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    El póker, denominado por muchos como "deporte mental", se ha convertido en una modalidad en la que la discapacidad física no es ningún hándicap y se puede competir en igualdad de condiciones.

Jonathan Bredin con su asistente. Fotografía de NZPT

    La irrupción del póker online en la práctica de este juego de habilidad mental ha revolucionado la manera en que se jugaba tradicionalmente. Se acabó el confinamiento en el casino y se abren muchas posibilidades, entre ellas, la inclusión de una nueva comunidad de jugadores: aquellos con discapacidad física, incluso aunque sea severa.

    En agosto de este 2013, el australiano Jonathan "Jono" Bredin escenificó con final feliz la evolución que están teniendo los jugadores con discapacidad en el mundo del póker: pasó de jugar online a ganar un gran torneo (las Series de Poker de Nueva Zelanda, NZPT), que le reportó un premio de 93.600 dólares. Un logro sin duda muy importante, no sólo por lo económico sino por lo que representaba para la comunidad de jugadores con discapacidades.

    El hecho de que se pueda jugar a través de internet, permite conocer y perfeccionar el póker hasta que se alcanza el nivel suficiente como para poder ganar no sólo dinero sino inscripciones gratuitas a torneos presenciales. Esta es una ventaja para todos, pero especialmente para aquellos a los que les resulta difícil desplazarse o desenvolverse en un casino.

    Bredin no es el único ejemplo de jugador profesional de póker con discapacidad pero su caso es de los más conocidos por el resultado obtenido. El joven de 23 años tiene una parálisis cerebral que le impide poder manipular las cartas y las fichas del casino, además tampoco puede hablar. Sin embargo, gracias a las nuevas tecnologías (se comunica a través del iPad) y a la ayuda de un asistente, compite exactamente igual que el resto de los 125 a los que venció en Queenstown (Nueva Zelanda).

    El póker online está rompiendo el perfil del jugador tradicional. Cada vez el espectro de personas que lo practican es más amplio y hay mayor profesionalización, hasta el punto de que se ha dejado de considerar al póker un juego de azar para empezar a tratarlo como un deporte mental cuyos pilares son el cálculo de probabilidades y la psicología. Del mismo modo, el hecho de que cada vez haya más gente distinta que practique el póker, ha llenado los casinos de otra clase de público, de manera que, si bien antes una mujer o una persona con discapacidad causaban extrañeza e incluso rechazo, cada vez se vive su presencia con más normalidad.

    La práctica del póker no sólo permite a los discapacitados físicos competir en igualdad de condiciones contra personas sin discapacidad, sino que también implica aceptación. En una entrevista de hace un par de años, el jugador Josh Cranfill comentaba cómo al principio, al jugar contra gente nueva, sus rivales no sabían muy bien qué esperar de él por su condición (sufre la enfermedad de Werdning-Hoffman, una forma de atrofia muscular degenerativa). Sin embargo, una vez que veían que sabía jugar a póker, le trataban como a uno más, lo que le daba una gran sensación de aceptación social.

    Cranfill es un gran ejemplo de integración cuyas múltiples actividades pueden seguirse a través de su cuenta de Twitter. Amante del deporte, no sólo del póker, es entrenador de un equipo de hockey y, hablando desde la experiencia, también da charlas sobre motivación y superación personal.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 187 | Buenos Aires, Diciembre de 2013 © 1997-2013 Derechos reservados