La observación en los deportes de equipo
María Isabel Moreno Contreras* y José Pino Ortega** (España) Universidad de Extremadura
* Licenciada en Educación Física. Profesora de Baloncesto de la Facultad de Ciencias del Deporte, mimoreno@unex.es
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Lecturas: Educación Física y Deportes | http://www.efdeportes.com/ revista digital | Buenos Aires | Año 5 - Nº 18 - Febrero 2000 |
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1. Introducción
Sabemos, que gracias a la observación o recogida de información a través de los sentidos, y concretamente de la vista, entrenadores, profesores, deportistas han extraído de situaciones y acciones motrices, datos relevantes sobre el desarrollo y ejecución de las mismas, tanto datos cuantitativos como cualitativos.En esta recogida de información a través de los sentidos (vista) la experiencia del observador es clave, pero no deja de convertirse en una interpretación demasiado subjetiva, y tal vez no "reutilizable", de lo que ocurre cuando el/los sujeto/s está en movimiento.
Según Anguera (1989), la ciencia empieza con la observación. En el estudio observacional de campo como fundamentación en la elaboración de criterios sobre los diferentes aspectos que están integrados en la actividad deportiva, aunque evidentemente no podemos hacer una ciencia exacta, se puede alcanzar una tendencia o aproximación sobre el aspecto que se esté estudiando (Álamo, 1996).
Los deportes de cooperación-oposición desarrollados en un espacio común y acción simultánea sobre el móvil descritos por Hernández Moreno (1994), se caracterizan por estar constituidos por habilidades predominantemente perceptivas, abiertas y de regulación externa (Ruiz Pérez, 1995; Sánchez Bañuelos, 1990). Así pues, se desenvuelven en un entorno cambiante, incierto y variable, exigente en operaciones cognitivas con objeto de evaluar, anticiparse y adaptarse a nuevas y constantes circunstancias de juego.
Enmarcado en la teoría del procesamiento de la información, Marteniuk (citado por Sánchez Bañuelos, 1990), basa fundamentalmente la ejecución motriz en tres mecanismos (perceptivo, de decisión y de ejecución) que actúan secuencialmente. Su interrelación es tal que, un fallo en cualquiera de ellos, podría provocar el fracaso en la consecución del objetivo propuesto. Sánchez Bañuelos (1993), considera que las tareas motrices deben ser analizadas y clasificadas en función de las exigencias de dichos mecanismos, más que en función de las similitudes o diferencias de carácter externo. Las técnicas de observación se utilizan cuando las pruebas automáticas de medida no son factibles, bien por su complejidad instrumental, por su coste o porque la información obtenida mediante tests estándar, cuestionarios o entrevistas no se adecua a los fines de la evaluación conductual (Ballesteros y Carrobles, 1983).
Para muchos autores, entre otros los precursores del modelo comprensivo de enseñanza, los rasgos más característicos de los juegos deportivos son su especificidad en la toma de decisiones, la adaptabilidad, la creatividad y la capacidad para responder a nuevas situaciones (Thorpe y Bunker et al., 1983; Lasierra, 1990; 1993). Sin embargo, las investigaciones deportivas, en su empeño por encontrar la mayor objetividad posible en la investigación, han centrado tradicionalmente su interés en el estudio del jugador aislado del contexto en el que se desenvuelve normalmente el juego y han creado situaciones de laboratorio. Blázquez (1986) y Lasierra (1993), cuestionan la validez de este paradigma y defienden la investigación que parte de la lógica interna de los juegos deportivos, del propio deporte.
Así pues, y siguiendo a Blázquez (1990), la evaluación1 de las habilidades deportivas puede realizarse desde fuera de la situación de la competición o juego (in vitro) o en situación real de juego (in vivo). En tal caso, el jugador no es sometido a un test específico del deporte en cuestión, sino a la observación de uno o varios jueces mientras actúa en situación real. El citado autor distingue entre observación objetiva (observación de situaciones que permiten una dicotomía, es decir, si-no, éxito-fracaso...) y observación subjetiva (que requiere un proceso de elaboración de un juicio por parte del observador). A diferencia de las pruebas cerradas, la evaluación en situación real de juego permite contemplar cómo los participantes manifiestan su personalidad (timidez, dotes de liderazgo, motivación...), que sin duda es un condicionante de la conducta o el proceso o desarrollo de los tres mecanismos que basan la ejecución motriz en el entorno en que se producen, cuya consecuencia es la manifestación de un resultado claramente observable pero que, evidentemente, ha tenido unas causas que debemos ser capaces de detectar.
La observación in vitro presenta ciertas ventajas en cuanto a objetividad, estandarización y fiabilidad, mientras que la observación in vivo aporta realismo y validez. No obstante, Piéron (1988), considera que con cierta cautela en la categorización y con el oportuno entrenamiento de los observadores, la observación sistemática se convierte en un método de recogida de datos con un rigor científico muy aceptable. Blázquez (1990) apuesta por la utilización complementaria y combinada de ambos tipos de pruebas y McPherson (1994), presenta diversos niveles de análisis de la habilidad deportiva. En función del tipo de conocimiento (declarativo o procedimental) y el componente de respuesta (selección o ejecución), establece un continuum en el que tienen sentido las diferentes formas de investigación.
La evaluación y el análisis de las prestaciones de los jugadores y de los equipos constituyen un aporte de información esencial para los entrenadores (Grosgeorge, 1990). Según Franks (1985), la evaluación efectuada por los entrenadores inmediatamente después del encuentro es correcta nada más que en un 12% de los casos. Si el entrenador fuera capaz de desarrollar un procedimiento de observación sistemático, menos subjetivo y centrado en cierta información, referente al juego, se evitarían quizás un gran número de conflictos entre jugadores por una parte y entre jugadores y entrenadores por la otra, que surgen de la confusión, por las diferentes interpretaciones y percepciones que cada uno ha tenido del juego.
Para Contreras (1998), cada elemento de juego sólo adquiere significado con relación al conjunto o totalidad del mismo, por tanto, es a partir de dicha globalidad como debe abordarse su enseñanza, y por ello hay que saber detectar lo que acontece durante la ejecución.
2. La observación y análisis de los juegos deportivos colectivos
Las técnicas y los sistemas de observación difieren según las disciplinas deportivas. En los deportes individuales se ha venido utilizando la observación desde hace mucho tiempo. En esta modalidad, la biomecánica y las técnicas de vídeo son utilizadas para aportar con exactitud información sobre el comportamiento del atleta, y asimismo, aportar datos suficientes para permitir establecer un entrenamiento y detección de talentos (Garganta, 1997).Por el contrario, en los deportes colectivos el rendimiento de los jugadores está influenciado por diferentes factores como el medio, compañeros, adversarios, etc. y por tal motivo la observación de los jugadores en movimiento se hace extremadamente compleja.
Para el análisis de los comportamientos es necesario encontrar métodos de recogida y de análisis específicos, diferentes de los utilizados en los deportes individuales (Dufour, 1989; Grosgeorge et al. , 1991). Las condiciones de incertidumbre en que se desarrollan los deportes colectivos hacen más delicada la tarea del observador (Menaut, 1983).
El estudio de los juegos a partir de la observación del comportamiento de los jugadores y de los equipos, viene a constituir un fuerte argumento para la organización y el diseño de los procesos de enseñanza y entrenamiento de los deportes colectivos (Oliveira, 1992; Garganta, 1996; Hughes, 1996)
En la literatura revisada, este tipo de estudios ha tenido el calificativo de diferentes expresiones, de entre las cuales se destacan: observación del juego - game observation -, análisis del juego - match analysis - y análisis notacional - notational analysis - (Garganta, 1997).
Algunos autores (Winkler, 1983; Bacconi y Marella, 1995) consideran que mediante la observación del juego se registran datos del partido en tiempo real y que en cuanto al análisis del juego, se recogen y analizan datos en tiempo diferido.
La expresión más utilizada es la de análisis del juego (Garganta, 1997), dado que engloba las diferentes fases del proceso, esto es, la observación de los acontecimientos del juego, el registro de los datos y la interpretación (Franks y Goodman, 1986; Hughes, 1996).
En los deportes colectivos cada vez tiene más importancia la observación del juego para el diseño del sistema de juego e incluso, se registran las sesiones de entrenamiento para su análisis posterior (figura 1).
Figura 1. Interacción del proceso de análisis del juego como medio de diseño del sistema de juego (Sánchez, 1994)Se intenta así optimizar los comportamientos de los jugadores y del equipo en la competición a partir de las informaciones acerca del juego (Franks y McGarry, 1996). En este sentido, el análisis del juego realizado a partir de la observación de las acciones de los jugadores, constituye un importante medio para acceder al conocimiento del deporte en competición. (Mombaerts, 1991).
3. La observación
El entrenamiento deportivo de la técnica/táctica está basado en un proceso cíclico donde el paradigma "observación, correlación, objetivos y experimentación" se plantea como un sistema continuo de trabajo.
La observación se centra en la descripción de lo que está sucediendo.
La correlación presenta la comparación entre lo observado y lo pretendido en las variables.
Sobre la base de la correlación obtenida se plantean los objetivos.
La experimentación nos indica la práctica a desarrollar y su ejecución.
La importancia de la observación se hace capital ya que los análisis biomecánicos necesitan de un tiempo relativamente largo y un coste económico importante y, en muchos casos, no aportan la información que necesitamos sobre el desarrollo del juego.
3.1. Aproximación al concepto de medida en la observación
Kerlinger (1973), se refiere a la medida como "la asignación de diferentes números o grados a diferentes sujetos respecto de un atributo o propiedad."Por su parte Allen y Yen (1979), definen la medida como "la asignación de números a los individuos de un modo sistemático, como un medio de representar propiedades de los individuos", y apuntan que éstos números son asignados a los individuos de acuerdo a un procedimiento cuidadosamente prescrito y repetible.
Por otro lado Sechrest (1984), define la medida como "la asignación de aseveraciones cuantitativas a los fenómenos de acuerdo a normas, de tal modo que reflejen, con una cierta probabilidad, las características de interés."
Por tanto, en todo proceso de observación se registran unas conductas motrices y se realiza mediante la medición de las mismas.
3.2. Criterios generales de la observación: garantías de la medida
Cuando realizamos una estimación de una modalidad o de una conducta, el valor que le concedamos dependerá de la confianza que nos merezca la medida en cuestión y esto depende, a su vez, de ciertas características de la misma.Las observaciones que realizamos por medio de cualquier procedimiento o instrumento de medida, ¿hasta qué punto son precisas, estables o exactas? Si distintos evaluadores realizan medidas con un mismo instrumento, ¿hasta qué punto obtienen resultados semejantes? También podemos preguntarnos si la conducta que estamos observando es un reflejo del fenómeno o modalidad que pretendemos evaluar.
Ante cualquier dato de observación, interesa pues, conocer las garantías y/o limitaciones que presenta el instrumento de observación concreto que hemos utilizado, con el objetivo de poder interpretarlo adecuadamente y, para estudiar estas garantías, deben cumplir los siguientes criterios (fiabilidad, validez, objetividad y discriminabilidad):
Fiabilidad. Define el grado de consistencia de los datos. Esto es que si el mismo observador mide al mismo sujeto en dos o más situacio-nes idénticas, debe de dar unos resultados similares. El grado de esta relación puede calcularse a través del coeficiente de correlación. Dentro del concepto de fiabilidad, clásicamente se han diferenciado dos tipos:
Fiabilidad temporal. También denominada fiabilidad test-retest, se refiere a la precisión y exactitud con que un instrumento aplicado en dos ocasiones distintas temporalmente, pero en las mismas condiciones nos ofrece resultados semejantes.
Fiabilidad interjueces. Cuando la puntuación obtenida en una prueba dependa de algún tipo de juicio del observador, también debemos de estar seguros de la equivalencia en dicho juicio de cuantos observadores vayan a utilizarla. El fundamento de este procedimiento es que, si disponemos de dos administraciones diferentes de un mismo instrumento, por ejemplo: dos observadores independientes, que proporcionan resultados muy similares, entonces aumentarán nuestra confianza en la técnica en cuestión. Si, por el contrario los datos discrepan mucho, las técnicas de evaluación que nos los han proporcionado deberán considerarse con precaución y no podremos hacer inferencias validas a partido de ellas. Para aumentar la fiabilidad interjueces o la "medida de acuerdo" se debe objetivar al máximo los criterios de las puntuaciones, las categorías de las respuestas observadas, la frecuencia de aparición, etc., sin olvidar el entrenamiento de los observadores en el procedimiento específico.
Validez. La fiabilidad es una condición necesaria, en un instrumento de evaluación, pero no es suficiente para el mismo. Cuando se utiliza un procedimiento de evaluación la fiabilidad nos dice la precisión y exactitud de la observación realizada, pero con independencia de lo satisfactorio que un test pueda ser, si se interpreta erróneamente carece de valor. Por tanto, además de establecer la fiabilidad, el observador se debe plantear hasta qué punto el instrumento de medida "sirve" para la finalidad perseguida con su aplicación, es decir si mide lo que pretende medir. Podemos hablar de validez si el sistema de observación es adecuado a su uso y función con relación a un criterio. La relación que se utiliza es sobre los datos obtenidos a través del sistema propuesto y otros que se planteen en relación directa con el tipo de conducta que observamos. Según Grosser et al. (1988), para definir el grado de relación, se utiliza el coeficiente de correlación siendo este:
< de 0.69, bajo o dudoso.
0.70 a 0.74, es moderada o débil.
0. 75 a 0. 84, es aceptable o buena.
> de 0. 85, es alta o excelente.Según Pálmer (1996), "no se valida un instrumento, sino, la interpretación de los datos obtenidos por medio de un procedimiento concreto, de ahí la importancia de aclarar siempre el uso particular al que va a destinarse cualquier procedimiento de evaluación". De los varios tipos de validez destacamos los siguientes:
Validez de contenido. Se refiere a sí una prueba contiene una representación de las conductas que pretende medir. Se han de tener dos aspectos importantes y complementarios: el primero hace referencia a que el instrumento no incluya aspectos irrelevantes de la conducta en cuestión, y el segundo, que el instrumento incluya todos los aspectos relevantes que definen el dominio conductual.
Validez de criterio. Se refiere a la capacidad de una prueba para predecir la conducta de un sujeto, ya sea simultáneamente a la realización de la prueba, lo que se denomina "validez concurrente", o en un momento de futuro, denominada entonces "validez predictiva".
Validez de constructo. Su intención es especificar el grado con el que el instrumento de observación mide el rasgo o concepto teórico. Los constructos son los que determinan qué conductas o aspectos del comportamiento han de seleccionarse para su observación y la situación en la que será aplicada. Por lo tanto, un instrumento de medida estará ligado al sistema de constructos dentro del que el instrumento de evaluación es una medida adecuada del constructo y en qué medida las hipótesis derivadas del constructo pueden confirmarse mediante la utilización del constructo en cuestión, (Ballesteros y Carrobles, 1983).
Discriminabilidad. Si observamos a dos personas distintas en el mismo concepto los resultados deben ser diferentes.
Objetividad. Cuando los datos son indiferentes a la actitud del observador. Esto es, que si dos observadores miden a la misma persona y deben de dar similares resultados, evitando la interpretación particular y subjetiva del observador.
La forma más utilizada de observar las acciones deportivas de forma global es la que nos posibilita la visualización total del mismo ya sea instantáneamente, por la presencia física del técnico (observador) en la situación, o de forma retardada, una vez transcurrido un tiempo de la ejecución, para lo cual recurrimos a la ayuda de una filmación o similar.
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