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Interacción del sujeto en el medio ambiente natural

 

Profesora de Educación Física

por la Universidad del Comahue

San Carlos de Bariloche

Leila Karavaitis

karavaitisleila@gmail.com

(Argentina)

 

 

 

 

Resumen

          En este artículo, se pretende establecer la construcción social del ser humano, como individuo social, a través de la habituación y rutinización en su propia vida cotidiana, teniendo en cuenta el entorno en el que crece y se desarrolla y cómo influye, en esta construcción del sujeto social, la interacción con el Medio Ambiente Natural, durante las diferentes etapas de la vida. El análisis se basa en diferentes autores trabajados durante el módulo de “Sociología de la Vida Cotidiana” de la Maestría en Teorías y Políticas de la Recreación, cursada durante el año 2011, en la Facultad de Turismo perteneciente a la Universidad Nacional del Comahue.

          Palabras clave: Construcción del ser social. Medio natural. Interacción.

 

 
EFDeportes.com, Revista Digital. Buenos Aires, Año 16, Nº 164, Enero de 2012. http://www.efdeportes.com/

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Introducción

    La pregunta principal motor de este trabajo es: ¿Qué sucede sociológicamente, con el sujeto que, rutinizado en su propia vida cotidiana, decide realizar prácticas recreativas en la Naturaleza, fuera de su contexto seguro y conocido, con un grupo social?

    Algunos aspectos del contexto que se presenta como Medio Ambiente Natural (MAN), se pueden describir fácilmente a través del conocimiento popular: un ambiente distinto al habitual, puede ser en muchos casos un espacio totalmente desconocido, cambia el paisaje, cambia el olor, cambian los sentidos. Aunque existen otros aspectos y características que sólo aquellos que intervienen “cotidianamente” en este ambiente podrían describir. En este caso se puede hacer mención, por ejemplo, a los cambios repentinos de clima y con ellos los cambios en los aspectos de seguridad, en las emociones, en los ánimos de los individuos en particular. Así es como también esos cambios, son totalmente diferentes al estar en grupo.

    Y por supuesto, está presente el conocimiento científico que por medio de investigaciones específicas determinan aspectos concretos, que nos explican por qué se dan estos cambios en consecuencia de los constantes cambios que presenta el MAN.

El Ser en relación

    Como primera instancia según Berger y Luckman (2005), en su libro La construcción social de la realidad, se puede establecer que la diferencia de la relación con el ambiente entre el ser humano y el resto de los animales, radica en que el ser humano se abre al mundo relacionándose con el entorno, el cual que intentará modificar. Esta es en sí, una manifestación biológica, que se estructura a través de instintos e impulsos en tanto, el hombre se relaciona con el ambiente y con los otros humanos, conforme al aspecto cultural y social. De esta manera el hombre va construyendo su propia naturaleza que lo hace único, es así como cada ser humano va creando su personalidad y estructura del ser.

    En este sentido el autor plantea que el desarrollo del organismo y el “yo humano” se relaciona con la vinculación excéntrica que estos presentan, es decir, por una parte el hombre tienen un cuerpo y por otro es un cuerpo. La experiencia que el hombre tiene de sí mismo oscila entre ser y tener un cuerpo, excentricidad que debe recuperar su equilibrio constantemente y que lo hace un ser social, por naturaleza. En la escena del medio natural, no podemos pasar por alto este análisis, ya que en esta excentricidad donde se centra la relación y posterior vinculación del ser humano con el Medio Ambiente Natural, en tanto es un cuerpo y siente a través de los sentidos: el frío o calor, el viento, la emoción, el miedo o vértigo a la altura o al encierro, la adrenalina, la humedad del agua, la sequedad del aire. Al mismo tiempo, que tiene un cuerpo a su disposición para operar ante lo que siente. Hoy podríamos ampliar este concepto y decir que estos dos aspectos no son cuestiones separadas y fundir esta dialéctica del ser y tener, en un Ser integro.

    Aquí se vuelve de interés analizar cómo el sujeto, a través de la “conciencia intencionada”, construye la realidad de la vida cotidiana. A medida que se va tomando conciencia del lugar que lo rodea, de los objetos que se utilizan, el lenguaje y de las personas con las que, de alguna manera, se tiene relación en lo cotidiano. Así, entonces, se va estableciendo un orden significativo para cada individuo que lo lleva a experimentar la vida cotidiana en plena vigilia con respecto al existir y aprehender de la misma, esto es lo que va constituyendo una actitud natural.

    Como plantea Giddens (1991), el ser humano se va habituando a las diferentes actividades que va realizando de tal manera que genera una rutina, así sea en el contexto de una casa, una ciudad, en el bosque o en la montaña, el ser humano busca en sus que haceres reducir el gasto energético, por lo que comienza a repetir los pasos de una acción, una y otra vez hasta que la misma se vuelve habitual para nuestro cuerpo y mente. Al repetirse cotidianamente esta habituación se convierte en una rutina y la mente se “relaja” pues lo que está haciendo ya lo conoce y no debe gastar mucha energía para hacerlo. A su vez, la rutinización de las tareas trae confianza y seguridad al individuo. Esto se refleja cuando se manifiesta la rutinización en el caso de riesgo en un campo de concentración, donde las personas que viven en este ambiente de total incertidumbre y violencia, donde el ser humano se ve enajenado de su vida cotidiana, donde vive en encierro permanente, denigrado y aislado. Se explica como la única estructura que fue útil para sobrevivir en este ambiente fue la rutinización de sus actividades, de esta manera logran reestructurar su mente encerrando las emociones, logran aferrarse al mínimo de confianza en sí mismo a través de su propia estructura. En cambio las personas que elijen realizar una práctica recreativa en el medio natural, en un contexto desconocido, deberán habituarse al medio y luego ir generando su propia estructura que le genere seguridad y confianza de sí mismo, generando así una acción libre del ser en este medio. Si en esta experiencia pasa algo inesperado como puede ser una gran tormenta o cambio de clima repentino, presencia de algún animal salvaje, el sujeto entra en crisis y desequilibrio, hasta que logre habituarse y controlar la situación. Al mismo tiempo, si somos personas a cargo de un grupo o de otra persona en este contexto, como puede ser un grupo educativo de campamento o guiar a una persona en la montaña, y no le damos tiempo o colaboramos en este primer encuentro, se corre el riesgo de generar una mala experiencia al visitante.

    Berger y Luckman (2005) plantean que la vida cotidiana se divide en dos sectores unos se aprehenden por rutina y otros nos traen problemas innumerables, es decir todo los que se sale de la rutina diaria en la vida cotidiana desequilibra el ser convirtiendo una situación aparentemente sencilla, en un problema a resolver y a equilibrar. Es así como las prácticas recreativas en la naturaleza están llenas de problemas a resolver y el sujeto presenta desequilibrio constante a equilibrar. Inquietud que esto nos provoca, estar ocupados en el entorno y en nuestra presencia en él, dejando totalmente de lado las preocupaciones de las rutinas diarias que nos dan aparente tranquilidad en la tarea pero, a mi parecer, enajena al sujeto de su propio ser interno quién se reencuentra con el yo externo cuando se abandona la rutina y se ve obligado a resolver los problemas que le presenta el mundo “nuevo” que lo rodea e intenta interactuar con él. Por su parte Giddens afirma: “La vida cotidiana ordinaria -en mayor o en menor grado, según el contexto y los azares de la personalidad individual- incluye una seguridad ontológica que expresa una autonomía de gobierno corporal dentro de unas rutinas predecibles. Los orígenes psicológicos de una seguridad ontológica se sitúan en los mecanismos básicos del control de la Angustia, jerárquicamente ordenados como componentes de la personalidad”. (Giddens)

    Si la seguridad ontológica es un mecanismo de control de la angustia, y expresa una autonomía de gobierno del cuerpo dentro de rutinas predecibles de la vida cotidiana ordinaria, deberíamos suponer que toda actividad o práctica fuera de las rutinas conllevan una angustia e inseguridad ontológica y del control corporal. Lo que me lleva a pensar que cuanto más rutinizada esté la persona, más seguras de sí misma va a estar dentro de su vida cotidiana rutinizada, pero... ¿Qué pasa con esa misma persona cuando por diferentes razones de accionar de la sociedad o por propia decisión, sale de la rutina diaria? Probablemente, cuanto más rutinizadas, mayor es la angustia ante la falta de seguridad ontológica. Si analizamos un poco más la sociedad actual inmersa en los continuos cambios, comprenderíamos la falta de seguridad por sí mismo de cada integrante de la sociedad, la falta de decisión y elección libre, los ataques de pánico tan comunes en esta era ya que las rutinas en este capitalismo son impuestas por el mismo sistema, de esa manera se puede controlar las actividades, las compras, las necesidades, las emociones y las angustias, enajenando a la persona de su propio ser que pierde el gobierno del tener un cuerpo en un contexto sociocultural determinado.

    Este análisis se da en situación de adultos inversos en sus propias vidas Cotidianas, estructurados en un contexto social determinado, pero ¿que pasa con los niños?, ¿Qué pasa si la relación con el medio ambiente natural comienza en la niñez?

La Niñez y el Medio Ambiente Natural

    En la primera infancia se crean todas las estructuras mentales y emocionales, por lo que es de suma importancia el proceso de sociabilización en esta etapa de la vida. Kingsley (1978) explica este proceso de sociabilización como una dialéctica de externalización, objetivación e Internalización. Definiendo a la internalización como punto de partida de este proceso en la que la interpretación inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto es manifestación de los procesos subjetivos de otro que, en consecuencia se vuelven subjetivamente significativos para mí. Su objetividad resulta objetivamente accesible. Esta es la base para comprensión del otro y para la aprehensión del mundo en realidad significativa y social. En este sentido sostiene que el sujeto que llega al grado de comprender el mundo en el que vive y lo hace suyo, así como interactúa con otros individuos en un mismo tiempo y espacio vinculando situaciones significativamente entre sí, puede considerarse miembro de una sociedad. Giddens en su estudio, analiza los escritos de Freud y Erickson, quienes plantean de diferentes maneras en que el niño va sociabilizándose y construyendo su personalidad, si bien Giddens es crítico de Freud, comparte algunas líneas de Erickson, es así que analiza en la primera infancia la relación del niño con su madre. El ser humano lo primero que aprende es la confianza, debe tener confianza en que su madre por más que desaparezca volverá. Luego hará la transferencia al resto de la sociedad.

    Este punto de vista se relaciona con la teoría de Kingsley de la socialización primaria. Es la madre y la familia quienes serán los seres de referencia los “otros significantes” con los que el niño irá formando su estructura y personalidad, en cuanto el mundo es objetivo y el niño a través de su subjetividad le da significado para sí. El niño acepta los roles y actitudes de los otros, este es un proceso dialéctico entre la auto-identificación y la identificación de los otros.

    Si el niño o niña crece en el medio natural o convive eventualmente en él, puede construir significativamente su personalidad en este medio, naturalizando el entorno. Lo que determinará en la adultez una mayor seguridad ontológica, fuera de las rutinas de su vida cotidiana en el medio Natural, propiciando su libertad como ser integro y la confianza en sus propias acciones, tanto como en su capacidad de decisión libre.

Grupos Sociales

    En los conceptos analizados por Taranda (2009), denomina al grupo social como un determinado número de personas (más de tres) con una interacción regulada y normada, con status y roles interrelacionados, valores y creencias compartidas o semicompartidas. Allí existe una consciencia particular de grupo, y criterios básicos de pertenencia. Debe haber una frecuencia de interacción social, formas duraderas, normadas de interacción social que se reconvierten en partes identificables de una estructura social. Debe haber, además, algo que defina el ser miembro del grupo, al mismo tiempo que sean definidos como miembros por otros.

    Los integrantes de un grupo, no participan del mismo modo en su interacción social. Si pudiéramos identificar por sectores el nivel de participación de cada uno de los integrantes del mismo veríamos que no están distribuidas con uniformidad entre los individuos de un grupo. Cualquier acontecimiento constante que aumente la interacción entre algunos, reduce la interacción entre otros. En cada uno de los contextos en los que se encuentre el grupo esto tiene incidencia directa sobre el carácter emocional del mismo. En el caso del medio ambiente natural que venimos analizando veremos que en determinadas situaciones (por ejemplo, ayudarse entre sí para sortear un obstáculo, o darse ánimo ante el cansancio, o bien compartir una anécdota graciosa con alguien con quién se tenía poca relación) se genera necesariamente el aumento de interacción entre los miembros hasta con aquellos donde hay poco trato y comunicación. Se activará más la participaciones de determinados participantes según la ocasión que más le sea significativa en tanto, las acciones y prácticas en este medio son tan variadas, que suelen rotar los protagonismos en el grupo: al tomar decisiones, al ayudar a otro compañero, al cocinar, al jugar o realizar actividades físicas. Se da también, la formación de subgrupos por intereses especiales, sentimientos, valores peculiares a ciertas posiciones; status en el grupo más grande. En este aspecto, lejos de creer que el ambiente rústico fuera de lo cotidiana refuerza estos subgrupos, pasa lo contrario se dan enfrentamientos concretos en los que se deben resolver los conflictos in situ, se esfuman los límites de los subgrupos y se van abriendo a nuevos integrantes y dejan de ser tan rígidas las condiciones de pertenencia a los mismos. El contexto no conocido, el tener que habituarse para preparar su rutina, la practica problemática en cuanto queda fuera de lo cotidiano, genera en cada ser un desequilibrio emocional y estructural que puede provocar reacciones contrariadas pero al mismo tiempo adaptativas a lo nuevo, a nuevos sucesos y encuentros. El ser se abre para adaptarse o habituarse, por lo que aumentan las posibilidades de nuevas interacciones sociales.

    En nuestra Vida Cotidiana, vivenciamos numerosas situaciones de stress y alienación dentro de nuestra vida social y laboral, influyendo directamente en nuestra Vida Familiar, llegando en algunos casos a la enajenación de su propio Ser. La pregunta en esta ocasión es: ¿Pueden las prácticas recreativas en el Medio Natural generar un cambio significativo, dentro de la vida cotidiana, del sujeto alienado y enajenado; Inmerso en el sistema capitalista que rige en la ciudades de Argentina?

La enajenación del Ser

    En las grandes ciudades existen algunos factores que nos influyen directamente en nuestra vida cotidiana, transformándonos en personas cada vez más vulnerables al sistema. En este sentido se debe hacer referencia a los factores de Comunicación, Consumo y Educación.

    En el primer factor mencionado María del Carmen de la Peza Casares (1997), en su texto: “Medios de comunicación, gobierno de la población y sujetos”, plantea que los medios de comunicación son instrumentos privilegiados del Estado para la gestión y el control de la familia y de los individuos en el espacio abierto de la ciudad y en la organización del tiempo Libre de la población. Así mismo prosigue en su planteo, afirmando: el poder busca tener una ubicación precisa de los individuos y una distribución de los mismos en un espacio susceptible a ser analizado celularmente. “los excluidos de la sociedad, no existen”. Así es como dentro de la sociedad y para “pertenecer” debemos tener al día, todo el papeleo, con los datos específicos cargados en centrales de control, hoy en día cada vez son más las fuentes de información con el que se cuenta para saber la ubicación y los movimientos de cada uno de la población. Internet en computadoras portátiles, en celulares o tablas. Estos elementos nos indican posición y contenidos obtenidos de la red (GPS, en vehículos y celulares) quienes marcan la posición satelitalmente. Estas nuevas tecnologías no sólo sirven para el control regional de la persona, sino que además interviene en la privacidad del espacio familiar. La invasión de la tecnología, comienza con la televisión y la radio; contando hoy en día, en muchas de las familias de nivel económico medio o alto, una televisión por ambiente generando mayor vínculo (en cuanto a la cantidad de tiempo dedicado) entre una persona y algún artefacto de comunicación electrónica, que entre las personas que integran un Hogar, perdiendo de esta forma la comunicación cara a cara, y con ella se pierde la posibilidad del intercambio a través del gesto, del contacto, de la espontaneidad del momento, de la percepción de la otra persona más allá de la palabra y el gesto.

    Por otra parte, en el texto se refleja lo innecesario que se vuelve el salir de la casa en el Tiempo Libre, dado que cubre las necesidades básicas de recreación y a su vez se mantiene informado de todo lo que pasa en el mundo, siendo participe de cada uno de los eventos a través de la televisión y ahora desde Internet. Es entonces cuando el hogar se convierte en un espacio de individualización, lugar donde los cuerpos se encuentran encerrados y prácticamente inmóviles “encerrados” voluntariamente cada uno en su casa. Así según, Peza (1997) “el sujeto ha sido domesticado hasta el punto de que el encierro, inconcebible para el campesino, es hoy para el obrero un hecho natural, quien permanece recluido en el trabajo o secuestrado en la casa. La casa es una metáfora de la celda y la ciudad se convierte en la gran ciudad Controlada por la mirada del poder, que se introduce, vía la pantalla, en el centro mismo del espacio tradicionalmente íntimo del hogar” (Peza 1997).

    Con lo expuesto y a sabiendas de las propuestas recreativas de las grandes urbes, como pueden ser el cine, los video juegos, el shopping, el teatro, los museos o las galerías, todos con luz artificial. Estas propuestas están pensadas estratégicamente por el mercado del consumo para entrar a los hogares, precisamente a través de los medios de comunicación, lo cual genera la “necesidad de pertenencia” por los bienes materiales que se poseen, enajenando absolutamente al ser de lo esencial y natural de su propia vida.

    Bocock (1993) en su texto “Teoría del consumo”, ayuda a entender la perspectiva del concepto de “consumo”, del cual afirma: no puede comprenderse aisladamente, este es un concepto que debe ser contextuado social e históricamente.

    Si bien el consumo de bienes y servicios nace en un sistema económico orientado a extraer beneficios de culturas específicas, se da como un fenómeno en el contexto del sistema de producción del capitalismo industrial, el cual radica en obtener beneficio del capital invertido. Obviamente, producir no tiene razón de ser a no ser que algo se consuma y genere beneficio. Con este sistema también nace el concepto de “alienación”, trabajado por Marx, quién plantea que el trabajo es alienante, dado que el trabajador produce algo que no le pertenece mediante maquinas y herramientas que tampoco le pertenecen, convirtiéndose los mismos, en consumidores externos de lo que producen y no les pertenece.

    Así este concepto se vuelve significativo, en la actualidad llevándolo a todos los aspectos de la vida cotidiana, como veíamos en los párrafos anteriores, con las nuevas tecnologías no nos pertenece ni siquiera nuestro Tiempo Libre, dentro de este sistema capitalista y la industria del consumo, más que de la producción. Con este panorama es fácil, traer la imagen de un bosque de árboles altos, que dejan pasar entre sus hojas la tibia luz del sol al unísono del cantar de las aves y el murmullo del río. Es precisamente esto, volver a lo natural al gobierno de la naturaleza con sus ritmos, sonidos y olores, respetándola y amándola. Es allí donde luego de habituarnos y aprender a ser libres en nuestro tiempo libre, se da (a mi parecer), la recreación más pura y sincera

    Si analizamos un poco las diferentes concepciones de la Recreación podríamos, al categorizarla, ubicar estas prácticas recreativas.

Practicas Recreativas en el Medio Ambiente Natural

    Entrando en tema, es pertinente comenzar por definir el concepto. En este sentido Gerlero (2004), en su libro: “Ocio, tiempo Libre o Recreación”, propone una definición que deviene del análisis histórico de los trabajos al respecto del Juego y la recreación, ella dice:

    “Recreación es aquel conjunto de prácticas de índole social, realizadas colectiva o individualmente en el tiempo libre de trabajo, enmarcadas en un tiempo y en un espacio determinados, que otorgan un disfrute transitorio sustentado en el valor social otorgado y reconocido a alguno de sus componentes (psicológico, simbólico, material) al que adhieren como satisfactor del placer buscado por los miembros de una sociedad concreta.” (Gerlero, 2004)

    Se considera a las “prácticas”, como una acción en la cual se articula convenientemente la actividad y el placer, dado que contiene a la actividad como acción prefijada, y a la vez incorpora al sujeto en la acción y en la búsqueda de placer en ella. Al mismo tiempo implica poner en acción destrezas que el sujeto ha aprendido, es la puesta en acción del sujeto en su búsqueda del placer.

    Teniendo en cuenta lo antedicho, bien se puede afirmar que una práctica se vuelve recreativa cuando las personas se acercan al medio natural en busca de una práctica que genere placer en sí misma.

    Otra característica importante de destacar de dichas prácticas es el aspecto social, que si bien pueden darse individualmente, en parejas o en grupo, tienen un valor social otorgado y reconocido. Elias (1994), quién trabaja el concepto de institucionalización, hace referencia a las acciones de un conjunto social, las cuales buscan mitigar las tensiones de la vida cotidiana a través de las prácticas recreativas.

    Otro aspecto analizado por Gerlero en su texto, es la similitud en aspectos psíquicos en la elección de actividades gratificantes muy diferentes entre sí, basados en la investigación de Csikszentmihalyi (1985). Estas cualidades se basan en la elección de cada una de ellas por lo que la actividad en si misma despierta y no por lo provocado desde el exterior. También hace referencia a la “experiencia fluida”, la cual es generada por el sentimiento de intensa participación envuelto en una sensación de placer. Resaltan el hecho de que la experiencia otorga seguridad en sí mismo, dado que afianza el concepto positivo de propio ser. Siendo así de gran importancia este tipo particular de experiencia necesaria para mantener el equilibrio emocional al generar un nivel de excitación imprescindible para mantener la atención que nos exige el medio que rodea.

    En función de las prácticas recreativas que en su espectro son tan variadas y presentan diversas características, aunque manteniendo en común en su totalidad o parcialmente aquellas que responden a la práctica recreativa en sí, se han diseñado diferentes clasificaciones y dimensiones de dichas prácticas atravesadas por diferentes disciplinas y enfoques. Entre ellas la clasificación en el espectro del tiempo libre de Elias y Dunning (1994) quienes clasifican en base a desrutinización y la rutinización de las emociones. Cuenca (2000) hace su análisis en relación a dimensiones del ocio y propone cinco esferas relacionadas con el modo de vivir el ocio. Las mismas se mencionarán, intentando ubicar las prácticas recreativas en el medio Natural en alguna de ellas:

  1. Dimensión Lúdica.

  2. Dimensión creativa del ocio comunitario.

  3. Dimensión ambiental ecológica.

  4. Dimensión festiva.

  5. Dimensión solidaridad.

    Claramente al mencionarlas podríamos ubicarlas en la dimensión 3, aunque muchas de las prácticas bien se podrían relacionar con la dimensión 1. Al presentar un claro aspecto actitudinal tal como plantea el autor, las dimensiones no son excluyentes y pueden interrelacionarse.

    Siguiendo el análisis de Caillois (1958) quién propone reunir a los juegos por su carácter fundamental según predomine: La competencia, el simulacro, el vértigo o el azar. Esta clasificación permite, en la investigación de Gerlero (2004), identificar cuatro dimensiones para analizar la recreación: Mimética, en cuanto establece un simulacro de las situaciones de la vida cotidiana, tensiones y emociones; Consuntiva, relacionadas estas a aquellas prácticas de consumo así sea real o simbólico; Ilinx, del vértigo, el riesgo y la aventura, a tal punto que a su vez permitan una experiencia fluida y es una de las dimensiones donde podemos establecer la mayor parte de las prácticas recreativas en medio natural, las cuales responden en predominancia los tres aspectos planteados en esta dimensión; Alea, representan aquellas prácticas donde se pone en juego el azar, la suerte, el destino o la fortuna.

    De acuerdo a estas clasificaciones ubicaríamos a las prácticas recreativas en el medio natural en una dimensión ecológica según su funcionalidad social y en la dimensión de Ilinx, en cuanto a su aspecto lúdico en representación actitudinal y psíquico del que realiza dicha práctica.

Conclusiones

    En la sociedad actual las prácticas recreativas en el medio natural parecieran estar puestas a imagen del consumo, con indumentarias específicas, herramientas descomunales y a la vez desconocidas, “super héroes” capaces de realizar destrezas extremas; las cuales entran en la industria del clientelismo fomentando la enajenación del ser en estas prácticas naturales que se ven invadidas por la conducta aliénate de los grandes mercaderes del turismo. Estas conductas, buscan generar al “cliente” la sensación de Mujer u Hombre super-poderosos que pueden realizar actividades de aparente riesgo, con gloriosas comidas en banquetes preparadas y presentadas por personal especializado e indumentaria sobredimensionada para la actividad que se realiza. Indumentaria, que el cliente que se la pone, nunca uso y en su vida va a volver a usar; Comidas que no pertenecen al lugar, generando un ambiente civilizado de consumo enajenando lo natural del ambiente; Actividades que representan una “aparente riesgo” y que en general el “actor” no es protagonista, sino espectador.

    Pero estas mismas prácticas contrarrestan el frío gris del cemento de las grandes urbes, el ruido atardecido, el ritmo de la sociedad enloquecida corriendo para que las horas no se escapen, el bombardeo de noticias violentas en cada espacio que se transite, la niñez absorbida por la televisión, “la play”, “la compu”, el sedentarismo físico y mental. En definitiva, contrarrestan la enajenada vida cotidiana de la ciudad…

    Todos estos conceptos atraídos por la “necesidad de consumo”, se establecen desde los medios de comunicación y propagandas como ya hemos visto en los apartados anteriores. Pero la sociedad no se institucionaliza sólo a través de los medios de comunicación y tenemos otras herramientas para reparar el daño producido, en los pensamientos naturalizados de las sociedades vulnerables. La educación y la habituación desde la niñez en la pureza del ser y del medio natural en conjunción sin consumo, ni maldades, en equilibrio ante el respeto y el amor mutuo, favoreciendo el crecimiento y desarrollo del ser humano con ser integro capaz de tomar sus propias decisiones, movilizado por sus sentimientos, sus percepciones y motivaciones. Es en estas prácticas recreativas -puramente recreativas- mayormente auto condicionadas (Munné), respondiendo a los impulsos y sensaciones más internas del ser, es precisamente donde las personas se desarrollan en total libertad.

Bibliografía

  • BERGER, Peter y LUCKMAN, Thomas (2005) La construcción social de la realidad. Cap. I: Los fundamentos del conocimiento en la vida cotidiana, pp. 34-63. Cap. II: La sociedad como realidad objetiva.

  • BOCOCK, Robert: El consumo, Madrid 1993, Talasa Ediciones. Cap. 2: Teoría del consumo, pp. 55-80. Cap. 3: El consumo y lo simbólico, pp. 81-112.

  • DE LA PEZA CASERES, Ma. Del Carmen. “Medios de comunicación, gobierno de la población y sujetos”, en LEON, Emma y ZEMELMAN, Hugo (Coords.). Subjetividad: umbrales del pensamiento social, México. 1997, Anthropos. pp. 139-152.

  • GERLERO, Julia: ¿Ocio, Tiempo Libre o Recreación?, Neuquén, 2004, Educo. Pp. 71-94.

  • GIDDENS, Anthony: La constitución de la sociedad, Bs. As. 1991, Amorrortu. Cap. 2: Conciencia, propio ser y encuentro sociales, pp. 77-125; citas pp. 137-140. Cap. 3: Tiempo, espacio y regionalización, pp. 143-175; citas pp. 188-190.

  • JUAN, Salvador. Las Tensiones espacio-temporales de la vida cotidiana, en Alicia Lindon (Coord.) La Vida Cotidiana y su espacio temporalidad, México, 2000. Anthropos. pp. 123-146.

  • KINGSLEY, Davis. La sociedad Humana. Buenos Aires. 1978, Ed. Universitaria de Bs. As. Cap III: Normas sociales. Cap. IV: “Status” y el papel. Cap. XI: Grupos primarios y secundarios.

  • LASH, Scott y URRY, John: Economías de signos y espacio. Sobre el capitalismo de la posorganización. Buenos Aires 1998, Amorrortu. Cap. 10: Movilidad, modernidad y lugar, pp. 339-371.

  • REGUILLO, Rosana: La Clandestina centralidad de la vida cotidiana, en Alicia Lindon (Coord.) La Vida Cotidiana y su espacio temporalidad, México, 2000. Anthropos. pp. 77 – 93.

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