La socialización deportiva a través del cine | |||
Universidad de Málaga (España) |
Sergio Díaz Cambló Antonio Hernández Mendo |
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Resumen Cine y deporte pueden ser dos instrumentos de socialización si están orientados a ese fin. Numerosos estudios demuestran que un carácter rebelde e indisciplinado puede modificarse mediante una instrucción deportiva adecuadamente planificada. Esto, unido a la importancia que la teoría sociocognitiva concede a la observación del entorno, revalorizan el rol del cine, como herramienta a través de la cual emitir un mensaje cuyo objetivo es la internalización. En el trabajo que presentamos se exponen ejemplos de cómo el deporte puede desencadenar un profundo cambio vital, pero también recoge casos que evidencian que ese cambio sólo es posible con las estrategias y la intervención convenientes. Palabras clave: Cine. Deporte. Socialización. Teoría sociocognitiva.
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EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 164, Enero de 2012. http://www.efdeportes.com/ |
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El valor de la socialización
La socialización es un proceso de influencia social, por el cual las personas pertenecientes a un grupo, a una sociedad o cultura, aprenden (e interiorizan) un conjunto de normas, valores y formas de percibir la realidad, dotándolos de las capacidades necesarias para desenvolverse satisfactoriamente en la interacción social. La socialización es continua en el individuo, pues siempre está procesando información del entorno con el que interactúa, para adaptarse, precisamente, a él. Dicha adaptación equivale a la integración social, la cual conllevará la cohesión (o no, si no realiza el proceso), con el grupo residente en la comunidad, y la aceptación de sus creencias, normas y valores.
Estos mecanismos de interacción con el grupo para buscar la integración, aparecen ya recogidos en los experimentos de Sheriff (1936) y Asch (1952), que resaltan como la opinión no coincidente con la mayoría, se transformaba para pasar a estarlo, produciéndose una convergencia de intereses que terminaban siendo los del grupo. Resulta interesante estudiar fenómenos como la innovación, pues introducen variaciones en las dinámicas de la comunidad de sujetos, que provocan profundas reformas grupales que, si alcanzan el consenso de la mayoría, arrastrarán al resto del grupo (de la innovación, se pasa a la normalización).
Ejemplos sobre estos procesos se encuentran en la célebre película El club de los poetas muertos/Dead Poets Society, dirigida por Peter Weir en 1989.
En el minuto 41:15, el profesor Keating (interpretado por Robin Williams), plantea la necesidad de pensar por uno mismo, ver “las cosas con perspectiva”, no dejarse llevar (“dos caminos divergían en un bosque y yo tomé el menos transitado de los dos”) por lo que digan los demás, pensar antes de tomar una decisión, en definitiva, ser independiente y con criterio propio, sopesando las distintas posibilidades. Una opinión que discrepe de la mayoría llevará a algunos miembros del grupo a replantearse su postura, propiciando que se desencadene un proceso de innovación que concluya con una nueva norma grupal. El club de los poetas muertos es una apología del valor de la educación en una sociedad de masas, conformista y estéril, donde el profesor empuja a desarrollar el pensamiento crítico como mecanismo para producir no sólo cambios vitales, sino también sociales.
Así pues, ¿qué papel desempeña el deporte en los procesos de socialización? ¿El deporte favorece u obstaculiza la tarea de integración de un sujeto en una comunidad? Se puede llegar a pensar, con total convicción, que el deporte es, esencialmente, bueno y que se basta por sí mismo para ejercer una influencia positiva en esa tarea de integración. Dos escenas pertenecientes a la película de Scout Kalvert Diario de un rebelde/The basketball diaries (1995) (foto), adaptación cinematográfica de la obra autobiográfica “The basketball diaries”, del poeta James Carroll (1949-2009) y que aparecen recogidas en dos vídeos de youtube:
Película y libro relatan cómo un joven estudiante de instituto (interpretado por Leonardo DiCaprio) sueña con ir a la universidad, gracias a una beca que obtendría por sus méritos en el baloncesto. En la primera escena (primer vídeo, minuto 35:30 del metraje), se observa un pasaje de la película idílico, donde ese deporte se disfruta, se comparte con los amigos y causa risas, diversión y bienestar. Pese a todas las aspiraciones del estudiante y el gran valor que le concede al deporte, Carroll comienza un coqueteo con las drogas, que provocan una adicción tan grave que desmorona todos sus sueños y sus metas. En la secuencia 2 (situada en 1:25:40 h.), aparece en un deplorable estado producido por las drogas, hasta el extremo de amenazar a su propia madre. ¿Qué ha fallado? ¿No debería haber sido suficiente el baloncesto para que no hubiese caído en las drogas, si por sí solo el deporte es tan positivo? Esta situación es reconocible en diversos “ídolos caídos del deporte”.
Implicaciones de la práctica deportiva
El deporte por sí solo no produce efectos positivos ni negativos. Numerosos estudios avalan que la participación deportiva en sí misma no mejora los resultados académicos, ni el carácter, ni el desarrollo moral, ni reduce la violencia a no ser que el programa esté meticulosamente diseñado para ese fin (Torregrosa, y Lee, 2000; Bredemeier, Shields, Weiss y Cooper, 1986; Bredemeier, Weiss, Shields y Shewchuk, 1986; Weinberg, y Gould, 1996; y Romance, Weiss, Bockoven, 1986).
Por tanto, con la adecuada planificación, el deporte puede convertirse en una herramienta de socialización. Es importante distinguir la socialización para el deporte de la socialización a través del deporte:
La socialización para el deporte es un proceso de aprendizaje por el que se adquieren actitudes, habilidades y comportamientos útiles para la participación en una actividad deportiva determinada. Analicemos este ejemplo:
Es el minuto 68:38 de la película Un sueño posible/The blind side, dirigida por J. L. Hancock en 2009, en la que se narra cómo una mujer de alta posición económica (Sandra Bullock), ayuda a un joven con graves dificultades económicas, familiares y académicas a prosperar a través del deporte gracias a sus cualidades físicas. Este fragmento muestra cómo la protagonista le orienta y aconseja para que explote sus cualidades físicas, ya que la convivencia con él (lo acoge en su casa), la ha llevado a conocerle bien y saber las estrategias de afrontamiento adecuadas para que pueda participar en una actividad deportiva de forma satisfactoria. En Un sueño posible, Michael (interpretado por Quinton Aaron) nunca se ha sentido útil, siempre ha estado marginado en el instituto y su familia biológica le abandonó. El deporte le brinda la oportunidad de alcanzar notoriedad, de demostrar que puede alcanzar el éxito, y dispone su extraordinaria constitución física al servicio del fútbol americano, por lo que se familiariza con el juego y sus reglas, y despliega un conjunto de comportamientos que le ayudan.
La socialización a través del deporte es la adquisición de habilidades y pautas comportamentales, útiles para la integración social, mediante la disciplina deportiva. Es la extrapolación de los valores adquiridos en la práctica deportiva, al resto de facetas de la vida.
A este respecto, autores como Marsh (1993) demuestran que se establece una relación entre logro académico y la participación deportiva al establecer como nexo de unión una nueva visión del autoconcepto, introducida en la década de los 90 y estructurada en diversos dominios; el autoconcepto general está compuesto por el autoconcepto académico y no-académico, segmentándose este último en el autoconcepto social y autoconcepto físico. Marsh (1993) afirma que el alumno que participa en actividades deportivas, refina (gracias a la práctica) habilidades no sólo físicas, sino también sociales, que luego incrementaran el autoconcepto académico.
De forma paralela, el alumno que participa en eventos deportivos representando a su escuela, se identifica con ella y adquiere un compromiso que luego se extendería más allá de lo meramente deportivo. En este sentido, numerosos autores como Hedstrom y Gould (2004) manifiestan que el carácter de los jóvenes puede ser modificado a través del deporte “cuando la información sobre el juego limpio, el espíritu deportivo y desarrollo moral son sistemáticamente y consistentemente enseñados”. Es decir, que un carácter rebelde, controvertido y difícil puede moldearse gracias al deporte si se sigue una programación adecuada para ello.
El trabajo de Planchuelo, Hernández Mendo y Fernández (2009) exponen que con el adecuado programa de intervención, basado en tareas de cooperación-oposición, se consiguen resultados significativos con respecto a la promoción del desarrollo moral a través del deporte, con lo que podríamos inferir que ese desarrollo moral del alumnado se generaliza a otros ámbitos extradeportivos.
Un ejemplo de socialización a través del deporte, aparece en este video:
Es un resumen de la película “Lecciones para ganar” (1996), cuyo título original es “Sunset Park”, y que se inspira en los acontecimientos que sucedieron en esta zona de Brooklyn a principios de los 90, cuando una profesora de educación física acepta, por necesidades económicas, convertirse en la entrenadora de un equipo de baloncesto de afroamericanos. La profesora tendrá que lidiar con todo un equipo en contra (minuto 6:36), no sólo por su condición de mujer, sino por el hecho de tener que someterse a una disciplina y a una autoridad, que está representada por una persona de raza blanca. Aparecen situaciones de innovación que implican a varios miembros del equipo, que aceptan que la mujer pase a ser la entrenadora, y que evolucionará hacia la normalización, cuando ambas partes formen un auténtico equipo y la entrenadora pase a integrarse. La película, con bastantes dosis de humor, aborda cómo la profesora inculca todo su bagaje personal a los jugadores (deportivamente no tiene el conocimiento necesario). Este bagaje personal tiene una transferencia fuera de la cancha (respeto a los demás -hombres o mujeres-, erradicación de prejuicios, sacrificio por una meta y por los compañeros, aprender a trabajar en equipo, desarrollo de la autocrítica), convirtiéndolos no sólo en deportistas profesionales, sino en ciudadanos ejemplares.
Ambos enlaces pertenecen a la película de Oliver Stone Un domingo cualquiera/Any given sunday (1999) (ver foto). Es una película interesante, por el abanico de personajes mostrados y la compleja relación que guardan entre sí. En ella, se relata cómo llega un nuevo fichaje (el actor Jamie Foxx) al equipo de fútbol americano Miami Sharks, necesitado de recuperar la gloria de tiempos pasados. La nueva estrella es agasajada por la directiva del equipo, prensa y afición, incrementando su egocentrismo y narcisismo, despertando los celos del resto del equipo y un enorme malestar en el capitán, cuya veteranía le ha llevado a las puertas del retiro deportivo. El desarrollo de los acontecimientos lleva a una situación crítica al entrenador (interpretado por Al Pacino). Éste desarrolla diversas estrategias para conseguir que el equipo funcione como un todo. El fragmento 1 (minuto 1:50:44) está próximo al final, cuando la coyuntura les exige trabajar como una unidad, pues no hay margen de error. “Las pulgadas” marcan la diferencia: un pequeño gesto separa el ensimismamiento y el egoísmo del trabajo en equipo, de la cooperación y de la solidaridad, y son las vías de la victoria. Pero más allá de que ganen o pierdan el partido, esto les definirá como personas. El fragmento 2, ya en el desenlace (minuto 2:19:32) muestra cómo el entrenador intenta hacer ver que la fama, tal como llega se desvanece “un domingo cualquiera”, y que sólo perdurará aquello que se haya construido desde el respeto y los valores, como la deportividad, el esfuerzo y el compañerismo. Reseñando, de esta manera, la actitud recogida en el verso de Kipling, “Si te enfrentas al triunfo y al fracaso/y das el mismo trato a esos dos impostores”.
La película de D. Anspaugh Hoosiers: Más que ídolos/Hoosiers (1986), aborda esta temática, particularmente valiosa por la multitud de ejemplos que pueden extraerse, y está basada en la hazaña real del equipo Milan de Indiana, que logró ganar el estatal en 1954. Existen varias evoluciones que ocurren de forma paralela y simultánea en el transcurso de la película: por un lado, la figura del entrenador Norman Dale (interpretado por Gene Hackman), que se encuentra en una circunstancia personal complicada, que le ha llevado a aislarse y a refugiarse en el deporte, desarrollando un carácter arisco, huraño y extremadamente severo; por otro lado, el equipo de baloncesto, que se ha quedado sin sus máximas estrellas y los jugadores que permanecen dudan de sus propias capacidades de estar a la altura; y, finalmente, se encuentra la afición, compuesta por un pueblo pequeño, de escasos recursos económicos y que vive volcado con el baloncesto, con lo cual todo lo relacionado con él, adquiere la mayor importancia.
En la escena 1 (minutos 13:52), se observa cómo los pilares del equipo no tienen ningún respeto al entrenador, se sienten muy superiores, al contar con la admiración del pueblo y del equipo, y se sienten por encima de todo y de todos. El entrenador, por tanto, no duda en expulsarlos. En la secuencia 2 (15:01), el entrenador trabaja el espíritu de equipo: nadie es más importante que nadie. “¡Equipo, equipo, equipo!”, insiste: todos deberán concienciarse de que son un conjunto que sólo funcionará cuando trabajen de forma cooperativa y constituyendo una unidad, sin fisuras. En la situación 3 (minutos 23:16), Norman Dale se enfrenta a los aficionados, al echarles en cara que no valoran el gran esfuerzo que están haciendo los jugadores. En la escena 4 (minutos 89:29), después de encarrilar la temporada y cosechar los triunfos necesarios para llegar a la final del estatal, el equipo visita la cancha donde se disputarán el último partido de la temporada, en el que se decidirá todo. El entrenador les insta a medir las dimensiones de la cancha, para que comprueben que es igual a la de su humilde pueblo. La evolución del entrenador, hinchas y jugadores conduce a que todas las partes se impliquen y a que todos aprendan de todos: el entrenador recupera las riendas de su vida gracias al espíritu luchador de su equipo; la afición comprende que los méritos que hay que reconocer son los que se basan en el respeto, la constancia, el trabajo, el sacrificio y el esfuerzo; el equipo aprende a tomar decisiones por sí mismo, a no escudarse en el trabajo de los demás, a depender de uno mismo, a luchar por unas metas, a no dejarse llevar por falsos juicios de valor y a confiar en sí mismos y en las posibilidades propias.
La función de los agentes sociales
El complejo fenómeno que supone la socialización deportiva es llevado a cabo por agentes sociales (familia, escuela, entrenadores, parejas, medios de comunicación, iguales) y su grado de influencia, que puede ser negativa o positiva. Los modelos conductuales de la Teoría Sociocognitiva, sustentados en los trabajos de Bandura (1982, 1987), afirman que las cogniciones de los individuos influyen en sus propias acciones, y se modifican de acuerdo a ellas y a lo que observen en los demás. Esto es, las personas analizan lo que hacen, y rectifican sobre la marcha la ejecución de su acción, según si la percepción se ajusta a lo que estaba previsto realizar, y además tomando como referencia lo que se está observando. Por ello, es tan importante los modelos de referencia, ya que la elección de un modelo erróneo, conlleva indirectamente la aprehensión de patrones comportamentales inapropiados. Un ejemplo:
Pertenece al minuto 24:59 de la película “Goool 2: Viviendo el sueño” (2007), donde un joven de origen muy humilde se convierte en una estrella de fútbol. Este corte de la película ilustra la parte frívola del deporte rey: fiestas (“de solteros” según indica el mánager), mansiones y coches de lujo, la preocupación por la imagen, la superficialidad de las relaciones, la banalidad, el escaso valor que se le otorga al dinero, etc. Estos agentes sociales sólo pueden llevar a una mala gestión de la disciplina deportiva y a una falta de valores (o la pérdida de los mismos).
La importancia de los iguales ha sido avalada por diversos trabajos. Los patrones de conducta del grupo de iguales deberán ser imitados como nexo de unión que son, pues de lo contrario surgiría una fractura entre el resto de los miembros de una comunidad y el individuo, que conllevaría su desintegración. De igual modo, cuando se desarrolla el espíritu de equipo, la identificación de unos miembros con otros lleva a que sean las emociones compartidas un punto de apoyo clave. Autores como Ajayi y Fatokun (2008) en Nigeria (que parten de los trabajos de Kauss de 1996 en los que se manifiesta que el deportista rendirá según su estado de ánimo), demuestran que son el entrenamiento y la práctica de la energía emocional adecuada de todo el equipo, las claves para incrementar el éxito en el rendimiento. Dicho de otro modo, el éxito de una estrategia deportiva pasa por construir vínculos entre los jugadores, de manera tal que las aspiraciones individuales se transformen en las colectivas, y los miembros del equipo se vean reflejados unos en otros; esto no sólo fomentará la comunicación y la creación de un estado de ánimo compartido, sino que potenciará directamente el rendimiento, al extraer lo mejor de sí mismo para entregarlo al equipo.
Las emociones y los procesos de socialización
Las emociones son el fruto de un proceso cognitivo que responde a un acontecimiento externo o interno, lo cual evidencia una interacción entre el sujeto y el entorno. Es decir, las emociones son valoraciones de una información que se caracterizan por su naturaleza automática, lo cual puede conducir al sujeto a dejarse llevar por ellas si no las domina (Lazarus y Folkman, 1991). Por tanto, si las emociones podemos describirlas como los mecanismos mediante los cuales nos relacionamos con el mundo (Lazarus, 1991), una mala regulación de las mismas implicaría una desadaptación al entorno.
Numerosos autores como Gross y John (2003) recogen el importante rol que en un equipo desempeñan las emociones. Estos autores hacen especial hincapié en la forma en que los sujetos reconocen y expresan sus emociones, siendo este proceso determinante para las relaciones con el entorno, y en su investigación, ponen de manifiesto cómo los sujetos que suprimen sus emociones tienen un apoyo social reducido, mientras que aquellos que reevalúan (reestructuran la información percibida), gozarán de mayor apoyo social y una red social más extensa. Esto contribuirá a construir un sentimiento de equipo, y facilitará el propósito de alcanzar una meta común (Cole, Michel y Teti, 1994).
Estos cortes pertenecen a la película de Boaz Yakin Titanes. Hicieron historia/Remember the Titans (2000), en la que Denzel Washington interpreta a Herman Boone, el entrenador de color que pasa a hacerse cargo del equipo de los Titans, en la Virginia del 71, en pleno conflicto interracial por las medidas gubernamentales que promueven la integración entre blancos y negros. Así, un entrenador afroamericano se sitúa al frente de un equipo legendario, formado ahora por alumnos negros y blancos, cargados de prejuicios que emplearán como arma arrojadiza los unos contra los otros, y, además, torpedeado por la opinión pública y hasta por el mismo ayudante del equipo.
En el corte 1 (minuto 28 del metraje), el capitán del equipo choca después de un duro entrenamiento con uno de los jugadores negros más preparados físicamente: ambos se culpan de no contar con el apoyo del otro. Son los prejuicios los que están echando por tierra el esfuerzo individual de todos y lo que les impide trabajar cooperativamente. En el corte 2 (29:36), Boone decide llevarlos a las tumbas de los muertos de la batalla de Gettysburg, que fue absolutamente dramática en la contienda de la Guerra Civil Americana, en 1865, con más de 50.000 fallecidos. El entrenador les recrimina que no han aprendido de los muertos, que siguen atrapados en los errores del pasado y que tienen que cambiar su actitud. Boone apela a los sentimientos y a las emociones para lograr la transformación (más allá de lo deportivo) que busca en sus jugadores. En el corte 3 (40:13), los jugadores empiezan a desarrollar el espíritu de equipo gracias a la disciplina, al trabajo en equipo, al intercambio emocional, al peso de los iguales y al enorme trabajo del líder (Boone), como elemento de cohesión y ejemplo a seguir ética y deportivamente. Se observa procesos de integración de todos los componentes del Titanes. Los fragmentos 4 y 5 son muy parecidos; en ellos, el equipo llega a tal nivel de identificación (construcción del intra-grupo) que desarrollan una danza propia (1:04:53), que les sirve como seña de identidad, y para ser reconocidos y diferenciados por los demás, y esto conlleva un incremento de la cohesión grupal. El corte 4 recoge, además, la actitud del entrenador rival: “Hacedles callar pero a lo bestia”, (1:05:55). Esta actitud agresiva es evidentemente también fruto de la carga de prejuicios que lleva (teorías sociológicas de la violencia basadas en la subcultura, de Taylor, 1971), y que le han llevado a entender el deporte como un instrumento con el que someter a los negros. Las burlas de los jugadores rivales (“¿Se han vuelto locos?”, dicen con risas entre ellos) denota la interiorización de valores inadecuados, un ejemplo más de que el deporte sólo es positivo con la planificación correcta, como vimos al comienzo de este trabajo, y como refleja, a su vez, la labor hecha con los Titanes.
El líder transformacional
La introducción de la innovación en un grupo puede facilitarse si existe un líder transformacional que ejerza como motor del conjunto y que fomente las dinámicas de grupo. El liderazgo transformacional queda definido, según Muchinsky (2001), como un proceso capaz de inducir cambios importantes en las actitudes de los miembros de un grupo, proceso que se origina cuando un líder utiliza los recursos disponibles para convertir a sus subordinados en nuevos líderes y en agentes de cambio. El efecto de la influencia es dar poder (“empower”) y para Bass (1998), la transformación tiene lugar cuando el líder transmite confianza y motivación para lograr metas superiores.
Los entrenadores de las películas mencionadas, como Norman Dale o Boone, ejercen de líderes transformacionales. Promueven un cambio vital, un cambio de valores, con la única herramienta del deporte. Ellos señalan el camino a seguir, pero los verdaderos artífices son los jugadores: a través del deporte y del trabajo del entrenador, han descubierto facetas de sí mismos que desconocían, como el trabajo en equipo, el respeto, o conocer sus propios límites.
Hay muchos ejemplos cinematográficos de entrenadores que desempeñan el rol de líderes transformacionales: Friday Night Lights (2004), Equipo Marshall/We Are Marshall (2006), Camino a la gloria/Glory Road (2006), Coach Carter (2005), Camino hacia la gloria/A shot at Glory (2000), etc., y todos igual de válidos para reflejar cómo el entrenador funciona como nexo de unión de los miembros del equipo, que se apoyan en él y que experimentan una profunda renovación más allá de lo deportivo, convirtiéndose en nuevos agentes de cambio en sus respectivos entornos y con los valores generalizados a todos los aspectos de sus vidas, esencia de la socialización a través del deporte.
La clásica película de John Huston Evasión o Victoria/Victory (1981), es el perfecto resumen de lo expuesto hasta el momento. Es otra adaptación de un hecho real, sucedido en 1942 (Marañón, 2005). En la película, Max Von Sydow interpreta a un nazi que al visitar un campo de concentración, recuerda sus tiempos de juventud como futbolista, y propone a los prisioneros establecer un partido entre alemanes y aliados, prometiendo que habrá juego limpio. Michael Caine da vida al capitán del equipo constituido por los aliados, y trama una fuga para el día del partido. El final de la película obvia el hecho de que los jugadores que osaron ganar a la Alemania dominante, fueron ejecutados. Los motivos extradeportivos no hacen falta comentarlos: en el encuentro futbolístico poco importaba el deporte.
En estos cortes, aparecen procesos de innovación y de normalización, ya que las distintas necesidades de los jugadores convergen hacia una misma opinión. En el minuto 16 y en el 18:04 del metraje de la película (que se hallan en el corte 1, en 6:02 y 8:14), se observa como Colby comienza a ejercer de líder, al dejar clara su postura sobre una hipotética evasión, y al comenzar a elegir a quienes compondrán su equipo de fútbol. Durante dicha selección, quedan patentes tanto los prejuicios entre ellos (todos miran con recelo al canadiense Robert Hatch, encarnado por Sylvester Stallone), por la disparidad de intereses (unos quieren fugarse y otros tienen miedo).
Colby prosigue su tarea unificadora, no sólo desempeñando el rol de entrenador, dirigiendo los entrenamientos y explicando tácticas de equipo (minuto 35:20 de la película/minuto 5:37 del corte 2), sino que además promueve el desarrollo de valores como la solidaridad (prosocialidad). En el minuto de la película 36:55/minuto 7:19 del corte 2, Colby recrimina a otros miembros del campo de concentración el escaso interés por los recién llegados. “¿Y qué hacemos con esos pobres diablos? ¿Dejamos que los manden de nuevo a los campos de trabajo?”, pregunta el entrenador. De este modo, los acoge y los integra en el equipo. Pero a continuación, les pregunta al resto de miembros si están de acuerdo con esta decisión, y terminan llegando a un consenso (minuto 38:41de la película y 8:58 del corte 2: “Jugaremos, qué otra cosa podemos hacer”). Es un evidente ejemplo de líder transformacional: él tiene su opinión y la expone, y le entrega al resto del grupo el poder (la responsabilidad) de determinar si seguir adelante o no; al continuar, los jugadores se están convirtiendo en agentes de cambio. Y de modo simultáneo, están aprendiendo valores a través del deporte en otro ejemplo de socialización.
A continuación, en el minuto 39:12 (0:37 del corte 3), aparece un nuevo ejemplo de socialización: Hatch muestra sus (incipientes) dotes como portero, y los elogios del entrenador propiciarán que, más adelante, se una al equipo (con la convicción del canadiense, a priori, de que antepondrá su fuga). Es el entrenador quien reconoce en primera instancia su dotes como guardameta, y partir de ahí, otros miembros del equipo le animan a que practique (el diálogo entre Stallone y Pelé, justo a continuación), provocando que se eliminen fricciones y prejuicios. De esta forma, en el minuto 47:40 (8:46 del corte 3), el trabajo en equipo y la cooperación les salvarán a todos la vida en más de una ocasión, originando un fuerte espíritu de equipo y un alto grado de identificación entre ellos. Tal es la entrega a la causa y el grado de compañerismo, que en el corte 4, en el minuto 1:21 (que se ubica en la película en 1:09:45), se observa cómo uno de ellos tiene que partirse un brazo a propósito para que los planes sigan su curso.
Existen más ejemplos de solidaridad y de compañerismo entre los jugadores a lo largo del fragmento 5 en los minutos 1:13 y 4:27 (que se corresponden en el metraje con 1:29:20 y 1:32:23), en el terreno y en los vestuarios: los mensajes de ánimo y el interés por el estado de los lesionados reflejan que verdaderamente sienten que todos son uno. Pero lo que realmente indica hasta qué punto se ha producido la normalización, es el minuto 6:37 de este mismo corte 5 (en el largometraje se sitúa en 1:34:23). El portero se ha mostrado individualista y displicente toda la película, dándole prioridad a su fuga, pero el grupo le insta a que no se escape y vuelva al encuentro, y, finalmente, decide seguir adelante con el partido y no fugarse: cree sinceramente que es una cuestión de honor ganar el partido, y que si los abandona sería como fallarse a sí mismo. El egoísmo mostrado en la película se transforma en solidaridad, fruto de la interacción con el grupo, y es otro ejemplo más de los efectos positivos que pueden ocasionarse con una adecuada socialización deportiva.
La socialización deportiva más allá del cine
Se ha abordado la importancia de los iguales en el proceso de socialización. Esto confiere un valor añadido al cine desde el punto de vista pedagógico, es un medio que llega a millones de personas y su contenido tiene un fuerte impacto en la audiencia. Películas como Invictus (2009), Titanes. Hicieron historia/Remember the Titans (2000) o Coach Carter (2005), al margen de que reflejen hechos reales de superación de conflictos, tan del gusto de Hollywood, se dibujan como una fuente de inspiración de gran valor, al exponer los procesos a través de los cuales conseguir cambios. También películas de autor como la archiconocida Million Dollar Baby (2004) de Clint Eastwood, The fighter (2010) de David O. Russell o Ali (2001) de Michael Mann, muestran profundas transformaciones vitales con el deporte como telón de fondo, enseñando a una audiencia masiva que, con la instrucción adecuada, la disciplina deportiva es capaz de provocar múltiples beneficios.
Pero es obvio que la responsabilidad de enseñar patrones de conducta adecuados, en la era de las telecomunicaciones, no puede (ni debe) recaer exclusivamente en el cine. Las personas con un gran nivel de convocatoria pueden (y quizás debieran tener como obligación moral) hacer uso de la misma para dar ejemplo, y por eso ha de valorarse los esfuerzos que estrellas de cualquier ámbito hacen en este sentido.
Un ejemplo en el siguiente vídeo:
Es una entrevista a Magic Johnson, el célebre jugador de los Lakers, incluida en el documental Magic & Bird. A courtship of rivals (2010) de la cadena estadounidense de pago HBO, en la que aborda el trato recibido por parte de Larry Bird, jugador de los Celtics y su “enemigo histórico” sobre el terreno de juego. Johnson expone que esa rivalidad era exclusivamente deportiva, ya que siempre ha recibido el apoyo y el afecto de Bird. Son ejemplos a seguir y que sirven para la adecuada socialización a través del deporte, por los valores que transmiten de respeto, solidaridad, lealtad y compañerismo. Es, lógicamente, positivo realizar este tipo de declaraciones en público y en especial de estrellas del deporte de tal calibre y repercusión mediática.
Pero no sólo corresponde a quienes son centro de atención o tienen poder de convocatoria, dar ejemplo, pues es evidente que la inmensa mayoría de la sociedad está compuesta por personas anónimas. Un par de ejemplos más:
Es un video sobre el deporte y los discapacitados. También son muestras válidas de socialización a través del deporte, ya que el contacto con los demás, la búsqueda de logros y la motivación para conseguirlos, les sirve para aplicarlos fuera de lo deportivo, y enfrentarse a otras responsabilidades con mayores dosis de optimismo y autoconfianza, gracias a la integración social.
Este vídeo se hace eco de los efectos positivos de la práctica deportiva si se siguen las adecuadas planificaciones y normas.
Por último, añadir que la responsabilidad final recae sobre el conjunto de la sociedad, sobre todos nosotros, ya que todos somos agentes de cambio, y viceversa. Por ello, el cine se convierte en un aliado de gran valor al proyectar todo lo bueno que somos capaces de conseguir.
Referencias
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