El proceso de socialización: el desarrollo moral | |||
Dr. en Educación Física Profesor de la UCA (España) |
Damián Ossorio Lozano |
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Resumen Incorporar la actividad deportiva a nuestra vida diaria es incorporar un constructo ético y una moral positiva a nuestros actos. En el deporte el primer obstáculo a vencer es siempre de orden personal (físico, psicológico, social, etc.). El segundo representa la lucha con el contrincante. El adversario es siempre alguien que debe ser derrotado y que no debiera ser odiado. La conducta moral, se halla determinada, no tanto por su conocimiento y razón, como por los factores emocionales que hacen prepotente ciertas normas o pautas de conducta. El desarrollo moral se refiere a los cambios en la moral de los procesos de toma de decisión, los cuales se cree que ocurren de manera secuenciada. Partimos del convencimiento de que el desarrollo moral del niño debe plantearse sin ninguna duda como eje dinamizador de su actividad deportiva. Se ha demostrado que los atletas toman menos decisiones morales maduras en el deporte que en la vida. Palabras clave: Proceso de socialización. Moral. Deporte.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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Para Peter Berger, la socialización es un proceso por el cual el individuo llega a ser miembro de la sociedad. Mediante este proceso el individuo participa en la dinámica social a través de un proceso de interiorización personal. Es decir, el ser va asumiendo el mundo que le rodea, aceptando que ese mundo es su mundo, entendiéndolo y reproduciéndolo. El proceso a través del cual se produce esta interiorización se llama socialización.
En el transcurso del período de formación deportiva, el aprendizaje del niño debe estar repleto de tareas cargadas de significado que le permita crecer como persona de manera íntegra. Debería alcanzar independencia personal para desenvolverse en la vida cotidiana. Desarrollar actitudes a través de las habilidades psicomotrices que aprende y, que le son necesarias para integrarse en los juegos en los que participa.
El proceso de socialización del niño, según Buhler (Benguerón, 1985) cumple dos transformaciones principales: la socialización y la actitud ante el trabajo.
En esta etapa, el niño transpone la barrera de las actividades individuales para incorporarse a las actividades en grupo. Se produce también un cierto grado de independencia respecto a su familia que hasta ahora había sido el núcleo de toda su actividad. Comienza a surgir el sentimiento de afiliación a un grupo de iguales para realizar distintas. Este cambio en su conducta va generar un cúmulo de influencias en su comportamiento y en sus actitudes.
La gran trascendencia socializadora del deporte en estas edades es innegable, pues los beneficios que reporta son innumerables, entre ellos podemos destacar los siguientes:
Encauzará la rivalidad de una manera sana, evitando conductas disruptivas o agresivas: insultos, burlas, abusos, etc.
Desarrollará el autodominio y la aceptación de normas generales.
Fomentará la cooperación y el trabajo en equipo.
Facilitará la integración en otros grupos afines.
Enseñara a ser generoso y a respetar una escala de valores.
Desarrollará un papel de género masculino o femenino adecuado.
Todo comportamiento conlleva el sometimiento a unas normas, el deporte no queda exento de este compromiso. En este sentido, la conducta del deportista está regulada por unas normas que debe respetar. Esta responsabilidad comporta, el acatamiento de las normas del propio juego y el respeto a las relaciones que mantiene con el grupo. De aquí que el compromiso de aceptar una conducta reglada es un hecho que afecta toda nuestra estructura vital. Toda nuestra existencia está vinculada a principios éticos y a relaciones afectivas individuales y colectivas. El cumplimiento de este compromiso conlleva la asimilación de valores éticos aplicables en cualquier circunstancia y situación. Las reglas del deporte son reglas que sirve para la vida.
El conocimiento y la experiencia confirman que la práctica del deporte suministra a cada persona un sentimiento inmediato de integridad. Incorporar la actividad deportiva a nuestra vida diaria es incorporar un constructo ético y una moral positiva a nuestros actos. En el deporte el primer obstáculo a vencer es siempre de orden personal (físico, psicológico, social, etc.). El segundo representa la lucha con el contrincante. El adversario es siempre alguien que debe ser derrotado y que no debiera ser odiado.
Desde nuestro punto de vista, el acatamiento de estas normas es lo que confiere al deporte esa peculiar dignidad que posee, y que es posible advertir aún hasta en sus aspectos más íntimos.
Nuria Puig afirma: "la socialización es el proceso por el cual la sociedad modela a la persona para integrarla en su sistema cultural. Puig advierte que este proceso no es unilateral. "sino de mutua influencia entre la persona y el entorno".
Bajo este prisma se entiende el deporte como un descriptor social que organiza una estructura que lo define y lo identifica en un sistema de adscripciones establecido.
Elizabeth, B. Hurlock (1994) define la conducta moral como: "el comportamiento que debe seguir el niño de acuerdo con el código moral del grupo social al que pertenece. La moral establece lo que está bien y está mal respecto a las acciones humanas, en el caso del deporte, el código de ética deportiva recoge lo que es lícito o lo que es reprobable".
Es obvio que existen una gran cantidad y variedad de modelos diferentes de acción, estos modelos dependen de la estructura innata de cada individuo. Y son los que hacen diferente la conducta entre individuo e individuo.
Sabemos que la conducta depende en gran parte de la educación, del aprendizaje y de la maduración del sistema nervioso; por este motivo, la conducta moral no permanece invariable, sino que evoluciona y se modifica. También sabemos que poseemos ciertos reflejos condicionados, relacionados con las emociones, que pueden influir sobre la conducta humana. La conducta moral, se halla determinada, no tanto por su conocimiento y razón, como por los factores emocionales que hacen prepotentes ciertas normas o pautas de conducta.
El conocimiento de lo que está bien o lo que está mal, guarda una estrecha relación con la educación de la voluntad. Y es la voluntad la que dirige el camino hacia el bien. Su estrecha relación se hace indispensable para adjudicar de manera consecuente la responsabilidad moral del acto.
Las teorías relacionadas con el desarrollo moral proponen que a medida que los niños desarrollan un sentido de juicio moral, se hacen progresivamente más capaces para tomar decisiones morales basadas en el establecimiento de reglas universales de conducta más bien que sobre la base de coacción o en interés propio.
El desarrollo moral del niño se realiza de manera gradual, mediante la adquisición de hábitos cada vez más "inteligentes". De cómo el niño actuará frente a un nuevo escenario, obedecerá en parte al grado de perfeccionamiento de su competencia, considerado este como la suma de todas las respuestas establecidas ante contextos específicos, más la experiencia acumulada de otras situaciones.
Se han identificado tres puntos de vista a favor de la relación entre el deporte competitivo, la participación y el desarrollo moral (Arnold, 1986). El punto de vista positivo se basa en que existe una influencia positiva clara, pero no comprobada de la participación en el deporte y la toma de decisión moral. El punto de vista neutral radica en que el deporte es una forma completa de actividad humana limitada por el tiempo y el espacio el cual existe dentro de un vacío moral. El punto de vista negativo se basa en que la participación en el deporte está asociada con la depreciación de los valores sociales y morales. En la actualidad parece más evidente apoyar el último punto de vista.
El desarrollo moral se refiere a los cambios en la moral de los procesos de toma de decisión, los cuales se cree que ocurren de manera secuenciada. Depende de la interiorización, considerado este como un proceso de aprendizaje de la conducta socialmente beneficiosa a través de los valores. El segundo aspecto se refiere del desarrollo estructural.
Dos perspectivas importantes se han evidenciado durante el siglo XX: (a) La interiorización y (b) el desarrollo estructural. El primero propone que el desarrollo moral es un proceso de aprendizaje de conducta socialmente beneficiosa a través de la interiorización de los valores. El segundo se refiere a la interacción entre las experiencias medioambientales de la realidad social y la organización fenomenológica del individuo. (Bredemeier y Shields, 1996)
Kohlberg adoptó un enfoque estructural del desarrollo para el examen de los juicios morales. Se concentró en las relaciones entre las ideas del pensamiento de un individuo y asumió que los humanos construían un mundo para ellos por el procedimiento de involucrar el pensamiento y la acción dentro del mismo (Colby y Kohlberg, 1987).
Partimos del convencimiento de que el desarrollo moral del niño debe plantearse sin ninguna duda como eje dinamizador de su actividad deportiva. Con una clara función preventiva. Que le sirva como eslabón para sacarlo de ese estado de indiferencia apreciativa y desarrollar en él la atracción por los valores vitales y ético-espirituales.
Nuestra propuesta, en consecuencia, consiste en considerar el deporte en estas edades no solo desde la competencia sino además, como una puesta en acción de los valores a través de la educación ética en el deporte, esto es en otras palabras, viendo al joven deportista como una unidad existencial que al proyectarse, pueda ir madurando a partir de las decisiones que tome, de la elección que adopte y de la escala de valores que elija.
Los valores y el desarrollo moral
Los valores se manifiestan como cualidades relativamente estables, que intervienen de manera general en distintas situaciones, como medio de destacar las actitudes y conductas (Rokeach, 1973).
Los valores ponen de manifiesto la importancia de los motivos en conflicto que rige la conducta del hombre, lo mismo ocurre en el deporte.
El modelo de Rokeach de la estructura de los valores distingue los valores instrumentales (modos de conducta) y los valores terminales (finalidad de la existencia). La distinción clarifica la naturaleza del conflicto entre los modos de conducta alternativos en el deporte. Los valores instrumentales y terminales poseen dimensiones interpersonales o intrapersonales. Esto da como resultado cuatro tipos de valores. Los valores terminales pueden ser sociales o personales; los valores instrumentales pueden ser morales o de competencia.
En relación al deporte, la confrontación se plantea entre los valores instrumentales que genera la competencia personal en contraposición a la conducta moral.
Se han presentado dos importantes alternativas para mejorar la propuesta de Rokeach (Braithwaite y Laws, 1985: Schawrtz y Bilsky, 1987). Ambos estudios han apoyado las características esenciales del modelo de Rokeach, es decir, que la distinción entre los valores terminales e instrumentales es válida y provechosa, y que la distinción personal-interpersonal es importante y significativa. Y que los valores sobre los que se cimentan las palabras o frases de estímulo son bastante representativas de los valores que mantienen las personas.
Kohlberg identifica dos sub-fases que describen distintas orientaciones cognoscitivas. En la primera, las personas tienden a utilizar criterios de rendimientos normativos y a establecer consecuencias de las acciones y decisiones que toma. En la segunda, presta más atención a las demandas que reclaman justicia y a las orientaciones propias de los ideales, Bredemeier y Shiedss (1984) utiliza esta estructura para explicar la razón por la cual los atletas hacen juicios menos maduros sobre el comportamiento deportivo que en la vida diaria.
En un modelo menos determinista Haan (1978) considera que el desarrollo moral depende de los fundamentos básicos del equilibrio moral, del diálogo moral y de los niveles morales. El equilibrio moral se produce cuando las partes que intervienen en una relación acuerdan sus derechos y deberes relativos.
En el deporte el equilibrio moral nace cuando existe un acuerdo para respetar el reglamento por parte de los participantes. Si esto no resulta el evento puede detenerse hasta que se haya alcanzado algún acuerdo, o sea la parte perjudicada quien dé el primer paso para restablecer el equilibrio.
Bredemier y colaboradores han trabajado a partir de un concepto de estructura-desarrollo enfocándolo particularmente sobre las ideas de Haan (1978). Se plantearon las siguientes preguntas:
¿Es el razonamiento moral de los niños el mismo en el deporte que en otras situaciones de la vida?
¿Cuál es la relación entre la participación deportiva y el nivel de razonamiento moral?
¿Está el nivel de razonamiento moral relacionado con otras tendencias de conducta?
¿Puede el desarrollo moral promocionarse a través del deporte? (Bredemier y Shields, 1987)
Se ha demostrado que los atletas toman menos decisiones morales maduras en el deporte que en la vida. La divergencia ocurre alrededor de los doce años de edad, cuando los niños muestran señales de respuestas más egocéntricas en las actividades deportivas (Bredemier y Shields, 1984) Además, existe alguna evidencia de que los niños que practican deportes de contacto exhiben niveles más bajos de razonamiento moral que aquellos que participan en deportes donde no hay contacto personal (Bredemier y Shields, 1984). Sin embargo, Horrocks (1979) que demostró que la participación en el deporte fue positivamente relacionada con el razonamiento moral de los dilemas en el deporte, pero no en dilemas relacionadas con la vida. La relación no está bien definida.
Si relacionamos el tema con conducta de otra índole, los niveles más bajos de razonamiento moral están asociados con proporciones más altas de agresión y los niños que actúan a niveles más altos de razonamiento moral se describen a sí mismos como más dogmáticos y menos agresivos que otros (Bredemier y Shields, 1987)
El mayor interés se concentra en el posible efecto del deporte sobre el desarrollo moral y la conducta, y estos sobre el desarrollo personal.
Se ha demostrado que los programas de deportes diseñados específicamente pueden producir avances en el razonamiento moral sobre los dilemas del deporte, pero no en los dilemas que se confrontan en la vida diaria (Shewchuk, Koven, 1986). Este efecto se ha demostrado tanto en el aprendizaje social como en situaciones de desarrollo estructural. Igualmente significativo es la comprobación de que no existía mejora en el rendimiento moral de los niños en los grupos de control. Este resultado proporciona una evidencia para aquellos que creen que simplemente exponiendo a los niños a la práctica de experiencias deportivas no se produce el desarrollo del carácter durante tanto tiempo reclamado. Lo que es importante es la manera en que esas experiencias están estructuradas por los entrenadores.
Valores
La palabra valor viene del latín, valere que significa fuerza, salud, ser fuerte. Identificamos los valores con algo digno, algo que apreciamos, que es éticamente bueno. Los valores representan las cualidades que podemos encontrar en nuestro ambiente social. La ausencia de valores morales nos aleja del concepto de ser humano que vive en comunidad y en democracia, son los que rigen nuestra conducta, en base a ellos decidimos, elegimos y tomamos decisiones en nuestra vida diaria.
Si la moral establece los comportamientos que nos conducen hacia lo bueno y apreciado, la ética es la que reflexiona sobre dichos comportamientos, tanto una como otra nos reclaman llevar una vida acorde con una escala de valores morales.
El binomio valor - moral, se relaciona con la justicia, la bondad, la responsabilidad, la solidaridad, la lealtad, la paz, etc. De los valores depende que llevemos una vida atrayente en armonía con nosotros mismos y con los demás; una vida que merezca ser vivida y en la que podamos crecer como seres humanos y como deportistas.
Cultura organizacional
Trasladando los valores al campo del deporte, indudablemente la alta competición es la responsable por promover los valores acordes a sus fines dentro de su propia organización.
No podemos olvidar que la cultura deportiva de un club o del entramado organizativo de un deportista de élite los hace diferentes a los unos de los otros en cuanto a los procesos de desarrollo, los procedimientos adoptar y las relaciones entre sí. De esta manera dentro de este organigrama se incluyen desde los conocimientos, creencias y valores hasta los procedimientos, capacidades y habilidades adquiridas por las personas en tanto miembros del club o asociación a la que pertenecen. Cuando los deportistas como personas que conviven en una pequeña comunidad van formando un algo en común, como una personalidad colectiva, sin perder sus diferencias individuales.
Comprender la cultura del club, del equipo es importante porque es la mejor forma para integrarse y conocer cuáles son las conductas apropiadas y esperadas por sus miembros.
Palabras finales
El mundo de los valores es amplio, complejo y en permanente transformación. En cada época aparecen nuevos valores o los viejos valores cambian de nombre. Todos somos libres, además de escoger nuestros valores y de darles el orden y la importancia que consideramos correctos de acuerdo con nuestra manera de ser y de pensar. Sin embargo, hay valores que no cambian, que se conservan de generación en generación, siempre y en todas partes. Valores universales, que exigiríamos a cualquier persona.
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