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Presencia de la temática deportiva en 

diferentes manifestaciones artísticas

The sport in diferents artistics manifestations

 

Profesora Titular en Sociología del Deporte

Facultad de Cultura Física

Pinar del Río

Msc. Ida Galván Rodríguez

idagalvan@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El deporte como manifestación de la vida de los hombres es muestra del contexto cultural en el cual vive, a tal punto que éste interfiere en todas las aristas concebidas como cultura, apreciándose como el deporte se inserta en la cultura de todas las épocas y en las manifestaciones literarias, el cine, la vestimenta, la escultura, la numismática y la filatelia entre otras.

          Palabras clave: Cultura. Deporte. Arte.

 

Abstract

          Sports as a manifestation in men life shows the cultural context in which he lives, and influences in all branches of culture. In this workshop we can appreciate that sport is present in culture of all ages and in literature, movies, fashion, sculpture, philately among others.

          Keywords: Culture. Sport. Art.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 18 - Nº 180 - Mayo de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En los primeros años del siglo XXI, autorizadas opiniones aseguran que el deporte constituye la Institución Social más llamativa del presente y el pasado siglo, donde arrastra tras de sí a una infinidad de personas, pues éste les ofrece amplias posibilidades de socializarse e insertarse en un mundo cultural fabuloso y multifacético.

    Si atendemos al origen de la palabra deporte, ésta se remonta al proceder de los marinos provenzales, cuando identificaban que "estar deportu" era estar de descanso, aunque resulta útil aclarar que este no era sinónimo de ocio, pues al coincidir marineros de diferentes latitudes producía un encuentro cultural muy rico, a través de las conversaciones, de las artes de pescas, de los rituales y fundamentalmente por el desarrollo de los juegos de fuerza y destreza como las cañas, justas y anillos.

    También desde el “Cantar del Mio Cid” (1140), hasta la “Crónica de Ramón Muntaner” (1325), aparece el vocablo Deportar como sinónimo de ejercicio físico y diversión, con reiteridad significativa.

    Además desde tiempos inmemoriales, los convites olímpicos reunían al pensamiento cultural más ilustrado del momento, como a los poetas, filósofos, escultores, oradores y todos gustaban de aprovechar la multitudinaria coyuntura para hacer disertaciones de su erudición.

Desarrollo

    La Cultura es el rostro de la personalidad del hombre, por lo que manifiesta tanto la consecución de sus valores como los de la sociedad donde vive. La cultura de una época tiene sus cimientos en esos valores de los hombres y su manifestación más evidente en el contexto social.

    Considerando al deporte dentro de la meditación anterior nos dice que este está insertado en una Epoca Cultural determinada, como elemento legítimo y como real representante de esa sociedad y de su cultura.

    El deporte como expresión de la vida cultural de la humanidad se interpenetra en múltiples aristas que son manifestaciones de la cultura. Tal es así que nuestro Alejo Carpentier hace algunas décadas reconoció a Píndaro como el cantor de los deportistas de su época, cuando narró de forma subliminal una regata; cuando Platón y Plinio exaltaron la belleza de la equitación, cuando el escritor humanista francés Rabelais tuvo la clarividencia de plantear el papel educativo del deporte de una de sus obras cumbres. Nos recordaba Carpentier también como el juramento que inició la auténtica Revolución Francesa, se efectuó en una edificación construida para el juego de béisbol.

    Como vemos el deporte aparece reflejado como baluarte de la cultura universal en la antigüedad pero no se expresa en ese ritmo en otras manifestaciones culturales, como en la literatura del siglo XIX, que ignora esta temática, a no ser en sus finales que en obras de Jorge Honet y D’Annunzio se referían a la esgrima, pero solo reconociendo su faceta en saldar deudas entre los caballeros de la época, además se refirieron a los deportes de caza y equitación.

    Fuera de lo planteado todo aquello que cultivara la actividad física o tan solo la asistencia a un espectáculo deportivo, se consideraba algo burdo. Así oscilaban las concepciones de la cultura deportiva de la época.

    Estas concepciones van variando al arribar el presente siglo alentados por jóvenes practicantes, también con procedencia social burgués, aunque esta inclinación se adhería a deportes que para su práctica requerían de especializados medios y recursos financieros como el polo, el golf, el tenis, jugándose en clubes.

    La práctica deportiva estaba concentrada en esta clase social y ponían el deporte en función de su status social soslayando toda voluntad de explotar los beneficios del adiestramiento de los músculos.

    Esta polarización seguía, pues en el polo contrario aparecía otra cultura deportiva que iba encaminada ala creación de grupos especiales espontáneos a la movilización de grandes masas en función del boxeo, béisbol, de eventos de atletismo, donde cada día sumaban más espectadores y se aunaban esfuerzos populares para construir instalaciones deportivas, que en ocasiones fueron rústicas.

    Se adentraba el siglo, se desarrollada y popularizaba el deporte y se acentuaba una cultura deportiva, pues en las competiciones vibraban las odas al deporte o himnos a los campeones ya tomaban fuerza no solo en la literatura, sino se coreografíaban piezas de ballet siguiendo los movimientos de un tenista, como "Juegos" del músico francés Claude Debussy; “Rugby” poema llevado a la sinfonía por el suizo y autor de obras de cámara Arthur Hongger, las pinturas que ilustraban a ciclistas y nadadores del pintor francés Fernand Leger y a consideración del escritor francés, nacido en Suiza, Blaire Cendras en los movimientos de un gimnasta, hay tanta belleza como en una pieza de ballet.

Fernand Leger. Pausa sobre fondo rojo, 1949

    A propósito de lo antes dicho, hoy se considera que el ballet resulta cada vez más deportivo al desarrollar elementos de gimnasia. En una declaración de la primera bailarina Maia Plisetskaya comentaba, que si sus bailarinas saltaran como Marina Lóbach, gimnasta búlgara, el Bolshoi sería el mejor ballet del mundo, siendo de gran regocijo que esta personalidad considere que tanto en las gimnastas como en las bailarinas están presentes elementos artísticos.

    El séptimo arte también ha penetrado en el campo deportivo, aunque a consideración de directores y realizadores, ejecutar filmes olímpicos es algo muy complejo, pues consideran que la televisión es un medio más expresivo y más completo para comunicar grandes emociones.

    No obstante podríamos hacer referencia a innumerables películas que han abordado el deporte desde diferentes contextos de la vida. Filmes como:

    Olympia (1936) dirigida por Rufenstahl, colaboradora cercana a Hitler, donde se tergiversaron los principios olímpicos en post del nacional socialismo y se hace apología la raza superior por lo que aquí el deporte sirve de colofón a la exaltación política.

    En Castillos de Hielo se narra una historia sentimental.

    La historia de Bob Mathias tiene un carácter biográfico.

    No pudiendo dejar de mencionar a Carros de Fuego de Hugh Hudson (Inglaterra – Marzo, 1982), donde fue galardonada con varias estatuillas Oscar en la mejor película, el mejor vestuario, a la mejor partitura musical y al mejor guión original.

    Resultando plausible que en 24 por segundo también ha estado el deporte.

    Otra muestra en que deporte y cultura se interpenetran es el majestuoso Museo Olímpico de Ouchy en Laussana, Suiza, concebido por el aliento de Pierre de Coubertin quien siempre quiso externizar la imbricación entre arte, cultura y deporte.

    Esta joya de la cultura deportiva de la humanidad ofrece al visitante todo lo que en esta materia se puede ofertar pues dispone:

  • Biblioteca con 15 mil volúmenes y millones de documentos.

  • Archivo fotográfico de 200 mil imágenes.

  • Extensa área de 3400 m² dedicados a exhibir colecciones de objetos olímpicos y obras de arte.

  • Contiene antorcha etrusca del siglo VI a.n.e. hallada en Tarquinia.

  • La escultura El atleta americano (1904) de Augusto Ródin.

  • El primer sello emitido con la efigie de Pierre de Coubertin.

  • Trofeo Faberge, realizado por el orfebre que lleva su nombre, pieza poco común fundida en oro y plata y ofrecida por el Zar Nicolás II al ganador del decatlón de los juegos de Estocolmo.

  • La numismática muestra sus piezas acuñadas para las distintas convocatorias olímpicas.

El atleta americano (1904) Augusto Ródin

    El museo resulta suntuoso al ver la diversidad de esculturas deportivas desde Las Blancas Columnas de Mármol en las cuales se fijan que Grecia dio origen a los Juegos. La vela del escultor italiano Francisco Cremoni, las cerámicas policromadas del nadador holandés que imítan un jardín barcelonés a lo moderno, hasta Los tres ciclistas que genialmente fueron esculpidos para que las ruedas de sus ciclos formaran los cinco anillos olímpicos.

    La Filatelia también irrumpe dentro de esta esfera, en especial cuando se agasaja a un deporte, o por sus hazañas, o cuando convoca un evento de envergadura, además los sellos conmemorativos ya sean Olímpicos, Panamericanos o de Campeonatos Mundiales son muy codiciados por los coleccionistas, ayudando así los servicios postales a mostrar que estos aspectos no solo son manifestaciones deportivas.

    Se pueden mencionar:

  • La bella colección emitida por Cuba en ocasión del centenario del COI, donde se ilustra de variadas formas la unidad deportiva mundial.

  • La colección cuando Barcelona ‘92, que plasmó las efigies de Ramón Font, Pipian Martínez y Martín Dihigo, emitidos por Cuba.

  • La variada colección que emitió Mongolia en ocasión del Mundial de Fútbol en 1990 en Italia.

  • La emitida por Rumania en ocasión de los JJ.OO. Montreal ‘76.

    Todas estas ediciones postales son disímiles pues plasman desde selecciones de un deportista de renombre, o deportes de grandes masas, así como también obras artísticas que aunque no tocan la temática deportiva se emiten saludando cualquier evento de esta esfera.

    Algo muy cercano del deporte con la identidad cultural de los pueblos son los vestuarios en las olimpiadas de todo el personal oficial que participa, y ello toca muy de cerca a las grandes masas, a tal punto que esa vestimenta participa en concursos desde 1928, donde se requiere que por esas ropas se identifiquen con facilidad la función que ejerce cada participante y en el caso particular de los atletas que por sus atuendos identifiquen a sus respectivos países.

    Por tanto son variados los roles que se le atribuyen a los uniformes deportivos: demostración del status social, exigen acatar una disciplina, medio de seguridad, jerarquía, identificación ante un grupo social, etnia, raza, nación o de carácter emblemático.

    Resulta muy llamativo en estas ceremonias, las prendas de ropa de las azafatas y en particular las que portan las medallas y sus acompañantes. Las premiaciones se realizan de forma majestuosa, quedando marcadas por el engalanamiento de estas muchachas que le proporcionan al evento cualidades mitológicas.

    En las celebraciones olímpicas en EE.UU., Moscú, Montreal, Los Angeles, Seúl, Barcelona, los trajes de estas lindas muchachas se caracterizaban por su acentuación fundamentalmente folklórica, al llevar sobre sí los usados en galas nacionales.

    Puede resultar representativo describir como Seúl en 1988 la capitana de las muchachas que tenían a su cargo el fardo de las medallas, iba muy gallarda con un diseño a nuestros tiempos del Wónsam; prenda que utilizaban las reinas coreanas en las magistrales ceremonias y sus acompañantes portaban trajes que resultaban símbolo de la indumentaria cortesana.

    Esta celebración de premiación por enclavarse en el contexto social que lo rodea y tener presente todos esos aspectos en perfecta relacionalidad hace que tengan una profunda connotación sociológica.

Sello postal XIX Juegos Olímpicos México 1968

    Las Olimpiadas se convierten en una gran fiesta, pues han existido países que dándole curso a lo preconizado en la Carta Olímpica, de celebrar en este marco un programa cultural han convocado a Olimpiadas del Arte, tal es así que en Lillchammea al efectuarse los XVII Juegos Olímpicos de Invierno, organizaron 500 manifestaciones culturales.

    La literatura recoge y los presentes recuerdan a la Opera de Oslo, Catedral de Hamar, pero también hubo espacios para disfrutar la música Rock, indígena, religiosa, prestar atención a bandas militares y a conciertos de Jazz.

    Ha sido muy recordado que al convocarse un concurso de esculturas de hielo ofrecieran como premiación al vencedor, la imposición de una medalla de oro, con características similares a las de los campeones de estos juegos invernales. Esto provocó la participación voluntaria en esta actividad de 20 países.

    Al deporte debemos insertarlo tanto en la cultura material de la sociedad como en la cultura espiritual, pues ésta es la expresión activa del hombre y de la realización multilateral de sus fuerzas esenciales, de ahí que esta actividad de los hombres tengan un resultado de valor socialmente indiscutible; debido a que va encaminado a forjar una personalidad que conjugue en sí, riqueza espiritual, limpieza moral y perfección física.

    De ahí que muchos investigadores en materia culturológica, parten del criterio de que el hablar del deporte como cultura, esta urgida de que se conforme todo un aparato conceptual‑terminológico para establecer una estrecha relación con la cultura moral, estética y laboral entre otras, determinando su lugar dentro de la cultura integral de la sociedad.

    Sí bien acentuamos que el deporte resulta un pivote básico en la formación de los hombres, se debe hacer todo por preservar en un primer plano los factores de índole educativo, de lo contrario puede que se convierta en un autobjetivo, en un culto a la autosuficiencia, a la agresividad, al egoísmo. Estas situaciones prefijadas resultarían un serio obstáculo en el desarrollo de los matices culturológicos espirituales del deporte.

    Refiriéndonos al problema de cuando el deporte se encierra en sí mismo y se convierte en un autobjetivo se produce un rompimiento de las relaciones estructurales de una cultura asimilada socialmente, teniendo consecuencias sociales y personales nefastas.

    Además el deporte es expresión de las tradiciones nacionales de determinada región del mundo. Pensamos en las características inaugurales de los Juegos de Tokio en 1964, donde estuvo presente el sable samurai, los Panamericanos de la Habana en 1991, donde los contagiosos ritmos y bailes caribeños incitaron la efervescencia de los espectadores y el gran colorido y marcialidad de las pizarras humanas y las tablas gimnásticas dejaron ensimismados a los asistentes. Y qué decir de Barcelona ‘92 cuando en ella estuvo presente una versión moderna de la historicidad del olimpismo y disfrutamos todos del talento melódico de grandes de la ópera europea.

    Por tanto también es cultura, porque es espectáculo y en este se cultiva lo bello, lo sublime, lo dramático, lo emocionante, lo instructivo y desde el punto de vista del practicante porque demuestra maestría en el evento que ejecute.

    Como institución social, la más llamativa de nuestros tiempos a criterio de muchos autores también es cultura, porque nos enseña la historia, nos reconstruye hechos, nos obliga a tener cierto conocimiento intelectual para comprender cómo se desarrolla el juego, cuáles son sus reglas normativas, porque pone sobre sí la atención de millones de personas, desde el activo practicante, hasta el pasivo espectador o radio‑escucha hogareño.

    En nuestros tiempos, el deporte forma parte de la política cultural que rige la vida, encarnando una cultura universal, pues incluye el principio de aceptación absoluta, independientemente de credos religiosos, doctrinas políticas, etnias, razas, lenguas o latitud donde se ubique, es por ello que ningún otro fenómeno que sea expresión de cultura posee estas cualidades suigeneris.

Conclusiones

    Existe una cultura del deporte, somos partícipes en plantearlo como hecho consumado, ya que sobrados elementos aquí expuestos hacen opinar que deporte es cultura (Carpentier, 1987) porque la cultura como modo de ser, de vivir y de hacer a los hombres, comprende y abarca la bella y duradera huella que imprima y que dejen en los pueblos, el empeño y el logro deportivo (Samaranch, 1993), a decir de nuestro gran Carpentier y del directivo olímpico Juan Antonio Samaranch, respectivamente.

Bibliografía

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  • Durántez, Conrado. Discurso investidura al título de Dr. Honoris Causa, otorgado por el ISCF Manuel Fajardo. La Habana: 1997.

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  • Samarach, José A. Discurso en la 100 Sesión del COI: Reflexiones sobre Olimpismo y Cultura. Revista Olímpica (COI) 309‑310: 289‑29 b, 1993.

  • Tanikeev, M. La Cultura Física y el Deporte y el problema de la educación de la cultura, de la comunicación entre naciones. Teoría y Práctica de la Cultura Física, Moscú, 6: 34-36, 1990.

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