Higiene escolar. Las enfermedades provocadas por la exposición al sol |
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Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez” (Cuba) |
Msc. José Ángel Revoredo Ramos Msc. Lázaro Julio Suárez Meana Msc. Yuraimi Pérez Pérez Msc. Alberto Leonardo Santana González Msc Ana Ibis Espinosa Fuster |
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Resumen Muchos de los profesionales que laboran en la actividad física conocen de manera superficial los principales daños que causan a la salud la exposición continua al sol y otros desconocen la magnitud de este problema. Las autoridades académicas en su afán de organizar el proceso docente educativo ubican los horarios de clases para la educación física en cualquier momento del día sin tener en cuenta los factores de riesgo que esto entraña para la salud humana. Teniendo en cuenta estas situaciones nos ocupamos de hacer una búsqueda bibliográfica que permita poner el conocimiento científico en manos de todos los interesados en este tema y sirva además para sensibilizar a todos los que tienen la responsabilidad de velar por la salud humana. Pretendemos que el documento colabore con la elevación de la calidad de vida de los que se exponen continuamente a las radiaciones solares sin importar la profesión, oficio o actividad que realicen. Palabras clave: Exposición al sol. Enfermedades. Higiene escolar.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 179, Abril de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
En Cuba, país tropical, donde el sistema educacional ocupa unos de los principales logros sociales y dentro de este el deporte y la educación física son de los mas destacados en el contexto internacional.
La educación física es obligatoria en todos los niveles de enseñanza y es unas de las asignaturas con mayor carga docente en toda la vida del escolar. Teniendo en cuenta estas características y en ocasiones la poca sensibilidad de los planificadores del horario docente que ubican esta actividad a cualquier hora del día sin tener el conocimiento suficiente de los daños que pueden ocasionar en la salud a largo plazo del estudiantado, pretendemos hacer una recolección bibliográfica con los principales daños que ocasiona al hombre la exposición continua al sol y de esta manera sensibilizar a las autoridades académicas sobre la conveniencia de ubicar la educación física en los horarios menos dañino y de esta manera fomentar la higiene escolar.
Hay que reconocer que el sol tiene una gran importancia para la salud del hombre. Dependiendo de las características de la persona y del tiempo de exposición a sus radiaciones, va a producir sobre el organismo una serie de repercusiones que pueden ser positivas o negativas. Tomar el sol se ha considerado un hábito saludable, pero un exceso de sol en determinados tipos de piel puede provocar ciertos problemas. La radiación solar se compone de radiación visible e invisible. La fracción invisible de la luz, representada por los rayos ultravioleta A (UVA) y ultravioleta B (UVB) es la causante de la mayoría de los problemas de la piel. No hay bien sin mal, y hasta el brillante sol tiene un lado oscuro. Hasta hace unas décadas las pieles blancas eran sinónimo de belleza y distinción y nuestros antepasados disfrutaban del sol en su justa medida, ahora hemos pasado a venerar la piel bronceada y a tostarnos en poco tiempo. Este mal uso de los rayos solares ha pasado factura y el precio al exceso ha sido muy alto, pues la incidencia de enfermedades de la piel ha aumentado notablemente y se estima que seguirá creciendo al envejecer la población.
Pretendemos hacer alusión a los beneficios y perjuicios que emanan del sol, enfatizando en los daños provocados por la larga exposición al mismo, debido a que cada vez son más las enfermedades y patologías presentadas por esta negligencia del ser humano. Que en la mayoría de los casos pueden evitarse Por lo tanto, es necesario estar informados acerca del tema y saber que podemos hacer para impedir todos los efectos negativos que los rayos solares nos trasmiten.
La exposición continuada al sol, sin tomar las precauciones necesarias, puede causar la aparición de diferentes padecimientos en el cuerpo humano, algunos sin provocar daños mayores, otros, tan peligrosos como llegar a posibilitar la muerte misma del individuo. La lista de enfermedades provenientes de la excesiva toma de sol es bastante amplia y cada día más alarmante, pues las personas no toman medidas para prevenir estos daños y no entienden al peligro que se someten cuando abusan de la exposición a este necesario e imprescindible, pero perjudicial componente de la naturaleza. A continuación veamos variados ejemplos de estas posibles enfermedades y en que consiste cada una de ellas.
Eritemas: Es un enrojecimiento de la piel que va acompañado de sensaciones de calor, picazón y a veces de inflamación, vértigo, náuseas y ampollas. Lo causa la acción directa de la radiación solar sobre los vasos sanguíneos de la dermis, que provoca una vasodilatación. Generalmente se manifiesta al cabo de seis horas y alcanza su punto culminante pasadas 24 horas. Su desaparición es progresiva al cabo de unos días de descamación.
Quemaduras: Las quemaduras solares son muy comunes en el período vacacional. Si se mantiene una exposición inadecuada, sin protector solar y por un espacio de tiempo desmesurado, la piel pasa de adquirir un color rosado (eritema) a un color rojo vivo, e incluso pueden aparecer ampollas. Además de estas alteraciones de la piel, que en el contacto con la ropa genera picazones y molestias de distinta consideración, las quemaduras solares elevan significativamente las posibilidades de desarrollar melanoma (el cáncer de piel más agresivo), cuya incidencia ha aumentado progresivamente en los últimos tiempos.
Se sabe que las quemaduras solares que ocurren durante los primeros 15 años de vida son las más graves. Esto ha provocado que el principal objetivo de las campañas de prevención sean los adolescentes y los niños.
Hay zonas del cuerpo especialmente sensibles a las radiaciones nocivas del sol. Para evitar quemaduras en partes como los labios, los ojos, el escote, el pecho y las manos, hay que utilizar protectores solares específicos.
Para los labios, un protector labial con filtros solares; para los ojos, unas gafas resistentes a los rayos UVA; y en cuanto a las manos, el escote y el pecho, es recomendable utilizar una protección muy alta para evitar quemaduras, debido a que es una zona especialmente sensible al no estar expuesta a los rayos solares durante el invierno.
Manchas: El color de la piel está determinado por una combinación de pigmentos producidos en la piel y los colores naturales de las capas más externas de la misma.
Sin
pigmentación, la piel tendría un color blanco pálido con varias gamas de
color rosa, debido a la sangre que fluye a través de ella.
El principal pigmento de la piel es la melanina, de color pardo oscuro, y
está producida por unas células (melanocitos), distribuidas entre las
demás células de la capa superior de la piel (epidermis).
Las denominadas manchas solares aparecen como consecuencia de una
producción alterada de melanina por parte de los melanocitos.
Para prevenirlas, se debe tomar el sol con cautela, limitando el número de
horas y usando cremas con factor de protección solar durante la
exposición.
Erupción polimorfa lumínica: Se caracteriza por reacciones retardadas
anormales a los rayos UV del sol, manifestándose en forma de lesiones
variadas, eritema, pápulas, placas y vesículas.
En cada enfermo, la erupción acostumbra a ser constantemente de una sola
presentación, siendo las más frecuentes las papulosas y papulovesiculosas.
Es el exantema solar más frecuente, con predominio en el sexo femenino.
Aparece al inicio de la temporada de sol (primavera) y acostumbra a mejorar
al adquirir bronceado.
Se inicia de 18 a 24 horas después de exponerse al sol durante algunos
minutos o varios días, y dura unos 7-10 días. A menudo, las áreas
expuestas no se afectan y sí, en cambio, el tronco, cuello y pecho, o las
extremidades. El diagnóstico y tratamientos se fundamentan en los mismos
principios que en la Urticaria solar.
La rosácea: Es un tipo de anomalía en los vasos sanguíneos presentes en el rostro (mejillas, nariz, frente y mentón), que tienden fácilmente a dilatarse por la presencia del calor o rayos ultravioleta, una de las principales causas de esta dilatación; el sistema linfático no puede drenar la excesiva cantidad de sangre que se acumula en los intersticios de la piel. También son causas importantes el estrés y la ingesta excesiva de ciertos alimentos, como los condimentos, los picantes y las bebidas alcohólicas. Demasiado sol, estrés y mala alimentación, son factores que desencadenan la enfermedad, pero no es necesario que confluyan los tres, uno sólo puede ser determinante. La rosácea se presenta de tres formas: una es la coloración rojiza en la zona T (pómulos y mentón) del rostro, la segunda se manifiesta con pústulas (granos rojos) en diferentes partes del mismo y la tercera, considerada la más grave, además de los dos primeros síntomas también presenta pus en la piel. Cada una de estas formas es un antecedente para la manifestación más grave de la enfermedad. Además de los síntomas propios de la enfermedad, los pacientes que presentan rosácea suelen sufrir una fuerte discriminación. La rosácea no tiene cura, pero sí puede ser tratada, aunque ésta debe ser diagnosticada claramente para poder seguir un tratamiento apropiado.
Otras afecciones
La disminución de la capa de ozono repercute en la capacidad para filtrar la radiación ultravioleta, lo que afecta negativamente en la salud de la piel de las personas.
Los especialistas explican que en la década se han incrementado los casos de cáncer de piel, de melasmas (pecas) y de pitiasis alba (manchas blancas), además de que hay una tendencia notoria de envejecimiento prematuro de la piel. Estos problemas, al estar vinculados a una sobreexposición a los rayos solares (causa principal), pueden también ser consecuencia del cambio climático. El planeta Tierra se calienta cada vez más, sobre todo en época de verano. Además, las lluvias están escaseando y se incrementa la sequedad en el ambiente; el sol quema cada vez más. La piel no queda ilesa ante esta realidad.
Una de las consecuencias más temidas de la sobreexposición es el cáncer de piel. Es bien conocido que la luz solar es un factor implicado en la provocación de cáncer de piel, tanto el carcinoma basocelular y escamoso como el melanoma. Un 90 % de estos cánceres aparecen en las zonas de la piel expuestas al sol: la cara, el cuello, las orejas, las manos y los antebrazos.
El bronceado es un efecto tardío de la exposición al sol, y las personas lo consideran en general un signo de buena salud. Los dermatólogos saben que el bronceado es en realidad el resultado de un daño infringido a la piel. Nuestra piel se protege del exceso de sol fabricando más melanina, por eso se broncea. Los rayos UVA de los salones de bronceado son tan nocivos para la piel como la luz solar, o incluso más, porque la radiación ultravioleta A es capaz de penetrar en la piel a mayor profundidad y es la responsable del envejecimiento prematuro de la piel y del cáncer de piel.
Algunas personas desarrollan reacciones alérgicas en la piel. En algunos casos, estas reacciones pueden aparecer después de la exposición al sol. Los síntomas pueden ser placas rojas, ampollas o habones, localizadas en zonas donde toca el sol, como la cara, el escote, los brazos y las manos. En ocasiones estas reacciones son causadas por alergia a plantas, medicamentos o cosméticos, siendo necesario que haya luz solar para provocar la reacción.
El envejecimiento prematuro de la piel y las arrugas son otras consecuencias de la exposición al sol. Las personas que han pasado años de su vida trabajando al aire libre desarrollan un envejecimiento de la piel más acusado, con una mayor afectación de la textura y la elasticidad de la piel, una mayor formación de arrugas y de manchas. En ocasiones a los 30 años las personas, sobre todo mujeres, ya presentan arrugas visibles en partes del rostro. Este efecto ocurre en mayor grado en los tipos de piel que se denominan 1 y 2 (piel clara), aunque también recientemente ésta y otras afecciones atacan cada vez con más frecuencia a personas de piel más pigmentada (tipos 3 y 4).
Los melasmas o pecas, una pigmentación facial de color marrón o agrisada que afecta a las mujeres, y a menudo a aquellas de tez más oscura, son también producto de la exposición solar. Aunque las pecas también pueden producirse por el embarazo, los anticonceptivos orales, los cosméticos y las drogas que contienen agentes tóxicos, el sol es una de las principales causas. Normalmente, las manchas suelen aparecer en el rostro y ocasionalmente en el cuello.
La pitiasis alba, una enfermedad que actualmente motiva más consultas con el dermatólogo, es otra en la que el sol tiene mucho que ver. Afecta también a los niños. Se caracteriza por la presencia de manchas blancas ovaladas; su localización más frecuente son las áreas de exposición solar prolongada, como la cara y los brazos. Es una patología benigna y de buen pronóstico. Para estos casos, los especialistas recomiendan que toda persona debe tener una crema protectora en el rostro, los brazos u otras partes del cuerpo que estarán directamente expuestas al sol. Asimismo, es necesario llevar una gorra y unas gafas.
La exposición prolongada al sol provoca daño ocular y puede aumentar hasta cuatro veces la probabilidad de desarrollar cataratas, la mayor causa de ceguera en el mundo. Normalmente la lente del ojo es transparente, pero cuando la luz solar puede dañar la retina, la lente se vuelve opaca para evitar la entrada de luz y se desarrolla una catarata.
Por ningún motivo un bebé menor de seis meses debe ser expuesto por largo período al sol. Hasta los dos años de vida hay que tener mucha precaución, pues el mayor daño solar se produce en ese tiempo. Se calcula que en los primeros 20 años de vida se recibe el 80 por ciento de la radiación que tendrá una persona durante su vida. El sol se acumula y la piel recuerda toda la radiación que ha recibido durante años. Por eso, uno de los principales factores de riesgo de sufrir cáncer de piel en la etapa adulta es el haber presentado insolaciones o quemaduras solares repetidas en la infancia y adolescencia. Los efectos negativos van apareciendo de a poco.
El sol también puede dañar la vista si ésta se expone de forma prolongada a él. Algunos de los efectos agudos de la radiación UV sobre el ojo son la fotoqueratitis (inflamación de la córnea y del iris) y la fotoconjuntivitis (inflamación de la conjuntiva), que son trastornos dolorosos pero reversibles y evitables usando gafas.
Teniendo este basamento científico recomendamos:
El uso de ropa clara. Las personas que viven donde la radiación solar es mayor, están acostumbradas a vestir de colores oscuros, pero esto conlleva un peligro adicional, pues éstos absorben y concentran más calor que los colores claros, de ahí que resulta insoportable, vestir de negro y estar bajo el sol.
La protección solar puede ayudar a prevenir los daños inducidos por la luz solar y reducir el riesgo de cáncer. La primera medida de fotoprotección debe ser evitar el sol en las horas centrales del día (10 am - 4 pm) y utilizar ropas adecuadas (protección física). En último término, deben emplearse las conocidas cremas fotoprotectoras.
La ropa adecuada debe ser de un tejido lo suficientemente tupido, y sombreros o gorros de ala ancha para proteger la región facial. Asimismo, deben utilizarse gafas de sol para proteger la región ocular. Las sombrillas y sombreros protegen de los rayos UV que inciden de forma vertical, pero no contra la luz difusa que se produce por reflejo sobre el agua, la arena y otras superficies. Hay que recordar que los rayos ultravioleta son invisibles, y nos puede parecer que estamos protegidos del sol cuando en realidad no lo estamos.
Los fotoprotectores actúan absorbiendo o reflejando los rayos del sol en la piel. Están disponibles en forma de cremas, lociones, geles, sprays o barras labiales. El factor de protección solar (SPF) es un número que debe especificar su capacidad bloqueadora de los rayos ultravioleta. No existe el fotoprotector perfecto. La mayoría son buenos bloqueadores del UVB, que causa el enrojecimiento o eritema solar y las quemaduras solares, pero no cubren tanto el UVA que está más asociado con el daño de la piel y el cáncer cutáneo.
Los protectores solares deben tener como mínimo un factor de protección 15. Personas con piel más blanca, de ojos claros, que se queman con facilidad, pueden necesitar de entrada protectores de índice más elevado, como el 30 o el 50. Ningún fotoprotector tiene una duración de acción que supere las 2 horas, incluso los comercializados como resistentes al agua, así que deben replicarse con frecuencia, especialmente en condiciones de ejercicio y sudor, y baños en el agua. Además, es conveniente aplicarlos una media hora antes a la exposición al sol para que sean realmente eficaces.
Consejos sobre la protección solar:
Utilice un protector solar con un índice de protección 15 al menos. Debe aplicárselo sobre toda la piel expuesta al sol, incluyendo los labios, e incluso en los días nublados.
Si está expuesto al agua, ya sea nadando, duchándose o sudando, debe emplear un protector solar resistente al agua y aplicarse de nuevo cada 2 horas.
Utilice un sombrero de ala ancha y gafas de sol.
Busque la sombra en la medida de lo posible.
Lleve ropas que le protejan del sol, de tejidos tupidos que no dejen pasar la luz.
Planee sus actividades al aire libre fuera de las horas de mayor insolación (entre 10 am y 4 pm).
Debido al deterioro de la capa de ozono la acción de los rayos ultravioletas aumenta y cada vez el sol es más perjudicial para la salud de los seres humanos y el número de afectaciones que provoca es creciente con respecto a décadas precedentes, es por ello que pretendemos que este trabajo sirva para sensibilizar a todos los que planifican los horarios a la exposición solar de cualquier persona con independencia de la labor que desempeñe.
Referencias
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