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Lanzamiento de disco: Checoslovaquia,
de París a Moscú pasando por Munich

 

Licenciado en Educación Física

Técnico Deportivo Superior en Atletismo

Técnico Deportivo de primer nivel en Fútbol Sala

Preparador físico de Fútbol Sala División Nacional 2ª A y B

Coordinador de la Escuela de Fútbol Sala del F. S. Vilassar de Mar

Exprofesor de la Escuela Catalana de Entrenadores de Fútbol y Fútbol Sala

Xavier Palau Roig

xpalau2000@yahoo.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          Breve historia de tres lanzadores de disco que tuvieron un objetivo común y que solamente el lugar y el momento les diferenció de sus gestas, los tres subieron al pódium Olímpico representado a un mismo país y dejando su huella en la historia mundial del lanzamiento de disco.

          Palabras clave: Lanzamiento de disco. Juegos Olímpicos. Historia.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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    Hace algún tiempo, leyendo y repasando viejos apuntes, algún que otro libro con las páginas amarillas envejecido por el transcurso del tiempo, viejas y entrañables fotos en blanco y negro, encontré una vieja historia que había escrito alrededor de 1980. En aquellos espléndidos años de juventud, el atletismo me absorbía como atleta y entrenador, deporte noble, sacrificado, auténtico y único, el cual me llenó de momentos inolvidables, forjó mí carácter y marcó mi vida.

    La nostalgia que me produjo su lectura me invadió de nuevo y las sensaciones de rescribirlo no tardaron en aflorar. Así pues, me puse en marcha…

    Este relato trata de tres lanzadores de disco que les unió una nación y una misma idea, subir al pódium Olímpico.

    Todo empezó en el complicado ambiente de los Juegos Olímpicos del verano de 1900, el atleta de Bohemia (más tarde Checoslovaquia) Frantisëk Janda-Suk con tan solo 22 años, estaba situado en la zona de lanzamiento del bosque de Boulogne, acurrucado, agazapado, enroscado, como si buscara algo en el suelo, de repente sus piernas giran como una turbina, las zapatillas esparcen pedazos de tierra por todos los lados, su cuerpo se destornilla hacia arriba y el disco sale disparado y vuela lejos, muy lejos en aquellos tiempos y tan cerca en los nuestros. Los jueces miden el lanzamiento y su veredicto 35,14 metros, una marca que lo hace subir al segundo peldaño del pódium y el primer atleta que consigue una medalla para Checoslovaquia. De hecho, no le dieron nunca ninguna medalla, el premio fue calendario de escritorio, ya que por aquella época solamente al primer clasificado se le otorgaba la medalla.

    A Frantisëk Janda-Suk le debemos su gran novedad técnica en esta disciplina atlética, el giro, acción que fue mejorando y un año después le proporcionó ser el nuevo recordman mundial con una marca de 39,42 metros.

    Nuestro segundo invitado se encuentra en Munich 1972, unos juegos marcados por el terrorismo internacional y la inseguridad, en el estadio una única mirada hacia la jaula de lanzamiento, es el sexto intento y Danëk tres veces recordman mundial y primero en sobrepasar oficialmente los 65 metros, se dirige hacia el círculo de lanzamiento, controla el viento, se concentra, se balancea, su pie izquierdo pivota y gira fulminantemente, su brazo enérgico como un látigo catapulta al disco y este inicia su vuelo más largo, aterriza más lejos que ningún otro, el sueco Richard Bruch sonríe, Jay Silvester busca alguna cosa dentro de su bolsa deportiva, el otro norteamericano, John Powell reza. Los jueces miden dos veces la longitud del lanzamiento y en el marcador electrónico aparecen los 64,40 metros. Los 80.000 espectadores aplauden la gesta, Silvester y Bruch le dan la enhorabuena levantándolo en hombros, mil felicitaciones y el oro olímpico acaricia su pecho al subir al escalón más alto del pódium. Ludvik Danëk gana su tercera medalla en unos Juegos Olímpicos, seguramente fue la más preciada, después de la plata obtenida en Tokio ‘64 y el bronce de México ‘68.

    El tercer personaje de esta historia nos acerca a los Juegos Olímpicos de Moscú ‘80 y al impresionante y gigantesco lanzador de disco Imrich Bugár que le precedía la medalla de bronce en los europeos del ‘78. El lunes 28 de Julio, dentro del estadio se va ha celebrar la final del concurso de lanzamiento de disco, una final muy apretada en marcas y sin atletas norteamericanos por el boicot, el pódium se debería dilucidar entre seis atletas, Schmidt de la antigua República Democrática Alemana, Delis de Cuba, los rusos Dumchek, Duginyets y Rashchupkin y el checo Bugár. En su cuarto intento, Bugár entra dentro de la jaula de lanzamiento, piensa, se concentra, gira y grita, el brazo derecho finaliza el gesto y lanza el disco hasta 66,38 metros, marca que le hace poseedor de la medalla de plata por detrás del ruso Viktor Rashchupkin que sube a lo más alto del pódium con una marca de 66,64 metros, siendo tercero el cubano Delis, la medalla de oro ha estado a muy pocos centímetros.

    Imrich Bugár cinco años después llegó hasta los 71,26 metros, su mejor registro que aún hoy en día está presente entre las diez mejores marcas mundiales de todos los tiempos.

    Nuestros tres elegidos llegaron ha obtener su meta, representando a su país, Checoslovaquia, país orgulloso de la historia trazada por sus discóbolos desde los JJ.OO. de París en 1900 hasta ‘Moscú 80. Solamente el tiempo y el lugar darán nuevos futuros héroes de una historia que ya nunca podrá cambiar ni ser olvidada.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 17 · N° 175 | Buenos Aires, Diciembre de 2012
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