la secretaría de Gobernación dicta un decreto mediante el cual crea la Comisión Nacional de Boxeo y Luchas, presidida por el coronel Rosendo Collazo, con el objetivo de organizar todo lo concerniente a la práctica de estos deportes en Cuba (Alfonso, 1988). A partir de entonces, se establecen ranking para campeonatos nacionales en todas las divisiones por peso.

    Por esta época, algunos promotores, animan el desarrollo de peleas de “aficionados”, surge así, la Unión Atlética Amateur de Cuba, patrocinadora de los campeonatos efectuados de 1922 a 1926. Estos eventos promovieron grandes boxeadores cubanos como: Esteban Gallard (Kid Charol) y Eligio Sardiñas Montalvo (Kid Chocolate); este último, primer campeón mundial de peso ligero en 1931. Hacia mediados de la década de 1920, varios boxeadores cubanos aparecían en las tablas de este deporte en los Estados Unidos. De este modo, la popularidad de las peleas profesionales ocupa un lugar significativo en la población cubana al punto de convertirse en pasión nacional.

    El ambiente boxístico de estos años, llena de esperanzas y oportunidades a muchas personas, quienes “sin pensarlo” se lanzan a probar fortuna. Un inmigrante de la isla antillana de San Vicente, nombrado Teófilo Stévenson Pearson-, se establece en la zona de Puerto Padre, en el noroeste de Victoria de Las Tunas; obligado por la dura realidad social de Cuba, decide probar suerte en las peleas como boxeador, a cambio de unos míseros centavos, pero se percata a tiempo del peligro que entrañaba esa práctica y se retira a tiempo. Muchos años después, al cumplir 10 años de edad el primer hijo de este inmigrante, al que nombra Teófilo, comienza a transmitirle aquellas experiencias sobre el boxeo; años después, se convertiría en una de las figuras legendarias de la historia del boxeo mundial.

    A finales del año 1926 se funda la primera empresa dedicada a la comercialización del boxeo de la Isla. En 1933 que se crea la United Promotors Corp, encargada del negocio de los guantes y de la concertación de pleitos en otras naciones. Desde estas organizaciones, se le imprime un impulso vertiginoso al boxeo profesional en Cuba. Durante esta década y la siguiente, aparecen numerosos gimnasios y áreas de competencias en toda la Isla. Surge también la Asociación Guantes de Oro, dedicada al amateurismo, pero con el objetivo de captar talentos para el boxeo profesional.

    Con la inclusión del boxeo en los III Juegos Centroamericano y del Caribe en 1935, se abre una nueva “posibilidad” a los pugilistas cubanos, aunque se ven limitados por razones económicas de los que aspiraban, y el desinterés de las autoridades deportivas por patrocinar a los deportistas.

    Inspirados en Chocolate, surgen, en la década del 40 y 50, pugilistas cubanos de calibre mundial, de la talla de: Kid Gavilán, José “Mantequilla” Nápoles, Luis Manuel Rodríguez, Benny “Kid Paret”, Urtiminio Ramos, Kid Tunero, también se hicieron populares: Niño Valdés, Isaac Logart, Angel “Robinson” García, Orlando Zulueta, Florentino Fernández, Doug Vaillant, Miguel Mendivil Benavides y muchos más que con el tiempo quedaron dominados por el profesionalismo. El pugilista de peso ligero, Frankie Otero, afirma que, como resultado de la influencia de boxeadores cubanos, recibidas en Nueva York, Miami, Filadelfia y Ciudad México, estos incorporaron a su estilo de boxeo, las espectaculares movidas dentro del ring.

    La atracción pública por este deporte motivó la venta de bebidas alcohólicas, las apuestas y otros vicios en los eventos boxísticos y fuera de estos. Fueron estas algunas razones por las que algunos espectáculos terminaran como “la fiesta de los chinos” y se agudizara la depauperación de muchas familias.

El “Kid Tunero”, antecedente de inspiración boxística en peleadores de Las Tunas

    En la década del treinta aparece en la palestra boxística uno de las grandes figuras legendarias del boxeo profesional cubano, el joven Evelio Mustelier, conocido popularmente como “Kid tunero”. Corría el año 1929 cuando había efectuado una docena de peleas en Cuba, todas en la categoría semiprofesional, cuando emigrante del hambre y el desempleo, el joven Tunero empacó sus escasas pertenencias y viajó a Europa en busca de gloria y dinero. Se instala durante algún tiempo con su familia en el sur de Francia. Su primera victoria sobre un monarca del ring ocurrió en París, donde vence al entonces campeón mundial de los pesos medianos Marcel Thil en una pelea de 12 asaltos. En 1933, en una pelea de revancha en combate titular, Tunero pierde la oportunidad de coronarse por un solo punto de diferencia después de quince apretados asaltos; dos años después, en un tercer encuentro Thil vuelve a vencerlo, también pierde, en Bilbao, España, frente al cubano Cheo Morejón.

    De Francia, parte el 7 de julio de 1938 con rumbo a Sudamérica, donde realizaría varias presentaciones, especialmente en Argentina, Uruguay, Chile y Perú, con el objetivo de resolver las dificultades económicas de la familia. Después de cumplir compromisos en Chile, Mustelier decidió venir a Cuba, con la intensión de traer a su esposa Yolete Yol e hijos; pero, a consecuencia de las dificultades provocadas por la invasión a Francia en mayo de 1940 en el marco de la II Guerra Mundial, decide continuar con su profesión de boxeador en Cuba.

    En La Habana, Tunero efectuó varias peleas. El excelente púgil fue criticado por su presentación frente al semicompleto Vicente Pimpinella, ya que la prensa lo calificó de viejo y muy lento de piernas, pese a ganar sin dificultades, algo que lo hizo sentir muy mal después de seis años sin pisar la tierra que lo vio nacer. Disgustado, aceptó un contrato para pelear en República Dominicana. (Batista, Juan Emilio, 2013).

    En 1942, casi imposibilitado de de pelear por los avatares de la vida, Evelio Mustelier realiza uno de los más grandes combates de su carrera, cuando a pesar del pesimismo difundido por los medios, enfrentó a Ezzard Charles considera como un ídolo en Cincinnatti. A pesar de ser mayor de edad y mediano peso respecto a Charles, sorprendió al mundo con un espectacular triunfo. Al finalizar la conflagración mundial, regresó a Francia junto a su familia.

    Después del triunfo frente a al peso mediano Hanking Barrows, destacado pugilista panameño, Mustelier comienza a padecer fuertes dolores de cabeza y mareos, razón por la cual decide retirarse del cuadrilátero. Respecto a este combate, el escritor norteamericano Ernest Hemingway, declaró al periódico Prensa Libre: “Para mí es el atleta más completo que ha producido Cuba. Si aún quedan caballeros en la tierra, Tunero es uno de ellos.” Tiempo después, Mustelier declara que “en la pelea tuve un infarto coronario, mi corazón había dado hasta el último esfuerzo que puede dar la maquinaria humana y, naturalmente, fue mi última pelea, que por poco me cuesta la vida”.

    Son muchos los que aseguran que Mustelier fue un boxeador de gran destreza, un estilista puro que estudiaba al oponente con esmero y ganaba los combates basándose en estrategia y buena técnica boxística. En su momento de esplendor, venció a cuatro titulares del orbe: Marcel Thill, Anton Christophoridis, Ken Overlin y Ezzard Charles. También se enfrentó a numerosos púgiles de calibre internacional como el boricua José Basora. (Encinosa, 2004: 67-69).

    A decir del destacado boxeador tunero Jorge Liraldo Leyva (El Colegial), el “Kid tunero”, era uno de los mejores de su tiempo pero fue discriminado por ser negro, razón por la cual no pudo alcanzar un ascenso en este deporte, estuvo siempre renuente a combatir por la paga, a ser un instrumento de los poderosos que dominaban el ring como objeto de lucro personal.

Propagación del boxeo en Las Tunas

    En la década del 30 el boxeo en Las Tunas era algo episódico. Según Juan Emilio Batista Cruz, periodista e historiador del deporte en Las Tunas, el boxeo tuvo sus inicios en el territorio gracias al entusiasmo del fotógrafo Lara, el cual lo practicaba. Con posterioridad, se desarrollan encuentros en los antiguos teatro “Cucalambé” y “Capitolio”, este último calificado por el período local El Eco de Tunas como el Coliseo de la ciudad, donde eran insuficiente el espacio en las gradas para todos los que querían participar. Las entradas tenían un valor de 20 centavos y asistían a los espectáculos de 300 a 400 personas.

    En el patio de la dulcería La Crema, situada entonces en la calle Francisco Vega al lado de la librería Aurora, existía otro ring; en este, peleaba Patiño, hermano del dueño de la dulcería y otros boxeadores locales. Avensindado en esta ciudad, surge el ídolo santiaguero Alberto Castillo, quien fuera además, compañero de escuadra de Kid Chocolate. Castillo llegó a ser campeón en el sur de los Estados Unidos.

    Las posibilidades de un desarrollo deportivo en el contexto tunero, y menos en estas circunstancias, eran prácticamente imposibles, razón por la cual, algunas personas tenían áreas muy rudimentarias en el patio de sus casas. La prensa local “El Eco de Tunas” no difundía este tipo de acontecimiento deportivo, muestra del poco interés por la promisión de este deporte, a consecuencia de los criterios repulsivos de algunas personas; no obstante a esta situación, la población se vio influenciada por el ambiente boxístico mundial de las décadas del 40 y 50, de ahí que siguieran el curso del acontecer deportivo nacional y mundial, en especial sobre las grandes figuras del momento de la talla del estadounidense Sugar Ray Robinson, campeón mundial de los Welter en 1946, también de Rocky Marciano, rey de los años 50 entre los pesos pesados. Sus actuaciones influyeron poderosamente en la expansión de este deporte en el contexto tunero.

    A principios de los años 40 y parte de los 50, las actividades boxísticas en Las Tunas se desarrollan en la antigua valla de gallos, ubicada en la calle Lora, entre Francisco Vega y Julián Santana; con posterioridad, se establece en el “Club Gallístico”, frente al espacio que hoy ocupa el edificio conocido como 12 plantas. También se estableció en esta época, en la ciudad de Victoria de Las Tunas, un ring portátil, al que pusieron por nombre Evelio Mustelier, en honor al púgil tunero.

    En estas áreas combatieron una treintena de boxeadores entre ellos: el sastre y músico, Félix Gutiérrez, Meriño, Estrada (hijo del popular Pompa Castillo), Kid Sono, Giraldo Gonzáles, los hermanos Rosales, del barrio el Marabú, nombrados: “Pantera”, “León” y “La Fiera”, Kid Puerto Rico, Kid Cantinflas, el mellizo de Manatí, Ángel Píhua Sánchez; este último, campeón nacional que habitaba en el barrio el Marabú, considerado por muchos el más estilista, la leyenda popular dice que no había nadie quien lograra tocarle la cara. También se destacaron los célebres Macana, Liborio Palitroque, los hermanos Mario y Jesús Hechemendía, de esta familia nació el actual campeón Damián Austin Hechemendía.

    Estos boxeadores fueron famosos por su coraje y pegada, aunque carecían de técnica. Algunas asociaciones de la ciudad como: el Liceo y la Colonia Española comenzaron a patrocinar las peleas al estilo de como se venían realizando en el occidente del país, a ellos se le sumaron algunos de los comercios de la ciudad y algunos colonos, con fines publicitarios. El patrocinio consistía en la compra de la camiseta, las zapatillas y el chor con que iban a pelear.

    El lugar donde se desarrollaba era público, se situaban bancos de madera y en ocasiones había que pagar para ocupar un “palco” al aire libre. Los precios por las entradas eran de unos 20 centavos, relativamente bajos si se compara con lo de grandes escenarios nacionales donde se cobraba un peso por sentarse en las gradas, dos por la preferencia y 3 pegados al ring. Los espectáculos iniciaban después de las 8.00 PM, se desarrollaban de 3 a 5 peleas en cada jornada. Los premios otorgados a los pugilistas consistían en el pago de 3 o 4 pesos por cada pelea, algunos lo hicieron hasta por 4 reales. Algunos de los boxeadores de aquella época han manifestado que peleaban no tanto por la paga sino por el placer de practicarlo, disputarse prestigio y reconocimiento.

    A estos eventos asistían también una significativa cantidad de niños, sin que sus padres advirtieran la influencia nociva a que se exponían. Con mucha frecuencia boxeadores de otras provincias más cercanas hacían gala de su actuación frente a los tuneros. La concentración de público era propicia para que los vendedores ambulantes realizaran sus mercancías (empanadas, empanadillas, maní tostado, entre otros alimentos).

    El auge deportivo de la década del 40 en el territorio tunero motivó la apertura de una pequeña fábrica de guantes de pelota y de boxeo, propiedad de unos descendientes de chinos, ubicada en la calle Maceo, esquina Lico Cruz. Con posterioridad, se establece una tienda de equipos deportivos en la calle Vicente García.

    Los más connotados del pugilismo tunero de la década del 50 fueron: Ángel “Pihua” Sánchez, Eddy Botello, Joaquín Castillo (Kid Sapo) y Liraldo “Colegial” Leyva. Ellos desarrollaron combates con contrincantes de mayor edad y peso. Castillo recorrió varias provincias en eventos de este tipo y durante algún tiempo fue considerado como el mejor del territorio.

    En entrevista realizada a Jorge Liraldo Leyva (el colegial), se conoce que desarrolló su carrera en el boxeo de 1952 hasta el 1958. Durante ese tiempo, su motivación principal por este deporte fue ganar dinero para sostener la familia, aunque solo recibían un pago de 3 o 4 pesos por cada pelea, en raras ocasiones un poco más de esta cantidad. Su primera pelea fue en el ring de la calle Martí frente a Juan Días, con este se congeniaron dos peleas, de las cuales, venció en una ocasión. El promotor o coordinador de estos eventos era un tal Pulido. La pelea con un profesional en el plano oficial fue contra el campeón nacional Ciro Moracen con el cual perdió.

    El único knock out que recibió, se lo propinó uno de los hermanos Rosales “La pantera”, en total desarrolló un poco más de 70 peleas de por vida, y ganó alrededor de la mitad. Su entrenador era el ex boxeador tunero Carlos Tamayo Caoba, conocido por Kid Caoba. Se enfrentó también al venezolano Antonio Padrón (Tony), a diez rounds, según Liraldo, “no se sabía cuando iba a ganar o cobrar”, fue esta la pelea más espectacular y la más sangrienta desarrollada por un tunero. A lo largo de su carrera y dado a la violencia de estos combates, le rompieron en dos ocasiones las cejas, le fracturaron la clavícula y perdió la ternilla.

    En aquellos tiempos, a los árbitros no les importaba el estado en que se encontraban los boxeadores durante los combates, la extensión de los espectáculos y su carácter sangriento era disfrutado por el público. El 30% de las ganancias le correspondían al manager, más la casa de huésped. En los encuentros boxísticos que se desarrollaban en Victoria de Las Tunas, la inmensa mayoría de las veces no había atención medica para los púgiles, era la brindada por los representantes de cada boxeador, en raras ocasiones se recurría a un médico. Como resultados de las peleas muchos otros sufrieron traumatismos que le pesaron el resto de sus vidas.

    Según Juan Emilio Batista, promotor de boxeo en su barrio en los años 40 y 50, el pugilismo se convirtió en una práctica popular entre los niños y jóvenes tuneros que tenían la aspiración de poder llegar algún día ser profesional. En disímiles sitios, en el horario de la tarde, se efectuaban carteles de cuatro o cinco peleas, en cuadriláteros improvisados, con la participación de muchachos de Casa Piedra, Buenavista, Sosa y hasta algunos con residencia más al centro de la ciudad. En aquel entonces “el ring” se delimitaba por cuatro líneas de cenizas sobre la tierra y algunos pedazos de soga, las peleas se efectuaba utilizado guantes pesados y no existía uniformidad en las ropas ni tampoco el calzado era el apropiado. En estos encuentros se velaba por la integridad física de los púgiles, sin admitir la continuidad de un enfrentamiento en el que existiera evidente desproporción, sin que esto significara que existieran personas que promovieran peleas irresponsables motivadas por la percepción de rudeza desmedida de este deporte que afectaba el desarrollo de la infancia.

    Influenciados por aquellos espectáculos boxísticos, se hizo común que los niños riñeran con el empleo de los puños en los escenarios callejeros. Algunas personas adultas azuzaban e instigaban a los niños, incluso a sus hijos, a pelear como si estuvieran asistiendo a una pelea de gallos o de perros, como si el niño fuera un animal de pelea.

    Algunas asociaciones de la ciudad como: el Liceo y la Colonia Española, comenzaron a patrocinar las peleas al estilo de cómo se venían realizando en el occidente del país, a ellos se le sumaron también algunos de los establecimientos comerciales de la ciudad, con fines publicitarios; de igual modo, lo hacían algunos colonos. El patrocinio consistió en la compra del vestuario con que iba a pelear.

    De este modo, el boxeo se convierte en una pasión local, surge un público con capacidad de pago, y a la vida social de los tuneros se le suma la fanfarrea vinculada a este deporte.

    El boxeo profesional durante la República neocolonial, en Las Tunas, fue una de las actividades de disfrute de la población y una fuente proporcionadora de ganancias a sus promotores, pero también fue medio de la depauperación de muchas familias, pues la violencia desmedida en su práctica, conllevó a numerosos accidentes y alteraciones del cerebro que influyeron en la conducta de varios de los pugilistas.

    En los espectáculos boxísticos, confluían las relaciones interculturales entre personas de varias edades y sexos, barrios y localidades tanto urbanas como rurales. Las emociones se mezclaban con el placer de consumir el producto de la gastronomía que ofertaban los vendedores ambulantes dentro de la multitud. Constantemente, brotaban las discusiones acaloradas, movidas por el apasionamiento o preferencia hacia alguno de los contendientes. Algunos, dominados por el subconsciente, imitaban los golpes y esquives de los púgiles. Los aplausos se confundían con el bucheo y las voces injuriosas y glorificantes. Los rivales del ring, disfrutaban los lauros del público y expresaban la jactancia, el orgullo, la grandeza, o el revanchismo según el caso. Los combates culminaban, pero la población seguía reeditando lo sucedido, los niños activaban su fantasía, al imaginarse o imitar a sus favoritos, o la expresión ilusionada de que “cuando yo sea grande seré boxeador”.

    La barbarie humana expresada en la práctica del boxeo en aquella época, condujo a que con el triunfo revolucionario del primero de enero de 1959, se llevaran a cabo profundas transformaciones sociales, dentro de ellas, la destrucción de las formas enajenantes de recreación y deportes existentes en el país, como el boxeo profesional. En su lugar, se establece el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación "INDER", el 23 de febrero de 1961, sustentado en bases sociales con oportunidades para todos los miembros de la sociedad, que han permitido fomentar el desarrollo multilateral y multifacético de la población. Los resultados se evidencian en la aprobación de reglamentaciones más humanas y los numerosos lauros obtenidos en campeonatos mundiales, copas del mundo y juegos olímpicos.

    Durante los primeros años de la revolución, ocurren importantes cambios bajo la guía del Comandante en Jefe Fidel Castro quien imprimió al Movimiento Deportivo Cubano una concepción humanista; en este sentido, expreso el 17 de junio del 2005: “El deporte no es en nuestra concepción un instrumento más del mercado, un medio de vida de los jóvenes en vez del estudio y el trabajo, ni de lucro de promotores, agentes y toda la fauna de parásitos que se alimentan del esfuerzo del atleta; no es negocio turbio y caldo de cultivo de la droga y la utilización de sustancias ilícitas y dañinas para la salud del deportista. Nos hemos opuesto y nos seguimos oponiendo a esa concepción mercantilista del deporte…”

    No todos los boxeadores de aquella República, pudieron continuar haciendo carrera en la etapa revolucionaria del deporte cubano, pues algunos de ellos, por el afán por conquistar un lugar en la fama, les costaron la angustia de sufrir graves traumatismos de los que nunca pudieron rehabilitarse.

    La historia de aquellas primeras generaciones de boxeadores, llena de violencia y tristezas, es la razón que justifica no reeditar el pasado y seguir escribiendo páginas de gloria desde la simiente deportiva, que nos han legado personalidades de la talla de Teofilo Stívenson, Omar Santiesteban, José Gómez Mustelier, Damián Austin, y otros tuneros, que han puesto en lo más alto de la honra la escuela cubana de boxeo.

Conclusiones

    Para comprender las particularidades del hecho boxístico en la localidad de Victoria de Las Tunas, es necesario conocer los antecedentes históricos y culturales relacionados con esta práctica en el contexto internacional y nacional, así como la influencia de las relaciones de poder económico y político local, en el desarrollo deportivo.

    A pesar de la mercantilización y comercialización del boxeo y la agudización de las consiguientes diferencias sociales en la región, durante la República neocolonial en Victoria de Las Tunas, es innegable su influencia para la conformación de una tradición e identidad boxística local que sentó las bases para que, al calor de la Revolución después de 1959, este territorio se convirtiera en una potencia del boxeo cubano, encabezada por el tricampeón olímpico y mundial, Teófilo Stevenson Lawrence.

Bibliografía

  • Alfonso Jorge. Puños dorados. Apuntes para la historia del boxeo en Cuba. Editorial Oriente, Santiago de cuba, 1988

  • Alonzo, Alonzo: Tierra inerte, La Habana, 1961

  • Batista Cruz, Juan E. Tras una pelea, amistad eterna. En: Tiempo21, edición digital de Radio Victoria, Las Tunas, Cuba, 2009, [en línea], consultado 2-1-2009

  • _______ Teófilo Stévenson: La grandeza de un campeón. En: Tiempo21, edición digital de Radio Victoria, Las Tunas, Cuba, [en línea], consultado 4-1-2009

  • _______ La familia de Kid Tunero y la II Guerra Mundial. En: http://www.tiempo21.cu/index.php/historia-del-deporte-en-las-tunas/8264-la-familia-de-kid-tunero-y-la-ii-guerra-mundial [en línea], consultado 8-1-2014

  • _______Final inusitado en boxeo de barrio. En: http://www.tiempo21.cu/index.php/historia-del-deporte-en-las-tunas/4866-final-inusitado-en-boxeo-de-barrio [en línea], consultado 8-1-2014

  • Boxeo en Cuba. En: http://www.ecured.cu/index.php/Boxeo_en_Cuba [en línea], consultado 9-1-2014

  • Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado en la inauguración de los Primeros Juegos Deportivos del ALBA. Coliseo de la Ciudad Deportiva,
    17 de junio de 2005. En: http://www.granmai.cubasi.cu/

  • Castro Zamora, Rolando. El Boxeo con lo nuevo y la tradicional, Editorial oriente, Santiago de Cuba, 1995.

  • Eduardo de Ulzurrún a Manuel Rionda, 16 de dic. De 1916, ser.1. BBC; Braga: “A Bundle of Relations”, p. 103

  • Encinosa, Enrique. Azúcar y Chocolate: historia del boxeo cubano. Ediciones Universal, 2004

  • Facultad de Cultura Física de la Universidad de Las Tunas. Base de información del Centro de Estudios de Deporte y Cultura (testimonios, entrevistas y crónicas relacionadas con la participación de los tuneros en el boxeo).

  • González Rodríguez, Misael Salvador . Boxeo: la Escuela Cubana, la Serie Mundial y su impacto social en Cuba. En: http://deporcuba.com/2013/12/04/boxeo-la-escuela-cubana-la-serie-mundial-y-su-impacto-social-en-cuba/ [en línea], consultado 25-12-2013

  • Gould Cozzens, James. Cocr Pit, New Cork, 1928, pp. 191-193.

  • James, Ariel. Banes: imperialismo y nación en una plantación azucarera. La Habana, 1976

  • Kid Tunero. Una crónica de Elio Menéndez. En: http://boxeocubano.blogspot.com. [en línea], consultado 23-9-2007

  • Montero Quesada, Guillermo y Jiménez Espinosa, Etián. Historia del Boxeo en la provincia de las Tunas hasta 1990. Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte, Cuba. Facultad de Las Tunas, 2009. En: http://www.gdeportes.cu/Podium/2009_10A/Trabajos/06-06.pdf

  • Montero Quesada, José Guillermo. El boxeo en Las Tunas neocolonial. Guión para el programa histórico cultural “Postales tuneras”. Tunasvisión. ICRT. Cuba, 2012

  • _______ El hecho histórico deportivo. Referentes teóricos y metodológicos del enfoque para su estudio. En: EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 186, noviembre de 2013. http://www.efdeportes.com/efd186/el-hecho-historico-deportivo.htm

  • Surgimiento del boxeo en Cuba. En: http://www.ecured.cu/index.php/Surgimiento_del_boxeo_en_Cuba [en línea], consultado 4-2-2014.

Otros artículos sobre Deportes de combate

  www.efdeportes.com/
Búsqueda personalizada

EFDeportes.com, Revista Digital · Año 19 · N° 194 | Buenos Aires, Julio de 2014  
© 1997-2014 Derechos reservados