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La identidad desde diferentes enfoques.

Su relación con la cultura y el deporte

 

Facultad de Cultura Física “Nancy Uranga Romagoza”

Pinar del Río

(Cuba)

Lic. Rosa María Acosta Castillo

rositapinar@pnr.uccfd.cu

MsC. Hildalina Pérez Álvarez

hildi@pnr.uccfd.cu

 

 

 

 

Resumen

          Asumir la compleja dimensión del problema de la identidad, implica reflexiones teóricas e históricas sobre este fenómeno de extraordinario alcance filosófico, sociológico, psicológico y pedagógico, de ahí su carácter multifactorial que incluye diferentes enfoques. La Facultad de Cultura Física y Deportes de Pinar del Río requiere hoy más que nunca de la posibilidad real de potenciar los procesos educativos, instructivos y desarrolladores que en ella se realizan, en función de afianzar los sentimientos identitarios de nuestros profesionales en formación. La actualidad del tema tratado, viene dada por el escenario de un mundo en que los problemas de naturaleza identitaria reclaman este tipo de reflexión y requieren recurrir a las fuentes más afamadas del pensamiento en la historia de la humanidad. El abordaje del tema de la identidad desde una perspectiva teórica permite una visión integral del problema desde el prisma de la relación dialéctica entre cultura y deporte, amenazado hoy por la ideología neoliberal que impone prácticas deshumanizantes ante las posiciones humanistas que defendemos como nación. En el campo de lo cultural los signos histórico culturales que determinan la especificidad de cada región han encontrado su expresión en la caricatura personal de las figuras más representativas del deporte revolucionario cubano así lo muestran, los ejemplos que recoge el presente trabajo.

          Palabras clave: Identidad. Cultura. Deporte.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 192 - Mayo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Los problemas del mundo contemporáneo, se han complejizado extraordinariamente como resultado de las profundas transformaciones que han tenido lugar a principios del siglo XXI. En su libro “Sociedad, cultura y deporte”, Alfonso López, Félix Julio (2013) refiere “Son tiempos complejos, llenos de paradojas…”.

    La globalización de la cultura impone una cultura unipolar desideologizada y mercantil que atenta cada vez más contra la identidad de las naciones, por lo que se hace necesario enfatizar en el concepto de identidad no como suma de costumbres o tradiciones inconexas, sino como un proyecto cambiante de nacionalidad o entidad que se modifica a partir de la dinámica histórica de cada contexto o país.

    Para Guterman (2000) “el acceso de cada vez más personas a más información calificada, hará del deporte una lucha de ideas y perspectivas, de vacíos y reflexiones; de defensores de lo global y de lo local; de tradicionalistas y reformistas; de chovinistas y de integracionistas; de conformistas y de alternativos; de fanáticos y tolerantes; de habilidosos y esforzados. Unos y otros, seguramente seguirán encontrando en el deporte un terreno fértil para sus metáforas”.

    Las autoras comparten este criterio a partir de la complejidad que hoy adquiere en el contexto internacional y nacional para políticos, científicos y profesionales del deporte el análisis de esta problemática desde diferentes enfoques.

    Frente a la globalización neoliberal es menester defender y desarrollar creadoramente la cultura como forma peculiar de actividad humana, teniendo como premisa la defensa de nuestra identidad nacional y local.

    En el caso cubano este tema rebasa la contemporaneidad y se remonta hasta las primeras manifestaciones de formación de nuestra nación y nuestra nacionalidad, así lo demuestran obras literarias de contenido político, cultural y deportivo como Espejo de Paciencia, Nuestra América, Vindicación de Cuba, Septembrismo, Pase usted, señor Jonrón y El rascacielos de Cuba, de alto contenido ético, emancipador, armonizador, orientador, regulador y viabilizador.

    En la relación entre actividad humana e identidad, se enfatiza el valor de la Cultura Física como un subsistema general de la cultura que alude a una forma específica de actividad humana y comprende todas las formas de actividad física y de espiritualidad en ellas emergentes al interior de los grupos, comunidades y tradiciones concretas. (Paz, 2004)

    Como parte del modelo de formación del profesional de la Cultura Física y el Deporte el concepto de perfil amplio comprende cuatro esferas de actuación: Educación Física, Deportes, Cultura Física Terapéutica y Profiláctica y Recreación Física, en función de garantizar mayor empleabilidad y movilidad laboral al egresado, con un carácter eminentemente pedagógico que le permite poner en práctica, mediante habilidades profesionales que dan respuesta al saber, saber hacer, saber ser, un desempeño competente y responsable acorde a las exigencias sociales de la Cuba de hoy.

    El deporte constituye la base de la formación deportiva en Cuba. Esta debe cumplir con la tarea de crear y mantener un ambiente deportivo y recreativo permanente en la comunidad, donde la participación de toda la población sea creciente y sistemática y, al igual que el resto de instituciones educativas del sistema deportivo cubano, tienen la misión de formar en los atletas y en la población en general, los valores esenciales de la sociedad sobre profundas bases humanistas, perceptibles en la conducta deportiva, estudiantil, familiar, laboral y ciudadana.

Desarrollo

    Partiendo de su concepto, la identidad es un rasgo que nos caracteriza frente a los demás, un factor que nos hace ser únicos e irrepetibles, la conciencia que tiene una persona de ser ella misma, un signo que te distingue del resto de las personas.

    En la actualidad el término identidad se utiliza mayormente en un sentido sociocultural, no obstante existen múltiples teóricos como Pupo (2003), Monsonyi (1982), Hernández Biosca (1996) que desde diferentes enfoques abordan este vocablo tanto en sentido sociocultural, sociológico, antropológico como histórico.

    Desde el punto de vista filosófico según Ubieta (1995): “La identidad es un término que no solo reconoce algo que existe en sí, sino como lo sentimos y lo asumimos colectivamente”.

    Cada sociedad tiene su manera distintiva de hacer, de expresarse, de sentir y de pensar, lo que aporta su sello, su originalidad a cada pueblo, es precisamente su identidad cultural, es cierto que como creación colectiva, social, la cultura de la humanidad es única, pero como manifestación concreta de una época, país o región, ella se expresa de manera diversa.

    Es indudable que las raíces de la cultura de cada pueblo, se encuentran profundamente arraigadas en su historia, tradiciones, idiosincrasia, en sus formas sui géneris de percibir y de transformar la realidad.

    Es en esta dirección que Rodríguez Bencomo (2010) define la identidad como el conjunto de elementos, objetivos y subjetivos, específicos de alguna entidad dada, aportando un sello distintivo y diferenciador de otros.

    En un sentido más amplio significa aquel cúmulo de determinaciones cuantitativas y cualitativas de relativa estabilidad, pertenecientes a cualquier fenómeno, proceso o sujeto, que condicionan su manera específica de ser, al mismo tiempo que crean las bases para diferenciarlo de otros.

    La identidad define los límites de una realidad dada y responde a las interrogantes ¿qué es?, ¿quién es?, ¿cómo es?, ¿cómo era?, ¿quién será? En el que se entremezcla la necesidad de conocer el pasado para comprender el presente y proyectarnos hacia el futuro.

    Para algunos autores, el problema de la identidad en Cuba se convierte en una exigencia histórica que se expresa entre la influencia del pensamiento europeo que nos colonizó y sojuzgó y el norteamericano que intenta dominarnos.

    En este contexto alertar sobre la tendencia a reproducir las vías y modelos de desarrollo provenientes de los centros más avanzados del capitalismo mundial constituye una necesidad insoslayable que estimula la reflexión en torno a la identidad en el plano ideológico.

    Cómo defender la fidelidad a nuestra identidad y la capacidad de ejercerla por sí y desde sí mismo, cuando la tendencia internacional que caracterizó la segunda mitad del Siglo XX y se manifiesta en el Siglo XXI es a la represión de las identidades socioculturales, étnicas, raciales, de género y generacionales.

    No hay alternativa, tenemos que trabajar desde posiciones de clase, esa es la tarea de los revolucionarios de este siglo “esclarecer los vínculos históricos y actuales entre la explotación de clases y la opresión del resto de las identidades sociales”. (Martín, 2010)

    Este objetivo requiere de un fuerte énfasis en los factores sujetivos, lo cual demanda especial atención a la educación, la comunicación social, el arte, la producción de pensamiento y la cultura. En consecuencia, la preparación del factor subjetivo para enfrentar el tema de la identidad resulta esencial, es la única manera de enfrentar la verdadera dignificación del hombre como aseverara José Agustín Caballero, representante de lo más ilustre del pensamiento pedagogo cubano del Siglo XIX.

    Instrucción del pensamiento y formación de los sentimientos continúa siendo la clave esencial para enfrentar los estereotipos ideológicos ya obsoletos históricamente conformados en otras condiciones sociales y responder a las necesidades, intereses, expectativas y capacidades de los actores claves de este proceso: el hombre mismo como ser social.

    Son ilustradoras las palabras de Alfonso López cuando se refiere a que “… es estremecedor el diálogo entre el fanático y el Duque, en una mesa desbordada de comida criolla y melancolía donde ambos llevan su tierra dentro…Aunque por fuera prediquen el éxito material, en su interior andan vacíos.”

    De ahí la pertinencia del tema del deporte, definido forjador de la identidad de los pueblos, convirtiéndose de una fuente formadora de valores, en un valor en sí mismo. Durante mucho tiempo este tema de formación de valores constituyó campo exclusivo del área psicopedagógica, donde a los maestros y profesores se les instruía en la necesidad de vincular la enseñanza del contenido de las distintas asignaturas con la incidencia en la formación personológica de sus alumnos.

    Es en el proceso de formación de la identidad que los valores aparecen como el componente fundamental de las acciones a tomar en cuenta por los especialistas que se vinculan al tema, especialmente los que se relacionan con aquellas actividades donde la cohesión grupal y el sentido de pertenencia adquieren características especificas que las hacen relevantes. Es aquí donde es importante la actividad deportiva, al convertirse en formadora en sí misma de distintos tipos específicos de valores.

    Grandes son los esfuerzos para desarrollar el deporte en nuestro país: se forman decenas de miles de técnicos; se incita a todos a practicar deportes y educación física como un medio de salud, de sana recreación, de uso del tiempo libre, de desarrollar la voluntad, el espíritu de esfuerzo y la amistad entre todos los competidores; no obstante el deporte cubano es influenciado por un mundo unipolar dominado por un orden económico internacional injusto y degradante, donde el profesionalismo, mercantilismo y robo de talentos son tentáculos que tratan constantemente de asfixiarlo.

    Ante esta realidad, fortalecer los valores morales y de defensa de nuestra identidad, cultivar el intelecto del futuro profesional de la Cultura Física y el Deporte, requiere por la vía curricular y extracurricular de un trabajo docente científico metodológico y extensionista, que abarque no solo la clase, el entrenamiento, la actividad científica o simplemente el intercambio, sino de todos los agentes y agencias que intervienen con este fin, a nivel institucional y social, de lo contrario, aunque el joven atleta sea físicamente un superdotado, quedará solo como una máquina de músculos y no como un ser social capaz de asumir modos de actuación consecuentes con los principios humanistas que defendemos.

    La excesiva comercialización a la que nos enfrentamos en el Siglo XXI, cuando el deporte ha dejado de ser de aficionados y desempeña un papel importante en las decisiones que se toman a nivel global, el robo de talentos, el doping como formas de engaño, entre otras manifestaciones, llegan a constituir motivo de preocupación, lo que no significa que no se reconozca la importancia del desarrollo científico tecnológico y su aplicabilidad en el mejoramiento del deporte y del deportista.

    Cuba no permite y no alienta la comercialización; no depende de las grandes trasnacionales para apoyar su deporte y procura por todos los medios que el deporte cubano sea acreedor, del reconocimiento y sano orgullo que el pueblo manifiesta por sus glorias deportivas y que nuestros campeones sigan siendo reconocidos en el mundo entero por su integridad, juego limpio y patriotismo; no obstante la realidad demuestra los niveles de incidencia que ha tenido el humanismo burgués contemporáneo y sus manifestaciones para los países subdesarrollados en la difícil tarea de enfrentar el desarrollo científico técnico que alcanza el deporte a nivel global.

    Constituye un reto para los profesores, entrenadores y personal especializado responsabilizados con la formación de las futuras generaciones de atletas, enfrentar la educación ideológica, moral, estética e intelectual de sus alumnos y otras, mucho más específicas relacionados con su preparación física, técnica y táctica.

    Luchar por el juego limpio, inculcar en ellos el espíritu de entrega, dedicación y sacrificio que conlleva un proceso de entrenamiento, el amor al movimiento deportivo cubano sobre la base del patriotismo, la disciplina consciente, el humanismo y el antiimperialismo que son en definitiva valores que identifican a esta sociedad, constituyen hoy objetivos específicos del sistema deportivo cubano.

    Histórica ha sido la dependencia espiritual de nuestros pueblos, la actitud sumisa y el sobredimensionamiento de lo foráneo, problemas de carácter identitario que han debilitado la identidad latinoamericana por siglos, ante esta realidad los pueblos latinoamericanos se alzan hoy, en defensa de sus raíces históricas y culturales.

    Sobre esta realidad, la historia del deporte cubano recoge en sus gloriosas páginas ejemplos que ilustran los sentimientos identitarios de glorias deportivas como Teófilo Stevenson y Omar Linares que recibieron en repetidas ocasiones ofertas de millones de dólares para convertirse en rentados, y que siempre hubo una misma respuesta: no cambio mi país por ningún dinero.

    Como símbolos de la identidad en el deporte se han destacado entre muchos otros, peloteros de la talla de Omar Linares, Luís Giraldo Casanova, Víctor Mesa, Pedro Luís Lazo y Martín Digo, este último conocido como “el inmortal”, único pelotero elevado al Salón de la Fama en cuatro países: Estados Unidos, México, Cuba y Venezuela, logro este que representa un récord a nivel internacional.

    La industria del profesionalismo estadounidense ha tenido en la mira al boxeo y el béisbol cubano. En toda competencia los busca talentos han intentado comprar a los atletas cubanos, cargados de títulos regionales, mundiales y olímpicos. En los Juegos de Buena Voluntad de Nueva York, en julio de 1998, los promotores no perdían de vista a los púgiles de la isla. A uno de los más codiciados, Félix Savón.

    Desde una posición de defensa de la Revolución y la nueva sociedad con comentarios acerca de numerosos temas que resultan cotidianos para los cubanos, también en el deporte la caricatura ha encontrado su expresión y la caricatura personal de las figuras más representativas del deporte revolucionario cubano así lo muestran, tales son los casos del genio del ajedrez José Raúl Capablanca y el destacado esgrimista Ramón Fonst.

Ramón Fonst, primer campeón olímpico cubano, en la especialidad esgrima, deportista excepcional, paradigma del deporte cubano de cualquier época.

 

 

José Raúl Capablanca, personalidad emblemática del ajedrez cubano cultivó las más positivas cualidades intelectuales como la memoria, la voluntad, 

el ingenio, la paciencia, la creatividad, pero cultivó también su cubanía, el orgullo de representar a su patria y defender los colores de su bandera.

Conclusiones

    Desde sus diferentes enfoques los autores enfatizan la necesidad de defender la identidad como escudo protector ante los desafíos de anular la originalidad y los sentimientos identitarios en la formación de los individuos.

    La identidad es un factor decisivo en la formación del profesional de Cultura Física y el Deporte, esto explica la alta responsabilidad que tienen sus profesionales de defender la identidad, los valores del deporte revolucionario cubano, para que sirva como escudo protector ante la amenaza constante de la deshumanización y la desnaturalización propia de las recetas neoliberales.

    El uso de la caricatura como medio de enseñaza, constituye una vía eficiente y eficaz para estimular el pensamiento reflexivo de los estudiantes en torno al tema de la identidad nacional, siempre que se sustente en una metodología científicamente fundamentada.

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