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Propuesta para dinamizar la construcción 

textual a partir de la sinonimia y la hiponimia

 

Profesoras de la Universidad Pedagógica “Blas Roca Calderío”

de la provincia Granma

(Cuba)

MsC. Odalis Fonseca Guerra

MsC. Graciela Rosales Reyes

MsC. Élida Sarmiento Fernández

Lic. Cristina Jiménez Dávila

rafaelperez@gr.rimed.cu

 

 

 

 

Resumen

          La repetición innecesaria de palabras afecta la coherencia textual, ello se debe al escaso vocabulario y al desconocimiento de determinados procedimientos de cohesión textual que impiden el uso reiterado de la misma palabra. En tal caso, la sinonimia y la hiponimia resuelven la situación cuando el emisor es capaz de utilizar diferentes signos lingüísticos para un mismo referente. En el presente trabajo se realiza un estudio de estas relaciones interlexemáticas como procedimientos de cohesión textual.

          Palabras clave: Correferente. Hiponimia. Recurrencia léxica. Sinonimia.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 186, Noviembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

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    La lengua es un sistema convencional para la comunicación verbal, es decir, un sistema de signos de los que se vale el emisor para trasmitir mensajes convencionalmente codificados, que trasmitan información o permitan interaccionar con otros individuos, para ello se requiere de algún tipo de codificación del contenido semántico en forma de expresiones lingüísticas. Por lo anteriormente expuesto, en el presente artículo se pretende realizar un estudio del uso de la sinonimia y la hiponimia como procedimientos de cohesión textual.

    La necesidad de aludir con frecuencia en un texto a los mismos significados plantea un problema estilístico de la variedad de recursos de que disponga el emisor para referirse a lo mismo. Debido a que entre el significante y el significado no se da una relación biunívoca, porque a un significante le pueden corresponder varios significados y viceversa o bien porque una palabra incluya a otras, se suele acudir en estos casos a relaciones paradigmáticas del léxico: la sinonimia y la hiponimia.

    El contenido de estas ha sido abordado por lexicólogos y especialistas; algunos se han referido al aspecto descriptivo de estas relaciones; otros han restringido el alcance de dichas relaciones o han ampliado su concepción.

    En su Retórica, Aristóteles aseveró que los sinónimos son útiles para el poeta. Como puede apreciarse la pretensión de Aristóteles era una enunciación extremadamente moderna, si se tiene en cuenta que la sinonimia es realmente un recurso estilístico inestimable para cualquier escritor, pero la variedad de usos en dependencia a su elección o preferencia a combinarlo con algún propósito específico; si se le maneja discretamente, es indispensable para cualquier estilo.

    Humberto Martín Mederos (1989) plantea “dos expresiones son sinónimas si tienen el mismo significado”. Al decir expresiones no queda restringida a la sinonimia, sino que puede darse también entre secuencias léxicamente complejas. La sinonimia queda caracterizada así no por la identidad, sino por la semejanza de significados.

    Según Antonio Guitlitz (1980) “son sinónimos, en primera aproximación, las palabras que expresan el mismo contenido”. Por su parte, Gloria Amengual y Luis Enrique Álvarez, refieren que “son palabras distintas por su significante pero de significado cercano, parecido”. Por tanto, los sinónimos se refieren, en un momento dado del discurso, a un mismo referente; por otra parte, presentan, a pesar de sus diferencias fónicas, una coincidencia en cuanto a la faceta objetiva de su significado.

    La sinonimia definida estrictamente, consiste en la posibilidad de que dos términos o expresiones más complejas -los fraselogismos- tengan, en un momento dado, un mismo sentido. Esto es, son sinónimas dos palabras o fraselogismos que en un contexto puedan adquirir un semejante lugar en un sistema de relaciones establecidas entre dos términos de significados similares e intercambiables en el discurso.

    Ciertamente, la manera más obvia de repetir una referencia sin hacer uso de la misma expresión es utilizar expresiones diferentes con significados semejantes o parecidos. Esto es cierto que la adquisición de sinónimos es importante para un uso flexible de la lengua, pero la riqueza de sinónimos no es el mejor patrimonio que puede tener el emisor para aludir una y otra vez a las mismas cosas.

    De hecho, la acumulación de sinónimos es un recurso que se puede utilizar al servicio de la permanencia temática, pero solo en series de enunciados no muy extensos. Esta habilidad de aprovechar las informaciones nuevas que se van introduciendo el texto, para usarlas como datos consabidos en expresiones que siguen designando las mismas realidades, supone ya una cierta capacidad de construcción textual y debe ser más entrenada que la adquisición de una variedad de sinónimos, cuya peculiar relación es puramente léxica y ajena a la construcción textual propiamente dicha.

    Una de las grandes utilidades de los sinónimos –además de permitir enriquecer el mensaje- es que con ellos se logra emplear la expresión más adecuada a cada situación comunicativa. Por ejemplo, se diría ebrio en nivel culto; borracho en un contexto coloquial. Sin embargo, no son intercambiables en todos los contextos, porque se puede decir que una tertulia fue pesada, aburrida, sin variar el significado. Mas, al referirse a una maleta, podrá decirse que es pesada, pero en ningún caso que es aburrida.

    Cuando se dice que dos palabras son sinónimas se refiere a que entre ellas se produce identidad referencial o coincidencia en la designación extralingüística, esto es, que ambas pueden ser empleadas, indistintamente en cualquier tipo de contexto, para expresar una misma cosa. Por ejemplo: de igual clase léxico funcional de palabra: pitillo - cigarro, contento – feliz, estimar – apreciar; estos se consideran sinónimos completos al poder ser sustituidos en diferentes contextos. Algunos fraselogismos también pueden ser sinónimos: Con las manos en la masa – in fraganti.

    Un tipo especial de sinonimia es el eufemismo que consiste en la sustitución de una palabra, llamada tabú, por otra, que es el denominado eufemismo, quien toma su significado; tiene dos características: efímero porque su duración es escasa y desciende de nivel y deja de ser eufemismo para convertirse en tabú. Las causas por las que se produce son: sociales: barrendero - funcionario de limpieza; religiosas: demonio – maligno y fisiológicas: ir al baño – hacer necesidades.

    La sinonimia completa, aunque muy rara vez, puede encontrarse en las lenguas: por ejemplo son sinónimos completos en algunos casos se acabó, se terminó la película. En el caso de acabó frente a terminó adueñándose del libro. Pero en el caso: La anciana fue acabándose no puede oponerse a La anciana fue terminándose lentamente; en este caso es parcial porque no es posible su sustitución.

    Conviene recordar que, la norma estilística de no acumular usos de una misma palabra en poco espacio debe llevar a buscar expresiones diferentes que digan lo mismo en el texto: a la sinonimia. No debe confundirse esta relación con la correferencialidad que se puede dar entre dos signos, sinónimos o no. La correferencialidad consiste en la referencia, lo que no implica necesariamente coincidencia en el significado. Solo los sinónimos tienen garantizada su coincidencia en los contextos.

    No se trata exactamente de sinónimos, sino de expresiones correferentes, esto es, expresiones que designan el mismo objeto o situación. Contribuyen a la cohesión textual numerosas frases nominales correferenciales, en las que no hay correlación léxica alguna entre sus lexemas nucleares. Se ha hablado en estos casos de sinónimos referenciales que tienen su base en el conocimiento extralingüístico o en la información aportada por el texto. Ejemplo: Antonio Maceo (el Titán de Bronce), Miguel de Cervantes (El fénix de los ingenios españoles), Nicolás Guillén (El Poeta Nacional). El empleo de estas expresiones correferentes no solo sirve para la permanencia temática, sino que significa que el emisor está produciendo sus enunciados con arreglo al nuevo contexto que va configurando el texto.

    La correferencialidad no es, o no es necesariamente, una relación permanente entre los signos lingüísticos, sino ocasional. Aunque es sabido que la sinonimia garantiza la correferencialidad, hay expresiones correferentes que no son sinónimas: José Martí Pérez y el autor de “La Edad de Oro” son correferentes porque aluden a la misma persona; pero para quien no sepa que José Martí es el autor de “La Edad de Oro” esas dos expresiones no dicen lo mismo; por tanto, para esas personas no está garantizado que ambas expresiones mantengan el mismo valor referencial.

    No solo la sinonimia suele ser empleada, como se ha planteado anteriormente, para lograr la coherencia textual, porque también se puede hacer uso de la mera recurrencia mediante hipónimo, por lo que es preciso analizar el uso de esta en la construcción de textos.

    Aunque el término parezca nuevo, la noción de la hiponimia es suficientemente tradicional y ha sido desde hace poco tiempo reconocida como uno de los principios constitutivos en la organización del vocabulario de las lenguas. Los hiperónimos (del griego hyper: “sobre”, “por encima de” y ónoma: “nombre”), por su parte, designan un conjunto o clase de individuos. Se utiliza en semántica para designar la relación lógica de inclusión. Se denomina hipónimos (del griego hypo: “debajo” y ónoma: “nombre”) a las palabras que designan a los elementos que forman parte de un conjunto o clase.

    Es la relación que se da entre una palabra (hiperónimo) cuyo significado es más general y está totalmente incluido en los significados de otras palabras más específicas (hipónimos): árbol es un hiperónimo de sauce, olmo, (...), porque el significado de estos últimos incluye los rasgos de árbol. El hipónimo es el que implica al hiperónimo, porque el hipónimo tiene las propiedades del hiperónimo, pero no a la inversa.

    En el caso de la hiponimia es la relación inversa a la hiperonimia, en la que el significado de una palabra más específica (el hipónimo) contiene los rasgos de significado del término más general (hiperónimo); así, olmo y sauce son hipónimos de árbol, porque en su significado incluyen los rasgos de este último. Entre los términos que comparten un mismo hiperónimo –sauce y olmo- existe una relación de cohiponimia, o sea, son cohipónimos, pues ambos tienen un mismo hiperónimo: árbol.

    En principio, la hiperonimia es un recurso para repetir referencias sin frecuentar palabras similar a la sinonimia: se produce la repetición buscada, pero no es un mecanismo de desarrollo. No solo se utiliza para evitar la repetición de una palabra, sino que se utilizan varias palabras que tienen en común un hiperónimo. Por lo que, la introducción de un hiperónimo es un recurso útil para generalizar sobre ciertos aspectos particulares de difícil lexicalización, especialmente para sustanciar lo que antes había sido expresado como proceso.

    Obsérvese que la hiponimia se basa en la relación de inclusión o la relación de implicación que se da entre términos incluidos y el incluyente, pero solo se utiliza esta relación para la reiteración de referencias, si esa inclusión o implicación es obvia. Cuando la relación de inclusión que se quiere introducir en el discurso no es obvia y su manifestación en el texto resulta informativa, lo normal es expresar el hiperónimo como predicado, de manera que tal relación de inclusión no se manifieste como una presuposición.

    Esto hace comprensible que esta relación interlexemática está en la base de algunos procedimientos para repetir la referencia a los mismos individuos sin repetir las palabras utilizadas. Para repetir exactamente la misma referencia se hace necesario que aparezca primero el hipónimo y luego el hiperónimo que puede sustituir a sus hipónimos para insistir en una misma referencia, aunque puede ser utilizado también el mecanismo inverso.

    Al contrario, si se utiliza el mecanismo inverso, primero el hiperónimo y luego el hipónimo, la hiponimia está al servicio de la constancia temática, aunque con ciertos límites. Al emplear este mecanismo, la permanencia temática suele ser exactamente el inverso al de la generalización, es decir, consiste en una pormenorización de algo que se dijo antes.

    Así, las propiedades que tengan, por ejemplo, los animales (la capacidad reproductora) han de ser propias también de los perros, pero hay propiedades de los perros (por ejemplo, ser mamíferos) que no son propias de los animales. De ahí que perro implique animal, pero no a la inversa: siempre que se habla de perro se hace referencia a animal, pero no siempre que se habla de animal se está hablando precisamente de perro.

    Isidora tiene un pudle, un boxer, un chiguagua y un cocker. Sus perros se pusieron a ladrarle al ramo de claveles y terminaron rompiendo el florero que tenía en la entrada de su casa.

    En esta secuencia, pudle, boxer, chiguagua, cocker, se refieren al mismo individuo: perro. Se parte de los hipónimos para llegar al hiperónimo. En este ejemplo el sintagma nominal sus perros (hiperónimo) es una implicación común de pudle, boxer, chiguagua y cocker (hipónimos) que sirve para reiterar en conjunto referencia que ya ha sido mencionada por otros signos. Como puede apreciarse la recurrencia va asegurada y reforzada por la presencia de determinada pieza lingüística con función catafórica. En este ejemplo la referencia de cocker puede ser reiterada a través del hiperónimo perro, porque en cualquier contexto un cocker es un perro.

    Hay dos razones que justifican esta capacidad para representar al hiperónimo.

  1. El uso del hiperónimo después del hipónimo sirve para retomar en un enunciado una implicación de otro anterior. Puesto que del dato de que un individuo es un pudle, un boxer, un chiguagua o un cocker, se infiere que tal individuo es un perro; una vez introducido el pudle, el boxer, el chiguagua, el cocker, se puede manejar esa inferencia en un enunciado posterior con total propiedad.

  2. El hiperónimo es semánticamente más indeterminado que el hipónimo. Un término como animal (hiperónimo) sirve para designar más cosas que un término como perro (hipónimo). Esto quiere decir que el abanico de posibilidades referenciales que abre la palabra animal es más amplio y, por tanto, es más lo que tiene que tomar del contexto el receptor para interpretarla.

    Por otra parte, cuando el texto basa su desarrollo en la acumulación de hipónimos se percibirá como inadecuada, porque no recogerá el matiz de lo que se quiere decir y el avance temático consistirá precisamente en la acumulación de cohipónimos. Por eso, aunque pasajes más o menos extensos de ciertos textos se desarrollen a base de acumular hipónimos, se percibirán precisamente como pasajes de algo más amplio y no producen la sensación de ser un texto completo.

    Ciertamente, puede hacerse referencia a un perro con las expresiones el perro y el animal, pero la primera es más explícita, mientras que la interpretación de la palabra animal como referida precisamente a un perro requiere un contexto más explícito. Después de aparecido un término hipónimo, la aparición subsiguiente de su hiperónimo tiene lugar en un entorno de menor incertidumbre: hay ya expectativas creadas sobre el individuo previamente introducido por el hipónimo, que hacen que se interprete sin dificultad el hiperónimo como referido al mismo individuo.

    Cabe destacar que, el empleo de hipónimos expresados de un término más general en el primer enunciado, como el ejemplo anterior, es lo que hace que los enunciados sigan hablando del mismo tema. Naturalmente, la hiponimia no da lugar solo a que el tema se mantenga constante, sino que también supone un cierto avance, por lo que la mera recurrencia mediante hipónimos es ya una cierta progresión temática. Por otra parte, el empleo del hiperónimo recoge de forma condensada referencias más concretas verificadas por otros signos lingüísticos y por eso su introducción no representa información.

    En algunos textos, aunque no siempre, este movimiento de especificación puede ser la sustancia de la progresión temática; en otros, puede tener un efecto simplemente acumulativo de datos y detalles que hagan de marco de lo que dicen las partes del texto que sí marcan una progresión temática.

    Es significativo el uso de estas relaciones interlexemáticas como recursos que permiten mostrar riqueza léxica, variedad y precisión en el vocabulario, observación de la asociatividad semántica del léxico que contribuye al logro de la cohesión y la coherencia.

Bibliografía

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