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Educación Física en la escuela primaria: reflexiones sobre la práctica

 

Profesora Nacional de Educación Física

Maestra de la Escuela Cooperativa Mundo Nuevo

(Argentina)

Karina Alejandra Cruz

karinaalejandracruz@gmail.com

 

 

 

 

Resumen

          En los tiempos que corren no siempre es fácil ponerse a pensar sobre nuestras prácticas educativas. Este texto tiene como objetivo reflexionar sobre nosotros mismos, los pibes y el mundo que nos rodea, con el fin de que nuestros aportes como docentes sean orientados hacia un aprendizaje sano, pensando al sujeto como persona íntegra. Todas las ideas presentadas fueron y son llevadas a la práctica día a día. De ahí surge la necesidad de compartir las experiencias con otros colegas, con el propósito de pensar la educación que queremos entre todos.

          Palabras clave: Educación Física. Escuela. Prácticas educativas.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires - Año 17 - Nº 168 - Mayo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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    Después de varias charlas, preguntas, debates con colegas, análisis y críticas sobre mis propias prácticas, tengo la sensación de que son demasiados los temas que hay que abarcar cuando uno está dando una clase:

    Claramente dar clase, trabajar con personas, es un desafío día tras día y eso es lo interesante.

    La Educación Física, y en esto difiero con muchos, no creo que tenga por objetivo solamente lograr un buen deportista o simplemente un deportista. Si tenemos esa mirada nos estamos perdiendo de una visión mucho más amplia de lo que nos posibilita realmente dar clase en la escuela. Es poder permitirle a cada uno experimentar con su propio cuerpo la mayor cantidad de acciones motrices posibles y que haga consciente sus movimientos y sus aprendizajes. Que entienda y pueda desenvolverse en distintos escenarios de juego, que esté predispuesto a moverse, a jugar, a poner su cuerpo, a sentirse seguro, confiado, que mejore su autoestima, entre otras cosas. Pero además de la parte individual hay una que es igualmente importante y es el estar, aprender y compartir con el otro y con el grupo. Y sí... también estimular a que su vida deportiva/corporal/expresiva exista más allá de la escuela, pero eso se logra si encuentra placer, confianza y seguridad al moverse, después que cada uno elija qué es lo que más le gustaría hacer dentro de todas las cosas que vivió en la escuela.

    Escuchaba entre los colegas cierta preocupación por la cuestión de género. ¿Pueden jugar o no los varones con las mujeres? o comentarios como: “A las mujeres les interesan otras cosas”, “les cuesta moverse”, “no quieren jugar a nada”. La pregunta es ¿qué estaremos haciendo para que eso pase? ¿estamos ayudando a reproducirlo o lo intentamos cambiar? he visto situaciones en las que los chicos piden fútbol y para llegar a “supuestos acuerdos” juegan. ¿Qué hacemos con las chicas y/o chicos a quienes no les gusta?

    Generalmente ellos/as son los últimos en decidir, los últimos en tener la consigna (si es que la hay).

    Hace poco fui a una escuela a dar una suplencia y la mayoría de las mujeres, sobre todo de grados más grandes no querían jugar. Esta situación me llamaba bastante la atención. La cuestión es que ellas siempre hacían eso en las clases de Educación Física, a veces jugaban y a veces no. Al pasar algunos días ahí, fui entendiendo algunas dinámicas de la escuela y sus docentes. Si bien había algún tipo de interés en que jueguen, no se las tenía muy en cuenta y no había un trabajo en grupo que permitiera incluir e integrar a todos al juego.

    Acá hay varias cuestiones a mi entender, la primera es que social y culturalmente hay una separación de género que se da desde el nacimiento y transita por la infancia y su vida; desde chicos los objetos que se venden para jugar son muy diferentes entre sí, un ejemplo conocido: la pelota para los nenes, y maquillaje para las nenas. Las actividades y propuestas para las mujeres son más sedentarias. Si uno logra estimular desde el principio la participación de todos podemos romper con eso.

    Segundo, ¡en esta sociedad hay que ganar para triunfar!, se sobrevalora el ganar y el perder te pone en un lugar inferior. Entonces, si no te salen bien las cosas y estás "flojito" no te elijo para jugar y si jugás conmigo agradecé que te pase la pelota de vez en cuando.

    Los encargados de romper con esta estructura, cotidianeidad de situaciones y vínculos que se reproducen, somos nosotros, los maestros.

    Tercero, en muchos casos no está claro el proyecto que se trabaja con los chicos. Algunos hacen fútbol, otros saltan la soga, otros juegan voley. Si ellos no lo saben estamos complicados, porque les va a costar más la apropiación de ese aprendizaje, los hace menos partícipes de sus logros y dificultades. Si el proyecto es compartido y claro, posibilita la integración de todos y permite incluir en vez de excluir. Además agrego que si solo se juega al fútbol no se les permite aprender más cosas y darles más posibilidades corporales a los pibes, como dijo un psicomotricista: “el que aprende a saltar va a saber saltar pero no a golpear la pelota, el que aprende a patear aprende a patear”. Un ejemplo claro es una gimnasta que puede tener mucho conocimiento de su cuerpo, fuerza, flexibilidad hacer miles de piruetas pero la sacás de su contexto la llevás a una cancha a jugar al handball en equipo y le cuesta horrores.

    Si bien hay transferencias más compatibles como de basquet a handball, por ejemplo, y que es cierto que quien hizo deporte va a tener otra predisposición corporal, es necesario desarrollar diferentes acciones motrices.

    Funciona como cualquier otro aprendizaje, si sé tocar el bombo aunque tenga cierta facilidad en captar la rítmica cuando agarre una guitarra voy a tener que aprender a tocar ese nuevo instrumento que requiere otras técnicas. Por eso, no nos quedemos solo con lo que los pibes piden. Abramos el espectro y las posibilidades a otras cosas diferentes.

    ¿Cómo romper con eso? Los caminos son muchos, cada uno se las debe ingeniar, probar, intentar el propio y siempre ir reflexionando sobre lo que hacemos.

    Mi intento es romper con algunas de estas cosas, por eso quiero compartir algunas de mis experiencias, de mis opiniones, en mi breve carrera docente con ustedes:

Posibilitar que todos participen

  • Trasmitir con la palabra la importancia de que todos jueguen sabiendo que todos quieren jugar y aprender aunque no lo digan expresamente. Que si no probamos y no nos equivocamos y volvemos a probar es muy difícil que nos salga. Hay que generar un ámbito de respeto donde equivocarse esté bien, donde divertirse y compartir con otros sea lo importante. Un espacio en el que se entiendan y se respeten los procesos de aprendizaje de cada chico.

  • Proponer juegos, reglas que ayuden a motivar la participación de todos. Desde juegos cooperativos, a otros juegos con reglas facilitadoras como: "si todos juegan el gol vale el doble" "para que valga el tanto o se cumpla el objetivo todos deben participar" "depende la cantidad de pases es lo que vale el gol".

  • Resaltar diferentes aspectos en los resultados. Evaluar la participación del grupo, ponerle algún valor extra. Que el resultado final sea de la cantidad de goles y no de los partidos ganados.

  • Permitir el diálogo entre ellos y que haya una instancia de registro de... ¿qué pasa cuando jugamos? que quien necesite decir que no le pasan mucho la pelota y quiere jugar, tenga ese espacio para decirlo y que sea tenido en cuenta.

    El espacio lo habilitamos nosotros, los maestros a cargo, las palabras y las herramientas para que eso ocurra, también.

Sobrevalorar el trabajo en grupo, el aprendizaje por sobre el resultado

    Como antes mencioné, en los momentos de juego pasa mucho que el querer ganar y ganar genera que no todos participen, sobre todo a los que más le cuesta. Existe mucha violencia verbal por parte de los chicos, mucha agresión para él que se equivoca. Los pibes reproducen muchas cosas que ven en la tele, en las canchas fútbol argentino, en sus partidos con sus padres. En este punto también tenemos que estar atentos a que no se sigan reproduciendo estas cuestiones. Que se valore el juego en equipo, estar ahí para poder ayudar a mejorar la participación.

La elección de los equipos o con quién jugar

    Si siempre repetimos la misma dinámica no estamos facilitando la posibilidad de jugar con otros, crear nuevos vínculos y aprender a jugar con otro que no es mi amigo, eso a veces cuesta. Por ende, hay muchas dinámicas que nos permiten separar los equipos, o quién juega con quién. A veces tendremos que elegirlo nosotros, a veces ellos. Ejemplo de armados de grupos hay miles, cito algunos:

    Por docentes:"baúl baúl tu serás azul"... "Nos ponemos de a dos uno se sienta el otro se para, los que están parados son un equipo los otros otro". "1-2 1- 2". Por ellos/as: elijo a un compañero y luego el docente junta por parejas, para los más grandes 2 o 3 encargados por clase para armar los equipos, directamente eligen ellos con quien jugar. Por azar: papelitos a la bolsa, los que tienen remeras blancas, mascotas en la casa... Y así hay un montón más para no quedarnos en la simple forma de organización 2 capitanes, porque eso hace que al elegir queden siempre los mismos para el final, creando mayor inseguridad y vergüenza, entre otras cosas.

    Hay que tomarse tiempo para armar los equipos porque es parte de la clase.

¿Las propuestas como ejercicio o como desafío individual y/o grupal?

    En este punto diría que lo más cómodo es hacer ejercicios, pero no creo que sea lo mejor para el trabajo con los chicos. Eso se los dejo más a los adultos, los pibes se mueven con desafíos, con propuestas. Voy a citar un ejemplo que permita entender hacia donde apunto.

Contenido: saltar y lanzar

Competencia, ¿existe de una manera sana?

    Mi experiencia me hace pensar que sí. El perder y ganar es algo que está presente, es algo cotidiano, sin entrar en un análisis muy profundo está en juegos de mesa, de cartas, en los deportes.

    En el primer ciclo podría decir que el perder y ganar es algo que resuena mucho, tiene bastante peso para los chicos. Está quien pierde y se enoja una y otra vez, que le cuesta aceptarlo; los más grandes que a veces juegan dejando de lado al que más le cuesta por solo ganar.

    Si bien hay un montón de juegos cooperativos, maneras de presentar o reglar los juegos y está bueno trabajar sobre eso, no se puede evitar que exista, que a veces se gana y otras se pierde y que es parte del aprendizaje.

    La pregunta es ¿que hacemos con eso y qué valor se le da al ganar?

    Yo me puedo juntar con unos amigos a jugar al fútbol, va a haber quién gane y quién pierda. Y si pierdo no se me acaba el mundo, ni significa que con mi equipo somos los peores. Uno aprende jugando y a veces le toca ganar y otras perder. Al jugar siempre debe haber respeto con todos los que juegan, poder ser sincero si hago una falta, decirlo, construir un juego limpio y no pasar a todos por arriba con la intención de ganar. Que los chicos cobren sus faltas y que confíen en su compañero cuando lo hacen. Que les importe que todos participen.

    Eso se puede aunque cuesta, es un trabajo que lleva mucho tiempo pero vale la pena.

    Pensemos en lo que queremos enseñar y cómo lo hacemos, en lo que queremos cambiar. Hagamos partícipes a los chicos de sus aprendizajes, demos un espacio para el intercambio, la reflexión de sus propios aprendizajes, de verse a ellos mismos jugar y a los demás. No olvidemos que son personas - niños, niñas - y que están en constante crecimiento. Logremos un clima de respeto e igualdad, entendiendo que a la vez somos todos distintos, y que cada uno está en un proceso de aprendizaje diferente y eso no significa que hay "mejores" y "peores".

 

Bibliografía

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