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Enseñar bien la Historia es hacer Revolución

 

Máster en Ciencias

Profesor Asistente

(Cuba)

MSc. Roilán Rodríguez Barbán

gisleidysc@inder.cu

 

 

 

 

Resumen

          El conocimiento de la Historia de Cuba hay que trabajarlo, no para vencer una comprobación en la clase, sino para unir mente y corazón en un solo sentimiento durante la vida. Escudriñar de manera creadora y atractiva cada enseñanza, revelar los valores, sacrificios, aciertos y desaciertos contribuye, mas que relatar lo pretérito, a extraer todas las lecciones, para no cometer los errores anteriores, si tenemos en cuenta que pasado y futuro se entrelazan en un eterno presente. Para ello el maestro, como conocemos, debe ser un permanente investigador de la Historia con todo el rigor científico, y no basta con esto; es necesario vivirla, sentirla y amarla.

          Palabras clave: Historia. Enseñanza. Revolución.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 178, Marzo de 2013. http://www.efdeportes.com/

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“… para que PERDURASE y VALIESE

para que INSPIRASE y FORTALECIESE,

se debía escribir la HISTORIA”.
José Martí

    Enseñar bien la Historia es hacer Revolución porque nuestro proceso es unidad y síntesis dialéctica de lo histórico, lo presente y lo futuro. La enseñanza de la historia es además, garantía de la continuidad de nuestra Obra. Debemos lograr que los más jóvenes no aprecien fronteras insalvables con los hechos históricos, que no le parezcan lejanos, que no vean a los héroes y mártires como algo inalcanzable, que quieran parecerse a ellos, no por imitación sino por convicción. Una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, que desarrolle plenamente su pensamiento y acción, que no le falte nunca la utopía, que sea digna de vivir esta hora solemne de la Patria.

    No olvidemos jamás la premonitoria idea de nuestro Héroe Nacional José Martí que resume el por qué Historia y Revolución son inseparables: “De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas”.

    El 17 de noviembre de 2005 desde la histórica Aula Magna de la Universidad de la Habana, en un campanazo de alerta a todos los cubanos, el Comandante en Jefe reflexionaba sobre el futuro de la Revolución y la responsabilidad de las nuevas generaciones en preservarla:

    “Les hice una pregunta, compañeros estudiantes, que no he olvidado, ni mucho menos, y pretendo que ustedes no la olviden nunca, pero es la pregunta que dejo ahí ante las experiencias históricas que se han conocido, y les pido a todos, sin excepción que reflexionen: ¿Puede ser o no irreversible un proceso revolucionario? Cuando los que fueron de los primeros, los veteranos, vayan desapareciendo y dando lugar a nuevas generaciones de líderes, ¿qué hacer y cómo hacerlo? Si nosotros al fin y al cabo, hemos sido testigos de muchos errores, y ni cuenta nos dimos”.2

    ¿Qué hacer y cómo hacerlo? ha sido la convocatoria permanente en todos estos años por la máxima dirección de la Revolución y el Partido. La mejor manera de enfrentar los retos que estos primeros años del siglo XXI han puesto ante nosotros es precisamente -como ha señalado el Doctor Armando Hart Dávalos- profundizando y enriqueciendo la conciencia histórica.

    Es necesario estimular el pensamiento junto a los sentimientos, formular nuevas interrogantes como antídoto principal ante la vaga memorización, la verbosidad estéril, las consignas vacías, recetarios de hechos y cronologías que no remueven los sentimientos de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Debemos reformular conceptos pedagógicos, de manera que los objetivos propuestos estén en consonancia con las exigencias de nuestra sociedad y los desafíos de la contemporaneidad. Estamos obligados a preservar la memoria histórica de nuestro pueblo y a trasmitir ese legado de generación en generación.

    El conocimiento de la Historia de Cuba hay que trabajarlo, no para vencer una comprobación en la clase, sino para unir mente y corazón en un solo sentimiento durante la vida. Escudriñar de manera creadora y atractiva cada enseñanza, revelar los valores, sacrificios, aciertos y desaciertos contribuye, mas que relatar lo pretérito, a extraer todas las lecciones, para no cometer los errores anteriores, si tenemos en cuenta que pasado y futuro se entrelazan en un eterno presente.

    Para ello el maestro, como conocemos, debe ser un permanente investigador de la Historia con todo el rigor científico, y no basta con esto; es necesario vivirla, sentirla y amarla. Nadie puede trasladar lo que no conoce y mucho menos lo que no siente. Este profesional, como activista por excelencia de la política de nuestro Partido, debe trabajar con la memoria de la nación, por eso es vital desentrañar las esencias más profundas a lo largo del devenir revolucionario hasta nuestros días. La Historia Patria es preciso enseñarla al ritmo de la vida misma, con toda la objetividad, transitando por los valores y errores de los seres humanos que la protagonizan, con sus conflictos, contradicciones, luces y sombras, profundizando en lo trascendente, en lo que nos distingue como cubanos, reencontrándonos en sentimientos, actitudes y comportamientos consecuentemente revolucionarios.

    Como dijera Fidel en el Centenario del inicio de nuestras luchas por la Independencia: “Nada nos enseñará mejor a comprender lo que es una revolución, nada nos enseñará mejor a comprender el proceso que constituye una revolución, nada nos enseñará mejor a entender qué quiere decir revolución, que el análisis de la historia de nuestro país, que el estudio de la historia de nuestro pueblo y de las raíces revolucionarias de nuestro pueblo”.3

    No podemos soslayar que todas las disciplinas contribuyen a la formación científica- política- ideológica. No obstante, es incuestionable que el estudio de la Historia cultiva sentimientos patrióticos, cívicos, humanitarios, de amor al trabajo y al progreso, de intransigencia clasista entre otros.

    La escuela asume el deber de llevar a niños, adolescentes y jóvenes- por medio de la historia- las tradiciones patrióticas, el amor y respeto hacia el proletariado, la importancia de la unidad de una nación. La clase de historia4 debe contribuir a formar y fortalecer en las nuevas generaciones el concepto de que nuestro presente revolucionario es herencia legítima del desarrollo histórico del país, es decir, no es producto de ideas ajenas impuestas o importadas, y que en nuestro proceso las doctrinas martianas, marxistas- leninistas, las enseñanzas creadoras y el ejemplo de Fidel, se complementan como componentes esenciales de la Ideología de la Revolución Cubana.

    Una buena clase de historia tiene que contribuir necesariamente a formar sentimientos morales y patrióticos. Esta debe estar llena de vida, hacer que nuestros niños y jóvenes piensen y sientan como los grandes hombres de nuestro país “(…) que sufran con sus derrotas y gocen con sus triunfos (…)5, que se emocionen con las hazañas de nuestros héroes, en fin, que admiren la historia de su patria.

    Es necesario subrayar además, la importancia de la vinculación de su enseñanza con la historia local para un mejor conocimiento y asimilación de la nacional, porque allí está la porción de patria más cercana donde confluyen diversidad de vivencias y experiencias que debemos tener en cuenta. Constituye esta actividad, entre otras, una manera concreta de establecer el vínculo de la teoría con la práctica. Además, emplear como parte del contenido, el contexto comunitario, refuerza las costumbres, tradiciones e identidad.

    Por la importancia que tiene la historia en la formación de una conciencia nacional patriótica y revolucionaria, el maestro debe conocerla profundamente, amarla y defenderla. Sin embargo esto no es suficiente, para impartir correctamente la disciplina el maestro debe tener una amplia y cuidadosa preparación científico- metodológica, sin caer en formalismo ni esquematismos que obnubilen lo viviente y poético de la historia.

    Solo a partir de un estudio profundo de la Historia de Cuba maestros y estudiantes estaremos en condiciones de demostrar cuatro ideas básicas 6 o hilos conductores:

  • El carácter histórico de la actitud, intenciones y acciones de los círculos de poder de los Estados Unidos para apoderarse de Cuba, impedir su independencia y soberanía y, a partir de 1959, intentar destruir la Revolución. El carácter histórico de la actitud del pueblo cubano y sus figuras representativas en el enfrentamiento a esas intenciones y acciones a lo largo de la historia.

  • Que la Revolución Cubana es una sola como proceso histórico desde 1868 hasta nuestros días.

  • Lo que ha significado la unidad o falta de ella, a lo largo de las luchas del pueblo cubano por la independencia y la revolución social.

  • La necesidad histórica del socialismo y la labor desempeñada en la lucha por su realización por el liderazgo revolucionario, en particular, el del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

    Precisamente el máximo líder de la Revolución Cubana en el Programa del Moncada reconoce la influencia de la enseñanza de la historia en la formación de los sentimientos patrios:

    “(…) Vivimos orgullosos de la historia de nuestra Patria; la aprendimos en la escuela (…) Se nos enseñó a venerar desde temprano el ejemplo glorioso de nuestros héroes y de nuestros mártires. Céspedes, Agramonte, Maceo y Gómez fueron los primeros nombres que se grabaron en nuestro cerebro; se nos enseñó que el Titán había dicho que la libertad no se mendiga sino que se conquista con el filo del machete (…) Se nos enseñó que el 10 de Octubre y el 24 de febrero son efemérides gloriosas y de regocijo patrio porque marcan los días en que los cubanos se rebelaron contra el yugo de la infame tiranía; se nos enseñó a querer y defender la hermosa bandera de la estrella solitaria y a cantar todas las tardes, un himno cuyos versos dicen que vivir en cadenas es vivir en afrenta y oprobio sumidos, y que morir por la Patria es vivir”. 7

    La Historia de Cuba es además un manantial inagotable de valores8 que pueden y deben ser trasmitidos. Estudiar la historia es una forma de adquirir valores y de inspiración revolucionaria. Estudiarla a fondo es quizás- como ha reiterado Fidel- el instrumento más extraordinario de que dispongamos para transmitir valores, sentimientos patrióticos, sentimientos revolucionarios, sentimientos heroicos.

    En ese sentido debemos subrayar que nuestra patria cuenta con el singular privilegio de disponer de uno de los más ricos tesoros políticos, de las más valiosas fuentes de educación y conocimientos para las nuevas generaciones: el pensamiento y la extraordinaria Obra de José Martí.

    La enseñanza de la Historia debe incidir decisivamente a la educación político- ideológica de niños, adolescentes y jóvenes en correspondencia con los Lineamientos y Objetivos del Partido y la Revolución, logrando entre otros aspectos:

  • Desarrollar la labor política e ideológica de manera diferenciada,

  • personalizada y continua,

  • a partir de las especificidades de cada lugar,

  • con la utilización de métodos, formas y vías de comunicación más diversas y eficaces.

    Todo lo anterior contribuirá, sin improvisación y con objetividad, a formar valores y convicciones, de manera que las nuevas generaciones tengan el máximo de conciencia de su papel, de lo que pueden hacer por su país, por la Revolución, y por su futuro, “que sepan beber de la historia; sepan alimentarse de la gloria de nuestra patria, de sus tradiciones, de sus valores, como se alimentan los niños del pecho de las madres”.9

    Sin la Historia de Cuba no podría concebirse nuestra Ideología como la doctrina acerca de la independencia nacional, el antimperialismo, latinoamericanismo, la emancipación social y la dignificación del hombre, que encuentra mediante el marxismo- leninismo la expresión más alta y acabada, trascendiéndolo y enriqueciéndolo. La Ideología de la Revolución Cubana10 es un producto histórico cultural que se ha ido desarrollando dialécticamente junto con el desarrollo mismo de nuestra nacionalidad.

    El conocimiento de la historia debe alcanzarse desde la cultura, logrando enseñar a pensar y a defender ideas y procesos imprescindibles en la educación de nuestra juventud. Solo la cultura nos permitirá la comprensión de los complejos problemas y desafíos de la era contemporánea; esa cultura que en el pensamiento martiano se resume “… sutil como el aire y más vaporosa que visible, es como un perfume”, la cultura también ha sido un modo esencial de hacer Patria. Hoy más que nunca se requiere rescatar la espiritualidad del ser humano y los valores más universales forjados durante siglos. De la educación dependerá la salvación de nuestra especie y el futuro de la Humanidad. Es necesario que desde la historia recorramos los caminos de la razón y el corazón, es decir, los caminos de la Revolución.

    La Historia de Cuba en los últimos 145 años es la de la lucha por preservar la identidad e independencia nacionales, y la historia de la evolución del imperio de Estados Unidos, su constante pretensión de apropiarse de Cuba y los horrendos métodos que hoy utiliza para mantener el dominio del mundo. Es la historia- como ha señalado Fidel- de la isla independiente frente al imperio voraz. Es por eso que las nuevas generaciones no pueden olvidar y deben conocer hechos muy importantes y decisivos en el destino de nuestra patria.

    Enseñar bien la Historia es hacer Revolución porque nuestro proceso es unidad y síntesis dialéctica de lo histórico, lo presente y lo futuro. La enseñanza de la historia es además, garantía de la continuidad de nuestra Obra. Debemos lograr que los más jóvenes no aprecien fronteras insalvables con los hechos históricos, que no le parezcan lejanos, que no vean a los héroes y mártires como algo inalcanzable, que quieran parecerse a ellos, no por imitación sino por convicción. Una juventud que aprenda por sí misma a ser revolucionaria, que desarrolle plenamente su pensamiento y acción, que no le falte nunca la utopía, que sea digna de vivir esta hora solemne de la Patria.

    No olvidemos jamás la premonitoria idea de nuestro Héroe Nacional José Martí que resume el por qué Historia y Revolución son inseparables: “De amar las glorias pasadas, se sacan fuerzas para adquirir las glorias nuevas”.11

Notas

  1. Martí Pérez, José. Obras Completas. Carta a Manuel de la Cruz, Nueva York, 3 de junio de 1980, Epistolario, t. 2, p. 204.

  2. Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe el 17 de noviembre del 2005, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana. Aparece en el libro Podemos construir la sociedad más justa del mundo. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2005.

  3. Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe en la Velada Conmemorativa por el Centenario del inicio de nuestras luchas por la Independencia, 10 de octubre de 1968.

  4. Ver en: Colectivo de autores. Metodología de la enseñanza de la Historia de Cuba en la escuela primaria. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2011.

  5. Guerra, Ramiro. Ob. cit., p. 21.

  6. Díaz Pendás, Horacio. Textos sobre Historia de Cuba para la formación y superación de maestros y profesores. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2009.

  7. Castro Ruz, Fidel. La Historia me Absolverá. Edición Anotada. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. La Habana, 2005.

  8.   Ver en: Castro Ruz, Fidel. Instituto de Historia de Cuba y Centro de Estudios Martianos: Fidel Castro y la historia como ciencia (compilación), t. I, La Habana, 2007, pp. 198- 200.

  9. Castro Ruz, Fidel. Discurso pronunciado en la Clausura del Acto Central por el 26 de julio en Santiago de Cuba, 1998.

  10. Limia, David. Ver: Dr. M. Limia David. (“Conferencia sobre Ideología de la Revolución Cubana”. Marzo de 2010).

  11. Martí, José. “Carta de New York”, La Opinión Nacional, (14de nov. de 1881), Obras Completas, t. 9, p.88.

Bibliografía

  • Castro Ruz, Fidel. Nada podrá detener la marcha de la Historia. Editora Política. La Habana, 1985.

  • _______________: Podemos construir la sociedad más justa del mundo. Discurso pronunciado en el Aula Magna de la Universidad de la Habana el 17 de noviembre de 2005. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 2005.

  • Colectivo de autores. Metodología de la enseñanza de la Historia de Cuba en la escuela primaria. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2011.

  • ________________. Historia de Cuba. Nivel Medio Superior. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2011.

  • ________________. La formación de valores morales a través de la enseñanza de la Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2007.

  • Cuba. Directrices del VI Congreso del Partido para el trabajo con los cuadros. La Habana, 2011.

  • ____. Documento Base de la Primera Conferencia Nacional del Partido. La Habana, 2012.

  • Díaz Pendás, Horacio. Fidel Castro: Cinco textos sobre nuestra historia. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2008.

  • __________________. Textos sobre Historia de Cuba para la formación y superación de maestros y profesores. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2009.

  • Guerra, Ramiro. La defensa nacional y la escuela. Librería Cervantes. La Habana, 1923.

  • Leal García, Haydée. Pensar, reflexionar y sentir en las clases de Historia. Editorial Pueblo y Educación. La Habana, 2000.

  • Marx, C. y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Tomo I. Editorial Progreso. Moscú, 1973.

  • Martí Pérez, José: Obras Completas, tomos 2 y 9. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975.

  • Vitier, Cintio. Ese Sol del Mundo Moral. La Habana: Ediciones Unión. La Habana, 2008.

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