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Parámetros fisiológicos de la prueba
de los 100 metros lisos de atletismo

 

*Maestro: especialidad en Educación Física por la Universidad de Murcia. Graduado en Ciencias
de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad Pontificia de Salamanca. Máster de Investigación en Ciencias
de la Actividad Física y el Deporte por la Universidad de Murcia Maestro de Educación Física
en el C.E.I.P. Micaela Sanz Verde de Archena (Murcia)

**Maestro: especialidad en Educación Física por la Universidad de Murcia
Maestro de Educación Física en el C.E.I.P. Micaela Miguel Medina de Archena (Murcia)

Andrés Rosa Guillamón*

Gustavo Saorín Avilés**

andres.rosa@um.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Los 100 metros lisos representan la prueba más impactante en el ámbito del atletismo. En el presente trabajo, se describe la respuesta de los diferentes parámetros fisiológicos ante las exigencias orgánico-funcionales que tienen los atletas antes, durante y después de la prueba de los 100 metros lisos.

          Palabras clave: Carga de entrenamiento. Metabolismo energético. Glucólisis anaeróbica.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 189, Febrero de 2014. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

Breve reseña histórica

    La pruebas de los 100 metros lisos tiene su origen en la carrera de 100 yardas (91,44m) que disputaban los universitarios ingleses en la segunda mitad del siglo XIX. Las mujeres no se estrenarían en esta prueba hasta la novena edición de los Juegos Olímpicos en Ámsterdam (1928).

    La prueba de los 100 metros lisos masculinos formó parte del programa de la primera edición de los Juegos Olímpicos de la era moderna que se celebraron en la ciudad de Atenas en 1896. En aquella ocasión se corrió sobre una pista de ceniza y carbón. La posición de salida era libre y cada atleta adoptaba la que más creía que le favorecía, resultando ganador el norteamericano Thomas Burkeel, único atleta de la prueba que salió con las manos apoyadas sobre la pista y realizando unos agujeros en el suelo para tener un mejor apoyo de salida.

    En 1912, con la fundación de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), se reconoce la primera marca mundial de la prueba en la persona de Donald Lippincott que con un tiempo de 10,6 seg., recorrió la distancia en la pista olímpica de Estocolmo. En 1928, los norteamericanos George Breshnahan y William Tuttle inventan los tacos de salida, mejorando así el punto de apoyo en la salida y optimizando el impulso que, hasta entonces, se obtenía practicando sobre la pista de ceniza unos pequeños hoyos en los que se introducían los pies, práctica que había introducido, en 1887, Charles Sherill. Sin embargo, los tacos de salida no fueron reconocidos por la IAAF hasta 1937.

    En 1938, la IAAF estableció que para considerar válida cualquier marca de la distancia, el viento favorable durante la realización de la prueba debía ser inferior a los 2,0 m/s. El 20 de junio de 1968, en Sacramento, durante la celebración de las pruebas de selección del equipo norteamericano que habría de competir en los Juegos Olímpicos de México, los norteamericanos Jim Hines, Ronnie Ray Smith y Charles Greene lograron correr por primera vez la distancia por debajo de los 10 segundos, fijando la marca mundial en 9,9 s.

    El 1 de enero de 1977, la IAAF decide abandonar el cronometraje manual que había venido coexistiendo con el electrónico desde 1932, estableciendo que todo registro oficial debía realizarse electrónicamente para tener validez oficial.

    Los 100 metros se han celebrado en todos los Juegos de forma ininterrumpida y han sido los norteamericanos quienes más triunfos han cosechado.

Descripción

    La prueba de 100 metros es una de las más fascinantes dentro del atletismo. En ella, los atletas intentan recorrer 100 metros en el mínimo tiempo posible.

    Esta carrera, a diferencia de las demás de velocidad (200 y 400), se disputa en una única recta, concretamente en aquella en la que se encuentra la línea de llegada (Imagen 1).

    Cada atleta (8 como máximo) se sitúa en una calle y se mantiene en ella a lo largo de toda la carrera sin poder salirse de ella.

Imagen 1. Pista de atletismo

    En la imagen 1, se puede apreciar como tan solo hay 8 calles en la pista, por lo que para competiciones donde haya muchos competidores son necesarias eliminatorias previas y semifinales hasta que se dispute la final. En algunos campeonatos, ha sido muy frecuente el uso de la foto-finish, pues a veces entre los atletas tan sólo hay diferencias de décimas o centésimas.

    Es muy característico el uso de tacos de salida (Imagen 2). En las pruebas de velocidad (100, 200 y 400 metros), se emplean para dar un mayor impulso y aceleración en la salida. (Antes de que se emplearan era muy frecuente ver a los atletas hacer hoyos en las pistas de tierra y hierba).

Imagen 2. Tacos de salida en la prueba de los 100 metros lisos de atletismo

    La prueba de 100 metros, ha sido analizada en grandes competiciones desde los años 80, y ha dado la oportunidad a los entrenadores y a los propios atletas, de tener más información útil sobre los índices internos y externos de la carga de entrenamiento al más alto nivel. El análisis de las carreras de los mejores velocistas del mundo en la especialidad de 100 metros sirve de referencia para la evaluación técnica y para racionalizar los resultados obtenidos, en relación a la programación de los entrenamientos y la preparación de las competiciones al más alto nivel.

2.     Parámetros fisiológicos de la prueba de los 100 metros lisos de atletismo

Índices internos y externos de la carga de entrenamiento

    Según Platonov (1991), se entienden como índices internos de la carga de entrenamiento a aquellos factores que intentan apreciar ésta a partir de las reacciones del organismo que ella determina, como las reacciones inmediatas, la duración al estado de reposo, etc., que demuestran las diferentes dimensiones de la solicitación de los sistemas funcionales, como la frecuencia cardiaca, el consumo de oxígeno, la concentración sanguínea de lactato, la actividad eléctrica del músculo e incluso el carácter de los movimientos: velocidad, amplitud y ritmo.

    Los índices externos de la carga de entrenamiento son indicadores que aportan información acerca de aspectos como el número de horas de entreno, ejercicios realizados, kilómetros recorridos, etc., que permiten realizar una clasificación en función de la intensidad: velocidad, carga, etc., o de la orientación hacia el desarrollo de una u otra actividad.

Sistemas metabólicos de obtención de energía

    Los 100 metros de atletismo es una prueba de velocidad de carrera en la participan diversos parámetros fisiológicos, fundamentalmente anaeróbicos, y que serán analizados a continuación.

    Para ejecutar cualquier trabajo mecánico, el músculo necesita de la presencia de adenosintrifosfato (ATP) para la contracción muscular. Podemos encontrar la existencia de una pequeña cantidad de ATP (5-6 mM/Kgr), que es utilizada como reserva energética. Pero dicha cantidad no es abundante, y si no existiese una resíntesis de dicha molécula, tan solo se podría generar movimiento durante breves instantes. Esta pequeña cantidad de ATP, supone un mecanismo de regulación del metabolismo celular.

    La reposición de ATP para el trabajo muscular, es efectuada por un compuesto macroérgico almacenado en el músculo, denominado fosfato de creatina (PC), que se sitúa en equilibrio con el ATP en concentraciones 5-6 veces mayor que éste. El PC está formado por la unión de moléculas de de creatina y fosfato. Cuando es hidrolizado, el fosfato liberado, se unirá al adenosindifosfato (ADP) para formar de nuevo ATP, que podrá ser empleado en un ciclo continuo. Esta reacción está regulada por la enzima creatinkinasa. La actividad enzimática va a resultar trascendental en la prueba de los 100 metros, como se podrá comprobar más adelante.

    El ATP y el PC se pueden considerar fuentes no aeróbicas, ya que no necesitan de oxígeno para su utilización.

    Otra manera de sintetizar ATP se produce por medio de la glucolisis, que ocurre por medio de la degradación de moléculas de glucosa presentes en el organismo. El músculo emplea las reservas de glucógeno degradándolas a glucosa y ácido pirúvico, o el empleo directo de glucosa sanguínea. En la primera etapa de degradación de glucosa a piruvato no se emplea oxígeno. En la segunda etapa, el ácido pirúvico entra en un ciclo, donde es degradado a dióxido de carbono y agua, con participación del oxígeno en reacciones de transporte electrónico y fosforilación oxidativa, siendo esta etapa de naturaleza aeróbica y no presente durante la realización de la prueba de los 100 metros, aunque sí debemos tenerla en cuenta en los procesos de recuperación tras el esfuerzo.

Glucólisis anaeróbica

    En este proceso, la glucosa es degradada a ácido pirúvico, mediado por la intervención de enzimas específicas. Cuando se alcanza el ácido pirúvico, la intensidad del ejercicio o los desajustes cardiovasculares en el inicio de la práctica, no ofrecen la disponibilidad suficiente de oxígeno y de esta forma, el ácido pirúvico no puede seguir la vía oxidativa aeróbica, quedando reducido a ácido láctico.

    En esta vía, se produce dos unidades de ATP. Tiene el inconveniente de que para cubrir las demandas energéticas de ejercicios intensos como en esta prueba, se requiere degradar grandes cantidades de glucosa, que produce una gran acumulación de ácido láctico en el músculo, circunstancias que genera un incremento progresivo de la acidez intracelular que inactiva varias enzimas implicadas en la transferencia de energía.

    En la glucólisis anaeróbica, no se producen grandes cantidades de ATP, pero es una vía esencial para la realización de ejercicios de gran intensidad.

Sistemas metabólicos de obtención de energía en la prueba de los 100 metros de atletismo

    En situaciones de ejercicio máximo y de breve duración, como sucede con la prueba de los 100 metros de velocidad en atletismo, se presenta la imposibilidad de que se produzca la utilización de las vías oxidativas, como se ha comentado anteriormente, circunstancia que obliga al empleo de los compuestos de alta energía (ATP y PC). La duración del esfuerzo máximo, influirá en la facilitación de la conexión de la vía glucolítica anaeróbica, ya que es imprescindible un cierto agotamiento del PC para que se conecte la glucolisis.

    Para concretar esta circunstancia, se puede hacer referencia a los esfuerzos máximos de velocidad, circunstancia que se está abordando en este trabajo, donde son requeridos índices máximos de flujo energético por unidad de tiempo. Y tal y como se está observando, esta posibilidad solo puede ser ofrecida fundamentalmente por las vías alactácidas de los depósitos de fosfatos de alta energía (ATP y PC), y en segunda instancia y en menor medida, por la vía anaeróbica lactácida que ya supondrá un cierto grado de disminución de la eficacia.

    Los depósitos de ATP inmediatos no se agotan nunca por completo (sólo pueden ser reducidos hasta un 40% de su valor inicial), ya que cuando este substrato es reducido y consumido hasta un 60%, se conecta su resíntesis por medio de la degradación de los depósitos de PC, que por el contrario, pueden llegar a ser reducidos hasta un 80-85%, pero sin llegar a consumirse por completo.

    Se ha descrito que el agotamiento de la vía anaeróbica alactácida puede sobrevenir en un margen de 7-10 segundos aproximadamente (Badtcke, 1987, citado por McArdle, Match & Katch, 2004). Según Mader (1976), los depósitos de PC pueden facilitar energía en ejercicios de altísima intensidad, en una duración de 4-6 segundos. Tan solo la intervención y explotación máxima de la vía glucolítica anaeróbica lactácida puede llegar a mantener el esfuerzo, dada una gran intervención enzimática y resistencia a la acumulación del lactato en el músculo. Al conectarse la vía lactácida a máxima producción, el ácido láctico generado, va a aumentar considerablemente las condiciones de acidez intracelular, circunstancia que produce la inhibición de la enzima fosfofructokinasa, que es un elemento clave del proceso glucolítico; y así, cuando son alcanzados valores de PH de 6,3 aproximadamente, se produce un bloqueo completo de la glucolisis anaeróbica.

    Siguiendo a Mader (1976), la glucolisis se inicia de inmediato a intensidades máximas, después de 4-5 segundos, alcanzando en un plazo de 3-4 segundos, su máximo índice de aportación energética La vía glucolítica es fundamental en un sprint a partir de los 5-6 segundos, interviniendo con máxima eficacia en trabajos de velocidad máxima de 30 a 60 segundos de duración. Cuanto mayor sean los depósitos de PC, más tarde se conectará la glucolisis, y menor será la cantidad de lactato producida, con lo que la eficacia será menor. Además, al hidrolizarse el PC, la creatina diseminada en el músculo, crea un efecto básico (alcalosis), que neutraliza la acción acidificadora del lactato.

    Grosser (1992), citando a Jakowlev (1977) y Kindermann (1984), señala que los corredores de sprints más rápidos, muestran en sus análisis índices de ácido láctico más bajos, ante valores idénticos de velocidad de carrera. En este sentido, el tipo de fibras musculares es un indicador especialmente relevante, y según Marti & Howald (1990), las fibras rápidas (FT), y sobre todo las FTG (IIb), contienen un 50% más de fosfatos que las fibras lentas (ST).

    Por tanto, si se considera la duración de los 100 metros de atletismo y el alto nivel de intensidad por unidad de tiempo, se puede afirmar que la energía se consigue en una primera instancia, y se mantiene durante la realización de esta prueba por los depósitos de fosfágeno (glucólisis anaerobia).

Parámetros fisiológicos tras la realización de los 100 metros lisos

    Las vías de obtención de energía y sus substratos correspondientes, así como los diferentes sistemas orgánicos no responden al mismo tiempo ni de la misma forma ante la aplicación del esfuerzo; es decir, existe una alta especificidad de intervención y regeneración para cada situación. A esta particularidad del proceso de supercompensación, se la conoce con el nombre de heterocronismo. Para poder establecer una correcta dinámica de esfuerzo, en la cual se dé una relación adecuada entre carga y recuperación, es interesante poder conocer los procesos de fatiga y recuperación, tan importantes en el rendimiento deportivo y que se producen, cuando son solicitadas las diferentes vías de producción de energía.

    Platonov (1991), citando a Monogarov (1983-84), destaca que en una actividad de carecer cíclico y de intensidad máxima, los signos subjetivos y los objetivos del cansancio, se manifiestan al cabo de un período de tiempo, aproximadamente igual a un 45-55% de la duración total del trabajo ejecutado hasta la interrupción completa del esfuerzo, es decir, hasta la aparición del cansancio evidente.

    En ejercicios anaeróbicos de altísima intensidad, como es la prueba que se está analizando, el cansancio se genera fundamentalmente por un agotamiento de los impulsos de alta frecuencia que se establece en las motoneuronas que activan a las fibras de contracción rápida, así como el agotamiento de los depósitos de fosfágeno que provoca una disminución de la eficacia en el esfuerzo.

    Pero es necesario no olvidar los procesos de recuperación, que son aquellos que transcurren tras la interrupción de la actividad que ha motivado el estado de fatiga, y cuya finalidad se centra en restablecer la homeostasis alterada y provocar un efecto de aumento de los niveles funcionales (supercompensación).

    Las características de estos procesos de regeneración de los principales depósitos orgánicos de suministro de energía en los 100 metros de velocidad en pista son:

  1. Las reservas de oxihemoglobina sanguínea y de mioglobina muscular, son regeneradas al cabo de algunos segundos, tras haber concluido el esfuerzo, en virtud de la elevada presión parcial de O2 arterial.

  2. La recuperación de los depósitos de ATP y PC que constituye el fosfágeno, se establece con bastante rapidez, en virtud de la energía proveniente del metabolismo aeróbico.

    Por otro lado, cuando al comienzo de un esfuerzo el sistema cardio-respiratorio no es capaz de facilitar con inmediatez las demandas energéticas surgidas como consecuencia del propio esfuerzo, se produce un déficit de oxígeno. En los 100 metros de atletismo, el organismo no es capaz de adaptarse al esfuerzo y satisfacer las demandas energéticas por vía oxidativa.

    La deuda de oxígeno va a determinar la cantidad de oxígeno que ha de captar el atleta, durante la fase posterior a la ejecución del esfuerzo, para poder equilibrar el déficit de oxígeno acumulado. En los 100 metros, la deuda de oxígeno va a ser mucho mayor que en pruebas en las que se plantee un esfuerzo de forma paulatina.

    En este sentido, la realización de un calentamiento previo a la prueba en la que los parámetros muscular y cardio-respiratorio estén preparados para actuar con inmediatez favorecerá una menor deuda de oxígeno, y sobre todo una mejora en el rendimiento. Con respecto a los parámetros nerviosos, resulta interesante la activación del sistema nervioso pero sin llegar a una sobreexcitación que pudiera entorpecer un alto rendimiento por parte del atleta.

La respuesta cardiovascular en los 100 metros de atletismo

    Gasto cardiaco (Q). En el calentamiento, y sobre todo durante la prueba se va a requerir una demanda de energía considerable que va a poner en marcha una serie de mecanismos de ajuste del gasto cardiaco a la nueva situación. En el inicio de la prueba, se producen registros de volumen sistólico en torno a 210-215 ml por latido, pudiendo arrojar valores de frecuencia cardiaca (FC) de 195-200 pulsaciones/minuto. Estos datos suponen unos valores de gasto cardiaco en torno a 20-22 litros de sangre por minuto.

    En los 100 metros, la frecuencia cardiaca (FC) aumentará sin llegar a alcanzar un estado estable, alcanzando valores máximos, constituyendo un falso estado estable. Cuando el esfuerzo finalice, la FC volverá a sus niveles de reposo. Pero, esta recuperación será mayor o menor en función de los registros de FC alcanzados durante el esfuerzo.

    Los valores de FC pueden llegar a ser menores de los registrados previamente al ejercicio, ya que el individuo, ante la situación de esfuerzo, se ve influenciado por factores emocionales que desvirtúan los valores de reposo. A este estado de activación previo a una prueba, se conoce con el nombre de estado de anticipación o estado de salida. Este mecanismo es muy importante para los ajustes que se vayan a producir en el comienzo de la prueba; y así, en esfuerzos muy intensos de corta duración, donde la FC va a sufrir un incremento brutal en pocos segundos, los aumentos de anticipación, son favorables en los requerimientos necesarios para la prueba.

La respuesta respiratoria en la prueba de los 100 metros

    La prueba de los 100 metros lisos de atletismo supone un esfuerzo principalmente anaeróbico, como se ha descrito anteriormente, y aunque la implicación del oxígeno en esta actividad no sea tan importante durante la realización de la carrera, es necesario no menospreciar la implicación de las respuestas respiratorias antes y después de la prueba en sí.

    Los ajustes que se van a llevar a cabo en la ventilación pulmonar van a tener las siguientes características:

  1. Estado anticipatorio (descrito anteriormente). Se va a producir una elevación de la ventilación provocada por causas neurales y que influye positivamente para el incremento súbito posterior.

  2. Incremento ventilatorio súbito, producido por causas de un reflejo nervioso iniciado en los receptores sensoriales kinestésicos situados en los músculos, tendones y articulaciones.

  3. Aumento súbito progresivo, provocado por cambios humorales experimentados en el organismo como consecuencia del esfuerzo, y que viene provocado por el aumento de CO2, la disminución del PH intracelular, el aumento de hidrogeniones y las necesidades de O2 por parte de la musculatura de trabajo.

  4. No se alcanza un estado estable.

  5. Descenso brusco post-esfuerzo. La estimulación nerviosa deja de producir su influencia sobre el centro respiratorio, circunstancia que hace descender rápidamente los valores de ventilación.

  6. Recuperación de la deuda de oxígeno, que ya hemos comentado anteriormente.

    En definitiva, la mejora de los parámetros aeróbicos interesa en el trabajo con velocistas para poder afrontar cargas, en competición o entrenamiento de alta exigencia anaeróbica. Esta mejora solo se producirá mediante la adecuada individualización del entrenamiento.

El sistema muscular y el sistema nervioso en los 100 metros de atletismo

    Como se ha observado anteriormente, otro de los factores trascendentales en el desarrollo de la prueba de los 100 metros es la alta proporción de fibras blancas o contracción rápida (FT- Fast-Twich), o tipo II.

    “Un velocista nace, pero tiene que hacerse con el tiempo”. Esta es la afirmación que la Universidad de Pensilvania y de Burnaby, que se cuestionan en un estudio de finales de 2009 en el que concluyen que los velocistas tienen los dedos de los pies más largos, y el tendón de Aquiles más corto que el resto de los atletas.

    Los velocistas tienen un mayor porcentaje de fibras rápidas que el resto de deportistas (80% según Grosser, 1992). Las fibras rápidas permiten una contracción rápida, una conexión neuromuscular rápida, y son idóneas para ejercicios explosivos. El porcentaje de fibras rápidas y lentas no se encuentra definitivamente establecido en el momento del nacimiento, según estos autores.

    Otros autores consideran que quizás un abuso del entrenamiento de resistencia puede transformar las fibras IIb en IIa, de ahí que los velocistas realicen un tipo de entrenamiento específico como se verificará más adelante. Se considera posible que el porcentaje de fibras rápidas puede dentro de ciertos límites, aumentar hasta la pubertad siempre que se apliquen los estímulos adecuados (Harre & Hauptmann, 1987).

    Las fibras de contracción rápida se pueden clasificar, según su potencial glucolítico en fibras tipo IIa y IIb. Estas fibras se caracterizan por su baja capacidad oxidativa frente a una alta capacidad glucolítica. Su resistencia a la fatiga es baja y las unidades motoras desarrollan una alta fuerza. La forma enzimática especial que tienen determina que dispongan de una velocidad alta en la obtención de la energía. Tienen un tipo rápido de la enzima ATPasa. La organización del retículo sarcoplasmático está más desarrollada y es más sensible para liberar el calcio (Ca2+). La fuerza por unidad de tiempo es 3-5 veces superior a la de las rojas. La unidad motora de las fibras anaeróbicas tiene un cuerpo celular más grande, más axones e inerva entre 300 y 800 fibras. En las fibras aeróbicas, la unidad motora inerva entre 10 y 180 fibras. Todas estas características las hacen ideales para desarrollar una gran fuerza con el inconveniente de que se agotan pronto.

    Es muy difícil que una situación haga intervenir al 100% de las fibras musculares. Lo cual resulta fundamental para ganar una prueba de 100 metros o por lo menos estar compitiendo con los mejores especialistas del mundo. La posibilidad de reclutar a más unidades motoras y que éstas se activen de manera más rápida y de forma sincronizada depende de la coordinación intramuscular e intermuscular (experiencia del sujeto), que puede ser mejorada con un entrenamiento determinado de la fuerza.

    La sintonía entre el tipo de ejercicio y la activación de un tipo de fibra muscular, nos lleva a pensar que existe una estrecha relación entre la composición biotipológica del individuo y el éxito deportivo. En definitiva, es posible afirmar que existe una estrecha relación entre la alta especificidad de esta prueba en cuanto al entrenamiento y a la biotipología del atleta, y también en cuanto al desarrollo de la fuerza muscular.

    Los parámetros musculares se muestran, en efecto, como indicadores relevantes en el rendimiento en esta prueba. Hay especialistas, con un gran volumen muscular, mientras que otros resultan tener un menor volumen. En definitiva, es un factor clave en el velocista en los últimos años y se tiende a buscar velocistas potentes, fuertes y musculados. Se trabaja habitualmente en el gimnasio con máquinas de pesas, complementadas con sesiones de masaje para que se mantenga relajada la musculatura.

    Se ha descrito que una mejora de fuerza puede provocar una mejora de la velocidad de desplazamiento. La fuerza máxima, habitualmente, tiene una acción positiva sobre la capacidad de aceleración y sobre la velocidad máxima. El hecho de aumentar la fuerza de un músculo, por ejemplo, a través de la hipertrofia, permite una proliferación del número de puentes entre las moléculas de actina y la miosina que componen las fibras musculares, aumentando la velocidad de contracción del músculo (Akira & Suzuki, 1992).

    Este aumento de la fuerza va a tener una repercusión favorable sobre la amplitud de zancada y, dependiendo del tipo de fuerza desarrollado, sobre la frecuencia de las zancadas, como consecuencia de una disminución del tiempo de contacto en las fases de amortiguación e impulsión de la carrera.

    Durante una carrera el tiempo de contacto en el suelo (suma de los tiempos de las fases de amortiguamiento, apoyo e impulsión) disminuye a medida que la velocidad es mayor. Este descenso del tiempo de apoyo origina, asimismo, un nivel distinto de fuerza de reacción del terreno. El tipo de fibras del sujeto va a ser determinante para generar más fuerza en menos tiempo.

    Los rendimientos en fuerza rápida, tan necesarios en la prueba de los 100 metros pueden conseguirse sin cambios estructurales, pero nunca sin adecuaciones nerviosas.

    La altísima exigencia de esta prueba conlleva la necesidad de un funcionamiento muy eficaz de los parámetros nerviosos del atleta. Este aspecto está altamente determinado por la genética del individuo. La velocidad de reacción en el velocista viene determinada por el mínimo tiempo que se tarda en trasmitir desde el cerebro la orden que permite la concentración muscular. Las motoneuronas se encargan de comunicar esta orden al músculo; no obstante, se puede mejorar mediante algunos ejercicios específicos de coordinación neuromuscular de esta acción y, sobre todo, la respuesta motriz del músculo.

    La actividad del sistema simpático resulta un indicador fundamental. En el inicio de una competición, el organismo recibe una descarga simpática que se materializa en:

  • Incremento de la FC.

  • Vasodilatación: que aumenta el flujo sanguíneo en el corazón y músculos.

  • Aumento de la tensión arterial, aportando más oxígeno al músculo y mejorando el retorno venoso. En este caso, este aspecto no resulta tan fundamental en el desarrollo de la prueba por su carácter anaeróbico, pero sí es importante para la recuperación tras el esfuerzo.

  • Broncodilatación: que ayuda mejorar el intercambio de gases.

  • Aceleración del ritmo metabólico.

  • Incremento de la actividad cognitiva.

  • Liberación de la glucosa hepática a la sangre.

  • Atenuación de funciones secundarias para conservar energía.

    Otros aspectos nerviosos importantes son el funcionamiento de los neurotransmisores, la capacidad para generar el potencial de acción o la velocidad en la transmisión del impulso, en la que influyen la mielización del axón y el diámetro de la neurona. A mayor tamaño de éstas, más velocidad de transmisión del impulso nervioso.

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