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Propuesta de una batería de pruebas funcionales para la 

valoración de la condición física funcional en personas 

mayores que realizan actividad física. Segunda parte

 

*Licenciado en Cultura Física y Deporte

Maestría en Administración y Gestión de la Cultura Física y Deportes

Doctorado en Actividad Física, deporte y Rehabilitación.

**Licenciada en Cultura Física y Deporte

(Cuba)

Drc. Miguel Humberto García Pedraja*

humbertogarciap@yahoo.es

Msc. Yurima Noda Rodríguez**

yurimanr@iscf.cu

 

 

 

 

Resumen

          El ejercicio físico puede paliar las limitaciones que va imponiendo el proceso de envejecimiento, pero debe ser individualizado a las características de la persona mayor. La mayoría de los estudios destacan la importancia de una prescripción particularizada y adaptada a las características funcionales y personales de cada uno. Así que es de vital relevancia conocer la condición física de las personas mayores para la correcta planificación de los ejercicios. La problemática que se aborda en el presente trabajo está referida a la falta de una batería de pruebas funcionales que valore la condición física funcional en las personas mayores, de manera que se pueda afrontar con éxito los programas de actividad física. Para la realización de esta investigación se han empleado métodos científicos tales como: analítico-sintético e inductivo- deductivo, revisión de fuentes documentales, consulta a expertos, medición y técnicas estadísticas matemáticas, permitiendo conceptualizar el problema con profundidad y recopilar toda la información necesaria para la constatación empírica. La investigación se ha concretado en círculos de abuelos de Marianao, provincia La Habana. La tesis estuvo dirigida a validar una batería de pruebas funcionales para la valoración de la condición física funcional en personas mayores, partiendo de los principales resultados que se obtuvieron con los métodos aplicados. El estudio se concibió en tres fases que engloban una serie de acciones, permitiendo conformar el resultado principal para dar respuesta al problema definido. Las conclusiones y recomendaciones apuntan hacia propuestas que resultarían valiosas de ser tomadas en cuenta, dada la importancia cada vez más elevada de valorar la condición física de las personas mayores.

          Palabras clave: Condición física. Personas mayores. Batería de pruebas funcionales.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 166, Marzo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Propuesta de una batería de pruebas funcionales para la valoración de la condición física funcional en personas mayores que realizan actividad física. Primera parte

Comprobación de la validez y confiabilidad de la batería propuesta. Diseño, tipo de estudio, procedimientos y principales resultados

Diseño y tipo de estudio

    Para la comprobación práctica se utilizó un diseño pre-experimental de control mínimo con pretest-postest donde cada sujeto fue su propio control, basado en la metodología aplicada para su realización que es la propuesta por Rizo y Campistrous (2008) para este tipo de estudios. Se utilizó también, un conjunto de métodos teóricos y empíricos ya declarados anteriormente.

    Según Rizo y Campistrous (2008), al utilizar este diseño se convierte en la estrategia general de la investigación o parte de esta ya que se utiliza como una forma particular de recoger, organizar y analizar datos que permite alcanzar una mayor comprensión en cuanto a la validez que proporciona, consiguiendo una claridad sobre el tema.

    Sus objetivos facilitan formular hipótesis para estudios más rigurosos y obtener información de tipo cualitativa y cuantitativa. En la actualidad se utiliza además, para la puesta en práctica de una propuesta teórica, en pequeñas dimensiones, de la cual se quiere conocer su factibilidad o posibilidad de realización en la práctica, así como la conveniencia de realizar ajustes pertinentes en dicha propuesta teórica.

La muestra que se utilizó

    Para conseguir dar respuesta al objetivo de validar la batería diseñada, participaron en el estudio 60 personas (43 mujeres y 17 hombres) con una edad promedio de 72,2. Todos los voluntarios que se presentaron, inscritos en programas de ejercicios físicos dirigidos a las personas mayores que asisten a los círculos de abuelos de Marianao, dieron su consentimiento informado para la participación en el estudio.

    Los criterios de inclusión fueron: individuos sanos de edad comprendida entre 60 y más de 90 años, físicamente activos, que realizaban ejercicio físico tres o más sesiones por semana durante un mínimo de 60 minutos. Los criterios de exclusión fueron: cualquier lesión deportiva (aguda o crónica) o enfermedad al inicio del estudio.

Gráfico 1. Distribución de la muestra según el rango de edad y sexo

Test para la valoración de los diferentes componentes de la condición física funcional en personas mayores

    Haciendo un análisis de las baterías de test validadas que valoran la condición física funcional en personas mayores, se encuentran los siguientes tests en cada capacidad:

    Para la valoración de fuerza de las extremidades inferiores en las personas mayores, la principal prueba diseñada es la de sentarse y levantarse de una silla. A la hora de cuantificar el resultado se proponen dos variantes: medir el tiempo que tarda en sentarse y levantarse 5 veces (Csuka y McCarthy, 1985) ó 10 veces (Guralnick y Cols, 1994) o medir el número de repeticiones que hace en 30 segundos (Rikli y Jones, 2001). Muchos estudios muestran que el rendimiento en el test sentarse-levantarse de una silla correlaciona bastante bien con mediciones de fuerza de las extremidades inferiores en laboratorio (fuerza de los extensores de la rodilla) y con otros indicadores de interés como la velocidad al caminar, la capacidad de subir escaleras o el equilibrio (Csuka y McCarty, 1985, Bohannon, 1995). También se ha encontrado que es efectivo el rendimiento en este test para detectar los declives normales relacionados con la edad (Csuka y McCarty, 1985), para discriminar entre las personas mayores que sufren caídas y los que no las sufren (McRae y Cols., 1992), además de detectar los efectos de un programa de ejercicio físico para personas mayores (McMurdo y Renni, 1993). Otros estudios indican que los resultados en este test están asociados con el riesgo de sufrir caídas (Tinetti y Cols, 1988, Alexandre y Cols, 1991).

    La tarea que proponen las pruebas diseñadas para la valoración de la fuerza de las extremidades superiores es la de flexiones de brazos con un determinado peso: 3 libras mujeres y 5 libras hombres (Osness y Cols, 1996; Rikli y Jones, 2001), contabilizando el número de repeticiones durante 30 seg. James (1999) diseñó un estudio para valorar el potencial del test de flexiones de brazos con peso como indicador de fuerza general del tren superior, en el que se comparaba este test con mediciones combinadas de una repetición máxima de bíceps en press de banca y remo sobre máquinas de resistencia fija. Los resultados de este estudio realizado con 68 personas mayores, muestran una alta correlación entre las mediciones (0,84 en el caso de los hombres y 0,79 en el caso de las mujeres). El test de flexiones de brazos con peso también resultó ser útil para detectar la disminución de fuerza esperada en relación con la edad (Rikli y Jones, 1999). La capacidad de discriminación del test fue demostrada por Miotto y Col. en 1999. En su estudio comprobó cómo los individuos más activos puntuaban más alto que los sedentarios. La puntuación media en el test fue de 23 veces los sujetos activos frente a 19 los sedentarios. La fuerza de prensión manual, también es otra medida común de fuerza del tren superior. Sin embargo, para algunas personas mayores aquejadas de artritis en las manos, esta opción les resulta molesta y desagradable de realizar, además de que muchos profesionales de la cultura física no tienen acceso a un dinamómetro.

    El principal test para evaluar la resistencia aeróbica en personas mayores es el de caminar. Consiste en recorrer continuamente la mayor distancia posible durante un tiempo fijo de 6 minutos (Rikli y Jones, 2001) o una distancia fija, que puede ser media milla (804 m), una milla (1610 m) ó 2 kilómetros (Kline y Col. 1987; Osness y Col., 1996, Camiña, 2000). Varios estudios muestran que los tests de caminar (1 milla, 12 minutos, media milla) son unos buenos indicadores de resistencia aeróbica tanto en jóvenes adultos (Cooper, 1968; Disch y Col., 1975; Kline y Col., 1987) como en mayores con alta capacidad funcional (Fenstermarker y Col., 1992; Warren y Col., 1993; Bravo y Col., 1994). También se ha demostrado que los test de caminar de duración corta (5 ó 6 minutos) correlacionan bien con la resistencia cardiorrespiratoria en personas mayores con diferentes estados de salud (Guyatt 1985; Bittner y Col., 1993; Peloquin y Col, 1998). Rikli y Jones (2001) proponen un test de step durante 2 minutos. Este test puede ser considerado como una versión de otros previamente publicados como el Harvard Step Test (Brouha, 1943), el Ohio State Step Test (Cotten, 1971) y el Queens Collage Step Test (McArdle y Col., 1972).

    El test de sentado-alcanzar el pie extendido es el más utilizado para la valoración de la flexibilidad de los miembros inferiores y forma parte de numerosas baterías incluida la de YMCA (Golding y Cols., 1989), la Fitnessgram (Cooper Institute for Aerobics Research, 1999), la AAHPERD para personas mayores de 60 años (Osness y Cols., 1996) y la batería ECFA, también para personas mayores (Camiña y Col, 2000). Este test se correlaciona con otras medidas estables de flexibilidad variando de 0.61 a 0.89 (Jackson y Baker, 1986; Jackson y Langford, 1989; Patterson y Col., 1996).

    El test alcanzar las manos tras la espalda, modificado por Rikli y Jones. (2001) para la valoración de la flexibilidad del tren superior en ancianos, es una versión del Apley Scratch Test que ha sido utilizado durante años por terapeutas y médicos ortopédicos como una forma rápida de evaluar el rango de movimiento de los hombros en general (Hoppenfels, 1976; Magee, 1992; Gross y Cols, 1996; Starkey y Ryan, 1996). La validez de contenido del Apley y los tests de estiramiento de hombros está bien demostrada por el uso tan extendido entre terapeutas y médicos como herramienta en la evaluación del rango de movimiento de hombros (Hoppenfeld, 1976; Gross y Cols, 1996; Starkey y Ryan, 1996).

    El objetivo del test de ida y vuelta se utiliza para valorar la agilidad y equilibrio dinámico. Rikli y Jones (2001) proponen para la población de personas mayores una distancia de 8 pies (2,44m), este test es una versión modificada de otro protocolo publicado anteriormente que se realiza sobre una distancia de 3 metros (3-meter “timed up-and-go”) (Podsiadlo y Richardson, 1991). Aunque no hay ninguna medida relativa al criterio para comparar el rendimiento del test de ida y vuelta, se ha comprobado que está significativamente relacionado con la Berg Balance Scale (r=0,81), con la velocidad de la marcha (r=0,61) y con el Índice de Barthel de ADL (r=0,78), Podsiadlo y Richardson, 1991. Otros estudios de Tinetti y Cols., 1986 y Podsiadlo Richardson, 1991, indican que el rendimiento en los tests de ida y vuelta puede discriminar entre varios niveles funcionales en personas mayores y también es sensible a los cambios resultantes de un incremento en el nivel de actividad física.

    El test de equilibrio estático en un pie tiene como objetivo mantener la verticalidad del cuerpo en situaciones estáticas. La forma de evaluar el equilibrio en personas mayores es la que propone Camiña y sus colaboradores (2000): el equilibrio monopodal con visión el sujeto en apoyo monopodal con los ojos abiertos.

    El test de coordinación óculo-manual (agilidad manual) evalúa esa coordinación y la velocidad de ejecución del miembro superior. Es el más empleado, fue propuesto por (Camiña y Col, 2000). Tiene la capacidad de utilizar los sentidos (especialmente la visión y la audición) y los sistemas de control nervioso del movimiento así como las diferentes partes del cuerpo conjuntamente, de manera que pueden desarrollarse tareas motrices con precisión y suavidad. La confiabilidad test-retest de esta prueba es de 0.97 (en un intervalo de 48 horas) y la confiabilidad interjuez es entre 0.96 y 1.

    El índice de masa corporal es conocido a partir de 1833 cuando fue propuesto por Quetelet, desde entonces ha tenido gran incidencia en el ámbito de la salud pública. Algunos estudios muestran que los sujetos con altos valores de índice de masa corporal (IMC) o en algunos casos con muy bajos valores, tienen más probabilidades de ser incapacitados, cuando lleguen a la vejez, que las personas con valores normales (Harris y col, 1989; Galanos y col, 1994, Losonczy y Col, 1995). Altos valores de IMC también están asociados con numerosos problemas de salud incluyendo la hipertensión, enfermedades coronarias y diabetes tipo II (U.S. Department of Health and Human Services, 1996); y todo esto está relacionado con consecuencias negativas para la movilidad funcional.

    En vista de los antecedentes presentados hasta ahora se puede señalar que la valoración de la capacidad funcional en la población de personas mayores resulta ser puntual sobre algún parámetro de la condición física, pero no existe ninguna propuesta global o unificadora de las anteriores para todos los parámetros importantes y determinantes sobre la independencia y calidad de vida de la población. Además, es muy importante que los tests tengan una gran aplicabilidad y utilidad práctica para que puedan ser utilizados tanto en el ámbito médico o clínico, como en el ámbito de la actividad física y del deporte, u otros que requieran de una valoración de la capacidad funcional del anciano. Igualmente es necesario que la batería de tests se acompañe de unos valores normativos de referencia para que los profesionales implicados en la valoración de las personas mayores puedan situar a su evaluado respecto de la población general de referencia en función del sexo y la edad.

    Realmente escasos son los estudios con la población cubana que se centran en la valoración de la condición física funcional, por lo tanto, es necesario desarrollar valores normativos de referencia, antes citados, que son tan demandados por los profesionales que trabajan con personas mayores para orientar su trabajo diario. No menos importante es determinar la puntuación mínima para detectar que una persona está en riesgo de sufrir dependencia, con la intención de prevenirla mediante las medidas oportunas de incremento del nivel de actividad física, mejora del estado nutricional y de la alimentación.

Procedimientos utilizados para determinar la validez y confiabilidad de la batería de pruebas funcionales

    Para alcanzar el objetivo de implementar y validar la batería de pruebas funcionales para valorar la condición física funcional en las personas mayores, se dio prioridad a los criterios emitidos por Zatsiorski (1989) sobre el cálculo de la confiabilidad y la validez. Este plantea que la confiabilidad de la prueba “es el grado de coincidencia de los resultados cuando se repite la aplicación de la prueba a unas mismas personas (u otros objetos), en igualdad de condiciones” de forma que cuando se aplica repetida una prueba en un periodo de tiempo lo suficientemente breve como para que no se produzcan cambios en el objeto de estudio, los resultados deben de ser coincidentes. Es lo que se denomina medida de estabilidad o confiabilidad pretest-postest.

    En caso de que se valida, como en este, algún tipo de instrumento para evaluar el estado de los examinados, debe existir una interrelación significativa entre los resultados de las pruebas aplicadas en diferentes momentos, además de que debe existir un alto coeficiente de correlación de grupo o coeficiente de confiabilidad. Estos coeficientes pueden oscilar entre 0 y 1, donde un coeficiente de 0 significa nula confiabilidad y 1 representa un máximo de confiabilidad (confiabilidad total). Cuanto más se acerque el coeficiente a cero (0), mayor error habrá en la medición.

    Para analizar la confiabilidad de los test, es decir, el grado de coincidencia de los resultados cuando se repite su aplicación a unas mismas personas, se realizó un pretest y un postest de todas las pruebas incluidas en la batería propuesta. Se analizó, en primer lugar, si existían diferencias significativas entre el pretest y el postest y se estableció el coeficiente de correlación entre las mediciones para valorar si existía una correlación significativa entre ellas.

Técnicas estadísticas utilizadas

    Se utilizó la estadística inferencial mediante la prueba estadística paramétrica correlación de Pearson para evaluar la interrelación entre las variables medidas y el criterio externo. El procedimiento utilizado para determinar la confiabilidad por razón de un coeficiente fue el alfa-Cronbach.

    Para evaluar la batería se efectuó en tres ocasiones, separadas 48 horas en las mismas condiciones, es decir a la misma hora, lugar y habiendo ejecutado el mismo protocolo de prueba. Se respetó la metodología para la aplicación de los test, declarada por la autora en la investigación. Los encargados de realizar las mediciones de esta batería fueron dos especialistas de Control médico.

    Las nueve pruebas de la batería se aplicaron en el siguiente orden:

  1. Peso y talla.

  2. Flexiones completas de brazos con un determinado peso.

  3. Sentarse y levantarse de una silla en 30 seg.

  4. Test de alcanzar las manos tras la espalda.

  5. Test de sentado-alcanzar el pie extendido.

  6. Test de agilidad manual.

  7. Test de equilibrio monopodal con visión.

  8. Test de ida y vuelta.

  9. Test de step durante 2 minutos.

Resultados obtenidos

    Para determinar la confiabilidad de la batería de pruebas se aplicaron los test en tres ocasiones a la muestra, con tiempos de intervalos entre pruebas de 48 horas. El procedimiento para el cálculo fue el coeficiente alfa de Cronbach.

    El coeficiente de confiabilidad de los tests propuestos se puede observar en la tabla 1, los resultados demuestran una excelente confiabilidad en todos los test, con valores por encima de 0,99 y una media de correlaciones inter-elementos de más de 0,98 altamente positiva, existiendo una interrelación real en las mediciones, por tal razón puede considerarse la existencia de una buena estabilidad y consistencia en esta batería, que se reafirma en los diagramas de cajas y bigotes aplicados en cada prueba.

Tabla 1. Confiabilidad de la batería de pruebas funcionales

    Se determinó la validez de la batería de pruebas funcionales comparan­do los resultados obtenidos al aplicar los test con los resultados de criterios ya validados. A juicio de la autora la validez de criterio es más sencilla de estimar, lo único que hace el investi­gador es correlacionar su medición con el criterio, denominándose coeficiente de validez, calculado por el coeficiente de correlación de Pearson.

    Como se evidencia en la tabla 2 todos los test presentan correlaciones significativas, lo que demuestra una interrelación estadística fuerte. La media del coeficiente de correlación oscila entre 0,97 y 1,00, para un nivel de significación de 0,01, corroborando la estreches de la interrelación en cada una de las pruebas. Los resultados confirman que la consistencia interna de la batería es adecuada, esto se refleja en sus medias y desviaciones típicas ya que son muy similares en las tres mediciones, por lo que su uso es aceptable.

    Al comparar las excelentes correlaciones obtenidas con los estudios de Rikli y Jones, 1999; Camiña y Col, 2000 y González Gallego, 2006; se nota que son muy similares no solo en los intervalos de coeficientes de validez (0,96-0,99), sino en su confiabilidad. Infiriendo que la batería de pruebas funcionales propuesta representa el mejor criterio para valorar la condición física de las personas mayores que realizan actividad física.

    Resumiendo lo antes explicado puede considerarse que las pruebas propuestas brindan una información confiable, son estables en sus resultados y están respaldadas por su validez.

Tabla 2. Resultados de validez de las pruebas funcionales

Conclusiones

    La propuesta de una batería de pruebas funcionales para valorar la condición física funcional en las personas mayores resulta confiable y válida con altas correlaciones significativas, propiciando criterios estables para su aplicación.

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