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Cultura versus globalización: a propósito de la Cultura Física en Cuba

 

Facultad de Cultura Física y el Deporte en Cienfuegos

(Cuba)

Mayelín Hernández Rivero

Iren Yel Díaz Sobrino

omena@ucf.edu.cu

 

 

 

 

Resumen

          Los defensores de la cultura en Cuba han observado el notable impacto que ha ocasionado el proceso de globalización, sobre todo en su dimensión deportiva. Por cuanto, la presente investigación refleja un problema que afecta sensiblemente al deporte cubano, teniendo como objetivo: demostrar que nuestro país ha enfrentado los retos del proceso de globalización cultural, haciendo énfasis en la esfera de la cultura física actual. Con tal motivo, atletas, entrenadores y aficionados de la cultura física en el contexto nacional han acudido a la aplicación de estrategias bien definidas, dirigidas a enfrentar los estragos del fenómeno globalizador.

          Palabras clave: Cultura. Cultura Física. Deporte. Globalización.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 177, Febrero de 2013. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El vocablo “cultura” se ha introducido en el lenguaje contemporáneo, sobre todo en las últimas décadas, ante la evidente importancia que han ido cobrando los problemas de las identidades culturales en medio de un mando hegemonizado por el capital trasnacional y la pretensión de globalizar y homogeneizar las naciones.

    La cultura en Cuba está al margen de la propia historia, pues tal proceso es el que permite entender esa historia como cubana. El deporte, como parte de las manifestaciones de esta cultura, es fruto de la Revolución y constituye un derecho de todo el pueblo. Sin embargo, éste ha sufrido considerablemente los embates de una inhumana globalización.

    Ante tal situación, Cuba ha demostrado que su práctica deportiva es un símbolo de identificación para toda la nación, y que constituye, a su vez, un elemento de orgullo. Teniendo en cuenta esta idea, el siguiente trabajo intenta demostrar que nuestro país ha resuelto con éxito los desafíos impuestos por la globalización cultural, sobre todo en la esfera de la cultura física, para lo cual se han empleado estrategias propias de la Revolución Cubana.

Desarrollo

    “(...) la cultura, por lo que el talento brilla, tampoco es nuestra por entero, ni podemos disponer de ella para nuestro bien, si no es principalmente de nuestra patria, que nos la dio, y de la humanidad, a quien heredamos”. Roberto Fernández Retamar

    La cultura es resultado de un proceso histórico vinculado a condicionamientos históricos-sociales. Pero estos procesos se revelan siempre en la conducta y en los actos de los hombres. La filosofía, y especialmente el materialismo histórico, plantean que el pueblo es el creador del proceso histórico-cultural, ya que éste no constituye algo inmutable, fuera de la historia, dado de una vez y para siempre. Está constituido, ante todo, por los trabajadores, y en la sociedad de clases antagónicas, por las masas explotadas.

    La importancia de las masas populares en el proceso histórico está dada por el papel determinante del modo de producción de los bienes materiales en el desarrollo de la sociedad. Como ya sabemos, la producción material es el sustento de la vida social, y precisamente el pueblo es quien constituye la principal fuerza productiva, la fuerza decisiva del desarrollo social, el verdadero creador de la historia y la cultura. Pero éste no sólo constituye el progreso económico, ha contribuido también con una enorme aportación al desarrollo de la cultura espiritual de la sociedad. El pueblo no es sólo la fuerza creadora de todos los valores materiales, sino también fuente inagotable de valores espirituales. La ciencia y el arte son resultado de la experiencia del pueblo, y pertenecen, por su misma esencia, a él.

    “Uno de los propósitos fundamentales de la Revolución - señaló el Comandante en Jefe en 1961 - es desarrollar el arte y la cultura, precisamente para que lleguen a ser un real patrimonio del pueblo (…), queremos una vida mejor para el pueblo en todos los órdenes espirituales, una vida mejor para el orden cultural”. (Castro Ruz, 1978)

    Pensemos: ¿será respetada esta idea en contextos internacionales? ¿Gozará la humanidad de una cultura para todos? Partiendo de esta interrogante, y considerando la necesidad del reconocimiento de la cultura cubana, el siguiente trabajo pretende demostrar que Cuba ha enfrentado los retos del proceso de globalización cultural, haciendo énfasis en la esfera de la cultura física, que a pesar de las constantes agresiones a la que ha sido sometida forma parte de un escenario capaz de mantener siempre en alto el nombre de nuestra patria.

    El sentido cultural ha cobrado auge en el lenguaje contemporáneo, por la pretensión de globalizar y homogeneizar culturas y naciones, al igual que ocurre con la producción, la distribución y el cambio.

    La globalización es el gran tema de este siglo. No hay debate que no dedique al asunto un momento de reflexión y análisis. Sus efectos y consecuencias se han convertido en una obsesión para el hombre contemporáneo. Y no es para menos. Como ha dicho Fidel Castro, en nuestra época “se está jugando algo más que el desarrollo: nuestra propia sobrevivencia como especie”. (Castro Ruz, 1998)

    Un problema terrible es el de la tendencia hacia una monocultura universal. Tal y como advirtieran Marx y Engels, la burguesía probó su potencial revolucionario y progresista en su avance histórico, pero en la misma dimensión en que se expandía fue creando las bases de su negación autodestructiva. La globalización es parte de ese irreversible deterioro, independientemente de su apogeo actual y de las limitaciones lógicas de las previsiones marxistas.

    La profanación constante de los valores autóctonos es uno de los rasgos más evidentes de la globalización en el decisivo ámbito de la cultura. Esto es, ni más ni menos, la anulación de su cultura, la domesticación total del individuo. La globalización trata de inculcar, mediante su dominio inmenso de los medios de comunicación masiva, como cultura, lo que es anticultura, con vistas a reducir al ser humano a una cosa que acumula cosas, matando la diversidad y la libertad de creación en el arte que enriquece la mente del hombre.

    La globalización, en la misma medida en que se despoje de la irracionalidad neoliberal y avance la solidaridad, crea posibilidades de una vigorosa cultura mundial en la cual, según pensamos los cubanos, no se olviden, sino se universalicen las identidades nacionales y regionales, asentadas en la creatividad individual.

    En la defensa de una globalización cultural humanista se impone la creación de una nueva conciencia. En ella entran los principios éticos universales que aparecen en los textos sagrados de todas las religiones y cultos y en los movimientos liberadores representó la claridad ante el oscurantismo feudal, así como en el pensamiento de Marx, Engels y Lenin y particularmente de nuestro Martí, que proclamaba no servir a los hombres sino al hombre.

    En el caso de Cuba, en las condiciones de bloqueo económico, diplomático y cultural impuesto por el imperialismo, nuestro pueblo ha logrado llevar el mensaje revolucionario a esos pueblos hermanos y estimular el conocimiento y divulgación en nuestra patria de las creaciones artísticas de América Latina. Los representantes de nuestra cultura nacional han contribuido a estrechar los lazos solidarios y de amistad que nos unen a todos los pueblos del mundo.

    Entre los avances de la Revolución en la cultura merecen especial señalamiento los siguientes:

  • La participación de las masas en la actividad cultural con la incorporación activa de trabajadores, campesinos y estudiantes, y muy especialmente de los niños y jóvenes.

  • La revalorización de las obras más importantes del arte y la literatura nacionales y de la cultura universal.

  • El estudio de las raíces culturales, el reconocimiento de sus valores, y el desarrollo de éstos.

  • La fundación de organismos, instituciones y agrupaciones culturales.

  • La organización del sistema de enseñanza del arte y la creación de escuelas formadoras de instructores.

  • La creación de una cinematografía nacional y la extensión de servicios cinematográficos a las zonas rurales y montañosas.

  • Un creciente movimiento editorial que da posibilidades al pueblo de conocer la variedad y riqueza de la cultura cubana y universal.

  • Incremento de bibliotecas, galerías y museos.

  • Relevantes logros en el terreno de la creación artística como el surgimiento de la Escuela Cubana de Ballet.

    La Revolución ha liquidado las condiciones de penuria y humillación en que se mantenía el arte, ha eliminado el carácter exclusivista que la burguesía imprimió a determinadas manifestaciones artísticas y ha echado las bases para el desarrollo de una cultura socialista. La cultura del socialismo progresa constantemente y busca los medios expresivos más adecuados al contenido de la vida del hombre. El arte en el socialismo es una de las vías principales del conocimiento que utiliza para ello la apreciación estética.

    En las condiciones de una sociedad colectivista, en la misma medida en que avanzan la técnica y la ciencia, las necesidades culturales son más amplias y se hace más urgente y posible su satisfacción. El capitalismo fomenta una especialización deshumanizada del trabajador. El socialismo, por su parte, procura su plena e integral realización como ser humano. La cultura del socialismo ofrece el terreno y los medios para el desarrollo universal del individuo, y para la formación de su personalidad creadora, capaz de actuar libre y efectivamente en distintas esferas sociales.

    Como hemos visto, en medio del desarrollo una globalización atroz, la Revolución Cubana mantiene su prestigio y autoridad nacional e internacional, incrementa la conciencia político e ideológica del pueblo, ha sobrepasado la etapa más crítica del Período Especial y desarrolla una ascendente recuperación económica con crecimientos importantes por años, lo que sólo ha podido ser posible por la unidad y la conciencia del pueblo, por concebir una estrategia de desarrollo muy acertada e inteligente y sobre todo porque se está librando la mayor batalla de ideas encabezada por Fidel Castro.

    La cultura incluye entre sus manifestaciones, además de lo artístico, lo profesional y lo tradicional, lo relativo a la inversión del tiempo libre y la recreación, la práctica del deporte y el entretenimiento. En el caso de Cuba, esta manifestación cultural ha sido grandemente afectada, las consecuencias han sido manifiestas en múltiples modalidades, han surgido nuevos flagelos, y se han perdido muchos valores (profesionalismo, compra de atletas, ofertas a atletas y entrenadores para que deserten, campañas de desacreditación del deporte, etc.).

    El profesionalismo, como uno de los retos a los que se enfrenta la cultura física, surgió desde la antigüedad como forma de organización y práctica del deporte, que tiene su centro de atracción en el dinero, la apuesta, el ganar a toda costa, la utilización autorizada de dopaje, la discriminación racial y el contrato del hombre como una mercancía. Con el renacimiento del deporte y su expansión y desarrollo en el siglo XIX fundamentalmente, el profesionalismo se fue apoderando de las disciplinas más atractivas, pero influyendo de alguna forma sobre la gran mayoría de las existentes. Para el atleta profesional el deporte es un fin y no un medio, una forma de hacerse de mucho dinero aunque para ello tenga que destruir a muchos, como ocurre con el boxeo profesional, donde algunos quedan con secuelas de enfermedades.

    Ante tal situación Cuba concentra a sus atletas garantizándoles educación, formación profesional, trabajo seguro, salud, reconocimiento social y humano, que atañe también a sus familiares, nunca ha usado ni podrá utilizar el dinero millonario que se gastan otros países desarrollados así como organizaciones deportivas, en pagar un deporte rentado. Nuestros ideales son los de la defensa de la actividad física como un medio de identidad, cultura y orgullo nacional que satisface al pueblo y enriquece su espíritu, pues detrás de cada medalla y cada gloria deportiva existen 11 millones de habitantes que se ven reflejados en tales hazañas. Se trata del deporte como fenómeno social, capaz de demostrar lo que un pueblo pequeño pero bien organizado puede lograr incluso en contextos internacionales, discutiendo con las grandes potencias del mundo, a pesar de la diferencia económica y material que nos separa.

    Por otra parte, la compra de atletas constituye un nuevo flagelo que acecha al deporte y que complica la defensa de la identidad nacional. Esta nueva plaga que ha invadido el deporte tuvo su mayor significación en los Juegos Olímpicos de Atlanta en 1996. En esa ocasión nuestra delegación obtuvo la octava plaza. La compra de atletas no sólo constituye un gran peligro para la pérdida de la identidad nacional y la competencia por países en los Juegos Olímpicos, sino que tiende a convertirse en una competencia entre las grandes potencias, perdiéndose el interés por participar delegaciones del resto de los países.

    Esta situación se reflejó también con una nueva magnitud en los Juegos Panamericanos de Winnipeg en 1999. La delegación de Canadá contaba con un alto porcentaje de atletas extranjeros y de igual forma ocurrió con otros países.

    Aunque se trata de un fenómeno claramente palpable en varias disciplinas, incluidas el tenis de mesa, la lucha y el levantamiento de pesas, en el atletismo, el llamado deporte rey, la cifra de inmigrantes es asombrosa. Sin dudas, la compra de atletas es una nueva y muy peligrosa manifestación capaz de destruir la esencia misma del deporte y del ideal olímpico que puede convertirse en irreversible.

    Lograr la deserción de atletas y entrenadores constituye una prioridad de primer nivel para los encargados de dirigir estas campañas contra nuestro deporte sobre la base de grandes ofertas que no se cansan de anunciar y que no siempre se cumplen. Para ello es necesario dividir la deserción en dos etapas: una de 1959 a 1992 y otra a partir de 1993 hasta la actualidad.

    En la primera etapa participaron en las competencias internacionales miles de atletas, entrenadores y directivos cubanos, y la deserción ascendió a un total de 139. A partir de 1993, cuando Cuba se vio de pronto sin el apoyo del campo socialista y enfrentando cada vez un mayor bloqueo, muchos esperaron que se destruyera. En ese momento el gobierno de los Estados Unidos y la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) sostuvo un fuerte acoso al deporte cubano.

    Durante los Juegos Centroamericanos de 1993 en San Juan, Puerto Rico, preparan un programa de asedio y publicidad. Se desata una amplia campaña contra Cuba, pero ninguna gloria o figura deportiva cubana traicionó a su pueblo, y nuestro país alcanzó el primer lugar por países. Contamos con los mejores deportistas del mundo, no sólo por su calidad deportiva, sino por su estatura humana. Están conscientes del aporte que hacen al país, porque parten de un concepto socialista y de la confianza que el pueblo les profesa, lo cual no tiene precio en este mundo.

    Atacar la imagen del deporte socialista cubano es uno de los empeños que desde los inicios de la Revolución se trazó el enemigo y para lograr este propósito han acudido a todo tipo de provocaciones, incluyendo el crimen y el terrorismo. Como ejemplo de ello tenemos el X Campeonato Mundial de Boxeo y los XIII Juegos Deportivos Panamericanos, con sucios manejos arbitrales e injustas acusaciones de dopaje hechas a Cuba para desprestigiar su rico historial de resultados. Las acusaciones de dopaje, las injusticias del arbitraje y la incompetencia de personas para ejercer sus cargos, han sido instrumentos de la campaña para desacreditar al deporte cubano.

    El deporte ha sido tomado como una vía priorizada para atacar la Revolución Cubana, utilizando como medio fundamental la hostilidad y agresividad de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), empeñada en destruir la imagen de la Revolución. Sin embargo, el deporte en Cuba es fruto de la Revolución y forma parte de sus principales conquistas al convertirse en un derecho del pueblo. Lo logrado en este sentido es totalmente palpable. El deporte cubano es reconocido en el contexto nacional e internacional. Es una actividad que forma parte del orgullo, la identidad y la cultura nacional.

    Cuba es una potencia a nivel mundial, ubicada en los primeros lugares por países en los Juegos Olímpicos, con varios campeones y récords mundiales en diversos deportes y eventos, y una sólida Educación Física que cuenta con numerosos especialistas. Como continuidad de una política definida desde los inicios de la Revolución, Cuba mantiene convenios deportivos con diversos países, ocupa cargos internacionales en organismos especializados, y ha prestado colaboración técnica en más de 70 naciones. Como resultado de esa colaboración nuestras escuelas de Educación Física han formado numerosos especialistas en Latinoamérica, el Caribe y África.

    Cuba ha situado el deporte como un medio fundamental entre los indicadores de desarrollo humano y social para garantizar una vida sana y saludable, lo cual han tratado de incluir otros países, pero no tienen al hombre en su centro, sino que crean una escala de valores que destruye al ser humano y desvirtúan los verdaderos derechos de la humanidad.

Conclusiones

    La Cultura Física en Cuba, como parte de las manifestaciones de la cultura de un pueblo, ha sido grandemente afectada en medio de todo un contexto internacional que se relaciona con el desarrollo de una inhumana globalización.

    Ante este mundo globalizado, los flagelos y las nuevas formas de agresiones que acechan al deporte socialista cubano, forman parte de un escenario internacional radicalmente diferente a nuestros principios. Para ello Cuba ha acudido a la aplicación de estrategias bien definidas, dirigidas a enfrentar con éxitos los retos que tenemos por delante.

Bibliografía

  • Castro Ruz, Fidel. (1978). Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, La Habana.

  • Castro Ruz, Fidel. (1998). Discurso pronunciado en la XII Cumbre del Movimiento de Países No Alineados. En Granma, La Habana.

  • Fernández Retamar, Roberto. Algunas consideraciones sobre cultura en José Martí. En Honda, La Habana; (1); p. 20.

  • INDER. (2000). Retos del deporte cubano ante un mundo globalizado. La Habana, junio, 2000.

  • González Jiménez, Omar (1998). Paradojas de la globalización: aún estamos vivos. En Cuba Socialista (La Habana); (12); p. 5-10.

  • Valdés Vivó, Raúl (1999). Neoliberalismo contra humanismo. En Cuba Socialista, La Habana; (12); p. 44 – 50.

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