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La demanda en las grandes ligas de fútbol y baloncesto: 

reforma del sistema de reparto de los ingresos por televisión

 

Doctor Europeo en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Licenciado como número 1 de la promoción en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Licenciado en CC. Empresariales. Licenciado en Derecho. Diplomado en Fisioterapia

Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid

Doctora Europea en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Master en CC. de la Actividad Física y del Deporte

Profesora de la Universidad de Alcalá y de la Universidad Complutense de Madrid

Campeona de España de baloncesto

Antonio Monroy Antón

antonio.monroy@uam.es

Gema Sáez Rodríguez

g.saez@uah.es

(España)

 

 

 

 

Resumen

          En el fútbol y baloncesto actual, los ingresos por la venta de los derechos de televisión son cada vez más importantes, representando aproximadamente un tercio del volumen total de ingresos en los grandes clubes. En este artículo se planteará si, en el escenario actual de crisis económica, resulta más conveniente para la salud financiera de los equipos y de la Liga en general cambiar el sistema de reparto de ingresos por televisión, otorgando un mayor protagonismo a los equipos menores, con el fin de buscar no solo un mayor espectáculo sino también una maximización del beneficio a medio-largo plazo de todos los componentes de dicha Liga.

          Palabras clave: Ingresos. Gastos. Fichajes. Liga. Televisión.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 164, Enero de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    En el deporte actual, las grandes ligas deportivas, sobre todo de fútbol y baloncesto, acaparan constantemente portadas de los periódicos no solo deportivos sino también de información general. El deporte se ha convertido, además de en un fenómeno social importantísimo, en un negocio y una máquina de hacer dinero en la que la gestión profesional ha sustituido a las antiguas formas de gobierno más “amateur” y despreocupadas de los Balances de situación y cuentas de ingresos y gastos.

    A lo largo de la primera década del tercer milenio, un análisis de las cuentas de los dos clubes de fútbol más grandes del mundo por volumen de facturación, el Real Madrid y el Barcelona, permite observar que el modelo tradicional en el fútbol del siglo pasado, basado en la venta de entradas a los partidos, ha cambiado. En esa década, los ingresos por venta de entrada suponen, de media, menos de un 10% de los ingresos totales.

    Sin embargo, los ingresos por la venta de los derechos de televisión son cada vez más importantes, representando aproximadamente un tercio del volumen total de ingresos en ambas entidades. La situación, si se analizan las cuentas del resto de clubes de la primera división española, es muy similar, si bien con cantidades mucho menores en volumen pero con porcentajes parecidos.

    El modelo de reparto, sin embargo, es constantemente criticado sobre todo por los clubes pequeños, que denuncian que con el actual sistema de reparto, la Liga pasa a ser cosa de dos y una competición completamente adulterada y sin interés para el aficionado.

    En este artículo se planteará si, en el escenario actual de crisis económica, resulta más conveniente para la salud financiera de los equipos y de la Liga en general cambiar el sistema de reparto de ingresos por televisión, otorgando un mayor protagonismo a los equipos menores, con el fin de buscar una maximización del beneficio a medio-largo plazo de todos los componentes de dicha Liga.

El reparto de los derechos de televisión: beneficios de un sistema más equitativo

    La mejor forma de gestionar los clubes en relación con la distribución de los ingresos por televisión ha sido un tema controvertido en los últimos años en las grandes ligas profesionales de todo el mundo, especialmente en las de fútbol de Europa y en la de baloncesto norteamericana (NBA). Estas ligas, por lo general, han acudido a las más potentes cadenas de televisión con la intención de vender al mejor postor la posibilidad de retransmitir los encuentros más importantes de cada jornada.

    Sin embargo, el sistema de reparto, por lo general, beneficia de forma exagerada a los grandes clubes, lo cual crea una diferencia cada vez mayor entre los primeros de la tabla y el resto. Muchas competiciones antaño igualadas pasan actualmente a estar decididas a falta de 4 ó 5 jornadas para la finalización. Y, peor aún, en poco más de un mes pasan a ser cosa de dos, perdiendo el interés para el aficionado el resto de partidos de la jornada en los cuales no participen esos dos equipos.

    Existen estudios que señalan la posible correlación entre distribución de ingresos y situación del equipo. Así, Scully (1995) y Fort y Quirk (1995)
observaron que los equipos más ricos en términos de ingresos solían ser más competitivos, dado que esos ingresos les permitían hacen mayores inversiones en los años sucesivos y formar una mejor plantilla que, por lo general, obtenía mejores resultados deportivos. Aparte de los estudios empíricos realizados, el sentido común lleva a la misma conclusión: a más ingresos, más capacidad de contratar mejores jugadores y mejores resultados deportivos. Sin embargo, también tanto los estudios empíricos como la simple lectura de la prensa deportiva demuestran que los resultados deportivos no tienen correspondencia con los económicos, siendo los grandes clubes de fútbol y baloncesto entidades con deudas millonarias, ratios de liquidez y solvencia muy por debajo de los ideales, fondos de maniobra negativos y Balances de Situación que les sitúan en ocasiones cerca de la quiebra técnica.

    Uno de los estudios económicos a favor del reparto más equitativo de los derechos de televisión entre todos los clubes de la misma categoría lo ofrecen Palomino y Rigotti (2000), quienes defendieron que esa política más equitativa era positiva a la larga no solo para el desarrollo de la competición sino, asimismo, para la situación financiera de la propia Liga. El motivo que aducían era que, al existir una mayor igualdad entre los equipos, la competición sería más interesante para los aficionados, se produciría una mayor afluencia de público a los encuentros y, por consiguiente, los ingresos por este concepto serían mayores, permitiendo incluso una subida del precio de las entradas sin disminución de las ventas.

    Por otro lado, el hecho de que los ingresos por televisión se distribuyeran equitativamente no solo provocaría que la competición estuviera más igualada, sino también que el valor marginal de cada jugador disminuyera. El motivo en este caso es doble: por un lado, los grandes clubes actualmente beneficiados por el sistema de reparto no podrían pagar las cantidades que pagan y, por otro, las plantillas más compensadas de los equipos medianos o pequeños no dependerían tanto de un único jugador, por lo cual tampoco le pagarían grandes sueldos. Todo ello ayudaría a mejorar la caótica situación financiera de muchas de estas entidades, al borde de la quiebra.

    El sistema de venta y reparto de los derechos de televisión suele ser el siguiente. En primer lugar, la Liga vende los derechos de televisión. En esa negociación, obviamente, influyen factores como el atractivo de la competición, los jugadores contratados, etc. A continuación, se decide el sistema de reparto entre ganadores y perdedores si es por sistema de eliminación directa, o según los resultados en la tabla de clasificación si es por sistema de liga. Por último, los equipos disputan los partidos y se hacen acreedores de unos mayores o menores ingresos.

    En esta situación, cabe plantearse una cuestión que se expone a continuación. El punto inicial de negociación lo representa el interés de la competición. Teóricamente, una competición más disputada, con varios equipos en liza por obtener el primer puesto, y en la cual se decida el título en la última jornada (en caso de ser un campeonato de Liga), supondrá una mayor cuota de pantalla que si la competición hubiera tenido un equipo muy superior que sea líder desde el inicio y que, a falta de varias jornadas, se proclame campeón. Esa mayor cuota de pantalla, a su vez, es lo que en términos económicos se denomina una mayor demanda. Y la teoría económica ha demostrado ya hace mucho tiempo que una mayor demanda provoca un aumento del precio de venta de un bien o servicio. Por tanto, se puede concluir que una mayor competitividad de todos los equipos y una competición más igualada implicarían mayores ingresos para todos los clubes a medio plazo. Si eso es así, la solución (o una de ellas) pasa por redistribuir los ingresos por televisión de forma más equitativa.

    Esta solución económica es similar a la solución “deportiva” que se adopta en la NBA, donde para igualar la competición, los últimos equipos clasificados en la temporada regular tienen derecho a elegir en primer lugar a los jugadores que se incorporan a la Liga.

    Pero los argumentos económicos a favor de una nueva política de distribución de ingresos no terminan ahí. Aparte de lo anteriormente mencionado, se podría argüir que una Liga con clubes económicamente fuertes atrae a los mejores jugadores del mundo, pues es la que en teoría más dinero puede ofrecerles. Por el contrario, una Liga cuyos clubes están cerca de la bancarrota, puede atraerles a corto plazo, durante un número de años limitado, pero acabará cayendo inexorablemente. Esos fichajes de los mejores jugadores a largo plazo, a su vez, repercutirá en una mayor demanda (mayores cuotas de pantalla) y por tanto mayores ingresos por televisión, con lo cual el sistema se verá retroalimentado todos los años en lugar de ser un gigante con pies de barro que cae a los pocos años y deja clubes en quiebra.

    Aparte de todos estos aspectos, se podría hablar sobre la influencia positiva que una competición más igualada tendría sobre otros factores económicos como las apuestas deportivas, que mueven cantidades millonarias, y que probablemente se verían beneficiadas, con el consiguiente aumento de seguimiento de los partidos por parte de los apostantes.

Los efectos negativos de un reparto “excesivamente” igualitario

    Sin embargo, no todo es tan sencillo. Se debe tener en cuenta un factor importantísimo, que es el hecho de que un reparto totalmente igualitario (yendo a la hipótesis más extrema) produciría una pérdida del interés de los equipos por vencer en la competición. Si, independientemente del resultado deportivo, el beneficio obtenido va a ser el mismo, la competitividad decrece, entrándose en el círculo vicioso contrario: pérdida de competitividad-disminución de la demanda (cuota de pantalla)-menores ingresos para los clubes por derechos de televisión-menor calidad de los jugadores de la Liga-nueva disminución de la competitividad (Daly, 1992; Fort y Quirk, 1995).

    Por tanto, es necesario encontrar el punto adecuado de reparto de esos ingresos, sin pasar por la situación actual en muchas Ligas del mundo donde un par de clubes se reparten la mayor parte de los ingresos, pero también sin caer en la trampa de un excesivo igualitarismo que provoque la pérdida de interés por vencer.

Conclusión

    La situación de las grandes Ligas de fútbol y baloncesto es complicada en el plano económico. Los modelos actuales de clubes tremendamente endeudados y viviendo muy por encima de sus posibilidades no pueden mantenerse indefinidamente, y los ejemplos se han vivido a lo largo de la historia. La Liga italiana de fútbol, hasta hace poco la más cotizada, hace tiempo que dejó de serlo, pasando el testigo a la española, donde Real Madrid y Barcelona conviven con situaciones de extrema iliquidez y falta total de solvencia, a base de una generación de altos cash-flows que no se sabe cuánto tiempo podrán mantener. La NBA, supuestamente la Liga de baloncesto más fuerte del mundo, ha vivido recientemente un cierre patronal provocado por las fuertes pérdidas que han llevado a muchas de las franquicias a situaciones prácticamente de quiebra.

    La causa de todos estos males ha sido, en parte, el plantear objetivos a muy corto plazo que, en caso de desviarse mínimamente la situación de la inicialmente prevista, no se han podido cumplir.

    La solución, como se ha señalado, ha de partir de un nuevo sistema de reparto de los derechos de televisión, más equitativo, pero que al mismo tiempo fomente suficientemente la competitividad de los equipos. Ello redundará no solo en la mejora del espectáculo para el aficionado sino también en el saneamiento de las cuentas de los clubes, muy necesitadas de ello.

Bibliografía

  • Daly, G.: “The Baseball Player’s Labor Market Revisited”, en Sommers P. Diamonds Are Forever: The Business of Baseball, Brookings Institution, Washington D.C., 1992.

  • Fort, R. y Quirk, J.: Pay Dirt. The Business of Professional Sports, Princeton University Press, Princeton, 1992.

  • Fort, R. y Quirk, J.: “Cross subsidization, incentives and outcome in professional team sports league”, Journal of Economic Literature, XXXIII:1265-1299, 1995.

  • Palomino, F. y Rigotti, L. The sport league’s dilemma: Competitive balance versus incentives to win. University of California, Berkeley Institute of Business and Economic Research, disponible en http://repositories.cdlib.org/cgi/viewcontent.cgi?article=1021&context=iber/econ, 2000, fecha de consulta: 22 de septiembre de 2011.

  • Scully, G. W.: The Market Structure of Sports, The University of Chicago Press, Chicago, 1995.

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