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El juego: aspecto fundamental en la sociabilización de la cultura azteca

 

Profesor de Historia de la Cultura Física

UCCFD “Manuel Fajardo”

(Cuba)

Lic. Láyner Galdona Aladro

informatico@bufeteinternacional.cu

 

 

 

 

Resumen

          En el presente artículo se expone de manera clara y objetiva la importancia que tuvo el juego en el proceso de sociabilización de la cultura azteca, a partir de un estudio detallado del mismo. Pretendemos analizar el juego como elemento sociabilizador dentro de esta cultura, analizar desde el punto de vista sociológico como el Tlachtli constituyó el máximo nivel de desarrollo de la actividad físico-lúdica del pueblo azteca, demostrar como el juego con pelota fue un reflejo del período de transición desde el punto de vista político y social a la llegada de los colonizadores y demostrar como los juegos rituales constituyeron un escalón importante dentro del proceso de sociabilidad azteca. Considerando imprescindible el tema lúdico en la comprensión del modo de vida de nuestros antepasados y de su forma de actuar muchas veces debido a su ignorancia y otras, sumido profundamente en sus creencias religiosas.

          Palabras clave: Cultura Azteca. Juego. Sociabilización. Actividad física.

 

Abstract

          Presently article is exposed in a clear and objective way the importance that had the game in the process of social communication of the Aztec culture, starting from a detailed study of the same one. We seek to analyze the game like integrative element of the culture inside these old men, to analyze from the sociological point of view as the Tlachtli constituted the maximum level of development of the physical-recreational activity of the Aztec town, to demonstrate as the game with ball was a reflection of the period of transition from the political and social point of view to the arrival of the settlers and to demonstrate as the ritual games constituted an important step inside the process of Aztec sociability. Considering indispensable the topic with respect to the games in the understanding in the way of our ancestors' life and in their way of acting many times due to their ignorance and other, sunk deeply in their religious beliefs.

          Keywords: Aztec Culture. Game. Socialization. Physical activity.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 190, Marzo de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Comprender la mentalidad del hombre antiguo es difícil; la arqueología nos dice poco acerca de esta mentalidad, las crónicas de los españoles que presenciaron estos juegos podrían informarnos algo más, aunque el sentido religioso del juego y los rituales no siempre fueron comprendidos por la posteridad.

    El hombre que habitó América creó sus propias instituciones, introdujo ritos ceremoniales, se inclinó hacia las actividades artísticas y trató de llenar el vacío de su espíritu y de su tiempo mediante el juego.

    Este último constituyó uno de los factores que más ha sido estudiado como una manifestación de la cultura en las civilizaciones humanas. Desde tiempos ancestrales el hombre juega, y constituye sin lugar a dudas un factor importante en el proceso de humanización, actividad que ha servido para exteriorizar rasgos fundamentales del hombre.

    Muchos historiadores han incursionado en estudios conceptuales sobre el significado del juego y su relación con el proceso de humanización, comprendiendo a esta actividad como una manifestación específica de la cultura humana y reflejo además del grado de desarrollo de la sociedad en el momento en que esta se estudia.

    Filósofos como Platón y Aristóteles entendieron al juego como una actividad imprescindible para el desarrollo integral del hombre. Durante el Renacimiento reaparecen con más fuerzas estos planteamientos desde el pensamiento histórico y filosófico, en ello son dignos de destacar pensadores de la talla de Rebelais y Montaigne, y posteriormente Locke y Rousseau quienes enuncian la importancia del juego en la educación del individuo.

    Los vocablos juegos y jugar tienen muchas acepciones e interpretaciones. La palabra juego se usa con el significado de entretenimiento o diversión (de ahí su carácter lúdico) y la palabra jugar que significa divertirse, también pude emplearse en sentido figurado como falta de responsabilidad, tomar algo con ligereza, entre otras.

    El juego es ante todo diversión, y esto implica una serie de ideas convertidas, con la experiencia práctica, en realidad. Froebel citado por José Maria Cagigal afirmaba que el juego es para el hombre como el capullo del que florecen todas sus actividades.

    Lo que sí no podemos perder de vista es que el hombre de antaño jugó para entretenerse, para borrar sus malestares cotidianos, librarse de las tensiones y desavenencias del alma, para apaciguar su ardor, saciar su ánimo y cansar su cuerpo, entre otras funciones. Se creía que mediante el juego se podía eludir el comportamiento individualista a la vez que estimulaba el instinto gregario y de destrucción sobre las fuerzas adversas, la práctica sagrada del juego suponía la magia augural, el rito isotérico o bien podía ser un enigma mitológico.

    Posiblemente el juego representaría un orden astral, el Sol, la Luna, las estrellas y el Planeta, todos moviéndose en un campo celeste, o más bien un mito agrario, o sea, las nubes, la lluvia, la humedad y el calor, basado en la sucesión de los solsticios y los equinoccios.

    El primero implicaba la preservación de la armonía cósmica y la continuidad de los cuerpos en el espacio, mientras que el segundo, era la satisfacción alimenticia relacionada con la puesta en marcha de un ritual solar, engendrador de la fertilidad y especialmente del maíz que era su fuente principal de subsistencia. El juego calificado con cierta reserva como expresión deportiva, se trata más bien de prácticas lúdicas provistas de una enorme carga física.

    Algunos autores dan al vencedor el uso de fuerzas sobrenaturales a manera de premio, así como la posibilidad de acometer desafíos fatales, como aquel de ser enviado como inmolación al altar de los dioses benévolos. Si dicho héroe era sacrificado, tal suceso se inscribía como un encuentro de lo terrenal con lo divino lo cual garantizaba la continuidad de la especie.

    En los días iniciales de la conquista española el jugador era tenido y temido como una lacra social, síntoma del aniquilamiento al que fueron sometidos los indígenas por los colonizadores y los misioneros que vieron en el juego todo acto de satanización y lo prohibieron por obra del demonio.

    Aunque todas las clases de una ciudad jugaban a la pelota es probable que el rito misterioso y original quedara reservado para la aristocracia, mientras que la muchedumbre lo hizo como distracción para alejar los recuerdos de la guerra o como un simple ensayo bélico. Dioses, reyes, hombres del clérigo y plebeyos jugaban a la pelota, así está plasmado en códices, estelas, relieves, estatuas, frisos y muros; algunos van vestidos con prendas ligeras, corrientemente usadas en el entrenamiento o por su contraparte podemos verlos casi desnudos sin mayor prenda que un simple taparrabos, llevaban bebidas en la manos y sostenían una bola de hule teñida de negro.

    Estudios posteriores suponen que el paso de la pelota por el orificio de la argolla no era el objetivo fundamental del juego, sino que apuntan hacia la concepción mística y religiosa del propio juego como forma que garantizara la relación individual y social con las divinidades.

    Para los aztecas las prácticas lúdicas adquieren connotación social muy bien definida que permitía la subsistencia del hombre y renovaba las fuerzas ocultas gracias a las cuales se sustentaba la vida en la Tierra.

    Los asuntos vitales, filosóficos o prácticos con alguna importancia para el devenir comunitario estaba ligado al juego, la preocupación trivial por representarlo buscaba propiciar que el mundo amaneciera en el siguiente día y que el Sol volviera a alumbrar para preservar la vida vegetal y animal.

    El juego de la pelota de hule fue un complejo ritual con vigencia permanente, dispuso de tiempo, terrenos y espacio social para su práctica, la comunidad se desenvolvía en torno suyo, en el se agruparon todas las experiencias necesarias para brindar placer, entusiasmo, admiración y ratificación por la existencia humana.

    Su reglamentación lo elevo por encima de otras actividades sociales, su práctica observada por estrictos árbitros y sancionada por jueces reconocidos en la época, demostraba una sólida estructura funcional que animaba a todo espectador. Sus leyes se observaban y aplicaban inflexiblemente y esta disciplina estricta aseguró su permanencia en todo el mundo mesoamericano.

Cómo se realizaba este juego con pelota

    El Tlachtli como se le conocía originariamente, era un juego que se desarrollaba en un campo de ejercicio que tenía la forma del signo teotihuacano que representa el movimiento o el de una letra I, otros autores sugieren la teoría de una doble T. Su pictografía simbólica encierra la abstracción del paso del Sol sobre la superficie del juego, la marcha solar en la bóveda terrestre.

    Las canchas se edificaban en la plaza mayor de cada ciudad importante y en los mercados públicos, aunque se podían encontrar algunas en las periferias citadinas y en las villas de primer orden. Tenían imágenes de los dioses patrones del juego, se realizaban bendiciones antes de cada juego y los protagonistas invocaban a las deidades para que los cuidaran de no lastimarse y les procuraran victorias. Eran extremadamente cuidadosos con el terreno, el cual siempre estaba limpio, nivelado, barrido, rociado con agua y libre de desperdicios sólidos.

    La pelota podía ser hueca o sólida y se confeccionaba de diferentes materiales, aunque el más usado resultó ser el hule macizo. Según los dibujos aparecidos en los códices la pelota era un poco más pequeña que un cráneo humano, aunque realmente las características varían de acuerdo a la región, la época y la modalidad del juego. No obstante se acepta una fluctuación en el peso de 360 gramos a 12 kilogramos, las medidas del diámetro oscilan entre 7 y 12 centímetros, tiene una vivacidad y desplazamiento veloz. Para conservarla se guardaba en un plato limpio y liso, provisto e una concavidad de manera que al reposar conservara la forma y las propiedades mágicas y místicas a ella atribuida.

    En el juego, la pelota era golpeada con las articulaciones más poderosas del cuerpo, las cuales se cubrían con piel de animales o con tela de paños. Entre las modalidades del juego podemos nombrar: pegar a la bola con la cadera, con el hombro, con la mano o con un instrumento manuable que podía ser un palo corto o un guante, impulsar o empujar con un bastón curvado en el extremo o con el pie, ocasionalmente se les permitía emplear la cabeza, el cuello, las rodillas, los muslos o las muñecas. El contacto de la pelota con el cuerpo ocasionaba en innumerables ocasiones derrames internos los cuales eran liberados con la inserción de un cuchillo que poseía el árbitro principal.

    Durante el juego la pelota podía atravesar el aro de piedra y ahí terminaba el juego, el que realizara esta hazaña se apoderaba de las prendas y objetos de los espectadores, por lo que muchos huían cuando esto sucedía. Se cree que había una confrontación preliminar para definir que bola debía ponerse en movimiento y quién haría el saque inicial. Así los vencedores proponían usar su propia bola. Un partido comenzaba cuando la bola era lanzada al aire y se contestaba si venía al gusto del oponente y previo rebote o caída en lugares prefijados. Un punto era válido si la bola rebasaba por lo menos unos centímetros la raya divisoria central, si salía del rectángulo de juego era mala, igual era declara nula si salía por encima de los muros de la cancha o si rodaba o se le pegaba mal.

    Próximo a la conquista, la victoria se alcanzaba si la pelota atravesaba los aros marcadores o cuando algún contendiente acumulaba cierta cantidad de puntos. La clase adinerada disponía de pajes que los atendían antes y después de los encuentros. Había músicos y cantores que festejaban a los vencedores al ritmo de atabales y flautas.

    El juego de pelota o de la bola de hule fue invención de Quetzalcoatl y Tezcatlipoca conforme a las tradiciones toltecas o de Huitzilopochtli para el juego tenochka. Arqueológicamente es creación olmeca y se inscribe desde el principio como parte indispensable del complejo ideológico, espiritual, y estructural del conglomerado étnico que le dio origen. Se transmite y se preserva entre los herederos culturales hasta la brusca irrupción de los soldados españoles. Las centurias posteriores evidencian la tenaz defensa de una tradición ancestral, tratando de protegerla para hacerla perdurable y trasmitirla a las nuevas generaciones.

    Pero no solo el Tlachtli es elemento definitorio para determinar el grado de sociabilización heredada del juego. También existieron una serie de juegos rituales que han llegado hasta nosotros, de los cuales nombraremos y explicaremos tres de ellos.

Rayamiento (Tlahnahuanaliztli)

    Este es uno de los juegos prehistóricos más conocidos, podemos compararlo con el sacrificio de gladiadores del Viejo Continente. Su nombre alude a las marcas que se hacían en los cuerpos de los cautivos al herirlos con las armas cortantes.

    Fue conocido también como sacrificio gladiatorio o rayamiento con garras. El comienzo del juego estaba antecedido por una vistosa ceremonia en la que supuestamente se les concedía el privilegio de ser rayado a los prisioneros más valerosos.

    Se iniciaba con la presentación, que hacían los contendientes principales, de las armas al Sol. Los mismos debían luchar contra el que se encontraba cautivo, o sea 4 contra 1. A continuación se presentaba un sacerdote, encargado de extraer el corazón al prisionero herido para ofrecérselo al Dios de las Verduras, al que se dedicaban estas ceremonias.

    Estos hombres habían sido hechos prisioneros en alguna batalla y llevaban el nombre del lugar donde fueron capturados. Se encontraban en amplia desventaja ya que además de la lucha desigual, eran atados a una piedra circular y debían defenderse con una espada de madera sin filo o algún garrote de poco peso. En cambio sus contrincantes estaban bien preparados y mejor armados, incluso con lanza piedras y proyectiles, espadas con gran filo cortante y cuerdas. El ataque podía s individual o en grupo y e cualquier zona del cuerpo sin limitaciones.

    En el muy remoto y casi imposible caso de que el cautivo pudiera vencer aparecía otro guerrero de gran rango y todavía mucho mejor armado para derrotarlo, incluso estando herido al prisionero se le arrancaba el corazón. Como se puede apreciar era imposible que el prisionero saliera vivo de este desigual enfrentamiento que era presenciado por miles de espectadores y constituía uno de los juegos más crueles y sangrientos de los náhuatl.

    Acerca de este juego se habla en las Crónicas de Hernán Cortés, publicadas por Francisco Benítez. El mismo escribió: “...En un extremo de la plaza el gentío se agolpa siguiendo ansioso las vicisitudes de un sacrificio gladiatorio. El prisionero, casi desnudo, atado a una columna se defiende con una macana de madera, de los golpes que le asesta un soldado azteca bien armado...”

    Según Vaillant el escogido era un guerrero cautivo seleccionado por su alto rango militar.

Escaramuza de los Xipemes y los Tototectin

    Este juego se realizaba en el mismo mes del rayamiento y en él eran sacrificados numerosos prisioneros en honor a los Dioses Xipe y Tótem. Los prisioneros antes de ser sacrificados se dividían en dos bandos, cada con el nombre de estos dioses. Ambos grupos se colocaban sobre montones de yeso y zacate, uno frente al otro y el juego consistía en realizar todo lo referente a una batalla fingida, incluso existían las provocaciones, los rescates de prisioneros y otras acciones bélicas. Debían simular lo mejor posible una verdadera contienda, todo debía ser creíble. Por esta razón, no faltaban los numerosos contactos personales.

    Al Dios Xipe se le realizaba otro sacrificio donde la víctima era amarrada a un poste y varios sacerdotes la mataban, disparándole con fechas provenientes de sus arcos y desde una gran distancia en prueba de su puntería.

Persecución del Tetzóm Pacqui

    Este juego era muy sencillo pero muy popular. Un prisionero de cierto amo era obligado a escapar corriendo del lugar donde era vigilado. Antes de huir se le colocaba una sonaja amarada para poder localizarlo por el sonido a cierta distancia. Después de algunos minutos un grupo de hombres salía a su caza. Antes de capturarlo se divertían con él lanzándole piedra a distancia y todo cuanto encontrasen. Pocos podían escapar y los que eran cazados quedaban mal heridos a consecuencias de las pedradas.

Conclusiones

  • El juego de pelota representó un elemento sociabilizador dentro del marco de desarrollo del pueblo azteca, a la vez que constituyó un objeto de estudio determinante para el análisis de esta civilización.

  • Desde el punto de vista sociocultural podemos afirmar que el Tlachtli constituyó el máximo nivel de desarrollo de la actividad física-lúdica del pueblo azteca.

  • El juego con pelota fue un reflejo del período de transición en que se encontraban los aztecas, desde el punto de vista político y social a la llegada de los colonizadores ibéricos.

  • Los juegos rituales constituyeron un escalón importante dentro del proceso de sociabilización del pueblo azteca.

Bibliografía

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