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Estrategia pedagógica para fortalecer actitudes ambientales en 

los estudiantes de la carrera de la Cultura Física y el 

Deporte en la Filial del municipio Segundo Frente

 

*Autora

**Coautores

Universidad de Ciencias de la Cultura Física

y el Deporte. “Manuel Fajardo”, Facultad Santiago de Cuba

Filial Segundo Frente

(Cuba)

Miladis Hechavarría Fis*

Amauris Benítez Lambert**

Ing. Silfredo Torres Moraga**

Ing. Carlos Torres Morales**

Ing. Ever Uranga Montoya**

miladish@frente-2.sum.uo.edu.cu

 

 

 

 

Resumen

          El proceso de formación de actitudes ambientales se asume como un proceso formativo e integrador y dimensión del proceso docente educativo en el que se conjugan la concientización ambiental, la valoración proambiental y la elaboración constructiva, que determinan una actuación proambiental. Ello se expresa en la relación dialéctica entre la dimensión cultural, la dimensión axiológica y la dimensión participativa que en su decursar revelan los fundamentos del proceso. Las mismas en sus relaciones internas se expresan como elementos esenciales para dicha formación en los estudiantes desde el proceso docente educativo. Lo escolar es el proceso en el cual tienen lugar la transmisión y apropiación de la herencia cultural acumulada por el ser humano, comprende todo el sistema de conocimientos establecidos en el currículo que constituyen aspectos de la cultura sistematizada por la humanidad, como resultado del desarrollo de la ciencia y la técnica, procesados para la institución escolar, como contenidos de enseñanza y que sustentan científicamente los hechos, fenómenos y procesos que se analizan en las asignaturas.

          Palabras clave: Actitudes ambientales. Cultura Física. Contenidos de enseñanza.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 18 - Nº 181 - Junio de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Una actitud ambiental implica que cada decisión que se tome o cada acción que se realice se asuma con responsabilidad de sus consecuencias, una participación activa en la identificación de los problemas, las causas y posibles soluciones, ya sea en el orden individual o colectivo, implica la construcción de un saber ambiental que se exprese en el sentir, pensar, actuar. El momento histórico que vive la sociedad actual en relación con los problemas ambientales requiere de la formación integral del estudiante, en la cual las actitudes ambientales constituyen un aspecto de dicha formación.

    En este sentido, la actitud, como anteriormente se significa –proambiental- es expresión de una formación ambiental, resultado de un proceso de adquisición de conocimientos, desarrollo de habilidades, formación de hábitos de conductas y apropiación de valores que se expresan en el comportamiento positivo del estudiante. Estas están relacionadas con las actitudes morales de los seres humanos con el ambiente, por ello en el proceso de su formación se apela a las claves éticas que necesariamente han de orientar las posiciones educativas, pues ningún cambio será verdaderamente efectivo si no va acompañado de un profundo ejercicio crítico acerca de los valores que intervienen como soporte de la acción.

    De ahí que el proceso de formación de actitudes ambientales se concibe como un proceso de carácter proactivo, crítico y constructivo de apropiación individual de un sistema de valores, que determinan la posición activa del estudiantes y participación protagónica ante el medio ambiente.

    Éste considera la comprensión de la relación de los seres humanos con su entorno, y como parte de este, asume la actitud ambiental como una disposición motivacional del sujeto a actuar a favor del medio ambiente a partir de lo que conoce y siente.

    Por ello en este proceso las acciones educativas deben estar dirigidas tanto a conocer las actitudes que deben ser asumidas para contribuir a la calidad ambiental del entorno, como a comprender el sustrato ético que las orienta, de manera que conlleve a su verdadera formación en el alumno. Su propósito es el de contribuir a un actuar consciente del mismo en el medio ambiente.

    En este sentido, en la sede se debe propiciar el logro de un buen nivel de educación ambiental en los estudiantes, que se evidencie en su formación la adquisición de conocimientos, habilidades y valores como base orientadora de una participación activa, en función del cuidado y protección del medio ambiente en que se desarrollan. El docente debe poseer una formación y preparación en correspondencia con esta necesidad pedagógica, a partir de comprender la filial como parte de una realidad educativa mayor, considerar la comunidad, conocer sus problemas e implicarse en ella. Debe ser capaz de abrir espacios de reflexión y de concreción de actividades que desarrollen aprendizajes que enlacen con la realidad exterior una educación moral ética que supone un compromiso con el medio ambiente.

Estrategia educativa para la formación de actitudes ambientales desde el proceso docente educativo

    La implementación de la estrategia preliminar en el proceso de validación permite, a partir de los criterios reflexivos y constructivos de los docentes implicados que esta fuera perfeccionada y reestructurada, en función de una mejor concreción y precisión del contenido de sus etapas y acciones con vista a facilitar su comprensión. De manera que la Estrategia Educativa para la formación de actitudes ambientales desde el proceso docente educativo en el nivel superior queda conformada como sigue:

    Objetivo general: Promover la formación de actitudes ambientales en los estudiantes de la carrera de la Cultura Física y el Deporte de la Filial de Segundo Frente.

Concepción estructural funcional de la estrategia

    La estrategia transita por las etapas de planificación y diseño, ejecución y evaluación, entre las cuales existe una estrecha relación.

Etapa I.     Planificación y diseño de acciones para la formación de actitudes ambientales en los estudiantes

    Esta etapa se encamina hacia la precisión de los aspectos que garantizan el curso de la estrategia desde el punto de vista metodológico, material y personal que contribuyen al diseño y planificación de las acciones orientadas a favorecer la formación de actitudes ambientales en los estudiantes. En este sentido se considera el desarrollo de las acciones de diagnóstico y sensibilización, así como la construcción de las situaciones de aprendizaje ambiental, para lo cual se utiliza la información que aportan los diversos instrumentos al enfatizar en el carácter dinámico, participativo y dialéctico interpretativo del mismo, al tiempo que favorece la posibilidad de transformación de la realidad que se diagnóstica.

Acción 1.     Diagnóstico y sensibilización

    Esta acción -diagnóstico de los estudiantes- permite recoger toda la información necesaria en relación con los indicadores de la formación de actitudes ambientales en la vida de los estudiantes y sus reales posibilidades para asumir una actitud consciente ante el medio ambiente y su problemática en sus diferentes espacios de convivencia y participación. Se debe considerar como premisa que el diagnóstico constituye un proceso comunicativo, continuo y coherente. Ello posibilita comprender y explicar el comportamiento de los estudiantes en el proceso y las condiciones del entorno escolar y comunitario, así como asumir determinada decisión en relación con la transformación que en ellos se desea lograr.

    Además se debe tener en cuenta que el diagnóstico se sustenta en las interacciones, diálogos e intercambios entre los sujetos que en él participan y en la preparación del colectivo pedagógico, así como en la necesidad de un clima favorable para propiciar que sea mayor y más certera la información.

    El diagnóstico ambiental de la comunidad escolar, es un proceso de búsqueda que permite identificar los problemas y sus causas, así como las necesidades, posibilidades y recursos en una realidad concreta. En el contexto de la formación ambiental permite identificar el grado de desarrollo de la actitud ambiental de los sujetos, los problemas ambientales en la filial y en el entorno comunitario que lo rodea, y el estado de la introducción de la educación ambiental.

Acción 2.     Construcción de las situaciones de aprendizaje ambiental

    Esta acción considera necesariamente la preparación del docente, el intercambio, la reflexión y el desarrollo cuidadoso de un trabajo metodológico sistemático en un marco colectivo e individual. Se sustenta en la acción anterior al tomar en consideración la información que aporta el diagnóstico. De manera que considera el conocimiento, las motivaciones, los intereses y las necesidades de los estudiantes.

    La acción se encamina a la conformación de las situaciones de aprendizaje ambiental, formativas e integradoras, a través de las cuales el docente logra involucrar a los estudiantes, desde el proceso docente educativo, en el ejercicio de la toma de decisiones y de la determinación de posiciones con un sentido ético, ante situaciones de conflicto con una orientación ambiental.

Etapa II.     Ejecución de la formación de actitudes ambientales en estudiantes

    En esta etapa con la ayuda de los indicadores como aspecto que revela la lógica interna del proceso y del método como elemento que dinamiza, se despliega el proceso de formación de las actitudes ambientales bajo la dirección del docente. El objetivo de la misma consiste en promover el desarrollo de un aprendizaje por parte de los estudiantes de los aspectos básicos para un adecuado comportamiento ambiental, a través del planteamiento de situaciones de aprendizaje ambiental que viabilizan la práctica de una participación activa, crítica y reflexiva sobre la base de los valores de una cultura ambiental que tiene su reflejo en las actitudes ambientales.

    El docente al involucrar a los estudiantes en el sistema de acciones que se derivan de la situación de conflictos que se plantea para llegar a proponer una solución o determinar qué posición asumir, propicia el aprendizaje de los aspectos culturales éticos y de comportamiento ambiental de manera consciente.

    De esta forma el grupo de aprendizaje desarrolla una participación activa y reflexiva con la guía del docente, al convertirse así en un sujeto social, en tanto actúan de manera protagónica lo cual adquiere gran valor para su actuación en la comunidad a partir de ejercitarla y practicarla en el aula como espacio principal de formación escolar condicionado y condicionante para sus vidas.

Acción 1.     Presentación de la situación de conflicto

    La vida en grupo y en sociedad suele ser fuente permanente de conflicto por lo que se hace necesario aprender a resolverlos de forma positiva. Por ello es necesario que los estudiantes se acostumbren a resolver los conflictos que surgen de la vida cotidiana. Se trata de una estrategia orientada a concederle un lugar destacado al área afectiva en la organización del pensamiento pues los sentimientos juegan un papel importante en las actuaciones. Esto supone no solo el conocimiento y comprensión del conflicto sino aprender a participar para su solución.

    Las actuaciones ante conflictos ambientales deben de plantearse de forma sistémicas al preguntar ¿qué hacer?, ¿cómo hacerlo?, ¿con qué medios cuento? Las problemáticas ambientales no siempre son generadas por elementos ajenos a los ciudadanos por tanto no siempre su solución procede de las instituciones en las que los estudiantes no tienen autonomía ni participación.

Acción 2.     Argumentación de la contradicción

    En este momento el docente debe aportar todos los elementos posibles con los que el alumno debe operar para asumir una respuesta ante la problemática planteada. Para ello el docente en la argumentación de la contradicción debe aclarar conceptos que se introducen y definir los aspectos más significativos o relevantes mediante una incitación a la búsqueda. En este sentido la pregunta es una herramienta fundamental para estimular la búsqueda y el descubrimiento de los problemas implícitos y como una vía para conducirlos a la reflexión.

Acción 3.     Dirección del debate

    En esta acción el docente debe:

  • Propiciar el intercambio entre los miembros del grupo y la adopción de perspectivas distintas acotando las consecuencias en cada caso.

    • Aunque la situación planteada sea hipotética, el docente debe significar la posibilidad de que pueda ser real, por tanto lo relacione con una posibilidad real en su entorno comunitario o escolar, en un tiempo presente o futuro. De manera que los estudiantes comprendan que hoy está en su aula, pero que en un futuro puede estar en un puesto o lugar donde se encuentre una situación semejante y pueda tener un nivel de determinación que le permita impedir o resolver una problemática que implique el deterioro ambiental.

  • Preguntar las razones que hay detrás de cada respuestas y ponerlos en situaciones extremas para impulsarlos a tomar decisiones y eliminar sus dudas, interrogar, cuestionar, con preguntas pertinentes e introducir elementos de reflexión.

  • Propiciar todas las vías y formas de expresión de los estudiantes de manera espontánea, sin forzarlo a hablar pues debe considerar que el diálogo interior con él mismo ya favorece su desarrollo.

  • Potenciar actitudes de respeto al otro.

    Para ello el docente debe crear un clima favorable de que todas las respuestas son válidas, mediante la ejercitación de la capacidad de escucha, cooperación, tolerancia, solidaridad y diálogo en la situación de los conflictos y de antemano debe considerar las posibles respuestas y efectos positivos y negativos ante las diferentes posiciones.

Acción 4.     Valoración y conclusiones

    En función de esta acción en el transcurso de la actividad se debe retroalimentar a los estudiantes con el reconocimiento positivo de sus aportaciones y acciones, al reconocer sus errores, lo que potencia su identidad y autoestima. Para ello debe considerar no solo lo cognitivo de los aspectos ambientales sino también los comportamentales que reflejan la actitud de los estudiantes, con los otros y consigo mismo.

    Esta etapa da cuenta de la funcionalidad de la estrategia, de la pertinencia de las acciones y revela el progreso de la formación ambiental no sólo de los estudiantes sino también de los docentes.

    El objetivo de la misma consiste en valorar sistemáticamente el cumplimiento de las expectativas en relación con la formación de actitudes ambientales, así como la calidad de los aprendizajes emergidos en el proceso que alcanza su expresión en las actuaciones de los estudiantes ante las problemáticas ambientales.

    Para el proceso de evaluación de la estrategia se sugieren tres mecanismos fundamentales: la autoevaluación, la heteroevaluación, y la coevaluación.

    La autoevaluación es el proceso de evaluación desarrollado por los sujetos implicados en el establecimiento de la estrategia que por su carácter autogenerado contribuye a la toma de conciencia, y al compromiso con lo público. Esto se propicia, a través de la valoración que cada cual realiza de su propia participación en el desarrollo del proceso. Se estructura como una evaluación polivalente recogiendo información a lo largo del proceso de implementación de la estrategia mediante técnicas diferentes (autoobservación y guía para autoevaluación). El docente se auto evalúa con el propósito de determinar su grado de aportación al proceso formativo ambiental de los estudiantes.

    La heteroevaluación es la evaluación exterior, expresada en la estimación que realizan otros sujetos que no estén implicados en la estrategia (comunitarios), al tratar de valorar en qué medida la estrategia favorece el proceso de formación de actitudes ambientales en el alumno, cuyo propósito esencial es promover un aprendizaje desarrollador para el ejercicio de una actuación consciente ante el medio ambiente. Los criterios de valoración son dirigidos a analizar la relación entre los resultados de las autoevaluaciones en contraste con los indicadores de la formación de actitudes ambientales. La evaluación externa busca la correspondencia de los resultados previstos en el proceso y los indicadores del mismo.

    Los mecanismos que se proponen son la entrevista a los docentes y a los alumnos para conocer el nivel de satisfacción de estos en el desarrollo del proceso, sirve además como mecanismo la observación a las actividades que se realizan, la observación del comportamiento de los alumnos en el espacio escolar, en la relación con su entorno con los otros y consigo mismo. La observación es el principal mecanismo para la heteroevaluación.

    La coevaluación es el procedimiento que se refiere a procesos valorativos de carácter cruzado, es una evaluación cooperativa y solidaria, centrada en lo positivo como vía para mejorar las limitaciones e insuficiencias en la realización de las situaciones de aprendizaje, en la que toman participación los sujetos implicados, los cuales son objetos y sujetos de valoración. Es un mecanismo que sirve para fomentar la corresponsabilidad y la ayuda en tanto se asume la coevaluación como un proceso que contribuye al procesamiento de las insuficiencias y contradicciones como elemento para iniciar el planteamiento de alternativas de solución.

Conclusiones

  1. La validación de la estrategia educativa para la formación de actitudes ambientales revela la importancia de la misma como proceso ejecutivo de dicha formación, que al mismo tiempo en su articulación con la concepción didáctica posibilita la comprensión de los docentes respecto a la nueva concepción que se propone y el perfeccionamiento del proceso educativo ambiental.

  2. El establecimiento de la estrategia a través de la validación muestra mediante la utilización de diversos métodos fundamentalmente cualitativos, la posibilidad de establecer el proceso de formación de actitudes ambientales como una dimensión del proceso docente educativo, al evidenciarse la valoración crítica reflexiva y la elaboración constructiva ante la problemática ambiental en los estudiantes lo que da cuenta de la transformación positiva de su comportamiento social.

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