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La atención al adulto mayor encamado

 

*Master en Ciencias de la Actividad Física en la Comunidad

Licenciado en Cultura Física. Diplomado en Cultura Física Terapéutica y Didáctica

de la Educación Superior. Vicedecano de Investigación y Superación- Profesor investigador

en el Centro de Estudio Física Comunitaria y Calidad de Vida de la Facultad de Granma

**Doctor en Ciencias de la Cultura Física, Máster en Cultura Física Terapéutica

Licenciado en Educación. Profesor titular. Director del Centro de Estudio Actividad

Física Comunitaria y Calidad de Vida de la Facultad de Granma

MSc. Alejandro Jorge Soto Rodríguez*

vdigra@inder.cu

Dr.C. José Ezequiel Garcés Carracedo**

josequiel@inder.cu

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          La presente ponencia ofrece un acercamiento a los variados criterios sobre la atención del adulto mayor encamado y las técnicas o procederes terapéuticos para favorecer el restablecimiento y/o compensación de las funciones motoras en este grupo de pacientes. Se hace referencia además a los aspectos a tener en cuenta en la terapia física de estas personas que poseen limitaciones motoras producto al largo período de encamamiento y que trae aparejado un alto grado de dependencia y trastornos psicológicos como consecuencia de su afectación.

          Palabras clave: Adulto mayor encamado. Funciones motoras.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 178, Marzo de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El envejecimiento comienza en el momento de la concepción del hombre quien en la edad adulta sufre un proceso involuntario de deterioro orgánico de la evolución, durante el cual se detiene la madurez de las funciones orgánicas.

    La senectud es un fenómeno irreversible asociado a cambios estructurales y funcionales común a todas las especies. En el hombre, por su condición de ser social, también inciden las condiciones socioeconómicas en las que se desarrolla el individuo.

    Este proceso hace más vulnerables a las personas de la tercera edad, pues aunque la vejez no es una enfermedad, los ancianos están sometidos a menudo a síndromes invalidantes, ya sea como resultado de los procesos que favorecen la ancianidad biológica o patológica.

    La ancianidad biológica se caracteriza por una disminución fisiológica de la audición, la visión, de la potencia muscular, la estabilidad, además incide en ello el presentar lentas reacciones defensivas y alteraciones articulares, entre otros. Paralelamente se presentan situaciones patológicas comunes tales como la artritis, parálisis, vértigos y las atrofias musculares.

    Estos factores determinan una mayor ocurrencia de síndromes invalidantes en los ancianos que en el individuo joven, siendo su recuperación más lenta e incompleta. Es preciso entonces acudir a medidas preventivas, terapéuticas y educativas para contrarrestar los efectos negativos del envejecimiento.

Desarrollo

    Diversos autores coinciden en que la rehabilitación dirigida a las personas de la tercera edad debe corresponderse con las limitaciones presentes en los individuos. Así tenemos que:

  1. La prevención primaria: Está dirigida a reducir el deterioro, incluyendo la educación sanitaria y la buena forma física mediante actividades en los Círculos de Abuelos y la utilización de deportes adecuados a sus posibilidades.

  2. Una vez producido el deterioro: El tratamiento precoz se propone limitar las discapacidades y prevenir complicaciones con el empleo de actividades físicas y recreativas adaptadas a la diversidad.

  3. En las incapacidades: Las acciones están dirigidas a reducir la minusvalía mediante el entrenamiento, auto atención, la adaptación al medio y recuperar el funcionamiento máximo posible. Se trata de una rehabilitación individualizada, utilizando los medios disponibles.

    En este último grupo se encuentran generalmente el adulto mayor o anciano encamado que presentan dificultades importantes para desplazarse, prevaleciendo esta situación durante un tiempo superior a los dos meses y requiriendo ayuda de otra persona para poder abandonarla. Ellos permanecen la mayor parte del tiempo en la cama debido a las limitaciones producidas por enfermedades o intervenciones quirúrgicas.

    Es conocido que el encamamiento prolongado es el primer enemigo del anciano y su inmovilización conlleva a: rigidez o anquilosis articular, atrofia muscular, perdida de fuerza y de resistencia a la fatiga, rigidez muscular, osteoporosis y distintas afecciones en el Sistema Nervioso Central, siendo el aparato locomotor el órgano que más se afecta.

    En las articulaciones se produce una transformación fibrilar; puede aparecer necrosis y formación de quistes de tejido fibrótico que da lugar a la anquilosis articular.

    Existen algunas articulaciones más sensibles a la inmovilización sobre todo si se hace en mala posición, por ejemplo: si se inmoviliza mal un tobillo puede quedar un pie equino, o si se inmoviliza mal una cadera o rodilla pueden tender al flexo y perder grados en la extensión.

    En la cápsula y ligamentos se producen una pérdida de su elasticidad y engrosamiento de las mismas, las fibras de colágeno se hacen menos distensibles y tienden a fijar la articulación en la posición inmovilizada.

    En los músculos se destaca la atrofia muscular con su respectiva pérdida de masa. Si el músculo se inmoviliza en posición acortada, la pérdida de masa muscular será a una velocidad doble de lo normal, es decir la inmovilización en una mala posición favorece aún más la atrofia.

    La fuerza se pierde del 1 al 3% por día de reposo absoluto, siendo más sensibles los músculos de los miembros inferiores, sobre todo los antigravitatorios, con relación a los miembros superiores. En estos procesos la recuperación de la fuerza es más lenta que su pérdida.

    La resistencia a la fatiga disminuye por cambios histoquímicos: menor capacidad oxidativa de las mitocondrias y una menor tolerancia al déficit de O2 o del ácido láctico. Esta resistencia que dependía de un metabolismo aeróbico pasa a garantizarse por uno anaeróbico.

    En el Sistema Nervioso Central se nota disminución de todos los estímulos fundamentalmente los cenestésicos y visuales, que provocan alteraciones en la percepción, en la coordinación y en el equilibrio.

    En el tejido óseo, se producen osteoporosis de tipo secundaria a la inmovilización, sobre todo si es por fracturas y por parálisis de tipo neurogénico. Otras causas pueden ser por la acción de factores mecánicos relacionadas con la disminución de la tensión producida por las contracciones musculares y la tracción tendinosa sobre el periostio.

    Los factores neurovasculares, sobre todo en lesiones medulares y craneales que provocan alteraciones vasomotoras.

    Otras características en el tejido óseo es la pérdida de su masa, que es mayor en las parálisis flácidas que en las espásticas y el déficit o alteración en el metabolismo del calcio y de la vitamina D.

    La activación de los diferentes planos musculares, la movilidad articular y la utilización de técnicas psicológicas y teniendo en cuenta las características antes mencionadas, deben ser para el terapeuta, premisas fundamentales en su desempeño.

    Además, es importante en el trabajo con estos pacientes las siguientes medidas preventivas que contribuyen a la prevención de las úlceras por presión (lesiones que se producen en la piel de cualquier parte del cuerpo al ejercer sobre ésta una presión prolongada contra un plano duro).

  • Mantenerlo en una posición cómoda, la cual debe ser modificada con regularidad para evitar que se dañe la piel en los puntos de presión.

  • Mantener la limpieza y atender sus necesidades fisiológicas.

  • Asegurarse de que ingiere los alimentos adecuados y el suficiente líquido.

  • Mantener la función respiratoria.

  • Proteger la piel.

  • Prevenir las complicaciones que conlleva la pérdida de posturas funcionales.

    Algunos autores coinciden en la necesidad de tener en cuenta los aspectos antes mencionados para el trabajo con el adulto mayor en las diversas formas de actividad física o de intervención terapéutica.

    Camber (1995) plantea que el tratamiento postural del paciente encamado; es uno de los principios básicos de programación y tratamiento de rehabilitación. Es elemento clave en el cuidado del paciente con graves discapacidades, con objetivos encaminados a recuperar el aparato locomotor, el nivel cutáneo, el aparato respiratorio y el sistema nervioso periférico. Con la meta final de conseguir que el paciente abandone el encamamiento sin sufrir ninguna iatrogenia.

    Hislop y Montgomery (2003) consideran que el empleo de las técnicas de balance muscular manual es válido en personas normales y en individuos con debilidad o parálisis secundaria a trastornos de la unidad motora (lesiones de la neurona motora inferior y enfermedades de los músculos) y aunque las mismas fueron elaboradas para explorar, también sirven como instrumento rehabilitador.

    Martha (2000) expone que, sin someter al paciente a esfuerzo o incluso hacerle sentir dolores, se puede llevar a cabo una determinada forma de gimnasia en la cama, que se denomina “trabajo isométrico”.

    Que consiste en realizar un estímulo concreto del movimiento desde afuera y conseguir que todo grupo muscular conteste con una tensión contraria, que desaparece tan pronto como se interrumpe el estímulo; por razones fisiológicas es muy importante que durante esta tensión, los músculos que trabajan tengan la misma longitud (iso = igual; metrum = longitud), para la fuerza requerida sea pequeña.

    Contreras (2001) recomienda el paralelismo entre las funciones neuromotrices y psíquicas, basándose en la interacción activa del sujeto con el medio que le rodea, teniendo en cuenta que el cuerpo es el intermediario entre las funciones corporales y el mundo externo, por lo que el movimiento del cuerpo es inseparable del aspecto de relación del comportamiento y actitudes. Según este autor los objetivos de la intervención serán la toma de conciencia de los recursos motores, cognitivos y de relación de la persona mayor; mantenimiento del flujo sensomotriz para evitar el aislamiento y la desconexión con el mundo; conocer y experimentar las posibilidades y limitaciones actuales; favorecer la comunicación y dar importancia a la capacidad representativa y simbólica.

    Además este autor plantea que el método de trabajo contará con actividades corporales adecuadas a las características, que permita de modo sencillo y agradable experimentar el propio cuerpo, creando situaciones individuales y colectivas donde la persona mayor pueda expresar sus deseos, ideas, iniciativas y sentimientos en un encuadre terapéutico. El propio autor expresa que la música puede ser el punto de partida del movimiento para comenzar un proceso de recuperación funcional, como complemento al tratamiento terapéutico a mayores inhibidos y a personas paralizadas en su expresión corporal.

    Los mecanismos emocionales que la experiencia musical vivida pone en funcionamiento se traducen por respuestas motoras que siguen el ritmo de la música, por respuesta cinestésicas del tipo tensión-distensión, frío-calor, etc y modificaciones neurovegetativas como el enlentecimiento o aceleración del ritmo cardiaco, respiratorio, etc. Philippe Souchard (1981) en su método de Reeducación Postural Global incorpora la evaluación, diagnóstico y tratamiento de patologías que afectan al sistema locomotor. Este método está estructurado sobre la base de la organización muscular en cadenas y la interrelación existente entre las partes del sistema locomotor, que puede ser aplicado a gran número de casos, siendo en líneas generales una herramienta eficaz en el tratamiento y corrección de alteraciones posturales y de alineación corporal, en la recuperación de la flexibilidad muscular, la eliminación del dolor y el restablecimiento de las funciones perdidas.

    En la práctica se basa en que cada persona es única y se manifiesta de forma diferente por lo que el tratamiento debe ser individualizado, toda agresión es compensada para evitar el sufrimiento o dolor, por lo que debemos llegar desde el síntoma hasta su causa para poder eliminar la lesión, todo tratamiento debe ser global, que significa estirar todas las cadenas musculares al mismo tiempo (anteriores y posteriores) por medio de las posturas de tratamiento.

    Hilde Sabine Reichel y Regina Groza-Nolte (2003) plantean que en los estadios del aprendizaje motor de las personas con limitaciones severas del movimiento, es necesario transitar por diferentes fases:

  • En la fase cognitiva: el sujeto intenta comprender el tipo de tarea, desarrollando estrategias para resolverla. Aquí se requiere mucha atención. Las realizaciones son variables: ensayo y error.

  • En la fase asociativa: la concentración tiene que ser elevada y no se puede realizar ninguna otra tarea simultáneamente, en este punto el sujeto ha encontrado la mejor estrategia para resolver la tarea y se ocupa de refinar sus destrezas. La duración de esta fase depende de la persona y de la intensidad con la que practique.

  • La fase autónoma: requiere poca atención, uno puede dedicar atención a otros planos y realizar al mismo tiempo una tarea colateral.

    Dena Gardiner (2001) plantea que el mecanismo neuromuscular inicia y consigue el movimiento en respuesta a una demanda para la actividad. “Facilitar” es “hacer fácil una cosa o hacerla posible”, y la facilitación neuromuscular es el proceso mediante el cual se hace fácil o posibilita la respuesta del mecanismo neuromuscular.

    Según ella, las demandas se hallan debilitadas en las personas incapacitadas, una demanda débil puede fracasar para desencadenar cualquier respuesta del mecanismo neuromuscular o ser incapaz de producir una respuesta satisfactoria.

    La facilitación contribuye a que sea fácil y posible la respuesta, con lo que las demandas débiles del esfuerzo voluntario son efectivas para la producción de un movimiento eficiente y útil. Las técnicas de facilitación aportan la demanda necesaria para producir una respuesta satisfactoria y mejorar la conductibilidad de las vías nerviosas empleadas.

    Otros autores cubanos (1995) refieren que el tratamiento del paciente inmovilizado está encaminado a las afecciones del aparato locomotor, aunque tenga mas afecciones (estreñimiento, infecciones de orina etc.). La terapia física puede prevenir muchos problemas, e incluso ayudar a combatir los problemas una vez establecidos.

    Plantean además que como norma general, para prevenir todas las complicaciones, la movilización, el inicio de la carga y la ejercitación muscular realizadas lo más precoz posible es fundamental.

    Recomiendan: los ejercicios isométricos como prevención, pero estos son contraindicados si existe dolor; la electroestimulación, los ejercicios dinámicos, isotónicos e isocinéticos para mantener el trofismo muscular y además sugieren la utilización de la Hidrocinesiterapia.

    En este proceso rehabilitador del adulto mayor encamado, además de intervenir los profesionales encargados directamente de la terapia (personal de la Cultura Física, de Salud Pública y el enfermo), juega un papel fundamental los familiares y allegados; con relación a ellos, González Más (2000) plantea que el papel de estos es decisivo en 5 etapas sucesivamente complementarias.

  1. La familia debe ser informada, junto con el paciente, acerca de las características de la enfermedad, las necesidades que suscita y las posibilidades que, para manejarlas eficazmente, brindan los arsenales terapéuticos.

  2. Sobre la base de la información compartida será posible establecer un ambiente hogareño que facilite la permanencia del paciente en la comunidad, evitando por tanto su aislamiento social.

  3. A continuación se formará una alianza de tratamiento que facilite al paciente relaciones de apoyo de diferente alcance y naturaleza, diseñadas por el profesional y ejecutadas por la familia de acuerdo con él.

  4. La integración del paciente en papeles y actividades conjuntas familiares debe entenderse como el primer paso para su gradual integración en ámbitos sociales de mayor amplitud.

  5. La participación activa de la familia crea en ésta y el propio paciente una sensación psicológica de continuidad de atención, así como de trasferencias de responsabilidades terapéuticas.

    En este grupo de personas, las contraindicaciones para la aplicación del ejercicio físico, son las mismas que se tienen en cuenta en la Cultura Física Terapéutica en el tratamiento a las personas enfermas. Cooper (1970), Fox (1971) y Hirsch (1972) establecen dentro de ellas: los trastornos circulatorios, insuficiencia cardiaca descompensada, infarto agudo de miocardio, inflamación activa del músculo cardiaco (miocarditis), angina de pecho grave o inestable, hipertensión arterial grave no tratada, enfermedades cardiacas valvulares graves y menos graves, embolia aórtica reciente (por coágulo sanguíneo), oclusión venosa (tromboflebitis) , infecciones agudas, insuficiencia respiratoria, psicosis, epilepsia no controlada, diabetes no controlada.

Conclusiones

    De acuerdo a los criterios de diferentes autores, las alternativas de terapias físicas que se pueden aplicar al adulto mayor encamado, deben partir de la determinación de las limitaciones motoras existentes para poder incidir en el mejoramiento de la funcionabilidad, disminuir el período de inmovilización con sus respectivas complicaciones y de esta forma favorecer su incorporación a las actividades de la vida cotidiana. En este trabajo de intervención se debe tener en cuenta la integración de la familia como un ente activo en el proceso de rehabilitación.

Bibliografía

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  • Cuba. Dirección Nacional de Educación Física. INDER (2005). Folleto de Programas de Cultura Física Terapéutica. La Habana: imprenta INDER.

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  • Gutman, Z. La fisioterapia actual. Barcelona: Editorial Jims.

  • Morrillo, M. (1998). Manual de Medicina Física. Madrid: Editorial Harcourt.

  • Organización Panamericana de la Salud (2001). Manual de educación gerontológica para el personal de atención primaria de salud, OPS.

  • Sabine Reichel, Hilde; Groza-Nolte, Regina (2003) Fisioterapia, teoría y registro de hallazgos de la exploración. 2t.

  • Scharll, M. (2000). La actividad física en la tercera edad. Barcelona: Editorial Paidotribo.

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