Análisis sobre las demandas físicas y fisiológicas en fútbol | |||
Universidad de Granada (España) |
José Manuel Rojo Lozano |
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Resumen Este es un resumen y conclusiones obtenidos a partir del análisis de diferentes artículos relacionados con el fútbol los cuales están en las referencias. En este trabajo que realicé para la asignatura Alto Rendimiento de Fútbol de la Universidad de Granada hago una revisión de diferentes estudios analizando las demandas físicas y fisiológicas de este deporte. Palabras clave: Demandas físicas y fisiológicas. Fútbol. Alto Rendimiento.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 188, Enero de 2014. http://www.efdeportes.com/ |
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Demandas físicas
Distancia recorrida.
Intensidad y esfuerzo.
Velocidad y sprints.
Fuerza.
Resistencia.
En el estudio de Njororai (2012) sobre el Mundial de 2012, los jugadores de fútbol recorrieron una distancia promedio entre 9,3 kilómetros y 13,476 por partido. Los movimientos de baja actividad dominaron (84,1%), seguido de intensidad alta (8,3%) y medio intensidad (7,6%).
Estos datos son apoyados por numerosos autores y estudios como el de Di Salvo et al. (2009), en el cual los jugadores recorren de 8 a 13 kilómetros en un partido, donde la mayor parte de la actividad se realiza a baja intensidad como caminar y trotar. Otro dato muy importante en este estudio es la influencia de la posición de los jugadores en la actividad de alta intensidad.). Los defensores laterales y jugadores centrocampistas centrales completaron una distancia de alta intensidad recorrida similar. Sin embargo, los interiores y defensores centrales, completan el más alto y más bajo, respectivamente. Al igual, en cuanto al total de distancia en sprint, interiores, atacantes y laterales son los que más recorren.
Bangsbo et al. (2006), también mencionan que la distancia cubierta por un jugador de campo de primera clase durante un partido es de entre 10 y 13 kilómetros y que en un estudio de Mohr et al. (2003) encontraron que los defensas centrales cubren menor distancia total y menor carrera de alta intensidad que los jugadores de otras posiciones, lo que probablemente esté vinculado con los roles tácticos de los diferentes puestos (Bangsbo, 1994; Mohr et al. 2003).
La influencia del éxito del equipo en la actividad de alta intensidad también es significativa , la distancia recorrida a alta intensidad y la distancia recorrida a alta intensidad sin posesión de balón fue significativamente superior en los equipos de mitad de tabla y últimos 5 en comparación con los 5 primeros. La distancia total de de sprint fue significativamente diferente entre los 5 equipos últimos y los 5 primeros que completan el más alto y el más bajo respectivamente. Esto parece ser consecuencia de sus intentos por recuperar la posesión de la pelota.
Comparando los partidos de fútbol con las juegos en espacios reducidos, Dellal et al. (2012), hace un interesante estudio; los jugadores recorrieron mayores distancias totales, tanto en carreras de velocidad y en alta intensidad para todas las posiciones de juego durante los tres 4 vs 4 de juego reducido, especialmente dentro de las reglas 1 y 2 toques frente a partido.
Por último, hablar del estudio de Casamichana (2011), donde se compara las demandad física de jugadores semiprofesionales en entrenamiento y en partido para saber si se entrena igual que se compite. Los resultados que obtuvieron fueron los siguientes; durante los entrenamientos los jugadores recorren 73,5 ± 18,2 m/m-1, mientras que durante los partidos esta distancia es de 112,9 ± 8,7 m/m-1. Los jugadores pasan más tiempo durante los entrenamientos únicamente en la zona de velocidad de entre 0-6,9 km/h-1, parado-andando, mientras que en el resto de las categorías de velocidad el tiempo transcurrido en los partidos es mayor: carrera suave (7-12,9 km/h), carrera rápida (13-17,9 km/h), carrera alta intensidad (18-20,9 km/h) y sprint (>21 km/h). Comparando con los entrenamientos, los jugadores realizan más sprints por hora de juego (15,3 vs. 3,2, p<0,01), con mayores duraciones y distancias medias (2,3 vs. 1,5, p<0,01; 15,2 vs. 9,4, p<0,01, respectivamente), mayores duraciones y distancias máximas (5,1 vs. 2,5, p<0,01; 34,4 vs. 15,8, p<0,01, respectivamente), y una mayor frecuencia por hora de juego en todas las categorías de distancias establecidas.
Durante los entrenamientos los deportistas invierten más tiempo en velocidad baja mientras que en partido el tiempo invertido en intensidades más altas es mayor.
La velocidad máxima también responde de la misma manera, siendo significativamente menor durante los entrenamientos en comparación con la alcanzada en los partidos.
Durante el entrenamiento no se replican las acciones de alta intensidad que se dan en los partidos, quizás debido a la gran importancia que tienen en el entrenamiento actual las situaciones de juegos reducidos (Hill-Haas, Coutts, Rowsell y Dawson, 2009), donde las dimensiones reducidas del espacio no permiten alcanzar velocidades de sprint superiores a 21 km/h (Casamichana y Castellano, 2010).
Raven et al. (2013), realizaron un estudio a jugadores de fútbol profesional de la NASL, mostraron que los dos jugadores ofensivos y defensivos tuvieron una mayor capacidad de resistencia que los centrocampistas y los porteros, y que los dos centrocampistas tenían mayor resistencia que los dos porteros. Los centrocampistas y porteros tener una mayor flexibilidad y fuerza que los jugadores defensivos y atacantes con poca o ninguna diferencia entre los grupos para la agilidad y la potencia.
Las pruebas de campo de fuerza, potencia y flexibilidad indicaron que los jugadores de fútbol fueron de media a excelente en comparación con una población normal y que los porteros funcionaron mejor que todos los demás grupos. La prueba de campo que los jugadores destacados del fútbol como un grupo de la población normal, era la agilidad de ejecución.
Demandas fisiológicas
Gasto energético.
VO2 máximo.
Frecuencia cardiaca.
Vía aeróbica.
Vía anaeróbica.
Lactato.
Sustratos energéticos.
El gasto energético durante un partido de fútbol es de unas 1500 Kcal.
El fútbol es ampliamente caracterizado como un evento aeróbico intermitente con períodos de actividad de alta intensidad (anaeróbico). La fuente de energía primaria durante el juego se suministra a través de la glicólisis aerobia, con un consumo de oxígeno media máxima (VO2 máx) de alrededor de 70-80% durante el partido. Los ritmos cardíacos promedio y pico de jugadores se estimaron en alrededor de 85 y 98, respectivamente. (Abdullah, 2011).
Estos valores se asemejan a los de otros estudios como los de Ali y Farrally (1991); Bangsbo (1994); Ekblom (1986); Krustrup et al. (2005); Reilly y Thomas (1979); quienes determinan la frecuencia cardíaca media y máxima de alrededor del 85 y el 98% de los valores máximos, respectivamente.
Sin embargo, Bangsbo (2013) menciona que es probable que las frecuencias cardíacas medidas durante un partido de llevar a una sobreestimación de la captación de oxígeno, ya que los factores tales como la deshidratación, hipertermia, y el estrés mental elevar la frecuencia cardiaca sin afectar a la absorción de oxígeno. Sin embargo, con estos factores que se toman en cuenta, las mediciones de la frecuencia cardíaca durante un partido parecen sugerir que el consumo de oxígeno promedio es de alrededor del 70% [VDOT] O2máx.
Raven (2013) en su estudio determina que el promedio de VO2 máximo de los jugadores de fútbol es de 58,4 ml O2/kg min-1, similar a otros estudios en los que determinaron que estaba alrededor de 56 mil O2/kg min-1, como también mencionan Hoff y Helgerud (2013), que está entre 55 y 68 ml kg -1 min -1 en jugadores de fútbol de élite.
Además Hoff y Helgerud (2013), en un estudio realizado, determinan que un entrenamiento de alta intensidad de intervalo aeróbico además de un entrenamiento de fútbol convencional puede elevar el VO2 máximo de los jugadores de fútbol a niveles cercanos a 70 ml kg -1 min -1.
El esfuerzo anaeróbico es un factor determinante en peleas repetidas de sprint y otras maniobras específicas del deporte. Esto se hace evidente por medio de la concentración de lactato en sangre de 2.10 mmol.l -1 durante el juego de fútbol competitivo. Sin embargo, se observó que las mediciones de lactato en sangre son variables entre los jugadores. (Abdullah, 2011).
La media de las concentraciones sanguíneas de lactato de 2 - 10 mmol · l -1 se han observado durante los partidos de fútbol, con valores individuales por encima de 12 mmol · l -1 (Agnevik, 1970; Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Krustrup et al,. 2006). Estos hallazgos indican que la tasa de producción de lactato muscular es alta durante partido.
La concentración de lactato en sangre bastante alto a menudo en el fútbol (Bangsbo, 1994; Ekblom, 1986; Krustrup et al., 2006) no puede representar una producción de lactato elevado en una sola acción durante el juego, sino más bien una respuesta acumulada / balanceada a un número de actividades de alta intensidad.
Esto es importante a tener en cuenta en la interpretación de la concentración de lactato en sangre como una medida de la concentración de lactato en el músculo.
En el estudio de Dellal et al. (2012), donde comparan las actividades en partido y en juegos reducidos determinaron que el lactato producido en juegos reducidos era menor que en partido a pesar de que las actividades de carrera de más intensidad se realizaron en juego reducido.
Las reservas de glucógeno se indican a jugar un papel central en el metabolismo energético durante actividades prolongadas, intermitentes intensas. Durante el juego, los carbohidratos endógenos se obtienen principalmente por la glucogenólisis dentro de los músculos en ejercicio, con una contribución subsidiaria derivada de la utilización de glucosa desde el hígado extramuscular. El glucógeno proporciona la mayor parte de la energía durante un partido de fútbol. (Abdullah, 2011).
El glucógeno muscular es un sustrato importante para el jugador de fútbol. Saltin (1973) observó que las reservas musculares de glucógeno se agotan casi en el medio tiempo.
La concentración de ácidos grasos libres en la sangre aumenta durante un juego, más notablemente durante la segunda mitad (Bangsbo, 1994; Krustrup et al. 2006).
Además, una mayor utilización de los triglicéridos musculares pueden ocurrir en la segunda mitad debido a las concentraciones de catecolaminas elevadas (Galbo, 1992). Ambos procesos pueden ser mecanismos compensatorios para la reducción progresiva de glucógeno muscular y son favorables para mantener una concentración de glucosa en sangre alta.
Referencias
Alghannam, A. F. (2012). Metabolic Limitations of Performance and Fatigue in Football. Asian Journal Of Sports Medicine, 3(2), 65-73.
Bangsbo, J., Mohr, M., & Krustrup, P. (2006). Physical and metabolic demands of training and match-play in the elite football player. Journal of Sports Sciences, 24(07), 665-674.
Barbero-Álvarez, J. C., Barbero-Álvarez, V. V., Granda, J. J., & Gómez, M. M. (2009). Demandas físicas y fisiológicas del Fútbol 7 en categorías inferiores. Revista Kronos, 8(15), 43-48.
Casamichana, D., & Castellano, J. (2011). Demandas físicas en jugadores semiprofesionales de fútbol: ¿se entrena igual que se compite? Cultura, Ciencia Y Deporte, 7(17), 121-127.
Dellal, A. A., Owen, A. A., Wong, D. P., Krustrup, P. P., van Exsel, M. M., & Mallo, J. J. (2012). Technical and physical demands of small vs. large sided games in relation to playing position in elite soccer. Human Movement Science, 31(4), 957-969.
Di Salvo, V., Gregson, W., Atkinson, G., Tordoff, P., & Drust, B. (2009). Analysis of high intensity activity in Premier League soccer. International Journal of Sports Medicine, 30(03), 205-212.
López, M., & Moro, M. (2005). Características fisiológicas de jugadoras españolas de fútbol femenino. Revista Kronos, 4(7), 26-32.
McMillan, K., Helgerud, J., Macdonald, R., & Hoff, J. (2005). Physiological adaptations to soccer specific endurance training in professional youth soccer players. British Journal Of Sports Medicine, 39(5), 273-277.
Njororai, S. (2012). Physical demands of soccer: lessons from team USA and Ghana matches in the 2010 Fifa World Cup. Journal of Physical Education and Sport, Art 60, pp. 407 – 412.
Raven, P. B., Gettman, L. R., Pollock, M. L., & Cooper, K. H. (1976). A physiological evaluation of professional soccer players. British Journal Of Sports Medicine, 10(4), 209-216.
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