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El conflicto en el ámbito escolar. La inteligencia emocional y
los aprendizajes cooperativos como medios para su resolución

 

*Diplomada en Magisterio, Lengua Extranjera, Francés por la Universidad

de Almería. Graduada en Educación Primaria por la Universidad Católica San Antonio

**Diplomada en Enfermería por la Universidad de Almería

(España)

Carmen María Nieto García*

cmnietogarcia@msn.com

Laura Nieto López**

laura13383@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          En el presente artículo se pretende plantear la importancia de vivir en armonía en nuestro ámbito educativo, estableciendo las bases para que nuestros escolares, una vez finalicen sus estudios, posean los mecanismos necesarios para desenvolverse en la sociedad en la que vivimos.

          Palabras clave: Conflicto. Inteligencia emocional. Aprendizaje cooperativo.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 17, Nº 172, Septiembre de 2012. http://www.efdeportes.com/

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1.     Introducción

    Sabemos de la necesidad de establecer en nuestro ámbito educativo una buena atmósfera en la que podamos, no sólo adquirir los conocimientos establecidos en el currículo, sino también aprender a manejar los instrumentos pertinentes para, en definitiva, ser personas emocionalmente inteligentes.

    Intentaremos plantear una definición acorde sobre este concepto, así como dar a conocer las posibilidades que ofrecen la inteligencia emocional y los aprendizajes cooperativos.

2.     El conflicto en el ámbito educativo

    Podemos definir conflicto como una situación en la que varias personas entran en desacuerdo, en el momento en que sus percepciones, sentimientos o intereses son opuestos, teniendo un papel fundamental en dicha situación, las emociones.

    Debemos tener presente que el conflicto es una cualidad inseparable de las relaciones humanas. Esto significa que, siempre que varias personas convivan y compartan espacios durante un tiempo, seguramente surgirán conflictos entre ellas, y aunque sean resueltos, inevitablemente surgirán otros, ya que nuestros pensamientos y caracteres hacen que tengamos una manera concreta de afrontar situaciones, intentando, en la mayoría de las ocasiones, salvaguardar nuestros intereses en detrimento de las posibilidades de los demás.

    José Antonio Marina (2011) expone que se debe concebir la educación como un proyecto ético, por lo que no basta con hacer que el alumno construya conocimientos, sino que también tiene que construir buenos estilos afectivos y hábitos de comportamiento.

    Pensemos en nuestro centro escolar. En él nos encontramos conviviendo un grupo de personas, donde diariamente surgen conflictos, ya que vivimos y convivimos en él. De lo que se trata, es de conseguir ver el conflicto como un hecho natural, del que debemos adquirir las herramientas necesarias para hacer frente a cada situación sobrevenida.

    Centrándonos en la figura de nuestros escolares, no se trata de que el docente o educador ayude o medie en la resolución de cada uno de los problemas, que diariamente se manifiestan entre ellos, sino de ayudarles a adquirir mecanismos para que estos sean capaces de utilizarlos en el momento concreto y de esta manera, resolver el obstáculo autónomamente . Dichos mecanismos harán que la persona que las utiliza correctamente, adquiera un crecimiento personal y emocional positivo y eficaz.

    Con todo lo expuesto anteriormente, debemos tener claro que el centro educativo debe considerar la necesidad de crear un clima de convivencia apropiado y tolerante, que mejore la calidad en la convivencia entre sus miembros. Entre los programas que se prestan a alcanzar dichas expectativas encontramos los de inteligencia emocional, trabajo cooperativo, competencia social, filosofía para niños, mediación entre compañeros, comunidades de aprendizaje, voluntariado y un largo etcétera de posibles intervenciones.

    A continuación nos centraremos en las dos primeras propuestas de intervención que nos ayudarán a paliar los conflictos educativos en nuestros centros escolares, con el fin de conseguir crear un ambiente idóneo, en el que poder trabajar y crecer tanto intelectual como emocionalmente.

3.     Inteligencia emocional

    Según Bisquerra (1999) “es el proceso educativo continuo y permanente que pretende potenciar el desarrollo emocional como complemento indispensable del desarrollo cognitivo, constituyendo ambos los elementos esenciales del desarrollo de la personalidad integral”.

    Realmente el ser una persona inteligente no asegura ser, por ejemplo un empresario exitoso, un maestro hábil y motivador, un médico de prestigio, estas personas no necesariamente deben ser inteligentes a nivel académico, sino que también lo son, en el sentido de haber sido capaces de conocer tanto sus emociones como la de los demás. Son personas que trabajaron las relaciones humanas, y los medios que motivan y mueven a las personas. Por otro lado, las habilidades sociales y emocionales son las responsables de nuestra estabilidad emocional y mental, con lo que conocer cómo funcionan estos mecanismos nos ayudará a encauzar nuestras vidas.

    Actualmente se ha llegado a la conclusión de que el rendimiento académico no es el único factor que determina el éxito a nivel profesional, al igual que la inteligencia no asegura el éxito en nuestra vida personal. Considerando que la inteligencia académica se trabaja y modifica en el ámbito educativo, igual puede ser tratada la inteligencia emocional en el aula y además desde edades bien tempranas, ya que influirán en el desarrollo personal de cada individuo.

    De lo que se trata es de aprender a regular nuestras emociones, que consiste en percibir, sentir y vivenciar nuestro estado afectivo, sin ser absorbidos, ni dirigidos, con el fin de no ser arrastrados por la irracionalidad, siendo nosotros los pilotos de nuestras reacciones y además debemos aprender a respetar las opiniones y las manifestaciones emocionales de todos los miembros, hecho que debe favorecer el clima afectivo de los componentes del grupo.

    Para llevar a cabo tales pretensiones, se debe planificar tanto los objetivos, los contenidos, como la metodología, al igual que las habilidades y actitudes que se quieren fomentar. Goleman (1995) diferencia 5 dimensiones integradas en el cosmos de la inteligencia emocional: autoconciencia emocional, manejo de las emociones, automotivación, empatía y habilidades sociales.

    La persona que ha trabajado sobre las emociones elige bien los pensamientos a los que va a prestar atención con objeto de no dejarse llevar por su primer impulso e incluso, aprende a generar pensamientos optativos para controlar posibles alteraciones emocionales. De modo que una regulación eficaz nos ayudará a tolerar la frustración y a sentirnos tranquilos ante metas que consideramos difíciles de alcanzar.

    También debemos considerar la importancia de poner en práctica esta destreza a la hora de automotivarnos, es decir, de dirigir nuestra energía hacia la consecución de un objetivo, afrontando positivamente los obstáculos encontrados en el camino con entusiasmo y constancia.

    Por otra parte, la enseñanza de emociones inteligentes depende sobre todo de la práctica y del entrenamiento y no tanto de la exposición oral. De forma que, técnicas como el desempeño de roles, se convierte en una herramienta bastante útil, ya que el hecho de representar una situación concreta, de nuestra vida cotidiana, resulta una actuación positiva para los escolares, ya que ellos mismos deberán llevarla a cabo más adelante en la vida real. El objetivo citado se logra no sólo en quienes representan los roles, sino en todo el grupo que actúa como observador activo, ya que también participan en el proceso. Los actores trasmiten al grupo la sensación de estar viviendo el hecho como si fuera en la realidad.

    Este tipo de actuación despierta el interés, motiva la participación espontánea de los espectadores, y al no existir guión predeterminado, se mantiene la expectativa y la intriga del grupo sobre la vía que se va a seguir a la hora de resolver el problema que se desarrolla. Después de la representación se debe discutir el problema planteado y la solución desarrollada por cada grupo.

4.     Aprendizaje cooperativo

    Antes de adentrarnos en esta cuestión, podemos destacar los objetivos que tienen que ver con el desarrollo de capacidades de relación interpersonal, es decir, con capacidades que desarrollan competencias para relacionarse dentro de los grupos.

    La Educación Primaria contribuirá a desarrollar en los niños y niñas las capacidades que les permitan:

  1. Conocer y apreciar los valores y las normas de convivencia, aprender a obrar de acuerdo con ellas, prepararse para el ejercicio activo de la ciudadanía y respetar los derechos humanos, así como el pluralismo propio de una sociedad democrática.

  2. Desarrollar hábitos de trabajo individual y de equipo, de esfuerzo y responsabilidad en el estudio, así como actitudes de confianza en sí mismo, sentido crítico, iniciativa personal, curiosidad, interés y creatividad en el aprendizaje.

  3. Adquirir habilidades para la prevención y para la resolución pacífica de conflictos, que les permitan desenvolverse con autonomía en el ámbito familiar y doméstico, así como en los grupos sociales con los que se relacionan.

  4. Conocer, comprender y respetar las diferentes culturas y las diferencias entre las personas, la igualdad de derechos y oportunidades de hombres y mujeres y la no discriminación de personas con discapacidad.

    Estos cuatro objetivos hablan de colaboración de actividades en grupo, aprobación de reglas, desarrollo de capacidades para resolver conflictos y aceptación de los principios básicos de convivencia, que comienza en el grupo-clase y que se proyecta hacia la sociedad en la que el niño y la niña viven.

    Aprender en cooperación con otros, mejora la capacidad de:

  1. Resolver problemas.

  2. Tomar iniciativas y madurar en las relaciones con otros, conocerse y confiar en el otro.

  3. Planificar y realizar actividades en grupo.

  4. Adecuar los objetivos e intereses propios a los del resto del grupo.

  5. Proponer normas y respetarlas.

  6. Entender y respetar opiniones e intereses diferentes al propio.

  7. Comportarse de acuerdo a los valores y normas que rigen las relaciones entre personas valorando su importancia.

    La puesta en marcha de este tipo de actividades va a implicar según Barriga y Hernández (2002):

  • Interdependencia positiva.

  • Valoración del trabajo y del esfuerzo realizado por cada uno de los miembros.

  • La formación de los equipos heterogéneos.

  • El liderazgo es compartido.

  • La responsabilidad es de todos.

  • Se desarrollan habilidades sociales y cognitivas.

  • El docente observa e interviene cumpliendo un rol mediador.

    Podemos organizar a los alumnos siguiendo las pautas que siguen a continuación, de modo que propiciemos el aprendizaje cooperativo.

  1. Aprendizaje competitivo: la actividad se estructura en forma de competición. Se puede competir utilizando como medio:

    • El tiempo, ¿Quién realiza antes un ejercicio?

    • La calidad ¿Quién lo hace mejor?

    • La cantidad ¿Quién lo ejercita antes?

  2. Aprendizaje individualizado: en este tipo de actividades los criterios de progreso son personales y están basados en el rendimiento propio. Se está con otros pero no se trabaja con ellos.

  3. Aprendizaje cooperativo: hablamos de estructura de aprendizaje cooperativo, cuando se organizan tareas en las que la cooperación es la condición para realizarlas. Son tareas de aprendizaje que no se pueden realizar si no es colaborando entre los compañeros. No se puede tener éxito si los compañeros no lo tienen. Se liga el éxito propio al éxito del resto.

  4. Aprendizaje en paralelo: este tipo de actividades, a caballo entre el aprendizaje individualizado y el cooperativo, los alumnos comparten los materiales e intercambian la información sobre las tareas que realizan en paralelo sin unificar el trabajo.

    Bajo este método de trabajo, autores como Ames opinan que para conseguir unos niveles de motivación óptimos es conveniente utilizar tanto el aprendizaje cooperativo como el individual, sin embargo avisa del cuidado que es preciso prestar a la hora de utilizar el trabajo competitivo ya que no debe generar estrés ni desmotivación por no conseguir los objetivos, ya que debemos partir de la idea que, el que consigue terminar la tarea, es porque los demás no lo han hecho, de modo que el éxito de uno se convierte en el fracaso de otros. Es por lo que debemos controlar que el alumno no se sienta desmotivado por no conseguir realizar la tarea antes que el compañero. Siguiendo en esta línea, Col y Colomina argumentan que el trabajo en un ambiente de aprendizaje cooperativo produce mejores rendimientos que el trabajo en competencia.

    Siguiendo con la metodología que podemos utilizar para conseguir buenos resultados en el aula, vamos ahora a exponer las pautas a seguir a la hora de plantear una actividad:

  1. Explicar a los alumnos los objetivos educativos que tenemos previstos para esa sesión.

  2. Justificar la utilización de los conocimientos que les intentamos trasmitir con las actividades que les vamos a plantear.

  3. Plantearles las actividades de forma lógica y ordenada.

  4. Proponerles actividades que les hagan utilizar distintas capacidades para su resolución.

  5. Tomar los errores como nuevos momentos de aprendizaje y como momentos enriquecedores.

  6. Fomentar la comunicación entre los alumnos y las buenas relaciones, realizando tareas de grupo.

  7. Plantear el razonamiento y la comprensión como la mejor herramienta para la resolución de actividades y conflictos.

  8. Aplicar los contenidos y conocimientos adquiridos a situaciones próximas y cercanas para los alumnos.

    Otras pautas susceptibles de ser utilizadas para conseguir nuestro fin pueden ser las siguientes.

  1. Es fundamental crear un buen ambiente en clase, ya que esto propiciará que el alumno realice mayores producciones sin el lastre de la cohibición que produce el temor a equivocarse.

  2. Situarlos como verdaderos protagonistas del aprendizaje. Es importante que las actividades que propongamos a nuestros alumnos sean atractivas, variadas y ya que solemos recordar e involucrarnos al cien por cien en aquello que nos resulta atractivo, resultaría muy interesante buscar materiales diversos que ayuden a conseguir este objetivo.

  3. Descubrir valores de nuestros alumnos. Debido a la heterogeneidad de alumnos que hay en el aula, en ocasiones nos encontramos con alumnos que se le dan bien la materia, que aprenden de forma autónoma, sin embargo también nos encontramos otros alumnos con un nivel inferior, es en estos últimos en los que debemos destacar sus cualidades positivas, como puede ser la participación o la creatividad.

  4. Recopilar un gran número de actividades lúdicas. Este requisito es fundamental para llevar a cabo clases divertidas, ya que el juego en clase se convierte en un elemento motivador fundamental para que el niño pueda reforzar los contenidos aprendidos en clase. De modo que se puede ir recopilando actividades y las podemos clasificar según su finalidad, de modo que podamos recurrir a ellos de forma rápida y eficaz en el momento que consideremos.

5.     Conclusiones

    El ser humano está en continuo conflicto tanto consigo mismo, como con los individuos que le rodean.

    Para conseguir estar en paz en todos los ámbitos, debemos aprender los mecanismos que nos ayuden a lograrlo. Para ello, se considera fundamental que el docente sea formado en inteligencia emocional, para que a su vez, dote a sus alumnos/as de las habilidades esenciales, que les ayuden a desenvolverse.

    La cooperación es otra forma de trabajar en armonía, ya que propicia actitudes tales como la toma de iniciativas, la maduración de las relaciones con otros, conocerse y confiar en el compañero, así como proponer normas y respetarlas, todo ello iniciado en el entorno escolar, para que a su vez pueda ser aplicado en el medio social en el que nos encontramos.

Bibliografía

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  • FERNÁNDEZ-BERROCAL, P.; SALOVEY, P.; VERA, A.; RAMOS, N., y EXTREMERA, N. (2001). Cultura, inteligencia emocional percibida y ajuste emocional: un estudio preliminar. Revista Electrónica de Motivación y Emoción, 4, pp. 1-15.

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  • MARINA, J.A. (2011). Los secretos de la motivación. Barcelona: Planeta.

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  • ONRUBIA, J. (1997). Escenarios cooperativos. Cuadernos de Pedagogía, 255, pp. 65-70.

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EFDeportes.com, Revista Digital · Año 17 · N° 172 | Buenos Aires, Septiembre de 2012
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