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Programa de entrenamiento físico para sujetos con fibrosis quística

 

Doctorando en Fisiología e Inmunología.

Ldo. en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Universidad de Extremadura

Mestrado en Exercicio e Sàude. Universidad de Évora, Portugal

Máster en Investigación en Atención Sociosanitaria. Universidad de Extremadura

Técnico de la Asociación Extremeña de Fibrosis Quística

Christian Clemente Polán

ch_clpo@hotmail.com

(España)

 

 

 

 

Resumen

          El tratamiento mediante terapia física en Fibrosis Quística (FQ) es un proceso que en determinados casos compete una gran complejidad. Los últimos estudios sugieren, que cuanto antes se aplique el tratamiento, tanto en individuos en situación estable, en fase de mantenimiento, como en recuperación, mejores serían los resultados con respecto a la supervivencia y calidad de vida relacionada con la salud. Una de las mejores formas de abordar el programa de ejercicio físico en la FQ, parece ser una combinación de ejercicio aeróbico y de trabajo muscular.

          Palabras clave: Fibrosis Quística. Rehabilitación. Entrenamiento. Ejercicio físico.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    El tratamiento mediante terapia física en Fibrosis Quística (FQ) es un proceso que en determinados casos compete una gran complejidad. Es por ello, que se hace estrictamente necesaria una valoración previa y continuada del sujeto, para poder determinar de manera precisa la terapia y protocolo más adecuados en cada momento del proceso patológico.

    Partiendo de la base de que no todos los individuos necesitan un tratamiento especializado, habría que tratar de adaptarlo a las necesidades fisiopatológicas, psicológicas y sociales de cada paciente, sin olvidar el influjo del contexto socioeconómico, familiar y personal; ya que en determinadas ocasiones el tratamiento perfecto no es la mejor opción terapéutica.

    Remitiéndonos a los inicios de ésta, es sabido que no fue hasta aproximadamente finales de la década de los 70 y comienzos de los 80, cuando a los sujetos con FQ se les empezó a animar a la práctica de ejercicio físico. Ya que con anterioridad, se les desalentaba a realizarlo, pensando que la tensión física y emocional causada por la disnea durante la ejecución del mismo, provocaría efectos adversos sobre su salud. Actualmente se ha comprobado que ocurre exactamente lo opuesto y se alienta activamente a las personas con FQ a realizar ejercicio físico, incluso durante los procesos de exacerbación.

    La causa predominante del recelo a ésta práctica de ejercicio físico reside, como ya ha sido mencionado, en la aparición de la disnea; que contribuye a que el sujeto disminuya la frecuencia e intensidad de la actividad física a realizar, implicando además a largo plazo un descondicionamiento físico. Dicha situación, que origina a su vez en el individuo un mayor grado de fatiga ante esfuerzos, crea así un círculo vicioso que debe ser aplacado con determinación.

    Los últimos estudios sugieren, que cuanto antes se aplique el tratamiento, tanto en individuos en situación estable, en fase de mantenimiento, como en recuperación, mejores serían los resultados con respecto a la supervivencia y calidad de vida relacionada con la salud.

    Algunas investigaciones señalan además, que la función pulmonar declina más lentamente en pacientes que realizan ejercicio que en aquellos que no lo hacen. Y que al mismo tiempo, la realización de éste, mejoraría la disnea, la tolerancia al ejercicio, la eficiencia respiratoria, y el mantenimiento o incremento de la masa libre de grasa y de la densidad mineral ósea; comportando por ende a un retraso en la aparición de la osteoporosis, a una disminución de la ansiedad y la depresión, a un incremento de la sensación del bienestar y del rendimiento académico y/o profesional. Mejorando a su vez, ciertos indicadores fisiológicos como la frecuencia cardíaca, la tolerancia a la glucosa, los niveles de lactato sanguíneo y la expresión de los antígenos de superficie en los neutrófilos.

Intervención

    Pero previo al comienzo de cualquier programa de ejercicio físico, deben tenerse en cuenta ciertas consideraciones, y resulta estrictamente necesario realizar una prueba de esfuerzo en tapiz rodante o cicloergómetro, para valorar la respuesta a éste en sujetos con una función pulmonar <50-60%FEV1.pred., o en caso de individuos con mal pronóstico. En sujetos estables, sería suficiente con una prueba submáxima de capacidad funcional.

    En lo que refiere a la intensidad del ejercicio, ésta dependerá de la gravedad sintomatológica de la enfermedad. Para ello se utiliza habitualmente, tanto para la prescripción como para el control del entrenamiento, una escala subjetiva del esfuerzo para el control del mismo y para la valoración de la fatiga local del miembro inferior, y el uso de una escala analógica visual para la evaluación de la disnea; además, del registro telemático de la frecuencia cardiaca y la saturación de oxihemoglobina.

    Una de las mejores formas de abordar el programa de ejercicio físico en la FQ, parece ser una combinación de ejercicio aeróbico y de trabajo muscular. Teniendo en cuenta que el tipo de ejercicio debe estar relacionado tanto con el ambiente socioeconómico, la ocupación, la motivación y edad del individuo, así como con el grado de severidad de la enfermedad. Además, debe ser progresivo y continuado, prestando especial atención a las preferencias e intereses del sujeto, favoreciendo de este modo una mejor adherencia al tratamiento.

    El volumen mínimo recomendado para la realización de ejercicio es de 20 a 30 minutos acumulados diarios, de realización preferentemente continua o interválica (si los datos recogidos así lo sugirieran). Con una frecuencia mínima de 3 ó 4 veces por semana, y cuya intensidad debe estar comprendida entre el 60-85% de la frecuencia cardiaca máxima, o entre el 40-70% de la frecuencia cardiaca de reserva; monitorizando permanentemente esta última junto con la saturación de oxígeno (incluyendo de 15-20 minutos anteriores y posteriores a la sesión de intervención).

    Mención especial merece la programación de terapia física en el niño, que no sólo debe ser adecuada al aspecto meramente fisiopatológico, sino que además, debe ser ajustada a cada etapa del crecimiento y al desarrollo físico-emocional del individuo. Es obvio, que la respuesta al entrenamiento aeróbico en los niños no es igual que en los adultos, ya que la capacidad aeróbica máxima de un individuo no se alcanza sino hasta terminada la pubertad. Con lo que los programas basados en ejercicios predominantemente dinámicos, resultan adecuados solamente para una parte de este colectivo. Asimismo, es conocido que los niños en general, encuentran extremadamente tediosa la realización de actividades semejantes a las practicadas por adultos, donde la metodología es más cerrada y analítica. Por ello, se requiriere un desarrollo más global de las actividades, donde los objetivos se enfoquen a través de juegos y en los cuales prime la base lúdica; favoreciendo con ello la motivación y la deseada adherencia al tratamiento.

    Por otro lado, contrariamente a lo que cabría esperar durante la realización de ejercicios de alta intensidad, el individuo no sólo experimenta una sensación de falta de aire sino que habitualmente debe limitar o finalizar la actividad debido a la fatiga muscular local acumulada, sobre todo en el miembro inferior. Este hecho ha supuesto un cambio de paradigma en el objetivo de tratamiento físico del sujeto con FQ; debido a la debilidad muscular producida por entre otros factores: el sedentarismo, la malnutrición, la medicación, la hipoxemia y los procesos inflamatorios de las vías aéreas e intrínsecos de la musculatura esquelética.

    En lo que respecta a la tolerancia al ejercicio; si bien las personas con FQ pueden presentar alteraciones en la mecánica pulmonar, y frecuentemente en el intercambio de gases, lo que puede condicionar la intolerancia al ejercicio antes de que el músculo esquelético alcance su límite de funcionalidad, se ha demostrado la existencia de una disfunción muscular periférica que contribuye de manera sustancial a reducir dicha tolerancia, clásicamente atribuida únicamente a factores pulmonares. Algunos estudios incluso refieren que la intolerancia al ejercicio en la FQ tiene una mejor correlación con la masa/función muscular de miembros inferiores que con el grado de obstrucción bronquial.

    Se ha descrito que pacientes con FQ con una función pulmonar comparable, pueden presentar diferentes niveles de tolerancia al ejercicio, debiendo ser analizada como un fenómeno modulado tanto por factores pulmonares como de la musculatura periférica. Contribuyendo su medición por tanto, a una evaluación de la severidad de la enfermedad más integral de lo que pudiera resultar la sola medición del funcionalismo pulmonar en reposo.

    La pérdida de peso corporal, refiere también otro punto y aparte. Ésta, que se debe fundamentalmente a una depleción de la masa libre de grasa, puede observarse también en pacientes con un peso corporal preservado, debido a la concurrencia de fenómenos como la disminución de masa magra, aumento de la masa grasa corporal y redistribución de ambas. Estos cambios morfológicos ocurridos en el músculo esquelético, secundarios a los procesos inflamatorios, de hipoxemia e inmovilización continuada, se caracterizan por una atrofia de las fibras musculares tipo I y IIa fundamentalmente. Hecho que puede revertirse, al menos parcialmente con el entrenamiento físico.

Conclusión

    Por todo esto, el entrenamiento físico en la FQ no solo constituye una terapia dirigida a restituir los efectos del sedentarismo y/o inmovilización sobre el músculo periférico de estos pacientes, sino que constituye además una herramienta que permite profundizar en el entendimiento de los mecanismos etiopatogénicos, responsables de la disfunción muscular periférica.

    El entrenamiento físico es ya parte del conjunto de medidas ofrecidas a la mayoría de las personas con FQ. Los beneficios obtenidos a partir de la inclusión del ejercicio físico en un conjunto de medidas de atención, pueden estar influidos por el tipo de programa de entrenamiento. Aún así, son necesarios un mayor número de estudios para evaluar, de un modo exhaustivo, los beneficios de los programas de ejercicio en personas con FQ, y los beneficios relativos del agregado de ejercicio aeróbico versus anaeróbico.

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