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Además, no teniendo compromisos con la FIFA, los clubes contrataron jugadores extranjeros sin ningún tipo de autorización internacional.
Ese plus originario fue originado por las condiciones de "ilegalidad" en las que se generó el profesionalismo, dentro del marco de las instituciones deportivas locales e internacionales. A su vez, nació una nueva "legalidad", la de los contratos entre clubes y jugadores, legalizando una situación irregular. De este modo, el nuevo marco del espectáculo futbolístico emergió dentro de una transformación paradojal: de la ilegalidad marrón al amparo de las normas legales que rigen el mercado laboral, mientras que del encuadre institucional de las entidades deportivas se pasó a una situación de "ilegitimidad".
Todos estos movimientos dieron gran facilidad a los clubes integrantes de la LAF para desarmar, contratar jugadores y así, reconstruir sus planteles. Pudieron generar un mercado de pases muy flexible. Sin embargo, durante las primeras semanas de fundada la nueva liga, tuvieron serias dificultades para armar los equipos profesionales. El mayor obstáculo radicaba en el escaso tiempo que tuvieron, ya que a los pocos días de creada la LAF se programó el nuevo campeonato. En realidad, la operación que implicó la división de las ligas y el comienzo del campeonato profesional duró los últimos veinte días de mayo de 1931.
Cabe señalar que la huelga expresaba uno de los síntomas de la grave crisis por la que atravesaba la estructura institucional del fútbol. En el marco del crecimiento del espectáculo, el profesionalismo encubierto había alcanzado a casi todos los jugadores y no solo a los más destacados. Por otro lado, las instalaciones tanto para jugadores como para el público eran inadecuadas, y se consideraba que la falta de espíritu deportivo había llegado límites que ponían en cuestión al mismo deporte.
En ese marco, los jugadores organizaron un movimiento gremial reivindicativo de corto alcance. No había en su seno opiniones y guías políticas que se destacaran. Y esta situación se puede palpar en el hecho de la concurrencia desenfadada al arbitraje del Presidente de facto Uriburu, que bien puede considerarse un paso difícil de digerir para quien tuviera compromisos políticos, tanto con la UCR como con algún sector de izquierda. En este sentido, resulta interesante mostrar algunos párrafos del irónico editorial firmado por I. Celmais en La Vanguardia:
"El lunes los jugadores tomaron tres importantes resoluciones: declararse en huelga, no ir al Paraguay e ir en cambio a la Casa Rosada y cantarle el himno al Provisorio. Nos imaginamos al General rodeado de los improvisados coristas repitiéndole a voz en cuello el consagrado ¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!...
Menos mal que los muchachos solo le pedían en realidad sus pases libres"19
Teniendo en cuenta ese marco general, corresponde hacerse una pregunta ¿cuáles eran las razones por las cuales los jugadores deseaban cambiar de club? ¿Qué intenciones tenían para que al evaluar las trabas que existían para hacerlo, decretar la huelga? Y aún más, ¿cómo evaluar el alto acatamiento a la huelga por parte de los jugadores de las primeras divisiones de los más importantes equipos?. Sintéticamente se puede hacer un recuento de los motivos explicitados en las declaraciones de los jugadores organizados: razones afectivas vinculadas a lealtades con los clubes de los que eran hinchas, razones vinculadas a la elección de una institución con instalaciones mejor dotadas, razones asociadas a obtener mayor popularidad jugando en clubes con más adherentes. En suma, razones relacionadas con (poder) "jugar en el club de sus simpatías y conveniencias" 20 .
Sin embargo, lo que los jugadores no dijeron durante la huelga -por lo menos, a través de su Asociación gremial- y sí lo dijeron los dirigentes muchos años después, fue que muchos jugadores deseaban el pase libre (especialmente los más reconocidos) porque ellos cobraban con los pases. Es decir, con el marronismo los pases se compraban y valían mucho dinero. Si no se pagaba el pase, se les abonaba una prima para atraerlos y decidirlos a cambiar de institución21 . La situación que se planteaba era por demás curiosa. Obviamente, resultaba irreprochable hacer una huelga para mejorar las condiciones económicas de su trabajo. Sin embargo, durante la huelga y teniendo en cuenta el marco de ilegitimidad de su actividad retribuida económicamente, esta realidad fue omitida por los jugadores en todas las declaraciones durante la huelga.
Los jugadores organizados en la Asociación Mutualista de footballers nunca fijaron posición frente al profesionalismo. El pase libre lo obtuvieron de una Asociación vaciada, que pretendía así obtener el apoyo de los jugadores en su lucha contra la liga profesional. Los futbolistas quedaron con la opción del pase libre en la pobre Asociación Amateur; o con las primas, premios, sueldos y el pago de los pases -junto con las cláusulas candado y "pactos de caballeros"- de la LAF.
La nueva realidad requería de jugadores con los que había que negociar y firmar los contratos. Algunos dirigentes entrevieron -en su imaginación- que las exigencias económicas de los jugadores pronto podrían transformar el posible escenario en un caos: ¿qué sucedería si no lograban recaudar deacuerdo a los compromisos contractuales contraidos?
A su vez, el espectáculo demandaba jugadores full time, especialistas y talentosos. Las páginas de los diarios de principios de siglo exigían sólo la presencia de sportmans amateurs, que por definición no eran especialistas. Sin embargo, las voces desde el periodismo más reconocido, con el argumento de la necesidad de la excelencia en el juego, hacía mucho tiempo, habían comenzad a exigir especialización. Los jugadores full time debían tener determinados hábitos alimenticios y cierta disciplina sanitaria. Quien pasaba a ser contratado abierta y legalmente, se comprometía abierta y legalmente a eficiencias y eficacias.
Este conjunto de condiciones no se dieron juntas. Hubo permanentes desacoples. Pero ese umbral de demandas y ofertas estaba relativamente cubierto desde hacia algún tiempo antes de 1931. Es decir que, ya en esa fecha el jugador de fútbol era un especialista talentoso cuyo arte o despliegue de fuerzas físicas merecía un pago y cuyo conocimiento del juego había requerido de un enorme esfuerzo y tiempo para su formación desde su más tierna infancia. A esto había que sumarle la magnitud de la selección que se operaba de los miles de jóvenes dispuestos a ocupar el lugar del jugador llegado fruto de la un enorme camino selectivo previo22 .
Si alguno de los dirigentes de la LAF temía a los posibles desplantes de los ahora jugadores-trabajadores, la mayoría sólo pensaba en llenar sus bolsillos y/o los de sus clubes con la perspectiva del crecimiento del espectáculo futbolístico, ya de por sí grande. Naturalmente, la ecuación descontaba la existía un numeroso público. Además, se pensaba en atraer a muchos más. El desarrollo del espectáculo puede medirse en el nivel de convocatoria que propone. Así, el público cumple un papel vital. Sin él, sería imposible que los demás componentes pudieran siquiera ser imaginados.
Se suele considerar la llegada del profesionalismo como un mojón en el desarrollo del espectáculo futbolístico, siempre considerando las realidades de la sociedad de mercado capitalista argentino, de fines de los años '20. Aquellos fueron momentos marcados por la expansión del mercado interno. En especial en la etapa de bonanzas comprendida entre el final de la Primera Guerra hasta la crisis del '30, cuyos efectos negativos recién comenzaban a sentirse. Algunos de los signos pueden verificarse en el crecimiento del nivel del consumo en general, y de bienes culturales en particular, por parte de los sectores populares. Además, había aumentado el tiempo libre de trabajo del que disponían.
Junto al fútbol estaban creciendo los espectáculos públicos en general, muchos de ellos con décadas de evolución como el teatro, el circo o el cine. También los medios de comunicación de masas se expandieron notablemente. La radio ya tenía algunos años de vida. Crítica y El Gráfico dominaban el mercado editorial popular, formando parte de una desarrollada cultura letrada en aquella sociedad urbana de los años '20. A su vez, los transportes comunicaban con relativa eficacia a los espectadores con los estadios. Por aquellos años aparecieron los primeros colectivos.
La llegada del profesionalismo significó un salto de dimensiones relativas en el espectáculo futbolístico que, visto en perspectiva, revelaba un umbral preexistente de elementos.
En este sentido, uno de los elementos que lo constituyeron fue su armazón rutinaria de eventos previamente acordados por los organizadores, difundidos y luego comentados por los medios de comunicación de masas. Para que el espectáculo se constituya en escenario sistemáticamente convocante fue necesaria la formación de un hábito entre sus asistentes.
Aquellos espectadores eran individuos que formaban enormes masas entrenadas en pagar una entrada, llegar en un horario determinado, conocer las maneras de viajar. Ya existía en Buenos Aires más de una generación acostumbrada a sufrir las incomodidades en el traslado y en las tribunas. Un público que nació, junto con la popularización de la práctica del fútbol desde principios de siglo, siendo de un tipo especial: un hincha23 . Es decir, un público que era o había sido jugador. Un público teñido de hinchismo que recorría tanto al socio del club, al dirigente, o al asistente habitual y que fue un ingrediente nada desdeñable en la conformación del cuadro de variables que incidieron en el desarrollo del espacio dramático y su consecuencia: el profesionalismo y la especialización de uno de sus actores principales.
Así, la habitualidad en coordinación con otros elementos, como el hinchismo, fundó al espectáculo del fútbol como juego profundo y como rito profano24 .
Sin embargo, durante la finalización del torneo de 1930 y el inicio del de 1931 esa costumbre dominguera estuvo en duda. La huelga no permitía contar con jugadores y, naturalmente, alejó parcialmente a los hinchas de las canchas.
En el transcurso de esas semanas de abril y mayo, hubo cierto desconcierto en el público. Esto puede verse en la variabilidad de la cantidad de asistentes a los partidos. En principio, durante la huelga y los intentos de la AAAF de dar comienzo al torneo de 1931, los equipos salían a la cancha con sus planteles diezmados. En muchos casos estuvieron integrados por jóvenes de categorías menores. A veces no llegaron a reunir a once. Hubo muchos partidos suspendidos. El público, conociendo la irregularidad en la que se desarrollaba el torneo así como los anuncios de los partidos a jugarse optó por no llenar las canchas. Por ejemplo, jugaron Boca vs Lanús, con 2000 asistentes que esperaron 45 minutos el comienzo del partido debido a la demora de los dirigentes en conseguir jugadores. "Al entrar los equipos el público ve que no había ningún jugador de primera ni de intermedia", ante lo cual se escucharon algunas protestas25 . Casos similares se vieron en River vs El Porvenir.
Una situación notable se registró en Huracán vs Sportivo Buenos Aires. Los titulares del Sportivo decidieron finalmente presentarse luego de una reunión de última hora en el vestuario. En cambio, Huracán fue integrado por jugadores de las divisiones inferiores. El público de Huracán reaccionó hostilizando a los jugadores del Sportivo. Les gritaban "carneros" y hubo desbandes en la tribuna popular26 .
La segunda fecha jugada el 17 de mayo tuvo un destino aún peor. La mayoría de los partidos fueron suspendidos.
Sin embargo, dos días después se fundaba la Liga Argentina de Football y el domingo 31 de mayo de 1931 se concretó el inició el torneo profesional. El público volvió a los estadios. Finalmente, pudo volver a girar la rueda, ahora aceitada, del espectáculo secuencialmente construido.
Notas
Desde 1913 hubo problemas relacionados con el pago a jugadores por parte de los dirigentes, así como exigencias económicas desde los jugadores. Ver Historia del fútbol argentino, Ed. Eiffel, 1955. Ramírez, Pablo, Historia del fútbol argentino, Ed. La Nación. Para la evolución del amateurismo al profesionalismo en Europa, ver Wahl Alfred, Historia del fútbol, Ed. B., Barcelona, 1997.
Si bien la primera liga de fútbol profesional data de mediados de 1880 en Inglaterra, en la Europa Continental los tiempos fueron muy similares a los de la Argentina y Brasil (1933): Austria en 1924, Checoslovaquia en 1930 junto con Hungría, Francia en 1932. Ver Wahl A. op. cit.
Tanto Dante Panzeri (La Opinión, 23/5/1976) desde una óptica "progresista", como desde otra perspectiva el grupo de periodistas que redactaron la famosa "Historia del fútbol argentino" (Ed. Eiffel, 1955, pp. 423-7), coinciden en esta visión del fenómeno. Además de los párrafos dedicados al tema en la canónica Historia del fútbol dirigida por Borocotó y en la nota de Panzeri veinte años después, el tema aparece también en Scher A. y Palomino H. "Fútbol pasión de multitudes y de elites", CISEA, Bs. As., 1988.
Ver Historia del fútbol argentino, Ed. Eiffel
Esto sucedió el 13 de abril de 1931. Simultáneamente a la marcha de los jugadores a la Casa de gobierno, existía el estado de sitio y las cárceles contenían a varios presos políticos.
Nota de Dante Panzeri aparecida en La Opinión (23/5/1976), en la que recoge vivencias del dirigente de Boca y la Asociación en 1931, Luis Salessi, así como la del dirigente de los jugadores Hugo Setti.
La Vanguardia, 26/4/1931, p. 5
Ver Scher A y Palomino H, op. cit.
La decisión de recurrir a la mediación de Uriburu apareció en el periódico socialista La Vanguardia del 14/4/1931 informando acerca de la realización de la asamblea de jugadores y que "finalmente resolviose enviar una nota al Presidente Provisorio Uriburu, a fin de que interpusiera su influencia para obtener el levantamiento de las sanciones y la reglamentación de los pases libres. En manifestación los jugadores se dirigieron a la Casa Rosada. Una comisión se entrevistó con el jefe del gobierno provisorio que se comprometió a allanar las dificultades que existen entre jugadores y directivos".
Esta impresión puede desprenderse de las declaraciones del dirigente Salessi, en La Opinión 23/3/76
Sobre el tema ver Lechner Norbert, Estado y política en América Latina, Ed. Siglo XXI, México, 1986.
Hubo reuniones "secretas" de los dirigentes con el Intendente. La Nación, 5/5/1931, p. 12.
Es el caso de las ayudas crediticias para la construcción de los grandes estadios que en general datan de esa época.
Desde principios de siglo vinieron a Buenos Aires equipos profesionales ingleses. En los comentarios acerca de los partidos que jugaron eran habituales las críticas al juego desplegado por los futbolistas pagos por ser demasiado rudos, por no brindar un espectáculo acorde a sus remuneraciones, etc.
La Nación, mayo 1931.
El editorialista de La Vanguardia, a los pocos días de formada la LAF, señalaba que la implantación del profesionalismo se hacía sin consultar a los socios de los clubes. "Se trata de un cambio fundamental en la estructura de las entidades. Se supone que se contraerán compromisos que no tienen o no se han previsto estatutariamente, que quizá ocasionen pérdidas de prerrogativas que han servido de base a la constitución misma de las entidades que han sido el origen de su engrandecimiento. Y si el negocio se hace en base al plantel de jugadores que se ha podido reunir después de grandes luchas y sacrificios y no menos entusiasmo, justo es ya que no se trata de mercancías, que las cosas se hagan también con la intervención de los jugadores, que son también parte del asunto, para ver si estarían dispuestos a aceptar la nueva situación que se les crea con la implantación del profesionalismo". La Vanguardia, 26/4/1931, p. 5.
En 1934 se fusionan ambas entidades en la actual Asociación del Fútbol Argentino (AFA). La creación de una nueva entidad no cambió en nada la estructura de la liga iniciada en 1931.
Peucelle, Carlos op. cit., pp. 35/8. El pase de Peucelle costó 10.000 $, que recibió el jugador. El 30% del total los devolvió el jugador a su club de origen -era los que el Sp. Bs. As. había pagado por él un año antes- en una actitud de nobleza y lealtad personal. El valor de Peucelle subió debido a que era requerido también por Boca Juniors, que le ofrecía menos por el pase pero un sueldo mayor.
Por aquellos días las cárceles estaban habitadas por presos políticos. La Vanguardia, 16/4/1931, p. 4
La Vanguardia, 26/4/1931, p. 5
Es el caso de Carlos Peucelle: El Sportivo Buenos Aires le había pagado una prima de 3000 pesos por un año. Peucelle, Carlos, Fútbol Todotiempo, Ed. Axioma, Bs. As, 1975.
Las formas y los contenidos que adquiere la calidad "talento" son una construcción social e histórica. Por ejemplo, siguiendo a Archetti A., la segunda mitad de la década del '20 marcó la génesis del estilo de juego criollo, "la nuestra". Por lo tanto, también determinó fuertemente el nacimiento del gusto por determinada manera de jugar, y por lo tanto de lo considerado como condiciones necesarias del talentoso.
Ver Frydenberg, J. "Prácticas y valores en el proceso de popularización de la práctica del fútbol". En Revista Entrepasados, Nº 12, Bs. As., 1997.
Para profundizar en estos temas se pueden ver autores como: C. Geertz, V. Turner, E. Archetti. Ch. Bronmberger, etc.
La Nación, 11/5/1931, p. 10
La Nación, 11/5/1931, p. 10
revista digital · Año 4 · Nº 17 | Buenos Aires, diciembre 1999 |