El estado emocional precompetitivo. Un estudio acerca de su comportamiento en atletas de lanzamiento de la preselección nacional de atletismo de Cuba |
|||
Instituto de Medicina Deportiva (Departamento de Psicología) Graduado de la Facultad de Psicología de la Universidad de la Habana Psicólogo de la delegación cubana en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 |
Lic. César Alejandro Montoya Romero (Cuba) |
|
|
Resumen En el presente trabajo se reflexiona acerca de las emociones previas a los eventos competitivos y su comportamiento en tales situaciones. La ansiedad precompetitiva y los estados de pre-arranque, con sus respectivas variantes, son valorados en este estudio como variables significativas para el desempeño. La investigación se sustenta en la aplicación del Competitive State Anxiety Inventory-2 (CSAI-2) a 8 atletas de las modalidades de lanzamiento, que participaron en los V Juegos del ALBA de Venezuela en el año 2011. Los resultados obtenidos avalan bajas puntuaciones en las variables Ansiedad somática y Ansiedad cognitiva, así como altas puntuaciones en la variable Autoconfianza y en la Autoevaluación del nivel de desarrollo deportivo. Se destaca que 7 de los atletas estudiados obtuvieron medallas de oro en sus correspondientes modalidades, a pesar de que sus marcas fueron discretas en la competencia citada. Nos acogemos al criterio de que estos resultados están asociados a un estado de Indiferencia de salida. Utilizamos el análisis de correlación r de Pearson obteniendo que mientras más alta es la Autoconfianza y la Autoevaluación, más baja es la Ansiedad somática y viceversa.Palabras clave : Ansiedad. Pre-arranque. CSAI-2. Atletismo. Juegos del Alba.
|
|||
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 169 - Junio de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
1 / 1
Introducción
Desde siempre, en la psicología del deporte se ha aceptado la idea de que la cercanía de los eventos deportivos de alta significación social son generadores de cierta dosis de tensión o inquietud en los deportistas que los protagonizan.
Hace mucho tiempo el eminente psicólogo ruso Alexander Puni clasificó las emociones que se experimentan antes del comienzo de las competencias como emociones de la arrancada o estados de pre-arranque. Estas se caracterizan, según las investigaciones, por un complicado conjunto de funciones psicológicas que interactúan de forma particular en términos de intensidad, contenido, estabilidad y orientación, con las vivencias que tiene el deportista de la situación particular. (Chernikova, O. A, 1990 citado por Rudick, P. A. et al, 2006)
La nomenclatura mejor aceptada que se hiciera acerca de los estados de pre-arranque, es la del propio A. Z. Puni en el año 1969 (González, 2004). Cuando el deportista manifiesta un estado de excitación interior, caracterizado por un ligero aumento de la frecuencia cardiaca, la respiratoria y el tono muscular, conservando óptimamente sus cualidades motrices, combinado con grandes deseos de competir y sensaciones esténicas de optimismo, confianza, poder y bienestar, se suele decir que muestra “Disposición combativa”. En esta modalidad el atleta exhibe además una alta capacidad para discriminar los esfuerzos y los estímulos propios de los ajenos a la competencia, se mantiene sociable y con decisión de luchar por alcanzar los resultados sin regatear esfuerzos.
Se ha identificado una modalidad en la cual al deportista se le nota excesivamente excitado, intranquilo y desorganizado. La tensión emocional se refleja con facilidad en su conducta, sus sistemas metabólico, respiratorio, cardiovascular y digestivo muestran señales elocuentes de funcionamiento en su versión simpática. A esta variante se ha nombrado “Fiebre de la arrancada”. En esta variante los procesos psicológicos como la atención, el pensamiento y la percepción funcionan de forma incoherente y se experimentan sensaciones de preocupación, inseguridad y hasta temor por la actuación en la competencia.
Opuesto a esta modalidad se estableció la variante de “Apatía de la arrancada”. Aquí el deportista no muestra deseos de participar en la competencia, predominan el desinterés y la falta de compromiso con el resultado. Son visibles las señales de indisposición fisiológicas relacionadas con su postura, su tono muscular y la cadencia de sus movimientos, las cuales sugieren un estado de aparente somnolencia. Los procesos psicológicos funcionan con una marcada tendencia a la laxitud y las sensaciones que se experimentan son predominantemente asténicas, en correspondencia con un predominio de la inhibición sobre de la excitación.
Una cuarta variedad de estos estados ha sido nombrada “Indiferencia de Salida” por G. D. Gorbunov, (1988) “Optimismo infundado” por Rudik, P. A. (1979) y más tarde “Autocomplacencia” por González (2004). Los rasgos que mejor distinguen a esta variante son la subestimación, por parte del deportista, de las exigencias de la tarea y la sobrevaloración de las potencialidades propias, en comparación con el resto de los competidores. El funcionamiento de los procesos psíquicos está determinado por la influencia cognitiva de que la competencia es puro trámite. En este estado se disfruta de sensaciones agradables, ya que la probabilidad de victoria se percibe en un alto por ciento, lo cual impide que el deportista se movilice debidamente. Por esta razón aunque parezca que goza de un óptimo nivel de disposición en realidad no es así.
Un detalle de interés es que los estados de pre-arranque, por lo general no se expresan en sus variantes más típicas, es decir lo más común es que los deportistas exhiban en su comportamiento atributos de más de una de las modalidades referidas, prevaleciendo, por norma, los rasgos de una de ellas.
Algunos autores, dentro de los cuales destaca Rainer Martens (1975) suelen emplear el término ansiedad precompetitiva para referirse a la sensación, por lo general desagradable o incómoda, que tienen los deportistas, caracterizada por: tensión muscular, cosquilleo o descomposición estomacal, con o sin pérdida del apetito, resequedad en la boca y necesidad reiterada de orinar, síntomas que aparecen, muchas veces, varias horas antes al comienzo de la competencia. Estos describen, casi de manera exacta, a una de las modalidades (fiebre de per-arranque) del fenómeno estudiado por Puni en 1974. También son consistentes las manifestaciones psicológicas de tales estados, en los cuales aparecen sensaciones de inseguridad, inquietud, preocupación y desorientación.
Las diferencias en estas conceptualizaciones estriban en la relación que se han establecido entre el estado emocional del deportista previo al inicio de las acciones y su rendimiento en la competencia. Algunos autores más recientes (González, 2004) han llegado a la conclusión que el estado emocional precompetitivo, entendiéndolo como una manifestación de la necesaria preparación del organismo del deportista, que moviliza todo el potencial posible para la entrada en acción en un marco de exigencias muy elevadas, constituye una reacción de adaptación reforzada por la vía reflejo-condicionada. Sin embargo, cuando la actividad comienza las manifestaciones citadas desaparecen inmediatamente. Por tanto, no es correcto pensar, según estos presupuestos, que el pre-arranque es un augurio de lo que sucederá en la competencia.
No obstante, hay investigaciones que avalan los criterios de que la ansiedad precompetitiva influye en la capacidad de pensar, en la toma de decisiones y en la focalización de la fuerza (Burton, 1988; Gould, Pletlichkoff, Simmons, y Vevera, 1987; Martens, Burton, Vealey, Bump y Smith, 1990; citados por Pozo, A. 2007), por lo que concluyen que es uno de los elementos que más influyen en el rendimiento deportivo y demandan un decisivo control.
Se conoce de varios niveles y métodos de evaluación de la ansiedad, desde los que comprenden las técnicas fisiológicas, hasta las conductuales, considerando también las variantes cognitivas que han sido las más usadas clásicamente. A nivel general, el cuestionario más empleado es el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (IDARE) de Spielberger. Este test proporciona información sobre la ansiedad del deportista en un momento determinado y a nivel global.
Los intentos de Martens (1990) destacan en este sentido, ostentando el mérito de hacerlo comprendiendo la ansiedad asociada al rendimiento deportivo y desde una perspectiva multidimensional. Este autor descompuso la ansiedad precompetitiva en dos factores, uno de carácter cognitivo que hace referencia al componente mental de la ansiedad, determinado por expectativas negativas acerca del resultado o por una autoevaluación de sí mismo disminuida. El segundo tiene que ver con una reacción fisiológica que no son más que las manifestaciones somáticas derivadas directamente de la activación autonómica que produce la experiencia de ansiedad.
Existe, según este autor, un tercer componente de la teoría multidimensional de la ansiedad denominado autoconfianza, que no consiste en una medida directa de ansiedad. Sin embargo, Martens sostiene que su ausencia sugiere que el deportista puede experimentar ansiedad cognitiva. A partir de estas conceptualizaciones, Martens (1990) confecciona el Competitive State Anxiety Inventory-1 (CSAI-1), y más tarde el Competitive State Anxiety Inventory-2 (CSAI-2), en el cual se incluye por primera vez la escala para evaluar la autoconfianza.
En el presente trabajo nos proponemos identificar cómo se comporta la ansiedad estado precompetitiva de los atletas de las modalidades de lanzamiento de la preselección nacional de atletismo de Cuba que participaron en los V Juegos del ALBA de Venezuela en al año 2011, empleando el mencionado cuestionario y añadiendo una variable relacionada con la percepción auto-valorativa de los deportistas acerca de su nivel de desarrollo alcanzado.
Método
Los sujetos seleccionados para esta investigación fueron, la población total de atletas (8) pertenecientes a las cuatro modalidades de lanzamiento de la preselección nacional de atletismo de Cuba que participó en los V Juegos del ALBA de Venezuela en el año 2011 (tabla 1). En nuestra investigación hemos empleado la versión de la traducción al español (corregido el ítem 3) de Barbero García y Pérez-Llantada (1999) del Competitive State Anxiety Inventory-2 (CSAI-2) confeccionado por Martens, R. y sus colaboradores. El coeficiente alfa de Cronbach de este test en la versión original de Martens et al., en 1990 ha demostrado una consistencia interna en las respuestas de intensidad con valores entre 0,79 y 0,90. La fiabilidad de esta versión es aceptable, pero un poco más baja que la original. Sosa González, (1999; citado por Pozo, A. 2007).
Tabla 1. Estadística descriptiva sujetos evaluados
Procedimiento
Se les pidió a los sujetos que contestaran el mencionado test, presentado en forma de planilla. A la vez se les pidió que respondieran el ítem destinado a explorar la variable relacionada con la percepción auto-valorativa de su nivel de desarrollo alcanzado hasta el momento. La aplicación tuvo lugar una semana antes de su salida para los Juegos en Venezuela. Las planillas correspondientes al test fueron calificadas manualmente, al igual que el ítem de autoevaluación del nivel de desarrollo. Los resultados fueron procesados estadísticamente empleando el paquete estadístico SPSS, versión 11.5 para Windows.
Resultados
En la Tabla 2 se muestra la estadística descriptiva de las variables medidas mediante el test y la variable autoevaluación de la percepción auto-valorativa de los deportistas acerca de su nivel de desarrollo alcanzado hasta ese momento en su preparación. La tabla contiene el valor máximo y el valor mínimo obtenido por algún deportista de los 8 que integraron el equipo y fueron evaluados, así como la media y la desviación estándar del grupo.
Tabla 2. Estadística Descriptiva. Test de ansiedad de estado competitivo
Nótese como en la variable ansiedad somática tenemos un caso con una puntuación de 4.00, la más baja que es posible obtener y como además la máxima es de apenas 6.00, lo que la convierte en la variable con menor coeficiente de desviación 0. 75593, apuntando que es este el parámetro en el que los atletas se encuentran más emparejados. Este resultado se puede observar también en el gráfico 2.
Por otra parte, en el gráfico 1 se puede apreciar como el promedio del grupo en las variables ansiedad cognitiva y ansiedad somática están por debajo de la línea discontinua que indica los 18 puntos, límite entre las evaluaciones de “Bien” y “Regular” en el test, por tanto la puntuación media obtenida por el grupo es equivalente a una evaluación de “Bien”. La puntuación obtenida en la variable ansiedad somática es de apenas 5.0000 lo que denota que los atletas experimentan muy escasas manifestaciones fisiológicas asociadas a la ansiedad de estado que puede producirles la competencia que enfrentarán. La variable autoconfianza obtuvo una puntuación promedio de 27.1250, equivalente a una evaluación de “Bien”, justo encima del límite con la puntuación de “Regular” y señalizado en el gráfico con la línea superior.
Gráfico 1. Promedios obtenidos por el grupo. Test de ansiedad precompetitiva
El gráfico 2 muestra cómo el nivel de ansiedad somática es el parámetro más estable o con menor coeficiente de variación. Véase como la línea en la parte inferior que describe su comportamiento es la más regular de las tres, lo que se puede comprobar en la totalidad de las puntuaciones obtenidas por los atletas en las variables correspondientes a ansiedad, las cuales entran en el rango equivalente a la evaluación de bien. La mayoría de los atletas están evaluados de “Bien” en la variable autoconfianza, y solo dos casos escapan al rango correspondiente a esta evaluación, uno de ellos evaluado de regular y otro evaluado de mal.
Gráfico 2. Puntuaciones individuales. Test de ansiedad precompetitiva
En el caso de la variable autoevaluación del estado de preparación deportiva, indicador que se evaluó de conjunto con el test, podemos observar los resultados en el gráfico 3.
Gráfico 3. Autoevaluación individual
La mayoría de las puntuaciones obtenidas por los atletas evaluados en este parámetro se encuentran por encima de 18 puntos, lo que representa el 90% del grado de preparación que perciben que pueden alcanzar en la actualidad, o que han logrado en algún momento de sus carreras. Solo un atleta se percibe por debajo de este rango con una puntuación de 12, lo que representa el 60% del máximo nivel. Tres atletas se perciben con un nivel óptimo de preparación deportiva, o sea 20 puntos.
Llama la atención que el deportista con menor puntuación en la variable autoevaluación es uno de los dos que mayor grado de ansiedad somática presentaba, y el otro es el que más bajo puntúa en autoconfianza. También es curioso que uno de los casos con mayor nivel de preparación deportiva sea el atleta con mayor puntuación en autoconfianza. Estas apreciaciones nos condujeron a realizar un análisis estadístico más profundo empleando el estadígrafo de correlación r de Pearson.
Tabla 3. Análisis de correlación r de Pearson
(Las correlaciones son significativas al nivel de 0.05)
Tal y como se esperaba, las variables Autoevaluación y Autoconfianza están íntimamente relacionadas con la Ansiedad somática, obteniéndose puntuaciones significativas en ambas correlaciones al nivel de 0.05, de manera que, mientras más alta es la Autoconfianza y la Autoevaluación, más baja es la Ansiedad somática y viceversa.
Discusión
De acuerdo con el objetivo de nuestra investigación podemos concluir que, en los deportistas estudiados destacan las bajas puntuaciones en las variables Ansiedad somática y Ansiedad cognitiva. Esto es atribuible, entre otras causas, a que los deportistas conocían por adelantado la escasa rivalidad presente en la competencia, por parte de sus contrincantes. Todos los deportistas estudiados iban como favoritos a la medalla de oro, lo cual redujo la sensación de incertidumbre en relación con el resultado. Factor este, que resulta determinante en la aparición o no de la ansiedad precompetitiva, según lo planteado por Buceta (1998).
Si bien los resultados que se esperaban de estos atletas en la competencia fueron los que en definitiva alcanzaron (solo un atleta no fue medallista de oro) el desempeño deportivo concreto fue inferior a lo esperado en la mayoría de los casos. Este dato se obtuvo al regreso de nuestros deportistas, luego de su participación en la competencia. En consonancia con las deducciones de esta investigación, este fenómeno es consistente con lo expresado por autores como Y. Hanin (2003) en su teoría de la zona optima de rendimiento (IZOF) y lo encontrado por Davis y Cox (2002); Jokela y Hanin (1999); Kamata, Tenenbaum y Hanin (2002) citados por Cervantes, B. et al. (2009), donde se ha confirmado la hipótesis de que los mejores rendimientos están asociados con las intensidades de la ansiedad cognitiva y somática que caen dentro de la zona individual de funcionamiento óptimo. Al no albergarse la más mínima duda acerca de la posibilidad de lograr el mencionado resultado, esto probablemente aseguró una alta sensación de control de la tarea, con bajos niveles de excitación en el grupo de deportistas y favoreció el desarrollo de situaciones competitivas monótonas. En este mismo sentido Gorbunov (1988, citado en Sánchez, 2005) especifica que cuando los deportistas presentan un estado de tensión que puede denominarse “normal”, caracterizado por su notable tranquilidad, incluso antes del mismo comienzo de la competencia, puede afirmarse que se encuentran en un estado de “indiferencia de salida”, el cual tiene lugar en presencia de competencias de escasa significación o cuando se tiene la seguridad de que el resultado se va a conseguir sin necesidad de movilizar todas las potencialidades.
Por otra parte se concluye además que los deportistas estudiados obtuvieron altas puntuaciones en la variable Autoconfianza. En este sentido queremos destacar lo expresado por Martens et al. (1990, citado en Pozo, 2007). Este autor declara que la autoconfianza es, conceptualmente, similar a la autoeficacia percibida, entendida como la convicción de que uno puede llevar a cabo exitosamente la conducta necesaria para producir resultados, manifestándose mediante la confianza o no en las posibilidades y recursos propios para afrontar situaciones. De tal manera, la ausencia de autoconfianza sugiere la presencia de ansiedad y viceversa. Este último planteamiento justifica las correlaciones significativas encontradas entre las variables Autoconfianza y Ansiedad somática.
En ese sentido, Rudick (1979) (citado por Sánchez, 2005) nombró “optimismo infundado” a las sensaciones que se perciben en situaciones similares a la que nos ocupa, y destacó que las emociones que se experimentan son esténicas pero pasivas, disminuyéndose la intensidad de la motivación y de los procesos psicológicos como la atención, la percepción, el pensamiento y la reacción.
Finalmente podemos concluir que se obtuvieron altas puntaciones en la Autoevaluación del nivel de desarrollo deportivo, así como correlaciones significativas entre esta variable y la Ansiedad Somática del test. Estos resultados son consistentes con los argumentos planteados por autores como González (2004) acerca del estado al que hemos hecho referencia. Este último sugiere que se trata de una especie de refugio cognitivo que envuelve al deportista, en el que subestima la magnitud del reto, sobrevalora las posibilidades propias y se compromete la capacidad de trabajo. Según este autor, para rebasar tal estado es necesaria una acción demostrativa, algunas veces brusca, que ilustre al deportista el nivel real de dificultad en que se encuentra para que se movilice suficientemente frente al reto.
Bibliografía
Buceta, J.M. Psicología del entrenamiento deportivo. Madrid: Dykinson, 1998.
Cervantes Blásquez, J. Rodas, G. Capdevila Ortís, L. “Perfil psicofisiológico de rendimiento en nadadores basado en la variabilidad de la frecuencia cardíaca y en estados de ansiedad precompetitiva”. Revista de Psicología del Deporte, 2009. Vol. 18, núm. 1 pp. 37-52.
García Ucha, F. “Ansiedad e Indicadores de Rendimiento en Deportistas” Revista Cubana de Medicina del deporte y la Cultura Física, Volumen 3, Numero 1, 2º Semestre IMD. 1998.
González, L. G. “La respuesta emocional del deportista, Una visión científica del comportamiento ante el reto competitivo”. Editorial Deporte Ciudad de la Habana. 2004.
Hanin, Y. L. Performance Related Emotional States in Sport: A Qualitative Analysis [48 paragraphs]. Forum Qualitative Sozialforschung / Forum: Qualitative Social Research [On-line Journal], 4 (1) 2003, Febrero. Disponible en: http://www.qualitative-research.net/fqs-texte/1-03/1-03hanin-e.htm [Fecha de acceso: Enero, 2012].
Martens, R. (1975). Social psychology and physical activity. New York: Harper y Row.
Mora, J. A; García, J; Toro, S; Zarco, J. A. (2000). “Psicología de la actividad físico-deportiva”. Madrid: Psicología Pirámide.
Pozo, A. “Intensidad y dirección de la ansiedad competitiva y expectativas de resultados en atletas y nadadores”. Revista de Psicología del Deporte. Vol. 16, núm. 2 pp. 137-150, 2007.
Rudick, P. A. et al. “Psicología”. Editorial Deportes, La Habana 2006.
Sánchez Acosta, M. E. “Psicología del entrenamiento y la competencia deportiva”. Editorial Deportes, La Habana 2005.
Búsqueda personalizada
|
|
EFDeportes.com, Revista Digital · Año 17 · N° 169 | Buenos Aires,
Junio de 2012 |