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El desarrollo psicomotor de los escolares con diagnóstico de retraso mental leve del primer grado, desde la clase de Educación Física

 

*Lic. en Educación Física y Deportes

**Profesor titular de la Universidad de Ciencias

de la Cultura Física y el Deporte “Manuel Fajardo”, Camagüey

***Profesora auxiliar de la Universidad Pedagógica José Martí

****Directora del Centro de Diagnóstico y Orientación. Camagüey

Lic. Wilman Damiam Patiño Solis*

Dr.C. Ángel Luis Gómez Cardozo**

Dr.C. Dania María Santi Morlanes***

Dra.C. Olga Lidia Núñez Rodríguez****

(Cuba)

 

 

 

 

Resumen

          El presente artículo expone algunas consideraciones sobre la psicomotricidad; sus características, los aspectos de desarrollo en edades tempranas, particularidades del desarrollo del niño con diagnóstico de retraso mental leve, destacando en este, el papel protagónico del profesor de Educación Física como guía mediador en el desarrollo de la psicomotricidad en estos niños, resaltando las posibilidades que tienen estos niños tomando en cuenda su coeficiente intelectual y su amplia posibilidad de movimientos físicos, entendidos como motricidad gruesa. Del mismo modo resaltamos los aspectos de la psicomotricidad.

          Palabras clave: Proceso docente educativo. Educación Física. Retraso mental leve. Desarrollo psicomotor. Docente.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La psicomotricidad es un componente básico para el aprendizaje; de ahí la importancia de trazar estrategias que propicien su desarrollo; pues de existir dificultades, estas pueden ir repercutiendo negativamente en otras áreas, agravando y comprometiendo su desarrollo, el proceso docente educativo juega un papel importante en los escolares con diagnóstico de retraso mental leve; ya que constituye la base para abordar con éxito otros aprendizajes (lectura, escritura y cálculo), asumiendo la importancia del movimiento en la maduración física y psíquica del ser humano. Las actividades psíquicas y motoras constituyen un todo funcional sobre el cual se fundamenta el conocimiento.

    En este sentido es significativo señalar la importancia que adquiere la motricidad en la construcción de la personalidad del niño. Las investigaciones de Piaget (1975), Wallon (1980), Ajuriaguerra (1979), Le Boulch (1981), Vayer (1973), Cratty (1990), Lapierre y Aucouturier (1995), sobre la conducta infantil, han contribuido a la explicación de cómo a través de la motricidad se van con­for­mando la personalidad y los modos de conducta.

    Por tanto cualquier planteamiento relacionado con el desarrollo de la psicomotricidad parte de la idea donde el niño organiza poco a poco el mundo a partir de su propio cuerpo y en la relación que establece con las personas y objetos que le rodean. Esta intervención puede hacerse de manera individual o en grupo, según la edad y necesidades. El contexto debe ser el proceso pedagógico que favorece no sólo el desarrollo de la motricidad; sino también la socialización del niño para evitar la apatía, despertar el interés y aumentar la curiosidad, aspectos a tener muy en cuenta en la atención a escolares con diagnóstico de retraso mental leve.

    El desarrollo de la psicomotricidad es condición imprescindible para el aprendizaje de la lectoescritura; pues este proceso requiere de coordinación viso motora y entrenamiento motriz de las manos. En esta etapa es de suma  importancia que desde los primeros grados se planifique el desarrollo de una serie de ejercicios, secuenciales en complejidad, para lograr el dominio y destreza de los músculos finos de dedos y manos.

    Investigaciones realizadas por Dupré (1895); Ajuriaguerra (1936); Diatkine (1950); Boscaini (1988) y Lapierre (1990); entre otros, confirman que los antecedentes y fundamentos teóricos de esta problemática se dirigen de forma general al desarrollo de la psicomotricidad en escolares de la Educación Básica.

    En el caso del tratamiento a la psicomotricidad de escolares portadores de retraso mental leve se han elaborado programas para contribuir al desarrollo de la psicomotricidad, haciendo énfasis en la motricidad de forma general y el desarrollo del lenguaje. Independientemente de todo lo que se ha avanzado en la educación de los escolares con diagnóstico de retraso mental leve, no se logra aún el desarrollo máximo de las potencialidades que poseen. Se impone entonces la necesidad de encontrar vías para que los maestros comprometidos con la educación de estos escolares, cuenten con los elementos teóricos y metodológicos necesarios para dirigir el proceso de desarrollo de la psicomotricidad; para alcanzar este fin es preciso el desarrollo de investigaciones relacionadas con este tema.

Desarrollo

    El movimiento ha desempeñado un papel primordial en el proceso evolutivo de la especie (o sea en la ontogénesis) y su importancia ha sido reconocida como fundamental en los primeros años de vida del ser humano para el desarrollo cognitivo (Piaget, 1982). El movimiento es también esencial en todos los niveles de organización de los sistemas vivos tanto en su evolución biológica como cultural (Maturana & Varela, 1987).

    Sin embargo, nos encontramos con algunos enfoques en los que el movimiento humano es visto como un medio, es decir, el aprendizaje por el movimiento o a través del movimiento; otros lo ven como un fin, el aprendizaje del movimiento. Ninguno de los enfoques es más importante que el otro; cada uno tiene su posición en el contexto educacional; quizás el concepto que engloba ambos enfoques sea el del aprendizaje con el movimiento (Oliva, 1999), en el cual se reconoce la integración de todos los dominios del comportamiento humano en el acto motor.

    El movimiento, por ser un elemento esencial en el proceso de interacción entre el ser humano y el medio ambiente, es un fenómeno complejo y, como tal, presenta varios elementos que se encuentran en constante interacción. Tani et al. (1988) propusieron que esa complejidad fuese estudiada a través de dos principios: el de la totalidad y el de la especificidad.

    El principio de totalidad implica que el comportamiento consiste en la interacción de todos los dominios: el cognitivo (el pensamiento lógico), el afectivo-emocional (sentimientos y emociones) y el motor (el movimiento). El principio de especificidad sostiene que esa interacción varíe de acuerdo con el contexto y el tipo de actividad cuando hay una primacía de un dominio sobre los demás.

    El hombre, por esencia, es un sistema abierto, es decir, recibe información en forma de energía, la procesa a través de impulsos nerviosos y genera comportamientos y/o elimina productos de desecho. Desde el punto de vista motor, el niño, al ejecutar un movimiento, observa el ambiente, establece una meta u objetivo, elabora un plano de acción para realizar la meta, hace la verificación experimental de su plano a través del acto motor, evalúa el resultado y decide sobre las correcciones, modificaciones y cambios del plano motor si no alcanzó la meta.

    De esta forma, los movimientos tienen un papel primordial en la operación básica de adaptación de los organismos vivos. Tal papel involucra la planificación y la verificación experimental. Aquí se puede apreciar que la información es esencial en el control de la energía y al igual que el producto, el movimiento genera nuevas informaciones (Oliva, 2000) Esquema básico procesamiento información del movimiento humano.

    El desarrollo psicomotor hace que el niño o la niña, con sus potencialidades genéticas que van madurando y la intervención de facilitadores ambientales, vaya construyendo su propia identidad. Esa identidad es tangible primero y representativa después. La motricidad al comienzo está inducida por nuestras sensaciones (sensoriomotricidad), luego por nuestra organización de la realidad (perceptomotricidad) y finalmente por nuestros deseos y pensamientos (ideomotricidad). El cuerpo es el medio entre el mundo interno del hombre y su entorno. El desarrollo del hombre va a depender en todo de la relación entre su cuerpo y el medio ambiente y en ello desempeñan un papel fundamental todos los canales de comunicación.

    Al hablar del retardo en el desarrollo psicomotor: Esta noción implica, como diagnóstico provisional, que los logros del desarrollo del niño y la niña (motricidad gruesa y fina, aptitudes sensoriales, cognitivas e interactivas), aparecen con una secuencia lenta para su edad y/o cualitativamente alterada, a lo largo de los primeros 30-36 meses de vida. El cuidadoso estudio y seguimiento clínico del infante permitirá aclarar si se trata de: Una variante regular del desarrollo, que se normalizará espontáneamente.

    El efecto de un déficit sensorial aislado, en especial la sordera neurosensorial profunda congénita. El preludio de una futura deficiencia Intelectual. La primera manifestación de un trastorno tónico motor crónico no progresivo, por daño encefálico o, con menos frecuencia, un trastorno muscular congénito de escasa o nula evolución clínica. La primera manifestación de una futura torpeza selectiva en la psicomotricidad fina y/o gruesa (trastorno del desarrollo de la coordinación), que suele manifestarse en el preescolar. Este cuadro se asocia frecuentemente al trastorno por déficit de atención e hiperactividad.

    Pérez-Olarte (2003), plantea que el diagnóstico de retraso psicomotor debe hacerse en función de las capacidades cuantitativas y cualitativas del desarrollo del niño y la niña dentro del proceso seguido por la población general. En ocasiones, la edad de adquisición de una capacidad está dentro de los márgenes normales pero apreciamos dificultades en su calidad. Si esto persiste o afecta a diferentes áreas puede plantearse también la posibilidad de un trastorno en el desarrollo. Cuanto más se aleje un niño o niña de la normalidad en sus adquisiciones, más posibilidades hay de que tenga un retraso psicomotor.

    Es posible que un niño o niña presente un retraso en su desarrollo psicomotor si sus actitudes sensoriales, cognitivas o interactivas se producen lentamente entre los 2 y 3 años de vida. Los niños que presentan problemas en su desarrollo psicomotor deben ser llevados rápidamente a una consulta médica. Con la intervención de un especialista se conocerán sus causas y se procederá al tratamiento más apropiado

    Según Luis Schlack el retardo en el desarrollo psicomotor está presente en el niño(a) si se retardan todas las áreas de la maduración sin omitir ninguna: social, del lenguaje, emocional, cognitiva, de la visión, de la audición, motora de posibles etiologías, en el período pre, peri y postnatal, como causa de: antecedentes de posibles infecciones virales (Torch) , posibles hipoxemias (intención de aborto), hipertensión materna, exposición a agentes teratogénicos como alcohol, drogas, insecticidas, plomo, benceno, radiaciones, hipoxia, hipoglicemia, hiperbilirrubinemia, trauma obstétrico, prematuridad, macro-microcefalia, convulsiones, infecciones del Sistema Nervioso Central, traumatismos encéfalocraneano severos, trastornos hidroelectrolíticos, intoxicaciones.

    Una mención especial de la anamnesis postnatal merecen los siguientes aspectos psicosociales: deprivación cultural, hospitalizaciones prolongadas, disfunción familiar, sobreprotección, maltrato infantil, antecedentes familiares dados por: enfermedades de los padres, consanguinidad, historia familiar de retardo, historia familiar de problemas sensoriales, infertilidad previa de la pareja.

    Los trastornos del desarrollo psicomotor son muy difíciles de definir. Reflejan siempre alteraciones en las que se ven afectados varios aspectos del desarrollo del niño; de ahí la importancia de intervenir cuanto antes, pues el trastorno puede ir repercutiendo negativamente en otras áreas del niño, agravando y comprometiendo el desarrollo del niño. Podemos decir que, de modo general, los trastornos psicomotrices están muy ligados al mundo afectivo de la persona; de ahí, que en la valoración se deba contemplar la globalidad del individuo.

    Básicamente, estos niños siempre presentan tres características: torpeza de movimientos (movimientos pobres y dificultad en su realización), paratonía: el niño no puede relajar el tono de sus músculos de forma voluntaria; incluso en vez de relajarlos, los contrae exageradamente. (Este rasgo es el más característico de este trastorno) y sincinesias: a veces, también presentan inestabilidad motriz, tics, tartamudeo. Este trastorno afecta a diferentes áreas del niño: al afectivo, la sensorial, al psíquico y al motor. Será muy importante realizar un buen diagnóstico que discrimine si el niño sufre una "debilidad motriz" o se trata de otro trastorno psicomotor, para enfocar correctamente el tratamiento o reeducación.

    El centro de psicología en Bilbao plantea que en niños y niñas con el retardo en el desarrollo psicomotor se afecta la motricidad (implica movimiento, pero a la vez incluye un componente psicológico, de conocimiento que explica el por qué de los movimientos), asumiendo lo referido por la escuela internacional de psicomotricidad.

    En este caso, a criterio de los autores de la presente investigación, las razones que justifican la ponderación de los conceptos antes mencionados se expresan a través de las siguientes consideraciones: la atención tardía afecta considerablemente el desarrollo infantil y trae como resultado, el no vencimiento de los logros del desarrollo. Sin embargo, es válido señalar que una didáctica potenciadora del desarrollo de los niños y las niñas con retardo en el desarrollo psicomotor, independientemente de la complejidad con la que se manifieste la interacción de lo biológico con lo social, debe partir del precepto que indica que todo ser humano es susceptible de una acción correctiva, compensatoria, desarrolladora y rehabilitadora, en la medida que se valoren sus potencialidades por mínimas que pudieran parecer. Aún en los casos más difíciles hay que buscar potencialidades en la persona y en el medio que le rodea.

    Consideramos que el retardo en el desarrollo psicomotor es una afectación con respecto a la norma en el desarrollo psicomotor del niño y la niña en las edades comprendidas entre 0-6 años con o sin riesgo biológico, de etiología pre-peri-postnatal con posibilidades de corrección y/o compensación de acuerdo al trabajo global e interdisciplinario que realicen los especialistas en la atención temprana.

    Las siguientes consideraciones son elementos distintivos que destacan la importancia de la atención temprana a niños(as) con retardo en el desarrollo, psicomotor en comparación con las otras definiciones:

  • Se reconoce a la atención temprana (actividad conjunta, tratamiento por vía directa) como el ámbito de socialización, interacción, corrección y/o compensación de los niños(as) con retardo en el desarrollo psicomotor porque es base de numerosas relaciones sociales, el espacio donde se garantiza la unidad intersectorial, con un trabajo personalizado que ofrece posibilidades para el vencimiento de los logros del desarrollo.

  • Se destacan concepciones básicas en la atención a niños y niñas con retado en el desarrollo psicomotor, entre ellos: las necesidades individuales de cada uno, (los aspectos intrapersonales, biológicos, psico-sociales y educativos y los interpersonales), su hábitat, la familia, la cultura y el contexto social.

  • Se resalta el hecho de ubicar al niño(a) con retardo en el desarrollo psicomotor en el centro de la atención temprana (actividad conjunta y estimulación temprana o tratamiento directo), no con fines de sobreprotección, sino de la búsqueda de la normalización y la integración social, sin distinciones en relación con otros niños(as), de modo que no se limiten sus posibilidades de autonomía en la adquisición de capacidades y habilidades sociales y motrices.

  • Se fomentan los aspectos positivos y generadores de desarrollo psicomotor mediante la atención temprana, con énfasis en la evolución normal en la actividad conjunta de acuerdo con su grupo atareo y sin la disposición a la evaluación exclusiva de la desviación del desarrollo, aspectos que, repercuten de manera satisfactoria en la dinámica interna del trabajo intersectorial.

  • Se favorece la atención a la diversidad, concebida como el gran reto del nuevo milenio: paciencia, aprobación de las diferencias e integración de las mismas en fines comunes que compensen las dificultades de todos y permitan a estos niños(as) y sus familias descubrir un lugar en el mundo y ejercer sus derechos como miembros de la sociedad.

    El concepto de psicomotricidad surge, a principios de siglo, vinculado a la patología para destacar la estrecha relación entre lo psicológico y la forma de manifestarse (motricidad). Rompe con el planteamiento filosófico de Descartes de entender al individuo como una dualidad mente-cuerpo, sino que somos una unidad que vive y se expresa globalmente. No es hasta los años setenta cuando la psicomotricidad accede al ámbito educativo y, por sus orígenes, vinculada a la Educación Especial, para luego generalizarse hacia la Educación infantil y Primaria, ya que en estas etapas los niños y niñas parten de la globalidad hacia el descubrimiento propio para, a través del mundo que les rodea, llegar a la etapa de la operatividad con la adquisición de los conceptos externos a él.

    El contenido de la psicomotricidad está íntimamente ligado al concepto de cuerpo Y sus experiencias. Por ello, Madelaine Abbadie (1977) considera la psicomotricidad como una técnica que favorece "el descubrimiento del cuerpo propio, de sus capacidades en el orden de los movimientos, descubrimiento de los otros Y del medio de su entorno". A medida que se produce la maduración neuro-motora, el niño y la niña irá dejando atrás su actividad automática refleja, adquiriendo la capacidad de desplazamiento y llegando a la capacidad de realizar movimientos disociados. A través de hallazgos al azar o por imitación, descubre las partes interiores y los fragmentos de su cuerpo. Adquiere su autonomía propia cuando hay madurez de los mecanismos de acomodación y asimilación volviéndose experimentador y viviendo sus experiencias. En la línea de su desarrollo, será el receptor y el emisor de fenómenos emocionales que, por mecanismos diversos, llegarán a ser ulteriormente afectados.

    Todo esto se llevará a cabo a través de la educación psicomotriz que es, a Juicio de Defontaine, "una toma de conciencia de sí, una reestructuración, una reexpresión, una reintegración social con el mismo denominador corporal". La educación psicomotriz aborda, pues, el problema de la educación por el movimiento según Vayer (1974). De esta manera, debe ser pensada en función de la edad, los intereses del niño y de su unidad. Sólo así se puede favorecer el desarrollo de la personalidad. La educación psicomotriz es una técnica, pero es también una forma de entender la educación, una pedagogía activa desde un enfoque global del niño y de sus problemas y que debe corresponder a las diferentes etapas del desarrollo.

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