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Pierre de Coubertin. Su concepción de Olimpismo

 

Profesora de Historia y Sociología del Deporte

MSc. Administración y Gestión del Deporte

Dra. en Ciencias de la Cultura Física

Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte

Dra. C. María Antonieta Laza Rodríguez

fecuba@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El 1° de enero de 2013 se celebraron los 150 años del nacimiento de la persona a quien le debemos el restablecimiento de los Juegos Olímpicos en la Era Moderna, la creación del Comité Olímpico Internacional (COI). y de la Carta Olímpica. Recordar los aspectos pedagógicos de su obra, es una obligación del Movimiento Deportivo Moderno y en especial de la familia Olímpica. Por ello, el concepto de Olimpismo tratado en las propias palabras de su creador, debe ser puesto en la palestra, de forma que no olvidemos que es el mayor significado tanto para los atletas, entrenadores y directivos, como para todos aquellos que siguen la trayectoria del Movimiento Olímpico.

          Palabras clave: Pierre de Coubertin. Juegos Olímpicos. Olimpismo.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 178, Marzo de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El desarrollo del Movimiento Deportivo Moderno comenzó en Inglaterra, en la segunda mitad del siglo XIX. Este proceso tiene sus antecedentes en la celebración de los primeros encuentros de Cricket (1728) y las primeras Regatas de Remos (1715, quizás un poco antes), creando un movimiento deportivo social que trataba un tanto de apuntalar la necesidad de ocio de los obreros, frente a la práctica exclusivista de otras manifestaciones deportivas por parte de la clase adinerada inglesa.

    Mas tarde, al iniciarse la creación de los clubes deportivos (1850) y la realización de las primeras competencias interescuelas y universitarias (1855), Inglaterra daba un paso certero hacia el afianzamiento del territorio británico –y en especial Inglaterra– como cuna del deporte organizado en la Época Moderna.

Entrada al Museo Olímpico y del Deporte en Montjuic, Barcelona

    Durante las dos últimas décadas del siglo XIX y paralelamente al desarrollo del Movimiento Deportivo Inglés, se produciría la entrada en la arena deportiva de una personalidad, cuya influencia marcaría definitivamente los destinos del deporte, otorgándole la vitalidad necesaria para que perdurara y se perpetuara en la figura de los Juegos Olímpicos Modernos. Esa personalidad fue Pierre de Fredy, Barón de Coubertin, nacido el 1° de Enero de 1863, en la calle Oudinot, en Paris, Francia.

    A 150 Aniversario de su natalicio, en este año 2013, queremos dedicar el modesto análisis de su obra, a través de varios artículos científicos que abordarán, en explicaciones breves, la agudeza de su observación social, su poder de convocatoria y su facilidad de palabra; a partir del estudio de sus aportes al desarrollo del deporte como ciencia, tutelada en su visión del Olimpismo, como fuerza impulsora en la formación de la juventud del futuro, y a la cual debe remitirse cualquiera que desee abordar las dimensiones asociadas a este término.

Desarrollo

1.     Concepción de Coubertin sobre Olimpismo

    El Barón de Coubertin, explicaba el Olimpismo como una filosofía de la vida, que en primera instancia, concebía como […un estado de espíritu al cual se le pueden aplicar las más diversas fórmulas, no perteneciendo a ninguna raza y a ninguna época, su exclusivo monopolio…] (1)

    Esta concepción avizora su no pertenencia particular como prerrequisito para entenderlo desde el interior de cada amante del Olimpismo, y defenderlo sobre la convicción de la escuela que propone el Barón, exenta de compromiso político, pero imbricada en la vida social bajo el derecho de todo hombre a adoptar esa filosofía, defenderla y adecuarla a sus posibilidades idiosincráticas, antropológicas y de identidad, algo que llega a nuestros días como globalización a través del Olimpismo.

    En la misma dirección apunta la continuidad del análisis que legó Coubertin al Movimiento Olímpico: “El Olimpismo es un estado de espíritu surgido de un doble culto, el del esfuerzo y el de la euritmia … los cuales de carácter contrapuesto, se encuentran sin embargo, en la base de toda virilidad completa.”(2)

    Sus consideraciones personales y la praxis que evidencia la idea anterior, forman un todo familiar para explicar ese doble culto: no se trata del esfuerzo en el sentido simple de esforzarse más, o poner mayor empeño; se trata en un sentido mas profundo, de calar en la mente humana, llamando a la tolerancia, a la apertura que debe caracterizar a cualquier persona que abogue por la distensión y el común entendimiento. En tanto la euritmia constituyó su forma peculiar de caracterizar el equilibrio producido por la confrontación: de un lado el gusto por el esfuerzo y del otro el gusto por la medida, ambos deben tener igual peso en la balanza. ¿De qué trata este equilibrio; son atributos privativos del deporte? La contradicción y la unión entre estas dos particularidades caracteriza la naturaleza humana, y es este el sentido que quería dejar bien sentado el Barón de Coubertin. Cualquier problema cuya solución reclame la participación activa del hombre, necesita, en opinión de Coubertin, de ambos lados de la balanza. El hombre en sentido masculino -recordemos que para Coubertin inicialmente, el deporte activo es cosa de hombres, y el reconocimiento expresado en una sonrisa y un ramo de flores que se ofrece al ganador, es cosa de mujeres- es el ser superior llamado a actuar en defensa de los intereses mas preciados: la nación, la familia y los valores mas relevantes individuales y sociales: la amistad, el honor, la honestidad, el respeto y el desinterés.

    Coubertin dejó constancia de que para él la naturaleza social del hombre y las posibilidades de mejorarla se benefician asumiendo el concepto de Olimpismo; en este sentido se comprende el análisis que a continuación se expone:

    “La tolerancia es por excelencia una virtud negativa. El principio superior al cual convendría recurrir, debe de conjugar toda la permisividad de la tolerancia sin su frialdad habitual, y toda la fecundidad de la fe sin su estrechez o frecuente intransigencia. Entre la tolerancia y la fe hay lugar para el respeto mutuo. Exigir fraternidad a los hombres, es exagerado. La fraternidad es para los ángeles. El respeto mutuo representa lo que sin exageración puede reclamarse a la humanidad. Pedir a los pueblos que se amen los unos a los otros es una manifestación de infantilismo. Pedirles en cambio que se respeten, no es ninguna utopía.” (3)

    Traer a colación este análisis adquiere un significado especial en las relaciones humanas del mundo actual, que no escapa al interés que en el siglo XX manifestó Coubertin por el estudio de la naturaleza humana, por la búsqueda de vías para lograr su perfeccionamiento, considerando al Olimpismo como una fuerza capaz de contribuir al modelo que deseaba.

    Un programa ideal para lograr este modelo, según Coubertin, se apoyaba en la representación del Olimpismo como un derribador de tabiques que […] reclama aire y luz para todos. Preconiza una educación deportiva generalizada, accesible a todos, orlada de valor, de virilidad y de espíritu caballeresco, mezcla de manifestaciones estéticas y literarias, que sirven de motor a la vida nacional y de hogar a la vida cívica. He ahí su programa ideal. (4)

    A modo de conclusión, en este análisis se describe el proceso mediante el cual Pierre de Coubertin da fe de una aguda observación del escenario olímpico. Indudablemente, en su obra el concepto básico es el Olimpismo, y su facilidad para plasmar por escrito el contexto en que éste se desarrollaba desde los inicios de su idea, llega hasta nuestros días, con pocos cambios respecto a la esencia de filiación y aceptación del Olimpismo como fuerza impulsora y aglutinadora de la juventud en general y las cualidades que deben caracterizarla.

Referencias

  1. Coubertin, P. (1918). Carta del 22 de noviembre. En: Ideario Olímpico. Pág. 96 de la Edición Española

  2. Coubertin. P. (1919) Discurso por el aniversario de los Juegos Olímpicos Modernos. La Idea Olímpica. Lausana, abril.

  3. Durántez, C. (1995) Pierre de Coubertin y la Filosofía del Olimpismo. Edición de la Academia Olímpica Española. Pág. 31

  4. Laza Rodríguez, M. A. (2008) Pierre de Coubertin. La educación deportiva. Editorial Deportes, La Habana.

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