Obesidad en Nigeria: beneficios de los ejercicios físicos | |||
Universidad de Ciencias de La Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo” Centro de Estudio Pedagógicos de la Cultura Física y el Deporte “Rafael Fortún Chacón” Facultad de Cultura Física |
Dr.C. Luis Alfonso Rangel Mayor Dr.C. Rafael Tamarit Medrano Lic. Juliet Godsgift Iyen (Cuba) |
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Resumen La obesidad es una enfermedad crónica no transmisible de gran preocupación al nivel mundial debido a sus complicaciones y considera como un factor de riesgo para varias enfermedades. Entre los factores que contribuyen al desarrollo de esta patología se encuentra el sedentarismo, genético y la dieta. Hoy día la Organización Mundial de la Salud le reconoce como pandemia y le clasifica como el problema más grave de la salud pública que enfrentará la humanidad en el siglo XXI. En el planeta existen aproximadamente1.200 millones de personas que la padecen. En Nigeria no existe la alternativa para ayudar a los obesos a reducir su peso corporal, y se emplean actualmente la dieta y el fármaco como medio para tratar la enfermedad. En este trabajo se proponen beneficios del ejercicio físico para pacientes obesos, teniendo en cuenta sus características individuales y culturales, sus intereses y necesidades. Palabras clave: Obesidad. Ejercicio físico. Nigeria.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 185, Octubre de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
El humano es un ser cuya evolución depende del medio en que vive. Él ha ido traspasando períodos históricos, desarrollándose y perfeccionándose en el ámbito intelectual y en el social. En tiempos antiguos recurría a sus habilidades de lanzar, correr, cargar, halar, entre otras, para protegerse y alimentarse.
Además de mantener al ser humano en un estado activo esas actividades también contribuyeron, por un lado, al desarrollo de todos los órganos y sistemas, en particular de los planos musculares, y por otro, a la preparación física más extensa y a la incorporación de mejores hábitos alimentarios, denotando la relación entre lo objetivo y subjetivo de este desarrollo alcanzado.
Con el avance de las técnicas agrícolas y otras del proceso laboral ya no se dependió de las artes de caza, pesca y se alcanzó definitivamente el carácter productor del homo sapiens y se logró crear excedentes para los momentos de escasez. Con el transcurso de los años se hizo una transición de los instrumentos naturales a la elaboración de instrumentos artificiales para facilitar las múltiples tareas emprendidas. El hombre ya tenía mayor estabilidad y mayor tiempo libre para dedicarse a otras actividades, que a nuestro juicio es la génesis de la poca actividad desplegada, que solo puede ser sustituida por la práctica de la actividad física y motivó que fue volviéndose más sedentario.
A medida de que el hombre se desarrolla, sus necesidades en el ámbito político, económico, social, ideológico, educacional, tecnológico, entre otros; ocurren transformaciones que provocan que el mundo esté sujeto a un constante perfeccionamiento, en búsqueda de una sociedad más moderna, donde el uso de nuevas tecnologías ocupa un lugar esencial, haciendo la vida humana más cómoda y las actividades diarias del hombre más fáciles, desde la educación y la comunicación, hasta la alimentación. Pero este desarrollo no solo evolucionó la forma en que el ser humano suple sus necesidades, sino que trajo consigo un crecimiento de la incidencia de las enfermedades crónicas no transmisibles, tales como el asma bronquial, la hipertensión arterial, la diabetes, y con una marcada prevalencia, la obesidad.
La obesidad es una enfermedad crónica no transmisible que hoy en día está causando una gran preocupación mundial, tal y como se señaló anteriormente, lo cual queda sustentado por las cifras emitidas por la organización mundial de salud (OMS) que coloca esta como el quinto factor principal de riesgo de defunción en el mundo. Cada año fallecen por lo menos de 2,8 millones de personas adultas como consecuencia del sobrepeso o la obesidad. Además, el 44% de la carga de diabetes, el 23% de la carga de cardiopatías isquémicas y entre el 7% y el 41% de la carga de algunos cánceres son atribuibles al sobrepeso y la obesidad.
Las estimaciones mundiales de la OMS correspondientes a 2008 fueron:
1400 millones de adultos de 20 y más años tenían sobrepeso.
De esta cifra, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesos.
En general, más de una de cada 10 personas de la población adulta mundial eran obesas.
En Nigeria, la obesidad es visible. En 1996, la Prensa Asociada citando a la Organización Mundial de Salud estima que más de un tercio de mujeres africanas y un cuarto de hombres africanos tienen sobrepeso, y pronosticó que estos datos subirán a un 41 y 30 por ciento respectivamente en 2016.
Aunque los datos acerca de la obesidad en Nigeria son escasos se observa claramente, una tendencia clara y distinta de peso profundamente aumentado. Esta creciente proporción es una preocupación que necesita una atención urgente y su morbosidad potencial, mortalidad, y los cargas económicas serán evitadas. Las estimaciones conservadoras sugieren que más de 250 millones de personas son obesos.
La Asociación Americana de Endocrinólogos Clínicos (AACE) han advertido que Nigeria puede unirse a los Estados Unidos de América y otros países desarrollados, donde la obesidad y sus consecuencias, como la diabetes, han asumido proporciones casi epidémicas.
Los resultados de diversos estudios sobre la obesidad presentadas por el Director Médico del Hospital Nacional, Abuja, Dr. Olusegun Ajuwon, en la segunda Reunión General Anual y Conferencia Científica del capítulo Nigeria de la asociación, muestra un aumento constante en los casos de obesidad en el país en las últimas dos décadas.
Desarrollo
“La obesidad es una enfermedad crónica, no transmisible, que se caracteriza por un incremento del peso corporal por encima de los valores considerados normales según la estatura, edad, sexo y raza, de acuerdo a las tablas internacionales”. La obesidad se ha asociado a un mayor número de problemas de riesgo, independiente a la incidencia de cardiopatía isquémica. Esta afirmación se encuentra todavía sujeta a controversias, aunque la mayoría de los estudios prospectivos han mostrado mayor incidencia de cardiopatía isquémica en personas obesas (Barret-Connor, 1985). Además, la obesidad, se asocia frecuentemente con múltiples factores de riesgos coronarios: intolerancia a la glucosa, HTA, dislipidemia o a través de dicha asociación puede contribuir a un mayor riesgo de patología cardiovascular.
La composición corporal puede determinarse a través de diferentes técnicas, a pesar de que el peso hidrostático es el método de evaluación más exacto, el análisis de la medición de los pliegues cutáneos puede resultar más práctico y seguro para los grupos de población cardiacos. Jackson y Pollock, en 1978 y 1980, incluyendo en este último año a Ward, desarrollaron ecuaciones para calcular el índice de masa corporal (IMC) para determinar el riesgo asociado con el grado de exceso de peso. Se puede calcular el IMC aplicando los datos de peso y altura a una fórmula o normograma (Bray, 1983).
Se insiste en la necesidad del control desde infancia del peso corporal, así como evitar cambios frecuentes en el peso, tal y como a veces sucede en personas que se someten a dietas periódicas, no mantenidas en el tiempo, lo cual se ha demostrado insano. El mantener una dieta adecuada y el ejercicio físico dosificado y controlado ayudarán a mantener el peso adecuado en los adultos.
La obesidad puede causarse por falta de actividad física como sucede en las personas sedentarias, pero la causa fundamental de la obesidad es un aporte de energía a través de los alimentos que supera al consumo de energía a través de la actividad, este exceso de calorías se almacena en el cuerpo en forma de grasa, es el resultado del desequilibrio entre el consumo y el aporte de energía.
La energía que el organismo utiliza proviene de 3 fuentes: carbohidratos, proteínas y grasas. La capacidad de almacenar carbohidratos en forma de glucógeno, igual que la de proteínas, es limitada. Solo los depósitos de grasas se pueden expandir con facilidad para dar cabida a niveles de almacenamiento superiores a las necesidades. Los alimentos que no se consumen como energía, se almacenan, y por lo tanto, es la grasa la principal fuente de almacén y origen de la obesidad. Los carbohidratos son el primer escalón en el suministro de energía. Cuando el consumo de carbohidratos excede los requerimientos, estos se convierten en grasas. En ausencia o con niveles muy bajos de glúcidos, y con necesidades energéticas presentes, las proteínas a través de los aminoácidos son utilizadas para la producción de energía o para la movilización, utilización y almacenamiento de las grasas, proceso conocido como gluconeogénesis, en el cual, los aminoácidos con esqueleto de carbono son convertidos, por múltiples reacciones, en pirúvico, que a su vez va a derivar en glucosa. Esta glucosa neo formada es oxidada o utilizada para la formación de triglicéridos mediante su conversión a glicerol. Las grasas que se ingieren son utilizadas primeramente como fuente de almacén en forma de triglicéridos en los adipocitos, o para la producción de hormonas y sus componentes celulares. Una vez que los almacenes primarios de energía hayan agotado sus reservas fácilmente disponibles, son las grasas las encargadas de suministrar la energía necesaria y se movilizan de sus depósitos, proceso en el cual participan activamente las proteínas.
De este modo, el cuerpo humano cumple las leyes físicas representadas por este primer principio de la termodinámica, según el cual la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Todo exceso de energía introducida cambia la energía interna del organismo y se transforma en energía química, y como principal almacén está el tejido graso. Un ingreso energético mayor que el gasto o consumo energético total, inevitablemente causará un aumento del tejido adiposo, que siempre se acompaña del incremento de la masa magra, así como también del peso corporal, en cuyo control el consumo energético total desempeña una función importante.
Teniendo en cuenta que la obesidad es una enfermedad, los siguientes son algunos de las síntomas más propensas a encontrar: la pereza, somnolencia, fatiga rápida, disnea, dolores en la región precordial y edemas, cambios distróficos del miocardio, anormalidad, etc.
La obesidad es una enfermedad que se nutre de varios factores e introducen a la persona en un círculo vicioso del que no puede escapar con facilidad. Además de los factores genéticos y metabólicos, también se suman características de la persona, estilos de vida y conductas aprendidas en la familia, por tanto es multifactorial, lo que significa que a los factores genéticos (biológicos) se le suman los factores, psicológicos y sociales, como en todo el proceso de desarrollo humano.
Pero en la sociedad se refleja un mensaje contradictorio. Por un lado, se fomenta el sedentarismo, la vida poco saludable y la comida chatarra, factores que han convertido a la obesidad en una epidemia global desde edades cada vez más tempranas. Anteponiéndose a esta situación, se exigen valores hedonistas superficiales, como la belleza y el cuerpo perfecto, que parecen tomar más importancia que la idoneidad, la honestidad y el talento.
Con esta visión tan apocalíptica, el paciente se siente incapaz de enfrentarse a su condición y espera una solución mágica que lo salve de la situación deprimente en la que vive, espera que el cambio lo realicen los demás por él, y es aquí donde la tecnología puesta al servicio de una sociedad consumista nos muestra un camino poco ético e invasivo, como por ejemplo el bypass gástrico.
La sociedad alimenta el trastorno y a la vez condena al enfermo y éste mismo se refugia en la no-aceptación de los demás para seguir hundiéndose en su enfermedad. A medida que el peso sube, van apareciendo otros síntomas peligrosos, como el aislamiento social, la falta de autoestima, la apatía, la dependencia, etc. que inducen a la persona a la resignación y negación de su estado. El enfermo no es consciente de su situación, no se acepta y no cree que deba cambiar algo, así se protege del daño de verse y saberse enfermo.
El IMC proporciona la medida más útil del sobrepeso y la obesidad en la población, puesto que es la misma para ambos sexos y para los adultos de todas las edades. Sin embargo, hay que considerarla a título indicativo porque es posible que no se corresponda con el mismo nivel de grosor en diferentes personas.
Un IMC elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, como:
Las enfermedades cardiovasculares (principalmente cardiopatías y accidentes cerebrovasculares), que en 2008 fueron la causa principal de defunción;
La diabetes;
Los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante), y
Algunos cánceres (del endometrio, la mama y el colon).
El riesgo de contraer estas enfermedades no transmisibles crece con el aumento del IMC.
Muchos países de ingresos bajos y medianos actualmente están afrontando una "doble carga" de morbilidad.
Mientras continúan lidiando con los problemas de las enfermedades infecciosas y la desnutrición, estos países están experimentando un aumento brusco en los factores de riesgo de contraer enfermedades no transmisibles como la obesidad y el sobrepeso, en particular en los entornos urbanos.
No es raro encontrar la desnutrición y la obesidad coexistiendo en un mismo país, una misma comunidad y un mismo hogar.
En los países de ingresos bajos y medianos, los niños son más propensos a recibir una nutrición prenatal, del lactante y del niño pequeño insuficiente. Al mismo tiempo, están expuestos a alimentos hipercalóricos ricos en grasa, azúcar y sal y pobres en micronutrientes, que suelen ser poco costosos. Estos hábitos alimentarios, juntamente con una escasa actividad física, tienen como resultado un crecimiento brusco de la obesidad infantil, al tiempo que los problemas de la desnutrición continúan sin resolver.
El sobrepeso y la obesidad, así como sus enfermedades no transmisibles asociadas, son en gran parte prevenibles. Para apoyar a las personas en el proceso de realizar elecciones, de modo que la opción más sencilla sea la más saludable en materia de alimentos y actividad física periódica, y en consecuencia prevenir la obesidad, son fundamentales unas comunidades y unos entornos favorables.
En el plano individual, las personas pueden:
limitar la ingesta energética procedente de la cantidad de grasa total;
aumentar el consumo de frutas y verduras, así como de legumbres, cereales integrales y frutos secos;
limitar la ingesta de azúcares;
realizar una actividad física periódica,
lograr un equilibrio energético y un peso normal.
La responsabilidad individual solamente puede tener pleno efecto cuando las personas tienen acceso a un modo de vida saludable. Por consiguiente, en el plano social es importante:
dar apoyo a las personas en el cumplimiento de las recomendaciones mencionadas más arriba, mediante un compromiso político sostenido y la colaboración de las múltiples partes interesadas públicas y privadas,
lograr que la actividad física periódica y los hábitos alimentarios más saludables sean económicamente asequibles y fácilmente accesibles para todos, en particular las personas más pobres.
La industria alimentaria puede desempeñar una función importante en la promoción de una alimentación saludable:
reduciendo el contenido de grasa, azúcar y sal de los alimentos elaborados;
asegurando que todos los consumidores puedan acceder física y económicamente a unos alimentos sanos y nutritivos;
poner en práctica una comercialización responsable,
asegurar la disponibilidad de alimentos sanos y apoyar la práctica de una actividad física periódica en el lugar de trabajo.
Ejercicio físico: La aplicación de ejercicios físicos a pacientes afectadas con la obesidad juega un papel muy importante en la rehabilitación de dicha enfermedad. Mediante el ejercicio físico se gasta energía excesiva (grasa), se puede suprimir el apetito, mejorar el funcionamiento psicológico, se produce efectos positivos sobre la presión sanguínea, el colesterol sérico, la composición corporal y la tensión cardiorrespiratorio independientemente de la pérdida de peso. Importante, el ejercicio físico puede minimizar la pérdida de masa corporal magra. A través de la dieta, el paciente puede perder un 25% de masa corporal magra, si la dieta se agota las reservas de proteínas en algunas de sus áreas esenciales puede ser peligrosa. Los ejercicios recomendables son de tipo aerobio como la marcha, carrera de distancia larga o tiempo largo (de intensidad baja hasta media) y la participación de grandes grupos musculares con esfuerzos dinámicos, estos ejercicios o actividades provocan el uso de la grasa como fuente de energía, aumenta el consumo de la energía almacenada y disminuye el tejido adiposo del paciente, creando menos productos de desechos nocivos al organismo como el ácido láctico.
Hoy en día el ejercicio con pesas, es un componente importante en el entrenamiento de los obesos ya que hace aumentar el volumen muscular (tejido magro) y esto contribuye a mantener un metabolismo basal elevado (Gasto Metabolismo en Reposo).
El ejercicio físico aumenta el Gasto Metabolismo en Reposo, GMR. El gasto metabolismo en reposo, no es más que la cantidad de energía que necesita el organismo para mantener las funciones vitales o para estar con vida en una situación de reposo. El GMR supone el 60-70 % del gasto calórico total a lo largo del día.
El ejercicio físico consigue incrementar el gasto calórico a través de tres mecanismos:
Gasto calórico durante el ejercicio físico. La práctica del ejercicio físico en sí, produce un gasto de calorías que está relacionado con su duración e intensidad. Así, cuanto más tiempo y más intensa sea la actividad, más calorías se gastan.
Gasto calórico durante la recuperación. En las horas posteriores a la realización de una sesión de entrenamiento, el organismo se recupera del esfuerzo activando procesos metabólicos que producen un incremento del gasto calórico.
Aumento del Gasto Metabólico en Reposo. El ejercicio físico practicado con regularidad, y especialmente el entrenamiento de la fuerza, provoca un incremento en el GMR como consecuencia del aumento en la masa muscular.
Según algunos investigadores la mayoría de las personas que tienen buenos resultados en la reducción de su peso corporal son las que hacen ejercicios físicos en su tratamiento. El ejercicio físico es un componente de los programas de disminución del peso corporal. Existen razones irrefutables, que por lo que demuestran que para las personas obesas son beneficiosas en los ejercicios físicos:
1. Con el ejercicio se gasta energía
El ejercicio utiliza calorías, algunas de las personas que hacen dieta creen que pueden quemar suficientes calorías a través de la actividad de baja intensidad como para permitir un incremento de la ingestión de comida cometen errores.
2. El ejercicio puede suprimir el apetito:
El ejercicio puede ayudar a suprimir el apetito en algunas personas. Otros individuos pueden incrementar la ingestión lo suficiente como para compensar el mayor gasto de energía, de modo que los efectos del ejercicio sobre el apetito son neutrales o positivos para la persona que hace dieta.
3. El ejercicio puede contrarrestar los efectos negativos de la obesidad
El ejercicio puede tener efectos positivos sobre la presión sanguínea, el colesterol sérico, la composición corporal y la función cardiorrespiratoria. Las personas obesas tienen mayores riesgos de sufrir alteraciones de estas áreas.
4. El ejercicio mejorar el funcionamiento psicológico
Al seguir un programa de ejercicio físico se puede observar unos cambios en lo que se refiere a la ansiedad, la depresión, el estado de ánimo general y el concepto de sí mismo. En una persona que intenta de perder peso los cambios psicológicos pueden aumentar el cumplimiento de la dieta, el ejercicio puede tener efecto incrementando un sentido general del autocontrol.
5. El ejercicio minimiza la pérdida de masa corporal fibrosa
A través de la dieta únicamente, la pérdida de peso corporal puede ser hasta un 25% de masa corporal fibrosa (MCF). El porcentaje de pérdida de masa corporal fibrosa disminuye cuando el ejercicio físico se combina con la dieta. Según algunos investigadores, el entrenamiento de fuerza protege más la masa corporal fibrosa que las actividades de resistencia.
6. El ejercicio puede contrarrestar el declive metabólico que produce la dieta
La restricción de calorías produce una rápida reducción del ritmo metabólico en reposo (RMR). Este declive puede ser hasta del 20%, y puesto que el RMR da razón de entre el 60 y el 70 del gasto de energía total, Este declive es algo de tener muy en cuenta.
Según las bibliografías consultadas, todos los autores coinciden en que el ejercicio es una parte esencial de todo programa de reducción de peso y debería convertirse en una parte permanente de su estilo de vida. Los beneficios del ejercicio pueden incluir: quemar calorías y perder peso, mantener el tono muscular, aumentar la velocidad metabólica (la cantidad de calorías que quema el cuerpo 24 horas al día), mejorar la circulación, mejorar la función cardiaca y pulmonar, aumentar el sentido de autocontrol, reducir el nivel de estrés, aumentar la capacidad de concentración, mejorar el aspecto, reducir la depresión, suprimir el apetito, ayudarle a dormir mejor, prevenir la diabetes, la alta presión arterial y el alto colesterol, reducir del riesgo de tener ciertos cánceres, como de seno, ovario y colon.
Con la práctica cotidiana y sistemática de una serie de ejercicios físicos bien dosificados, también puede llegar a obtener los siguientes beneficios:
Disminución de la presión sanguínea.
Disminución de la angustia, la depresión y la tensión.
Ayuda a consumir calorías, fortalecer la musculatura, controlar el apetito y la ansiedad. Preserva la composición corporal, al disminuir la pérdida de masa muscular y facilitar la disminución del compartimiento graso.
Ayuda a mantener el gasto metabólico en reposo, y evita que se produzcan ganancias y pérdidas sucesivas del peso por el abandono de la dieta.
Favorece la utilización de ácidos grasos por los músculos.
Reduce el riesgo de algunas complicaciones como la hipertensión arterial, la diabetes mellitus, entre otras.
Todos estos beneficios serán posibles si se siguen pasos como los que se relacionan a continuación:
Determinar cuál es su porcentaje de grasa corporal actual y el peso de su masa magra y establecer metas realistas de pérdida de peso.
Una pérdida gradual de peso nunca debe ser más de 0.5-1 kg de peso por semana para preservar su masa magra.
Con la ayuda de un especialista establece sus necesidades energéticas y disminuye su ingestión alrededor de 500 a 1000 kcl.
Mantenga un alto consumo de carbohidratos, por lo menos un 60%-70% del consumo calórico total, alrededor de 6 a10 gramos de carbohidratos por kg. De peso corporal.
Consumo una dieta baja en grasa.
Incluya ejercicios físicos, aeróbicos y de musculación.
Conclusiones
El análisis de la bibliografía consultada refleja que el tratamiento de la obesidad se realiza desde múltiples métodos (dieta, fármacos etc.), pero se resalta el papel preponderante del ejercicio físico para el control de la enfermedad. Muchos de los pacientes obesos no están al corriente de los beneficios que brinda la realización de los ejercicios físicos para la salud.
Bibliografía
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Barceló Acosta, M. Borroto Díaz, G. (2001). Estilo de vida factor culminante en la aparición y tratamiento de la obesidad. Revista Cubana Investigaciones Biomédicas; (4):287-95.
Bray, G.A. (1987). Overweight its risking fate: definition, classification, prevalence and risk. New York Science Academy.
Colectivo de autores (2006). Ejercicios físicos y rehabilitación. Tomo 1. ISCF “Manuel Fajardo”, Centro de actividad física y salud. La Habana. Editorial deportes.
Colectivo de autores. Programa de ejercicios para pacientes obesos. Habana.
Diccionario Espasa de Medicina.
Flier, J.S. Foster, D.W. (2001). Eating Disorder. Public Health.
Han, T.S. et al. (1997). The influences of height and age on waist circumference as an index of adiposity in adults. International Journal of Obesity. p. 83-89.
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