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El origen del juego y deporte tradicional en Segovia (Castilla y León)

 

Lcdo. CC. Actividad Física y del Deporte (UEM)

Máster Universitario oficial en Neurociencia y Neuropsicología

de la Educación (rama investigación) UNIR

Máster Universitario “Alto Rendimiento Deportivo” Comité Olímpico Español (COE)

y Universidad Autónoma de Madrid.

Máster Universitario “Preparación Física en Fútbol” UCLM (INEF Toledo)

RFEF (Real Federación Española Fútbol)

Máster Universitario “Entrenamiento personal / Personal Trainer” (INEF DE MADRID)

Universidad Politécnica Madrid

Máster Universitario “Pilates Matwork Stoott” (INEF-TOLEDO) Universidad Castilla la Mancha

Enrique Jiménez Vaquerizo

vakerizo.sportsalud@gmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo nace de la intención como investigador de indagar en el origen del juego y deporte tradicional en la provincia de Segovia, para ello resulta clave su ubicación geográfica e histórica con el fin de poder entender los vínculos de práctica con otras zonas geográficas de la península ibérica, descubriendo como el origen histórico del Juego y del Deporte Tradicional en la provincia de Segovia es fruto de la encrucijada de caminos que surcan toda la geografía provincial segoviana y la historia de sus gentes que va desde la época de ocupación romana hasta las Cañadas Reales del reino de Castilla y las actividades económicas surgidas del sector del paño en la capital segoviana, como consecuencia de las peregrinaciones trashumantes de la Mesta; las continuas repoblaciones y la tradición oral han hecho que sin duda se hayan conservado dichas prácticas hasta nuestros días, siendo la escuela y el instituto el lugar de unificación entre práctica, conocimiento y cultura a través de la materia de educación física y su deporte federado la verdadera exposición de lo que fue y debería ser su práctica.

          Palabras clave: Juego y deporte tradicional. Deportes autóctonos. Cañadas Reales. Historia de Segovia. Castilla y León. Tradición. Cultura. Folclore. Educación Física.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 185, Octubre de 2013. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

1.1.     España: patrimonio cultural del juego y deporte tradicional

    España en su conjunto se puede catalogar como un país rico en juegos y deportes tradicionales. Las características territoriales, climatológicas y su ubicación estratégica entre dos continentes, el europeo y el africano, y durante muchos años especialmente ligado al continente Americano, han hecho que nuestro territorio nacional haya acogido innumerables formas de vida, cultura y mestizaje de pueblos con asentamientos reales y especialmente prolongados en el tiempo (Romanos, Cartagineses, Visigodos, Iberos, Celtas, pueblos Bárbaros de origen Germano, Pueblos de comerciantes de toda las márgenes del mar mediterráneo, Árabes, Judíos, etc.). Esta cultura se ha conservado y transmitido de generación en generación, fundamentalmente de forma oral y en ámbito rural.

1.2.     Ubicación geográfica del estudio

    La ubicación de la investigación se sitúa en la provincia de Segovia por su enclave estratégico dentro de España, al cruzarse diversas cañadas reales lo cual supone un importante punto de encuentro de los diferentes pueblos de la península.

    Segovia se ubica en la parte central de la península Ibérica. Limita al norte con la provincia de Valladolid y Burgos, al este con las de Soria, Guadalajara y Madrid, al Sur con esta última y con Ávila, y al Oeste con ésta y Valladolid.

2.     Origen histórico del juego y del deporte tradicional en la provincia de Segovia

    El origen histórico del Juego y del Deporte Tradicional en la provincia de Segovia es fruto de la red de Cañadas Reales y, sobre todo, por las continuas repoblaciones de otros lugares de España que son el verdadero origen de la difusión y riqueza de dichas prácticas, que constituirá así mi principal hipótesis de trabajo.

    En la provincia de Segovia sus cruces de caminos, puntos de pasos y encuentros, así como en la innumerable relación de Cañadas Reales que recorren toda su extensión provincial. De su distribución y planificación dio buena cuenta el imperio Romano. Como es el “Trazo de la Calzada Romana”, que transcurre por la sierra segoviana-madrileña, y va desde Cercedilla hasta Segovia. Antiguo camino hacia Madrid conocido también como “carretera de la República” hay un monumento en Baterías (Segovia) que recuerda dicho camino. Pues gran parte de la provincia de Madrid fueron tierras de Segovia., de ahí la semejanza en las costumbres, los juegos populares y tradicionales a ambos lados de la sierra.

    Otro dato histórico relevante se refiere a que, posteriormente, el reino de Castilla y las actividades económicas surgidas del sector del paño en la capital segoviana, como consecuencia de las peregrinaciones trashumantes de la Mesta en busca de pastos estaciónales y beneficios fiscales a los ganaderos de los diversos Concejos que ya existían, se crearon nuevas vías para que las recorrieran los rebaños. Un ejemplo podría ser la cañada real de la “Vera de la Sierra” y el mojón que señalaba el límite entre los pinares y las matas robledales adquiridos por la corona en 1976.

    La red de caminos conectaba transversalmente, a la altura de la vertiente septentrional del sistema central, unas cuantas cañadas que bajaban del norte a sur, situándose los diferentes cruces de camino en territorio segoviano, ubicándose a medio camino entre las dehesas de invernada de la Mancha y Extremadura y los Agosteros de las montañas septentrionales de la Cuenca del Duero. Esa red de comunicaciones pecuarias estaba constituida por dos sistemas de cañadas: el Oriental Cañada Segoviana y el Occidental Cañada Leonesa. (Mangas Navas, 1992, p. 175)

    La cañada segoviana partía de Cameros (la Rioja) y avanzaba hacia el sur, siguiendo tres rutas, enlazadas entre sí por caminos trasversales y que convergían en terreno segoviano. Una pasaba por tierras de Burgos, Palencia y Valladolid; otra por Lerma y Aranda de Duero; y la tercera por Soria, Almazán, Sigüenza, Buitrago y el Escorial. La cañada segoviana alcanzaba el Tajo siguiendo los rebaños de los concejos de Segovia, convirtiéndose en el centro neurálgico de la red de comunicaciones mesteñas.

    La cañada leonesa recorría León, Zamora, Salamanca y Béjar y se adentraba hasta Extremadura. Ambas se comunicaban en la citada cañada de “Vera de la Sierra”.

    Los rebaños solían alcanzar las cañadas en los primeros días del mes de mayo donde se esquilaban más de 700.000 cabezas de ganado lanar trashumante. Estas cañadas estaban dotadas de más de treinta y seis establecimientos de esquileo e innumerables palacetes nobles que se pueden observar en pueblos como: Villacastín, El Espinar, Otero de Herreros, Vegas de Matute, La Losa, Tres Casas, Pradeña y Riaza; por citar algunos, pues no hay que olvidar que la propiedad de los grandes rebaños eran de la nobleza.

    Actualmente se conmemora dicha tradición con un concurso de esquileo en el barrio segoviano de San Lorenzo. Se acostumbraba a dejar los mejores corderos, en concreto uno por cada diez esquiladores, para reponer fuerzas en las comidas y almuerzos, en un ambiente de convivencia y festivo, que era amparado por ley y siempre a cuenta del dueño reflejando la gastronomía castellana del “del buen beber y el buen yantar”

    La buena distribución de la red de comunicaciones hace que se pongan en contacto las diferentes regiones de España en un marco territorial muy concreto, como el correspondiente a la provincia de Segovia. Así, las largas caminatas con el ganado dan lugar a espacios de tiempo de descanso donde el ocio o el juego surgen como modo de evasión y siempre vinculado a una actividad laboral muy concreta. Pero Segovia presenta una orogenia muy peculiar y así, en la zona de Valsaín, La Granja y, en cierta medida, el Espinar, Rascafría y el Escorial, surge una nueva fuente de ingresos, a parte de la ganadería y la agricultura, que es el sector de la Madera, además del trabajo artesano de la piedra y el vidrio con el que se abastecían en un primer momento el palacio real de Valsaín y más tarde el monumental palacio de la Granja de San Ildefonso. Además, se añade a los periodos de ocio o fiesta local los concursos de gabarreros de corta de troncos, levantamientos de piedra, carreras de arrastres de pinos con ganado, etc. Precisamente, de estos últimos actualmente se celebran concursos de dichas trazas con un arraigo tan importante, tanto en participación como expectación, en pueblos como Valsaín, que se celebran en San Antón, que es el día 17 de Enero, y en las fiestas patronales de Valsaín, en honor de la Virgen del Rosario, que tienen lugar durante la segunda semana de Septiembre.

    Algunos de estos juegos y deportes tradicionales segovianos han quedado irradiados sin pretenderlo, en artistas modestos que reflejaban la realidad del momento en sus cuadros. Teniendo un claro ejemplo en la figura de José María Avrial y Flores. Que, allá, por los años cuarenta del siglo XIX, ejerció como profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Segovia. En el poco tiempo, que estuvo le bastó para pintar una hermosa colección de acuarelas que constituyen el más minucioso y completo documento de la ciudad en aquella época. En una de esas acuarelas aparece una mansión nobiliaria con un rótulo en su fachada que dice así: “Casa y Plazuela de Avendaño. Aquí no se juega a pelota ni barra”.

    El aviso de prohibición hace buena la leyenda local que cuenta como la famosa Casa de los Picos tiene estos adornos en su fachada porque sus propietarios estaban hartos de que chavales y jovenzuelos la utilizaran como frontón. De esta manera, aunque indirectamente, este aviso se convierte en uno de los pocos testimonios que tenemos de la práctica en estos lugares segovianos de dos deportes tradicionales: el juego de pelota y el lanzamiento de barra castellana.

    La tradición oral de los pueblos segovianos contempla cómo los juegos de cañas eran una actividad entre lúdica y deportiva, no competitiva, en la que los participantes, montados a caballo, se dividían en dos grupos que, avanzando y retrocediendo alternativamente, arrojaban cañas contra los rivales que detenían las que podían con sus escudos. El juego podía durar horas y horas y, como podemos conocer por un cuadro que se conserva en el castillo bruselense de La Folie y que representa un juego de cañas en Valladolid, el público incluso se subía a los tejados para seguir aquel ejercicio que, más que deporte, era una clara preparación para la guerra.

    Acercándonos más a nuestro tiempo, diremos que todavía hay quién recuerda cómo la chavalería trepaba a la Cucaña, competía haciendo carreras de sacos, saltaba a la “dola” y jugaba a la chirumba. También, cómo los jóvenes y menos jóvenes se divertían corriendo el cántaro, cintas y aros, lanzando la barra castellana, saltando "a la molinera", organizando carreras de burros y de “Blases”, tirando al chito, a la calva o a los bolos y jugando a la pelota.

    Diversiones estas que después de un serio lapsus de declive, y tras haber alcanzado la consideración de deportes autóctonos, han entrado en un período de franca recuperación. Algunas de estas acciones se daban en un ámbito muy restringido. Este es el caso del “Salto a la molinera”, Que se practicaba en las romerías de la Virgen en algunos pueblos de los alrededores de Santa María de Nieva, y de las carreras de “Blases”, que eran típicas de las fiestas de San Luis, en La Granja de San lldefonso, donde llamaban “Blases” a unos caballos de poca alzada, pero fuertes, utilizados por los gabarreros para sacar pinos del monte. Hoy estas actividades se encuentran perdidas

    Otras actividades estaban muy extendidas, todas acaparadas por los hombres, excepto las carreras de cántaros y las partidas de bolos, que se consideraban las más adecuadas para las mujeres. El lanzamiento de barra llegó a la consideración de especialidad atlética, por breve tiempo. Los irónicos versos de la Epístola de Fuentidueña atribuyen la especialidad a los mozos de Valtiendas en forma burlesca: “Valtiendas, “pa” que lo entiendas, / los tiradores de barra / que lanzan con una escoba / por no poder levantarla".

    Las tiradas de chito y calva se dirimían entre jugadores de una misma localidad o de pueblos vecinos.

    La pelota, por ser el deporte preferido para solemnizar las celebraciones religiosas, se saltaba esta limitación espacial, dependiendo de la entidad local o su interés festivos, los desafíos eran entre los locales o bien entre locales y forasteros que de distintas partes de la provincia o de la región acudían a las fiestas.

    Los deportes foráneos, instaurados por la Europa industrializada a lo largo del siglo XIX, llegaron a Segovia, antes que a otros lugares de la península, pues la proximidad a Madrid, la presencia de la Corte en La Granja de San Ildefonso cada verano y la existencia en la ciudad de la Academia de Artillería lo hicieron posible, antes de entrar en el siglo XX. Cuando aún no había transcurrido el primer cuarto de aquél, su práctica se impuso de modo alarmante a los autóctonos, como puede apreciarse en un artículo publicado en el periódico “El Adelantado de Segovia”, el día 3 de mayo de 1924, y en el que su autor, Claro Abanades, con seguridad un seudónimo, preguntaba:

    “¿Por qué se ha de postergar a la pelota, a la barra y a otros ejercicios nacionales, tan hermosos, tan masculinos y tan propios de la raza? ¿Por qué tal afición a los juegos extranjeros, sobre todo al famoso boxeo, teniendo nosotros aquellos que, por su clasicismo y por su sencillez hicieron las delicias de nuestros padres y abuelos?”

    Los segovianos al principio no debieron ser muy dados a practicar ni de unos ni de otros, ya que la actividad deportiva, parcialmente dependían de las estructuras socioeconómicas. Por tanto, en los años finales del siglo XIX y primeros del XX, cuando las posibilidades del tiempo libre comenzaban a apercibirse con claridad los deportes más populares de la actualidad iniciaron su imparable expansión por casi toda Europa, los cuerpos de nuestros antecesores debido a la mala alimentación y un excesivo horario de trabajo no estaban para diversiones ni gasto de energía. Por aquellos tiempos, en España no se sabía lo que eran las vacaciones. Con La Ley de Descanso dominical de 3 de marzo de 1904 y la aprobación por las Cortes, en 1909, de dicha Ley, para incentivar el descanso siendo en muchos casos rechazada por los propios trabajadores, a pesar de que era una exigencia incluida en el programa del PSOE desde 1879. Empezó a concederse tras la publicación de la Real Orden de 11 de marzo de 1902, a los funcionarios del Estado, Y lentamente hasta la aparición del Real Decreto de 3 de abril de 1919, que fijaba en 8 el máximo de horas laborables por día, no alcanzó a todos cuantos trabajaban por cuenta ajena.

    Problemas de este tipo apenas afectaban a los personajes de la Corte, a los aristócratas que veraneaban en La Granja, a los caballeros cadetes de la Academia de Artillería, a los estudiantes y a los hijos de la burguesía madrileña. Su situación les permitía tener tiempo libre, estaban bien alimentados y sobrados de fuerzas y podían, por tanto, practicar deportes. La juventud segoviana que les veían aprendían las reglas y las técnicas, por lo que se aficionó a jugar y a competir.

    Otros hechos, independientemente de su situación laboral o nivel de vida común en la mayoría de países en el siglo XX fue su vinculación con la política sin importar ideologías, los regímenes, han tratado de potenciar el deporte para mostrar a través de él sus excelencias.

    En España, así obraron la Dictadura del general Primo de Rivera, la 2ª República y la Dictadura del general Franco, que se esforzó por hacerlo resurgir tras la Guerra Civil. La hambruna y la necesidad de trabajar de la posguerra hicieron que la práctica de juegos y deportes tradicionales se redujera considerablemente, quedando concentrada a las fiestas patronales y a momentos espaciales dentro de cada comarca o municipio. Sin embargo, es significativo el trabajo llevado a cabo por la (FET y de las JONS) y su Sección Femenina (SF), para que la gimnasia acogiera su mayor auge debido a la plasticidad y al carácter de raza se identificó con la práctica y la política del caudillo. Pero en todo caso, su práctica, en el global de la población, tuvo poca trascendencia social.

    El deterioro progresivo de los juegos populares, aparece en España en el primer cuarto del siglo XX, debido a la industrialización, la concentración de la población en las grandes urbes y la desaparición de los trabajos artesanales de los diferentes gremios se vieron reducidos, provocando grandes movimientos migratorios entre las distintas regiones. De este modo se produjo el desarraigo de la nueva población de destino y el surgimiento de nuevos deportes de masas, con mayores infraestructuras y más medios de difusión, provocando que se fueran abandonando costumbres y juegos practicados durante muchos años atrás.

    La tradición oral, durante la segunda mitad del siglo XX, es muy limitada, y en poder de nuestra tercera edad en toda la provincia de Segovia, dejándose así en el olvido juegos y tradiciones, viéndose irrumpidos por nuevos deportes más complejos y sofisticados al margen de su origen cultural.

    Sin embargo, hay una fecha de involución del juego popular, claramente identificada con el cambio sociopolítico que se produjo en España a partir de 1976. Con la entrada del estado de las autonomías, se crea un nuevo interés por estos juegos y deportes a nivel político y educativo, como vehículo de identidad regional, asistiendo así en toda la provincia de una construcción abundante de frontones y trinquetes. No hay que olvidar la tradición al juego de pelota a mano en toda la provincia, que tan practicado fue por nuestros mayores en su juventud. También fue interesante la construcción de pistas de chito o bolos, aunque estas últimas siguieran aprovechándose de los caminos y aledaños de las calles no asfaltadas de los diversos pueblos.

    Pero la tradición y la cultura es un ente vivo en el que surgen situaciones muy peculiares, como apuestas, alguna gamberrada y que por su situación insólita crea una cierta demanda a participar. Así se constituyen nuevos juegos o competiciones surgidas a lo largo del siglo XX. Un ejemplo de esto es la tradicional “Carrera ciclista del Pavo”, en la capital Segoviana, celebrada todas las navidades, en la que se aprovecha el entorno en pendiente del acueducto para lanzarse con una bicicleta sin cadena recorriendo por la inercia cierto trecho de la calle Real segoviana.

    Tanto el patrimonio cultural que conlleva la práctica de juegos y deportes tradicionales por su consistencia evolutiva, sus cualidades y valores o su posible desaparición son una carga que nuestra sociedad debe asumir y poner los medios necesarios para que no se pierda. Es necesario poner los cimientos de un mayor conocimiento y transmisión de las tradiciones locales, puesto que esto no se hace así, y la consecuencia será la desaparición por desconocimiento. Un pueblo sin historia es un pueblo que va a la deriva. Qué mejor manera para poder paliar el posible olvido de los juegos tradicionales que transmitir los valores que se generan al incluir este contenido dentro de las enseñanzas impartidas en la escuela o en los institutos.

    Bajo la capacidad de los profesionales de la materia de educación física (E.F.), éstos se verán siempre abiertos al conocimiento y a las aportaciones significativas que ofrezcan nuestros mayores, auténticos garantes y referentes en la transmisión de las tradiciones. De esta manera habría un mayor índice de aceptación y conocimiento por parte de los padres e instituciones tanto públicas como privadas consiguiendo una cadena de transmisión de conocimiento natural abarcando los diversos ámbitos de conocimiento de la vida: ámbito familiar, socio-cultural y de la salud y ocio Todo ello hará que surja una demanda y un conocimiento de unos valores, normas y forma de ocio que potenciará un reequilibrio y un reencuentro intergeneracional donde aflorará un intercambio cultural y de integración en todos los ámbitos, que hará que se revaloricen conceptos olvidados en esta sociedad del estrés, de la falta de comunicación y del sedentarismo físico.

3.     Evolución de los juegos segovianos conservados por la tradición oral

    Los juegos surgen en los primeros años de vida dentro del ámbito familiar. Son los primeros juegos del niño realizados con abuelos, padres u otros familiares. La mayoría de ellos están relacionados con el desarrollo sensomotor. En juegos de este tipo normalmente se utilizan melodías para imprimir un sistema rítmico a la realización del Juego. Un claro ejemplo lo podemos observar en la provincia de Segovia con las tres versiones de Cinco lobitos, con la que el niño comienza a distinguir los objetos y movimientos. Otros ejemplos podrían ser: Este encontró un huevo en sus dos versiones; Juan y Pínchame, Pin Pineja, Pinto pinto en sus dos versiones; Date la mocita; La mano muerta; Arre caballito; Arre borriquito; Puño puñetetortas tortitas; palmas palmitas en sus dos versiones; Aserrín, aserrán; Quien fue a Sevilla, etc.

    Con el tiempo, el niño adquiere el concepto de número y de grupo y empieza a rifar o echar a suertes en función del grado afectivo o el conocimiento de los números, a la vez que surgen nuevos conceptos como “quedan o libran”. Ejemplos de juegos de este tipo utilizados en la provincia de Segovia son: en un café en sus dos versiones; pinto, pinto, china, china capuchina, etc. También aparece el concepto de pertenencia a un grupo y el trabajo en equipo, por ejemplo los utilizados para designar a los miembros de cada grupo: a píes; pares y nones; una dolo; piedra papel y tijera, cara o cruz; la china, a raya, etc.

    Llama la atención la plena actualidad de esta forma de elección, ya no solo en las primeras edades de la infancia sino también en la adolescencia y en muchos casos la edad adulta, acatando la decisión del azar de una forma importante y que no tiene discusión al respecto entre sus miembros.

    Los juegos sociales aparecen a partir de los cuatro años de forma visible en las personas que observamos el juego del niño. Llaman la atención las formaciones en grupo en forma de corros y bajo la tutela de una melodía. Este tipo de juegos se han acogido en el seno de la E.F. por su alto valor educativo y social, de ahí que la mayoría de los niños conozcan entre su repertorio varias canciones o juegos conocidos por una gran cantidad de personas y que rompen el carácter exclusivista de un pueblo. Así, en la provincia de Segovia se practican juegos como: el corro de la patata, el patio de mi casa, que llueva, que llueva la virgen de la cueva, ¿dónde están las llaves?, cucú cantaba la rana, tengo una muñeca vestida de azul, la viudita del conde Laurel, el corro chirimbolo, ratón que te pilla el gato, la zapatilla por detrás, Antón pirulero, la gallina ciega, san serení, quisiera ser tan alta como la luna ¡ay ay!, do do, polvorón, la jerigonza, que lo baile que lo baile el tío facundo, etc.

    Indagando en los juegos se puede observar cómo los propios niños le aplican el calificativo de juegos para niños y para niñas. Esta connotación parece ser unánime y siempre implica un código no escrito que diferencia los juegos en función del sexo. También se hacen clasificaciones atendiendo a las edades o estaciones a lo largo del año. Otro grupo de juegos tradicionales, con este claro matiz de género, en este caso femenino, es la serie de juegos realizados con la comba, la goma o de filas, donde la coordinación y el equilibrio refuerzan el liderazgo del grupo. En este abanico de juegos se sitúan algunos como: te invito, en sus dos versiones; el cocheritoleré, al pasar la barca, soy la reina de los mares, a atocha va una niña yaraví, el cartero, al pasar por Toledo, una, dos y tres, pluma, tintero y papel, etc. En los pueblos segovianos que limitan con Valladolid, también se pueden practicar otros juegos como: ese cacahuete tostadito y bien caliente, una y dos María tacón, al pimiento colorado, el nombre de María que cinco letras tiene, fui al campo, etc.

    Los juegos de niñas siempre se inspiran en un menor contacto físico, en una cierta sumisión y siempre amparados por el desarrollo de las cualidades físicas como la coordinación, el equilibrio y el desarrollo rítmico a través de las canciones y las coreografías que aportan cada juego. Así, en Segovia las niñas practicaban juegos de filas del tipo de: Don gato, pase mi sí, la chata Merénguela, soy capitán, al pasar el cuartel, había una librería, a la limón.

    Los juegos de niños se identifican con capacidades físicas más relacionadas con la fuerza, resistencia o velocidad e introducen capacidades y destrezas como la puntería y el juego de imitación de las profesiones de los mayores.

    Algunos de los juegos de puntería que se solían jugar se realizaban de manera compartida por chicos y chicas o con pequeños matices de género, como eran: los juegos con “tabas”, tabas con cinco (niños), reina o rey (niños), El pozo (niñas). Es curioso cómo este juego ha podido llegar a la provincia de Segovia, pues su origen se sitúa en tiempos del “Fedro” de Platón, quien hace inventor de ella y de los “dados” a Theuth, a quien los egipcios en la ciudad de Naucrate dedicaban a Ibis, según cuenta el emperador romano Marco Numerio Caro, en el que data su invención de antes del siglo I a. C. en su libro “días geniales o lúbricos”.

    Las rayuelas son una rama de juegos con una tradición muy enclavada en la provincia de Segovia. Normalmente eran practicadas por las niñas y esto todavía se observa en algún centro de primaria en nuestros días. Su origen data de los pueblos griegos y egipcios, difundido por nuestra tierra segoviana por los romanos. Así encontramos juegos como: la tanga, el avión, la rayuela, la semana, el caracol, el limbo, etc. Este tipo de juegos ha sobrevivido, según los niños, porque se los han enseñado sus “profes” en las clases de E.F., confirmando la importancia de esta materia en la difusión y práctica del juego y el deporte tradicional segoviano y por su naturaleza físico-cultural implícita en ellos.

    Si hay un juego masculino por excelencia este es la “peonza”. Aquí la fuerza destreza y puntería se unen en una apasionada partida y siempre bajo un amparo o ciclo estacional anual en la que año tras año se sucede en los colegios e institutos de nuestros pueblos segovianos. Sin embargo, en la capital segoviana en muchos centros educativos han prohibido la práctica de estos juegos en los recreos al considerarlos violentos y poseer riesgo de lesiones.

    Autores como Rodrigo Caro (1884) menciona la presencia de este juego en Roma, así, la investigadora de Gomme (1884) cree ver en el antiguo foro romano las líneas borrosas de los trazados de las antiguas Rayuelas. También hay datos que refieren la presencia de este juego en la antigua Grecia. La señora de Gomme (1884) considera que la rayuela representaría el avance del alma de la tierra al cielo, pasando por varios estadios intermedios. Pero también como autores como Rodrigo Caro (1884) consideran que el juego existió ya antes del cristianismo, se supone que la versión del juego actual responde a una forma adaptada por el cristianismo, estando su origen más remoto en estrecha relación con los mitos del laberinto (Menéndez, 1963). Si bien el diagrama básico de la rayuela siempre se mantiene, hay algunas variantes. Básicamente es siempre un rectángulo dividido en una cantidad que oscila entre 9 y 16 casilleros, coronado por un semicírculo (que se denomina Cielo o Paraíso) que es el objetivo último de todos los jugadores. Pero también existen la rayuela circular o víbora, que adquiere este nombre justamente por la forma.

    Otro juego típico, y sin duda de los más practicados por nuestros niños segovianos, es el juego de las canicas. Se trata de un juego de precisión y fuerza a la vez, que implica un gran dominio segmentario-digital y una buena coordinación óculo-manual. También cobra cierta importancia el aspecto de la estrategia. Su origen es tan ancestral y lejano como las diversas pruebas encontradas en las excavaciones encontradas en Egipto. Gorris (1981) al referirse en su libro “El juego y el juguete” sobre su antigüedad, señala que los griegos conocían el juego de las canicas al que designaban “tropa”.

    El juego también fue practicado por los romanos, que utilizaban nueces y avellanas. Segovia, por su historia como ciudad romana, podría haberse acogido a este mestizaje de culturas, perdurando dichas prácticas en el tiempo al ser transmitida de generación en generación. De la tradición oral segoviana del juego y deporte tradicional de entre las muchas personas de la misma generación y distinta ubicación geográfica en la provincia de Segovia que nos han mostrado su saber a través de dicha tradición oral, en una entrevista realizada para este trabajo, nos mencionan que ellos jugaban con pipos de aceitunas y frutos secos. Algunos juegos derivados de las canicas que perduran son: el Gua, el plano inclinado, el rebote, al blanco, catar el melón, “al gua, el triángulo, el puentezuelo, los tres cates, arrimar a la raya, etc.

    “Los corchos”, es sin duda uno de los juegos más extendidos por la provincia de Segovia. Además de ser juegos de precisión y de coordinación óculo-manual y de clara especialización y estimulación digital, también entra en juego un cierto grado de simulación. Es característico ver cómo los niños simulan ser ciclistas dándoles el nombre de su ídolo a sus chapas. Así se juegan a “circuitos” pintados en arena con rampas que simulan montañas, curvas cerradas, etc. Con el auge del fútbol el proceso anterior ha pasado a simular este juego transformándose en campos de juegos. Otro juego que ha perdido incidencia es el triángulo, en detrimento de un producto más comercial como son los “tazos”.

    Otros juegos ya perdidos o con muy poca incidencia y que nos han comentado personas de bastante edad son el juego del “hinque”, “juegos con cajas de cerillas”; “la tarusa”, juegos con piedras, etc.

    Pero sin duda, el elemento rey por excelencia de los juegos era la pelota. Estos juegos aportaban una amalgama de posibilidades infinitas de habilidades físicas básicas como: lanzar, recibir, pasar, chutar, rodar, botar, etc. En cuanto a juegos de pelota que corresponden a los juegos más antiguos, se han encontrado hallazgos entre los antiguos egipcios y chinos, teniendo en la Europa antigua relaciones estrechas con el culto y considerados también como un juego eminentemente cósmico (Öfele, 1998),

    Gorris (1981) nos viene a confirmar que los juegos de pelota ya eran conocidos en el antiguo Egipto, así como en Grecia, bajo la denominación de “Aporraxis”. Este juego consistía en botar la pelota con la mano. Los griegos jugaban a la “Anacrousia”, que era el juego del frontón. Otras evidencias de las prácticas de estos juegos romanos han quedado reflejadas en las iconografías de porcelanas con estelas funerarias de atletas, como es el caso de la Estela funeraria de un atleta de la primera mitad del siglo IV a C. encontrada en El Pireo, Atenas (Museo Arqueológico Nacional de Atenas).

    Algunas de estas prácticas evolucionadas por el paso de la historia y condicionadas por la irrupción de nuevos materiales se pueden contemplar actualmente en nuestros patios de los colegios e institutos. Los niños de nuestros colegios e institutos practican estos juegos donde se combinan con melodías. Destacamos, por ejemplo: yo tengo un novio en Paris, a la una mi aceituna., pelota a la pared, pelota pared, con la mano o con el pie, pies quietos, pasa pelota, campo quemado, etc.

    Otros juegos de lanzamientos son “los bolos”. Es curioso cómo el mayor auge de este juego en la provincia de Segovia se da entre la mujeres, siendo considerado un juego casi exclusivo de este sexo.

    Sin duda, los juegos que despiertan más interés entre nuestros niños que cursan edad escolar son los de pillar o perseguir. Éstos se convierten en un instrumento inigualable para el desarrollo de cualidades físicas básicas como: la resistencia o la velocidad, entre otras; así como el mejor medio de integración y socialización en el entorno infantil de nuestros niños. Entre estos juegos cabe destacar dos tipos: los que se realizan sin equipo y los que es necesario incluirse en un equipo. Entre los que se participa sin equipo se encuentran, por ejemplo: zapatito ingless “pío pío que yo no he sido, que en la literatura clásica se denomina Miscuida y en su evolución actual se denomina hacer pasillo, que no deja de ser un ritual al jugador que gana o al que pierde, ¿abuelita qué hora es?, al escondite, cortahílos, esconder un cinto, el bote, la cadena, toba, stop, cada oveja con su pareja, etc. Otros juegos con equipo: policías y ladrones, el pañuelo, cara o cruz, el marro, “al pasar la calle que no pase nadie, etc.

    Los juegos de saltos y carrera son complementarios e implican un grado más de destreza y adquisición de una nueva cualidad física como son la fuerza y la suma de todas las cualidades físicas: la agilidad. Son juegos que por encima de todas las reglas existe un código deontológico, no escrito, que todo el mundo parece saberlo, que parte de la posición de “burro” (flexión del tronco hacia adelante, simulando la silla de montar del burro). Así se conocen juegos como: a la una anda la mula; los molinos; correcalles; a burro; churro, media manga y manga entera; el riche; carreras de sacos o la semana.

    Sin duda, si tenemos que medir en mayor o menor medida el grado de “virilidad” o “liderato” dentro del colectivo masculino, todos los niños nos facilitarán una serie de juegos relacionados con la cualidad física propia del hombre: “la fuerza”. Así tenemos juegos de fuerza como: echar un pulso, pulso gitano, peleas de gallos, arrastrar al contrario, concursos de lanzamiento de piedras, etc.

    Como juegos de fuerza por equipos tenemos juegos como: “soga tira”; “carrera carretillas”; “a la silla la reina”, etc.

    Dentro de los juegos tradicionales encontramos una amplia gama de modalidades lúdicas: juegos de niños y juegos de niñas, canciones de cuna, juegos de adivinación, cuentos de nunca acabar, rimas, juegos de sorteo, juguetes, etc. Si bien algunos de estos juegos pareciera que tienden a desaparecer por completo, una de las características de los mismos es que surgen por una temporada, desaparecen y luego vuelven a aparecer. Así, algunos de ellos son jugados más en épocas invernales ya que implican mayor movimiento físico y corporal y otros surgen en épocas de mayor temperatura, donde naturalmente se tiende a estar en tener menos actividad por el calor. Algunos de ellos, a su vez, están más ligados al sexo de los niños, siendo jugados exclusivamente por niños, por ejemplo: bolitas, trompo, honda, etc.; y otros por niñas: la muñeca, hamaca, gallina ciega, etc. A su vez, algunos juegos están más ligados a determinadas edades, como por ejemplo las canciones de cuna y el sonajero para los niños más pequeños, y otros con reglas más importantes para niños más mayores que ya puedan comprender y respetar las mismas. También hay algunos juegos jugados por adultos como las corridas de gallos.

    Algunas características que se repiten prácticamente en todos estos juegos:

  • Son jugados por los niños por el mismo placer de jugar. Son los mismos niños quienes deciden cuándo, dónde y cómo se juegan.

  • Responden a necesidades básicas de los niños.

  • Tienen reglas de fácil comprensión, memorización y acatamiento. Las reglas son negociables.

  • No requieren mucho material ni costoso.

  • Son simples de compartir.

  • Practicables en cualquier momento y lugar.

    Vale mencionar aquí también la importancia de estos juegos en tanto que han sido representados en pinturas, azulejos y también sellos postales en diferentes países, habiendo sido editadas series con diferentes motivos tanto de juegos como de juguetes tradicionales (Plath, 1998). En relación a pinturas, uno de los más conocidos es el famoso cuadro de “Juegos Infantiles” de Pieter Brueghel (1560). Goya reproduce en el S. XVIII una escena de adultos y jóvenes en el cuadro “La gallina ciega” (Pelegrín, 1984).

    Pero, ¿cuál es el interés o la importancia que estos juegos puedan tener en el ámbito pedagógico? Son diferentes las razones por las cuales vale la pena mantener vivos estos juegos. A través de los mismos podemos transmitir a los niños características, valores, formas de vida, tradiciones de diferentes zonas. Si acompañando los juegos contamos otros aspectos de los mismos, como por ejemplo qué juego se jugaba en determinada región y de qué manera, su valor aumenta considerablemente, añadiéndoles otras competencias necesarias en la formación del niño. Podemos estudiar y mostrar las diferentes variantes que tiene un mismo juego según la cultura y la región en la que se juega (Öfele, 1998).

    Las posibilidades que brindan los juegos tradicionales son múltiples. En primer lugar, el juego por el juego mismo, que, en la medida que le demos mayor cabida dentro del ámbito educativo institucional, ya estaremos incluyendo un aspecto importante para la educación y el desarrollo de los niños. En el orden práctico, por otro lado, muchos de estos juegos son cortos en su duración, si bien son repetitivos, en cuanto que cuando termina una vuelta o ronda se vuelve a comenzar inmediatamente y no requieren de mucho material, por lo que se pueden incluir con facilidad en las escuelas, sin exigencia de grandes recursos ni horarios especiales. Teniendo en cuenta que son juegos que tienen su origen en tiempos muy remotos, esto asegura, de alguna manera, que encontraremos los mismos en todas las generaciones y culturas. De esta forma estamos frente a una vía de acceso a la cultura local y regional, y también de otros lugares si nos interesase, a través de la cual se podrán conocer aspectos importantes para comprender la vida, costumbres, hábitos y otras características de los diferentes grupos étnicos. A través de estos juegos podremos conocer historias propias y ajenas, acercando también generaciones.

4.     El eterno dilema: juego tradicional o popular versus deporte tradicional, popular o autóctono

    Generalmente se suelen utilizar indistintamente los conceptos de juego popular y tradicional, por lo que se hace necesario definir cada uno de estos conceptos con el fin de apreciar las principales diferencias que existen entre ellos.

    En este sentido, los juegos populares son aquellos juegos de carácter tradicional derivados de las actividades laborales o de procedencia mágico-religiosa que no se encuentran excesivamente reglamentados, donde las reglas, si existen, surgen de mutuo acuerdo de los jugadores y, por tanto, variables y flexibles (Trigo Aza, 1995, p. 7).

    En efecto, y siguiendo los planteamientos de la tesis doctoral del profesor La Vega (1995), la conducta es fruto de nuestra cultura y de nuestra historia. El juego está inmerso en nuestro acervo cultural al igual que el arte, la arquitectura, la gastronomía o los modos de vida.

    Por tanto, el juego tradicional/popular es aquel juego que se ha transmitido de generación en generación, habitualmente de forma oral, de padres a hijos y de hijos a nietos, de niños mayores a niños pequeños, y que solamente en los últimos tiempos se han comenzado su transmisión escrita (Castro Núñez, 2003)

    El juego, fiel a su esencia cambiante, variable, inestable, se presenta bajo formas muy dispares, acomodando su especificidad a cualquier territorio geográfico y ámbito sociocultural de celebración. Es por ello que también se vislumbran numerosos intentos de agruparlos en categorías distintas y que, en ocasiones, la mayoría de estas clasificaciones formales responden a la forma que adquieren algunos elementos como: el material, el lugar, la acción, los jugadores o la finalidad del juego. Y de otro lado, la mayoría de los autores tan sólo se remiten a las prácticas lúdicas de adultos, obviando los juegos populares y tradicionales infantiles.

    Renson y Smulders, en Renson (1991) proponen la siguiente forma de agrupar los juegos tradicionales:

  • Juegos de pelotas: con las manos (juego de pala o palo) o con los pies.

  • Juegos de bolas: bolas, bolos, juego de bate y bola, etc.

  • Juegos de animales: pesca, luchas y competiciones, juegos de caza (con trepas).

  • Juegos de puntería: tiro con arco, tiro con ballesta, tiro de pelota, tiro con escopeta.

  • Juegos de locomoción: sin instrumento (natación,...) con instrumento (vela, patinaje, esquí.

  • Juegos de lucha: esgrima y torneos, lucha, etc.

  • Juegos de sociedad: juegos de tablero (damas y ajedrez, parchís, etc.) juegos de mesa (cartas), juegos de salón.

  • Juegos infantiles y juegos populares.

    García Serrano (1974), en su estudio bibliográfico sobre los juegos y deportes tradicionales del territorio español, distingue las siguientes categorías:

  • Juegos atléticos y ejercicios de fuerza.

  • Juegos de puntería.

  • Juegos de pelota.

  • Juegos y deportes hípicos.

  • Lucha de animales.

    Y Moreno Palos (1992), quien se inspira en los dos autores anteriores, distingue:

  • Juegos y deportes de locomoción.

  • Juegos y deportes de lanzamiento a distancia.

  • Juegos y deportes de lanzamiento y precisión.

  • Juegos y deportes de pelota y balón.

  • Juegos y deportes de lucha y de fuerza.

  • Juegos y deportes náuticos y acuáticos.

  • Juegos y deportes con animales.

  • Juegos y deportes de habilidades en el trabajo.

  • Juegos y deportes diversos no clasificados.

    En cuanto a las ventajas que conlleva la utilización de juegos y deportes populares en los programas de educación física es necesario conocer los juegos y sus posibilidades, lo que supone:

  1. Hacer un análisis de las situaciones y estructuras que se dan en cada juego tradicional: si son individuales, de adversario, de equipo, colectivo; y de esta forma "equilibrar" las propuestas del currículo.

  2. Conocer el uso de los instrumentos o materiales y adaptarlos a las características de los niños: en el peso, tamaño, forma de manejarlos, peligros, etc.

  3. Conocer y estudiar la complejidad de las normas para adecuarlas a las propuestas y edades de los niños y las niñas.

  4. Prever el material e instalaciones para su práctica.

    Para ello, se hace necesario que el licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, así como el Maestro especialista de Educación Física, tengan una visión global de la importancia y distribución de los juegos y deportes populares o tradicionales en España, lo que capacitará a nuestros docentes para que puedan contribuir al desarrollo de las tradiciones de la comunidad autónoma en la que desarrollen su labor docente, al tiempo que les servirá para conocer mejor el ambiente de los niños y niñas a los que tienen que ayudar en sus clases para que alcancen su desarrollo global.

Bibliografía

  • CASTRO NÚÑEZ, E.S. (2003). Proyecto docente: Juegos tradicionales canarios. Inédito. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

  • ENCUENTRO NACIONAL DE LOS DEPORTES AUTÓCTONOS DE CASTILLA Y LEÓN. (1992). Medina del Campo (Castillo de la Mota) 15, 16 maig. Or. Junta de castilla y León. Consejería de Turismo.

  • GARCIA SERRANO, R. (1994). Juegos y deportes tradicionales. Textos Cátedra Universitarias de tema deportivo cultural. Universidad de de Navarra nº 14 Pamplona. pp. 54-111.

  • JUNTA DE CASTILLA Y LEÓN. Deportes Autóctonos en Castilla y León. Consejería de Educación y Cultura. Dirección General de Juventud y Deportes. (1985). Valladolid.

  • MENENDEZ, E. (1963). Aproximaciones al estudio de un juego: la rayuela. (Análisis etnológico). En Cuadernos del Instituto Nacional de Antropología Nº 4. Buenos Aires.

  • MORENO PALOS, C. (1992). Juegos y Deportes tradicionales en España. Madrid: Gymnos.

  • GOMME, A.B. (1884/1898). The traditional games of England, Scotland and Ireland. Vol. I: 1884; Vol. II: 1898. Londres, Inglaterra.

  • GORRIS, J.M. (1981). El juego y el juguete. Madrid: Queimada.

  • ÖFELE, María Regina, (1998). Los juegos tradicionales en la escuela. Primera y segunda parte. En Revista Educación Inicial. Editorial La Obra. Año 13 Nro. 119 y 120, Buenos Aires.

  • PLATH, O. (1998). Origen y folclor de los juegos en Chile. Grijalbo, Santiago de Chile. Pág.11.

  • PELEGRIN, A. (1984). Cada cual atienda su juego. Madrid: Editorial Cincel.

  • LA VEGA, P. (1995). Del joc a l’esport. Estudi de les bitlles al Pla d´Urgel (Lleida). Tesis doctoral. Universidad de Barcelona.

  • RODRIGO CARO, J. (1884). Días geniales o lúdricos. Impreso por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces. Imprenta Mercantil. Sevilla, España.

  • RENSON, R. (1991). El retorno de los juegos tradicionales. Rev. Educación Física, nº 8.

  • SANTAMARÍA, J.M. (2005). El Deporte en Segovia. Memoria de un siglo. Imprenta comercial Segovia. Segovia.

  • TRIGO AZA, E. (1995). El juego tradicional en el curriculum de Educación Física, en Revista Aula de Innovación Educativa. Nº 44, noviembre de 1995. Grao. Barcelona, 1995. Págs. 20-24.

  • YAGÜE SANZ, V. (2002). Juegos de ayer y de Siempre. Juegos populares tradicionales en Segovia. Diputación provincial de Segovia. La factoría de ediciones S.L 1ª edición (2002). Madrid.

  • VARIOS. (1987). Historia de Segovia. Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segovia. Segovia.

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