Diario de un hincha. Acerca de 'Ser de River. En las buenas y en las malas. Agonía, descenso y resurrección desde la tribuna' |
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Sociólogo, UBA Investigador del Centro de Estudios del Deporte (CED-UNSAM) (Argentina) |
Rodrigo Daskal rodaskal@hotmail.com |
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 165, Febrero de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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Tiempo atrás, los periodistas deportivos se cuidaban de no revelar sus simpatías futboleras, so pena de ser acusados de parcialidad o, cuestión no menor, de ser vilipendiados por ciertos hinchas en la práctica de su labor. Poco a poco el auge de las nuevas formas tecnológicas de comunicación social y la aparición o resurgimiento de la pasión como vector central en nuestro fútbol puso en duda dicha necesidad; para qué ocultar que un periodista deportivo es, en mayor o menor medida, al principio o al final, un apasionado por el fútbol y su club, al mismo tiempo que un profesional. Esta tensión -¿es posible ser serio, objetivo, imparcial, si simultáneamente se es un hincha?- se resguardaba con el secreto, que no hacía otra cosa que ocultar, al fin, un antiguo tema: el de la emotividad frente a la racionalidad, más cuando ambas confluyen sobre un mismo espacio. La aparición del Ser de River. En las buenas y en las malas... (Ed. Sudamericana, Buenos Aires, 2011) de Andrés Burgo busca abocarse al dilema de una manera original, hilando ambos niveles y utilizando la crónica no como un mero relato correcto y preciso, aunque así lo sea, ni -menos aún- al estilo de la alharaca simplona del periodismo deportivo hegemónico de las últimas décadas. El relato de Burgo navega a dos aguas entre la investigación sobre los últimos años de la política y la gestión del Club Atlético River Plate, sin evitar el moral estilo rector del sentido común periodístico pero profundizándolo para no hacer del él un relato lineal sino un espacio de zonas grises e intermedias; y en otro plano la crónica del hincha, del que fue y dejó de ser, pero que vuelve a surcar tribunas y plateas para describir el viaje a lo impensado -el descenso de categoría de River Plate- como si fuera, permítaseme la exageración, una categoría etnográfica. Si en el primer nivel se explica el derrotero político e institucional del club hacia el abismo mediante biografías personales y vínculos dirigenciales para mostrar cómo una gestión pasa de ser la esperanza política de la dirigencia deportiva argentina -defendiendo y ejerciendo un modelo solidario, nacional y popular de clubes- a una madeja de negociados legales y/o ilegales, situaciones oscuras y conflictos políticos que describen a buena parte, o casi toda, su clase dirigencial, luego el relato deriva hacia la descripción de un estado de ánimo personal y colectivo: el del autor y de otros cientos de miles a los que lo imposible se les vuelve posible.
El autor relata las peripecias para asistir a diferentes estadios en los que juega el equipo y asiste así a la larga y risueña cantidad de situaciones que habitualmente suelen presentársele a los hinchas: diálogos con jugadores sólo observables desde la tribuna, impericia dirigencia y policial para organizar un espectáculo, el llanto desconsolado de miles de hinchas, las cientos de elucubraciones sobre el destino, la mala suerte y/o los complots "enemigos", los inconvenientes para conseguir una entrada, el voltear el cuerpo ante una jugada, pasar de la alegría a la depresión en un rato, no tener en claro si estar feliz o no. Pero la exhaustiva y equilibrada descripción de este doble proceso -la pregunta sobre el porqué River llegó hasta ese lugar y su respuesta investigativa, y el relato del seguimiento al equipo como hincha que, nunca supuso, terminaría con el descenso- funcionan como un verdadero disparador para preguntarse -y preguntarnos-: ¿es posible que nuestras propias biografías personales se encuentren tan atravesadas por una emotividad como el fútbol -como River Plate, en este caso- que lo ponen en el plano de los afectos, o más allá, o junto a ellos, o en la necesidad de preguntarse porqué nos importa River cuando acompañamos a nuestro padre enfermo en una ambulancia, cuando recorremos extravagantes y bellos paisajes a miles de kilómetros de Buenos Aires, o cuando una relación amorosa cruje al sonido de un relato futbolístico? ¿Es que se trata simplemente de la vieja marea de la pasión, que nos hace involucionar hacia el vale todo y la irracionalidad? Si Julia Kristeva inicia uno de sus libros confesando su escritura bajo el influjo de un dolor amoroso, para Burgo la melancolía y la depresión se vuelven también una forma humana de interrogarnos sobre cómo transitar esta vida: apasionadamente o no.
Finalmente la confesión trata de saber que hay cuestiones por las que no optamos pero que debemos comprender, sin obturar por eso lo que nos produce emotivamente; de que vivir de forma pasional, sea una vida política, un proyecto personal o simplemente el sentir hacia una persona, no deja de tener en común exactamente eso: que estamos dispuestos a sentir, a amar y a sufrir. Mientras el libro refuta algunas cuestiones del sentido común periodístico y relata gestos, sensaciones, divagues, posturas e imposturas de los hinchas, el relato autobiográfico se va volviendo colectivo, ejerce el periodista pero también el sufriente hincha que asiste a la cancha y también otros millones que, en forma de efervescencia colectiva, hacen de un juego, un deporte, un negocio y un espectáculo, mucho más que eso y con ello, le otorgan su potencialidad distintiva. Pero sobre el final del duelo, resurge la esperanza en dicha dimensión, pues la caída en desgracia sólo confirma lo que ya sabemos: que el fútbol reposa también sobre la agonística cristiana del renacimiento, que paganamente se despliega en una mayor adhesión ferviente y militante de los hinchas que llenan estadios, expresan su amor como nunca, revientan el merchandising y refuerzan su protagonismo -el real y el ficticio- como jesuses colectivos reconstruyendo su iglesia.
Es por eso que el libro de Burgo interesa: por su asertividad periodística, pero más aún porque a manera autobiográfica, como observador participante, nos remite al corazón de nuestras propias pasiones y obsesiones, sin la necesidad científica de explicarlas pero dándonos pistas necesarias, la primera de ellas que escribir sobre el dolor es una primera forma de comprenderlo.
Referencia
Burgo, M. (2011) Ser de River. En las buenas y en las malas. Agonía, descenso y resurrección desde la tribuna. Ed. Sudamericana, Buenos Aires.
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