La iniciación deportiva como medio para la integración y el desarrollo personal: formando a un ganador |
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*Dr. en Educación Física. Master en Psicología el Deporte **Doctora en ciencias de la actividad física y el deporte Universidad de Cádiz (España) |
Damian Ossorio Lozano* María Teresa Fernández Sánchez** |
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Resumen El talento deportivo es el resultado de factores innatos y de componentes aprendidos. Se facilita el talento deportivo cuando encaminamos nuestros esfuerzos a formar jóvenes que disfrutan en cada entrenamiento. Se ha demostrado que en la medida que disfrutan con el deporte, aumenta su equilibrio y disminuye la ansiedad. La capacidad para entrenar con pasión, sentir orgullo personal, exhibir autocontrol y grado de confianza para manejarse bajo presión, son algunas de las características que distinguen a un futuro ganador. Palabras clave: Iniciación deportiva. Desarrollo. Integración. Formación. Socialización.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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Introducción
Es una preocupación constante desde el nacimiento de la Psicología del Deporte, todo lo que hace referencia a las variables psicológicas que afectan a los jóvenes en el periodo de formación deportiva.
Ya en 1901 Lesgalft integró la Psicología en la Educación Física, su obra más destacada "Guía de la Educación Física de la edad escolar". Que consistía en un manual sobre educación del movimiento que aventuraba unos resultados y unos efectos sobre la mente del niño.
Desde el I Congreso Mundial de la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte celebrado en Roma en 1965 hasta ahora, autores como Cratty y otros, resaltan de manera especial las modificaciones de los atributos intelectuales que confiere la práctica de ejercicio. Cratty (1968) había dedicado varios capítulos de su obra "Psicología de la Actividad Física" para exponer los resultados tanto de sus Investigaciones como las de otros estudiosos acerca de la dinámica psicológica de la participación del niño en el deporte.
Es a partir de 1981, cuando se abre un nuevo horizonte en la Psicología del Deporte, aparece el término Deporte Escolar, abanderado por Martens, quien destaca las relaciones y los vínculos que existen entre el deporte y la psicología en estas edades tan importantes en la formación de una persona.
En la actualidad el deporte escolar forma parte del ocio de nuestros jóvenes, y el ocio es parte de la vida de nuestra juventud.
No obstante, esta "moda" de práctica deportiva desmesurada, y a veces sin sentido, abalada por los grandes avances tecnológicos y científicos no han contribuido lo suficiente a resolver los viejos y ya tradicionales problemas de la juventud y que hoy en día son de rabiosa actualidad.
No es menos cierto que la intervención psicológica con los más jóvenes, aún hoy en día, no es aceptada de manera rotunda por gran parte de la comunidad educativa. Existe un cierto rechazo por parte de algunos colectivos que ven en la psicología aplicada al deporte un carácter manipulador del que carece en realidad.
Actualmente los avances de la medicina y, en general de todas las ciencias, ha propiciado una mejora de las expectativas del joven deportista. Esta mejoría se hace aún más evidente cuando la psicología hace su aparición como elemento protector y preventivo.
En la infancia la elección de la actividad deportiva nos parece una apuesta de vital importancia. Se pretende evitar un excesivo dirigismo en la elección y, sobre todo, no imponer una obligación más en su ya cargado calendario escolar. Pero hemos de tener en cuenta que el niño/a, ante todo, juegue y se divierta.
De manera habitual el niño se decide por un deporte influenciado por el ambiente más próximo: los amigos/as, por los compañeros/as del colegio por los medios de comunicación, por sus padres, etc.
El objetivo esencial será lograr la mejora de aspectos físicos, psicológicos y sociales, que el practicar deportes no solo le seduzca por la práctica en sí, sino que le ayudará a vivir de una manera sana.
En la actual legislación española, en materia de educación, se contemplan las prácticas deportivas como eje vertebrador que fomenta hábitos de prevención saludables para la población escolar. En este mismo sentido, en nuestro marco jurídico se le da al deporte un papel destacado como vehículo de reinserción e integración social de poblaciones que requieren especial atención: discapacitados, reclusos, tercera edad drogadicción, etc.
La prevención provoca un retraso en la aparición de situaciones y conductas que perjudican la salud, protegiendo la vulnerabilidad del niño frente agentes internos y contextúales. Se pretende fomentar la salud por medio del deporte, pero es necesario que los medios de comunicación, la educación que recibe y las propias familias, tomen conciencia del papel fundamental que desempeñan en la mejora de su calidad de vida.
El deporte proporciona multitud de beneficios desde la niñez a la adolescencia, períodos sensitivos fundamentales en la educación de nuestros futuros jóvenes:
Le enseña a tener responsabilidades y obligaciones a cumplir una reglas, a servir a los demás. A cumplir y respetar unas normas. Estimula hábitos de salud e higiene.
Le ayuda a superar los complejos a fortalecer su carácter, a vencer sus debilidades, a tomar riesgos, a frenar sus impulsos, a integrarse en un grupo y a luchar por un interés común.
Le enseñará a ser más colaborador, más generoso y solidario, a luchar por un ideal, a ser menos individual y a ser más constante en el esfuerzo, a luchar contra la adversidad. A disfrutar de la relación con los demás, a respetar a los demás.
A nivel físico o fisiológico: mejora el desarrollo psicomotor, de las cualidades físicas, aumento generalizado de movimientos coordinados, ayuda cualitativa y cuantitativamente la maduración neurofisiológica. En general aporta innumerables ventajas en el ámbito orgánico-funcional.
En un sentido más general facilita el crecimiento en general así como por su alta función rehabilitadora puede facilitar la corrección de determinados déficit motorices.
Hay que educar a los individuos, para que puedan descubrir sus propios recursos y limitaciones, también sus punto fuertes. La fatiga, el agotamiento, la necesidad humana de movimiento, la personalidad, el éxito o el fracaso y el "sentirse mejor", pueden ser cultivados desde las actividades lúdico deportivas.
Incrementar y desarrollar la cooperación, fomentar entre los niños estrategias de razonamiento moral y contextualizarlos al entorno más inmediato. Practicar la empatía es una tarea de todos los profesionales del mundo deportivo.
El niño no es un deportista adulto en miniatura
Existe una notable diferencia entre el adulto y el niño a la hora de considerar el significado que cada uno atribuye al deporte. Es importante tener presente la filosofía que incorpora cada adulto comprometido con la formación deportiva de los más jóvenes.
El juego no es sólo cosa de niños, es para toda la especie animal en general, también para los adultos. Hay signos muy claros, de que el "juego" forma parte de todas las culturas.
El juego incluye deportes, juegos y actividades físicas que se realizan voluntariamente, generalmente de manera voluntaria y sin ánimo de lucro.
Los niños empiezan a hacer deporte, en primer lugar, por una necesidad puramente lúdica. Más tarde afrontan la competición como un reto para destacar respecto a sus amigos, para reclamar atención de los demás. Y en último lugar para ser mejor que ellos, aunque no lo hagan de manera consciente.
Es un tema controvertido el de la iniciación deportiva, ¿cuándo empezar?, sobre todo si tenemos en cuenta que estos primeros pasos serán vivencias irrepetibles (Blázquez, 1999)
Consideramos que la fase de iniciación deportiva debe ser progresiva y adaptada al propio proceso de desarrollo individual, cada ser humano es irrepetible. La prudencia en la toma de decisiones por la vulnerabilidad de los niños ante cualquier agente externo se nos antoja de una importancia capital
Destacar la importancia del psicólogo del deporte como especialista que debe ocuparse del asesoramiento de los profesionales que trabajan en este tema, y por su puesto de los padres. Su labor como orientador a nivel familiar debería concienciar a los padres de la importante de su labor como mediador en la toma de decisiones entre el entrenador el deportista y la familia.
Los agentes socializadores, empezando por la familia, son los que marcan el camino en las primeras etapas de vida del niño, tutelan el sentimiento positivo o negativo de lo que significa el deporte. Son estos agentes los que marcan el itinerario desde el comienzo. De ahí el desafío de distinguir y valorar comportamientos y concebir un ambiente adecuado con marco carácter formativo y sentido pedagógico.
De tal manera que el objetivo de aquellos que trabajan en este ámbito sea optimizar la percepción de las habilidades propias, aumentando la autoestima, mejorando la propia percepción, permitiendo que el movimiento se transforme en una herramienta para el conocimiento personal.
Coincidiendo con Lee (1990, en Gutiérrez, 1995), y basados en el convencimiento general de que cualquier actividad que se realice durante los años de formación de un individuo producirá un impacto educacional, como ya señala Escámez (1986, en, Gutiérrez, 1995), el deporte es una de las influencias a considerar en la educación de la juventud y, para muchos, la más importante aparte del colegio. Por ello, resulta de capital importancia que todos los responsables de la organización y desarrollo de los programas deportivos comprendan los efectos que las experiencias deportivas pueden ocasionar (Gutiérrez, 1995).
La influencia del deporte en la educación de los niños ha sido estudiada en profundidad por parte de la Psicología del Deporte. Dada la importancia del tema, en 1996 se elaboró un Manifiesto (ISSP, 1996) con el objetivo de asesorar a los padres, profesores de Educación Física y psicólogos en relación a las líneas de actuación más oportunas a seguir.
En esta declaración de intenciones se exponen los posibles efectos positivos que la práctica deportiva produce.
(ISSP, 1996)"El deporte reduce la ansiedad y la depresión, el deporte con predominancia aeróbica puede aumentar la autoestima, los atletas parecen tener más resistencia al dolor. Frente a la repercusión de la práctica deportiva sobre la personalidad del niño es fundamental la información, orientación y formación".
El modelo competitivo por excelencia va en detrimento de la cooperación y el acento en el resultado influye en el aumento de conductas sociales negativas.
La vulnerabilidad de las reglas de juego es un hecho que se admite sin el más mínimo pudor. La propia estructura de algunos deportes hace posible las argucias para sacar ventaja.
Cuando priman los resultados sobre los demás objetivos, se deterioran otras actitudes positivas y se potencian otras indeseables. Cuando se potencia el éxito sin importar los medios se potencian también conductas antisociales como la violencia, la incomprensión y la xenofobia.
Por el contrario, una actividad físico-deportiva bien encauzada mejora la condición física, el desarrollo psicosocial del niño (Linaza y Maldonado, 1987) la autoestima y el autoconcepto de los jóvenes que la practican, y consecuentemente una mejor adaptación social, tal y como señalan Roberts y Treasure (1993).
Nos corresponde compartir responsabilidades desde una perspectiva integrada por padres, profesores, entrenadores y deportistas. Aspiramos a establecer un mismo objetivo compartido desde distintos ámbitos: cognitivo, procedimental y actitudinal. Se pretende convertir al deporte en un elemento saludable y preventivo.
Especial atención requiere el deporte en edad escolar, la corriente educativa debe impregnar las actividades deportivas y sobresalir sobre las demás. No obstante, ya desde los orígenes del deporte normalizado en las Publics Schools inglesas de finales del XIX, se vio vulnerada sobre todos en los espectáculos deportivos.
La dejadez o el olvido de esta visión educativa del deporte se acentúa en las edades escolares donde la parte oculta del currículo es enormemente influyente en los comportamientos (Hernández, 1996; Barbero, 1996), esto es, edades donde la personalidad está muy influida por los ídolos deportivos, por los padres, profesores y, por supuesto, por los entrenadores deportivos, que aglutinan una pincelada de todos los anteriores y por lo cual les convierten en un enorme potencial de influencia. Barbero (1996) resalta que el profesor de Educación Física es único en este sentido, ya que nuestra área favorece un clima más distendido e informal y permite un mayor contacto y confianza con los alumnos que provocan una influencia mayor sobre ellos.
La función del profesor en las clases de Educación Física debe ir orientada a la socialización, destacando los aspectos positivos que el deporte ofrece, y rechazando los “antivalores deportivos” que denominan Hernández y Velázquez (1996) refiriéndose al juego duro, la agresividad, consumo de estimulantes, confundir o intimidar a los jueces, actuar en el límite de lo permitido, provocar a los contrarios, etc. Velázquez y Hernández (2003) comprobaron que un porcentaje minoritario, pero importante, del profesorado no incluye intervenciones didácticas en EF para inculcar patrones éticos y morales deseables en el comportamiento deportivo de los jóvenes y que este porcentaje es mayor conforme avanza la etapa de Secundaria.
Destacar también la importancia que los entrenadores y monitores tienen en la formación del deportista en edad escolar. Ellos realizan un papel importante en el desarrollo de actitudes como el respeto mutuo, la solidaridad y la diversión.
Muchos son los autores que coinciden en la preocupación por estudiar el papel del entrenador para solventar este problema social desde las categorías inferiores de la competición deportiva, reconociendo el papel tan importante que dichos entrenadores desempeñan en la educación social y moral de la conducta deportiva (Smith y Smoll, 1991; Lorenzo, 1997; Cruz, 2001).
El deporte escolar debe ser un vehículo para contrarrestar la violencia y el abuso en las relaciones entre iguales, es una manera de aceptar las reglas del juego, dando pie a que los niños muestren sus destrezas y se desenvuelvan en un entorno de respeto hacia los demás.
En la infancia la elección de la actividad deportiva nos parece una apuesta de vital importancia. Hay que evitar un excesivo dirigismo en la elección y, sobre todo, no imponer una obligación más en su ya cargado calendario escolar. Pero hemos de tener en cuenta que el niño/a, ante todo, juegue y se divierta
De manera habitual el niño se decide por un deporte influenciado por el ambiente más próximo: los amigos/as, por los compañeros/as del colegio por los medios de comunicación, por sus padres, etc.
El objetivo fundamental será lograr la mejora de aspectos físicos, psicológicos y sociales, que el practicar deportes no solo le seduzca por la práctica en sí, sino que le ayudará a vivir de una manera sana.
Actualmente, se pretende desde el deporte la promoción de la salud como elemento preventivo en el sentido integral de la persona. La función preventiva evita la aparición de situaciones y conductas que perjudican la salud, protegiendo la vulnerabilidad del niño. Fomentar hábitos saludables debe ser un objetivo prioritario, para ello se requiere la concienciación tanto de los medios de comunicación, de la comunidad educación y las propias familias. El deporte es un escenario inigualable para la mejora de la calidad de vida.
Los beneficios que logra un niño/a que practique deporte son muchos pero algunos de los principales serían los siguientes:
Le enseña a respetar y compartir las normas y reglas.
Le ayuda a superar la timidez o a frenar impulsos excesivos: autoestima, autoconfianza, autocontrol.
Le enseñará a ser más colaborador y menos individual ya que tendrá que respetar las normas, los turnos y la autoridad. Su esfuerzo al servicio de los demás.
Le enseña a tener responsabilidades y obligaciones que cumplir.
Aumento generalizado de la aptitud física y psicomotora.
Facilita el desarrollo orgánico y funcional, así como su crecimiento
Puede rehabilitar y reeducar posibles déficit.
Estimula y desarrolla hábitos saludables de higiene y salud.
Mejora el campo de las habilidades sociales.
Desarrolla la capacidad de relacionarse con los demás.
La permite disfrutar de su cuerpo y de su entorno.
Es un tema delicado el de iniciación deportiva, sobre todo si consideramos que para el niño/a son vivencias irrepetibles (Blázquez, 1999). Debe adaptase el proceso de iniciación manera progresiva al desarrollo evolutivo del niño. El niño es un proyecto de vida vulnerable, es individual y diferente en cada caso.
Los filósofos de la educación y los gobernantes abogaron, a lo largo de los siglos, para que se incluyeran los juegos y deportes en la educación de los niños. Sócrates, Aristóteles, Quintiliano, Comenius, John Locke y también John Dewey pensaban que los juegos físicos eran esenciales para la educación.
La excesiva dependencia del adulto limita la posibilidad de que tome decisiones, que indague y desarrolle la autonomía. Los agente socializadores implicados asumen una gran responsabilidad a la hora de orientas en estas primeras etapas de formación. Representan un modelo que conforman el entorno infantil lleno de desafíos e influencias. Lo que significa que en cada avance debe imperar el criterio del proceso enseñanza aprendizaje con un sentido de apertura y respeto la dignidad del niño. Subrayar en este sentido la trascendencia de educar en actitudes, valores y normas.
El abandono y la práctica
Los deportistas no forman un grupo homogéneo, existen entre ellos notables diferencias relacionadas con del género y otros factores sociodemográficos. La participación o el abandono de la práctica deportiva no es una consecuencia de la casualidad, es más bien el resultado de lo apropiadas que sean las decisiones que se tomen en los más diversos contextos sociales. Hay que destacar la importancia de los centros educativos e instituciones públicas en general, ya que tienen un papel muy destacado en el compromiso de la sociedad con la práctica de estilos de vida saludables.
La OMS a través de la Estrategia Mundial sobre Régimen Alimenticio, Actividad Física y Salud y la UNESCO, en su Cuarta Conferencia Internacional de Ministros encargados de la Educación Física y el Deporte, ante la alarmante situación de la práctica de la Actividad Física y el deporte propone a la comunidad europea una serie de medidas para luchar contra el sedentarismo y la obesidad, siendo uno de los objetivos prioritarios de las políticas de promoción de la salud, y de manera concreta las campañas dirigidas a los niños y jóvenes, sentando las bases de una actividad física y una participación en los deportes a lo largo de toda la vida. A medida que avanza la edad en los jóvenes manifiestan una tendencia hacia la adquisición de estilos de vida sedentarios poco recomendables.
Según Sánchez Bañuelos (1996) y Pérez Samaniego (1999), los beneficios que aporta sobre la salud la práctica de actividad física controlada y planificada pueden agruparse, en tres dimensiones: una fisiológica, destacando la prevención de enfermedades cardiovasculares y cerebrovasculares; una psicológica, predominando entre otros, el efecto ansiolítico asociado sobre la sensación de bienestar general del individuo, y una social, con los posibles efectos en la promoción social y en la autoestima que ello comporta.
La práctica de actividad física controlada produce numerosos beneficios sobre la salud y, sin embargo, existen numerosos estudios que demuestran que hay un importante fenómeno de abandono de manera generalizada y especialmente durante la adolescencia.
Las revisiones de la literatura llevadas a cabo en jóvenes han obtenido evidencia acerca de los múltiples beneficios de la actividad física a corto y largo plazo (Armstrong y Welsman, 1997; Diddle et al., 1998; Blair y Meredith, 1994; Health Education Authority, 1997; Rowland, 1990 y Cantera y Devís, 2000).Los beneficios a corto plazo se refieren a las mejoras biológicas, psicológicas y sociales. Uniendo estos beneficios a los hábitos de vida no hemos de olvidar que la actividad física realizada en la juventud posee una posible influencia en los hábitos de práctica físico deportiva de la infancia a la edad adulta (Malina, 1994; Simons-Morton et al., 1987; Glenmark et al. 1994; Raitakari et al, 1994 y Cantera y Devís, 2000).
Todos los colectivos están de acuerdo en recocer los riesgos asociados al sedentarismo y a la falta de actividad física. El interés de los españoles, al igual que el resto de europeos, hacia el deporte (Ripa, 1991), ha ido evolucionando positivamente desde 1975 hasta nuestros días. A veces este interés mostrado en las encuestas no se corresponde con la práctica real. Esta situación se hace extensible a ambos sexos. Sí existe una diferencia bastante significativa entre la población de 15 a 18 años y los mayores de 46 años (García Ferrando, 1991).
La práctica regular de actividad físico-deportiva debería ser una constante a lo largo de la vida de todas las personas por los numerosos beneficios que reporta (Merino y González, 2006)
Además de lo anteriormente expuesto, la práctica continuada facilita la adquisición de otras vías de experiencia y formación, entre las que se encuentran las siguientes:
Un aumento y diversificación de las propuestas de actividades de ocio, incluida la participación en el deporte de alto rendimiento.
Incremento y mayor participación en el mundo asociativo.
Aprendizaje de estrategias de interacción social encaminadas a una mejor preparación para el mundo del trabajo.
La sociedad actual ofrece un amplio abanico de actividades de ocio y tiempo libre, de esta gran oferta las actividades relacionadas con la práctica física o deportiva ocupan un papel muy destacado, especialmente las destinadas a la población infantil y juvenil.
La iniciación deportiva deberá enfocarse de manera múltiple, variada y alternativa, de forma que diera lugar a experiencias motrices propias en diferentes modalidades deportivas de manera genérica, abstrayéndose de la especialización temprana y del deporte competitivo antes de la pubertad (Durand, 1988).
La influencia de los amigos parece ser la causa principal de la adherencia a la práctica deportiva, tanto en hombres como en mujeres, especialmente en el período de iniciación. La diversión y el mantenimiento de la forma física es el primer motivo de práctica en este período de iniciación deportiva para ambos sexos. (Ponseti (1998); García Ferrando (1996)
El momento de máxima participación deportiva coincide con la etapa escolar, y el comienzo del abandono de la misma se inicia con el abandono masivo del período escolar, la causa se debe a factores que dependen de variables psicológicas y variables sociopersonales. (García Ferrando, 1996; Cantón, 1997; Rodríguez Allen, 2000; Escudero, Serra y Servera, 1992; Ponseti, 1998; Goñi, 2000)
Para Torre (2002), el profesor de Educación Física tiene un papel fundamental dentro del proceso educativo, destacando el estilo de enseñanza y el programa de contenidos como dos de los factores que inciden en las experiencias que proporciona la educación física a los niños y niñas. La percepción de éstos será la responsable, en gran medida, de los futuros hábitos deportivos del alumnado cuando llegue a la edad adulta.
En la población española, los motivos de abandono de la práctica deportiva se atribuye a los estudios y el aburrimiento como principales causas, afectando de forma superior a las mujeres que a los hombres (Piéron, 2002) y Bizkaia (Ispizua, 2003) se afirma que el motivo principal de abandono de la práctica deportiva es la falta de tiempo, aducida principalmente a la exigencia de los estudios seguido de otras preferencias. (Escudero, Serra y Servera 1992; Ponseti 1998).
Diferentes estudios indican que es entre los 12 y los 18 años es cuando se da el mayor abandono en la práctica de actividad física (Caspersen, Pereira, y Curran, 2000; Telama y Yang, 2000; Van Machelen, Twisk, Post, Snel, y Kemper, 2000)
En una encuesta realizada por García Ferrando en el año 2005, encuentra que los motivos principales por los que realiza deporte la población española por sexos están relacionados con los morfotipos con los que siempre se les ha relacionado al hombre y a la mujer. Es decir, al masculino se le identifica con la fuerza, potencia, resistencia, velocidad, etc.; y al femenino con la flexibilidad, la expresividad, la gracia, lo rítmico, etc.
Se considera que la repercusión del deporte espectáculo a través de los medios de comunicación son una de las causas de que parte de la población española haya perdido interés por el deporte.
A la hora de practicar deporte, las mujeres le prestan mayor importancia a los elementos más corporales, de salud y estéticos del ejercicio. En cambio los varones, le prestan mayor atención a la diversión, el entretenimiento y la relación social.
La natación recreativa se ha convertido en el deporte más practicado, lo cual evidencia los cambios que se han producido en las tendencias de la práctica deportiva en la sociedad española, desde 1980 hasta 2005.
En investigaciones realizadas con poblaciones extranjeras en edades comprendidas entre los 13 y 18 años Seefeldt y Cols. (1978), recogido por Cei (1996), se obtuvieron como resultado que el mayor grado de abandonos coincide con esta edad, no obstante, Burton y Martens (1986) y Weinberg y Gould (1996) adelantan ligeramente esa edad y la sitúan en torno a los 16 años y a los 15 años respectivamente.
De una forma más pormenorizada exponemos a continuación el resultado de diversos estudios realizados y que pueden aportar datos más explícitos.
Puig (1996), en su investigación sobre jóvenes y deporte, aprecia que en los países desarrollados hay una tendencia hacia la disminución de la práctica deportiva entre los 15 y los 25 años.
Torre (1998) en el que la falta de tiempo y la pereza y la desgana son más importantes para las chicas que para los chicos, mientras que, entre ellos, prevalece como causa de abandono tener otras cosas que hacer.
Otros autores destacan no sólo los deficientes hábitos de práctica deportiva, sino en general de estilos de vida saludables, que se dan en la actualidad entre los adolescentes (Cantera y Devís, 2000).
Ruiz Juan (2001) encontró que el abandono entre los jóvenes almerienses de Enseñanza Secundaria Post-obligatoria es del 21,2%, porcentaje que disminuye a un 14% si sólo se contempla la población con edades comprendidas entre los 16 y 17 años. Un 4,8% lo hizo antes de haber finalizado la Educación Primaria y el 47,8%, en la Secundaria Obligatoria. Observamos que la adolescencia se torna un momento clave del abandono de la práctica de actividad físico-deportiva en la población.
Moreno, Rodríguez y Gutiérrez (2003), en un estudio realizado a estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria, entre 12 y 15 años, comprobó que el 24,6% no practica ninguna actividad física en horas extraescolares, frente al 75,4% que sí realizan alguna práctica físico-deportiva. Si diferenciamos por sexo, de ese 75,4% que señalan que practican, un 38,9% son chicas frente al 61,6% que son chicos. De ellos, el 53% practica, al menos, una actividad, el 16,6% practica dos y el 6,2% practica tres o más.
Podemos observar que la tasa de práctica de actividad físico-deportiva es alta, aunque mucho mayor en los chicos que en las chicas.
El motivo más importante que argumentan los adolescentes para abandonar la práctica de actividad físico-deportiva es la falta de tiempo (Vázquez, 1993; Torre, 1998; Arribas Galárraga y Arruza Gabilondo, 2004; Otero y Cols. 2004 y Ruiz Juan y Cols, 2005).
Arribas Galárraga y Arruza Gabilondo (2004) destacan como principales causas del abandono de la práctica de actividad físico-deportiva de los adolescentes el aburrimiento y haberse deshecho el equipo en que practicaban.
Otero y Cols. (2004), referido a una población de todas las edades, alude a la falta de tiempo, salir cansado del trabajo y las lesiones; Ruiz Juan y Cols. (2005) destacan a falta de tiempo, la pereza y desgana y el horario incompatible y García Ferrando (2001) señala como causas más relevantes del abandono salir cansado o tarde del trabajo, la pereza o desgana y los problemas de salud.
García Ferrando (2005), en un estudio sobre la práctica deportiva de la población española en general, señala que la práctica de los hombres se ha estabilizado en un 41%, mientras que en las mujeres ha experimentado un significativo avance y ha subido hasta el 26%.
Moreno y Cols. (2006), en una investigación con estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (12 y 15 años), obtuvo que el 44,8 % de los alumnos que no practican ninguna actividad físico-deportiva extraescolar son de 14-15 años de edad, mientras que entre los de 12-13 años es de 38,1%. La relación entre la edad del alumno y la práctica físico-deportiva revela que las mayores tasas de práctica se dan entre los alumnos de 12-13 años, frente a los de 14-15 años. En consonancia con este estudio, encontramos otros diversos que corroboran que las actitudes sedentarias en los adolescentes son tanto más acusadas cuanto mayor es la edad (Piéron y Cols., 1999; Rodríguez, 2000; Velázquez y Cols., 2001)
Estudios realizados por diversos investigadores en poblaciones de adolescentes españoles confirman los siguientes resultados:
Jaffee y Richer (1993), Douthitt (1994), Torre (1998) y Palou y Cols. (2005) en afirmar que este fenómeno de abandono es superior entre las chicas que entre los chicos, aunque, como podemos observar analizando el estudio realizado por García Ferrando (2005), la práctica de actividad físico-deportiva entre las chicas ha experimentado un significativo avance en los últimos años
Situándonos en la variable sexo, se ha puesto de manifiesto que la práctica de actividad física en las chicas es menor que en los chicos. Estudios como el de Douthitt (1994) revela que es mayor también el número de adolescentes y mujeres que abandonan la participación en actividades físicas-deportivas en comparación con el sexo masculino.
Cervelló (1995), afirma que las causas de abandono más frecuentes son la falta de diversión, la falta de competencia, los problemas relacionados con el profesor, las lesiones y los problemas relativos al programa.
Cervelló (1995) realizó un análisis bastante exhaustivo sobre los motivos de abandono de la práctica de actividad físico-deportiva de la población, y concluyó que los principales motivos son: el conflicto de intereses con otras actividades (otras actividades, otros deportes, excesiva demanda temporal, trabajo); diversión (falta de diversión, aburrimiento; competencia (falta de habilidad, ausencia de progreso técnico, miedo al fracaso); problemas con los otros significativos (problemas con el entrenador, falta de apoyo parental); problemas relativos al programa (demasiada presión, excesiva seriedad del programa, excesivo costo del deporte), y lesiones.
Garcia Montes (1997) señala que los factores que influyen en el abandono de la práctica físico-deportiva de las chicas son: los cambios que se producen en la personalidad y en los hábitos de vida durante esta etapa; las nuevas necesidades y expectativas con respecto a las que predominaron durante la niñez; la pérdida de fuerza del tutelaje de los padres y el fortalecimiento de la pandilla de amigas como grupo de referencia; la conciencia de grupo, el liderazgo y la opinión de la mayoría.
Arribas Galárraga y Arruza Gabilondo (2004) encontraron en escolares de Guipúzcoa que las causas de abandono de la práctica deportiva son: falta de tiempo-estudios (37%), aburrimiento (15,4%), se deshizo el equipo (11,85%), por el entrenador (6,43%), lesiones (4,69%), no jugaba (2,83%) y ambiente muy competitivo (2,65%).
Torres Guerrero (2005) indica que los adolescentes en la actualidad tienen una gran oferta de actividades extraescolares y muchas de ellas son más motivantes para sus padres, en cuanto a su futuro académico, que la práctica deportiva. Centrándonos en ésta, la motivación del joven puede ser esencial para practicar o abandonar.
Al intentar dar respuesta a las causas de abandono, Cervelló, Escartí y Guzmán (2007), utilizando la teoría de las metas de logro, en un estudio realizado con 134 deportistas adolescentes enrolados en grupos competitivos orientados al alto nivel, concluyeron que el abandono se puede predecir por una orientación al ego y a una baja percepción de la habilidad comparada.
Los factores personales son los motivos que tienen un mayor grado de incidencia, y aluden al tiempo, a las percepciones propias, a las expectativas, al nivel de competencia motriz y las experiencias negativas con el profesor y la clase de Educación Física.
Con menor peso se encuentran los factores ambientales y sociales que tienen que ver con la presión y el estrés competitivo y a los problemas con los padres (Delgado y Tercedor, 2002).
Por último, está el factor que representan los motivos actitudinales con respecto a las preferencias, a la desgana y pereza (Ruiz Juan y Cols., 2005).
Como aportación de interés de los grupos de discusión, además de lo expuesto en los principales motivos de abandono, resaltamos los problemas con el monitor o técnico que dirige la actividad (Nuviala y Nuviala, 2005).
En este mismo sentido podemos afirmar que el papel trascendente que desempeña el entrenador en el ámbito del abandono y/o motivación deportiva (Vigarello, 1986; Martens, 1987; Martín y Hrycaiko, 1983; Smoll y Smith, 1980; 1987; Snyder, 1996a; 1996b; Cruz, 1997 y Torre y Cols., 2001). A esto hay que unirle la buena o mala influencia del ambiente familiar, el grupo de amigos y en general todos agentes sociales que conforman las variables de contexto.
La influencia de los amigos es también un motivo más que hay que tener en cuenta como causa de abandono, tal y como plantean Ntoumanis, Vazou y Duda (2007) al considerar que los compañeros pueden influir en la motivación de una forma relativamente independiente a la del entrenador o la influencia de los padres. Y en alusión a los padres, parece que la sobreprotección hacia sus hijos y la falta de exigencia y esfuerzo son otro factor a considerar.
En resumen las causas de abandono suelen ser de índole muy diversa. En numerosas investigaciones se pone de manifiesto que esas causas se deben a:
Baja forma, fatiga mental.
Falta de interés y falta de motivación
Escasa Habilidad y demasiado énfasis en la competencia
Conflicto de intereses, percepción de fracaso
Falta de diversión
Incompatibilidad con los estudios y entrenamientos poco variados y muy duros
Elevada exigencia temporal y cierta presión de los padres
El problema de los desplazamientos
Problemas con el entrenador, actitudes negativas
Falta de instalaciones deportivas
Falta de coordinación entre deporte y estructura académica.
Formando a un ganador
El talento deportivo es el resultado de factores innatos y de componentes aprendidos. Se facilita el talento deportivo cuando encaminamos nuestros esfuerzos a formar jóvenes que disfrutan en cada entrenamiento. Se ha demostrado que en la medida que disfrutan con el deporte, aumenta su equilibrio y disminuye la ansiedad. La capacidad para entrenar con pasión, sentir orgullo personal, exhibir autocontrol y grado de confianza para manejarse bajo presión, son algunas de las características que distinguen a un futuro ganador.
Por el contrario, aquellos deportistas en los que predomina una tendencia a la ansiedad, a la depresión, con características neuróticas, introvertidos, con propensión a aislarse, a desorientarse y a abatirse, suelen fracasar con mayor facilidad en el mundo del deporte. En términos generales, se observa que la salud mental es un distintivo común en el éxito deportivo. De aquí la importancia del papel de la autoestima, que atesore un concepto positivo de sí mismo. Este aspecto es primordial para que desarrolle su máximo potencial deportivo.
Como técnicos y como educadores podemos contribuir de manera decidida en el fortalecimiento de la autoestima de nuestros jugadores. Una baja autoestima se asocia con la tendencia a sufrir exceso de ansiedad competitiva, fenómeno que se asocia con una pobre motivación para entrenar y competir.
Destacar la importancia de las relaciones humanas, de la empatía entre el rol de entrenador y mis jugadores. ¿El trato que les concedo les hace sentirse atendidos? ¿Escucho sus opiniones y sus puntos de vista de manera que las tomo en cuenta cuando llega el momento? ¿Soy capaz de reconocer los avances que se producen y se los comento? ¿Les brindo información y los oriento para que tomen sus propias decisiones de manera conscientes? Estos y otros interrogantes nos deben hacer pensar sobre nuestra manera de enfocar la formación de nuestros jóvenes, nuestro éxito y el de nuestros deportistas depende mucho de ello.
Propuestas que contribuyen al éxito
Precisión en los objetivos y sentido de equipo.
Métodos y proyectos concretos para superar los obstáculo
Roles bien detallados.
Relación sencilla, natural y directa.
Normas de apoyo en favor del grupo.
Consenso en las decisiones.
Asumir las decisiones y enfrentarse a situaciones de riesgo.
Implicación compensada y labores rotativas.
Valores deportivos y compromisos aceptados.
Concepción del concepto de progreso colectivo.
Compromiso en la resolución de las dificultades.
Innovación y capacidad de sorpresa.
Feedback y valoración de todo el proceso.
Nivel de expectativas alto.
Ambiente distendido y buen humor.
Estabilidad entre roles.
Desavenencias infrecuentes.
Alto nivel de autoconfianza
Relaciones interpersonales firmes.
Escasos conflictos.
Ambiente positivo.
Toma conjunta de decisiones.
Gran compromiso en el trabajo.
Indicadores del trabajo improductivo
Incomunicación.
Desacuerdos y conflictos internos.
Inhibición en las confidencias.
Análisis destructivo.
Ausencia de feedback.
Reuniones improductivas
Objetivos inestables y confusos.
Primacía de los objetivos individuales.
Líderes desaprovechados.
Falta de objetividad en las apreciaciones.
Injerencias entre roles.
Conformismo y sumisión.
Alto nivel de ansiedad.
Poca confianza en el colectivo.
Toma unilateral de decisiones.
Actitud de resistencia y obstinación.
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Febrero de 2012 |