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El béisbol y la identidad nacional en el crisol de la 

cultura cubana desde el siglo XIX hasta la actualidad

 

*Licenciada en Marxismo e Historia en la Universidad Pedagógica “José Martí” de la ciudad

de Camagüey. Obtuvo una Maestría en Educación Superior, mención docencia universitaria

en la Universidad de Camagüey. Imparte docencia en el Pre-y Postgrado en la Facultad

de Camagüey de la Universidad del Deporte y la Cultura Física “Manuel Fajardo”

**Licenciada en Economía y Licenciada en Economía Política de la Universidad Estatal

de Moscú, donde obtuvo una Maestría en Ciencias de la economía en 1984. Imparte

docencia en el Pre-y Postgrado en la Facultad de Camagüey de la Universidad

del Deporte y la Cultura Física “Manuel Fajardo”

Dayamí Rosales Chacón*

dayami.rosales@cmg.uccfd.cu

Carmelina Luisa Pérez Rodríguez**

carmelina.perez@cmg.uccfd.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El presente trabajo plantea la fuerte interrelación existente en Cuba a partir del siglo XIX hasta la actualidad entre el béisbol, la identidad y la cultura nacional, convirtiéndose el béisbol en el deporte nacional y alejándose de la influencia de las prácticas hispanas. Sirviendo como ente de integración entre ricos y pobres, negros, mestizos y blancos. Constituye en el país el espectáculo cultural y deportivo más extenso y seguido de la afición cubana. Hoy en Cuba se vive y se respira béisbol en cada casa, en cada rincón hasta tal punto que no se puede decir cubano si no se tiene en cuenta esta práctica deportiva; siendo el deporte un derecho del pueblo amparado en la Constitución de la República.

          Palabras clave: Béisbol. Identidad nacional. Cultura cubana.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 19 - Nº 192 - Mayo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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    Solo sí sabemos de dónde venimos y quienes somos, tendremos conciencia de hacia donde vamos, en un aprendizaje que ha de nutrir permanentemente el empeño cotidiano de defender esa identidad nacional y los auténticos valores de nuestra cultura, en un mundo donde quieren imponernos un imperio económico y político, pero también cultural.

    De ahí que cuando la identidad se manifiesta de forma sólida representa un elemento de unidad frente a la agresión externa, fortaleciendo los sentimientos de pertenencia, satisfacción y orgullo de ser cubano, creciendo el compromiso y la participación en las prácticas sociales y culturales propias.

    La identidad del cubano es fuerte y claramente delineada, apoyada en representaciones y afectos muy consolidados y acompañada de orgullo y compromiso con lo nacional, los cubanos comparten rasgos, representaciones y significaciones que los hacen sentir unidos, y dentro de ellas en un lugar muy especial está el béisbol como deporte nacional.

    Para comprender lo cubano hoy, hay que analizar la formación histórica de la identidad cubana desde el siglo XIX y su relación con la lucha por la independencia hasta nuestros días.

    El presente trabajo defiende la contribución del béisbol a partir del siglo XIX a la identidad nacional, teniendo en cuenta que es el período en que se introduce este deporte en Cuba donde se fue desarrollando una tendencia a la homogeneización interna de los gustos, hábitos y costumbres de las distintas clases, capas y grupos sociales. En esta etapa se generalizaron los elementos de la tradición criolla, trasformados y adaptados a los cambios culturales donde la formación de lo cubano era un hecho irreversible, aunque se manifestó de forma diferente según las culturas de clases y estamentos. Criollo significa pollo del patio, siendo lo más notable la conversión del tradicional apego a la tierra en un sentimiento patriótico, en un rechazo a la explotación foránea y la idea de la propia valoración de la cultura.

    Pero, ¿cómo influyó el béisbol en la vida de los cubanos?, ya que no fue un deporte que les legaran los peninsulares españoles. Para comprenderlo es imprescindible remontarse a los antecedentes del desarrollo de la Cultura Física en Cuba.

    La inmigración española responsable del poblamiento de la Isla, trae entre sus hábitos, costumbres y tradiciones sus experiencias deportivas tradicionales que poco a poco se integran a la vida cotidiana de la naciente sociedad criolla.

    Las familias más ricas del país imitan algunas manifestaciones deportivas consideradas expresión de elegancia, distinción y poder en la sociedad española como la caza, la natación, la equitación, la esgrima y el ajedrez. Se realizaban ejercicios físicos vinculados al complejo festivo-lúdico como: bailes, palo ensebado, tiro al blanco, carreras de sacos, y corridas de toros, esta última preferida por los españoles.

    Hasta 1793, fecha en que se funda la Sociedad Económica Amigos del País, en La Habana, no se puede considerar que existiera una cultura física sobre moldes metodológicos y técnicos. Dado que las corrientes educativas muy en boga en el continente europeo a principios del siglo XIX comenzaron a interesar a los criollos más ilustrados, que se preocuparon por la práctica sistemática de los ejercicios físicos y plantearon la necesidad e insertarla en el cuadro general de la educación de aquella época. En el año 1839 se creó la Escuela Normal de Gimnasia, primer Gimnasio fundado no solamente en Cuba sino en toda América Latina.

    Ya en la segunda mitad del siglo no se puede olvidar al más universal de los cubanos José Marti que durante su larga estancia en los Estados Unidos, comienza a contemplar con gran visión el deporte y en la rama periodística informativa nos legó excelentes narraciones, y entre ellas aparecen reportajes deportivos escritos para algunos diarios latinoamericanos. Es importante destacar la estrecha relación que halló entre los ejercicios físicos y la salud mental, ofreciendo una adecuada valoración de la necesidad social de la Cultura Física

    Durante el citado período, se había producido un notable incremento de las relaciones comerciales cubano-norteamericanas a expensas de la autorización solicitada en 1795 por el procurador José Tomás González para permitir la entrada en el puerto de Matanzas de cualquier tipo de barco procedente de la costa atlántica de los Estados Unidos de Norteamérica.

    La creciente actividad marítima motivó una gran afluencia de ciudadanos estadounidenses quienes sumados a ingleses y franceses que arribaron también por estos años, contribuyeron en gran medida a la formación de una heterogénea colonia foránea en la sociedad matancera.

    Además un grupo de jóvenes cubanos recién llegados de las universidades norteamericanas donde cursaban estudios comenzaron a practicar el béisbol que tuvo gran aceptación entre la juventud habanera, que muy pronto lo convirtió en su entretenimiento favorito. Este grupo de jóvenes se reunía con bastante frecuencia en la barriada del Vedado, y sin organización alguna, improvisaban sus equipos, compuestos de diez jugadores y efectuaban partidos amistosos, los que cada vez fueron celebrándose con mayor regularidad.

    Desde los primeros momentos de su existencia en Cuba el béisbol se alejó de la tradición cultural deportiva de la metrópoli española. Este juego se convirtió en expresión anticolonial, reemplazando a los deportes introducidos por los españoles, opuesta a la diversión de las corridas de toros, símbolo del tenaz sentimiento español.

    El juego fue combatido por las autoridades españolas en virtud de las prevenciones políticas; las órdenes coloniales eran severas e inflexibles con todo lo que tuviera síntomas de cubanidad. No obstante el juego fue haciéndose más popular, aumentando considerablemente el número de participantes, tanto en la capital como en algunas ciudades del interior del país.

    El primer partido oficial se jugó en el estadio Palmar de Junco, de Matanzas en 1866 y así sucesivamente se fueron formando conjuntos en los distintos barrios y municipios tanto en la capital como en Matanzas, Cárdenas y otras ciudades.

    En un principio el juego solo constituía un motivo de distracción para los aficionados, no había nóminas de jugadores, ni utilidades y los equipos estaban compuestos por jóvenes pertenecientes a las clases sociales más acomodadas, quienes sufragaban los gastos que se originaban.

    Cada desafío significaba un disfrute colectivo en que todos los asistentes se sentían pertenecientes a un equipo y a lo que acontecía por espacio de varias horas en el terreno, suceso que aglutinó al principio a los criollos blancos de familias acomodadas, luego a un numeroso público sin exclusión de razas o status social, lo que contribuyó a que los criollos tantos blancos como negros, se diferenciaran de la integridad nacional española.

    El juego de béisbol se hizo tan popular que a medida que era comprendido por el pueblo ocupó un lugar importante en el mundo lúdico infantil y juvenil de los cubanos, los niños abandonaban los juegos tradicionales: las bolas de cristal, papalotes y trompos y se integraban al béisbol. Es significativo destacar la democracia que era practicada entre jugadores de diferentes clases sociales y color en los juegos, fenómeno que se alejaba de la realidad de la sociedad colonial.

    Los periódicos de la época reflejaban que en los terrenos públicos…era un hecho la igualdad de social, blancos y negros retozaban hasta las 4pm, muchos eran estudiantes que faltaban a clases.

    El tema del béisbol ocupaba un espacio importante en tertulias, en los pasillos y aulas de la Universidad de la Habana, institutos y colegios, lugares de recreación, parques, calles reuniones informales de cualquier edad, centros laborables, entre escritores, filósofos, poetas, dramaturgos, músicos y caricaturistas, que se inspiraban en este juego entre los que están Julián del Casal, Wenceslao Gálvez, Enrique José Varona, Bonifacio Byrne, etc., periodistas, en diarios y revistas comienzan a publicar trabajos sobre este deporte. Algunas de estas publicaciones como El Fígaro y La Habana Elegante, son órganos de prensa de una o varias sociedades de béisbol.

    Los campeonatos profesionales continuaron efectuándose hasta 1895, cuando se reiniciaba la guerra de independencia, los encuentros de béisbol fueron considerados centros de conspiración donde se recaudaban fondos, pasando el sombrero para las fuerzas insurrectas. El Capitán General de la Isla, dio órdenes al gobernador Civil para dictar un bando prohibiendo los juegos de pelota. Una vez finalizada la guerra, se reanudaron las actividades y se organizó una competencia que atrajo gradualmente a muchos aficionados que desde 1894 permanecían alejados del béisbol.

    Con el decursar de los años el juego dejó de ser un privilegio de las clases sociales elevadas cuando fue necesario seleccionar entre los recogedores de pelota, carga bates y los cuidadores del terreno, que asistían a las prácticas, los sustitutos de los jugadores regulares que por diferentes causas se retiraban.

    Esta necesidad de aceptar jugadores de las clases más humildes, hizo que el béisbol fuera perdiendo sus características de alegre entretenimiento para convertirse en una profesión. Desde el punto de vista social fue importante pues contribuyó a integrar jóvenes de todas las esferas sociales y a la formación del carácter de muchos de ellos, que incluso ofrendaron sus vidas por la independencia y la libertad como Emilio Saborit, fallecido en los presidios españoles en Ceuta en el años 1897, y los patriotas Pastoriza, Ramón Hernández, Machado y muchos más, que formaron parte en las guerras liberadoras.

    El béisbol alcanzó una notable popularidad al finalizar la guerra de independencia; glorioso período en que los jugadores mantuvieron un limpio carácter amateur en diversos círculos más o menos exclusivistas como el Vedado Tennis Club, Instituto de la Habana o Club Atlántico de Cuba, precisamente estos equipos junto a Marianao, intervinieron en el primer campeonato celebrado el 12 de Abril de 1914.

    Los intereses, los temas reflejados por la cultura nacional no fueron simples copias de modelos foráneos y lo mismo sucede en el béisbol. La aceptación por la sociedad criolla se refleja, por otro lado, en la popularización de muchos términos españolizados por el uso diario como: pichar, quechar, ponchar, batear etc. y expresiones relacionadas con la dinámica de este juego son extrapolados a diferentes situaciones de la cotidianidad social e incorporados al lenguaje popular como por ejemplo: te cogieron fuera de base, está en tres y dos, te poncharon, te fuiste en blanco.

    El vocabulario deportivo se nutre de términos extraídos del nivel coloquial o conversacional del lenguaje del lugar de donde surgió este deporte, que en este caso fue Estados Unidos, los que llegan a constituir una especie de jerga deportiva de extranjerismos, a falta de sinónimos inmediatos en las lenguas receptoras, y luego echan raíces.

    En el béisbol en sus inicios la totalidad de la nomenclatura se expresaba en inglés, luego se empezó a sustituir la ortografía inglesa por la pronunciación que la afición local le otorgaba. El base-ball entró en su fase de conversión en béisbol; la dificultad de articulación y asimilación de los sonidos extranjeros por parte de los aficionados narradores determinó la adopción de formas más simples de denominación para las jugadas, los jugadores y las diversas posiciones, así el home-run derivó hacia jonrón, y finalmente hacia cuadrangular; el two-base pasó a tubey y, por último a doble, y así lo mismo sucedió con otros vocablos que primero fueron puros extranjerismos-anglicismos, con posterioridad se convirtieron en neologismos de dominio popular, y por último muchos de ellos han entrado en el léxico oficial del idioma.

    La difusión del vocabulario deportivo en el béisbol ha traído aparejada además su emigración hacia la esfera del lenguaje conversacional común, y ya es frecuente escuchar: se ponchó sin tirarle o no la vio pasar, cuando una persona es sacudida por una impresión que la deja aturdida; Fulano la botó de jonrón, cuando el aludido exagera los hechos; dar K.O. (del inglés knockout), cuando se trata de dejar a alguien derribado o liquidado; irse con la bola mala cuando un individuo toma la peor de las opciones, etc. Cada pueblo, de conformidad con el deporte de su preferencia, incorpora su terminología al caudal léxico común. La lengua se convierte en expresión cabal de la historia, la cultura y la vida de nuestro pueblo.

    El béisbol logró penetrar en todos los rincones de la sociedad criolla, por haberse difundido por casi todo el país y estar abierto y acogido con calor, como practicante y espectador, por una gran parte de los integrantes de las diferentes clases, grupos y estamentos sociales tanto el blanco, como el negro, tuvo la posibilidad de contribuir a una cultura de integración nacional, por lo que llega a convertirse en el deporte espectáculo nacional.

    En el siglo XX para la mayoría de la población urbana y rural, tanto blanca como negra, adinerada o pobre, el deporte espectáculo preferido era el béisbol, que se integró con gran fuerza a la cotidianidad social cubana hasta el día de hoy, donde está considerado como el espectáculo cultural más extenso y masivo de la nación. Los cubanos respiran béisbol, viven el béisbol. No se concibe la identidad nacional sin el béisbol y mucho menos la cultura cubana. Sin el béisbol Cuba no sería Cuba.

    Después del triunfo de la Revolución el deporte se convirtió en un derecho del pueblo amparado en la Constitución de la República. De 250.000 practicantes se pasó a la práctica masiva, donde el béisbol es indiscutiblemente el preferido de una afición muy entusiasta y exigente.

    De los 219 títulos que ha obtenido el país desde 1959, sobresale el béisbol con 18 coronas. Con los directores Rodolfo Puentes (8), Antonio Pacheco y Wilfredo Sánchez (7), donde 171 peloteros ostentan al menos un oro universal.

    Para el profesor español Santiago Romero, de la Universidad de Sevilla, deporte espectáculo son las actividades que despiertan un elevado interés en la sociedad y en los medios de comunicación masivos, y congregan a miles de espectadores para presenciarlas. Eso precisamente es el béisbol en Cuba.

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