Revisión de los criterios de
clasificación Review criteria for classification of activities in the natural environment |
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*Doctor por la Universidad de Zaragoza **Doctor por la Universidad de Lleida Profesor Contratado Doctor de la Universidad de Zaragoza ***Doctora por la Universidad de Zaragoza Profesora Titular de la Universidad de Zaragoza |
Carlos Peñarrubia Lozano* Roberto Guillén Correas** Susana Lapetra Costa*** (España) |
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Resumen Desde la irrupción en los años 80 de los deportes californianos en nuestro país, las diferentes prácticas de Actividades en el medio natural han ido evolucionando hasta afianzarse en los diferentes ámbitos deportivos: Educación Física, ocio y tiempo libre, iniciación deportiva, alto rendimiento. La búsqueda de sensaciones, la ruptura con la cotidianeidad o la superación de retos son algunas de las causas que justifican esta expansión. Además, suponen una fuente de valores en sus practicantes, idóneos para su tratamiento como contenido educativo. En este estudio se presenta la revisión realizada en torno a los criterios de clasificación tenidos en cuenta por los diferentes autores que han estudiado este grupo de actividades, en función de las necesidades que presentan para su desarrollo en el ámbito educativo: entre otros, el entorno de práctica, el número de participantes y de responsables de cada actividad, la necesidad de contar con instalaciones y materiales específicos o las diferentes formas de gestión, en función del grado de responsabilidad que quiera asumir el profesorado. Palabras clave: Educación Física. Educación ambiental. Contenido de la educación. Clasificación.
Abstract In the 80’ when the sudden rise of Californian sports in our country, the different practices of Activities in the natural environment have developed to several sport lines: Physical Education, leisure, sports initiation, high performance. Sensation seek, the break of everyday routine or self challenges are some the causes that justify this expansion. They also involve a good practices of values, ideal for its inclusion as a content of education. This article presents the review made of the criteria for classification followed by the authors studying this group of activities. These criteria are based on the needs that appear as developing within the Education frame: among others, place of practice, number of participants and persons responsible for each activity, required facilities and materials, different management strategies, depending on the degree of responsibility than teachers accept. Keywords: Physical Education. Environmental education. Content of education. Classification.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 175, Diciembre de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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1. Introducción
La expansión de las Actividades en el medio natural como práctica deportiva ha hecho que éstas formen parte de los centros educativos, especialmente con la aprobación de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo de 1990 –la cual incluye este tipo de prácticas como un bloque de contenidos propio dentro del currículum de la asignatura de Educación Física.
Con el objetivo de facilitar la selección de contenidos al profesorado de Educación Física, se ha realizado una revisión de los estudios específicos de Actividades en el medio natural (entre otros, Acuña, 1991; Funollet, 1994 y 1995; Olivera y Olivera, 1995; Ascaso, Casterad, Generelo, Guillén, Lapetra y Tierz, 1996; Casterad, Guillén y Lapetra, 2000), lo que ha permitido la agrupación de los diferentes ítems contemplados para su clasificación y taxonomía en catorce criterios, a saber:
2. Criterios de clasificación de las actividades en el medio natural
Seguidamente se describen las diferentes posibilidades que se pueden encontrar para cada uno de los catorce criterios citados, expuestos en la Tabla número 1.
Tabla 1. Criterios para la clasificación de las Actividades en el medio natural.
2.1. Finalidad
En este apartado se recogen las diferentes posibilidades que autores como Olivera (1989), Tierra (1996) o Bravo y Romero (1998), entre otros, señalan para la inclusión de este tipo de actividades dentro del currículum de Educación Física. Grosso modo aparecen dos posibilidades generales: por un lado, una finalidad práctica; por otro lado, una finalidad teórico-práctica. Cada una de ellas engloba, a su vez, nuevas opciones, las cuales son definidas a continuación.
a. Finalidad práctica
En este apartado se incluyen todas las actividades propuestas con un objetivo de experimentación de las Actividades en el medio natural como manifestación físico-deportiva. Dentro de esta primera opción, y de acuerdo con Santos Pastor y Martínez Muñoz (2007), el entorno natural puede convertirse en un medio de trabajo en el contexto educativo desde tres puntos de vista:
Como un recurso metodológico, es decir, como un mero escenario de práctica, como lo es la realización de un trabajo seriado de carrera continua en un parque.
Como eje temático, concibiéndose como un contenido a desarrollar en el ámbito educativo. El ejemplo más representativo es la iniciación a la carrera de orientación en el patio del centro educativo.
Como eje pedagógico, en el que se aúnan los dos puntos anteriores, apareciendo el medio natural como un contenido de enseñanza-aprendizaje además de un entorno de práctica deportiva. Se puede citar al respecto la propia iniciación a la carrera de orientación en el parque mencionado anteriormente.
Figura 1. Valores educativos y enfoque metodológico de las Actividades
en el medio natural. En Santos Pastor y Martínez Muñoz (2007b, p. 2)
Continuando con la clasificación de las posibilidades de práctica del entorno natural, encontramos una nueva diferenciación señalada por Santos Pastor y Guillén (2004). En esta ocasión, los autores distinguen entre actividades para, en y del medio natural, que complementan los aspectos mencionados anteriormente sobre el tratamiento del medio natural como recurso metodológico, como eje temático o como eje pedagógico.
Actividades en el medio natural: son todas aquellas prácticas que se llevan a cabo en un entorno natural de práctica, de manera similar al recurso metodológico ya citado. También engloba a las prácticas específicas, como el caso de la escalada en pared artificial.
Actividades para el medio natural: se pueden definir como todas las tareas y acciones encaminadas a la adquisición de las técnicas específicas en entornos habituales, no naturales, que luego deberán ser transferidas a espacios de práctica reales. El rastreo en el patio o la trepa en el gimnasio son ejemplos de esta catalogación.
Actividades del medio natural: representan la evolución de las anteriores, fundamentada en la adaptación de las acciones y tareas al entorno natural, caracterizado por una cierta incertidumbre y que requiere del participante un bagaje variado de técnicas que debe mostrar en función de la percepción del entorno.
Tomando como referencia los trabajos de Acuña (1991 y 1994), este tipo de actividades tiene asociado un objetivo de conservación del medio natural, favorecido por la práctica deportiva en el mismo. Dentro de este primer criterio basado en la finalidad práctica de estos contenidos, el autor señala cuatro posibilidades:
Actividades de promoción, destinadas al conocimiento y extensión de estas prácticas entre los deportistas, señalando como ejemplos claro la promulgación de carreras pedestres o excursiones de índole variada (marchas ecologistas, jornadas micológicas, etc.).
Actividades libres: se basan en el conocimiento o formación inicial sobre el uso de un determinado equipamiento o una instalación concreta, para posteriormente poder utilizarla de forma autónoma. Un ejemplo significativo se puede encontrar en los rocódromos, en los que, una vez asimiladas las normas de seguridad, no es necesario contar con personal laboral de la instalación para hacer uso de la misma.
Actividades programadas: precisan una cierta sistematización para su diseño y organización. El autor diferencia cuatro opciones:
Actividades fundamentales en el medio natural: son la esencia para otras actividades más complejas (marcha, acampada, senderismo).
Actividades complementarias en el medio natural, en las que se incluye un trabajo interdisciplinar con otras áreas de conocimiento: ecología, zoología, etc.
Actividades en el medio natural, utilizando el entorno de práctica como un recurso didáctico para la elaboración de juegos que impliquen un desarrollo global de la motricidad (terrenos de aventuras, por ejemplo).
Actividades deportivas en el propio medio natural, citando como ejemplos la natación, el paracaidismo, la escalada, el esquí alpino o el rafting.
Actividades de investigación-formación, con un componente de trabajo más complejo que el citado en las actividades complementarias. Así, bajo este ítem se incluyen experiencias como las visitas a las granjas-escuela o la construcción de huertos biológicos.
b. Finalidad teórico-práctica
En este segundo apartado sobre la finalidad perseguida por los docentes a la hora de plantear contenidos de Actividades en el medio natural en sus centros, Jiménez Márquez y Pérez Ordás (2004, p. 41) hacen referencia a cuatro posibles corrientes:
Finalidad eco-educativa, fundamentada en el respeto y conservación del medio natural.
Finalidad lúdico-deportiva, en la que los diversos contenidos de Actividades en el medio natural se convierten en una herramienta para el trabajo de la educación ambiental.
Finalidad didáctica-cultural, utilizando los diferentes espacios de práctica para dar a conocer con más profundidad las posibilidades de cada localidad y, por extensión, de cada Comunidad Autónoma.
Finalidad recreativa, en cuanto a la concepción de este tipo de prácticas físico-deportivas como una alternativa de ocio saludable para el alumnado.
También resulta interesante señalar dentro de este criterio la clasificación que Olivera y Olivera (1995, p. 8) realizan desde el punto de vista psicológico del practicante, en la que distinguen tres tipos:
Dimensión emocional: pudiendo ser hedonista o centrada en el disfrute, como el caso del rafting, o ascética-reflexiva, como la oportunidad que ofrece para ello el esquí de fondo.
Sensación, con dos tendencias: por un lado, actividades que otorgan placer, sin un compromiso muy elevado –deporte de orientación-; por otro lado, actividades que provocan en el practicante una vivencia de riesgo o vértigo, como el parapente o la caída libre.
Valoración ético-ambiental, en la que se hace referencia al grado de degradación del entorno en el que se llevan a cabo las actividades: altamente degradantes –como el ultraligero, que requiere el uso de un motor para poder llevarse a cabo-, actividades de degradación media –espeleología, si se realiza evitando el depósito de carburo y sustancias de desecho en el entorno- o actividades de baja incidencia, como el puenting.
2.2. Especificidad de las acciones
Las técnicas y acciones empleadas durante la práctica de estas actividades pueden basarse en otras manifestaciones motrices, o bien aparecer como propias para cada una de las modalidades desarrolladas. En este sentido, Boné (1989), Fernández-Quevedo (1993), Martínez de Haro (1993), Larraz y Muñoz Burillo (1995), Pinos (1997) o Santos Pastor (1998) establecen una diferenciación entre acciones básicas y acciones específicas. Las primeras se corresponden con movimientos y tareas generales sobre las cuales se construyen las acciones específicas. Como ejemplo, se puede citar el manejo de cuerdas y el rápel como acción básica, que posteriormente serán utilizados de manera más compleja en actividades que se desarrollan en el propio entorno natural, con sus riesgos concretos, como en el caso del descenso de barrancos o en la escalada en roca. Los autores Morales y Guzmán (1998, p. 37) añaden una tercera posibilidad, definida por la agrupación de varias modalidades, como los raids; las denominan actividades de grandes premisas”, al entender que su realización requiere el dominio de un elevado número de técnicas específicas de cada una de las modalidades que conforman cada prueba.
2.3. Características cognitivas
En este criterio de clasificación se engloban todos los aspectos relacionados con el aprendizaje motor, esto es, con el desarrollo cognitivo y con los mecanismos de percepción, decisión y ejecución de las acciones necesarias para la práctica de una actividad físico-deportiva concreta (Peñarrubia, Guillén y Lapetra, 2012). Atendiendo a estos factores respecto a la adquisición de técnicas específicas para estos deportes, se pueden encontrar dos tipos de actividades: por un lado, de fácil aprendizaje –como el senderismo, que como contenido educativo dentro del ámbito educativo requiere pocas premisas conceptuales-; y por otro lado, tareas de difícil aprendizaje, como el caso de las actividades aéreas, que precisan de un aprendizaje técnico y en las que la percepción del entorno resulta fundamental para la toma de las decisiones más adecuadas en cada momento.
2.4. Lugar respecto al centro
Tal y como se ha comentado con anterioridad, la selección de estos criterios de clasificación se ha realizado tomando como punto de partida el contexto educativo. Así, continuando con las características relativas al entorno de práctica, en este apartado se diferencian las posibilidades de realización de Actividades en el medio natural en el propio centro o fuera del mismo (Querol y Marco, 1998; De las Heras, 1996; López Pastor y López Pastor, 1996).
Dentro del centro, estos contenidos se pueden abordar dentro de las aulas, especialmente en el momento de explicar los conceptos clave y las normas de seguridad durante las prácticas. Por otra parte, fuera de las aulas, las actividades se desarrollarán en entornos acondicionados como parte del patio o del pabellón deportivo, como la escalada en espalderas y elementos propios del equipamiento (porterías, canastas, gradas).
Las actividades fuera del centro se corresponden con los criterios anteriormente citados, pudiendo llevarse a cabo en entornos salvajes (sin intervención de la mano del hombre, como bosques o ríos), domesticados (como la construcción de un parque de arborismo), acondicionados (como el equipamiento de un barranco) o, incluso, urbanos, en los que se pueden incluir las zonas verdes de los parques, además de otros espacios no específicos de las Actividades en el medio natural (como la escalada en terreno artificial, aprovechando las paredes de los edificios).
2.5. Medio físico
Fuera del ámbito académico, el entorno físico es el criterio más utilizado para la clasificación de las Actividades en el medio natural, de acuerdo con los trabajos realizados por Boné (1989), Fernández-Quevedo (1993), Martínez de Haro (1993) o Miracle (1994).
Una primera clasificación puede diferenciar únicamente entre actividades realizadas en tierra, agua o aire. Sin embargo, el criterio del medio físico resulta más complejo, debiendo contemplar aspectos más concretos:
Entre las actividades en el medio terrestre se incluyen los contenidos más comúnmente incluidos en los decretos de enseñanzas mínimas aplicables a los centros educativos: senderismo, acampada y orientación. Pero este desplazamiento también puede realizarse bajo tierra (Boné, 1989), englobando también al contenido de espeleología. Por otra parte, y siguiendo a Miracle (1994), las actividades de montaña quedan agrupadas dentro de este mismo criterio, incluyendo prácticas como el puenting, las carreras de mountain bike o el trekking y el alpinismo. Algunas de estas prácticas pueden ser realizadas también en el medio nevado, criterio incluido por Pascau (1999) dentro de estas actividades en el medio terrestre, mencionando como ejemplos concretos el esquí alpino o las travesías con raquetas de nieve.
Las actividades en el medio acuático incluyen prácticas como la vela ligera, el surf o el windsurf, caracterizadas por un desplazamiento por la superficie del agua. También pueden agruparse en este medio las actividades en el medio subacuático, en las que el desplazamiento requiere una inmersión por parte del practicante, como el buceo o el snorkel.
Las actividades aéreas son todas aquellas que se llevan a cabo en el aire, como el caso del parapente, el vuelo sin motor, el paramotor o el paracaidismo.
En cuarto lugar aparecen las actividades que combinan varios medios físicos durante su práctica, como puede ser la ascensión y el descenso de montañas mediante esquí alpino y parapente.
Un quinto parámetro es señalado por Acuña (1991), al referirse a prácticas como la caza, la pesca o la equitación, denominándolas como Actividades del mundo animal.
Dentro de este epígrafe, el medio de práctica, se ha considerado interesante incluir la relación establecida por Funollet (1995, p. 127) entre el hombre y la forma de desplazarse en el entorno. Según el autor, son cinco los aspectos que van a determinar esta interacción:
El tipo de trayectoria: bidimensional o tridimensional.
El plano de actuación: horizontal, vertical o inestable.
El tipo de elemento: estable o inestable.
La propia manera en la que se realiza el contacto con el entorno: directo o indirecto.
Las diferentes formas en las que se puede realizar el desplazamiento por el entorno de práctica: caminando, rodando, deslizando, cabalgando, nadando, flotando, escalando, reptando, rapelando, sumergiendo o volando.
Como ejemplo se puede describir el barranquismo como una Actividad en el medio natural con contacto directo con el medio de elemento inestable, a través de una trayectoria bidimensional, por un plano horizontal, utilizando un desplazamiento a nado.
El mismo autor añade además otro criterio de clasificación, como lo es la energía utilizada para poder realizar el desplazamiento por el medio natural, encontrando las siguientes posibilidades: autogenerada, generada por animales o bien por el propio entorno –sirvan como ejemplos la energía eólica o la hidráulica, entre otros.
2.6. Incertidumbre del medio
Como criterio general, las Actividades en el medio natural, según lo comentado, están dotadas de una cierta incertidumbre dada por el propio entorno de práctica, constituyéndose este hecho como un aspecto esencial de las mismas y a la vez diferencial de otros deportes. De acuerdo con esto, y tomando como referencia la clasificación deportiva realizada por Parlebás (1981), se puede distinguir entre actividades con incertidumbre en el medio y actividades sin incertidumbre en el medio.
A este respecto, conviene señalar los distintos tipos de espacios en los que se puede llevar a cabo este tipo de prácticas, con mayor o menor incertidumbre de acuerdo con la influencia de la mano del hombre sobre los mismos: entorno salvaje, entorno domesticado, entorno acondicionado, entorno urbano. Por ejemplo, el mismo contenido de la carrera de orientación podrá contemplarse como actividad con incertidumbre si se lleva a cabo en un bosque, mientras que su realización en el patio del centro educativo se concibe como una actividad sin incertidumbre en el medio de práctica.
2.7. Accesibilidad del espacio
Con este criterio se hace referencia a las dificultades encontradas a la hora de acceder al entorno de práctica de Actividades en el medio natural, independientemente del contenido que se quiera llevar a cabo. De acuerdo con Lagardera (1997, p. 16), aparecen dos opciones al respecto:
Actividades de fácil acceso, como lo puede ser una carrera de orientación o un paseo en bicicleta de montaña en un parque en los alrededores del centro educativo.
Actividades de difícil acceso. Continuando con los ejemplos de la carrera de orientación o el paseo en bicicleta, el entorno sería de difícil acceso si para su planteamiento desde un centro educativo de ciudad se escogiera un entorno situado en un paraje natural en otra localidad. También es el caso de las actividades de montaña (escalada o esquí alpino) planteadas para una población costera, o las actividades marítimas (vela ligera, windsurf) para un pueblo situado en zona montañosa. La dificultad en todos estos casos no viene dada por la distancia existente entre el centro educativo y el entorno de práctica, sino por la necesidad de un conocimiento previo del mismo, así como de todos los parámetros requeridos para asegurar la integridad de los participantes en un medio inhabitual.
2.8. Proximidad
En este caso, este tercer criterio sí hace referencia a la distancia que existe entre el centro educativo de referencia y el entorno en el que se va a desarrollar la práctica de Actividades en el medio natural. Así, de acuerdo con Delgado (1996), se puede diferenciar entre un medio cercano y un medio lejano. Como ejemplo de las primeras, nuevamente se puede citar la realización de una carrera de orientación en un parque colindante al centro educativo, mientras que un entorno lejano requerirá un desplazamiento, sin posibilidad de llegar caminando.
Esta clasificación en cuanto a la proximidad del espacio de práctica puede realizarse también de la siguiente manera: actividades que necesitan un desplazamiento -entendido éste como un traslado más allá de las inmediaciones del centro, para lo que generalmente se requiere un medio de transporte como el autobús o el tren, como en el caso de un posible viaje desde un colegio de Zaragoza para realizar escalada y descenso de barrancos en la sierra de Guara- y aquellas que pueden llevarse a cabo en un entorno inmediato o cercano, como la puesta en marcha de contenidos de orientación o de bicicleta en el parque que pudiera rodear dicho centro.
2.9. Recursos materiales
Para el desarrollo de una gran variedad de prácticas físico-deportivas englobadas dentro de las Actividades en el medio natural es necesario contar con una serie de materiales específicos, por lo que la accesibilidad de los mismos se convierte en un nuevo criterio de clasificación (Ascaso, Casterad, Generelo, Guillén, Lapetra y Tierz, 1996). Este concepto hace referencia tanto a la facilidad para su consecución como al precio de los materiales. De esta manera, se puede distinguir entre:
Material caro o difícil de conseguir, como el caso de la práctica del vuelo sin motor, o la adquisición de un equipo completo para una actividad de espeleología (carbureros, arnés, descensores, cuerdas) con los 20 a 30 integrantes de una misma sección.
Material barato o fácil de conseguir, señalando como ejemplos claros la iniciación a la carrera de orientación –en la que se puede funcionar con planos y mapas dibujados por los propios participantes, requiriendo únicamente una brújula por cada dos o tres alumnos-, o la bicicleta todo terreno, no tanto por el precio sino por la accesibilidad del alumnado a este material a través de familiares y amigos.
2.10. Recursos humanos
Entre las características específicas de este bloque de contenidos se puede señalar el riesgo objetivo aparecido durante sus prácticas. Por lo tanto, uno de los criterios que se deben abordar para su planteamiento en los centros educativos es la necesidad de contar con un número de responsables suficiente para garantizar la seguridad del alumnado. De esta forma, Casterad, Guillén y Lapetra (2000) diferencian entre contenidos dependientes de una sola persona y contenidos con mayores necesidades de personal. De nuevo la carrera de orientación se presenta como un contenido fácilmente susceptible de ser llevado a cabo por el profesorado en sus sesiones de Educación Física. Por otra parte, una salida en bicicleta en el horario lectivo seguramente conllevará la necesidad de contar con alguna persona de apoyo para poder atender a las posibles incidencias (pinchazos y averías) sin influir en la dinámica del resto del grupo.
2.11. Número de practicantes
Este criterio es señalado por Acuña (1991) en una primera clasificación, en la cual el autor se centra en el número de personas que participa directamente en el desarrollo de la actividad. En un trabajo posterior, Olivera y Olivera (1995) reflexionan sobre el carácter social de estas actividades, más allá de la mera participación motriz, compartiendo las mismas posibilidades de clasificación:
Actividades individuales: aquellas en las que el desplazamiento requiere únicamente la implicación de una sola persona, como el caso del parapente o del windsurf.
Actividades colectivas, en las que el desplazamiento por el entorno natural precisa de la colaboración de varias personas, como ocurre en el descenso en rafting o en la carrera de orientación por equipos.
Actividades imbricadas: la participación motriz individual requiere la colaboración indirecta de otra persona, señalando como ejemplo claro dentro de esta posibilidad la escalada deportiva, en la que un segundo participante asegura al escalador principal.
2.12. Gestión
Los contenidos desempeñados dentro de las sesiones de Educación Física suelen llevarse a cabo con el profesorado como único responsable de la misma, abordando todas las acciones necesarias: desde el diseño de las tareas hasta la consecución del material. Éste es el primer modo de gestionar las Actividades en el medio natural, de forma directa.
Sin embargo, dadas las peculiaridades de este bloque de contenidos, especialmente en lo referido a los requerimientos de instalaciones y de horario, muchas veces su planteamiento se lleva a cabo fuera del horario académico, bien como actividades extraescolares o bien como complementarias, en el ámbito no formal, como puede ser la contratación de un viaje de estudios o la participación en las campañas de Semana Blanca o Semana Verde. Estas dos alternativas originan las otras dos formas de gestionar estas actividades (Lapetra y Guillén, 2010), ya sea de forma indirecta –con la contratación íntegra de la actividad, desde el material hasta el transporte y alojamiento, si fueran necesarios- o bien mediante una gestión mixta, en la que el profesorado y una tercera persona o empresa comparten responsabilidades sobre los diferentes aspectos contemplados: por ejemplo, en una gestión mixta de una Semana Blanca, el profesorado contrata el desplazamiento, el alojamiento y los monitores para la enseñanza del esquí alpino, pero es él el encargado de diseñar y llevar a cabo las actividades complementarias de ocio para las tardes y la animación nocturna.
2.13. Aspectos temporales
Los aspectos temporales señalados por Allain (2004) no incluyen las inclemencias del tiempo, las cuales estarían agrupadas dentro del criterio incertidumbre del medio, ya descrito. Por tanto, los criterios de frecuencia, momento y duración que explica este autor están más relacionados con los aspectos de gestión mencionados.
La frecuencia de realización se refiere al número de actividades planteadas a lo largo del curso, ya sea como parte de un contenido de Educación Física (como el caso de la orientación) o bien como actividad complementaria (excursiones y viajes). Estas actividades pueden presentarse de forma puntual u ocasional (una vez al año), o de forma habitual o regular, en el momento en el que son incluidas con asiduidad en las programaciones. Como ejemplo de las primeras se puede mencionar la Semana Blanca, al ser una actividad de temporada específica; por otra parte, como ejemplo de una actividad habitual mencionamos nuevamente la carrera de orientación, que puede presentarse de forma progresiva a lo largo de un curso académico: juego de pistas, rastreo, trabajo con planos y escalas, explicación de rumbos y distancias, y finalmente, la propia carrera de orientación.
El segundo punto dentro de los aspectos temporales se refiere a la duración de cada actividad, encontrando tres opciones para ello:
Actividades puntuales, de entre una y tres horas de práctica (en las que se incluyen todos los contenidos susceptibles de ser desarrollados en las sesiones de Educación Física: carrera de orientación o iniciación al rápel en un pabellón deportivo, entre otros).
Actividades de un día, como un circuito de multiaventura que combine, por ejemplo, los contenidos de rápel, escalada, orientación y tiro con arco.
Actividades de varios días, como las campañas de Semana Blanca para la iniciación a los deportes en el medio nevado (esquí alpino, esquí de fondo y raquetas).
Por último, dentro de los aspectos temporales, se puede distinguir entre los dos momentos del día en el que se pueden desarrollar estos contenidos: actividades de día (parapente o esquí de fondo) y actividades de noche (carrera de orientación o escalada nocturnas).
2.14. Alojamiento
Dadas las limitaciones específicas de este bloque de contenidos, fundamentadas especialmente en la necesidad de un desplazamiento hasta el entorno de práctica (Allain, 2004), su planteamiento en los centros educativos suele realizarse mediante una de estas dos opciones: por un lado, como contenidos propios de Educación Física (destacándose, por encima de todos, el contenido de orientación, por presentar una menor dificultad para su desarrollo); por otro lado, como excursiones o viajes (Peñarrubia, Guillén y Lapetra, 2011). Muchas veces estas actividades complementarias se plantean con una duración de varias jornadas, apareciendo la necesidad de contar con un alojamiento como un nuevo criterio para la clasificación de estas prácticas físico-deportivas.
3. Conclusión y perspectivas de futuro
Se puede considerar que la práctica de este tipo de actividades se convierte en un excelente medio para favorecer la educación integral, al fomentar en los practicantes aspectos de índole variada –psicológicos, físicos, sociales y educativos-:
El medio natural siempre ha sido un entorno propicio para el desarrollo integral del alumno, el fomento de la autonomía y la creatividad. Es el mejor medio para divertir, recrear, fomentar la cooperación, la socialización y lo que es más importante, la seguridad y creencia de uno mismo (Parra Alcaraz, 2008, p.1).
De este modo, resulta necesario un nuevo planteamiento en la forma de planificar estos contenidos, sin prejuicios sobre lo dificultoso que pudieran resultar. El conocimiento por parte del profesorado de Educación Física de todos los criterios de clasificación de las Actividades en el medio natural puede favorecer la contemplación de una mayor variedad de posibilidades para incluir estas prácticas dentro del ámbito educativo, ya sea dentro del ámbito formal como del no formal. La adaptación de las propuestas de contenidos a cada contexto de práctica –en función de los materiales e instalaciones disponibles, el personal de apoyo o el horario de las sesiones- y no al revés, permitirá la superación de las limitaciones propias de este bloque. Con ello, el objetivo es dar la oportunidad a todo el alumnado de vivenciar los valores que se transmiten con estas actividades, lo que a su vez influye de forma directa sobre la motivación del profesorado para continuar con su labor docente. Su inclusión debería centrarse en el diseño de propuestas que tengan lugar en el medio natural, superándose las limitaciones específicas: materiales e instalaciones, el horario de práctica de la asignatura de Educación Física, las responsabilidades sobre el alumnado y el profesorado. En otras palabras, deberían realizarse “bajo los mismos criterios educativos asumidos para cualquier otro contenido” (Santos Pastor y Martínez Muñoz, 2007a, p.3).
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EFDeportes.com, Revista
Digital · Año 17 · N° 175 | Buenos Aires,
Diciembre de 2012 |