Carácter preventivo en la atención a las dificultades en el aprendizaje en
niños con diagnóstico de retardo |
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*Licenciada en Cultura Física. Profesora de la Escuela Especial “Amalia Simoni Argilados” Camagüey **Profesor Titular Centro de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Cultura Física. Camagüey. ***Directora del Centro de Diagnóstico y Orientación. Camagüey ****Psicopedagoga del Centro de Diagnóstico y Orientación. Camagüey *****Profesor/a Asistente de la Facultad de Cultura Física. Camagüey (Cuba) |
Lic. Yensy Yuliet Castillo del Risco* Dr.C. Angel Luis Gómez Cardoso** Dra.C. Olga Lidia Núñez Rodríguez*** Lic. Elizabeth Gómez Núñez**** Dr.C. Bárbaro Olica Concepción***** MSc. Elizabeth de Armas Hing***** |
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Resumen De manera tradicional ha sido más común utilizar el término de prevención en contextos psicológicos, clínicos, en el tránsito, de seguridad laboral, en determinados casos de fenómenos naturales adversos, contaminación atmosférica, etc., que en el ámbito educativo. Es necesaria la adopción de medidas preventivas en el caso de las dificultades en el aprendizaje que presentan los niños con diagnóstico de Retardo en el Desarrollo Psíquico. Palabras clave: Retardo en el desarrollo psíquico. Dificultades en el aprendizaje. Trabajo preventivo.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 184, Septiembre de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Generalmente en el ámbito educativo las acciones con carácter preventivo tenían una utilización y aplicación en el área de la Educación Especial. Actualmente, según nos expresa el eminente defectólogo cubano MsC. Rafael Bell Rodríguez: “... el concepto mismo de prevención en el área educativa, adquiere una mayor dimensión y alcance, pues se coloca en el centro de lo que estamos llamados a convertir en un estilo y práctica del trabajo pedagógico capaz de involucrar a todos los alumnos. A partir de la experiencia y calificación de los recursos humanos de la Educación Especial en este trabajo, cuya labor ha estado fundamentada en el sustento teórico de la concepción vigotskiana y más específicamente en sus postulados acerca del trabajo correctivo compensatorio, en nuestro país se ha asignado a la enseñanza especial el carácter rector en este trabajo, orientando y coordinando los esfuerzos de todo el sistema nacional de educación en tan perspectiva dirección. Consecuentemente, pensamos que podemos interpretar las exigencias actuales del trabajo preventivo desde una nueva dimensión de la postura del trabajo correctivo compensatorio, lo que exige de nosotros una clara comprensión del enunciado vigotskiano acerca de que la ley de la compensación se aplica de la misma manera al desarrollo normal y al complicado”.
La importancia del Trabajo Preventivo está dada por el hecho de que en la práctica médica y educacional muchas deficiencias pueden evitarse si se logra una eficiente atención primaria. Es necesario que en la sociedad se preparen objetivos para resolver los problemas y ello exige entre otras cosas una educación permanente de la población y en particular de sus profesionales. Sobre este aspecto en 1929 L. Vigotski planteó: “... la propia acción del defecto siempre resulta ser secundaria, indirecta y refleja. La consecuencia directa del defecto es el ascenso de la posición social del niño, el defecto se realiza como una función social. El defecto por sí sólo no decide el descenso de la personalidad, sino las consecuencias sociales y su realización sociopsicológica”.
Teniendo en cuenta lo antes expuesto la ONU en su programa de Acción Mundial considera la prevención como un propósito central y según PAM prevención significa: “... la adopción de medidas encaminadas a impedir que se produzcan deficiencias físicas, mentales y sensoriales, o a impedir que las deficiencias, cuando se han producido, tengan consecuencias físicas, psicológicas y sociales negativas, la discapacidad y la minusvalía”. De ahí la importancia de efectuar un trabajo preventivo ante las dificultades en el aprendizaje que presentan los niños con diagnóstico de Retardo en el Desarrollo Psíquico.
Desarrollo
Es necesario antes de abordar cómo se pretende desarrollar el trabajo de prevención ante las dificultades en el aprendizaje en estos niños, aludir a los niveles que comprende la prevención en sentido general. Veamos:
Primer nivel
Este primer nivel, también llamado prevención primaria, está dirigido a la toma de medidas cuando las deficiencias aún no se han producido. Se efectúa en un marco supuestamente sano, pero sobre individuos incorporados a grupos de riesgo, considerándose como riego, un importante mínimo de factores causales, de orden biológico, psicosocial, económico y ambiental, que asociados pueden producir una alteración determinada, comprometiendo el desarrollo normal de los niños.
R. Bell Rodríguez expone: “... en este sentido, en el centro de nuestra atención colocamos prioritariamente el trabajo con los niños que presentan factores de riesgo, reforzando con ellos, con sus familias y entorno social, todo un sistema de medidas que nos permitan eliminar o atenuar oportunamente el efecto de condiciones negativas desencadenantes, realizando así lo que se identifica como prevención primaria”
Segundo nivel
La prevención secundaria, se realiza ante la aparición de enfermedades, la detección de alteraciones congénitas o en casos de accidentes, para evitar que, como consecuencia, aparezca una deficiencia.
Según R. Bell Rodríguez: “En el caso de la prevención secundaria se trata de la adopción de medidas encaminadas a diagnosticar y atender tempranamente la deficiencia ya existente para evitar su establecimiento como discapacidad”.
Tercer nivel
Conocido también como prevención terciaria se desarrolla sobre individuos con deficiencias en la esfera psicológica, fisiológica, con vistas a evitar el surgimiento de algún tipo de discapacidad. Se identifica con la rehabilitación, que es considerada como el sistema de acciones que se realizan con el objetivo de lograr que una persona con deficiencia alcance un nivel físico, mental y/o social funcional óptimo, proporcionándole mediadas encaminadas a compensar la pérdida de una función o una limitación funcional.
Cuarto nivel
Esta es la prevención cuaternaria, se lleva a efecto sobre personas discapacitadas con el objetivo de evitar el desarrollo de minusvalías. Tiene su base en la equiparación de oportunidades, considerándose ésta el proceso mediante el cual el sistema general de la sociedad se hace accesible para todos.
Al respecto apunta R. Bell Rodríguez: “Sin embargo, sin dejar de reconocer el
valor que este esquema conceptual representa, somos del criterio de que en
realidad la prevención tenemos que concebirla con un criterio más integral,
global y positivo, que nos dé la posibilidad de apreciarlo como todo un sistema
de influencias que en el ámbito educativo ha de anticiparse a las posibles
dificultades que en el proceso puedan surgir o a corregir o compensar
tempranamente las limitaciones ya existentes , eliminando o atenuando las
condiciones que las provocan” .
Teniendo en cuenta los niveles de prevención existentes, el trabajo preventivo
en el área educacional debe desarrollarse en dos direcciones principales: hacia
los menores de Edad Temprana y Preescolar y hacia los escolares de cualquier
tipo de enseñanza.
¿Qué principios debe cumplir todo trabajo preventivo?
M. L. Nieves, enfatiza en los siguientes:
Principio de la identificación y atención precoz a grupos de riesgo. Las acciones preventivas deben realizarse lo más tempranamente posible como una condición imprescindible para evitar el surgimiento, desarrollo y/o estabilidad de lo que se desea evitar, corregir o compensar.
Principio del carácter sistémico de la intervención y el seguimiento. Se sustenta en la necesidad de desarrollar la labor preventiva y el control de su eficacia, a través de un sistema coordinado de acciones que son ejecutadas por diferentes elementos integrados en un proceso de toma conjunta de decisiones.
Principio del enfoque ecológico de la prevención. Está dado en la importancia del acercamiento, la valoración y la atención a las dificultades, teniendo en cuenta el lugar que ocupa el entorno en su surgimiento y desarrollo, de manera que las acciones preventivas vayan encaminadas también a lograr transformaciones del medio familiar, comunitario y escolar donde el menor está inserto, con vistas a perfeccionar el sistema de influencias.
Principio del carácter dialógico de la decisión y la acción preventiva. Necesidad de que las decisiones y las acciones que caracterizan la labor preventiva, tengan su base un una relación constructiva, colaborativa, participativa y de corresponsabilización de todos los factores que componen el sistema de influencias.
La eficacia de la prevención depende en gran medida del momento en que se inician las acciones preventivas, de ahí que la etapa fundamental para llevar a cabo dichas acciones sea desde la Edad Temprana y Preescolar, es decir en la primera infancia, mediante programas de estimulación adecuadamente concebidos.
Cuando se habla de atención en la primera infancia se refiere a la población infantil en general, tengan o no deficiencias o problemas específicos en su desarrollo. Pero es vital hacer hincapié en la población infantil que se conoce como población sana.
La población infantil sana se caracteriza por tener un desarrollo, en principio, normal, sano, sin deficiencias o trastornos específicos que precisen intervención. Por lo tanto, serían todos aquellos niños que desde su nacimiento son considerados normales desde el punto de vista biológico o médico. Pero cualquier niño, por el hecho de ser niño, está expuesto a una serie de riesgos evolutivos, ambientales, familiares que hacen necesaria la vigilancia y el control sistemático de su desarrollo.
Un desarrollo normal, sano, no implica necesariamente la continuidad en esa normalidad. El crecimiento cerebral puede seguir su curso normal o por diversas causas desviarse, alterarse y manifestar conductas patológicas.
Es importante vigilar y explorar la maduración del niño, y que esa maduración sea funcional, esto es, que se adapte adecuadamente a las exigencias de su medio. Y también que el desarrollo psicológico del niño siga el curso esperado: la aparición del lenguaje y la graduación correcta de su utilización. Las adquisiciones cognitivas que permiten acceder al conocimiento del mundo y a la interpretación del mismo. La asimilación paulatina de las normas, comportamientos, valores socioculturales que correspondan por edad ir asumiendo, esto es, la socialización, la adecuada utilización de la motricidad y del desarrollo del esquema corporal.
Gran importancia posee la Estimulación Temprana, conocida además como atención precoz. Esta surge de la psicología del desarrollo y de la psicología del aprendizaje en conexión con el movimiento neoconductista americano. Al respecto, Isidoro Candel Gil, psicólogo español expresa: “La atención temprana es un concepto muy difícil de definir, y que comprende una serie de actividades que tienen que ver con la estimulación y el entrenamiento de los niños en los primeros años de la vida. Para algunos autores, la atención temprana es un período de intervención sistemática que se lleva a cabo en los primeros años de la vida, considerándose así como un término general usado para describir programas para niños que presentan algún problema en su desarrollo, y hace referencia a tratamientos educativos o terapéuticos diseñados para prevenir o para mejorar posibles alteraciones o una deficiencia ya existente entre una población determinada de niños”.
La bibliografía especializada consultada permite aseverar que en esta etapa se sientan las bases, los fundamentos esenciales para todo el posterior desarrollo infantil, así como la existencia de grandes reservas y posibilidades que en ella existen para la formación de diversas capacidades, cualidades personales y el establecimiento inicial de rasgos del carácter. Existen diferentes posiciones acerca de cuáles son las fuerzas que producen o inhiben este desarrollo, las causas que lo generan y las vías para lograrlo.
Importante papel desempeñan las condiciones de vida y educación en el desarrollo de la personalidad del niño y muy especial en la etapa preescolar; es decir, de cómo se eduque y se organice el sistema de enseñanza y educación desde sus primeros años de vida ya sea en el seno de la familia, como en una institución educativa, donde exista un sistema de influencias pedagógicas sistemáticamente organizadas y dirigidas al logro de determinados objetivos y estructurados en un programa educativo.
Dicho programa debe cumplir el requisito de ser desarrollador lo que presupone la proyección hacia un nivel superior del que ya ha alcanzado el niño, es decir trabajar con vistas al futuro.
Para que un programa de intervención temprana sea efectivo es esencial situar al niño en el centro de nuestra atención, en el centro de todas las actividades pedagógicas que se realicen y para ello es fundamental que tengamos en cuenta:
Organizar la vida de ese menor en la institución educacional o en el hogar.
Estructurar adecuadamente las actividades que se realicen.
Establecer adecuadas relaciones entre él y los adultos que trabajan con el mismo, así como entre él y el resto de sus coetáneos.
Organizar otras actividades que ayudan a potenciar la calidad de las actividades docentes tales como el sueño, alimentación, baño, etc.
Ofrecerle tiempo de esparcimiento independiente para que logre los deseos de hacer lo que le impulsa su propia personalidad, el intercambio comunicacional con los demás.
Algo de elevada necesidad es la relación que establece el adulto con el niño, por cuanto es el responsable de la organización, estructuración y orientación de todas las actividades que se desarrollan con el menor. Es importante que el rol que le corresponde desempeñar al adulto se conjugue con el lugar esencial que el niño tiene que ocupar en todo el proceso, entendida esta relación como la participación de ambos (niños- adultos) donde los primeros sean capaces de hacer, participar con espontaneidad.
No es posible la puesta en práctica de un programa de estimulación sin que se
produzca una interacción comunicacional entre los participantes del proceso. La
comunicación posibilita la formación de diversas capacidades, propiedades y
cualidades de la personalidad. La comunicación afectiva fomenta las actividades
de índole cognoscitiva con una mayor calidad.
En tal sentido, en el Programa de Educación Preescolar se precisa: “La
afectividad en todos los momentos del proceso, en la actividad, en la
comunicación, en toda la vida del niño, constituye la piedra angular de la
educación en esta etapa el desarrollo. Sin amor, si afecto, no hay lugar para
el desarrollo”.
Es en esta etapa que se sientan las bases para el logro de la unidad entre lo formativo y lo instructivo. Es necesario que se fomenten en el niño sentimientos de amor y respeto hacia sus familiares, amigos, a su patria, sus símbolos, hacia el trabajo que realizan otras personas y ante la realización de pequeñas tareas por parte de él por sencillas que éstas sean. Importante resulta la creación y fomento de cualidades personales como la bondad, la veracidad, la honestidad y la perseverancia, etc.
Por mucho esfuerzo que se realice en aras de lograr resultados en la estimulación del niño nada es posible si no se cuenta con el apoyo imprescindible de la familia. El vínculo con la familia es decisivo para obtener resultados satisfactorios. Es propiciar una empatía con la familia, y para esto es preciso que ante todo nos acerquemos a ella para conocer en qué aspectos ella necesita de los servicios institucionales y en qué medida esa familia puede apoyar el trabajo de la institución. Dicho en otras palabras se trata de una relación franca, abierta, sin esquemas donde de mutuo acuerdo se ofrezcan soluciones para la ayuda que el pequeño requiere.
Otro aspecto a tener en cuenta para poner en práctica el programa de estimulación es la atención ineludible de las diferencias individuales. El trabajo diferenciado resulta muy necesario, por cuanto cada niño manifiesta su propia individualidad y por tanto sus dificultades también son individuales porque responden a sus propias particularidades que los hacen únicos. Esta atención diferenciada hay que realizarla de manera natural, de modo tal, que los menores reciban el nivel de ayuda sin hacerse concientes de que sus tareas o las preguntas a ellos dirigidas son más sencillas o más difíciles y complejas.
Este análisis posibilita entender la preparación que requiere el infante desde la edad temprana para asimilar el currículo que se le planifica, el que debe vencer paulatinamente si no presenta dificultades en el aprendizaje.
Una parte considerable de niños al enfrentarse por primera vez a las exigencias escolares presenta dificultades al interactuar con éstas. No pueden considerarse que es producto a un retardo mental, sino de un detenimiento o estancamiento parcial del desarrollo por retraso de algunas funciones relacionadas con la ejecución de los requisitos escolares, lo que pone de manifiesto la heterogeneidad en el desarrollo de toda una serie de funciones del organismo infantil. Por esa razón aparece en los últimos tiempos el concepto de “madurez escolar” que se entiende por el nivel de desarrollo físico y psicosocial que permite al niño cumplir exitosamente con todas las exigencias de la educación y enseñanza.
Aunque este concepto ha sido muy difundido algunos higienistas no le resulta adecuado porque se habla de madurez no en el sentido de completamiento de desarrollo sino que se relaciona con un determinado nivel que éste ha alcanzado, por lo que hablar de preparación del niño para la escuela resulta según ellos más acertado.
De la preparación que reciba el niño para la escuela depende en gran mediada que no se frustre en la edad escolar y no presente dificultades en el aprendizaje.
Para garantizar el cumplimiento exitoso de la preparación del menor para la escuela y en evitación de futuras dificultades en el aprendizaje, se propone el siguiente algoritmo para la atención preventiva.
El punto de partida es la etapa de identificación del niño con factores de riesgo, a través de dos vías fundamentales: el Equipo de Desarrollo Neonatal del Hospital Provincial Materno Infantil y el Equipo Técnico Multidisciplinario del Centro de Diagnóstico y Orientación Provincial. La fuente principal está en las embarazadas de alto riesgo, los partos que ocasionan sufrimiento fetal y los niños pre-términos y bajo peso.
En este primer paso se recopila toda la información necesaria que permita conocer de manera inicial el caso en estudio, cómo se manifiestan los problemas, cuál es su extensión e intensidad, dónde y desde cuándo se dan, etc.
Seguidamente es importante que se proceda a la reflexión para comprender a fondo el problema, ir más allá de la sola recolección de la información. Es discutir sobre el problema y tratar de explicar su desarrollo, origen, relaciones, consecuencias.
Una vez identificado el caso, se hace necesario el diagnóstico del niño atendiendo a su grupo etáreo, en las consultas de neurodesarrollo con la participación de especialistas médicos y del Equipo Técnico Multidisciplinario del Centro de Diagnóstico y Orientación a través de la utilización de algunas técnicas, entre ellas: la Entrevista Social, la Escala de Desarrollo Brunet-Lezine y el Bayley.
La utilización del diagnóstico debe ir encaminado a la búsqueda de alternativas que posibiliten la mejor preparación de todos los especialistas para encaminar los esfuerzos en pos del menor con posibles dificultades en el aprendizaje.
Resulta importante que en todo el proceso de diagnóstico la familia forme parte activa en todo el desarrollo del mismo, es decir que participe. Es hablar de un diagnóstico participativo, entendido por el hecho de involucrar a la familia en el análisis de la situación, es la investigación puesta en las manos de sus principales protagonistas, capaces de adoptar posiciones y tomar decisiones sobre qué diagnosticar, para qué y cómo en correspondencia con los intereses y necesidades del niño y de la familia. En fin, es proporciona la participación activa y amplia de sus miembros desde la definición de los problemas hasta la formulación de estrategias para la solución de éstos.
El diagnóstico participativo ante todo es un proceso educativo por excelencia;
en él comparten experiencias, intercambian ideas, aprenden colectivamente, por
cuanto profundizan e investigan su propia realidad manifestada en su propio
hijo. Nadie mejor que los propios padres para entender y proporcionar los
recursos de ayudas si se les prepara convenientemente.
La participación de la familia en todo el proceso de estudio posibilita romper
con barreras que en ocasiones limitan el objetivo de este paso. Cuando la
familia ve cómo actúa el niño ante las diferentes pruebas queda convencida
del diagnóstico y las posibilidades reales del mismo.
Entre los elementos participantes en el proceso de diagnóstico innegablemente
es de gran necesidad garantizar el carácter dialógico de las relaciones que se
establecen entre todos.
Garantizar el carácter dialógico significa:
Lograr un nivel de relación constructivo y colaborativo, donde las soluciones se busquen conjuntamente realizando aportaciones.
Crear una relación de participación, implicación y corresponsabilización entre todos los elementos del proceso.
Lograr que las propuestas de cambios o modificaciones surjan desde la propia familia y en el caso del menor que asiste al Círculo Infantil, desde la propia institución.
Una vez realizado el diagnóstico se impone la elaboración y aplicación de la estrategia de intervención, haciéndose necesario responder a varios requerimientos:
Precisar qué acciones de desarrollarán con el niño.
Plantear un orden jerárquico en el sistema de acciones.
Garantizar el alcance múltiple de las acciones que se planteen, es decir que éstas tengan un alcance multidimensional, multidireccional.
Autorreflexión por parte de los que trabajan con el niño de modo que pueda irse valorando la evolución o involución ante el problema.
Esta estrategia de intervención es necesario que se aplique consecuentemente en los Salones Especiales, en el trabajo sistemático en las Vías No Formales y a través de la estimulación que ejecutan los Equipos Técnicos Multidisciplinarios del Centro de Diagnóstico y Orientación.
Con la aplicación de la Estrategia de Intervención no basta para brindar ayuda al niño. Se requiere de un Seguimiento Sistemático a la evolución que experimenta éste. Los responsables del requerido seguimiento son los especialistas del Equipo de Desarrollo Neonatal y del Centro de Diagnóstico y Orientación. Es necesario que la propia familia también arribe a sus propias conclusiones en torno al desarrollo que va alcanzando el menor.
Por último de hace indispensable la evaluación de la eficiencia de la estrategia de intervención. Resultan importantes las opiniones de los diferentes especialistas, más importantes son aún las opiniones de los padres. Esta evaluación permite, por una parte llegar al diagnóstico gnoseológico por los especialistas del Centro de Diagnóstico y Orientación y por otra parte tener elementos más precisos para el diagnóstico del Grado Preescolar.
Luego de cumplirse cabalmente este algoritmo, corresponde entonces organizar la etapa de aprestamiento, en correspondencia con las particularidades de cada uno de los alumnos y según las necesidades educativas que requieran.
Como es de suponer, el trabajo no culmina con la evaluación de la organización de la etapa de aprestamiento, porque la realidad cambia permanentemente y siempre habrá más necesidades por resolver. Es fácil suponer entonces el carácter cíclico de este modelo, por cuanto al organizar la etapa de aprestamiento, se impone la necesidad de realizar algunas reflexiones.
Si el niño ha evolucionado, entonces las acciones diseñadas en toda la estrategia de intervención, incluida la etapa de aprestamiento, fueron las adecuadas. Si por el contrario, el niño involuciona, retrocede o se estanca, entonces obviamente las acciones diseñadas en la estrategia de intervención no se corresponden con las necesidades concebidas y lógicamente no hubo certeza en el diagnóstico establecido.
En ambos casos se vuelve al diagnóstico como punto de partida para establecer un nuevo ciclo. En el primer caso para actualizar el estudio y las necesidades e ir alcanzando peldaños superiores en el desarrollo intelectual del menor. En el segundo caso para profundizar en el estudio y rediseñar las acciones en correspondencia con las verdaderas necesidades que lógicamente tiene su base en la certeza del diagnóstico que se ofrezca.
Es oportuno destacar que aunque el referido modelo tiene un carácter cíclico, no se trata de repetir mecánicamente cada paso, sino de ir siguiendo un orden lógico, en forma de espiral de modo tal que se alcancen niveles más elevados de solución.
Bibliografía
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