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El profesor como nuevo profesional en la 

formación del alumno respecto a modelos anteriores

 

*Maestra de Educación Infantil, Habilitación PT, Licenciada en Psicopedagogía

**Maestra de Educación Física y Licenciada en Psicopedagogía

Facultad de formación del Profesorado, Las Palmas de Gran Canaria

Colegio concertado Mª Auxiliadora. Las Palmas de Gran Canaria

(España)

Vanessa Cidoncha Falcón*

vanessacidoncha@hotmail.com

Erika Díaz Rivero**

erikasport@hotmail.com

 

 

 

 

Resumen

          No solo es necesario reflexionar sobre los cambios producidos en el rol del estudiante, sino también en el modelo del profesor. En este sentido, el docente ha pasado de ser un mero transmisor de información (instruir) a un mediador entre ese conocimiento y el propio alumno. Por tanto, la figura del docente ha ido evolucionando desde una vertiente competencial a una mediacional. Es evidente que el docente debe poseer unas actitudes que garanticen la eficacia de su trabajo, siendo importante no solo instruir sino educar para la vida. Debe hacerle ver al alumno lo importante que es la adquisición de conocimientos para poder desenvolverse en las diferentes situaciones presentes de la vida.

          Palabras clave: Educación. Profesor. Innovación. Mediador.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 15, Nº 166, Marzo de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Rol del profesor

    Se ha investigado durante muchos años acerca de la relación directa que existe entre el comportamiento del profesor y el rendimiento de los alumnos. Según Mc Donald, existen muchos aspectos educativos como las actividades de los alumnos, la calidad de los centros o el rendimiento de los alumnos pero lo que marca la diferencia en las aulas es el comportamiento de los profesores. Otros muchos autores afirman que la actuación del profesor influye en la conducta de los alumnos de manera directa y estable; siendo unos más eficaces que otros.

    De acuerdo con Rosenshine, en la investigación proceso (comportamiento de los profesores) – producto (rendimiento del alumnado) se diferencian cuatro etapas: construcción de un instrumento para observar los comportamientos de la clase, recogida de datos, establecimiento de la variable dependiente (rendimiento) y relación de los comportamientos resultantes de la correlación entre las conductas observadas y los rendimientos medidos.

    Por otra parte, Medley destaca las características propias del buen docente teniendo en cuenta los siguientes aspectos como los rasgos o características que lo definen, la identificación de los métodos empleados con mayor influencia en el rendimiento de los alumnos, el control de la disciplina y el clima en el aula, el dominio de las competencias, actitudes, habilidades y conocimientos a impartir y la adecuada toma de decisiones.

    En líneas generales, todo trabajo eficiente del docente está relacionado con una serie de aspectos que tienen que ver con la existencia de un buen clima durante el desarrollo del proceso de aprendizaje, que haya un gran control del tiempo empleado por los alumnos en las tareas académicas y que las actividades del docente estén relacionadas con la instrucción. Pero sobre todo debe de existir una combinación entre estrategias instructivas, dedicadas a la forma de enseñar, y las referidas a la dirección y control del aula. Y es aquí donde quisiera hacer mención de que muchos docentes poseen condiciones innatas para desarrollar su labor docente de una forma eficaz pero que, como indican Brophy y Good, los comportamientos eficaces se pueden aprender, entrenar y aplicar y de esta forma, producir un mayor rendimiento en el aprendizaje del alumnado. Para ello es necesario que el docente asuma nuevos roles, olvidándose del papel tradicional que hasta ahora había desarrollado.

    Hay que destacar los requisitos o actitudes mínimas que el buen docente debe tener para lograr un éxito en su labor. Ante todo el docente deber ser un gran motivador, con el propósito de que los alumnos desarrollen la metacognición y a través de sus reflexiones consigan buscar el porqué de las cosas y con el objetivo de promover la responsabilidad de su propio aprendizaje. También debería actuar como un guía, que a partir del nivel en el que se encuentren los alumnos, consiga con su actividad que logren una integración de conceptos e ideas para el desarrollo favorable de su aprendizaje. En este caso el docente debe desarrollar una serie de habilidades y destrezas en la organización del aula, que le garantice la máxima discusión y participación.

    Otros de los aspectos que destacaría son la innovación y la capacidad de investigar a cerca de su puesta en práctica, es decir, ser crítico con el trabajo de uno mismo y ser capaz de actualizarse acerca de nuevos materiales, estrategias, recursos,… a emplear; teniendo en cuenta las necesidades de los alumnos y las características del contexto en el que se desarrolla el proceso de E-A.

    El docente deber ser consciente de que su aprendizaje es permanente, él se halla en un proceso no en un final. En este sentido aprende de sus propios alumnos y con ellos.

    Por desgracia, aún son muchos los profesores que no están dispuestos a reciclarse y tener una mente más abierta y predispuesta a la aplicación de nuevas metodologías que puedan beneficiar su labor.

    No sólo hay que destacar los aspectos metodológicos, sino que el mismo profesional si no progresa a nivel personal, llegará un momento en el que caiga en la rutina y no consiga la ansiada conexión que todo profesor busca con sus alumnos. Para ello deberá fomentar y potenciar el grado de compresión, la empatía, la flexibilidad, la tolerancia, la confianza, etc.; puesto que al fin y al cabo, el docente será un modelo a seguir por parte del alumno y como tal, deberemos dar ejemplo en esa escala de valores. Este aspecto va de la mano de otro, la cercanía entre el alumno y el docente. Es importante que el alumno sienta que puede contar con el profesor como profesional y como persona. Que sea un miembro más del aula, participando colectivamente en la comprensión y mejora de su propia práctica.

    De acuerdo, Brophy y Good, existen una serie de variables contextuales que influyen en el comportamiento de los profesores con sus alumnos, como son el nivel escolar (enseñanza primaria o secundaria), la clase social de los alumnos y el grado de autonomía y desarrollo personal de los alumnos. En cuanto a esto decir, que los investigadores proponen que se enseñen las disciplinas bien estructuradas, comenzando por una revisión de lo aprendido anteriormente, introduciendo cada lección con una breve exposición de los objetivos, presentando los materiales nuevos dejando el tiempo suficiente para que sean asimilados, dando instrucciones y explicaciones claras y detalladas y proporcionando un elevado nivel de práctica activa que se extienda a todo el alumnado.

    El papel que juegan los profesores en el aula, es un elemento fundamental; pero esto no quiere decir que todo el proceso de E-A dependa de su exclusivamente de su actuación...hay más factores a tener en cuenta, entre ellos la propia actitud de los alumnos que tienen que facilitar su labor.

    Es importante destacar la importancia que supone que todo docente reflexione sobre su práctica educativa, puesto que aquellos que no lo hacen no consiguen ser críticos con su labor como docentes, y casi siempre se basan en la experiencia de otros. El buen experto debe hacer una combinación entre el conocimiento inicial que ha adquirido en el período de formación y el conocimiento que ha ido adquiriendo con la práctica, y ser crítico y consecuente con su tarea.

    En cuanto a la planificación educativa, todo docente debe desarrollar la habilidad de elaborar o construir una buena programación que se ajuste a todas las características y aspectos que hay que tener en cuenta para el desarrollo del aprendizaje. Según Clark y Peterson, esta planificación se entiende de dos formas: como un conjunto de procesos psicológicos por los que se realiza una previsión de futuro buscando los medios para acceder a él; y por otro lado, como la actividad llevada a cabo cuando se programa la enseñanza.

    La comprensión de las circunstancias que rodean los acontecimientos del aula se hace sobre las estructuras cognitivas, los esquemas que representan el conocimiento previo que los profesores tienen sobre la educación, la enseñanza de los alumnos, la evaluación, etc. Los profesores tienen sus propias ideas acerca de cómo aprenden los alumnos, cómo son, qué es la enseñanza y que hay que poner en juego para que se produzca el aprendizaje. Estas concepciones son una mezcla de conocimientos, de intuiciones y de experiencias propias de los docentes; que les sirven para planificar y tomar decisiones en su actuación docente. ¿Y quiénes serán los más eficientes? Pues aquellos que desarrollen la habilidad para controlar con éxito la clase y la capacidad de anticiparse en su toma de decisiones ante la aparición de problemas (la rapidez).

    No debemos olvidarnos de mencionar el estilo mediacional de Feuerstein para lograr la mediación propuesta por Vygotski. La mediación instruccional se refiere a que el profesor (agente dinámico) tiene que tener como objetivo principal la interacción con sus alumnos y servir como soporte para favorecer la competencia cognitiva a partir de la ZDP (enseñándole a ir más allá de la simple asimilación de los contenidos, conectando siempre la información previa con los nuevos conocimientos).

    La instrucción ha de contribuir al desarrollo de la consciencia y control voluntario del conocimiento, siendo el lenguaje uno de los factores más importantes, tanto de la instrucción formal como de la no formal, que a su vez repercutirá a lo largo de su vida diaria y estas experiencias favorecerán la formación de un sistema de conocimientos adquiriendo consciencia y control.

    De acuerdo con la concepción de Vygosky, la instrucción formal es un proceso que desarrolla la zona de desarrollo próximo. Este concepto ayuda a explicar los progresos en la construcción del conocimiento que se va realizando a partir de las interacciones con quienes tienen más experiencia y con ayuda de los profesores. Es por tanto el medio en el que los alumnos pueden tomar parte en actividades que individualmente no podrían realizar y que, apoyándose en la experiencia de otros, pueden avanzar en un ambiente socialmente organizado. El concepto de andamiaje determina que la construcción del conocimiento no solo es un proceso sino una ayuda pedagógica.

    Según lo dicho hasta ahora, el papel del profesor cobra vital importancia en el momento de unificar las aportaciones individuales y conducirlas a buen término. También su tarea es proporcionar a los alumnos el mayor número posible de experiencias cooperativas y grupales; siendo la escuela la que deba crear contextos sociales (ZDP) donde se favorezca el dominio del conocimiento permitiendo al alumno llegar a la actividad intelectual superior. Así, la mediación instruccional se basa en que el profesor sea considerado como un agente dinámico que trata de conseguir la interacción con sus alumnos y el desarrollo de la competencia cognitiva.

    La función mediadora del profesor tratará de crear una atmósfera adecuada para ayudar al alumno a resolver sus problemas, centrándose más en los éxitos que en los errores. Procurará que los alumnos construyan sus propios procedimientos orientándolos y dirigiéndolos hacia la solución. Proporcionará un ambiente de trabajo en el que la discusión, el pensamiento, el intercambio ideológico y todo lo que ayude a aprender de la experiencia estén presentes.

    Con todos estos elementos y sobre todo si está dotado de una decidida vocación y de un gran sentido de la responsabilidad, el profesor conseguirá dar a sus alumnos una formación que repercutirá positivamente en su actuación como adultos.

“Quien volviendo a hacer el camino viejo aprende

el nuevo, puede considerarse un maestro”. 

Confucio

Bibliografía

  • HERNÁDEZ HERNÁNDEZ, Pedro (1988). Educación de la personalidad: el papel del profesor. Vilassar de Mar. Barcelona.

  • LÓPEZ HERRERÍAS, José Ángel (1978). Roles y funciones del profesor. Luis Vives. Zaragoza.

  • TÉBAR BELMONTE, L. (2003). El perfil del profesor mediador. Santillana. Madrid.

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