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Potencialidades de los centros inclusivos, para el proceso de enseñanza

 aprendizaje de la Educación Física Adaptada, con alumnos 

de 5º y 6º grado con limitaciones físico motoras

 

*Profesora Auxiliar. Actividad Física Adaptada. Licenciada en Psicología Pedagogía

Máster en Educación Avanzada. Máster en Didáctica de la Educación Física

**Coautores

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte de Villa Clara

(Cuba)

MSc. Daniela Milagros Palacio González*

MSc. Sandra Banguela Beuvides**

MSc. Gonzalo Ramos Alfonso**

MSc. José Emilio Lacoba**

danielapalacio61@yahoo.es

 

 

 

 

Resumen

          En la ponencia se defiende la idea que la inclusión exitosa de los alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales en los centros de la educación primaria, depende en gran parte, de las condiciones educativas adecuadas que se creen. Para ello, se debe poner el acento en el contexto o centro, como el sistema que permite la interacción entre todos los profesionales e instancias que lo componen (administración, familias, profesorado, servicios de apoyo, etc.) para la toma de decisiones educativas adecuadas a las necesidades de los alumnos.

          Palabras clave: Educación Física Adaptada. Limitaciones físico motoras. Centros inclusivos.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 188, Enero de 2014. http://www.efdeportes.com/

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Desarrollo

    En documentos de la UNESCO como: Inclusión Internacional y Fundación HINENI, se expresa que inclusión educativa “Es un enfoque educativo basado en la valoración de la diversidad como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza-aprendizaje y en consecuencia favorecedor del desarrollo humano”.

    La inclusión es más bien un juicio de valor, es una forma de mejorar la calidad de vida, en la que la educación puede jugar un papel primordial al ofrecer las mismas oportunidades e idéntica calidad de medios a todo el que llega de nuevo. (Ortiz, 2012)

    La inclusión educativa es un proceso, que implica cambios en términos de factores físicos, aspectos curriculares, expectativas y estilos del profesorado, roles directivos; es participación de todos los niños y jóvenes y remover, para conseguirlo, todas las prácticas excluyentes” (Barton, 1998)

    Desde esta concepción se debe considerar a la escuela como el centro del cambio, en el sentido de que los objetivos de mejora deben orientarse a todos los niveles de la escuela y se deben ampliar las relaciones con agentes e instituciones diversas. En la escuela inclusiva todos los alumnos se benefician de una enseñanza adaptada a sus necesidades, no sólo los que presentan necesidades educativas especiales.

    Interpretar la inclusión educativa a luz de la realidad cubana, supone concebir la atención a todos en el contexto que resulte más favorable al desarrollo de cada uno, los investigadores cubanos Carmen Lidia Cobas Ochoa, Arturo Gayle Morejón y Silvia Navarro Quintero en su artículo: “La educación en Cuba; oportunidad, posibilidad y realidad para todos”; relacionan el proceso de inclusión educativa con una serie de hechos sociales que van desde la trayectoria histórica de la sociedad cubana; la estructuración de su sistema educativo sobre la base de sólidos principios, entre ellos el de la atención diferenciada y la integración escolar; hasta las principales líneas de acción como la atención a la diversidad del alumnado.

    En nuestro contexto, cabe destacar que la educación inclusiva está planteada en el artículo 5l de la Constitución cubana, en el que se expresa: “Todos tienen derecho a la educación”. Este derecho está garantizado por el amplio y gratuito sistema de escuelas, becas en todos los tipos y niveles de enseñanza, y por la gratuidad del material escolar, lo que proporciona a cada niño y joven, cualquiera que sea su situación social, la oportunidad de cursar estudios de acuerdo con sus aptitudes, las exigencias sociales y las necesidades del desarrollo económico-social.

    El tema de referencia fue abordado por Martínez, Díaz, Galdós, López, Gayle y Borges (2012), en el curso pre-congreso: “La educación inclusiva y las prácticas pedagógicas en Cuba. Retos para la preparación docente”, dictado en el V Congreso del CELAEE, en la ocasión los referidos autores refieren que:

    La inclusión educativa implica un perfeccionamiento de la Didáctica que es teoría y tiene una expresión metodológica y práctica, en tanto está sujeta a la lógica de un proceso de enseñanza-aprendizaje que insta a la constante creatividad del docente, para que utilizando las ayudas, recursos y apoyos (Guerra, 2012), potencie al máximo posible los aprendizajes de todos y los dote de una educación que les permita insertarse en nuestra sociedad con los valores acordes a nuestro Proyecto Social, la defiendan y contribuyan a su perfeccionamiento (Borges, 2007).

    Estos especialistas defienden la idea que la educación inclusiva toma el enfoque basado en la valoración de la diversidad, como elemento enriquecedor del proceso de enseñanza-aprendizaje y en consecuencia favorecedor del desarrollo, afirman que la educación inclusiva implica que todos los niños y niñas de una determinada comunidad escolar aprendan juntos independientemente de sus condiciones personales, sociales o culturales.

    Ello supone un modelo de escuela en la que no existan “requisitos de entrada” ni mecanismos de selección o discriminación de ningún tipo, una escuela que modifique su estructura, funcionamiento y propuesta pedagógica para dar respuesta a las necesidades de todos y cada uno de los niños y niñas, incluidos aquellos que presentan necesidades educativas especiales. Por lo que la educación inclusiva se concibe como una manera actual de propiciar una educación para todos.

    Se trata de una escuela en el que los profesores, los alumnos y los padres participen y desarrollen un sentido de integración para el desarrollo de actividades comunes, lo que implica una reconstrucción funcional y organizativa de la escuela, donde se adapte la instrucción de manera que permita proporcionar apoyo a todos los estudiantes con profesores de aula regular, especialistas o de apoyo, pero que de manera conjunta y coordinada logren transmitir nuevos valores en el contexto natural del aula.

    Los centros inclusivos implican desplegar una cultura orientada a crear una comunidad segura, acogedora y colaboradora; desarrollar valores inclusivos, compartidos por todo el profesorado, el alumnado, la comunidad escolar y las familias; desarrollar las actuaciones de mejora del aprendizaje y de la participación de todo el alumnado; aprovechar, todas las modalidades de apoyo desde la perspectiva de los alumnos y su desarrollo, en lugar de la perspectiva del centro educativo y sus estructuras de administración. Donde desde la práctica se asegure y garantice la participación de todo el alumnado y tengan en cuenta el conocimiento y las experiencias de éstos dentro y fuera de la escuela (Booth y Ainscow, 1998).

    Desde esta perspectiva para el buen funcionamiento de un centro inclusivo se destacan las siguientes premisas:

    Los investigadores Tortosa y González (2006), ofrecen algunos de los rasgos que deben tener los centros inclusivos para niños con necesidades educativas especiales y que deben ser modelo para la formación de profesionales y para otros centros.

    La concepción actual del sistema educativo cubano incluye el redimensionamiento de todos los espacios de la organización escolar, en el caso de la escuela primaria debe propiciar la formación integral de la personalidad del escolar, fomentando, desde los primeros grados, la interiorización de conocimientos y orientaciones valorativas que se reflejen gradualmente en sus sentimientos, formas de pensar y comportamiento, acorde con el sistema de valores e ideales de la Revolución Socialista. (El modelo de la escuela primaria cubana, 2008)

    Se ha de formar un escolar reflexivo, crítico e independiente, que asuma un rol cada vez más protagónico en su actuación, que posea sentimientos de amor y respeto ante la patria, su familia, su escuela, sus compañeros y la naturaleza, sea portador de cualidades como la responsabilidad; la laboriosidad, la honradez y la solidaridad; así como que manifieste un desarrollo acorde a su edad en las cualidades físicas y habilidades básicas, deportivas y en las actividades físicas y laborales que participe.

    En Cuba el centro inclusivo de la enseñanza primaria, para la atención a escolares con limitaciones físico motoras, es aquella institución donde se brinda un servicio educativo de calidad en iguales condiciones que sus semejantes, sobre la base de una adecuada preparación del claustro, disposición para la tarea, eliminación de barreras arquitectónicas y psicológicas (Borges, 2012).

    Entre los cambios que se requieren, en estos centros inclusivos se destacan: las modificaciones en la organización escolar, el régimen del día, la reorganización de los horarios docentes, el análisis del plan de estudio; la atención diferenciada a los docentes, la implementación de agrupamientos flexibles, programas complementarios, las adaptaciones curriculares individualizadas, además de la atención diferenciada e individual y otras actividades educativas, académicas, culturales, deportivas y recreativas que contribuyen a su enriquecimiento (Gayle y Leal, 2009) con vistas a propiciar una verdadera educación inclusiva.

    En el proceso docente educativo de los referidos centros se deben adoptar una serie de medidas organizativas, para alcanzar los objetivos propuestos. En este sentido Casanova (1998), señala una serie de exigencias organizativas necesarias para hacer posible una educación inclusiva.

    En primer lugar, y en relación al centro, será necesario establecer un proyecto educativo y curricular que asuma la atención a la diversidad como principio de funcionamiento y genere los cambios necesarios en el aula; tiempos comunes para la coordinación del profesorado; distribución de los espacios en función de los objetivos del centro; agrupamientos flexibles del alumnado dentro de los ciclos; responsabilización del profesorado en función de los agrupamientos realizados; utilización eficaz y creativa de los recursos disponibles; existencia de equipos de coordinación que garanticen el seguimiento continuo del progreso del alumnado, especialmente cuando se pone en práctica una adaptación curricular; y un estilo dinámico de dirección que pilote, evalúe y tome decisiones de mejora sin dilación.

    Y en segundo lugar, y en relación al grupo escolar, será imprescindible distribuir el tiempo en función de los ritmos de aprendizaje de los alumnos; realizar agrupamientos según intereses, ritmos, progresos, etc.; y diversificación del trabajo para su realización individual o en grupo.

    Solo bajo estas condiciones es posible desarrollar el proceso enseñanza-aprendizaje con los educandos limitados físico-motores en estos centros, el cual tiene como propósito contribuir al desarrollo armónico de la personalidad, constituyendo la vía mediatizadora para la adquisición de los conocimientos, procedimientos, normas de comportamiento, valores, actitudes, convicciones, sentimientos, hábitos, habilidades y capacidades apropiándose de la cultura lograda por las generaciones; así como para su rehabilitación integral (Borges, 2012).

Conclusiones

Bibliografía

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