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La lectura como herramienta básica para los estudiantes
de la carrera de Cultura Física de la Universidad de Sancti
Spíritus, en la República de Cuba

 

*Profesora. Filial Universitaria Cabaiguán. Universidad José Martí Pérez. Sancti Spíritus

**Directora Editorial Universitaria. Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”

Profesor Consultor Gestión Logística y Marketing

Universidad de Sancti Spíritus “José Martí Pérez”

(Cuba)

Tamara Jiménez Padilla*

tamarajimenez@suss.co.cu

Kenialiss Solenzal Hernández**

ksolenzal@bibliocuss.suss.co.cu

Douglas Adolfo García Gómez***

douglas@fch.suss.co.cu

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo hace referencia a algunas reflexiones acerca de la importancia de la lectura como componente aglutinador y portador de las mejores herramientas para el desarrollo informativo y cultural del individuo, fundamentalmente para los estudiantes de la carrera de Cultura Física ya que le aporta un grupo de saberes para lograr enriquecer su nivel y conocimientos de forma general. Además cómo la apreciación literaria, alcanzada a partir de la inserción en la lectura, le posibilita al estudiante y hombre de forma general un disfrute pleno de ese mundo que le presenta el texto, la lengua escrita y que lo dota de un grupo de habilidades importantes para el estudio; la escuela, en este caso la universidad, también tiene la tarea de trabajar en este sentido para lograr una cultura general integral ,la cual se alcanza en este acto de búsqueda, de estudio, de indagación que es la lectura.

          Palabras clave: Lectura. Cultura física.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 18, Nº 179, Abril de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    Leer es una capacidad que implica el dominio de un conjunto de conocimientos y habilidades; pero que no se puede referir a ninguno de ellos por separado. La capacidad de leer expresa la unidad de lo cognitivo y lo afectivo. Implica el derivado de un conjunto de habilidades cuyos pilares básicos son la comprensión, la sensibilidad, el interés, el disfrute, el gusto y la valoración, pilares que sostienen la capacidad de apreciación literaria.

    Leer en ese sentido es aplicar la apreciación de la literatura es, por tanto, una capacidad en la que el intelecto y los sentimientos se unen armónicamente para dotar al hombre de un instrumento de un valor inestimable para el desarrollo de sus potencialidades.

    Desde el punto de vista psicológico, las capacidades son las formaciones psicológicas de la personalidad que son condiciones para realizar con éxito determinados tipos de actividades que se revelan en cómo se realiza una actividad dada, que es siempre capacidad para algo, para unir el otro trabajo, es evidente que las diferencias entre los hombres sen dan, entre otras cosas por el nivel de desarrollo de sus capacidades (que tienen siempre un carácter individual).

    En el proceso de formación de la capacidad de apreciación literaria, el profesor no puede pasarlo por alto. Si un alumno no es capaz de apreciar un texto literario o de hacerlo al nivel que se le exige, no significa que no tenga capacidad para hacerlo. La causa puede estar en la falta de conocimientos y habilidades para lograrlo y tales carencias pueden suplirse con una dirección adecuada del proceso de aprendizaje.

    Según la psicología marxista, definen los rasgos que distinguen la concepción materialista dialéctica de las capacidades, es imposible destacar entre ellos que las capacidades se originan, forman y desarrollan en y por la actividad, se adquieren en la vida sin que con ello se niegue el papel que tienen en su desarrollo los factores biológicos. Dos personas con capacidades para apreciar la literatura no se diferencian por la cantidad, sino por la calidad con que son capaces de comprender, sentir, disfrutar, gustar, y valorar los textos que leen. La capacidad de apreciación de la literatura no se forma solo por la influencia del libro que se lee, sino que es indispensable la presencia de otro ser humano que media en el proceso de comunicación (Rubinstein, 1964).

Desarrollo

    Se infiere que la capacidad de apreciación literaria es el resultado de un proceso que se desarrolla en muy largo plazo y que para ser enteramente eficaz debe iniciarse en los primeros años de la vida y paulatinamente ir profundizándose hasta que el individuo alcance plena independencia en la asimilación y disfrute del complejo y a veces contradictorio sistema de valores de cualquier texto literario.

    A la universidad le corresponde lograr el perfeccionamiento del acto de leer, los profesores deben asumir plena conciencia, para actuar de manera coherente y responsable, para encontrar el camino que permita establecer los nexos necesarios entre las posibilidades del alumno y las complicidades de la obra literaria o lo que es lo mismo la escuela debe organizar un trabajo que viabilice lograr una conciencia de lectora, es decir, la capacidad para apreciar las ideas que expresa el autor a través de la multiplicidad de recursos con que se construye la manifestación literaria.

    A la literatura se llega a través de la lectura, por lo que se puede apreciar la lengua literaria, para lo cual se exige un perfeccionamiento de las habilidades lectoras, única vía posible para llegar a la comprensión profunda del texto.

    Por tanto el profesor desempeña un importante papel en el desarrollo de la capacidad de apreciación de la lectura, a partir del hecho de que le corresponde la tarea de familiarizar al alumno con la técnica de la lectura que ha de aplicarse en los diversos tipos de creación.

    La apreciación de la literatura debe orientarse con plena conciencia de la función educativa fortalecedora que ejercen el libro y la lectura en la formación del hombre; pero sin perder de vista que el arte tiene un carácter multifuncional.

    La escuela, aunque no es la única responsable de hacer que las nuevas generaciones encuentren en la lectura una fuente inagotable de saber y de placer, deberá trabajar para que sus influencias aporten una contribución importante a la tarea. Es importante hacer de cada alumno un lector, consciente y activo, inquisitivo y moderno (Orag William, 1958).

    Aunque son diversos los factores que influyen en la formación de un hombre con capacidades para apreciar la literatura; la familia, las bibliotecas y librerías , las instituciones culturales y los medios masivos de comunicación, en fin, la sociedad en su conjunto, la escuela está llamada a perfeccionar su acción.

    Se concibe la apreciación literaria como una etapa que sienta las bases para aplicar el análisis literario como actividad más profunda de estudio de la obra literaria.

    El conocimiento de la literatura se llega por extensión a través de la lectura y en profundización mediante el análisis literario. En su afán viabilizador la didáctica trata de conjugar las dos vías y por consiguiente desde sus inicios, incita, y promueve una lectura reflexiva, analítica y valorativa (García Alzola, 1970).

    Desde este punto de vista, fijar límites para el inicio de la apreciación literaria puede resultar un tanto riesgoso, sobre todo si se entiende la apreciación como una capacidad que se desarrolla paulatinamente y que como consecuencia puede manifestarse en muy diversos niveles que se diferencian. Es decir, no tiene el mismo nivel de calidad la apreciación que de la literatura tiene un niño a partir de los cuentos que lee (o que le leen) en el nivel primario, que la que hace cuando es un adolescente o la que logra en una etapa de mayor madurez, si se ha trabajado con ese objetivo.

    Pero a fin de cuentas en cada momento habrá una particular manera de comprender, de sentir, de disfrutar, de valorar el libro que lee y eso es la expresión de un nivel de ascenso en el contradictorio y reconfortante proceso de apreciar la literatura. En síntesis, si hubiese que marcar el momento de inicio de la apreciación literaria, se señalaría aquel instante en que el estudiante se acerca por primera vez al texto literario y se siente atrapado por su encanto y misterio.

    Asumir la apreciación literaria como una capacidad que expresa el nivel de desarrollo de los conocimientos, habilidades y hábitos de lectura alcanzados por un individuo como resultado de un proceso en el que participan muy diversas influencias, forma su discutible carácter de etapa.

    Si los teóricos coinciden en la tesis de que el análisis de la obra literaria es el examen que se le hace a partir de diferentes procedimientos metodológicos valorándola como un todo organizado de partes dotadas de sentido, es perfectamente posible afirmar que lo que lo hace diferente a lo largo del proceso pedagógico es el nivel con que se realiza y no la posibilidad de efectuarlo en toda su complejidad y extensión (García Alzola, 1970).

    Desde este punto de vista el análisis literario deja de ser un fin para convertirse en un medio, importante para llegar a apreciar y de conocer.

    Aunque la bibliografía especializada define en algunos puntos de vista, de manera general coincide en que el más elevado nivel de la apreciación literaria se alcanza como resultado de una percepción global del hecho literario. Es decir, ese momento se corresponde con una etapa en la que se produce el razonamiento acerca de lo leído, lo que posibilita valorar el sentido del texto, desde el prisma de los conceptos del receptor, es el marco para la aceptación o el rechazo con madurez de criterios, racional o emotiva o ambos. El momento culminante de esta etapa es la apreciación general, crítica, de la obra literaria. A la vez, es este momento el de la percepción cabal, íntegra y el que evidencia al lector implicado (Pereira Soto, 1961).

¿Qué se entiende por hábitos de lectura?

    Hábitos de lectura: proceso de orientación planificada, extensa y bien guiada a una población de lectores, encaminado a promocionar lecturas que se correspondan con los niveles de comprensión e interés de los estudiantes. En el logro de este fin se conjugan múltiples factores: familia, escuela y comunidad.

    Hábito: modo especial de proceder o conducirse, adquirido por repetición de actos iguales o semejantes u originados por tendencias instintivas.

    Es indiscutible la importancia que tiene la escuela en la formación de hábitos y habilidades, lo cual no puede pasar a un segundo plano. El niño desde que llega a la escuela debe sentir la influencia educativa de los maestros en todos los sentidos, y la preocupación por su desarrollo integral, se incrementan sus capacidades intelectuales y despertarán el gusto por lo bello y provechoso y deleitarse con una buena lectura.

    Es vital la necesidad de contrastar la lectura como actividad linguo-comunicativa con las otras dos esferas, la oralidad y la escritura, la lectura a su vez es otro modo de organización de la interlocución indirecta.

    Formar hábitos no es cuestión de horas, días o cursos, ello implica una posición determinada desde las edades tempranas.El hábito de leer se adquiere mediante un proceso largo y bien guiado para lo cual hay que proporcionar lectura que se corresponda con los niveles de comprensión y lectura. Esto constituye el punto de partida en el camino que debe transitar; en el logro de este fin se conjugan múltiples factores, entre ellos la familia, la escuela y la comunidad. (Bamberger, 1989).

    El desarrollo de hábitos de lectura, no es el resultado del trabajo del maestro y del bibliotecario, constituye un largo proceso que comienza en el hogar y se acelera sistemáticamente en la escuela y persiste durante toda la vida bajo las influencias del ambiente general.

    Esta actividad necesita un trabajo conjunto y sistemático familia-maestro-bibliotecario-comunidad-instituciones culturales pues solo de esta forma se lograran los resultados.

    El hábito de lectura tiene un carácter especial. Este está dado por el predominio de la espera afectiva sobre lo cognitivo. El alumno puede tener dominio de las habilidades lectoras, pero, sino siente necesidad, motivación e interés, nunca llegará a ser un buen lector.

Causas que motivan el poco desarrollo de hábitos de lectura

    Por tanto se debe desarrollar la habilidad lectora, la motivación y el hábito de leer antes de que predominen por completo otros medios de entretenimiento. Se tiene conciencia de la necesidad de leer, pero imponerlo no sería una solución eficaz. Leer garantiza pensar. La necesidad de leer debe brotar del deseo personal.

    Hay que demostrarles a los estudiantes los valores personales del hábito de lectura:

    La clase de lectura no se basa en un esquema rígido ni puede ser un patrón de trabajo, en ella debe utilizarse variedad de procedimientos que la conviertan en un ejercicio de creación, no solo para leer sino para debatir, opinar, valorar y llegar a conclusiones.

    En el hogar se favorece el desarrollo de la motivación por la lectura en la medida que se cuentan historias o se leen en voz alta. Al niño le apasionan los animados, los cuentos fantásticos; al inicio aman los cuentos de hadas, cuanto más supera la identificación con los personajes de los cuentos fantásticos más aumentan su interés por la fantasía pura. Aparece la fascinación por la rima y el ritmo (Grass Gallo y otros, 1989).

    Por siglos la humanidad ha creído que con la fría decodificación de los signos, la formación de hábitos de leer estaba resuelto. Su valor está, no es el acto mecánico de leer, sino en los fines a que se pueda dedicar lo logrado en su influencia provechosa de su vida. La lectura es profundidad, la que va más allá de las letras de los libros y nos convierte en habitantes de mundos nacidos en el hombre creador.

    No se puede permitir que una escuela permanezca sin abrir la asombrosa caja de juegos nuevos: los del espíritu, las de la fantasía, las de la imaginación de un niño, que no le enseñe a valerse de los signos para descubrir mundos, forjar imágenes, conocer personajes, penetrar en fin, en el mundo nuevo del arte literario.

    Es un triunfo que los estudiantes sientan interés por la lectura, conocerán lo que sucede a su alrededor, ampliarán sus horizontes culturales y se deleitarán. El promotor de lectura debe ser un lector convencido y entusiasta, debe conocer muchos libros para después recomendarlos.

    En este sentido se hace necesario contribuir arduamente a esta campaña iniciada hace unos años y rescatar el libro como fuente literaria, de saber, que fortalece espiritualmente, desarrolla el intelecto, perfecciona comunicativamente y proporciona deleite.

    De esta forma se disfruta a plenitud de la lectura y se ve la importancia que nuestra Revolución le concede y se merece la lectura, facilitando elevar el nivel cultural de nuestro pueblo.

    El libro es primordial en el desarrollo social y cultural de un país, los lectores activos se pueden reconocer fácilmente, ya que hacen so del idioma, se expresan correctamente, son juiciosos, poseen gran diversidad en sus ideas, adquieren una fuente de riqueza en su s conocimientos, intervienen con facilidad en las conversaciones sobre temas variados.

    Los móviles para ser múltiples y variados, por lo tanto para desarrollar este hábito la tarea educativa es sumamente compleja; intervienen procesos intelectuales, afectivos, volitivos, interese, necesidades, habilidades y capacidades de ahí que se atribuyan a la familia y a la escuela papeles relevantes a lo largo de toda la formación del individuo y ante un adulto que rara vez toma un libro en sus manos, todos se cuestionan el desempeño de ambas instituciones.

    No se debe olvidar nunca que para lograr la preeminencia del libro conviene incentivar la promoción de la lectura, a partir de las propias necesidades de elevación del nivel cultural de nuestros maestros, peor siempre utilizando los método más diversos y novedosos con los cuales los bibliotecarios pueda contar a partir de los propios deseos de transformar el espacio, la biblioteca, en una extensión familia

    Que todos sientan interés por la lectura es un gran éxito. Así podrán utilizarla como medio para informarse de lo que sucede a su alrededor, para ampliar sus horizontes culturales y como fin para interpretarla y deleitarse.

    Por estas razones, es una constante preocupación del Ministerio de Educación Superior y todo el personal encargado de la docencia en las diferentes instituciones educacionales, preparar a los educandos para la vida, darle las herramientas necesarias para que se desarrollen en sociedad a plenitud, abrirles las puertas de la ciencia y la técnica, pero sin descuidar la imaginación y el goce estético que produce la lectura.

    Leer es básicamente comprender, el buen lector que aspira a comprender, se identificará con el libro y comenzará a darse cuenta de lo que el autor está tratando de decirle.

    De todos los medios de adquirir cultura, la lectura es el principal porque le pone en contacto con el arte literario, con el ambiente y el pensamiento de innumerables personas.La primera parte del proceso de lectura es recibir las impresiones de la lectura hasta el límite de la capacidad de receptividad y comprensión. La segunda parte ha de completar la primera, si se quiere gozar el placer total de lo que leemos. Esta segunda parte consiste en comparar y formar un juicio sobre varias y múltiples impresiones recibidas (Grass Gallo, 2002).

    Es preciso, además, tener presente que leer no es solamente reconocer las palabras y captar las ideas presentadas. Es una compleja actividad mental, un proceso psicolingüístico a través del cual el lector reconstruye un mensaje codificado por un escritor de forma gráfica y reflexiona sobre su significado.

    Leer se tiene, desde hace mucho tiempo, por uno de los factores esenciales para la formación completa de la persona y el progreso social económico de un país, pues contribuye al desarrollo intelectual, estético, ideológico y moral del hombre.Leer es uno de los placeres más grandes que existen. Es un gusto recorrer las páginas del buen libro que se haya escogido para comenzar el día o terminar. Leer es un acto que, a pesar de sus riquezas supone un entrenamiento en la lengua que fuere, al que no tiene acceso buena parte del ser humano (Mañalich Suárez, 2000).

    Leer es un derecho inalienable. Por eso, quien no defiende el acto mismo de la lectura, corre el riesgo de violar uno de los más sagrados derechos ciudadanos. Quien no aprecie la legítima necesidad de la lectura para cualquier ser vivo, está incurriendo en un pecado de la humanidad. Leer conduce siempre hacia el encuentro de informaciones, vivencias, reflexiones que transformarán a los hombres en personas más seguras, más conocedoras de su entorno natural e intelectual.

    Asimismo leer es crecer. Lo decisivo, sin embargo, es defender la lectura como un derecho de todo ser viviente más allá de su origen o de las posibilidades reales de acceder a través de su lengua materna al aprendizaje que le permitirá conocerse mejor, conocer al prójimo y entablar el más sano de los diálogos en defensa de su humanidad.

    La lectura y los libros cobran nueva importancia y significación, la ciencia y la técnica progresan hoy tanto, y tan rápidamente que lo que ahora se está dando en las escuelas, no será ya suficiente en una mañana muy próxima.La lectura sigue siendo algo indispensable, no solo para tener éxito en la escuela, sino para desempeñarse en la vida cotidiana.

    El hábito de leer se adquiere mediante un proceso largo y bien guiado para lo cual hay que proporcionar lectura que se corresponda con los niveles de comprensión. Este constituye el punto de partida en el camino que debe transitar:

    La lectura no se basa en un esquema rígido, ni puede ser un patrón de trabajo, en ella debe utilizarse variedad de procedimientos que la conviertan en un ejercicio de creación, no solo para leer, sino para debatir, opinar, valorar y llegar a conclusiones.La lectura es la base, es el escalón primordial a través del cual el ser humano tiene acceso a una gran parte de la cultura, se le facilita el aprendizaje de un cúmulo de conocimientos, constituye una actividad instrumental puesto que tras ella existe una finalidad, un propósito: el deseo de fomentar la comunicación entre los hombres.

    Hay conciencia de que el desarrollo de un país es prácticamente imposible si no se cuenta con una población capaz de asimilar y de reproducir información. Basta con pensar en el número de veces, que en un día normal se lee para obtener información u orientarse: desde el cartel en la calle que indica una dirección, pasando por el periódico o el manual de desempeño profesional, hasta llegar a las obras literarias que permiten la recreación y ampliación de toda la experiencia.

Conclusiones

Referencias

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 18 · N° 179 | Buenos Aires, Abril de 2013
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