Los valores de dignidad e identidad en estudiantes de la carrera de español y literatura |
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*Licenciado en Español-Literatura. Master en Ciencias Pedagógicas Profesor Asistente de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Blas Roca Calderio” de Granma **Licenciado en Cultura Física. Master en Longevidad Satisfactoria Profesor Auxiliar de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma ***Licenciado en Educación, en la especialidad de Educación Física. Master en Longevidad Satisfactoria Profesor Auxiliar de la Universidad de Ciencias Médicas de Granma |
MSc. Lic. Miguel Alberto Anaya Almeida* MSc. Lic. Dixan Alba Martínez** MSc. Lic. Sabino Enrique Alba Martínez*** (Cuba) |
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Resumen El conocimiento de la realidad en la formación en valores, nos permite generar un cambio y lograr un aprendizaje más integral, en estudiantes universitarios para formarlos como verdaderos hombres sociales integrales en su pensamiento y en su forma de actuar. El trabajo está encaminado a reflexionar sobre qué aporte profesional daremos a nuestros estudiantes una vez graduado, demostrando que la educación conforme a los valores supone que el proceso docente adquiera realmente su verdadera dimensión formativa favoreciendo la dualidad profesor-alumno ofreciendo metas más complejas y argumentos más profundos, propiciando la comunicación dialógica y la internalización para estimular el desarrollo. Palabras clave: Valor. Dignidad. Identidad.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 184, Septiembre de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Una filosofía de la educación en valores requiere discernir en las raíces y direcciones contemporáneas del problema y en cómo son admitidos los principales conceptos axiológicos por diferentes concepciones.
La Axiología como rama independiente de la Filosofía se desarrolla a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En América penetra en las primeras décadas del siglo XX bajo la influencia del sociologismo francés Durkheim y Bouglé con el mexicano Antonio Caso como su más ferviente seguidor; y la Fenomenología -Max Scheler y Nicolai Hartmann- que al parecer constituyó la vía más importante por la que penetró la preocupación axiológica en el continente americano. (Fabelo, 1993).
Dos grandes tendencias fueron en el problema de los valores fueron reconocidas durante años: el objetivismo y el subjetivismo, posteriormente se consideró la posición estructuralista o relacional. El debate en torno a la naturaleza de los valores definió la pertenencia a una u otra dirección. Algunos autores admiten cuatro grandes corrientes: el subjetivismo, la escuela neokantiana de Baden, la Fenomenología y el realismo axiológico.
Desarrollo
En este trabajo haremos referencia a los llamados valores morales, que son los que reflejan la significación socialmente positiva de los fenómenos, hechos o conductas humanas. Se expresan en forma de principio, norma o representación del bien, lo justo, el deber con un carácter valorativo y normativo a nivel de conciencia. Los valores morales regulan y orientan la actividad de los hombres. El carácter normativo les viene dado porque las normas son el conjunto de reglas o conductas válidas para una clase, una capa social o un individuo. La sociedad o la clase social en consonancia con sus intereses prohíben en la esfera de la conducta la manifestación de aquello que no constituya un bien valioso para la sociedad o clase y estimula los actos que resultan propicios al bien o lo produzcan. (Rosental, 1981)
Lenin explicó a los jóvenes de su época que la moral no es eterna, es objetiva, es histórico – concreta, es eminentemente clasista, se subordina a los intereses de la lucha de clases del proletariado y se corresponde con el progreso social. Después planteó: “La moral sirve para que la sociedad humana se eleve a mayor altura, para que se desembarace de la explotación del trabajo.” (Lenin, 1978)
En el componente espiritual de la sociedad, al cual corresponden las diferentes formas de la conciencia social, la moral ocupa un rol integrador que penetra en las demás formas y regula la conducta de los sujetos ante el mundo en que viven. “La moral es un componente de los motivos, intereses, aspiraciones y fines del acto de conducta, el cual tiene una significación buena o mala, dañina o beneficiosa para sí mismo y para los demás.” (Chacón, 2001)
La relación entre el interés individual y el social constituye el fundamento de la moral. Su conciencia o no, propicia e interpone la consecución de fines comunes. Por eso el valor moral refleja la significación social positiva, en contraposición al mal, de un fenómeno (hecho, acto de conducta, actitud) que con un carácter valorativo – normativo, a nivel de conciencia moral social e individual y en forma de principios, normas y representaciones morales, orientan la actitud y conducta del hombre hacia el progreso moral, a la elevación el humanismo y al perfeccionamiento humano.
Los valores morales son un producto de la actividad moral, de las necesidades, intereses y fines del hombre, abarcando las motivaciones, conductas, actitudes que surgen y se desarrollan en las relaciones interpersonales. Son resultado de la educación, de la formación y desarrollo de sentimientos, emociones, de la orientación ideológica que recibe el sujeto en cada contexto determinado.
La moralidad del individuo es reguladora, orientadora cuando prevalecen en su psiquis firmes orientaciones valorativas. Cuando en el hombre se han forjado tales valores se puede considerar que se ha arraigado su firmeza moral general, la cual puede probarse en situaciones difíciles. Por eso, no basta tener en cuenta lo que el individuo dice, tiene que existir correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace, entre lo que se dice y se piensa, entre lo que se piensa y se hace, y que sean expresión de una actuación transparente y auténtica.
Partiendo de estos criterios o concepciones filosóficas sobre los valores es preciso preguntarnos, ¿Cómo propiciar una educación en valores? ¿Qué lugar le corresponde a la universidad y a los factores sociales, culturales y subjetivos en esta formación? ¿Qué relación existe entre lo externo, lo cultural y la vida psíquica del estudiante?, por todo lo antes expuesto haremos referencia a las siguientes carencias:
No existe una clara concepción del tratamiento de la educación en valores en el diseño cunicular de los diferentes programas.
No siempre se logra explotar las potencialidades del contenido de los básicos curriculares en las clases para la educación en valores.
No se logra en ocasiones el debate de carácter político e ideológico de temas de actualidad.
No se estimula de manera sistemática la dimensión conductual del estudiante como consecuencia de sus motivaciones e intereses.
Es insuficiente la comprensión de los estudiantes en cuanto al cumplimiento de sus deberes y responsabilidades familiares, grupales y sociales.
Definiendo como problema: ¿Cómo contribuir en la educación de los valores dignidad e identidad en estudiantes universitarios?
Para poder resolver este problema debemos hacer referencia a que el profesor debe ser un experto en el dominio de conocimiento particular y manejar procedimientos instruccionales óptimos para facilitar la negociación de las zonas. La creación de las zonas de desarrollo próximo se da en un contexto interpersonal profesor – estudiante, donde el profesor debe trasladar al estudiante de los niveles inferiores a los superiores de la zona, guiando con empatía y sensibilidad, teniendo como base el desarrollo de sus estudiantes.
Aunque este paradigma de Vigotsky fue elaborado para niños se puede aplicar a etapas superiores del desarrollo de las personas, porque todo parece indicar que en la etapa de la juventud como fenómeno sociopsicológico se afianza esta tesis, ya que los cambios anátomo-fisiológicos internos y externos, la maduración sexual, las complicaciones de la actividad vital y la ampliación del círculo de personas a las cuales debe conformar su conducta, son casos que, en conjunto, activan bruscamente en la edad juvenil la actividad de valor – orientación.
La educación conforme a valores supone que el proceso docente adquiera realmente su verdadera dimensión formativa, esto es, que favorezca la comunicación profesor – estudiante.
El ideal es una formación psicológica, donde los motivos y las necesidades de la personalidad se expresan mediatizados por la conciencia en forma de elaboraciones intelectuales concretas. A través de esta formación se revelan las perspectivas del sujeto, sus aspiraciones, y el funcionamiento de su personalidad. El modelo o ideal no es ni puede ser una abstracción inalcanzable, sino una guía activa de virtudes y defectos que es posible imitar. El ideal expresa la tendencia orientadora de la personalidad hacia el futuro. En este sentido, se enlaza orgánicamente con el sentido de la vida. (González, 1993)
La identidad nacional está unida al ideal de independencia y soberanía, a las tradiciones históricas del pueblo y al sentido de unidad nacional entre todos los sectores sociales. A partir de esta concepción el estudiante debe preguntarse: ¿Quién soy? ¿Cuál es mi autoconciencia y en qué medida me autovaloro? ¿De dónde soy? ¿Cuál es mi pertenencia a mi familia, etnia, grupo, clase, nación? ¿Qué nos une? ¿Cómo me represento a mi grupo, clase, nación? ¿Qué es lo común y diferente a nosotros? Antes estas interrogantes el profesor en su contacto con el estudiante debe plantearse la tarea de explicar que la identidad abarca al hombre y a la cultura, es el camino hacia la individualidad de una cultura y de una integración a una colectividad.
Por lo tanto al definir la identidad como valor podemos decir que es la significación socialmente positiva que tiene el hombre en sí, de las tradiciones, costumbres y cultura heredadas y creadas por su familia, etnia, nación clase y sociedad desde un pensamiento crítico y como un ente transformador.
Además proponemos tres dimensiones para su análisis y evaluación:
Dimensión cognitiva: revela el conocimiento del sujeto sobre la identidad, su pasado, historia personal, así como de las costumbres, tradiciones y cultura social.
Indicadores
Comprensión crítica de sí mismo.
Valoración crítica de su historia personal y social.
Comprensión de sus deberes como estudiantes.
Su responsabilidad con los familiares, con el grupo y la responsabilidad social.
Conocimiento de las costumbres, tradiciones y valores de la sociedad.
Conocimiento de la historia de los símbolos patrios.
Dimensión afectiva: es la identificación del estudiante con su historia personal, tradiciones, costumbres, valores y cultura, demostrando a través del orgullo, la satisfacción personal y el sentido de pertenencia.
Indicadores
Sentido de pertenencia.
Orgullo nacional
Disposición a cumplir cualquier tarea.
Aceptación crítica de sí mismo.
Dimensión conductual: es el reflejo del modo en que el estudiante se comporta como manifestación de los compromisos ante su identidad.
Indicadores
Autonomía y autorregulación
Identidad sexoerótica.
Manifestación positiva ante las tareas prácticas de la familia, el grupo y la nación.
Cumplimiento de sus deberes familiares y sociales.
Cuidado y conservación del medio ambiente.
Activismo social.
Práctica de las tradiciones culturales que defienden su identidad.
Para hablar de dignidad haremos referencia a las ideas de Martí cuando planteó que concibe la dignidad humana bajo la influencia de Kant y el Kraussismo español, es decir, la persona no puede ser concebida como un medio sino como un fin. Esta y el honor no deben tener precio. El espíritu servil daña la dignidad humana, y la misma debe tener en el hombre suficiente fuerza para enfrentarse a los que la rebajan, porque para él “Sólo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio.” (Martí, 1997)
Yurén Camarena (1995) define la dignidad moral como la exigencia de ser reconocido por los otros como fin y no como medio y a la vez reconoce la dignidad política (conjunto de derechos-libertades reconocidas), dignidad social (exigencias de que en la esfera de actividades productivas y en las relaciones sociales en general, la persona pueda desarrollarse en calidad de fin y no de medio) y la dignidad cultural (exigencia de ser conscientemente un miembro del género humano, de crecer culturalmente).
Desarrollar sentimientos de dignidad significa el orgullo personal por ser y sentirse respetado por los demás, saber autovalorarse con objetividad, proyectarse la vida y el futuro en correspondencia con sus posibilidades y las sociales, significa orientar a los estudiantes en la adquisición de convicciones que le permitan estructurar en sentido de la vida responsable.
La dignidad se relaciona con el honor que consiste en la buena reputación que tiene el sujeto ante los demás. Ambos conceptos son semejantes, la diferencia radica en que el honor no se basa en el principio de la igualdad de todos en el sentido moral, sino en su valoración diferenciada, dependiendo del status social del individuo, la profesión. (7) (Diccionario filosófico 1984)
El autor de este trabajo asume el concepto de dignidad dado por Carlos Fuentes cuando plantea: “Dignidad es la significación socialmente positiva que tiene el hombre de sí, el modo en que reconoce su valor social y su actuación en correspondencia y la manera en que es reconocido por los demás, expresada en el respeto que se le confiere”. (Fuentes, 1997)
Además proponemos tres dimensiones para su análisis y evaluación:
Dimensión cognitiva: Refleja el conocimiento del estudiante sobre el valor, sus rasgos y esencia y la relación con otros valores.
Indicadores
Conocimiento del valor.
Comprensión de la relación de este valor con el honor.
Autoconocimiento del sujeto.
Papel de la dignidad en la historia nacional.
Dimensión afectiva: Refleja el grado de implicación personal del estudiante con el valor, sus proyecciones personales como reflejo del modo en que expresa sus sentimientos.
Indicadores
Exigencias personales consigo mismo y hacia los demás
Espíritu autocrítico.
Su autoestima.
Satisfacción por el cumplimiento de sus obligaciones.
Motivaciones hacia el deber moral.
Dimensión conductual: Refleja el modo en que el estudiante debe manifestar en la praxis su comprensión global del valor dignidad.
Indicadores
Empatía y perspectiva social.
Cumplimiento de sus deberes y rendimiento y esfuerzo por la calidad de las responsabilidades otorgadas.
Autocrítica mostrada ante sus esfuerzos y resultados.
Reconocimiento social que otorga a los demás y recibe él como sujeto.
Para poder lograr la educación en los valores identidad y dignidad de estos estudiantes, el autor de este trabajo realiza la siguiente propuesta:
Ejemplaridad del claustro: debe tenerse en cuenta la vinculación de la palabra con la acción, de las convicciones con la conducta como base del prestigio moral del educador, porque un profesor tiene que ser auténtico para poder educar moralmente.
La preparación del claustro: para enfrentar la docencia, ya que la autopreparación de un intelectual es la base de la cultura del profesor. Ser un profesor con un gran sentido de justeza y honestidad, que luchen por desarrollar el interés de sus estudiantes por saber cada día más, y que estos resultados hagan de estos sujetos entes útiles a la colectividad.
El profesor debe ocupar los primeros lugares en la lucha ideológica contemporánea: haciendo que el estudiante reflexione a través de sus clases tomando de ellas lo mejor con un espíritu crítico y autocrítico, y ser un creador académico.
Aprovechamiento del contenido del currículo básico: para que los estudiantes formen hábitos de estudio, de trabajo, de educación formal, correctas relaciones entre compañeros sobre la base de estos valores para que sean capaces de luchar contra toda conducta indeseable.
Organización adecuada: lograr por parte del claustro y dirección de la institución una organización adecuada pues el descontrol de las actividades conduce a los mismos a la pérdida de autoridad.
Conocimiento por parte del claustro de la complejidad del currículo: para poder atender la diversidad de los estudiantes, la racionalidad didáctica, la utilización del entorno y los nuevos recursos didácticos.
Aplicar y combinar métodos activos de enseñanza y aprendizaje: porque con la aplicación de las técnicas participativas a partir de lo cognitivo y lo emocional, se puede educar en valores destacando que lo más importante es el intercambio, la socialización, el rechazar el yo como centro y subordinarse al colectivo. Porque aplicando estos métodos se fructifica el grupo escolar para asumir una jerarquía de valores y un ideal en los estudiantes.
Para esto se hace necesario sugerirles a los profesores que imparten las asignaturas de Gramática Española, Lenguaje y Comunicación, Análisis de Texto, Literatura y otras del currículo propio de esta carrera, algunos textos de diversas índoles para el trabajo con estos valores. Estos son:
Ensayo Nuestra América de José Martí.
Carta a María Mantilla de José Martí.
Poema Abdala de José Martí.
Los tres héroes de La Edad de Oro.
Himno del Desterrado de José María Heredia.
La Constitución de la República.
Textos icónicos reflejados en revistas y periódicos.
Reflexiones de nuestro Comandante Fidel Castro.
Canción Latinoamérica de Calle 13.
Ver la película “Baraguá”.
Conclusiones
En general el sistema de valores que aquí se propone se deben trabajar en cada momento de la clase, implicar a todos en este fenómeno social de la dignidad y la identidad, esclarecer el rol de cada cual utilizando la persuasión, cohesionar al colectivo, integrar las exigencias educativas de cada uno de los elementos, para ser aplicadas en la labor pedagógica aunque las mismas pueden ser susceptibles a cambios y modificarlas en la práctica. Sin convertirlas en recetas, los fundamentos teóricos y las propuestas que aquí se exponen ayudan a conformar las estrategias de cualquier carrera universitaria.
Bibliografía
Aguirre, B.A. (1995). La enculturación de los valores en la adolescencia. Argentina: Revista Agustiniana.
Báxter Pérez, E. (1999). “La educación en valores, papel de la escuela”. Curso 24 de Pedagogía.
Fabelo Corzo, J R. (1966). “La crisis de valores: Conocimiento, causas y estrategia de superación”. En la formación de valores en las nuevas generaciones: Editorial Ciencias Sociales.
Frondizi, R. (1993). Pensamiento axiológico. Instituto Cubano del Libro. Universidad del Valle: Cali.
González Pacheco, O. (1982). La autorregulación moral del comportamiento. La Habana: Editorial Pueblo y Educación
González Rey, F. (1966). “Un análisis psicológico de los valores: su lugar e Importancia en el mundo subjetivo”. En La formación de valores en las nuevas generaciones: Edit. Ciencias Sociales.
Lenin, V. I. “Tareas de las juventudes comunistas”. Obras Escogidas en tres Tomos. Tomo 3. Moscú: Editorial. Progreso, S/A.
Vigotsky, L. S. (1982) Historia del desarrollo de las funciones psíquicas superiores. La Habana: Editorial Científico-Técnica.
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