La dimensión educativa del proceso formativo | |||
Facultad de Cultura Física Universidad de Cienfuegos (Cuba) |
MSc. Meilyn Ramos Rodríguez MSc. Mercedes Rodríguez González |
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Resumen El proceso de formación supone no sólo brindar los conocimientos necesarios para el desempeño profesional, sino también tener en cuenta otros aspectos de igual relevancia, razón por la cual se requiere analizar el concepto desde diferentes ángulos o perspectivas de observación. Para hacerlo se identifican tres dimensiones esenciales, que en su integración garantizan el objetivo planteado anteriormente de asegurar una formación integral del estudiante. El concepto dimensión se incorpora a la educación superior cubana para caracterizar el modo en que un proceso puede ser estudiado, analizado, desde diferentes posiciones, enfoques, en correspondencia con un propósito particular en cada caso. Expresa, por tanto, la perspectiva desde la cual se analiza un determinado proceso en circunstancias específicas. El proceso formativo, es un proceso totalizador, que tiene como objetivo preparar al hombre como ser social, que agrupa en una unidad dialéctica los procesos educativo, desarrollador e instructivo. El presente trabajo hace referencia a la dimensión educativa. Puntualiza la acción educativa de profesores de Educación Física y entrenadores en su quehacer diario y puntualiza las cualidades principales que distinguen al educador del simple instructor. Palabras clave: Dimensión educativa. Proceso formativo. Educación Física.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 178, Marzo de 2013. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
La preparación de los ciudadanos de un país es una de las necesidades más importantes a satisfacer en cualquier sociedad, lo que se convierte en un problema esencial de la misma. Una sociedad está preparada cuando todos o la mayoría de sus ciudadanos lo están; un individuo está preparado cuando puede enfrentarse a los problemas que se le presentan en su puesto de trabajo y los resuelve.
La universidad como institución social es fruto de una época muy diferente a la actual. En sus orígenes, las universidades se convirtieron en las instituciones que atesoraban todo el conocimiento de la sociedad. El desarrollo de las ciencias entonces, posibilitaba tal situación. Hasta la primera mitad del pasado siglo XX, era posible afirmar con bastante certeza que cuando una persona culminaba sus estudios universitarios estaba preparada para ejercer profesionalmente durante toda su vida.
Hoy no ocurre de ese modo. Ni los conocimientos se atesoran privilegiadamente en la sociedad, ni es posible pensar en tener desempeños profesionales exitosos sin una constante actualización. Educación para todos durante toda la vida es el objetivo supremo asumido por la UNESCO para caracterizar la nueva cualidad que debe estar presente en la educación en la época actual. Esta tesis es igualmente válida, cuando se profundiza en el verdadero papel correspondiente a las universidades de hoy. Resulta lamentable observar en algunos países, fruto de procesos de formación desvinculados de la realidad productiva y social y ajenos a la dinámica de la actual transformación los conocimientos, cómo jóvenes recién graduados de las universidades se quedan prácticamente sin profesión unos pocos años después de egresados. Ese es el precio, cuando la universidad no se adecua al ritmo de estos tiempos y renuncia a transformarse en su interior para dar respuesta a las demandas sociales y productivas de la sociedad donde ella se inserta.
Desarrollo
Una importante cualidad en las concepciones actuales de la universidad como institución social es la de formación integral. El término, por su carácter tan general, resulta necesario precisarlo mejor para entender en cada caso qué se quiere decir cuando se emplea, pero en síntesis expresa la pretensión de centrar el quehacer de las universidades en la formación de valores en los profesionales de forma más plena, dotándolos de cualidades de alto significado humano, capaces de comprender la necesidad de poner sus conocimientos al servicio de la sociedad en lugar de utilizarlos sólo para su beneficio personal. Implica también la necesidad de lograr un profesional creativo, independiente, preparado para asumir su autoeducación durante toda la vida; que sea capaz de mantenerse constantemente actualizado, utilizando igualmente las oportunidades ofrecidas por las universidades de atender al profesional con una educación posgraduada que responda a las necesidades del desarrollo del país.
El propósito fundamental de la Educación Superior es formar un profesional integral, con una alta preparación en su especialidad y un conjunto de valores patrióticos, morales y éticos.
La formación integral del estudiante es el objetivo central del proceso docente-educativo que se desarrolla en la educación superior. Ello supone comprender que la formación es ineficaz si solo atiende a garantizar apropiarse de determinados conocimientos y habilidades.
La preparación de los ciudadanos de un país es una de las necesidades más importantes a satisfacer en cualquier sociedad, lo que se convierte en un problema esencial de la misma.
Y en este propósito el profesor de Educación Física y el entrenador son fundamentales en la labor educativa de nuestros niños y jóvenes, propiciando en sus clases y en las actividades extradocentes un medio más alegre y menos rígido donde el alumno se sienta siempre tomado en cuenta y participe de manera más activa en el buen funcionamiento del centro y en su propia educación.
Para lograr esto es necesario que los profesores de Educación Física y entrenadores estén preparados convenientemente para la realización de su máxima tarea: Educar.
En el estudiante hay que formar, además del desarrollo y la instrucción, los valores y sentimientos propios del hombre como ser social.
La sociedad en su devenir histórico ha acumulado valores morales, religiosos, políticos y jurídicos, entre otros, que forman parte de los elementos más preciados de su cultura. El ciudadano, el joven, tiene que apropiarse de esos valores como parte de su preparación.
El punto de partida para identificar el papel y el lugar de la universidad actual, y con ello poder establecer del mejor modo posible su modelo de formación, hay que buscarlo en la propia misión de la universidad, para lo cual es necesario centrar la atención en aquellos aspectos verdaderamente esenciales para su caracterización.
La idea es muy compleja y polémica, y en cada estudioso de estos temas es posible encontrar una respuesta diferente. Sin ánimo de sentar cátedra en este asunto, y sólo con el objetivo de organizar consecuentemente las ideas expuestas con posterioridad, se sustenta como núcleo de la misión de la universidad moderna, vista desde su acepción más general, la siguiente:
Preservar, desarrollar y promover, a través de sus procesos sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad, la cultura de la humanidad.
No se pretende con esta definición de misión, defender la idea de la universidad como la única institución social que preserva, desarrolla o promueve la cultura. Resulta innecesario, por lo evidente, ejemplificar esta afirmación anterior. Sin embargo, sí corresponde a la universidad el papel privilegiado de ser la institución social que más integralmente puede hacerlo. En eso radica su especificidad. Ninguna otra institución social es capaz de acometer ese empeño con el grado de integralidad de la universidad moderna con un carácter humanístico centrado en una concepción de la universidad cuya visión de la formación rebasa lo instructivo, lo meramente cognitivo y centra su atención fundamental en el hombre, en el desarrollo pleno de su personalidad; por lo tanto, los aspectos significativos, conscientes, de compromiso social, devienen la prioridad principal.
Para lograrlo, no basta con introducir determinadas materias humanísticas en los currículos, se requiere de transformaciones curriculares de mayor importancia, en las que todas las disciplinas académicas, a partir de sus propias posibilidades de desarrollar “lo humanístico”, participen coherentemente de esta labor. Unido a ello, la universidad toda debe vivir un clima de influencias de tal tipo, abarcando no sólo a profesores y estudiantes sino a toda la comunidad universitaria, con un enfoque integral para esta labor.
El paradigma está en brindar a la sociedad un profesional formado de manera íntegra, profesionalmente competente, con preparación científica para aceptar los retos de la sociedad moderna y con un amplio desarrollo humanístico para vivir en la sociedad de esta época y servirla con sencillez y modestia, con los valores como pilar fundamental de su formación.
El término formación, en la educación superior cubana, se emplea para caracterizar el proceso sustantivo desarrollado en las universidades con el objetivo de preparar integralmente al estudiante en una determinada carrera universitaria.
La formación supone no sólo brindar los conocimientos necesarios para el desempeño profesional, sino también tener en cuenta otros aspectos de igual relevancia, razón por la cual se requiere analizar el concepto desde diferentes ángulos o perspectivas de observación. Para hacerlo se identifican tres dimensiones esenciales, que en su integración garantizan el objetivo planteado anteriormente de asegurar una formación integral del estudiante.
El concepto de dimensión se incorpora a la educación superior cubana para caracterizar el modo en que un proceso puede ser estudiado, analizado, desde diferentes posiciones, enfoques, en correspondencia con un propósito particular en cada caso.
El proceso formativo, es un proceso totalizador, que tiene como objetivo preparar al hombre como ser social, que agrupa en una unidad dialéctica los procesos educativo, desarrollador e instructivo.
El educativo está encaminado a la formación del hombre para la vida. Se puede clasificar atendiendo al tipo de institución que participa en su ejecución:
En sentido amplio (la sociedad)
En sentido estrecho (la escuela)
El proceso educativo es el más complejo dentro del proceso formativo y está dirigido a la formación de personalidades integrales en todos los aspectos, tanto en el sentido del pensamiento como en el de los sentimientos, conforma una unidad tanto de lo instructivo, como lo desarrollador y educativo, que se manifiesta mediante el proceso de enseñanza aprendizaje físico deportivo.
Para que el estudiante asimile un nuevo contenido, el profesor debe explicar sus características denotando el significado social del mismo, sin embargo, para que el contenido objeto de asimilación sea un instrumento de lo educativo, no puede ser ajeno al estudiante, tiene que estar asociado a la necesidad de éste, para que además de instruir eduque
Para que la transformación de la situación, inherente al nuevo contenido, sea un problema para el estudiante, tiene que reflejar la necesidad, el motivo que el alumno tenga para apropiarse del contenido, tiene que estar motivado por la actividad físico deportiva que realiza.
Motivar al estudiante es ser capaz, por parte del docente, de significar la importancia que posee el nuevo contenido, no solo en un plano social sino también para el alumno, para la solución de sus problemas.
Si el nuevo contenido no le es significativo al estudiante, nunca será educativo; quizás pueda asimilarlo, reproducirlo, pero éste no se convertirá en instrumento de la transformación del medio, de su realización, por lo tanto no será formativo.
Un proceso que tenga una intención educativa tiene que asociar el contenido con la vida, con la realidad circundante, de la que forman parte las vivencias del estudiante. Mientras más real y circundante es el problema y su contenido propio, más puede establecer el estudiante relaciones afectivas con el problema y más puede vincularlo a sus actuales y futuras relaciones sociales.
La clase es el momento más favorable que tiene el profesor para desarrollar su labor educativa. Éste debe ser un verdadero educador, que además de poseer un alto nivel académico, sea capaz de aprovechar todas las oportunidades que brinda la clase de educación Física o Deporte para formar valores.
La clase debe ser flexible y dinámica de manera que permita desarrollar, sin afectar el cumplimiento de los objetivos instructivos, sentimientos patrióticos e internacionalistas, hábitos de educación formal, una concepción científica del mundo y una ética profesional, así como una cultura política y económica, que esté a la altura de nuestros tiempos.
La principal tribuna para la actividad educativa es la clase, donde el profesor tiene la posibilidad del contacto directo con el estudiante. Una clase que no sea excelente desde el punto de vista técnico no crea el marco idóneo para la educación.
Como dijera Martí: “Hace daño a los hombres quien le cuenta los hechos desnudos, y no los engrasa con los demás hechos humanos”.
Para no hacer “daño” a los estudiantes, el profesor debe estar armado además, de una cultura integral que le permita engranar los hechos humanos, en lo político, en lo económico, en lo social.
Como factor principal del trabajo educativo y político ideológico el profesor debe estar caracterizado de 4 cualidades principales que distinguen al educador del simple instructor.
Maestría Pedagógica.
Dominio de su especialidad.
Cultura Integral.
Ejemplaridad.
El educador debe estar preparado técnica y culturalmente, conocer la actualidad nacional, pero también los principales hechos de nuestra historia y de la historia universal. Además, debe conocer la historia de su ciencia.
La determinación de las potencialidades educativas de cada disciplina, es una tarea pedagógica de primer orden en cada uno de los departamentos docentes, que está en la base de la determinación de todas las estrategias educativas a tener en cuenta durante el desarrollo del Proceso Docente Educativo.
La contribución que, en el plano educativo ejercen disciplinas básicas como Idioma, Matemática, en la formación de un licenciado en Cultura Física, no puede ser la misma que la que aportan aquellas que se vinculan directamente con el ejercicio de esa profesión.
La Disciplina Principal Integradora es la que en mejores condiciones se encuentra para formar en los estudiantes los valores que caracterizan a ese profesional, toda vez que en ella el estudiante se desempeña como tal en la solución de los problemas inherentes a su actividad.
Se trata de incorporar coherente y orgánicamente la formación de valores a los procesos fundamentales desarrollados en la educación superior. Por su complejidad, el mismo supone atender no sólo aquellos aspectos -esenciales, por cierto- directamente vinculados a la actividad curricular, sino también integrar a esa labor, con un enfoque de sistema, el conjunto de acciones extracurriculares que con el mismo fin se desarrollan, como encuentros deportivos, maratones, competencias, entre otras actividades.
El instrumento idóneo y la estructura organizativa para llevar a cabo la labor de formación y conducirla con éxito es el proyecto educativo. Elemento de vital importancia, que expresa la manera particular en que se concreta, en cada brigada estudiantil el Enfoque Integral.
El proyecto educativo expresa no solo la materialización, en el año, de las estrategias educativas de las asignaturas, sino también las tareas socio-políticas y de extensión universitaria que conforman el universo educativo de ese grupo, en plena correspondencia con sus necesidades educativas, donde desempeñan un importante papel las actividades físicas, recreativas y deportivas.
Célula: Año Académico
Instrumento: Proyecto Educativo
Instancia: Colectivo de año
Conduce: Coordinador de año
Los objetivos del proyecto educativo son la expresión concreta, en cada año académico, de los objetivos de trabajo de la facultad relacionados con el proceso de formación integral de los estudiantes.
Conclusiones
La labor educativa, constituye en la práctica educativa de las universidades cubanas la prioridad principal del proceso de formación y se materializa en un enfoque integral en el que participan activamente quienes, de un modo u otro tienen relación con el proceso de formación: estudiantes, profesores y trabajadores en general.
La clase de Educación Física o Deporte constituye una fortaleza para desarrollar la labor educativa desde la instrucción, identificando las potencialidades que brindan sus contenidos y utilizándolos con ese propósito.
Bibliografía
Álvarez de Zayas, C. La Escuela en la Vida. La Habana. 2002.
Colectivo de Autores. Compendio de Pedagogía. La Habana. 2002.
Horruitiner Silva, P. La universidad cubana: el modelo de formación. Revista Pedagogía Universitaria. Vol. XII Nº 4, 2007.
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