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La desaparición de la Dirección General de Educación Física de México

 

Profesora normalista en Educación Física. Escuela Nacional de Educación Física

Lic. en Ciencias de la Comunicación. Fac. de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM

Licenciada en Educación Física Escuela Superior de Educación Física

Maestría en Enseñanza Superior, Universidad La Salle

Especialización en Estudios de Género en Educación. Universidad Pedagógica Nacional

Maestría en Pedagogía por la UNAM, Facultad de Filosofía y Letras

Candidata al doctorado en Pedagogía. UNAM, Facultad de Filosofía y Letras

Rosa Nidia Rivera Gómez

nestusmx@yahoo.com.mx

(México)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo aborda la desaparición de la Dirección General de Educación Física de México luego de 90 años y su relación con la fragilidad del campo profesional de la educación física.

          Palabras clave: Educación Física. Vulnerabilidad de la profesión.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 184, Septiembre de 2013. http://www.efdeportes.com/

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    La Dirección General de Educación Física (DGEF), creada como parte del proyecto educativo posrevolucionario que José Vasconcelos concibió hace 90 años, desapareció de un plumazo mediante el Acuerdo Secretarial de la SEP publicado en el Diario Oficial de la Federación el 31 de julio del año en curso.

    Inspirado en la cultura grecolatina, Vasconcelos fue un auténtico convencido de la importancia de la educación física y le reconocía un enorme papel en la educación de un país en reconstrucción prácticamente en ruinas, luego de una guerra civil que costó más de un millón de muertes.

    Con la creación de la DGEF, la educación física inició un camino ciertamente complicado pero que tuvo grandes momentos como durante el cardenismo cuando la dependencia encargada de la materia llegó a tener el estatus de una Secretaría de Estado con atribuciones a nivel nacional.

    Con el tiempo, particularmente a partir de la instrumentación de la llamada Modernización Educativa en la década de 1990, la DGEF fue perdiendo facultades y fue transformándose cada vez más en botín local político y económico de la burocracia en turno.

    De manera paralela, y como parte de una acción concertada entre autoridades y sindicato, al interior del gremio de la educación física fue instalándose la más deleznable corrupción, misma que fue haciendo de la institución un aparato burocrático absolutamente ineficiente, el cual sin embargo no tenía necesariamente que desaparecer ya que pudo haber sido saneado y “relanzado” como una dependencia en la cual, luego de haberse aplicado la ley a los servidores públicos que ocasionaron o permitieron su deterioro, se demostrara con hechos el respeto a la educación física y su profesionales y una auténtica voluntad política de apoyo a la educación y a la rendición de cuentas.

La vulnerabilidad de nuestra la profesión

    La desaparición de la DGEF y la manera en que ésta se llevó a cabo, demuestran un enorme desprecio e ignorancia de las autoridades hacia la educación física y sus profesionales. En ese sentido evidencia la vulnerable condición de nuestro gremio que no ha sabido o podido posicionarse ante la sociedad como actor imprescindible de la escena educativa y, en consecuencia, como interlocutor reconocido ante las autoridades.

    Me parece que es el momento para analizar las causas, que son varias y de distintos órdenes, de la fragilidad de nuestra profesión. En un artículo titulado Consideraciones sociológicas sobre profesionalización docente, Emilio Tenti Fanfani discute sobre los contextos organizacionales y las lógicas que condicionan el trabajo docente y estructuran la lucha por la definición del sentido de las estrategias de profesionalización.

    Fanfani retoma el planteamiento de Lang el cual en términos sintéticos plantea que en el debate sobre la profesionalización docente se enfrentan dos tipos puros de racionalización laboral: el modelo “tecnológico” y por el otro un modelo “orgánico”.

    Mientras que el primero, en línea con los principios tradicionales de la burocracia privilegia la racionalidad instrumental (medio/fin), la optimización de los recursos, la eficiencia en el uso de los mismos y la estandarización de objetivos y de procedimientos, medición de resultados etc., el segundo apunta a la puesta en práctica de lógicas indefinidas e interactivas, confiando en una especia de “improvisación normalizada”.

    Desde este segundo paradigma no se trata solo de imponer una racionalidad de tipo instrumental (definición de objetivos mensurables, uso eficiente de recursos, logro de objetivos, evaluación etc.) sino de realizar una actividad que se fundamenta en consideraciones culturales, ético/morales y políticas [racionalidad orgánica].

    Mientras que en el primer modelo reina el profesional como tecnócrata, en el segundo predomina la idea de un profesional “clínico”, es decir, capaz de diagnosticar, de definir estrategias en función de diversos esquemas y lógicas (no sólo instrumentales) y de producir resultados mensurables y no mensurables, inmediatos y mediatos etc. El primer modelo privilegia un control técnico de la actividad (mediante la estandarización de procedimientos y objetivos, evaluación en función de resultados inmediatos, mensurables y preestablecidos etc.). El segundo confía en un auto control basado en la autonomía y la responsabilidad del colectivo docente. (Fanfani, 2013)

    Desde mi perspectiva, retomando lo propuesto por Fanfani, en gran medida la inconsistencia de nuestra profesión estriba en que en la formación profesional de los docentes de educación física se ha privilegiado, sin consolidarse, la racionalidad instrumental mientras la racionalidad orgánica fundamentada en consideraciones axiológicas (ética, cultura, política) ha sido puesta de lado.

Qué hacer

    Ya sabemos que el sistema ha optado por la “racionalidad instrumental”, la cual, hay que reconocerlo, tiene su importancia y todavía deudas pendientes en relación con la profundización en el dominio de las “competencias” pedagógicas que harían del profesional de la educación física un experto. Sin embargo, aún si contáramos con profesores irreprochables en el terreno pedagógico, nos seguiría haciendo falta ir más allá para impulsar un desarrollo académico que fortaleciera desde los cimientos la misma concepción y perfeccionamiento disciplinar de la educación física. Lo anterior ameritaría acciones y políticas diseñadas e instrumentadas a nivel institucional pues este compromiso no puede ser responsabilidad de las dos o tres personas o grupos bien intencionados que existen en nuestro país.

    Sin embargo, desde mi perspectiva, en el campo de la formación profesional de docentes lo más fundamental se encuentra en privilegiar la racionalidad orgánica sobre la instrumental, es decir, favorecer el “para qué” sobre el “cómo” del ejercicio magisterial. Sin un sentido claro de la responsabilidad social de la docencia, los propios maestros estamos limitando y empobreciendo nuestra tarea al ponerla al nivel de mero adiestramiento.

    La racionalidad orgánica, apela a una función y compromiso sociales y políticos de la educación, se fundamenta en los derechos humanos universales (la justicia, la libertad, la integración social) y en el desarrollo de una sociedad más democrática que anhela la educación para todos, el conocimiento como derecho, el papel integrador de la escuela, la formación de la ciudadanos participativos y responsables ante el poder, el acceso a la cultura, etcétera.

    Dice el dicho, y coincido, que “nadie puede dar lo que no tiene”. Creo que difícilmente un maestro carente de compromiso social puede formar estudiantes socialmente comprometidos, los cuales son justamente los que un país tan lastimado como el nuestro necesita.

    Los golpes asestados recientemente a nuestra profesión en México son una muestra de los abusos en los que puede incurrir el poder y, en ese sentido, de la necesidad de fortalecer en la sociedad una actitud participativa, contestataria y responsable ante la autoridad. De ahí, me parece que es tiempo de impulsar desde las instituciones formadoras de docentes una nueva actitud política, que nada tiene que ver con filiaciones partidistas, entre los futuros profesionales de la educación física.

Bibliografía

  • Tenti Fanfani, Emilio. Consideraciones sociológicas sobre profesionalización docente. Educ. Soc., Campinas, vol. 28, n. 99, p. 335-353, maio/ago. 2007.

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