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Consideraciones sobre la formación ética de los

estudiantes de la Filial de Ciencias Médicas de Morón

 

*Metodóloga. Docente Auxiliar

Máster en Ciencias de la Educación Superior

**Profesor del departamento de Enfermería. Docente Asistente

Máster en Ciencias de la Educación Superior

***Jefa del departamento de Educación Física

Máster en Actividad Física en la Comunidad. Docente Auxiliar

****Estudiante de Medicina

Filial de Ciencias Médicas Arley Hernández Moreira de Morón

MSc. Marlene García Ravelo*

MSc. Oscar Padilla Padrón**

MSc. Magaly Hernández Sotolongo***

Est. Sergio Oscar Padilla García****

magalys@fcs.cav.sld.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El trabajo recoge algunas impresiones en torno a la situación actual de la formación ética de los educandos de la Universidad Médica cubana, la cual tiene definida como su misión la formación de profesionales capaces de asegurar la continuidad histórica del sistema de salud cubano. El desarrollo de valores ha pasado a ser tarea de primer orden para la universidad cubana donde por la fuerza de su ejemplo personal, el profesor se ha convertido en un actor indispensable. Es en el aspecto metodológico donde se consideran que radican las principales deficiencias ya que no se ha logrado un proceso suficientemente participativo y contextualizado que logre la pertinencia requerida en el proceso de formación de valores de los futuros profesionales de la salud.

          Palabras clave: Ética médica. Estudiantes de medicina. Educación médica.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 193 - Junio de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La Universidad del Tercer Milenio está llamada a ser la institución creadora de conciencia, en la que todos sus procesos se integren, enriqueciéndose mutuamente, y se apliquen a la búsqueda de soluciones para los problemas de la sociedad y de las naciones. (1)

    En su nueva visión de la educación superior, la UNESCO señala la pertinencia como uno de los 3 aspectos claves que determinan su posición estratégica en la sociedad contemporánea y su funcionamiento interno; entendida como tal el papel de la educación superior como sistema y el de cada una de sus instituciones hacia la sociedad y en función de las expectativas de ésta, respecto a la educación superior. (2)

    Se señala además que no basta la pertinencia, sino que también se requiere que sea de mejor calidad, con una proyección multidimensional que impacte la misión de las instituciones de educación superior con una nueva visión de universidad proactiva.

    En el contexto señalado y con esa misión enmarcada en sus condiciones particulares, la Universidad cubana, liberada de los principales males que afectan a la educación superior en América Latina, tiene fortalezas y cuenta con apreciables oportunidades para cumplir su encargo social y preservar el lugar cimero que ocupa, pero tiene debilidades que necesita superar y amenazas que debe enfrentar, con ese mismo propósito.

    Como parte de ella, la Universidad de Ciencias de la Salud no sólo está llamada a dar continuidad al protagonismo que a lo largo de la historia nacional ha tenido en las transformaciones y desarrollo de la sociedad, sino además tiene una elevada responsabilidad, tanto porque los profesionales que forma tienen en sus manos el bien más preciado del ser humano –la salud, la vida– como porque son reconocidos socialmente como importantes agentes, socializadores, líderes del cambio. (3)

    El propósito de lo que se expone a continuación es presentar algunas reflexiones acerca de la situación actual de la formación ética de los profesionales en la Universidad Médica, principales dificultades y algunas posibles estrategias de desarrollo, partiendo de la convicción de que este aspecto de la formación integral ocupa un lugar determinante en la calidad del desempeño profesional.

Desarrollo

    La Universidad como institución académica responsable de la formación de los profesionales, debe ser un lugar donde se enseña a vivir, a crecer y a ser mejores en su interrelación directa desde y hacia la sociedad. La Universidad del tercer milenio está llamada a ser la institución creadora de la conciencia en la que todos sus procesos se integren, enriqueciéndose mutuamente y se apliquen a la búsqueda de soluciones para los problemas de la sociedad y de las naciones.

    La Universidad médica cubana enfrenta el actual reto sobre sólidas bases, por voluntad política y decisión del estado y el Sistema Nacional de Salud (SNS) cuyas instituciones se encargan de lograr equidad en salud y priorizar los recursos necesarios en intervenciones eficaces que privilegien las acciones de promoción y prevención de salud. (2)

    Por tales razones tiene bien definido su encargo social que se expresa en la formación de los profesionales de la salud, médicos, estomatólogos, licenciados en enfermería y en tecnólogos que requiere la sociedad, con una sólida preparación científico-técnica y capacitados para su constante actualización en los avances de las ciencias médicas y otras ciencias afines, con altos valores éticos, políticos y morales, comprometidos para satisfacer las demandas y las necesidades del sector, fundamentalmente mediante el programa de Atención Primaria de Salud, lo que puede traducirse en la formación de un profesional con un sólido sistema de convicciones y una alta tendencia orientadora de la personalidad hacia su profesión.

    El impacto del vertiginoso desarrollo tecnológico sobre la educación en el contexto de leyes de mercado globalizadas se expresa en la tendencia a considerar como fin de la educación, la producción de ciencia y tecnología. En una sociedad como la cubana no existen los factores que explican la presencia de algunas situaciones que caracterizan el entorno social y educacional latinoamericano (exclusión, desocupación, etc.). Sin embargo, sí existen algunas debilidades y amenazas que se comparten, como el posible deterioro progresivo de la calidad educativa en la medida en que se aparte de las necesidades y problemas del contexto sociocultural, así como el privilegio a la educación técnica y subvaloración de la humanística, entre otras.

    Cualquier intento de preservar la pertinencia y la calidad de la educación superior en medio de este contexto, marcado por la transnacionalización y la desnacionalización económica, cultural y social del mundo unipolar y globalizado (7), pasa por la necesidad de trabajar intensamente por la consolidación en los estudiantes del sistema de valores morales que ordenan los juicios sobre la vida moral de la sociedad y las acciones derivadas de esos juicios.

    Los valores se han definido como los motivos que se constituyen; se configuran en el proceso de socialización del hombre y al mismo tiempo, articulan la expresión del hombre en sus distintos espacios de relación surgen como resultado de la comprensión. (3)

    El papel de la educación en la formación de valores se basa en propiciar las ocasiones apropiadas a los estudiantes (individual y colectivamente) para que configuren mediante la experiencia y lenguaje propios sus valores, constitutivos de la personalidad y de la individualidad humana. No pueden existir en la realidad valores no asumidos. Por tanto, el espacio del valor está en la individualidad. Hablar de formación ética significa abordar la educación moral de los individuos sobre la base de la interiorización de un determinado sistema de valores, a través de un proceso de construcción personal consciente, contextualizado y argumentable. (8)

    La determinación de cuáles son los componentes de un sistema de valores dado para un contexto sociohistórico concreto es pues, el punto de partida del proceso formativo, y posiblemente sea para la Educación Superior una de las tareas más arduas que debe llevar adelante.

Problemas actuales y posibles estrategias de cambios

    En la mayor parte de los países de América Latina se sigue hablando de la utopía de la salud como derecho universal del hombre y como parte de ella, señalan la necesidad de la voluntad política y de que las universidades fomenten el pensamiento generalista en el médico, brinden una educación médica que no responda al mercado sino al servicio de la vida y tomen el compromiso social como base para el desarrollo integral del ser humano, con un fortalecimiento del sentido de solidaridad como profesionales de la salud, en un sistema cuyas regulaciones no se basen en los flujos de dinero.

    La problemática cubana es bien diferente, todo lo anterior son asuntos resueltos; pero la Universidad Médica tiene hoy la misión de formar profesionales capaces de asegurar la continuidad histórica de un sistema de salud cuyos servicios no son mercancía y los que la reciben no son clientes.

    La justicia, la independencia y la solidaridad que también conforman la llamada utopía latinoamericana son parte de la realidad objetiva y constituyen el núcleo esencial de las conquistas que justifican una resistencia de más de 40 años frente a un sinnúmero de dificultades y agresiones. El problema fundamental es lograr la preservación de las conquistas alcanzadas en un contexto en el que a la situación internacional ya referida se suma una complicada etapa del desarrollo sociopolítico interno, marcada por la gravedad de la crisis económica, en la que el sistema de salud también ha sufrido los embates de las dificultades y restricciones de recursos.

    Por otra parte, el paradigma biomédico como modelo hegemónico de la práctica profesional en el mundo, continúa expresándose en el pensar y el quehacer de una parte importante de los profesionales.

    En resumen, la formación en los jóvenes, de valores compatibles con los que están socialmente institucionalizados en Cuba, resulta una tarea compleja, tanto por las influencias desfavorables del contexto internacional como por las dificultades derivadas de la crisis económica interna.

    Esos valores que brindan la base política, ideológica, jurídica, legal y ética a la formación de los recursos humanos y al ejercicio profesional en el sector de la salud, han pasado a constituir el núcleo fundamental de la misión de la Universidad Médica Cubana, la que deberá contribuir de forma protagónica a educar a los futuros profesionales de la salud en principios que los lleven a ejercer con solidaridad, responsabilidad, sinceridad, honestidad, altruismo, lealtad, amor, colectivismo y justicia; de manera que el desarrollo científico-técnico en lugar de contribuir a la deshumanización del ejercicio profesional, sea aprovechado como un medio para respaldar el derecho universal del hombre a la salud y el respeto a su integridad.

    Frente al abandono de la clínica, la subvaloración de la relación humana entre el que da y el que recibe el servicio de salud, la transformación de la Medicina en mercancía, la prevalencia positivista de hechos y logros científicos sobre valores humanos y otros rasgos similares que lastran el ejercicio de las profesiones vinculadas con la salud del hombre, en el mundo contemporáneo, la supervivencia en el presente siglo necesita tanto de la preservación del medio ambiente como de la formación de valores que sitúen al ser humano por encima del dinero.

    Desde el punto de vista metodológico, el desarrollo de una ética profesional orientada al humanismo no puede tener lugar según las fórmulas neoliberales de búsqueda y formación de su propio sistema de valores por los jóvenes. Se interpreta esto como una fantasía que pretende ignorar la influencia de la globalización y justificar la falta de compromiso de las universidades en la educación de la juventud.

    Frente a esas fórmulas se destaca el papel del profesor como elemento clave por la fuerza de su ejemplo personal y por la capacidad que tenga para lograr un protagonismo consciente de los jóvenes en su propia formación. En el caso particular de la Universidad Médica Cubana, conformada por las instituciones donde se brindan los servicios de salud, la responsabilidad formativa se hace extensiva a todos los que se relacionan con los estudiantes en el transcurso de su proceso educativo.

    Es precisamente en el aspecto metodológico donde se consideran que están las principales deficiencias (aunque no las únicas) del trabajo que se ha venido realizando y, por tanto, en el que resulta indispensable desplegar una estrategia de cambio.

    Durante años, se ha seguido la misma tendencia que en el resto de los centros de educación superior del país: un desarrollo incompleto del enfoque del trabajo educativo con “...insuficiencias en la proyección, ejecución y valoración de los objetivos educativos en relación con los objetivos instructivos...”. (9)

    Estas insuficiencias que en etapas anteriores podían ser suplidas por la fuerte influencia educativa de todos los procesos y actores sociales, son ahora insostenibles, ya que hay circunstancias sociales diferentes, las que determinan que las principales instituciones y canales formativos operen en el escenario de la escuela y el trabajo. Son la escuela, los medios de difusión masiva y las organizaciones políticas y de masas las 3 instituciones que lideran la acción socializadora en el momento actual. Corresponde pues, a la Universidad, parte del protagonismo. (10)

    Los objetivos generales educativos e instructivos recogidos en los perfiles profesionales de las carreras se ajustan a los atributos concebidos para los profesionales que se deben formar. (11)

    Sin embargo, en lo concerniente a la formación moral, es posible identificar insuficiencias en los programas de las asignaturas.

    En una reciente revisión al azar de 11 programas del área clínica de la carrera de Medicina se encontró que en 2 casos no aparecen referencias a los aspectos éticos de la formación de los estudiantes, solamente 5 hacen alusión en los objetivos educativos a la relación médico-paciente, 3 incluyeron aspectos ético-legales y otros 5 contenían alguna referencia a diferentes aspectos de la formación ética. En relación con los objetivos instructivos, solamente uno de los programas revisados hace alusión expresa a la formación ética y, en correspondencia, es el único que en el sistema de contenidos recoge este aspecto.

    Sin lugar a dudas, a lo largo de los años, la relación alumno-profesor que se establece en la educación en el trabajo ha asegurado no sólo la formación científico-técnica, sino también, la moral de los educandos, por lo que no es nuestra intención maximizar la trascendencia que hasta ahora puedan haber tenido las insuficiencias que se señalan a los programas. Pero tampoco se puede ignorar que los claustros se van renovando y que la presencia explícita en los programas de la contribución de cada asignatura y estancia a la formación ética de los estudiantes es un factor contribuyente a que en los colectivos de asignatura se analice este aspecto fundamental del proceso docente-educativo, lo que coadyuvaría al fortalecimiento de la vertiente curricular del trabajo educativo que realiza el CEMS.

    La formación de valores requiere: el trabajo con los profesores, el trabajo curricular y el trabajo extracurricular.

    El trabajo curricular conlleva una coherencia entre perfil profesional -plan de estudio- programas de las asignaturas-ejecución de los procesos que lo integran, y todos ellos tributando a los objetivos formativos. En el caso particular de las carreras de Ciencias Médicas otro componente esencial de ese sistema es la integración docente-asistencial, que es la que le confiere el carácter de fortaleza al hecho de que el proceso docente-educativo esté insertado en los escenarios reales de trabajo. Cuando esa integración no es efectiva, saca a la educación médica del sistema de salud y lo que pudo ser fortaleza se convierte en una dificultad del entorno, ajena, en una amenaza.

    El trabajo extracurricular, tanto el de carácter docente como el extensionista, también debe estructurarse en sistema y en torno a los objetivos formativos.

    El enfoque integral para la labor educativa se concreta en el proyecto educativo del año académico y de la brigada estudiantil.

    Si bien en la Filial de Ciencias Médicas de Morón se han operado avances, la evaluación preliminar del proceso de implantación del enfoque integral y de los resultados obtenidos indica que no se ha logrado un proceso lo suficientemente participativo y contextualizado como para considerar que los proyectos educativos tengan la pertinencia requerida.

    La afirmación anterior se refiere fundamentalmente al trabajo educativo curricular, en el que la formación ética de los estudiantes debe ocupar un lugar prominente.

    Cualquier avance en la obtención de resultados en la educación de la personalidad de los educandos, necesariamente ha de partir de un trabajo más orgánico, en el que el trabajo educativo curricular se complemente con el extracurricular y el extensionista, orientados armónicamente al logro del sistema de valores que como ciudadanos y profesionales deban portar los egresados.

Conclusiones

  • Si bien existen innumerables dificultades para llevar adelante la obra educativa de la Revolución, el fortalecimiento del papel protagónico de los centros de formación, incluidas las Universidades, ha de apoyarse en los sólidos cimientos creados por todos los que a lo largo de la historia han contribuido a la formación, desarrollo y consolidación de la nacionalidad cubana hasta la actualidad y en la búsqueda de métodos humanistas que pongan a los estudiantes en el centro de toda la actividad institucional, como los principales creadores de su propia personalidad bajo la guía de los profesores.

  • Esta es una tarea impostergable que se abrirá paso cualesquiera que sean las dificultades. El perfeccionamiento de los programas de estudio, con una mayor precisión de los aspectos educativos que se pretende lograr, y particularmente los referidos a la formación ética a lo largo de la carrera es un elemento que en nuestra opinión contribuiría a elevar el carácter participativo de los profesores y a favorecer la articulación armónica de las restantes variantes del trabajo de formación de la personalidad de los jóvenes.

Referencias bibliográficas

  1. Tünnermann C. La universidad frente al cambio. Rev Cubana Educ Med Super 1995;1(2):7-9.

  2. _____. La educación en el umbral del siglo XXI. Caracas: CRESALC/UNESCO; 1996:79-85.

  3. González F. Un análisis psicológico de los valores: su lugar e importancia en el mundo subjetivo. En: La formación de valores en las nuevas generaciones. Una campaña de espiritualidad y de conciencia. La Habana: Ediciones Políticas; Edit. Ciencias Sociales; 1996; p. 46-57.

  4. Barros T. El desarrollo científico-tecnológico y la ética. Rev Instituto “Juan César García” 1998;8(1-2):92-8.

  5. Bunge M. Ética y Ciencia. Buenos Aires: Siglo XXI; 1972.

  6. Barros T. Op. cit. p. 94-7.

  7. Cervantes R, Gil F, Regalado R, Zardoya R. Transnacionalización y desnacionalización. La metamorfosis del capitalismo monopolista de Estado. Rev Cuba Soc 1998;10, 2-39.

  8. Vasco E. El maestro como formador de valores. Rev Pedag. Caracas. 1996;7(45):66-7.

  9. Ministerio de Educación Superior. Enfoque integral para la labor educativa y político-ideológica en las Universidades. La Habana: Editorial Félix Varela; 1997.

  10. Domínguez MI. La formación de valores en la Cuba de los años 90: un enfoque social. En: La formación de valores en las nuevas generaciones. Una campaña de espiritualidad y de conciencia. La Habana: Ediciones Políticas; Edit de Ciencias Sociales; 1996 p.28-45.

  11. Ilizástigui F. Salud, Medicina y Educación Médica. La Habana: Editorial de Ciencias Médicas;1985 p.140.

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